11 julio, 2022

Las series más destacadas de 2022: Mayo-Junio

Una de las flaquezas del desarrollo de la nueva "prestige TV" que las plataformas digitales han provocado en los últimos años es la forma en que muchas de estas propuestas que difuminan la frontera entre la televisión y el cine parecen necesitar más tiempo que el realmente necesario para contar sus historias. De forma que hay una tendencia al alargamiento de la narración con la finalidad teórica de aportar mayor información al espectador pero que en realidad parece tener más relación con la necesidad devoradora de las plataformas por ocupar el mayor espacio de tiempo posible en los televisores de sus suscriptores. Especialmente si tenemos en cuenta que el gran enemigo de estas plataformas es la pérdida de seguidores, o las altas y bajas constantes provocadas por el mayor o menor interés de sus estrenos. De ahí surge también la tendencia a romper las temporadas, una estrategia surgida de la necesidad durante la pandemia del coronavirus debido a los parones en los rodajes, pero que se ha convertido en una forma de retener a los suscriptores. Los creadores parecen necesitar horas y horas para desarrollar sus historias, pero al final transmiten una sensación de hartazgo, como en Stranger things IV (Netflix, 2016-), con una duración desorbitada e innecesaria de sus episodios, que parece más motivada por la necesidad de Netflix de sumar minutos para elaborar las listas de éxitos que el resto de los mortales tenemos que creernos. La "televisión de prestigio" ha caído en la tiranía de la acumulación en detrimento de la calidad. Y parte de ello lo apuntaba Erik Kripke, el creador de The boys (Prime Video, 2019-): "El problema del streaming es que muchos cineastas no han salido de ese formato. Se sienten cómodos con darte diez horas en las que no pasa nada hasta la octava. Eso me molesta mucho, personalmente. O cuando alguien dice: "Bueno, estoy haciendo una película de diez horas". ¡Vete a la mierda! No, estás haciendo un show de televisión. Estás en el negocio del entretenimiento". (Vulture, 08/07/2022).

El pasado 15 de junio AMC+ desembarcó en Europa a través de España, el primer país fuera de América en el que ha decidido presentar su catálogo. Se trata de un paquete premium de AMC Network que no funciona como una plataforma a la que se tenga acceso de forma independiente sino que se incorpora a otros servicios de transmisión. En nuestro país se puede acceder a él a través de todas las plataformas: OrangeTV, Vodafone, Jazztel TV y Prime Video, excepto Movistar+, lo que resulta significativo teniendo en cuenta que hasta la fecha era la que estrenaba buena parte de las series de AMC. El contenido de este paquete premium incluye también las producciones de Sundance TV, la plataforma especializada en cine de terror Shudder, IFC Films y BBC America, aunque en nuestro país parte de este catálogo aún no está disponible.

Pero, a pesar de la llegada de nuevas plataformas, la transmisión digital parece haber alcanzado su límite, y el fin de la época dorada comienza a mostrar su peor cara. Los recortes presupuestarios y, en consecuencia, los despidos, ya están en marcha en plataformas como Netflix, y el pasado 4 de julio ha tenido otro capítulo con la sorprendente decisión por parte de la nueva fusión de HBO Max y Discovery. Según una información de la revista Variety, la compañía está haciendo frente a una reestructuración que pretende ahorrar 3.000 millones de dólares suprimiendo totalmente su producción propia en los países nórdicos y Europa Central. En realidad, es una noticia que casi se le agradece a HBO Max, ya que en su reciente política de producción europea ha desarrollado una tendencia a la estandarización que no ha beneficiado a las series, y tampoco ha tenido un peso específico tan importante, invirtiendo solo en uno o dos títulos en cada país. Algunas producciones ya no están disponibles en su catálogo, como la húngara The informant (Proton Cinema, 2022), la rumana RUXX (Mobra Films, 2022) o las series de HBO Nordic Lust (Miso Film, 2022) y Kamikaze (Profile Pictures, 2021), mientras que aún permanece la polaca El deshielo (HBO Max, 2022). La decisión no afecta por ahora a la producción propia de HBO Max en España debido a su repercusión en los países de habla hispana, ni a la futura producción en Francia una vez que se introduzca como marca en el país, porque la ley audiovisual francesa les obliga a producir contenido original. Este anuncio además contrasta con la falta casi absoluta de rigor de las plataformas norteamericanas en la cuota europea de contenido audiovisual que estableció la Unión Europea en un 30%, pero que nadie excepto Netflix cumple. Como indicaba recientemente la revista Business Insider, HBO Max no llega a un 25%, aunque este porcentaje se verá notablemente reducido por la salida de sus producciones europeas, mientras Disney+ no alcanza ni el 10%, aunque ha anunciado numerosos proyectos en Europa (Business Insider, 12/06/2022). Lo que habrá que exigir ahora es que los órganos reguladores sancionen a las plataformas que no cumplan la normativa. 

Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series mencionadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.

Gentleman Jack (Temp. 2 y Final) ****
HBO Max, 10 de abril-29 de mayo
Creada por Sally Wainwright
Dirigida por Edward Hall, Amanda Brotchie, Fergus O'Brien

La historia de Anne Lister fue narrada por ella misma en sus diarios, a veces utilizando un código para su escritura en el que mezclaba griego, latín y matemáticas que no sería desvelado hasta muchos años después de su muerte. Las descripciones de sus relaciones amorosas y sexuales con otras mujeres eran tan gráficas que, tras su publicación en 1988, algunos las consideraban un fraude, ya que parecía inconcebible que se hablara tan claramente de relaciones lésbicas en el siglo XIX, pero las investigaciones han demostrado la veracidad de sus relatos, y se la considera la primera lesbiana de la era moderna en Gran Bretaña. A pesar de ello, era un personaje casi desconocido antes de que Sally Wainwright consiguiera que la BBC diera el visto bueno a la producción de la serie Gentleman Jack (BBC/HBO Max, 2019-), el sobrenombre con el que se la llamaba de forma despectiva por sus maneras masculinas. En el año 2011, el dúo O'Hooley & Tidow, formado por las cantantes Belinda O'Hooley y Heidi Tidow, compusieron la canción "Gentleman Jack" para su álbum The fragile (2012, No Masters Cooperative), basándose en los diarios de Anne Lister, que finalmente ha alcanzado mayor popularidad como tema principal de la serie. De hecho, el éxito internacional de esta producción ha acabado provocando un interés mucho mayor en la figura de Anne Lister, a quien la ciudad de Halifax ha dedicado recientemente una estatua, la Universidad de York inaugurará en septiembre de este año una zona residencial para estudiantes llamada Anne Lister College, y cada año se celebra un Festival en su honor. 

Después de tres años de espera, la segunda temporada de Gentleman Jack ha regresado con todos los honores, y con una escritura incluso más compacta que en la temporada anterior. Su creadora, Sally Wainwright, una de esas guionistas inglesas que escribe en solitario, toma como base principal el libro Female fortune: The Anne Lister diaries and other writings (1997, Rivers Oram Press), en el que se relatan las vivencias de la protagonista como una narración tradicional, y consigue una firmeza en la historia que mejora gracias a la perfecta combinación de tramas en las que la relación entre Anne Lister y su última enamorada, Ann Walker, tiene menos toques de romanticismo para consolidarse con sus altibajos, incluida la aparición de un antiguo amor de la protagonista que hace tambalear su estabilidad. A lo largo de este drama de época que retuerce con ironía las más tradicionales adaptaciones del género, especialmente las que tienen a Jane Austen como origen, los personajes se enfrentan a la llegada del ferrocarril, a los disturbios políticos, a los conflictos de herencias, y a la transformación de la ciudad de Shibden Hall con un proyecto arquitectónico ambicioso pero también arriesgado. Pero una de las grandes virtudes de la serie es que dibuja al personaje principal con ambigüedades, no necesariamente amables en muchos casos, y preservando el estatus social por encima de todo. Anne Lister es una mujer que reta a la sociedad de la época, pero al mismo tiempo es producto de su época, y a la que no le tiembla el pulso si tiene que ejecutar desahucios de los inquilinos con escasos recursos de sus tierras si éstos no proporcionan los suficientes beneficios. En este sentido, el trabajo de la actriz Suranne Jones, a la que recientemente vimos en el thriller Vigil (BBC, 2021-), es fundamental, aportando carisma, ironía y energía al personaje. 

Sally Wainwright no ha ejercido esta temporada como directora, debido a su compromiso con otra de sus creaciones más notables, el espléndido drama policial Happy Valley (BBC, 2014-2022), que este año estrena en Netflix su tercera y última temporada. Pero la serie mantiene la esencia de la primera temporada, aunque con menos ruptura de la cuarta pared, una especie de guiño entre épocas, una mirada sutil al espectador actual desde los personajes principales. En esta ocasión son más sutiles, pero siguen siendo especialmente divertidos los que hace la hermana de Anne Lister, Marian, interpretada por Gemma Whelan una de las mejores actrices jóvenes de comedia, imprescindible en series como Upstart Crow (BBC, 2016-). Se agradece también el crecimiento del personaje de Ann Walker, más activa en su relación, y mucho más complejo para la actriz Sophie Rundle, a la que podemos ver también regularmente en Peaky blinders (BBC, 2013-2022). En su reconstrucción de los márgenes del drama victoriano, Gentleman Jack se ha convertido en una de las propuestas más interesantes del momento, una visión moderna en torno al siglo XIX sin llegar a ser presentista, consciente de las limitaciones a las que se enfrentan unos personajes que sin embargo luchan constantemente por superarlas. Aunque Sally Wainwright ha comentado alguna vez que los diarios de Anne Lister tienen suficiente material para varias temporadas, HBO Max anunciaba hace unos días que la serie no será renovada, y aunque había ciertas esperanzas de que BBC asumiera en solitario la producción, un reciente comunicado emitido por la cadena pública británica tiene un tono de despedida que no parece indicar que se vaya a producir.  

Barry (Temp. 3) ****
HBO Max, 24 de abril-12 de junio
Creada por Alec Berg, Bill Hader
Dirigida por Bill Hader, Alec Berg

Una de las series que se vio más directamente afectada por el comienzo de la pandemia del coronavirus fue esta creación del actor Bill Hader y el guionista Alec Berg que ha tardado tres años en llegar de nuevo a nuestras pantallas. Resulta lejano aquel mes de mayo de 2019 en el que se estrenaba berkman > bloque (T2E8) que dejaba cerrada una etapa en la historia a partir de la cual los personajes principales estaban destinados a encontrar sus propios caminos, con una secuencia de venganza que demostraba de qué forma Bill Hader tenía buenas ideas como director, hasta el punto que esta tercera temporada dirige casi todos los episodios, alternándose con Alec Berg, y para la cuarta temporada se anuncia que será el único director. Así que Barry (HBO Max, 2018-), convertida en una de las propuestas más singulares de las que se han estrenado en los últimos años, con su acertado humor negro, su tono cercano a los hermanos Coen y su hierática exposición de la violencia, establece un punto de partida para los personajes que al mismo tiempo sigue conectado con los acontecimientos de la primera temporada, en especial a través de la incorporación de Jim Moss (Robert Wisdom), cuya presencia en solo tres episodios es fundamental para el desarrollo de la trama. Esta capacidad para convertir a un personaje secundario en catalizador de acontecimientos explosivos es una de las señas de identidad de unos guiones que están perfectamente estructurados, y que convierten a Barry en una de las series mejor escritas de la actualidad (aunque curiosamente nunca ha conseguido un Emmy al mejor Guión). 

El episodio forgiving jeff (T3E1), en el que Barry (Bill Hader) comienza una nueva etapa como asesino a sueldo a través de la dark web, establece la premisa principal de la temporada, cuando el cliente que le ha contratado para matar y "hacer sufrir" al amante de su esposa se arrepiente y decide cancelar el trabajo: "He decidido perdonar a Jeff", a lo que Barry responde: "¡No hay perdón para Jeff!", dejando claro que no existe la vuelta atrás, que los pecados no pueden ser exonerados, que el arrepentimiento no existe. De alguna forma, la idea de que no hay posibilidad de escapar del círculo vicioso de la violencia es uno de los temas de la temporada, lo que la sitúa muy en paralelo con ese destino del que no podía huir Walter White (Bryan Cranston) en Breaking bad (Netflix, 2008-2013) una vez que había tomado decisiones importantes. Sin embargo, al mismo tiempo Barry trata de encontrar una especie de perdón por parte de Gene Cousineau (Henry Winkler), que también se encuentra en una posición de sufrimiento personal, tratando de arreglar actitudes del pasado. Mientras que Sally (Sarah Goldberg) disfruta de un éxito profesional que se irá revelando como ficticio, sometido a las decisiones de los algoritmos de las plataformas digitales. En su caso, la violencia de los abusos que sufrió por parte de su exmarido Sam (Joe Massingill) se reproduce de forma verbal en una escena con Barry que establece la fractura de su relación, aunque por otro lado también asistimos a dos momentos importantes en los que Sally deja escapar una furia que la reivindican como algo más que una víctima. 

De alguna forma, los tres personajes centrales de la serie esta temporada parecen vivir en un purgatorio en el que solo la expiación puede salvarles, pero también Monroe Fuches (Stephen Root) y NoHo Hank (Anthony Carrigan) tratan de encontrar una manera de establecerse en un círculo vital más estable aunque, por supuesto, sin conseguirlo. Sin embargo, hay cierta zozobra en las tramas que no están directamente relacionadas con Barry, como la de Sally, cuyo destino se entiende para completar el arco del personaje, pero cuyo desarrollo parece como si estuviéramos viendo otra serie distinta, demasiado obviamente enfocada a una cierta crítica de los medios de comunicación, los junket de prensa y las decisiones tomadas en las plataformas en base a los algoritmos, lo que tiene momentos divertidos, pero se siente apartado del enfoque central de la serie. Sin embargo, Barry se crece cuando reelabora el cine de género, como en la persecución por la autopista del episodio 710N (T3E6) , una de las más divertidas, imprevisibles y bizarras secuencias de acción que hemos visto en mucho tiempo. Hay un equilibrio entre el humor y los momentos de violencia casi sádica que convierte a la serie en una original propuesta que parece sentirse especialmente satisfecha de alejarse de los convencionalismos. Casi nada es previsible en Barry, como lo demuestra un final de temporada que nuevamente coloca a los personajes en una posición insólita y alimenta las posibilidades de desarrollo en la próxima temporada. 

Gaslit ****
Starzplay, 24 de abril-12 de junio
Creada por Robbie Pickering
Dirigida por Matt Ross

En alguna entrevista concedida por el showrunner Robbie Pickering, éste describe a su serie como "una historia sobre el Watergate para aquellos a los que les importa una mierda el Watergate", lo cual es una definición inteligente porque, efectivamente, la propuesta ofrece una visión sobre los personajes que rodearon a Richard Nixon en la trama de espionaje al Partido Demócrata en 1972, pero lo hace adoptando un punto de vista actual, abundando en las razones de la corrupción y los perfiles de un grupo de personas que no necesariamente pensaban que estaban cometiendo un fraude, sino que realmente creían que eran salvadores de una sociedad que sentían como abocada al precipicio. Se trata por tanto de una mirada más amplia que el simple relato de los hechos, lo que permite ciertas licencias creativas que inciden en el retrato de los personajes. La serie está basada en la primera temporada del podcast Slow burn (Slate, 2017-) que presentaba el periodista Leon Neyfakh, sobre el escándalo del Watergate. Este podcast está considerado como uno de los más destacados en la reconstrucción de hechos históricos a partir de personajes secundarios, y su segunda temporada, dedicada a Bill Clinton, también sirvió como base para la serie American Crime Story: Impeachment (FX, 2021). Slow burn continúa emitiéndose en la actualidad con temporadas monográficas y en su séptima edición está dedicado al caso Roe v. Wade, en el que en 1973 la Corte Suprema de los Estados Unidos estableció la libertad de las mujeres embarazadas para poder abortar.

La protagonista de Gaslit (Starzplay, 2022) es Martha Mitchell (Julia Roberts), esposa del Fiscal del Estado John Mitchell (Sean Penn), amigo personal de Richard Nixon, quien denunció por primera vez la implicación del presidente en el allanamiento de la sede del Partido Demócrata, en el que se pretendía colocar micrófonos para espiar a la oposición en un momento especialmente complicado para la presidencia de los Estados Unidos. Convertido en el mayor caso de corrupción relacionado con el gobierno, el caso Watergate acabó saltando a los medios y la judicatura, provocando la dimisión de Richard Nixon en 1974, a quien sin embargo muchos norteamericanos todavía consideran un político honesto. Pero mientras iban surgiendo diferentes soplones que reconocieron un complejo entramado de espionaje (algo así como las "cloacas del Estado" en España), la voz de Martha Mitchell, una popular y conservadora estrella de las revistas del corazón, fue progresivamente silenciada, siendo acusada de alcoholismo y problemas mentales, con la complicidad de su marido. Pero también la propia decisión de denunciar la campaña de espionaje por parte de Martha Mitchell tenía una importante base en un acto de venganza contra un matrimonio que estaba desmoronándose, repudiada y engañada de una forma casi pública por John Mitchell. 

La serie creada por Robbie Pickering, guionista de Mr. Robot (FX, 2015-2019), también está producida por Sam Esmail, y trata de encontrar un difícil equilibrio, no siempre conseguido, entre el relato histórico y la mirada irónica, lo que a veces se representa en personajes como G. Gordon Liddy (Shea Whigham), el cerebro de la desastrosa incursión en las oficinas del edificio Watergate, que está dibujado como un tipo siniestro, cuyo comportamiento está cercano a la locura, y que en algunos episodios como Year of the rat (T1E7) protagoniza una subtrama histriónica y absurda que parece salida de otra serie diferente, en contraste con la más realista relación del matrimonio roto entre Martha y John. Esta caracterización de los personajes con un cierto aire grotesco también se representa en el maquillaje de Sean Penn, irreconocible pero algo exagerado, que incluso en algunas ocasiones se parece más a Alfred Hitchcock que a John Mitchell. Pero estos desequilibrios entre los personajes contienen sin embargo una mirada certera hacia el elemento central de la corrupción, la representación de cierto carácter incluso naif en esta conspiración, inspirada por los valores tradicionales de una parte de la sociedad norteamericana, que define bien al tipo de electorado que puede encontrar en personajes siniestros una posible solución a sus problemas. Y la serie funciona mejor en la descripción de la relación que se establece entre John Dean (Dan Stevens), uno de los principales soplones del caso Watergate, y Mo Dean (Betty Gilpin), que acaban elaborando la mejor y más consistente descripción de la corrupción como un círculo vicioso del que es difícil salir una vez ha impregnado las decisiones y las acciones de sus protagonistas. 

The offer ***
Paramount+, 28 de abril-16 de junio
Creada por Michael Tolkin
Dirigida por Dexter Fletcher, Adam Arkin, Colin Bucksey, Gwyneth Horder-Payton

Cuentan que la presidenta de Paramount TV Studios, Nancy Clemens, que supervisa toda la producción propia desde 2018, y por tanto es uno de los brazos fuertes del contenido que se programa en la plataforma Paramount+, se negó a realizar una versión en formato serie de El padrino (Francis Ford Coppola, 1972), aunque tiene en desarrollo adaptaciones de otros éxitos como Atracción fatal (Adrian Lyne, 1987), Flashdance (Adrian Lyne, 1983), El último testigo (Alan J. Pakula, 1974), Un trabajo en Italia (Peter Collinson, 1969) e incluso Love story (Arthur Hiller, 1970), el gran éxito de Paramount que en parte propició que se pusiera en marcha la adaptación de la novela de Mario Puzo. Pero, a pesar de que se cumple el cincuenta aniversario de la película, de la que Francis Ford Coppola acaba de presentar en el Festival de Taormina la versión restaurada en 4K, la película es, afortunadamente, intocable. Sin embargo, Nancy Clemens dio luz verde a la serie limitada The offer (Paramount+, 2022) después de tener una reunión con Albert S. Ruddy, productor ganador del Oscar por la película. La cuestión es si el productor es una fuente confiable para relatar los difíciles pormenores que se vivieron durante el rodaje, y a tenor de las declaraciones de otros participantes, entre ellos el propio Francis Coppola, hay que tomar con distancia lo que se cuenta en la serie. De hecho, en los créditos se indica que la historia está basada en "la experiencia de Albert S. Ruddy", aunque también se hace referencia al libro de Ernest Lupinacci The Godfather gang: In Hollywood, everything is personal (2019). Pero el entonces vicepresidente de Paramount, Peter Bert, quien compró los derechos de la novela de Mario Puzo cuando solo había finalizadas 60 páginas, escribía un artículo en la revista Deadline (24/04/2022) en el que negaba buena parte del relato de la serie. Uno de los aspectos más destacados de esta versión, y también uno de los menos logrados, es el paralelismo entre la familia cinematográfica de El padrino y la familia mafiosa de Nueva York, representada en la figura del gángster Joe Colombo (Giovanni Ribisi), aunque Peter Bert afirma que las amenazas de la mafia estaban solo en la imaginación de Albert S. Ruddy. 

En este sentido, The offer es interesante, no desde el punto de vista de la credibilidad de lo que cuenta, sino como una especie de fandom para cinéfilos que nos introduce en la ficción de un grupo de cineastas que levantaron un proyecto que parecía imposible. De esta forma, el vínculo cinematográfico de este grupo de cineastas es un homenaje, más que a la película, a la figura del productor como responsable de construir el sueño cinematográfico de los artistas. Aunque la colaboración entre Francis Ford Coppola (un acertado Dan Fogler), Albert S. Ruddy (un demasiado serio Miles Teller) y Robert Evans (un excelente Matthew Goodman) es también una invención que no se produjo tal como se cuenta en la serie. Pero hay momentos destacados, como el rodaje en Sicilia que ocupa parte del episodio It's who we are (T1E9) o la colaboración entre Francis Coppola y Mario Puzo (Patrick Gallo) en Warning shots (T1E2). Hay una decisión inteligente de no "representar" escenas de la película, especialmente porque la propia representación de los actores Al Pacino (Anthony Ippolito) y Marlon Brando (Justin Chambers) es discutible. También tienen apariciones episódicas Frank Sinatra (Frank John Hughes) y Ali McGraw (Meredith Garretson), e incluso el diseñador Dean Tavoularis (Eric Balfour) y el director de fotografía Gordon Willis (T.J. Thyne), pero sorprendentemente no hay ninguna referencia a Nino Rota, y su magistral banda sonora está presente de forma anecdótica. Cuando Michael Tolkin, quien adaptó su propia novela El juego de Hollywood (Robert Altman, 1992) y escribió producciones como Ray Donovan (Showtime, 2013-2020) se encargó del guión de los dos primeros episodios, marcó el tono general de una serie en la que hubiera sido necesaria una mirada más colectiva en vez de un relato tan personalizado que algunos medios han calificado como una "Ruddygrafía", porque Albert S. Ruddy se adjudica las decisiones más importantes de la película: la elección de Francis Coppola como director, el empeño en tener a Al Pacino como protagonista, las negociaciones con Marlon Brando, las relaciones con la mafia, el rodaje en Sicilia o la elección del cartel, aunque Peter Bert y Francis Coppola han afirmado que apenas estuvo en el set de rodaje. Incluso en el episodio final Brains and balls (T1E10) se destaca que fue decisión suya no participar en El Padrino. Parte II (Francis Ford Coppola, 1974), aunque es sabido que el director solo aceptó realizar una secuela si Albert Ruddy no participaba en ella. 

Al final, The offer es algo así como el desquite de un productor que ha sido negado por muchos de los implicados en el rodaje de una de las películas más importantes de la historia del cine. Demasiado larga (la serie tiene mayor duración que las tres películas de El padrino juntas) y demasiado esquemática, especialmente en cuanto a personajes como Charles Bluhdorn (Burn Gorman) el jefazo de Gulf & Western, empresa a la que pertenecía Paramount, y que aquí juega el papel del burócrata al que el arte le importa menos que el dinero. Es una oportunidad perdida de hacer un verdadero homenaje y se queda en algo menos que una relación de anécdotas de dudosa credibilidad. Y poco pueden hacer directores reconocidos como Dexter Fletcher, responsable de otras biografías cinematográficas como Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, Dexter Fletcher, 2018) y Rocketman (Dexter Fletcher, 2019) o Adam Arkin, veterano actor y director de series como Justified (FX, 2010-). Peter Bart cerraba su artículo en Deadline afirmando que: "Si bien la saga dramática de El Padrino a lo largo de los años ha conmovido a millones de cinéfilos, la narrativa televisiva sobre sus supuestas crisis de producción puede en última instancia clasificarse dentro del género de la ciencia ficción". La serie estará disponible en España posiblemente cuando desembarque en Europa la plataforma SkyShowtime, que unifica los contenidos de las productoras que pertenecen a ViacomCBS y Comcast. 

The staircase
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HBO Max, 5 de mayo-9 de junio
Creada por Antonio Campos
Dirigida por Antonio Campos, Leigh Janiak

Considerada una de las precursoras de las series true crime que ahora se estrenan prácticamente cada semana, la docuserie The staircase (Netflix, 2008-2014) ofreció una perspectiva del defectuoso sistema judicial norteamericano a partir de un caso complejo y con numerosos entresijos que protagonizó Michael Peterson cuando fue acusado y condenado por el asesinato de su esposa, quien aparentemente cayó por una escaleras de forma accidental. Diversos indicios y alguna casualidad macabra ofrecían una teoría clara sobre la muerte violenta de Kathleen Peterson, pero en 2011 los abogados consiguieron demostrar que uno de los forenses había cometido perjurio en el caso original, lo que habría influido en la decisión final del jurado, por lo que se ordenó repetir un juicio que, seis años después, todavía no se había celebrado. Finalmente, en 2017 Michael Peterson se acogió a la llamada doctrina de Alford, una figura jurídica del sistema judicial norteamericano que es una declaración de culpabilidad que contiene una protesta de inocencia. El acusado mantiene su inocencia, pero se declara culpable porque admite que la fiscalía tiene una base sólida para conseguir una condena. Michael Peterson se declaró culpable de homicidio involuntario y la nueva sentencia, de 86 semanas, supuso su puesta en libertad porque ya había cumplido ocho años en la cárcel. 

Esta nueva ficción toma como base el material proporcionado por el responsable de la serie documental, el realizador francés Jean-Xavier de Lestrade, que puso a disposición de Antonio Campos buena parte de los archivos originales e incluso permitió que estuviera presente durante la grabación de escenas adicionales en 2011, cuando Michael Peterson se enfrentaba a la posibilidad de que su juicio se repitiera. Antonio Campos, hijo de una periodista brasileña, ha dirigido películas como Afterschool (2008) y El diablo a todas horas (2020), y ha sido productor de la serie The sinner (Netflix, 2017-2021), y tenía la idea de esta adaptación desde hace años, con el compromiso de Harrison Ford como protagonista, pero cuando se dio el visto bueno a la producción el actor ya estaba involucrado en la última película de Indiana Jones. La historia de Michael Peterson (Colin Firth) está rodeada de secretos, mentiras, complejas relaciones familiares y un sistema judicial defectuoso, y la habilidad de Antonio Campos consiste en saber equilibrar estos elementos para elaborar una reflexión sobre la culpa y el remordimiento. Como en otras series recientes, es más relevante plantear preguntas que ofrecer respuestas y se incide más en las consecuencias que en el crimen. 

Sin embargo, hay un interés especial en este caso por presentar el acto en sí de la muerte a través de las diferentes teorías, que nunca pasarán de ser conjeturas, incluso las que son aparentemente más insólitas como la llamada "teoría del búho" a la que se dedica el episodio Red in tooth and claw (T1E7), que no fue incluida en la serie documental por considerarse demasiado ridícula, aunque se puede ver como una pieza extra de 3 minutos titulada La teoría del búho (Netflix, 2018). La disección que ofrece Antonio Campos de la muerte de Kathleen Peterson (Toni Collette), que se muestra en varias ocasiones, es una mirada clínica al momento concreto, desde la reconstrucción en el episodio Chiroptera (T1E2), que se mezcla con una fiesta en el pasado, hasta la presentación seca y violenta. La naturaleza sinuosa de esta historia en la que van aflorando secretos y mentiras se muestra a través de una estructura que se bifurca en diferentes líneas temporales, pero con una habilidad destacable, sin interferir en el desarrollo de la historia. En el episodio final, America's sweetheart or time over time (T1E8), las audiencias de 2011 y 2017 se mezclan en una misma secuencia, como se mezclan las intervenciones dramáticas y desgarradoras de la hermana de Kathleen, Candace Zamperini (Rosemarie DeWitt), convencida de que Michael Peterson es un asesino. 

Antonio Campos también adopta una mirada concreta hacia los hijos de la familia Peterson, víctimas secundarias de la muerte de Kathleen, pero al mismo tiempo personalidades asfixiadas por determinados complejos y por el tsunami de juicios, periodistas y sentencias que acabarán viviendo. Sin embargo, no hay un retrato amable de ningún personaje en esta propuesta, en la que todos tienen algo que ocultar y también todos sufren algún tipo de carencia. Al final, Michael Peterson tendrá que afrontar el desenlace definitivo prácticamente solo. Pero destaca sobre todo el controvertido tratamiento a los documentalistas, quienes de alguna forma reescriben la historia del protagonista, la hacen pública y la tiñen de una visión casi operística. La capacidad de inmersión del equipo de rodaje en las reuniones entre los miembros de la familia fue una de las grandes virtudes de la serie documental. Pero hay una interesante reflexión sobre el punto de vista del cineasta, la forma en que la edición puede modificar la perspectiva en cuanto a la presentación de los acontecimientos. El personaje de Jean-Xavier de Lestrade (Vincent Vermingon) forma un tándem con la montadora Sophie Broussard (Juliette Binoche), quien tuvo una relación con Michael Peterson mientras él estaba en prisión, de forma que se plantea cómo el objeto de una historia se puede convertir en sujeto de una escritura personal de la realidad. En la revista Vanity Fair (13/05/2022), los cineastas franceses se mostraban decepcionados con esta visión y han manifestado sentirse traicionados por Antonio Campos, pero al mismo tiempo Michael Peterson, que participa como entrevistado en la película Subject (Camilla Hall, Jennifer Teixeira, 2022), sobre la ética de los documentales, ha acusado a Lestrade de haber vendido su historia sin consultarle, en una carta dirigida a la revista Variety (09/06/2022). The staircase es una serie compleja que va más allá de una odisea judicial para adentrarse en temas como la verdadera naturaleza de las relaciones: "¿Acaso hay dos personas que se conozcan del todo? La mayor parte es solo una cortina de humo. Nadie sabe con quién está realmente", dice Michael Peterson, al que Colin Firth da vida con una asombrosa capacidad de transmitir una personalidad misteriosa. La serie tiene un trabajo de dirección notable, atrevido incluso en algunas ocasiones, firmado por el propio Antonio Campos en todos los episodios excepto los dos centrales, dirigidos por Leigh Janiak, responsable de la interesante trilogía de películas Fear Street (Netflix, 2021), que introducen aspectos colaterales de la historia. 

El caso Oussekine
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Disney+, 15 de mayo
Creada por Antoine Chevrollier
Dirigida por Antoine Chevrollier

La muerte del joven estudiante francés de origen argelino Malik Oussekine el 6 de diciembre de 1986 es uno de los casos más flagrantes de extralimitación policial que ha sacudido Francia, y que posteriormente se convirtió en terrorismo de estado cuando el Ministro del Interior Charles Pasqua trató de exonerar a los tres policías implicados iniciando una campaña en la que se pretendía involucrar a Malik en actividades ilícitas. Pero no se encontraron vinculaciones del joven de 22 años con grupos radicales que participaban en las manifestaciones estudiantiles en contra de la nueva Ley de de Educación, por lo que se decidió manipular la autopsia para establecer como causa de la muerte un problema de salud del joven, y no los golpes sufridos a manos de tres agentes de la policía motorizada, un cuerpo conocido por su extremada violencia, ejercida con un "bidule", una porra de madera. La muerte de Malik Oussekine se convirtió en un símbolo de la brutalidad policial, provocó que la policía motorizada fuera desmantelada y consiguió que la Ley de Educación fuera retirada por el presidente Jacques Chirac. Pero los policías nunca recibieron condena por el asesinato de Oussekine, e incluso la placa que se colocó en 2006 en el portal del edificio donde le mataron solo se menciona que murió "asesinado a golpes", pero no que lo fue a manos de la policía. 

El caso ha quedado en la memoria colectiva francesa por el profundo racismo que sufrió la familia Oussekine tras el suceso, y actualmente ha despertado interés en los medios audiovisuales con el estreno de la serie El caso Oussekine (Disney+, 2022), que es la primera producción de la plataforma Disney+ en Francia, y la presentación en el Festival de Cannes de la película Nos frangins (Rachid Bouchareb, 2022). Pero en esta ocasión nos detenemos en la serie de cuatro episodios que reconstruye con minuciosidad y muchas dosis de rabia unos hechos que muestran la impotencia de unos ciudadanos no considerados franceses. Antoine Chevallier es uno de los grandes nombres del audiovisual francés, director de dos de las mejores series estrenadas en los últimos años, Baron Noir (HBO Max, 2016-) y Oficina de infiltrados (Movistar+, 2015-), así que su firma avala un producto de calidad que efectivamente lo es en cuanto a su estructura narrativa, perfectamente delineada por su equipo de guionistas, y un trabajo de dirección sobresaliente. Lo más interesante de la serie es que aborda, a partir de la muerte de Malik Oussekine (Sayyid El Alami), una compleja reflexión sobre el racismo del propio Estado francés que a su vez provocaba un profundo rechazo de una parte de la población hacia los emigrantes de origen argelino. Lo que se refleja en el momento en el que la madre del joven, Aicha Oussekine (una extraordinariamente vulnerable Hiam Abbass) manifiesta respecto a sus hijos: "Se creen franceses. Es culpa nuestra, por hacerles pensar que eso era posible". 

Esta falta de identidad, el desarraigo  latente que permanece aún en parte de los hijos y nietos de inmigrantes dentro de la sociedad francesa, marca buena parte de los esfuerzos iniciados por los hermanos de Malik por encontrar justicia en un país en el que las actuaciones de la policía estaban salvaguardadas por la complicidad del Estado. El director utiliza un relato fragmentado que acompaña a la preparación del juicio, mientras en flashbacks que están fotografiados como si se tratara de escenas de una película romántica de los años sesenta, se cuenta el traslado de la familia a Francia, y se narran algunas de las experiencias personales de los hermanos de Malik: Sarah (Mona Suwailem), Mohamed (Toufik Djellab) y Benamar (Malik El Marraoui), cuyas historias reflejan también acontecimientos reveladores de la reciente historia de Francia, como la guerra de Argel y el nacimiento del Frente Nacional. La serie por tanto es el retrato del progresivo deterioro de una sociedad cada vez más abierta al racismo y la xenofobia, de alguna manera reflejada en las políticas migratorias del gobierno. Pero siempre aparece como centro emocional la figura de Malik Oussekin, cuya muerte se ha visto reflejada en la cultura francesa, desde la canción "L'etat assassiné" que el grupo Assassin incluyó en su álbum L'homicide volontaire (1995, Livinastro), hasta la película El odio (Mathieu Kassovitz, 1995). Con la paticipación de algunos nombres esenciales de la interpretación en Francia como Olivier Gourmet y Kad Merad, El caso Oussekine es una serie emocionalmente dolorosa y extraordinariamente narrada que tiene su momento culminante en el último episodio, dedicado al juicio contra los dos policías asesinos. Una parodia de la justicia que, a pesar del testimonio de un testigo que vio la brutal paliza que sufrió el joven Malik Oussekine, acabó con una sentencia que parecía una nueva mofa del Estado. 

La serpiente de Essex
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Apple tv+, 13 de mayo-10 de junio
Creada por Anna Symon
Dirigida por Clio Barnard

La novela La serpiente de Essex (2016, Ed. Siruela), de la escritora británica Sarah Perry, se convirtió en un éxito inesperado, vendiendo más de 200.000 copias, cuando su editorial había hecho una estimación modesta de unas 5.000, y consiguiendo el British Book Award 2016. Esta historia situada en una épica victoriana tardía contrasta las nuevas ideas de progreso y los avances en medicina con las creencias supersticiosas de las tierras salvajes de Essex, donde la aparición de un cadáver despierta el temor a que un ser mitológico que aterrorizó a la aldea en 1669 haya regresado por alguna razón misteriosa que puede tener relación con el pecado y la pérdida de la fe. Pero la serpiente es una representación metafórica de muchos aspectos que tienen que ver con la culpa, con el miedo a una nueva era y con la propia fisonomía sinuosa de la zona. La llegada de Cora Seaborne (Claire Danes) a la aldea de Aldwinter junto a los pantanos de Blackwater, que acaba de salir de una relación de abuso con su marido recientemente fallecido, despierta también algunos temores como la responsable de esta nueva amenaza, especialmente cuando su relación con el pastor William Ransome (Tom Hiddleston), cuya esposa Stella (Clémence Poésy) se encuentra gravemente enferma, parece establecer unos vínculos demasiado estrechos. La adaptación como serie limitada ha sido realizada por la escritora Anna Symon, guionista de las miniseries Mrs. Wilson (Prime Video, 2018) y Deep water (ITV, 2019), y se esfuerza por trasladar con claridad los aspectos simbólicos de la historia. 

Porque La serpiente de Essex (Apple tv+, 2022) es principalmente un reflexivo análisis sobre una época en la que la ciencia se enfrentaba a las supersticiones religiosas, cuando los pasos agigantados que la llegada de la electricidad y de los nuevos experimentos médicos establecían un puente entre el pasado y el futuro, aquí representado a través de la figura del Dr. Luke Garrett (Frank Dillane), el mejor cirujano de Londres, que está secretamente enamorado de Cora. La enfermedad está presente como un nexo de unión entre los personajes: el marido de Cora ha fallecido de cáncer, su hijo Frankie (Caspar Griffiths) padece lo que hoy denominamos autismo, Stella Ransome sufre tuberculosis y el joven Nev (Yaamin Chowdhury), que es objeto de una operación de corazón experimental, es el que despierta el interés de Martha (Hayley Squires) por impulsar una propuesta de viviendas sociales en una ciudad en la que las malas condiciones de vida de un sector de la población plantea una irónica contradicción con el progreso del que alardea la sociedad londinense. Pero lo interesante de la novela no está solo en la confrontación entre la modernidad y la tradición, sino en establecer un abanico de relaciones entre los personajes que de alguna manera explora diferentes formas de amor, desde el amor platónico hasta el puramente sexual, desde el maternal hasta el puramente romántico. En este sentido, hay algo de frialdad en la relación entre Cora y William, que resulta algo problemática en su representación visual por una química escasa entre Claire Danes y Tom Hiddleston. Ella, que sustituyó a Keira Knightley cuando se apartó del proyecto, construye un personaje que es al mismo tiempo enérgico y vulnerable, especialmente en relación con sus sentimientos. Y lo hace de una forma espléndida, aunque algunos tics puedan recordar a su personaje de Homeland (Disney+, 2011-2020), pero pocas actrices pueden transmitir la complejidad tumultuosa psicológica de sus personajes. Tom Hiddleston interpreta a un personaje igualmente atormentado entre su verdadero amor por Stella y su pasión romántica por Cora, pero tiene problemas para evitar cierta frialdad en un personaje que quizás no era demasiado apto para él. 

Hay una ambientación notablemente oscura y sinuosa en la serie, que aporta la poderosa dirección de Clio Barnard, que ha realizado algunas películas interesantes como Dark river (Clio Barnard, 2017). La atmósfera propiciada por la niebla en el pantano de Blackwater, pero también la oscuridad nocturna y peligrosa de Londres ofrecen una representación tenebrosa de los acontecimientos, subrayada por una excelente ambientación, sombríamente romántico y seductor, que aporta la espléndida colaboración de Dustin O'Halloran y Herdís Stefánsdóttir en la banda sonora. 

Borgen. Reino, poder y gloria
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Netflix, 2 de junio
Creada por Adam Price
Dirigida por Per Fly, Mogens Hagedorn, Dagur Kári

Adam Price es un curioso personaje de gran relevancia en Dinamarca, una especie de Karlos Arguiñano danés que alterna su dedicación a la restauración (posee cinco restaurantes) con su pasión por contar historias como guionista (el cocinero español también es productor de cine). Desde 2008, presenta junto a su hermano James Price en la televisión pública danesa el programa Spise med Price (Come con Price) (DR, 2008-), en el que prepara diferentes recetas, pero el éxito internacional del drama político Borgen (DR, 2010-2022) le convirtió en uno de los pioneros de la proyección mundial de las series escandinavas. La repercusión de Borgen, especialmente en Gran Bretaña y Francia, se debió en buena parte al interés que despertó la producción audiovisual de los países nórdicos tras la resonancia de Forbrydelsen (DR, 2007-2012) a raíz de su adaptación norteamericana como The killing (Netflix, 2011-2014). A pesar de que la serie tenía a los espectadores daneses como público principal, analizando las alianzas de poder en el Parlamento, el "borgen" del título es una expresión coloquial que define al Palacio de Christiansborg, también estaba notablemente influida por El ala Oeste de la Casa Blanca (NBC, 1999-2006). En los diez años que han pasado desde el estreno de la tercera y última temporada, han cambiado no solo la política internacional, sino también la propia producción audiovisual. De hecho, llegar a tres temporadas en aquella época estaba solo destinado a los grandes éxitos, ya que el sistema de producción de DR, la televisión pública danesa, establecía veinte episodios como límite. En estos años Adam Price también ha escrito la que es su mejor serie, Algo en que creer (DR, 2017-2018) y un producto más comercial como Ragnarok (Netflix, 2020-), pero su relación con la plataforma, que incorporó las tres temporadas de Borgen a su catálogo hace unos años, ha propiciado esta nueva incursión en la política danesa. 

Borgen. Reino, poder y gloria (Netflix, 2022) no se presenta exactamente como una cuarta temporada, sino como un nuevo punto de arranque, una especie de reboot pero con continuidad narrativa, una estrategia que Netflix ha realizado con otras series a las que ha dado un nuevo aliento, como Top boy (Netflix, 2011-), principalmente por cuestiones de derechos audiovisuales. Aunque en este caso es interesante el cambio de tono, de banda sonora y de construcción de la narración, que no dedica cada episodio a un conflicto político, sino que mantiene una trama principal horizontal, relacionada con el descubrimiento de petróleo en Groenlandia y las implicaciones que esto tiene para el cambio climático y para las relaciones con Dinamarca. Pero sobre todo indagando en las repercusiones del poder, con Brigitte Nyborg (Sidse Babett Knudsen) como Ministra de Exteriores teniendo que responder ante la nueva Primera Ministra, y con la periodista Katrine Fønsmark (Birgitte Hjort Sørensen) como nueva Jefa de Redacción de TV1. A Adam Price siempre se le ha considerado como una especie de visionario que ha logrado predecir, posiblemente por su profundo trabajo de investigación y asesoramiento, algunos acontecimientos importantes. Un año después de que se estrenara la primera temporada de Borgen, en la que Brigitte Nyborg es Primera Ministra, en 2011 la política socialdemócrata Helle Thorning-Schmidt se convirtiò en la primera mujer que accedió al cargo de Primera Ministra de Dinamarca, que actualmente también está ocupado por una mujer, Mette Frederiksen. También en los primeros episodios de esta temporada, rodada en 2021, se anticipan las sanciones internacionales a Rusia por la invasión de Ucrania. 

Aunque la trama principal se refiere a las relaciones internas entre Groenlandia y Dinamarca, que ejerce una especie de protectorado económico sobre el territorio de poco más de 56.000 habitantes, la historia tiene un enfoque más internacional, con la disputa de Estados Unidos y Rusia en torno a la base militar de Thule, que el primero utiliza para intimidar al segundo aprovechando la pertenencia de Dinamarca a la OTAN, y la introducción de una tercera potencia, China, tras el descubrimiento de petróleo. Groenlandia es un territorio estratégico para las potencias internacionales, que incluso Donald Trump quiso "comprar" cuando era presidente de los Estados Unidos. En la realidad, la llegada al gobierno groenlandés del partido ecologista y separatista Inuit Ataqatigiit en 2021 ha propiciado la decisión de suspender las extracciones petrolíferas y de gas para preservar el territorio natural, aunque se calcula que puede haber unos 18.000 millones de barriles sin extraer. Una política ecologista que contrasta con la que mantienen países vecinos como Noruega, que sigue concediendo licencias a empresas petrolíferas. 

La nueva temporada de Borgen tiene un tono oscuro que encaja, no solo con el actual panorama político internacional, sino también con una cierta profundidad en los aspectos más sombríos de los personajes que la evolución de las series ha propiciado en los últimos años. Brigitte, al borde de los cincuenta, vive sola, con sus hijos mayores estudiando en la Universidad, y sin la relación sentimental que había comenzado en la tercera temporada. Al mismo tiempo se enfrenta a la necesidad de hacer sacrificios incluso ideológicos para mantenerse en el poder, y podríamos decir que el personaje acaricia el "lado oscuro" en esta temporada. Aunque el primer episodio tiene un título que parece mostrar optimismo, El futuro es femenino (T4E1), descubrimos que esconde un tono cínico, porque entre la Primera Ministra Signe Kragh (Johanne Louise Schmidt) y Brigitte Nyborg no hay sororidad, sino una lucha de poder que incluye puñaladas por la espalda, las mismas que la protagonista es capaz de dar a su propio hijo, Magnus (Lucas Lynggaard Tønnesen), representante de esa juventud que culpa a los mayores de haber destruido el planeta, aunque sin plantear alternativas reales. De forma paralela, la periodista Kristine ha sustituido sus discusiones sobre la ética periodística con el antiguo Jefe de Redacción de TV1, Torben Friis (Søren Maling), por un puesto directivo, enfrentándose a una nueva generación de periodistas y a los comentarios anónimos de las redes sociales, el nuevo instrumento de control de la sociedad. A sus poco más de cuarenta años, Kristine ya es considerada como parte de la "vieja escuela", y su trama representa bien la fugacidad del éxito.

Los episodios están dirigidos por Per Fly (1960, Dinamarca), veterano realizador de series como La ruta del dinero (Filmin, 2016-1019), Mogens Hagedorn (1966, Dinamarca), uno de los principales directores de Ragnarok (Netflix, 2020-), y el islandés Dagur Kári (1973, Francia), responsable de espléndidas películas como Noi, el albino (Dagur Kári, 2003) y Corazón gigante (Dagur Kári, 2015). Aunque básicamente la serie recupera a todos sus personajes, introduciendo otros nuevos, hay dos ausencias significativas: la veterana periodista Hanne Holm (Benedikte Hansen), porque la actriz está más involucrada en el rodaje de la serie Hotel El Balneario (DR, 2013-), de la que se acaba de estrenar su novena temporada. Y sobre todo se nota la ausencia de Kasper Juul (Pilou Asbæk), al que solo se le nombra en el episodio Casi un Estado ártico (T4E5). El actor ha comentado en alguna ocasión que se arrepintió de tomar la decisión de no estar muy presente en la tercera temporada de la serie porque quería dedicarse al teatro y a su proyección internacional. De hecho, le hemos podido ver en grandes producciones como Juego de tronos (HBO, 2011-2019) en sus tres últimas temporadas. Pero esta especie de "traición" a los responsables de la serie no parece haberse olvidado, y esa puede ser la causa de que ni siquiera se haya contactado con Pilou Asbæk para recuperar su personaje. 

The boys (Temp. 3)
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Prime Video, 2 de junio-8 de julio
Creada por Erik Kripke
Dirigida por Philip Sgriccia, Julian Holmes, Nelson Cragg, Sarah Boyd

Entre las series de super/anti héroes que se han ido estrenando en las diferentes plataformas, The boys (Prime Video, 2019-) es la que mejor forma sigue manteniendo, junto a las menos consistentes últimas temporadas de Doom Patrol (HBO Max, 2019-) y The Umbrella Academy (Netflix, 2019-), que ha estrenado una tercera entrega bastante decepcionante, con la participación en dos episodios del director español Paco Cabezas, quien tiene pendiente de estreno la serie La novia gitana (AtresPlayer, 2022). Pero la propuesta de Eric Kripke asume su condición de novela gráfica audiovisual que no teme la violencia gore y reflexiona sobre el estado actual de la sociedad norteamericana. Esta tercera temporada explora aún más las consecuencias de un país dividido por el trumpismo, y especialmente en el episodio The instant White-hot wild (T3E8) hay numerosas referencias a las manifestaciones y contra-manifestaciones de los dos sectores de una sociedad completamente radicalizada, consolidando la violencia como "aceptable" para una parte de ella (la que participó, o simplemente aplaudió el asalto al Capitolio), que está claramente representada en una de las escenas más destacadas de la temporada. Esta lectura política no es ajena a la propia consideración de la serie como "wokeness", el término que se refiere a aquellas manifestaciones que tienen un trasfondo de justicia social, especialmente antirracista, pero que los sectores más conservadores de Estados Unidos se han apropiado como un insulto despectivo. Y hay una referencia directa a aquellas palabras que Donald Trump pronunció en 2016: "Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos".  

Pero, en este mismo sentido, la tercera temporada, en la que se plantean estas dos facciones con la llegada del personaje de Soldier Boy (Jensen Ackles), y la ambigüedad más radical de Billy Butcher (Karl Urban), reflexiona sobre el fenómeno fandom que bien conoce Erik Kripke tras la longeva y exitosa serie Supernatural (CW, 2005-2020), y de qué forma se abraza con mayor fervor a los antihéroes frente a los superhéroes. Lo más interesante de esta tercera temporada, sin embargo, se encuentra en algunas subtramas que desarrollan nuevamente aspectos relacionados con la sociedad que se está construyendo, como la que protagoniza A-Train (Jessie T. Usher) y su enfrentamiento con Blue Hawk (Nick Wechsler), que asume el discurso del contramovimiento "Blue Lives Matter", una respuesta a las manifestaciones contra la violencia policial que defiende la estupidez de que también las acusaciones contra aquellos que agreden o matan a policías sean consideradas como delitos de odio. Pero es en el reflejo de estos discursos retorcidos de la realidad (del tipo de sandeces como "¿Por qué no hay un Día del Orgullo heterosexual?"), donde The boys encuentra un mejor acomodo, jugando con la ambigüedad de unos personajes que no terminan de encontrar el verdadero significado de lo que define a alguien como un superhéroe. 

En el plano narrativo de la ficción, hay muchas ideas interesantes en esta temporada, y un ritmo espléndido que se ha visto reflejado en uno de los mejores episodios de toda la serie, el muy comentado Herogasm (T3E6), casi perfecto en su ejecución, que ha acabado incluso eclipsando al final de temporada como un episodio cerrado y conclusivo en algunos aspectos. Pero es cierto que hay tramas que se han desarrollado de forma desequilibrada, personajes que nos han parecido esta vez más instrumentales que solventes como Queen Maeve (Dominique McElligott), o incluso interesantes desarrollos de personajes como Black Noir (Nathan Mitchell) que finalmente han resultado decepcionantes. Pero estos desequilibrios no consiguen hacer naufragar una de las mejores temporadas de The boys, que ha encontrado definitivamente a Homelander (Antony Starr) como el gran protagonista, una especie de Calígula moderno, una representación bipolar cuyo enfrentamiento de personalidades se refleja en el enfrentamiento con sus contrincantes. Este es uno de los grandes méritos de una serie que se ha consolidado como una de las propuestas más interesantes sobre la conflictiva condición del superhéroe. 

Peaky blinders (Temp. 6 y Final)
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Netflix, 10 de junio
Creada por Steven Knight
Dirigida por Anthony Byrne

Al igual que en el caso de Gentleman Jack (BBC/HBO Max, 2019-), esta serie se ha convertido en un evento que tiene una proyección mayor que la propia televisión, con la celebración de un festival de música, The Legitimate Peaky Blinders Festival, que se celebró en 2019 e incluso un cierto resurgir de los peinados estilo años 20. Y aunque la sexta se anuncia como la temporada final de la serie, está pendiente una conclusión definitiva en forma de largometraje y algunos spin-offs que el creador Steven Knight aún no ha concretado. Por lo que la iconografía marcada por la familia Shelby seguirá estando presente de una u otra forma en los próximos años. Esta historia de gángsters irlandeses a principios del siglo XX ha ido derivando desde unas sólidas primeras temporadas que se centraban en el crecimiento de un negocio familiar sosteniéndose en la violencia hasta las aspiraciones políticas de Tommy Shelby (Cillian Murphy) que en parte decepcionaron en una quinta temporada que se desplazaba al año 1929 y que resultaba algo más plana. Por primera vez en la serie, un mismo director, Anthony Byrne, se ha encargado de realizar dos temporadas, marcando la sensación de continuidad respecto a la anterior, y con mayores ambiciones en la representación de una época de turbulencias políticas, con el auge del fascismo en Europa y el nacimiento del IRA Original. Pero en la sexta temporada está muy presente, más incluso que en el resto, la idea de la muerte, que sobrevuela una historia más oscura y mucho más introspectiva. 

La muerte está presente no solo a través de los acontecimientos de la narración, sino también debido al fallecimiento en 2021 de una de sus protagonistas, la actriz Helen McCrory, esposa del también actor Damian Lewis, que provocó que su personaje Polly, uno de los más sobresalientes de la serie, también se considerara muerta en un ataque al final de la quinta temporada. La actriz de hecho formó parte del rodaje en 2020, pero el retraso provocado por el confinamiento hizo que, cuando la serie estaba lista para volver a rodarse, el cáncer que sufría Helen McCrory ya estaba muy avanzado. Su figura está presente a lo largo de una temporada que parece querer homenajear a la actriz y hay de hecho un homenaje explícito en el episodio Lock and Key (T6E6), pero al mismo tiempo la muerte del personaje establece el conflicto principal entre Michael Foley (Finn Cole) y Tommy Shelby. Se ha acusado a esta temporada de ser excesivamente lenta, especialmente en los primeros episodios, pero hay una intencionalidad psicológica en la que el protagonista adopta una especie de destino inexorable que le llevará a la muerte, impulsado por la profecía de Polly en torno a una próxima víctima. Y aunque es cierto que este carácter introspectivo aletarga algunos de los elementos por los que la serie se destacó en las primeras temporadas contundentes en cuanto a violencia y acción, la construcción de este destino al que se enfrenta el protagonista, esta expiación de los pecados a través del sufrimiento y un cierto aire de fatalidad que le lleva a recuperar las tradiciones gitanas a las que había renunciado, convierten el final de su historia en una especie de camino hacia el purgatorio, que le lleva también a codearse con el fascismo representado por Oswald Mosley (Sam Claflin). Esta presencia constante de la muerte está representada en la utilización del contraste entre los elementos dorados y el color negro en la puesta en escena, y uno de los episodios, Gold (T6E3) hace una referencia directa a este simbolismo del oro como sinónimo de tragedia. 

El director Anthony Byrne le da un tono casi operístico a esta temporada, introduciendo muchas secuencias en cámara lenta, encuadres elegantes y suntuosos que parecen engrandecer a los personajes, pero también rodearlos de ese aire de tragedia, y hay algunos momentos especialmente destacables. Como la primera escena en el bar de la Isla de Miquelón, en el episodio Black day (T6E1), que tiene elementos de western con una de sus principales referencias, Hasta que llegó su hora (Sergio Leone, 1968). La secuencia del tiroteo en el episodio Lock and Key (T6E6) tiene ecos de la escena de acción en la estación de tren de Chicago de Los intocables de Eliot Ness (Brian De Palma, 1987). Uno de los elementos más sorprendentes de esta temporada, pero que también refuerza la introspección del protagonista, es la casi ausencia de la canción "Red right hand" (1994) interpretada por Nick Cave and The Bad Seeds, que se convirtió en sintonía principal de la serie, y que en esta ocasión solo aparece en una versión más melancólica interpretada por Patti Smith. La banda sonora, siempre repleta de nombres destacados, incluye en el episodio Sapphire (T6E4) la canción "Lullaby for Cain" que escribió Gabriel Yared para Sinead O'Connor en la película El talento de Mr. Ripley (Anthony Minghella, 1999) y temas nuevos de Thom York, interpretados por el grupo Radiohead. 

Trom
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AMC+, 16 de junio
Creada por Torfinnur Jákupsson
Dirigida por Kasper Barfoed, Davíd Óskar Ólafsson, Peter Ahlén

Siguiendo los elementos clásicos del nordic noir, esta producción islandesa que acaba de recibir el Premio al Mejor Actor en el 61 Festival de Televisión de Montecarlo, es una de las propuestas más interesantes que ha estrenado la nueva plataforma de contenidos AMC+, que acaba de aterrizar en España. Con la particularidad de que es la primera serie que se ha rodado íntegramente en las Islas Feroe, un pequeño archipiélago del Atlántico Norte, situado entre Noruega, Islandia y Dinamarca que pertenece a este último país, pero que cuenta con su propia lengua, el feroés, que tiene más similitudes con el islandés que con el danés. Las Islas Feroe, con unos 50.000 habitantes, es un emplazamiento natural espectacular, rocoso y con acantilados que bordean el inquieto Atlántico Norte. Pero no ha desarrollado una producción cinematográfica destacable, por lo que en 2017 se creó Filmhúsiđ, el Instituto de Cine de Islas Feroe que pretende la promoción del cine en este entorno. Aunque es una coproducción entre Viaplay, la alemana ZDF y la francesa ARTE, varias instituciones del gobierno de las Islas Feroe han participado también en la producción, por lo que la serie sirve como una promoción muy atractiva para el turismo, y ciertamente saca partido de la espectacularidad de los paisajes, que en algunos momentos recuerda a West Bay, Dorset (Inglaterra), el escenario donde se rodó la serie británica Broadchurch (ITV, 2013-2017), pero con un clima más hostil. 

El responsable de la serie, Torfinnur Jákupson, originario de las Islas Feroe, ha creado un argumento sólido, basado en las novelas del escritor feroés Jógvan Isakesen, que se inicia con el asesinato de un colaborador de una joven activista ambiental, Sonja (Helena Héđinsdóttir), que poco tiempo después desaparece sin dejar rastro, pero habiendo contactado antes con Hannis Martinsson (Ulrich Thomsen), un reconocido periodista feroés que regresa a las islas para investigar la desaparición de Sonja, mientras la policía, encabezada por Karla Mohr (Maria Reich) lleva a cabo sus propias averiguaciones. El activismo en torno a la caza indiscriminada de ballenas es uno de los temas principales de la serie, una práctica rodeada de polémica, ya que se trata de una tradición desde 1584 que sus habitantes defienden como modo de subsistencia, aunque en realidad la carne de las más de 600 ballenas que se pescan cada año en el tradicional "grindadráp" no es apta para el consumo debido al alto índice de mercurio que hay en la costa. Este trasfondo medioambiental envuelve a una trama en la que se mezclan el enfrentamiento personal de Hannis Martinsson con Ragnar í Rong (Olaf Johannessen), un personaje influyente en las islas, que proviene del pasado, con una investigación que se va haciendo cada vez más oscura. En la serie se utiliza la lengua feroesa entre los elementos principales, una particularidad que la hace más singular, y se construye gradualmente una investigación que implica a cada vez más personajes y que desentraña una madeja de secretos y corrupción. La presencia del actor Ulrich Thomsen, uno de los veteranos del cine danés, al que hemos visto recientemente en la serie Cara a cara (Filmin, 2019-2021) y en la película The good traitor (El embajador Kaufman) (Christina Rosendahl, 2020), con una caracterización que nos recuerda a la de Bill Pullman en The sinner (Netflix, 2017-2021), da prestigio a la serie, y consigue crear un personaje obsesivo y empeñado en resolver su investigación enfrentándose a la propia policía. La temporada resuelve bien la trama principal pero, aunque aún no se ha confirmado que tenga una continuación, termina en un cliffhanger que deja abiertas muchas posibilidades.  

El hombre contra la abeja
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Netflix, 24 de junio
Creada por Rowan Atkinson, Will Davies
Dirigida por David Kerr

No cabe duda que Rowan Atkinson es posiblemente uno de los pocos cómicos que sigue manteniendo el espíritu del slapstick en la actualidad, la comedia puramente física que no se apoya tanto en la palabra como en las expresiones y las vicisitudes que sufre el protagonista. En su primera colaboración con la plataforma Netflix, el actor inglés y su colaborador Will Davies, responsable de los guiones de la saga cinematográfica de Johnny English (Peter Howitt, 2003), han creado su propia versión del Correcaminos y Coyote, aquí sustituyéndolo por un hombre enfrentado a una abeja especialmente insistente, aunque con unas motivaciones más o menos verosímiles. Poco o casi nada en las decisiones que toma Trevor (Rowan Atkinson) tiene cierta lógica, pero en una historia como ésta eso no tiene demasiada importancia, es más, resulta fundamental que el personaje tenga menos cerebro que una abeja para sembrar el enfrentamiento con una abeja que tiene más cerebro que un ser humano. El hombre contra la abeja es puro slapstick marca de la casa, con un Rowan Atkinson cómodo en un personaje que, de hecho, podría haber sido interpretado por Mr. Bean, porque casi se podría decir que le sobran los diálogos, pero también tiene algo de esos personajes clásicos a los que ha dado vida en series míticas como La víbora negra (BBC, 1982-1983) o Ley y desorden (BBC, 1995-1996), personajes que están situados fuera de contexto, ya sea temporal como en la primera o de espacio, como en la segunda. 

En este caso, Trevor es un cuidador de casas que debe permanecer en una mansión inteligente, un product placement gigantesco de la marca de electrodomésticos Miele, cuyos avances tecnológicos no facilitan, sino que le complican la existencia, especialmente si tiene que convivir con una abeja molesta y un perro inquieto. Pero es también el escenario adecuado para que todo lo que pueda salir mal, salga todavía peor, así que como product placement funciona solo relativamente. La estructura irregular de episodios de entre veinte minutos y ocho minutos hace pensar que la propuesta tiene más de largometraje reconvertido en serie (prácticamente la duración total es de una hora y media) que de una división tradicional por capítulos, y esto perjudica en ciertos momentos a su propio ritmo interno. Pero el director David Kerr, que se encargó de la última película de la saga de Johnny English: De nuevo en acción (David Kerr, 2018), aporta el ritmo adecuado a la comedia, manteniendo la tensión aun cuando parezca que la situación pueda hacerse algo repetitiva. También funciona adecuadamente la música "mickeymousing" de Lorne Balfe, de subrayado continuo de la acción, apuntalando los elementos clásicos del tono cómico de la serie, tan tradicional como efectivo. 

Todo lo que amas
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Filmin, 28 de junio
Creada por Marie Hafting
Dirigida por Stian Kristiansen

Se podría decir que los medios audiovisuales plantean debates que pueden estar en la sociedad de una manera latente, y recientemente hemos hablado de una país como Noruega que no asume sus problemas de radicalismo, especialmente de una extrema derecha cuya permisividad también provoca extremismos opuestos. Algunas series que hemos comentado proponen reflexiones sobre de qué forma encajan estas personalidades extremistas dentro de la sociedad, de forma muy interesante en la serie Ida tar ansvar (Viaplay, 2022-), donde la protagonista siente una cierta fascinación por un chico solitario, aficionado a las armas y con ideas racistas. El planteamiento de Todo lo que amas (Filmin, 2022), que recibió el Premio de Estudiantes a la Mejor Miniserie en Canneseries 2022, es parecido en cuanto a la relación romántica que se inicia entre Sara (Mina Dale) y Jonas (Jakob Fort), pero en este caso sin que ella tenga conocimiento de las ideas radicales que sostiene su nueva pareja. Jonas tiene tendencias nacionalistas que le llevan a destacar en algunos foros de extrema derecha, admira los iconos nazis (una de las contradicciones más curiosas de los simpatizantes radicales) y comienza a introducirse en grupos que parecen tener intenciones violentas. La idea principal de la serie es si resulta posible compaginar una personalidad amable y romántica con la de una actitud radical y racista. En este sentido, es interesante el retrato de un personaje como Jonas que no se plantea como un extremista unidimensional, sino como un joven que se va radicalizando de forma progresiva, azuzado por un entorno en el que no se siente cómodo. Pero su implicación cada vez mayor en los grupos extremistas, sin embargo, también resultará decepcionante para él, porque se revelan como mucho más interesados en los discursos vacíos y las acciones violentas. La creadora de la serie, Marie Hafting, que también ha sido responsable del guión de Young and promising (Filmin, 2015-2019), ha realizado una investigación entre personas ex-radicalizadas en Noruega, entre las que había un discurso generalmente global sobre la "supremacía blanca". Lo cual no deja de ser especialmente absurdo en los países escandinavos que provienen de uno de los pueblos, los vikingos, más propicios a la mezcla cultural que ha existido, en los que se detecta un "nacionalismo irreconocible", como lo denomina Clare Downham, profesora de la Universidad de Liverpool (The Conversation, 28/09/2017)

Sin embargo, es el entorno extremista en el que se mueve Jonas el que aparece más estereotipado en la serie, desde neonazis violentos hasta víctimas de abusos que se reivindican convirtiéndose ellos mismos en perpetradores, e incluso hay una ausencia total de extremistas femeninas. Y aunque no se pueda negar que estén basados en caracteres que existen en la realidad, la forma en que el guión parece querer encajar todas estas personalidades acaba resultando demasiado forzada. Dirigida por Stian Kristiansen, responsable de varios episodios de la popular serie noruega Home ground (Filmin, 2018-) y de la reciente La chica de Oslo (Netflix, 2021), en Todo lo que amas encontramos una interesante construcción de la progresiva conciencia que toma Sara de la personalidad de su novio, e incorpora algunas visiones externas que alimentan la historia a través de dos personajes secundarios: Mons (William Gundersen), el mejor amigo de Jonas que sin embargo se siente cada vez menos cercano a él, y Hina (Hibba Najeeb), la compañera de piso de Sara. Aunque queda clara la idea de que, finalmente, resulta más pernicioso el aislamiento de los extremistas, porque esto puede provocar que se radicalicen aún más, Sara parece algo ingenua cuando toma su última decisión, pero la serie acaba adoptando una ambigüedad que la beneficia para no caer en la mirada tradicional. Hay un planteamiento más que atractivo sobre cómo se están construyendo personalidades radicales a través de los foros de ideologías extremistas, y cómo la sociedad actual se enfrenta a la dicotomía de su relación con estas ideologías. 

Cómo mandarlo todo a la mierda.
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HBO Max, 1 de julio
Creada por Jaime Olías, Pablo Sanhermelando
Dirigida por Jaime Olías

En medio de la decisión de HBO Max por dejar de producir en Europa, llega una nueva aportación audiovisual española, una serie juvenil que trata de reflejar a la Generación Z, pero sobre todo construye un viaje que lleva a sus personajes a la búsqueda de una cierta libertad personal. La historia está creada por el actor Jaime Olías, al que hemos visto en producciones como Servir y proteger (RTVE, 2017-) y El Cid (Prime Video, 2020), en su debut como guionista y director, aunque ha realizado cortometrajes como Monstruo (2020) y el multipremiado Chaval (2021), con el que este último proyecto guarda algunos puntos en común, especialmente en cuanto a la descripción de una juventud desarraigada. La historia ha sido creada junto a Pablo Sanhermelando, que actualmente ejerce como adjunto a la producción ejecutiva de Ficción para Boomerang TV, la productora que está detrás de esta propuesta, y que finalmente consiguió la implicación de HBO Max. La principal protagonista es Alba (Naira Lleó), quien pretende utilizar un viaje de fin de curso de su clase para escapar de una casa en la que su hermano la obliga a trapichear con drogas. Es una vida opresiva, de la que necesita una escapatoria, que Jaime Olías como director refleja a través de un formato 4:3, lo que se convierte en uno de los elementos más interesantes de su puesta en escena. Pero el viaje se cancela por problemas con la agencia y la huida de Alba se viene abajo, hasta que descubre que un grupo de compañeros pretende hacer creer a sus padres que el viaje de fin de curso continúa, marchándose en su propia aventura en una furgoneta. 

La serie se convierte por tanto en una road movie, que tiene una propuesta formal inusual, con la pantalla en 4:3 y expresivos primeros planos de la protagonista. Esta apuesta otorga a la historia una concepción diferente, más centrada en el viaje interior que en el exterior, en la que no importa si este grupo de amigos tiene un destino concreto (de hecho, improvisan sobre la marcha) sino hasta dónde les lleva desde el punto de vista emocional su aventura. Hay algunos aspectos que parecen poco desarrollados, como el retrato de los compañeros de viaje de Alba, porque los guionistas parecen tan interesados en reflejar la zozobra existencial de la protagonista que se olvidan de dar un trasfondo al resto de personajes, que finalmente parecen más instrumentales frente al recorrido del personaje principal. Por otro lado, la serie se anuncia como si se tratara de una historia de amor entre Alba e Irene (Malva Vela), aunque a esta relación, siendo importante en la historia, no se le dedica mucho tiempo en esta serie de seis episodios de poco menos de 20 minutos de duración cada uno. El descubrimiento del deseo entre ambas es un aliciente más, pero los deseos de libertad de la protagonista tienen aún más fuerza. 

En el terreno interpretativo, la serie está protagonizada por un reparto de actores jóvenes que consigue naturalidad en sus interpretaciones, aunque a veces resulta demasiado obvia la improvisación de unos diálogos que construyen ellos mismos. Pero hay un interesante retrato de esta pandilla de jóvenes cuya ingenuidad les lleva a pensar que vivirán una gran aventura y sin embargo caen una y otra vez en errores y engaños básicos que frustran continuamente su viaje. Cómo mandarlo todo a la mierda utiliza recursos audiovisuales cercanos a la cultura social de lo adolescentes, con una fotografía de Carlos Matías, quien trabajó con Jaime Olías en el cortometraje Monstruo (2020), que a veces parece querer imitar cierto estilo de videoclip y con el uso de una banda sonora de música urbana, que a veces es diegética para convertirse a continuación en extradiegética, conformando el estilo sonoro de la secuencia, que nos acerca a ese particular mundo juvenil, en la que encontramos temas interpretados por Trueno, Gata Cattana, Ayak y Prok, y que incluye también una canción interpretada por la actriz Malva Vela, quien ha publicado recientemente varios sencillos. Retrato de una juventud perdida, rebelde y confusa, Cómo mandarlo todo a la mierda ofrece una perspectiva interesante sobre ese horizonte oscuro al que se enfrenta una generación que, como les ocurre a los protagonistas en su viaje, no encuentra un destino definido. 


El padrino, El Padrino. Parte II y El embajador Kauffmann se pueden ver en Filmin y Prime Video. 
El último testigo, Noi, el albino y Corazón gigante se pueden ver en Filmin. 
El juego de Hollywood se puede ver en Movistar+.
Bohemian Rhapsody se puede ver en Disney+, HBO Max y Netflix. 
Rocketman se puede ver en Prime Video.
El diablo a todas horas se puede ver en Netflix.
El talento de Mr. Ripley se puede ver en HBO Max.



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