Hace unas semanas, en la revista Deadline se expresaban bajo anonimato algunos miembros de grandes estudios y streamers manifestando que la estrategia de negociación con el Sindicato de Escritores de América (WGA) pasaba, principalmente, por no negociar nada, tratando de mantener una huelga que perjudicaba principalmente a los guionistas mientras el calendario de producción no se viera afectado de una forma destacada. Aunque la Alianza de Productores de Televisión y Cine (AMPTP) lo negó en uno de los pocos comunicados oficiales que ha hecho, lo que parece claro es que, teniendo dos negociaciones más en el horizonte, los estudios pretendían debilitar la fuerza de WGA llegando a acuerdos con el Gremio de Directores de América (DGA) y con el Sindicato de Actores de Cine y la Federación Estadounidense de Artistas de Radio y Televisión (SAG-AFTRA), de forma que cuando volvieran a la mesa de negociación con los guionistas, tradicionalmente más beligerantes, tuvieran una posición de superioridad. Con los directores se llegó a un acuerdo, pero SAG-AFTRA acabó siendo más radical de lo que parecía, declarando finalmente una huelga que los estudios no esperaban, y que tiene mucha más repercusión para la promoción de las películas y series que la de los guionistas. En un artículo en The New York Times (2/8/2023), tres presidentes de estudios bajo condición de anonimato afirmaban que el principal problema con SAG-AFTRA provenía de su actitud combativa desde el principio, y en especial de su presidenta, la actriz Fran Drescher, quien se ha manifestado de forma rotunda sobre los directivos de los grandes estudios, llamándoles "personas irrespetuosas y ambiciosas".
Fran Drescher ha augurado que la huelga podría durar hasta seis meses, y las donaciones de actores y actrices como Meryl Streep y George Clooney a la Fundación que recauda fondos para ayudar a los intérpretes que tengan problemas económicos durante la ausencia de trabajo, parecen indicar que están preparándose para ello. En el otro lado, según la revista The Wrap (31/7/2023) los estudios han comenzado a reunirse ahora para tratar de unificar sus criterios de cara a las negociaciones. Curiosamente, ni Bob Iger de Walt Disney, ni David Zaslav de Warner Discovery, fueron bienvenidos debido a sus incómodas declaraciones públicas. Pero sí estaba Ted Sarandos, co-director ejecutivo de Netflix, uno de los responsables del cambio estratégico en el audiovisual y el fracaso del modelo de negocio del streaming (Netflix se ha reconvertido en una televisión digital con publicidad) que ha llevado a esta situación de bloqueo. The New York Times indicaba que la reunión se produjo por Zoom entre un grupo amplio de líderes de estudios. Sin embargo, la animadversión con SAG-AFTRA también ha provocado un nuevo cambio de estrategia, y es acercarse a los guionistas antes que a los actores, que en principio eran su principal prioridad, porque su huelga afecta directamente a la promoción. Carol Lombardini, representante de AMPTP, afirmaba que nunca se sentaría a negociar mientras los guionistas estuvieran en huelga, una frase estúpida teniendo en cuenta que las huelgas son precisamente para forzar una negociación. Ahora parece desdecirse tratando de abrir vías de comunicación con los guionistas, a los que despreció hace unos meses. El problema es que, cuanto más duren las huelgas convocadas por WGA y SAG-AFTRA, más están obligados sus representantes a alcanzar acuerdos sólidos. Otra situación provocada por la inútil estrategia de los estudios.
Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series comentadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.
SkyShowtime, 12 de junio-21 de agosto
Polonia, 2022 - 11 x 45'
Creada por Jakub Żulczyk
Dirigida por Jacek Borcuch
Hace dos años el escritor Jakub Żulczyk (1983, Polonia) saltó a los medios internacionales porque fue acusado por la fiscalía de insultos al presidente polaco Andrzej Duda, lo que podría acabar con una sentencia de tres años de cárcel. El autor llamó al presidente "imbécil" en Facebook comentando la felicitación que había escrito aquel en redes sociales dando la enhorabuena a Joe Biden, pero dejando caer que su victoria no estaba aún confirmada (Andrzej Duda es conocido por su buena relación con Donald Trump). Tras varios juicios en los que nunca se consideró que el insulto suponía un grave perjuicio social, hasta mayo de este mismo año el Tribunal Supremo de Polonia no acabó ratificando la absolución del escritor, poniendo fin a un largo proceso judicial. Es más o menos el mismo periodo de tiempo que ha tardado la serie Warszawianka (Estoy aquí) (SkyShowtime, 2023) en llegar a las pantallas, puesto que la decisión el pasado año de Warner Bros. Discovery de poner fin a la producción europea de HBO dejó a varios títulos en pausa, hasta que SkyShowtime acabó comprando buena parte del contenido que todavía estaba por estrenar. Del autor polaco se han adaptado algunos libros como Cegado por la luz (HBO Max, 2018), que todavía permanece en el catálogo de HBO Max, este otoño se estrenará Feedback (Netflix, 2023) y esta plataforma también ha anunciado la adaptación en formato serie de su libro Hill of dogs (2017). Pero, tras su exitosa incursión en el mundo del podcast, Estoy aquí es su primer guión escrito directamente para una serie. El protagonista es Franciszek "Czuły" Czułkowski (Borys Szyc), un artista que no termina de escribir su próximo libro desde hace años, y que afronta la crisis de la mediana edad a sus cuarenta años en una ciudad como Varsovia que invita a esconderse detrás de chupitos de vodka y tiros de cocaína.
Lo más interesante de la serie es la manera en que retrata a un personaje que intenta mantener un cierto espíritu jovial (hay un episodio dedicado al complejo de Peter Pan), una forma de no querer afrontar la madurez a pesar de estar separado y tener una hija adolescente. En cierto modo, esta actitud de maduro que se aferra a la juventud puede tener paralelismos con otros personajes como Hank Moody (David Duchovny) en Californication (SckyShowtime, 2007-2014), con la que se la puede comparar, con algunos elementos comunes como la necesidad de mantener una vida sexual activa, especialmente con mujeres más jóvenes. Cuando conoce a Zosia (Zofia Wichłacz), por ejemplo, acaba compitiendo sin estar preparado en la maratón de la ciudad, solo para impresionarla. Utilizando la voz del narrador planteando reflexiones sobre su propia vida, la serie propone un ambiente de cierta jovialidad humorística en sus escarceos laborales, trabajando como camarero en el bar de su amiga Elka (Maja Pankiewicz) o como guionista en una agencia publicitaria en la que sus ideas no terminan de encajar bien. El título original Warszawianka hace referencia a la novela que el protagonista escribió bajo seudónimo (su editor le acabará exigiendo que revele su identidad), lo que define en cierta manera la personalidad resiliente del protagonista, a pesar de las dificultades que él mismo se provoca.
Hay un tono mucho más desesperanzado en los cinco últimos episodios, cuando ese mundo prefabricado que parece ajeno a los problemas se desmorona, porque quienes le rodean han acabado exhaustos. Czuły vive en uno de los varios apartamentos que posee su padre, Mr. Czułkowski, interpretado por el director de cine Jerzy Skolimowski, un artista que últimamente está obsesionado con pintar a mujeres desnudas, y que decide vender el inmueble, harto de ser siempre el soporte económico de la vida inestable de su hijo. Y esa sensación de impunidad que tiene el protagonista se revela como una farsa, que se sostiene solo porque siempre hay alguien que le ayuda, teniendo que dedicarse a trabajos ilegales como verter productos químicos en el campo con nocturnidad y alevosía, para poder disponer del dinero que le permita mantener su ritmo de vida. Hay una escritura notable en una serie que no siempre tiene un ritmo acorde con el estilo habitual de la televisión, en la que se construyen personajes sólidos que, incluso en el caso de los secundarios, no son solo soportes narrativos del protagonista, atrevidamente interpretado por el actor Borys Szyc, al que hemos visto en otras series como
El rey de Varsovia (Filmin, 2020). Pero el director Jacek Borcuch (1970, Polonia), que ha competido en el Festival de Sundance con películas como
Aquello que amamos (2009) y
Un atardecer en la Toscana (2019), aporta esa presencia constante de la ciudad sin que parezca un tour turístico por Varsovia. Otro de los alicientes de la serie es una notable banda sonora con una
selección de canciones de Daniel Bloom, Tom Waits, Bronski Beat o David Bowie, e incluso referencias al cine de Quentin Tarantino a través de la música de Luis Bacalov para spaghetti westerns como
Gran duelo al amanecer (Giancarlo Santi, 1972). Aunque SkyShowtime proporciona sorprendentemente unos subtítulos en español sin acreditar y con expresiones y acentos argentinos.
The Righteous Gemstones (Temp. 3) **** HBO Max, 19 de junio-30 de julio
EE.UU., 2023 - 9 x 40'
Creada por Danny McBride
Dirigida por Jody Hill, Danny McBride, David Gordon Green, Jonathan Watson
El anuncio de una cuarta temporada por parte de HBO Max confirma que el final de la tercera no es el definitivo, aunque se trate de un desenlace adecuadamente bíblico para la historia de la familia Gemstone. En cierto modo siguiendo el tono de la segunda temporada, esta última recupera la fórmula de los hijos que decepcionan al padre, incapaces de dirigir por sí solos, a pesar de lo mucho que lo desean, el imperio que ha construido Eli Gemstone (John Goodman), semiretirado porque tampoco es capaz de encontrar una actividad que sustituya al trabajo de mantener su iglesia en pie. Mientras, sus tres descendientes han heredado un reino que no es precisamente celestial, sino que se asienta en el negocio de convertir en dinero todo lo que esté relacionado con Dios. Kevin (Adam Devine), que esta temporada tiene una epifanía en su relación con Keefe (Tony Cavalero), se dedica a boicotear sexshops; Judy (Edi Patterson) inicia una gira que la aleja, en todos los sentidos, de su marido BJ (Tim Baltz); y Jesse (Danny McBride) mantiene una competición interna con el negocio de asesoramiento matrimonial de su esposa Amber (Cassidy Freeman), mientras trata de convertirse en el líder que cree que su padre quiere que sea. En cierta manera, la historia mantiene las constantes sin arriesgar demasiado, pero con una escritura lo suficientemente sólida como para seguir siendo divertida, irónica y a veces sorprendente. Danny McBride, que co-escribe todos los episodios y dirige dos de ellos, aporta ese humor gamberro y paródico sobre el mundo de las grandes corporaciones religiosa, con un ojo puesto en la actualidad, haciendo referencia a las productoras de producciones audiovisuales religiosas como Angel Studio, cuyo éxito sorpresa de este año, Sound of freedom (Alejandro Monteverde, 2023), no sería extraño que estuviera de alguna manera presente en la cuarta temporada.
Donde brilla especialmente la serie, que en la trama familiar ha adoptado una cierta línea repetitiva, es en su capacidad para expandir las relaciones con el pasado, en la segunda temporada con la aparición del antiguo amigo de Eli, Junior Marsh (Eric Roberts) y este año con la presentación de la nueva rama familiar de los Montgomery, que encabeza May-May (Kristen Johnston) junto a Peter (Steve Zahn) y sus hijos Chuck (Lukas Haas) y Karl (Robert Oberst), quienes viven en uno de esos grupos de campaña paramilitares que siempre acaban recordando a la tragedia de Waco. Ahora que Succession (HBO Max, 2018-2023) ha terminado, este año se ha visto de forma más rotunda a The righteous Gemstones (HBO Max, 2019-) como un espejo evangelista de los Roy, sobre todo por la similar estructura familiar y la lucha interna por tomar el poder. La serie, que hasta la pasada temporada se titulaba Los Gemstone en España, pero este año se ha anunciado con su título original, traslada el negocio de los tele evangelistas a niveles de confrontación que a veces rozan el ridículo, en el sentido positivo y divertido de la palabra, pero esta tercera temporada se siente como un intento de ofrecer más espectáculo con acciones más radicales de los personajes. Por eso, una de las subtramas que mejor funciona es la entrada de Jesse en la Cape and Pistol Society, una sociedad secreta formada por miembros que llevan, efectivamente, capa y pistola, y en la que se enfrenta con Vance Simkins (Stephen Dorff).
Como es habitual, a mitad de temporada encontramos el "capítulo interludio", un episodio independiente que muestra en flashback una anécdota del pasado que explica en parte el comportamiento de la familia. Interlude III (T3E5), el único que dirige el habitual David Gordon Green (la mayor parte de los episodios están dirigidos por Jody Hill, habitual colaborador de Danny McBride), en este caso se centra en Judy y nos presenta tres versiones adolescentes muy divertidas de los protagonistas. La participación de la actriz que la interpreta, Edi Patterson, en la mesa de guionistas hace suponer que ella misma ha aportado ideas destacadas para su personaje, que en esta temporada consigue algunos momentos de comedia especialmente logrados, y aporta ese punto de vista femenino que habitualmente no está presente en las series escritas por Danny McBride. The righteous Gemstones sigue manteniendo su solidez como serie de humor irreverente que sin embargo nunca llega a ser demasiado grueso. Y aunque parece que ha tomado un camino redundante en la relación entre el patriarca y sus hijos, sigue contando con elementos externos que contribuyen a que encuentre siempre formas de marcar la diferencia.
Swagger (Temp. 2 y Final) **** Apple tv+, 23 de junio-11 de agosto
EE.UU., 2023 - 8 x 55'
Creada por Reggie Rock Bythewood
Dirigida por Reggie Rock Bythewood, Matthew A. Cherry, Nijla Mumin, Katina Medina Mora
Da la coincidencia de que se estrena la nueva temporada de Tiempo de victoria: La dinastía de los Lakers (HBO Max, 2022-), la misma semana que se emite el último episodio de la segunda temporada de Swagger (Apple tv+, 2021-), que posiblemente es la mejor serie sobre baloncesto que se emite actualmente. Aunque no está confirmada ni cancelada una tercera temporada, lo cierto es que el último episodio de la serie tiene aliento de despedida, y en el caso de que continúe tendrá que dar un giro radical a su planteamiento, porque ya no es posible reunir a todos los componentes en un mismo equipo. De hecho, el planteamiento de la serie tuvo que modificarse al iniciar la segunda temporada, que establece un salto en el tiempo de cuatro años, cuando los protagonistas ya están en el último curso del instituto, y deben decidir su futuro demostrando que están a un nivel deportivo adecuado para recibir becas de estudio de diferentes Universidades y así poder continuar su formación. El creador y director de la serie, Reggie Rock Bythewood (1965, Nueva York), explicaba que los jóvenes actores habían crecido tanto en un solo año que resultaba poco creíble que interpretaran a alumnos de octavo o noveno grado. Pero esta circunstancia es la que aporta a la serie ir un paso más allá de una simple continuación en la que se desarrollaran otras tramas para seguir por el mismo camino, y amplía la perspectiva en torno al futuro de estos aspirantes a jugadores profesionales de baloncesto.
Aunque ciertamente la segunda temporada es mucho menos intensa y sorprendente que la primera, incluso contiene menos escenas impactantes en la cancha de baloncesto, lo interesante de Swagger es la forma en que introduce reflexiones sobre la sociedad norteamericana y los aspectos raciales para elaborar una disección de la juventud negra y sus aspiraciones en los Estados Unidos, muy marcada en esta temporada por los aspectos políticos, representados en la pregunta que se plantea en una de las clases: "¿La democracia es un trayecto o un destino?", o en el debate entre alumnos en el que se discute sobre por qué resulta contradictorio que el día nacional de Estados Unidos se establezca el 4 de julio de 1776, conmemorando el día de la Independencia, cuando muchos ciudadanos norteamericanos no fueron auténticamente libres hasta 1863, cuando Abraham Lincoln proclamó la Emancipación. El propio enfoque sobre el futuro de estos jóvenes frente a sus estudios universitarios se convierte en un tropo constante a lo largo de la temporada, lo que alimenta la historia más allá de una simple serie que brilla en las escenas de los partidos de baloncesto. En un final de temporada que se siente demasiado extenso, pero por eso también transmite la sensación de despedida, cuando los jugadores pasan por un atril anunciando la Universidad en la que seguirán sus caminos, hay mucha emoción, pero también una sensación de incertidumbre sobre cuántos de estos jóvenes conseguirán alcanzar sus sueños, y qué obstáculos se encontrarán en su recorrido, a veces sin que ellos sean responsables.
Lo que nos lleva directamente al mejor episodio de la serie, y uno de los mejores que hemos visto este año, junto a
Connor's wedding (T4E3) de
Succession (HBO Max, 2018-2023),
Long, long time (T1E3) de
The last of us (HBO Max, 2023-) y
Fishes (T2E6) de
The bear (Disney+, 2022-). En la primera temporada, Reggie Rock Bythewood, que nació en el Bronx, abordaba directamente el debate sobre cómo afrontar una situación de amenaza frente a la policía en el episodio
#RADICALS (T1E7) cuando una pareja de patrulleros aborda a los miembros del equipo en un restaurante de carretera, con una actitud racista. Hay algunos paralelismos con el episodio
Are we free? (T2E5) de esta temporada, pero es incluso mucho más apasionado y doloroso en torno al no-futuro de muchos jóvenes. La trama se separa de la historia principal para llevar a los Swagger a un correccional donde se van a enfrentar a un equipo de baloncesto formado por internos (reconoceremos entre ellos a algunos personajes que estuvieron en la primera temporada). La primera imagen ya resulta impactante, cuando les recibe John Carlos, uno de los dos atletas afroamericanos que utilizaron el puño en alto como protesta por los derechos civiles en los Juegos Olímpicos de México 1968, cuando acababan de recibir las medallas por su participación en la carrera de 200 metros. El episodio desarrolla el arco de Phil (Solomon Irama), pero sobre todo es un recuerdo a una realidad que describe el propio John Carlos: "
En estos momentos hay más negros encarcelados que los que estaban esclavizados".
En el terreno deportivo, que nuevamente se establece como un reflejo de la sociedad norteamericana, el director ofrece uno de esos alardes técnicos con los que Swagger ha destacado por encima de otras series sobre baloncesto. Confesando que se inspiró en la película 1917 (Sam Mendes, 2019), el partido entre presos y jugadores libres se muestra en un solo plano secuencia que resume en seis minutos la duración completa del encuentro, y es uno de los momentos más espectaculares de la temporada, logrado mediante una steadycam con el cámara utilizando patines. Swagger mantiene el ritmo, aunque a veces se pierde en las discusiones que se desarrollan en el instituto privado en el que se desarrolla la historia en esta ocasión, y quizás no termina de afrontar con nitidez una mirada hacia el baloncesto femenino, representado por Crystal Jarrett (Quvenzhané Wallis). Que el personaje esté siempre ligado al tema de los abusos, el micromachismo y el lado romántico de la historia, sin que haya una atención paralela a su desarrollo como deportista, dice poco en favor de la representación de las jugadoras de baloncesto en una serie que, por otro lado, afronta con mucha más elegancia que Ted Lasso (Apple tv+, 2020-2023) el tema de la homosexualidad en el deporte. Y el último episodio aporta toda la emoción que se podía esperar, aunque se alargue demasiado en la despedida.
Cosmo, 26 de junio-24 de julio
Holanda, 2022 - 5 x 60'
Creada por Michael Lendertse
Dirigida por Lourens Blok, Edson da Conceicao
Nederlands Film Festival '22: Mejor Serie
La tragedia de Bijlmer, una construcción posmodernista formada por grandes bloques de pisos al sudeste de Ámsterdam, ha sido uno de los sucesos más traumáticos para la sociedad holandesa. El 4 de octubre de 1992, un Boeing 747 de la compañía aérea israelí El Al se estrelló contra uno de los bloques de viviendas, causando la muerte de 43 personas, la mayor parte de ellas inmigrantes, pero a lo largo de los años muchos vecinos enfermaron de forma extraña, lo que se atribuyó a una carga de índole militar que las autoridades ocultaron. La historia es tan compleja que involucra a la compañía norteamericana Boeing, a las relaciones diplomáticas entre Holanda e Israel, a la permisividad del transporte de material peligroso por encima de grandes ciudades, e incluso al Mossad. A principios de este año se estrenaba la docuserie
Cielos turbios (Filmin, 2022), en la que el cineasta israelí Noam Pinchas hacía un recorrido bastante exhaustivo por los acontecimientos que se desarrollaron tras la tragedia, implicando también a la compañía aérea norteamericana como una de las principales causantes del fallo técnico que acabó con el avión estrellándose contra un bloque de edificios. Pero este aspecto, posiblemente por una cuestión de concreción, no se incluye en el relato que hace
The crash (Cosmo, 2022), la primera serie de ficción que se enfoca en este accidente. Ficcionando algunos aspectos de la investigación periodística que, sobre todo los periódicos Trouw y Volkskrant, realizaron durante años, hasta que finalmente se permitió una comisión de investigación parlamentaria, la serie se enfoca más en las implicaciones de los gobiernos israelí y holandés en la ocultación de la carga que transportaba el avión, puesta en duda por el desarrollo de enfermedades, abortos espontáneos y otras dolencias que experimentaron los habitantes de Bijlmer. Incluso las conclusiones de la comisión de investigación parlamentaria, que básicamente seguía parte de la versión del gobierno, son puestas en duda por la propia serie y un documental que también emitió la cadena pública holandesa NPO 1.
El principal elemento de la narración son las investigaciones del periodista Vincent Dekker (Thomas Höppener), el primero que puso en duda las versiones oficiales presentadas a la prensa, y su colaboración con el también periodista Pierre Heijboer (Yorick van Wageningen) a pesar de la rivalidad de trabajar para medios de comunicación diferentes (al final de la serie se menciona que los medios holandeses firmaron en 2002 un acuerdo para garantizar que prevalezca la búsqueda de la verdad frente a los intereses comerciales a la hora de compartir información). El otro vértice del triángulo de protagonistas es Asha Willems (Joy Delima), el único de los tres que es totalmente ficticio, aunque está creado para representar a las víctimas de la tragedia. En una de las escenas de la serie, ella se queja de que las investigaciones de los dos periodistas se centran demasiado en la conspiración olvidando la parte humana de la tragedia. Michael Leendertse (1982, Holanda), fundador del colectivo de guionistas Winchester McFly, responsable del guión de la película El banquero de la resistencia (Joram Lürsen, 2018), muestra como referencias temáticas películas como J.F.K.: Caso abierto (Oliver Stone, 1991) y series como Chernobyl (HBO Max, 2019) para reflejar sus intenciones con una historia que sigue planteando preguntas cuyas respuestas impresas en las conclusiones de la comisión parlamentaria no parecen ser demasiado satisfactorias. El tono de thriller periodístico funciona perfectamente, y la compenetración entre los dos periodistas que interpretan con rotundidad los actores principales, tiene el eco de películas como Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976) y Spotlight (Tom McCarthy, 2015).
The crash fue un éxito en Holanda cuando se estrenó en septiembre de 2022 en NPO 1, consiguiendo 1,8 millones de espectadores, máxima audiencia en su franja horaria, y el Festival de Cine de los Países Bajos le concedió el Gouden Kalf (Becerro de Oro) a la Mejor Serie del año. Pero también ha recibido críticas por insistir en algunos aspectos que no están del todo claros, como la existencia de unos "hombres de blanco" entre las ruinas del accidente la misma noche que se produjo, algo sobre lo que la comisión de investigación no encontró datos ni testigos que lo corroboraran. En un artículo publicado por De Correspondent se afirmaba: "
Es cierto que el gobierno reaccionó demasiado tarde, demasiado lento y con muy poca empatía ante el horrible desastre de Bijlmer y ante los traumas y problemas de salud de los implicados. Que hubo una carga de toxina, un encubrimiento con el Mossad, hombres con trajes blancos que robaron evidencia, cenizas de uranio y una serie de otras historias sospechosas dignas de una película de Hollywood no están probadas; en algunos casos, se ha probado lo contrario. Pero es precisamente en esas teorías en las que se basan en gran medida los creadores de la serie".
(De Correspondent, 15/10/2022). Pero al margen de los hechos probados o no, lo más interesante de la propuesta es la forma en que abunda en la desconfianza hacia unas autoridades que no asumieron responsabilidades y un gobierno holandés que nunca fue demasiado claro en la información compartida. De hecho, los documentos gubernamentales en torno al accidente mantienen su confidencialidad hasta 2062.
Arte, 6 de julio
Alemania, 2023 - 6 x 18'
Creada por Cecil Joyce Röski, Charlotte Krafft
Dirigida por Mark Lorei
Tras presentarse en diversos festivales (el episodio piloto se rodó en 2019), esta primera webserie de género histórico que se realiza en Alemania, utilizando los escenarios y castillos de la región de Münsterland, al Norte de Westfalia, aborda la liberación de la mujer durante el reinado de Guillermo II. La protagonista es Luise von Kummerveldt (Milena Straube), quien vive con su padre en un castillo hasta que éste muere de forma repentina. Como mujer se encuentra entonces bajo la tutela de su hermano Veit (Marcel Becker-Neu), quien está empeñado en casarla con un noble y mantiene un control estricto sobre sus actividades: "Una mujer no debería escribir poesía, ella misma debería ser un poema", le dice. Pero Luise tiene claro que quiere dedicarse a la literatura, y utiliza todo tipo de estrategias para rebelarse contra la posición social que se le ha asignado, tratando de espantar a sus pretendientes, mientras se siente atraída por el doctor Ernst Büchner (Wolf Danny Hofmann). La historia de la protagonista está levemente inspirada en la vida de la poetisa Annette von Droste-Hülshof (1797-1848, Alemania), y de hecho la serie se ha rodado en parte en el Castillo de Hülshoff en Havixbeck, donde ella nació y se conserva todavía la biblioteca familiar. Pero también hay apuntes basados en otras autoras como Else Lasker-Schüler (1869, Alemania-1945, Jerusalén) y Hedwig Dohm (1831-1919, Alemania).
Escrita por Cecil Joyce Röski y Charlotte Krafft, y dirigida por Mark Lorei (1986, Alemania), quien tiene formación como historiador, Casa Kummerveldt (Arte, 2023) propone un acercamiento a la situación de la mujer a finales del siglo XIX a través de un relato de rebeldía que utiliza un formato de serie corta, seis episodios de no más de veinte minutos, proponiendo un estilo que a veces puede recordar a María Antonieta (Sofía Coppola, 2006) y el resto de influencias posteriores que ha tenido la película, pero se siente más cercana al sentido del humor absurdo e irónico de The Great (MGM+, 2020-). La serie utiliza una brillante narrativa que está llena de efectos provocativos, especialmente en la lucha de poder que se establece entre los hermanos, que se establece a través de pruebas de valentía con las que se desafían constantemente, como un duelo con pistolas en el que se intercambian los roles de género, y que no sale exactamente como estaba previsto. Con diferentes formatos, el director aporta dinamismo y una tonalidad casi experimental a las ensoñaciones de la protagonista, en las que se imagina al doctor Büchner posando desnudo para ella, una nueva transposición de roles. Esta vitalidad formal de la serie introduce pantallas divididas y luces de neón, marcadas por canciones de grupos como Cocaine Piss, Gurr, Blond o City at dark que marcan la mirada actualizada estableciendo un paralelismo contemporáneo, mientras el vestuario también juega con el anacronismo.
A lo largo de la historia, Luise se refugia en pensamientos narrados en off que están extraídos de textos de escritoras como Hedwig Dohm, Mary Shelley o Else Lasker-Schüler, y trata de recobrar su impulso literario después de que su primer manuscrito es sistemáticamente rechazado por las editoriales, escribiendo una crónica de la vida de su criada Karla (Rosa Lembeck), lo que permite mostrar un recorrido por la monótona y mecánica existencia del servicio de una familia noble, que en realidad tampoco se diferencia demasiado de la monotonía planificada de la vida de Luise. Excepto cuando toma decisiones que la emancipan de su propio entorno, como cuando decide saltar por la ventana hacia el foso del castillo después de que su hermano le presenta a un conde que le pide matrimonio en el Episodio 1, o cuando decide jugar a la petanca, una actividad considerada poco apropiada para las mujeres en el Episodio 5. Casa Kummerveldt es una sugerente sátira sobre la sociedad del Imperio Alemán a finales del siglo XIX, que refleja los primeros pasos de la mujer para desprenderse del corsé social que la oprimía.
El jardín de bronce (Temp. 3 y última) **** HBO Max, 9 de julio
Argentina, 2023 - 8 x 60'
Creada por Néstor Hernández
Dirigida por Hernán Goldfrid, Benjamín Naishtat
Hemos comentado en algunos finales de series recientes que algunas de estas producciones suponen un reflejo de la evolución del consumo audiovisual en la última década. Ocurre también con El jardín de bronce (HBO Max, 2017-2023), una producción argentina que se estrenó en 2017, cuando todavía no se había generalizado en el mercado internacional la difusión en streaming, y que ha acompañado a su desarrollo a lo largo de seis años en los que ha estrenado sus tres temporadas. Aunque HBO Latin America ha producido principalmente en Brasil, fue Argentina el primer país en el que financió una producción propia, la serie Epitafios (HBO, 2004-2009), y posteriormente ha participado en El hipnotizador (HBO, 2015-2017) y Entre hombres (HBO, 2021), ninguna de las cuales por cierto está disponible en ninguna plataforma. La primera temporada era una adaptación de la novela El jardín de bronce (2013, Ed. Random), debut del escritor Gustavo Malajovich (1963, Argentina), que anteriormente había trabajado como guionista en series como Todos contra Juan (2008). Pero a partir de la segunda temporada, la historia se desarrolla al margen del libro, construyendo nuevos arcos para los personajes principales, sobre todo Fabián Danubio (Joaquín Furriel), que comienza a colaborar con la policía en la investigación de desapariciones, y su hija Moira (Maite Lanata). Aunque la temporada 2 tenía más dificultades para mantener el equilibrio como un thriller que al mismo tiempo exploraba temas relacionados con las consecuencias psicológicas de un secuestro, era capaz de desarrollar el suspense a través de varias tramas que se terminaban cruzando.
La tercera y última temporada de la serie presenta a los protagonistas en una situación diferente, con una nueva desaparición, pero sobre todo con la incorporación de personajes como Antonio (Rafael Federman), que tiene conexiones con Moira, así como el empresario del petróleo Oscar Kreuzer (Juan Leyrado) y su hija Juana (Jazmín Stuart). Mientras se desarrolla una trama principal en torno a la desaparición de la nieta del empresario, también hay una trama paralela que está conectada con el trauma provocado en la primera temporada, de forma que la serie nuevamente establece líneas narrativas diferentes que mantienen el suspense. A veces la tercera temporada peca de cierta ambición en la introducción de temas que se quedan algo aislados, como la colaboración con antiguos nazis que acabaron desarrollando exitosas carreras en Argentina, pero el nivel de producción sigue siendo notable, el guión consigue desarrollar a los personajes hacia terrenos a veces oscuros y la serie sigue manteniendo una gran solidez como thriller dramático. Si en las primeras temporadas había nombres destacados como Luis Luque y Julieta Zybelberg, esta temporada incorpora en pequeños papeles a reconocidos intérpretes argentinos como Pepe Soriano, Norman Briski y Mario Alarcón.
Uno de los elementos principales de El jardín de bronce es la forma en que mantiene siempre de una manera destacada la presencia de Buenos Aires, no solo como el entorno en el que se desarrolla la historia, sino también como un espacio en el que confluyen las propias transformaciones de los protagonistas. En la primera temporada, el personaje de Fabián Danubio trabaja como arquitecto (una profesión que estudió precisamente el escritor Gustavo Majalovich), y su experiencia en la construcción de edificios la utiliza también para elaborar el proceso de investigación de la desaparición de su hija, primero, y posteriormente de otras víctimas como Martín Cosme. No solo en las tomas aéreas que muestran una ciudad de gran belleza, pero también describen una imagen de urbe asfixiante en la que no resulta difícil esconderse o esconder a alguna víctima. Aparecen en esta temporada espacios emblemáticos de Buenos Aires como la Biblioteca Nacional, el particular Barrio Parque, al que también se le denomina Palermo Chico, o la soberbia estructura que sirve como puerta de entrada al Cementerio de Azul, que es al mismo tiempo espectacular y misteriosamente dramática. Si hay un thriller que consigue mantener la atención en una temporada que se eleva por encima de la segunda, esa es la producción argentina El jardín de bronce.
Vienna blood (Temp. 3) **** Movistar+, 12-26 de julio
Gran Bretaña-Austria-Alemania, 2022 - 6 x 45'
Creada por Steve Thompson
Dirigida por Robert Dornhelm
Hay evidentes parecidos entre los protagonistas de esta serie y el doctor Watson y Sherlock Holmes, aunque en este caso el que utiliza la deducción psicológica es el psiquiatra Max Liebermann (Matthew Beard), mientras que el inspector Oskar Rheinhardt (Jürgen Maurer) es un policía de la calle que muestra cierto escepticismo hacia el psicoanálisis que practica su compañero de investigación, influido por los estudios de Sigmund Freud. Sin duda, uno de los elementos más interesantes de Vienna blood (Movistar+, 2019-) es la ambientación en una época tan exuberante y cambiante como Viena en 1908, en esta tercera temporada. Aunque no está presente de forma directa, el gran acontecimiento de ese año fue la Kunstschau, la Exposición de Arte en la que Gustav Klimt expuso por primera vez su cuadro El beso (1908), considerado el comienzo del modernismo. Pero, como apunta el autor de las novelas en las que se basa la serie, Frank Tallis (1958, Reino Unido), "entre 1890 y 1914 Viena fue la principal potencia creativa del mundo. Vemos revoluciones en el pensamiento, en el arte, en la música, en la ciencia y por supuesto en la psicología y la neurología con Sigmund Freud y el psicoanálisis". El escritor de origen italiano (su verdadero nombre es Francesco de Nato Napolitano) inició su serie de novelas tituladas Liebermann Papers en 2005 y la adaptación para televisión ha ido trasladando algunas de ellas a lo largo de las tres temporadas formadas por tres largometrajes, que se emiten en formato 3x90', aunque en países como España se presentan en el formato 6x45'. Steve Thompson (1978, Reino Unido), que precisamente ha sido guionista de algunos episodios de Sherlock (Prime Video, 2010-2017) y Doctor Who (BBC, 2005-), retoma la estructura de películas para ofrecer tres casos diferentes que en esta nueva temporada, confirmada ya una cuarta, se centra en algunas de las revoluciones artísticas que se produjeron en Viena a partir de 1908.
El primer caso, Relación mortal (T3E1) se desarrolla en la casa de moda de Kristina Vogl (Lisa Maria Pothoff), una reconocida modista que representa la transformación de la moda en vestidos más amplios, alejados de los corsés a los que se ella se refiere como objetos de tortura. Es una contestación al sacrificio al que se sometían las mujeres para adaptarse a los cánones de belleza de la época. En este contexto, se produce una asesinato que los dos protagonistas deben resolver, recuperando una colaboración en la que los dos personajes mantienen esa amistad distante por sus diferencias sociales. Resulta sorprendente, sin embargo, que el comienzo de esta temporada pase por alto el cliffhanger sentimental con el que acababa la segunda temporada, resituando a los personajes como si nada hubiera pasado, especialmente en la relación entre Max y Amelia Lydgate (Lucy Griffiths). El siguiente caso, El dios de las sombras (T3E2) hace referencia a la participación de soldados austríacos en China durante el levantamiento de los bóxers entre 1898 y 1901, pero también aborda el tratamiento del estrés postraumático de los militares como una forma de demencia. El último episodio, La muerte es ahora bienvenida (T3E3), es el más interesante, y habla de las primeras producciones cinematográficas pero también aborda el surgimiento del nacionalismo alemán frente al Imperio austro-húngaro, en una época de florecimiento que se vería interrumpida por la I Guerra Mundial. Tampoco se retoman los primeros movimientos antisemitas que se vieron al final de la temporada anterior, y que el autor de las novelas considera uno de los temas centrales.
Posiblemente la investigación y la resolución de los casos no es precisamente el punto fuerte de la serie, pero Vienna blood se beneficia de los espacios en los que se desarrollan las historias, rodada entre Viena y Budapest, y un contexto histórico que se desvía del habitual retrato de los años veinte y treinta que encontramos en muchas series policíacas de época. Es una serie vistosa en este sentido, con grandes espacios como los jardines barrocos del Palacio Belvedere que toman protagonismo en el tercer episodio. Y mantiene una cohesión formal que está marcada por la dirección de Robert Dornhelm (1947, Rumanía), quien se ocupa de todas las películas desde la segunda temporada, un veterano realizador nominado al Oscar por el documental The children of Theatre Street (1977) y al Emmy por la miniserie La historia de Anna Frank (2001).
The Sixth Commandment *****BBC, 17-25 de julio
EE.UU., 2023 - 4 x 58'
Escrita por Sarah Phelps
Dirigida por Saul Dibb
Inédita en España
Habitualmente los true crime han tenido una especial fascinación por el retrato de los culpables, pero en los últimos años hay una tendencia encomiable a contar estos dramas criminales basados en hechos reales a través de la mirada de las víctimas, lo cual ofrece una perspectiva mucho más dolorosa pero también respetuosa hacia quienes sufrieron las consecuencias de esos actos criminales, que parecen a veces olvidados por parte de los guionistas. En este sentido, la extraordinaria miniserie The Sixth Commandment (BBC, 2023) no es la historia de Benjamin Field, el hijo de un ministro bautista que engañó a dos ancianos para conseguir sus bienes después de matarlos administrándoles drogas durante varias semanas, sino que es la historia de Peter Farquhar y Ann Moore-Martin, sus dos víctimas principales. La guionista Sarah Phelps ha demostrado una especial habilidad para manejar la estructura narrativa del formato de miniserie, con títulos destacados como Un escándalo muy británico (HBO Max, 2021) y las mejores adaptaciones de novelas de Agatha Christie que se han realizado en los últimos años: Diez negritos (Movistar+, 2015), Testigo de cargo (Movistar+, 2016), El misterio de la guía de ferrocarriles (Movistar+, 2018), Inocencia trágica (Movistar+, 2018) y El misterio de Pale Horse (BBC, 2020). La estructura de esta nueva miniserie utiliza con habilidad los cuatro episodios para detenerse en diferentes aspectos: el primero y el segundo están dedicados a las dos víctimas, el tercero a la investigación policial y el cuarto al juicio que se desarrolló en la localidad de Maids Moreton, Buckingham, en el año 2015. La primera mitad de la serie ofrece el retrato de dos personas sencillas que son engañadas por la supuesta amabilidad del que será su verdugo, pero es en el caso de Peter Farquhar (Timothy Spall) en el que hay una mayor profundidad, como un profesor jubilado que se siente culpable por sus tendencias homosexuales (por las noches contempla en internet fotografías de cuerpos masculinos jóvenes, pero sin contenido sexual). Perteneciente a la misma comunidad religiosa, Ben Field (Éanna Hardwicke) se convierte en su amigo y confidente, para ser después su amante, al que le deja vivir en su casa con su amigo Martyn (Conor McNeill), un presunto cómplice, aunque el juicio posterior no dejó claro su grado de participación en los crímenes. Timothy Spall ofrece una magistral representación de esa bondad mezclada con atracción erótica que Peter siente por Ben, y que le hace confiar y entregarse de manera generosa, hasta que comienza a sentir mareos.
Su vecina Ann Moore-Martin (Anne Reid) se convertirá en la siguiente víctima de Ben Field, que es descrito en el juicio como una serpiente que se introducía en las vidas de personas solitarias para seducirlas mientras iba deteriorando su salud administrándoles drogas en las bebidas sin que ellos notaran nada extraño. Aunque en este último caso, su sobrina Anne-Marie Blake (Annabel Scholey) comienza sospechar cuando el misterioso amigo de su tía parece reacio a mostrarse dentro del entorno familiar. La historia nos recuerda el grado de vulnerabilidad de personas mayores que viven solas y únicamente esperan sentirse acompañadas, la principal debilidad de la que se aprovechaba el criminal. El retrato que hace Éanna Hardwicke, al que hemos visto en Normal people (Movistar+, 2020) es también espléndido, porque nunca muestra ningún tipo de ira o desprecio, manteniendo siempre una mirada fría depredadora pero al mismo tiempo estudiando a sus víctimas para ofrecerles lo que necesitan. Un cierto erotismo teñido de devoción religiosa para Peter y la compañía amable para Ann, mostrándose como un seductor que se apoya en las flaquezas para construir su plan, principalmente con el objetivo de recibir en herencia parte de los bienes de sus víctimas. En el transcurso de la serie, Martyn y Ben parecen estar iniciando el proceso de seducción de otra vecina, Elizabeth Zettl (Sheila Hancock). El director Saul Dibb ha abordado otros crímenes reales en miniseries como Muerte en Salisbury (Movistar+, 2020) y trabajó con Sarah Phelps en Dublin murders (BBC, 2019), pero aquí demuestra una especial habilidad para manejar un ritmo pausado sin que el interés se resienta en ningún momento. El primer episodio se cierra con una imagen que parece captada desde una cámara de video, y que enfoca la casa de Peter para centrarse en otra casa, mientras vemos a Ann desde el exterior, como si fuera observada, lo que provoca una sensación incómoda, casi de película de terror.
Hay un trasfondo religioso en la serie que resulta fundamental para entender el grado de confianza en el que se mueve de manera sibilina el asesino, algo parecido a lo que le ocurre a los familiares de Susan Broberg en
A friend of the family (SkyShowtime, 2022), pero sin el tono caricaturesco que tenía aquella. Por el contrario, el confort que provoca el sentimiento religioso en las víctimas, que es también la puerta por la que se introduce el mal en sus vidas, es mostrado con una mirada respetuosa. Aunque en el caso de Peter también supone un obstáculo para mostrar sus sentimientos hacia otros hombres, cuando se lo cuenta al pastor de su comunidad (Jon Bard), no recibe una condena, sino comprensión: "
¿Realmente piensas que si tuvieras una relación con un hombre, Cristo te rechazaría?", le dice el vicario. Para Ann, la religión también supone una manera de apoyarse en la comunidad, y cuando comienza a sentirse mal, encuentra en los espejos de su casa frases que parecen guiarle en sus acciones: "
Ann. Apoya a Ben. Ben te quiere. Todo lo que le das, te lo devolverá", que evidentemente han sido escritas por su amigo manipulador, pero que ella recibe como mensajes celestiales. Y así se va construyendo una historia que no solo se apoya en las víctimas principales, sino que también se detiene en el sufrimiento de sus familiares, especialmente de Ian Farquhar (Adrian Rawlins), el hermano de Peter, que transmite de manera dolorosa la impotencia de no haber sabido captar las señales de peligro.
Filmin, 18 de julio
Noruega, 2022 - 8 x 21'
Creada por Audun Fagervold Hansen, Kenneth Karlstad
Dirigida por Kenneth Karlstad
Gullruten '23: Serie Dramática, Dirección, Actor secundario (Jakob Oftebro), Fotografía
Una de las series más estimulantes que se estrenaron el otoño pasado en Noruega ha conseguido no solo atraer a los espectadores del canal TV2, convirtiéndola en uno de sus mayores éxitos, sino también a la crítica que la ha considerado como una de las más relevantes de 2022. Kids in crime (TV2, 2023-) está basada en la infancia del guionista y director Kenneth Karlstad (1984, Noruega), y se desarrolla en la localidad de Sarpsborg, donde vivió durante su adolescencia. Se podría considerar como una especie de prolongación de su cortometraje Gutten er sulten (The hunger) (Kenneth Karlstad, 2017), y está concebida como si se tratara de un largometraje de 180 minutos dividido en 8 actos, que muestra la gradual incorporación de Tommy Olsen (Kristian Repshus) al mundo criminal, después de que una lesión le impida seguir desarrollando una prometedora carrera como futbolista. Que el protagonista de la historia adopte el sobrenombre de Tommy Montana, en referencia al personaje de Al Pacino en El precio del poder (Brian De Palma, 1983) y que su mejor amigo se llame Pål Pot (Martin Øvrevik), igual que el dictador camboyano, aportan algunas pistas sobre el sentido paródico que a veces tiene la serie. Pero ese es uno de sus mayores aciertos, junto a la capacidad de aportar una personalidad local muy acentuada pero al mismo tiempo ser reconocible desde una perspectiva más universal.
El ambiente de Noruega en 2001 que se muestra en la serie no es demasiado diferente al que sirvió como trasfondo para Oslo, 31 de agosto (Joachim Trier, 2006), una de las mejores películas sobre el mundo de las adicciones, y en algunos momentos hay referencias muy directas a otros títulos como Spun (Jonas Åkerlund, 2002), un retrato salvaje de las drogas en los Estados Unidos, especialmente al comienzo del episodio Payday 9/11 (T1E5). Pero también son reconocibles en el estilo las influencias de Spike Lee, Guy Ritchie y, obviamente, Trainspotting (Danny Boyle, 1996). Cuando Tommy vuelve a establecer contacto con Pål, un joven amante de la velocidad con evidentes problemas mentales, sus padres piensan que será una buena influencia para él, sobre todo porque sus ataques de violencia verbal han traspasado el límite aceptable. Pero lo que provoca su reencuentro es la búsqueda de dinero fácil a través de un trato bastante estúpido con Freddy (Jakob Oftebro), un traficante local de Rohypnol, una anestesia que circuló como droga barata entre los jóvenes a principios de 2000 y que desde hace unos años se ha utilizado como la droga de "date rape", porque sus efectos anestésicos impiden que la víctima se pueda defender de una agresión sexual. Tommy y Pål se comprometen a vender 3.000 tabletas antes del 11 de septiembre, fecha en la que, mientras se muestra en los televisores el ataque a las torres gemelas en Nueva York, los protagonistas deben pagar a Freddy el dinero total de las ventas.
La dirección de Kenneth Karlstad utiliza diferentes formatos que a veces se yuxtaponen en una misma secuencia, como grabaciones en VHS, grandes angulares y objetivos deformados, consiguiendo una enérgica textura cinematográfica que alterna la mirada desenfadada de los protagonistas hacia el mundo de las drogas con la realidad oscura y peligrosa que les rodea. También mezcla la narración de Tommy con la de otros personajes, como al comienzo del episodio Oss og døm (T1Ee) en el que se presenta el personaje de Monica (Lea Myren), la novia de Freddy que huirá robándole parte de su dinero. Kids in crime se siente cómoda en el ritmo frenético, en la mezcla de formatos y en la narrativa a veces caótica para reflejar una parte de la juventud que creció a principios de los años 2000, apoyándose en una cuidada selección musical, ya presente desde el guión, que refleja el estilo de los ravers de la época, predominando la presencia de la banda electrónica noruega Apoptygma Berzek, formada en Sarpsborg en 1989. Pero consigue algunas de sus mejores secuencias en la relación violenta y llena de reproches de Freddy con su padrastro Jimmy (Dennis Storhøi), que mantiene a su madre en un estado continuo de dependencia adictiva. El merecido premio Gullruten al actor Jakob Oftebro, protagonista de series como 1864 (Filmin, 2014) y películas como Traicionados (Eirik Svensson, 2020), refleja la cuidada elaboración de un personaje psicótico con estética neonazi. Puede que Kids in crime no ofrezca nada especialmente novedoso y que resulte algo predecible, pero refleja con suficiente precisión la juventud de una época desde una perspectiva tan personal como universal, y está dotada de una energía y una fuerza de la que muchas series sobre jóvenes carecen.
Peacock, 27 de julio
EE.UU., 2023 - 10 x 30'
Creada por Rhett Reese & Paul Wernick, Michael Jonathan Smith
Dirigida por Kitao Sakurai, Jude Weng, Maggie Carey, Bill Benz
Inédita en España
Entre las innumerables versiones de videojuegos convertidos en series y películas que se han desarrollado en los últimos años, no siempre el resultado termina siendo tan satisfactorio como lo es esta adaptación de Twisted metal (PlayStation, 1995-2012), la saga más larga de la historia de la plataforma que terminó con el lanzamiento de la versión para PS3, y que ahora es recuperada por Michael Jonathan Smith, uno de los guionistas de Cobra Kai (Netflix, 2018-2023), y Rhett Reese y Paul Wernick, responsables de Deadpool (Tim Miller, 2016) y su secuela, y del reciente éxito de Apple tv+ Ghosting (Dexter Fletcher, 2023). La serie toma la premisa principal del juego, un combate entre coches con todo tipo de artilugios y armas, para construir una historia nueva alrededor de esta propuesta. La trama principal se desarrolla en un mundo apocalíptico sacado directamente de la iconografía de las películas de Mad Max (George Miller, 1979) para centrarse en John Doe (Anthony MacKie), un mensajero que se dedica a cruzar el desierto para transportar envíos especiales entre diferentes ciudades controladas por grupos armados. Su principal misión es encargada por Raven (Neve Campbell) en el episodio WLUDRV (T1E1), que controla San Francisco, para transportar un paquete hasta New Chicago, prometiéndole que si consigue hacer la entrega con éxito, tendrá permiso para formar parte de una comunidad cerrada y elitista, alejado de los peligros que supone trasladarse constantemente por la zona exterior. Por supuesto, la aventura se complica por el hecho de que solo tiene diez días para completar su misión, y porque el mundo idílico que le presenta Raven no es tan real como aparenta. En su camino se cruza con Quiet (Stephanie Beatriz), una silenciosa ladrona de coches que está buscando al agente Stone (Thomas Haden Church) para vengarse por la muerte de su hermano Lou (Richard Cabral), y es precisamente el tándem que forman John y Quiet el que impulsa la serie hasta momentos realmente divertidos.
Aunque la figura más destacada de la temporada es la de Sweet Tooth, interpretado por el luchador profesional Samoa Joe, pero con la voz del actor Will Arnett, un payaso con tendencia a convertir todo lo que toca en una masa sangrienta que surgió como personaje anfitrión del combate en Twisted metal 4 (1999), y al que los creadores de la serie le sacan el máximo partido a través de su sentido del humor macabro y la violencia gore que despliega, convirtiéndose durante parte de la temporada en el principal antagonista. En una pelea cuerpo a cuerpo con John Doe en el episodio 3RNCRCS (T1E2), Sweet Tooth se detiene un momento para cantar "Thong Song" de Sisqó, que suena en los altavoces del casino de Las Vegas donde vive, en una broma que resulta tan tonta como efectiva. Y, efectivamente, la serie tiene el tono de las películas de Deadpool, porque en cierta manera el protagonista de Twisted metal está desarrollado con una verborrea que se parece a la personalidad arrolladora de Wade (Ryan Reynolds), lo que se convierte en un hallazgo cuando se le coloca como compañera de viaje precisamente a un personaje como Quiet, que apenas habla. Los primeros episodios presentan a los personajes principales sin hacer demasiados desvíos, lo que centra la trama principal desde el principio, pero es a partir de la mitad de temporada cuando consigue que el dúo formado por John y Quiet funcione perfectamente, acercándose a una comedia romántica, pero en la que ambos tienen objetivos diferentes.
La violencia de la serie es tan grotesca como caricaturesca, y alcanza su punto máximo en CRZSRDS (T1E5), cuando Sweet Tooth se introduce en el cuartel de la policía y no deja títere con cabeza: "Nunca había visto a nadie cortar una cabeza humana de esa forma y atraparla en el aire", le dice Stu (Mike Mitchell), recién incorporado al cuerpo de policía, pero que se convertirá en su principal cómplice. Hay en este sentido paródico muchas de las constantes que aparecían en Zombieland (Ruben Fleischer, 2009), uno de los primeros guiones de éxito de la pareja formada por Rhett Reese y Paul Wernick. Con diez episodios de 30 minutos que mantienen el ritmo, la serie tiene algunas apariciones estelares de cómicos como Jason Mantzoukas, quien interpreta al violento predicador Preacher en EV3L1N (T1E8), un episodio en el que John Doe, que se llama así porque la amnesia le ha hecho olvidar su propio nombre, comienza a tener recuerdos relacionados con su coche mientras suena la canción "My immortal" de Evanescence. Dirigida en casi la mitad de la temporada por Kitao Sakurai (1985, Japón), director japonés criado en Estados Unidos, que ha realizado previamente comedias como Un mal viaje (2021) y ha dirigido varios episodios de Dave (HBO Max, 2020-), Twisted metal promete para una posible segunda temporada acercarse más a los videojuegos a través de una competición entre coches que volverá a tener como protagonistas a algunos de los personajes secundarios que hemos visto en ésta.
Good Omens (Temp. 2) **** Prime Video, 28 de julio
Reino Unido, 2023 - 6 x 50'
Creada por Neil Gaiman
Dirigida por Douglas McKinnon
La primera temporada de esta serie tomaba como base el libro Buenos presagios (1990, Ed. Timun Mas), premiado con algunos de los principales galardones de la literatura fantástica, de forma que en esta segunda temporada se desarrollan los personajes más allá de la historia que contaba la obra original. Esto permite a Neil Gaiman explorar la relación entre Arizafel (Michael Sheen) y Crowley (David Tennant), introduciendo una trama horizontal que está protagonizada por un arcángel Gabriel (Jon Hamm) con problemas de memoria. Pero al mismo tiempo modifica la estructura de la serie para introducir lo que ellos llaman "minisodios", historias cortas que transcurren en otras épocas y que cuentan con guionistas colaboradores como John Finnemore, Cat Clarke, Jeremy Dyson y Andy Nyman. Si esto es una forma de estirar una trama para alcanzar los 50 minutos de cada episodio, en realidad no parece demasiado contraproducente, porque en algunos casos estas historias cortas acaban siendo más interesantes que la propia trama principal, y también encajan con el estilo habitual de Neil Gaiman, quien suele introducir historias conclusivas en muchas de sus obras. El primer minisodio, Compañero de avestruces (T2E2) se desarrolla hace 5000 años cuando Crawley intenta perjudicar a Job (Peter Davidson), el ser humano favorito de Dios; el segundo, El exhumador (T2E3) se desarrolla en 1870 en torno al robo de cadáveres; y el tercero, Zombis nazis caníbales (T2E4) traslada a los protagonistas a 1940, y reúne a los responsables de la popular serie británica The league of gentlemen (BBC, 1999-2017) Mark Gatiss, Steve Pemberton y Reece Shearsmith, después involucrados en la comedia de terror Inside N. 9 (Filmin, 2014-).
Aunque Terry Pratchett falleció en 2015, Neil Gaiman siempre ha afirmado que la historia principal de Good Omens (Prime Video, 2019-), que curiosamente en nuestro país no ha adoptado el título español del libro como hubiera sido lógico, surge de sus conversaciones con el coautor de la obra original, y en una entrevista con motivo del estreno de la segunda temporada en la revista SFX, incluso afirmó que hay material para una tercera siguiendo el desarrollo de los personajes principales. A pesar de ello, la serie a veces transmite la sensación de que no tiene tan claro hacia dónde se dirige, o que el camino se encuentra con demasiados obstáculos para ser adecuadamente fluido. Pero esto se contrarresta con dos elementos principales: por un lado, la excelente química entre Michael Sheen y David Tennant, que parecen tener una conexión más allá de su primera colaboración juntos en la primera temporada de la serie, después ampliada con la divertida propuesta que idearon durante la pandemia, la serie Staged (BBC, 2020-2023), conversaciones guionizadas entre ambos a través de Zoom con la presencia de invitados especiales, que en España ha permanecido inédita. Ambos no solamente han captado a la perfección las diferentes personalidades de sus personajes, sino que refuerzan en sus expresiones una relación ambigua que en esta temporada avanza un poco más.
Por otro lado, la serie también introduce algunos invitados especiales notables, no solo en intérpretes recurrentes como Miranda Richardson, ahora en la piel de Shax, una demonio que adopta el puesto vacante de Crowley en el infierno, sino también en cameos destacados como Tim Downie, Shelley Conn, Derek Jacobi o incluso algunos miembros de la familia de David Tennant, como su hijo Ty Tennant, que ha participado en series como La casa del dragón (HBO Max, 2022-), y el abuelo de éste, el veterano actor británico Peter Davidson, que fue uno de los protagonistas de la serie clásica Todas las criaturas grandes y pequeñas (BBC, 1978-1990). Al final, la trama sobre la extraña amnesia del arcángel Gabriel no termina de ser todo lo interesante que debería, y se resuelve en un último episodio que a veces resulta monótono. Incluso hay una subtrama en la que los protagonistas intentan que sus vecinas Maggie (Maggie Service) y Nina (Nina Sosanaya), dos actrices que ya habían aparecido en otros papeles en la primera temporada, tengan una relación amorosa, lo que a veces recuerda a la primera temporada de Miracle workers (Movistar+, 2019-), que estrena la cuarta dentro de unas semanas en Warner TV. Pero Good omens sigue siendo una serie entretenida que consigue introducir en su propia esquizofrenia narrativa algunos de sus mejores logros. Prime Video, 2 de agosto
EE.UU., 2023 - 8 x 30'
Creada por Lee Eisenberg, Gene Stupnitsky
Dirigida por Jake Szymanski
Emmy '23: 4 nominaciones
La tendencia progresiva de las grandes empresas de streaming es la de contar con un canal FAST alternativo, un servicio de transmisión gratuito con publicidad que les permita mantener un amplio catálogo y rentabilizar mejor las suscripciones de los usuarios de la plataforma principal. En el caso de Amazon, tras la adquisición de la base de datos IMDb, lanzó el canal IMDb TV que posteriormente ha renombrado como Amazon Freevee, que solo disponible en Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda, pero que desde 2022 también se ha lanzado en Reino Unido, Alemania y Austria. Al mismo tiempo, estos canales no parecen estar destinados a ser solo receptores de contenidos cuya vida comercial ya está cubierta, sino que también han comenzado a realizar producciones propias. Algunas de las últimas que ha estrenado Amazon Freevee en Estados Unidos, como
Primo (Amazon Freevee, 2023-), han conseguido buenas críticas y realmente son producciones que merecen estar presentes en las plataformas principales.
El jurado (Prime Video, 2023-), que Prime Video España incluyó en su catálogo el 30 de julio, para eliminarla y recuperarla el 2 de agosto, todo ello sin promoción alguna, se centra en la composición de un jurado popular para el juicio por una demanda civil. En tono de comedia, recrea el proceso de selección de los miembros que formarán parte del jurado, el juicio posterior y las deliberaciones y convivencia entre los componentes del jurado, que teóricamente están siendo grabadas para un documental. Pero la particularidad principal es que todos los participantes son actores, excepto el protagonista Ronald Gladden, quien piensa que está en una situación real.
Por supuesto, la mayor parte de los personajes son bastante extravagantes: Todd (David Brown) está obsesionado con todo tipo de aparatos tecnológicos, a cual más inútil; Barbara (Susan Berger) se suele quedar dormida en el transcurso de los juicios, y para solventar el problema solo se le ocurre tomarse unas galletas de marihuana; Noah (Mekki Leeper) es un joven inseguro que tiene dudas sobre si su novia le está engañando después de haber visto unas fotografías sospechosas en su cuenta de Instagram; el juez Alan Rosen (Alan Barinholtz) se enfrenta al último juicio de su carrera, el abogado Lonnie Coleman (Ishmel Sahid) es posiblemente el peor abogado del mundo, e incluso el actor James Marsden se interpreta a sí mismo pero en una versión especialmente gilipollas de una estrella de Hollywood. A este tipo de personajes se le unen situaciones tan absurdas que muchas veces es difícil de creer que el engañado no sospeche nada. Pero la técnica de la acumulación de situaciones extrañas para impedir que el protagonista pueda asimilarlas completamente está hábilmente utilizada, e incluso en algunos momentos en los que parece que todo resulta demasiado absurdo, el equipo de guionistas e intérpretes, en contacto mediante audífonos, tienen la capacidad de ralentizar el ritmo acumulativo. El episodio El veredicto (T1E8), que es una explicación del rodaje, desvela que ha habido otras muchas situaciones creadas alrededor de Ronald Gladden que se han eliminado del montaje final, y a las que se hace referencia en los episodios audio comentados, como la explicación del supuesto accidente del juez Alan Rosen (Alan Barinholtz), para el que se tenía preparada una subtrama que se eliminó a última hora porque se consideró que resultaría poco creíble.
El principal mérito de los creadores Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky, que provienen del equipo de guionistas de The office (SkyShowtime, 2005-2013) es haber conseguido un protagonista especialmente receptivo y sobre todo con una personalidad colaborativa y amable con sus compañeros, de forma que muchas de las situaciones más extravagantes son recibidas con solidaridad. Pero la virtud esencial de la serie es la forma en que, conforme se desarrolla la temporada, consigue dejar de centrarse en las reacciones de Ronald como elemento principal de la comicidad para convertirlo en un protagonista más de lo que acaba siendo una muy divertida comedia de situación. De hecho, El jurado fue concebida en principio como una tradicional sitcom en formato falso documental, pero con un guión cerrado, lo que ha sido reconocido con una nominación al Emmy en la categoría de Mejor Guión para Mekki Leeper, que también interpreta al personaje de Noah, por el episodio Ayuda ineficaz (T1E5), además de otras tres nominaciones como Mejor Serie de Comedia, Mejor Actor secundario (James Marsden) y Mejor Reparto. Estas nominaciones han sentado un precedente en la historia de los Emmy porque es la primera vez que una producción de una plataforma AVOD (gratuita con anuncios) consigue ser nominada en la categoría de Mejor Serie. Lo que comienza como una especie de inocentada logra que la mirada del espectador se enfoque en las situaciones en vez de en el protagonista, hasta el punto de que a veces surgen dudas sobre si Ronald Gladden no es también un actor que interpreta a un supuesto personaje real. Pero sobre todo consigue ser una de las comedias más divertidas de este año.
SkyShowtime 4-25 de agosto
Estados Unidos, 2023 - 8 x 25'
Creada por Pete Davidson, Judah Miller, Dave Sirius
Dirigida por Jason Orley, Oz Rodríguez
Pete Davidson es uno de esos personajes cuyo nombre suena pero al que apenas podemos situar en ningún proyecto importante, una proyección que proporcionan los medios de Hollywood incluso para aquellos que han acabado lastrando sus méritos como artista a base de aparecer en la prensa del corazón por sus escándalos y sus amantes famosas. En cierta medida, se podría decir que él representa al novio que ningún padre querría para su hija, lo que ya se reflejó en la película El rey del barrio (Judd Apatow, 2020), una especie de versión cinematográfica basada en su propia experiencia, que intentaba presentarle como un gamberro simpático. En cierta manera, Bupkis (SkyShowtime, 2023) se puede considerar como una continuación de aquella película en un universo paralelo, tan consciente de ello que incluso Edie Falco, que interpreta a su madre, hace una referencia a aquella en Crispytown (T1E4): "Soy la reina de State Island. Marisa Tomei me interpretó en una película". Digamos que El rey del barrio estaba protagonizada por un personaje de ficción, Scott (Pete Davidson), que representaba su etapa anterior a la aparición en Saturday Night Live (NBC, 1975-) que le hizo famoso y en la serie ya se presenta con su nombre y con el nivel de fama que ha adquirido, incluido su séquito de amigos inseparables y tóxicos, que recuerda a la serie Entourage: El séquito (HBO Max, 2004-2011). Cada episodio comienza con una advertencia leída por Stacy Keach en la que se indica que los personajes están basados en la realidad pero han sido alterados para la ficción. Pero la serie aborda los temas que ha venido tratando el propio Pete Davidson en su vida real, con referencias a sus adicciones y sus problemas mentales, especialmente en el episodio Show me the way (T1E8), rodado en blanco y negro, sobre su ingreso en una clínica de desintoxicación.
Al tratarse de una serie que dedica cada episodio a un aspecto diferente de la vida del Pete Davidson de ficción, hay diferencias notables entre ellos, algunos absolutamente locos como Crispytown (T1E4), una especie de versión exagerada de por qué al actor le resulta difícil cumplir con sus compromisos, creando una trama que directamente parodia a la saga Fast & Furious, o el surrealista ISO (T1E6) en el que debe pasar una Navidad en Canadá participando en una superproducción en la que teóricamente comparte escena con Brad Pitt, y acaba metido en una historia de alucinación que al mismo tiempo parece hacer referencia a sus breves apariciones en películas taquilleras como El escuadrón suicida (James Gunn, 2021) o Transformers: El despertar de las bestias (Steven Caple, Jr., 2023). Hay que reconocer a Pete Davidson su gusto por los actores clásicos, lo que permite que en su serie podamos recuperar a Edie Falco como su madre, Joe Pesci como su abuelo o Steve Buscemi como un párroco de su infancia, además de los cameos de personajes interpretándose a sí mismos como Jon Stewart, Al Gore, Ray Romano, John Mulaney o Paul Walter Hauser. Particularmente destacado es el episodio retrospectivo Do as I say, not as I do (T1E2) que muestra su infancia y que establece la relación entre Uncle Tommy (Bobby Canavale) y el joven Pete (Preston Brodrick).
Quizás a Bupkis le falta tener una definición más clara sobre qué es lo que quiere decir, más allá de mostrar algo aproximado a lo que podría ser la vida de Pete Davidson, incluidos sus evidentes referentes de la cultura popular, como Magic moment (T1E1), una de cuyas escenas Peacock en estados Unidos y SkyShowtime en Europa han pedido a los medios de comunicación que no sea mencionada (hay otras escenas que se ha pedido evitar spoilear "para dar a los espectadores suficiente tiempo para experimentar el impacto total de la historia a medida que se desarrolla") pero justamente son el tipo de escenas que podían tener gracia en una película de estudiantes de los años ochenta, pero que no terminan de funcionar en la serie. Pero incluso en sus episodios más fallidos, Bupkis, que ha sido renovada para una segunda temporada, consigue mantener una cierta cohesión, se adentra en algunos temas relevantes y acaba resultando mucho más interesante de lo que puede parecer en el primer episodio.
Disney+, 16 de agosto
EE.UU., 2023 - 10 x 30'
Creada por Christopher Storer
Dirigida por Christopher Storer, Joanna Calo, Ramy Youssef
Unos días antes de que el sindicato WGA convocara la huelga de guionistas, el periódico The New Yorker publicaba un reportaje titulado "
¿Por qué los escritores de televisión son tan miserables?"
(The New Yorker, 29/04/2023), en el que se describían algunos casos significativos en torno a la experiencia de algunos guionistas asalariados que han trabajado en series destacadas. Uno de los más impactantes era el de Alex O'Keefe, un joven guionista de 28 años que se había incorporado a la primera temporada de
The bear (Disney+, 2022-), y que acudió a la ceremonia de los premios del sindicato WGA, en los que ganó como Mejor Serie de Comedia, con su cuenta bancaria en negativo y una pajarita prestada. Alex O'Keefe trabajó como Staff Writer, una figura que forma parte de la sala de guionistas (cada vez más sustituida por videoconferencias por Zoom) pero participando solo en la lluvia de ideas y en el desarrollo de los personajes, aunque sin escribir directamente los guiones. Se trata de un ejemplo significativo de cómo el éxito de una serie no garantiza el éxito profesional. En cierta manera, el caso de este joven escritor que se encontró con el lado menos brillante del negocio de la televisión, tiene cierto paralelismo con la propia historia de Carmy (Jeremy Allen White), que vivió la experiencia brillante de un restaurante con estrellas Michelin en el que el Jefe de Cocina le trataba como una mierda. La construcción del nuevo restaurante como la trama principal de esta segunda temporada, refleja el crecimiento como profesionales de los diferentes personajes que rodean al protagonista. De hecho, el enfoque ahora tiene una perspectiva más de conjunto, con algunos episodios monográficos sobre personajes concretos.
La segunda temporada de
The bear consta de diez episodios en vez de ocho, básicamente porque le sobran dos, que caen en los tópicos que la serie supo evitar en la primera temporada. Porque el aspecto gastronómico no es lo más interesante de la historia, sino que funciona como un trasfondo importante que define a los personajes en su contexto, pero sin que tuviera un protagonismo esencial en la primera temporada. Por el contrario, hay dos episodios en esta segunda temporada que parecen sacados de
Chef's table (Netflix, 2015-2019): en
Sundae (T1E3), la sous chef Sidney (Ayo Edebiri), que sigue siendo el personaje más básico, por mucho que ahora se introduzca la figura paterna, recorre conocidos restaurantes de Chicago para inspirarse. Lo más interesante es una referencia a los negocios de restauración que han tenido que cerrar debido a la pandemia, lo que dibuja una sombra de incertidumbre sobre la idea de abrir un nuevo restaurante. En
Honeydew (T1E4), Marcus (Lionel Boyce) viaja hasta ¿¡Dinamarca!? para aprender repostería con el chef Luca (Will Poulter) y al final acaba aprendiendo a hacer
kanelboller (rollos de canela). Es cierto que se trata sobre todo de un tratamiento de desarrollo y crecimiento del personaje, pero lo mejor del episodio, curiosamente dirigido por Ramy Youssef, creador y protagonista de la serie
Ramy (MGM+, 2019-) producida también por Christopher Storer, es ese extraño momento en el que recibe un abrazo de un hombre accidentado. Hay otros desarrollos poco convincentes, como la epifanía de Richie (Ebon Moss-Bachrach) en el episodio
Forks (T2E7), cuando realiza una semana de formación en un restaurante de lujo ficticio, rodado en realidad en el restaurante Ever, con dos estrellas Michelín, y con una invitada sorpresa que ya es menos sorpresa porque en las fotos de promoción está incluida. Pero los esfuerzos y el arco de personajes como la entrañable Tina (Lisa Colón-Zayas) a lo largo de la temporada siempre nos conquistará.
Quizás lo más decepcionante de la propuesta de Christopher Storer es una cierta autoconsciencia de trascendencia que acaba perjudicando a su propio desarrollo. Por eso, frente a la soltura con la que el plano secuencia de Review (T1E7) lo convirtió en uno de los mejores episodios del año, la construcción del caos en Fishes (T2E6) se siente algo más forzada, especialmente al comienzo de un episodio que dura una hora y que, efectivamente, vuelve a ser uno de los mejores que se han hecho este año. Y sobre todo demuestra que cuando The bear se centra en Carmy y sus traumas familiares, la serie alcanza niveles estratosféricos de calidad. Por eso, resulta innecesario que haya tantas estrellas invitadas en una serie que no las necesita realmente, y que se alimenta mejor con actores solventes como el inmenso Oliver Platt que con caras populares de la televisión y el cine. No es que deje de ser un placer que la reunión navideña de la familia Berzatto esté formada por rostros conocidos, pero se siente como una distracción innecesaria. En todo caso, la dirección de Christopher Storer es de nuevo notable, y Jon Bernthal vuelve a tener su momento de gloria como Michael, pero sobre todo hay un trasfondo de melancolía depresiva que hace entender por qué Carmy tiene la extraña tendencia a autodestruir su propia felicidad, y también contextualiza la personalidad de su hermana Sugar (Abby Elliott), que es el gran personaje de esta segunda temporada. The bear sigue brillando aunque a veces parezca demasiado consciente de su éxito con recursos innecesarios, y el estreno de su segunda temporada en el período de votaciones de los Emmy parece una estrategia bien pensada para beneficiar a las 13 nominaciones que ha conseguido la primera temporada.
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Películas mencionadas:
Aquello que amamos se puede ver en Filmin.
Un atardecer en la Toscana se puede ver en Movistar+.
1917 se puede ver en HBO Max, Movistar+, Netflix, Prime Video y Tivify.
El banquero de la resistencia se puede ver en Netflix.
J.F.K.: Caso abierto se puede ver en AMC+, Disney+, Movistar+ y Pluto TV.
Todos los hombres del presidente y Trainspotting se pueden ver en Movistar+.
Spotlight y Mad Max se pueden ver en HBO Max.
María Antonieta se puede ver en Movistar+ y Netflix.
El precio del poder se puede ver en Filmin, Movistar+, Netflix y SkyShowtime.
Oslo, 31 de agosto se puede ver en MUBI.
Spun se puede ver en Filmin y Plex.
Deadpool se puede ver en Disney+.
El escuadrón suicida se puede ver en HBO Max y Movistar+.
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