A lo largo de esta semana nos seguimos acercando a la programación del Festival de Locarno que se ha celebrado hasta el 12 de agosto, y cuya selección ofrece una panorámica interesante sobre un tipo de cine que arriesga aunque no siempre acierte. La temática común en las películas que comentamos en esta ocasión tiene que ver con la construcción de realidades ficticias, y en algunos casos está directamente relacionada con los periodos vacacionales que muchos han experimentado durante las últimas semanas, conformando un retrato muy certero sobre la falsa felicidad, pero también cuestionando el sentido de identidad.
AnimalSofia Exarchou, 2023 | Competición Internacional | ★★★★☆Locarno FF '23: Pardo Award Mejor Interpretación (Dimitra Vlagopoulou) |
El turismo es uno de los sectores en los que mejor se representan las flaquezas del capitalismo, porque supone la construcción de un espacio de irrealidad que se sostiene sobre los peores reflejos de la explotación laboral. En su segunda película, la directora Sofia Exarchou (1979, Grecia) se centra en un grupo de animadores en el Hotel Mirage, uno de esos complejos para turistas de "todo incluido" que necesita mantener a sus clientes entretenidos y ocupados todo el tiempo. Como si se tratara de una troup de circo que convive durante varios meses, este grupo tiene establecidos grados de veteranía dentro de sus componentes, y una de las que más tiempo ha permanecido en él es Kalia (Dimitra Vlagopoulou), que utiliza su capacidad multidisciplinar para guiar a los animadores junto al maestro de ceremonias Simos (Ahilleas Hariskos), con el que mantiene una relación llena de altibajos pero siempre abierta a otras posibilidades. La directora aborda uno de los principales ejes de la actividad económica griega para mostrarnos su reverso, el lado menos amable y lujoso, pero sin que su enfoque sea solo una crítica al turismo de masas, sino más bien una reflexión sobre la sociedad capitalista y una alegoría sobre las máscaras que adoptamos dentro de la sociedad. En el caso de la protagonista, ese disfraz es real, tiene la sonrisa de una alegría falsa y la fastuosidad colorista de un espectáculo vacío. Es un planteamiento que parece seguir el de su debut, Park (2016), también protagonizado por Dimitra Vlagopoulou, que reflejaba los restos de lo que había quedado diez años después de la fastuosidad de la Villa Olímpica de Atenas para los Juegos de 2004. Sofia Exarchou se detiene en los números musicales y las actuaciones teatrales, retratados a través de la fotografía de Monika Lenczewska, que se acerca a los cuerpos (parte de los componentes secundarios del grupo provienen de la danza), transmitiendo una fisicidad que es tan sexual como la propia Kalia en sus encuentros con algunos turistas a los que nunca volverá a ver.
La historia se cuenta a partir de la relación entre ella y Eva (Flomaria Papadaki), una especie de traspaso de los conocimientos entre la veterana y la recién llegada, y a través de la mirada de esta última se establece la conexión con el espectador, el descubrimiento progresivo del trabajo diario y la relaciones entre los animadores. Pero también es una contraposición de cierta inocencia principiante frente al cansancio y la decepción. Cuando Eva le cuenta a Kalia que ha tenido un sueño, ella le responde que ya ni siquiera es capaz de soñar. La directora utiliza con inteligencia a estos dos personajes para representar dos puntos de vista diferentes en una comunidad que trabaja para construir paraísos artificiales. Esta mirada adquiere mayor interés cuando se enfoca también en una niña de 10 años, que ha nacido dentro de ese grupo y que no conoce otro mundo, como la infancia de los jóvenes artistas que nacían en los circos. Y practica la ambigüedad a través de este triple encuentro generacional, como si las tres pudieran ser en realidad la representación de un mismo personaje. Dimitra Vlagopoulou, merecido premio de interpretación, construye a Kalia a partir del agotamiento, y se muestra especialmente carnal en el reflejo del colapso al que se encamina. Después de nueve años trabajando en el mismo hotel, ella simboliza la ofuscación psicológica del estancamiento.
Animal (Sofia Exarchou, 2023) tiene una cierta tonalidad de documental, especialmente durante las representaciones musicales y teatrales del grupo, de las que la más representativa es una especie de parodia de marionetas en la que los actores están manejados por otros actores, creando una realidad falsa en la que ni siquiera ellos tienen el control sobre sus propios cuerpos. Para Kalia, el problema surge cuando trata de escapar de ese mundo, cuando intenta representar el papel de una turista más y se inventa su propia realidad, que al final es tan falsa como la que representa cada noche. En el karaoke del hotel, Kalia canta "Puedo bailar, bailar toda la noche", la letra de la canción "Yes Sir, I can boogie" (1977) que el dúo español Baccara convirtió en un éxito en toda Europa, desde una España que también comenzaba a escapar de su realidad.
Hay similitudes entre la película anterior y este documental que también aborda el turismo desde el backstage. Con un comienzo que recuerda a la película Rimini (Ulrich Seidl, 2022), cuyo protagonista pasaba los días como cantante venido a menos en una zona vacacional del Mar Adriático, la propuesta de los realizadores Julia Gutweniger (1988, Italia) y Florian Kofler (1986, Italia) se enfoca en los trabajadores que ponen en marcha cada año la temporada de turismo en la costa adriática, a través de imágenes rodadas entre las localidades de Lignano Sabbiadoro y sobre todo Riccione, en la provincia de Rimini, de donde se muestran las imágenes de las amplias longitudes de playa que son literalmente invadidas y privatizadas por cientos de hamacas que acogen a un ejército de turistas. El turismo está masificado en esta región donde solo en la ciudad de Riccione existen 650 hoteles, y todavía se conserva la villa que compró Benito Mussollini como su residencia de verano. La intención de los directores no tiene como objetivo demonizar a los turistas, sino principalmente mostrar la actividad de los miles de trabajadores que cada temporada desempeñan todo tipo de labores para crear este espacio lúdico y en cierta manera irreal.
Vista Mare (Julia Gutweniger, Florian Kofler, 2023), que ha tenido su estreno mundial en Locarno, utiliza una estructura circular que comienza algunas semanas antes de la temporada turística y termina justo después de que ésta finaliza. El paisaje marítimo cambia de aspecto de forma radical, mientras las playas se limpian y preparan para la invasión de hamacas, los animadores de los hoteles ensayan los espectáculos que se interpretarán durante meses, o los socorristas llevan a cabo su preparación. Precisamente el origen de esta película fue una instalación de video que se centraba en el trabajo de socorristas italianos, lo que acabó desembocando en una propuesta más amplia en torno a la temporada turística. Los directores utilizan generalmente planos estáticos grabados con trípode que muestran una cuidada composición a través de la que se refleja el ambiente caótico de las cocinas o la equilibrada disposición de las sombrillas en la arena. No hay diálogos excepto los que se escuchan de forma espontánea, ni tampoco entrevistas, estableciendo un punto de vista de observador. En contraste, sin embargo, las imágenes tomadas desde la lejanía o en planos cenitales muestran la naturaleza masificada del turismo, el dibujo cuadriculado de los hoteles y la condición invasiva de los turistas, mientras es en estos planos generales en los que la música etérea y minimalista de Gabriella Gordillo (1986, México), compositora mexicana afincada en Viena, aporta un carácter de ensoñación casi futurista.
Julia Gutweniger y Florian Kofler no renuncian a la representación de esa realidad falsa que se construye en los lugares vacacionales, como cuando muestran un canal de Venecia recorrido por una góndola, para seguidamente enfocar el lado opuesto, los pasillos de cartón piedra de las maquetas que reflejan el carácter ficticio del espacio. En las calles de la ciudad, lo suficientemente alejadas de las playas, la otra realidad se representa a través de las protestas de un grupo de trabajadores que denuncian los contratos basura, la inestabilidad laboral, los salarios escasos y las largas jornadas de trabajo que se esconden detrás de las ofertas turísticas. "Estamos aquí para presentarles el país real", grita uno de los manifestantes. El final de la temporada descubre la progresiva desaparición de las huellas de los turistas, "Tutti a casa", dice uno de los trabajadores de un hotel a través de los walkie-talkies. La playa recupera su belleza natural y su soledad hasta que vuelva a ser invadida el próximo verano.
Presentada en la Inauguración del Festival de Locarno, que se celebra en la Piazza Grande, una hermosa plaza en el centro de la ciudad que se convierte en un cine al aire libre con una capacidad para 8.000 espectadores, la proyección del cortometraje Dammi (Yann Mounir Demange, 2023) también sirvió para que el festival reconociera a su protagonista, Riz Ahmed, con el Premio Davide Campari a la Excelencia, dedicado a aquellos artistas cuyas trayectorias han dejado huella en el cine contemporáneo, aunque el actor no lo recogió en solidaridad con la huelga de actores de Hollywood. Este premio lo han conseguido anteriormente actrices españolas como Carmen Maura (2007) y Victoria Abril (2013). El cortometraje, que ha sido seleccionado para la sección Oficial del Festival de Toronto, propone un viaje experimental en torno a la identidad, o mejor dicho a la falta de identidad, con un marcado tono autobiográfico. El personaje principal se llama Mounir (Riz Ahmed), que es el segundo nombre del director Yann Mounir Demange, conocido sobre todo por dirigir la serie Top boy (Netflix, 2011-2023), y como él es un descendiente de franco-argelinos quien, tras residir en Londres, regresa a París para encontrarse con las raíces de sus orígenes. Cuando su familia se trasladó a Londres, de alguna manera dejó la huella de su propia identidad en Francia, incluso dejando atrás su nombre ("antes me llamaba Mounir"), un efecto de borrado de la propia persona. "No tengo miedo. Pero no puedo soportar que digas palabras complicadas. Eres tú quien tiene miedo. Te escondes detrás de tu educación, de tu cultura".
El reencuentro con su padre parece fruto de una ilusión, envuelto en una aventura nocturna en la que no se siente integrado en las calles de París, mostrada como una ciudad fantasmagórica, como una realidad alternativa en la que se mezcla el pasado con un presente que se asemeja a una ensoñación. Dammi se representa como si se tratara de un sueño del protagonista, pero que tiene profundas raíces en la pérdida de identidad impuesta por su familia. "¿Superaré la vergüenza? ¿Qué quieres decir con eso? Es fácil para ti decirlo: 'Yo soy el árabe que se quedó, tú eres el árabe que se fue'. Nunca tuve elección". En este viaje de tono surrealista, Mouni encuentra a Hafzia (Souheila Yacoub), una joven de origen argelino que le muestra otro tipo de conexión con las raíces identitarias. "Detrás de París, está Argel", le dice ella. La ciudad se convierte en el punto de encuentro entre el origen y el destino, entre el pasado y el presente, pero también en el centro del conflicto interior del protagonista. La película tiene una puesta en escena estilizada y atmosférica, tanto que desprende una cierta tonalidad a spot publicitario, y de hecho se trata de una producción de la marca de moda francesa AMI París, que al final acaba desequilibrada entre lo personal y lo publicitario. AMI Paris, siglas del director creativo Alexandre Mattiussi, suele conectar sus lanzamientos de temporada con el mundo del cine. La colección primavera-verano 2022 se promocionó con la pieza audiovisual Reunion (2022), dirigida por la realizadora danesa afincada en Nueva York Sandra Winther. Esta pieza de danza, protagonizada por dos miembros de la Ópera de París, Letizia Galloni y Simon Le Borgne, se rodó en las ruinas del pueblo viejo situado junto a la ciudad zaragozana de Belchite.
Camping du lacÉléonore Saintagnan, 2023 | Cineasti del presente | ★★★★☆Locarno FF '23: Premio Especial del Jurado CINÉ+ |
Hay en el primer largometraje de la artista Éléonore Saintagnan (1979, Bélgica) un carácter lúdico que acaba resultando fascinante. La directora, guionista y protagonista ofrece una propuesta divertida que mezcla leyendas con relatos literarios, que une la ficción con el documental para construir una película que se mueve cómodamente en ese terreno de la fantasía mientras reflexiona sobre algunas obsesiones de nuestra sociedad. La protagonista es Éléonore (Éléonore Saintagnan), quien decide conducir su coche por la región de Bretaña para llegar al mar, hasta que sufre una avería y se ve obligada a permanecer durante varios días en un cámping situado junto al lago Guerlédan. Este lugar, donde la propia directora estuvo viviendo durante un año para conocer a sus habitantes, es un espacio al mismo tiempo relajado y extraño, en el que se pueden encontrar elementos que parecen no pertenecer a él, como la estatua de un indio, y en el que habitan personajes curiosos que provienen de las ciudades y han acabado permaneciendo allí casi por inercia. De alguna forma, son todos foráneos que sin embargo conforman una especie de estabilidad familiar. Algunos de ellos forman parte de la película con su propio nombre, y la propia narradora/directora nos cuenta sus historias, como Wayne (Wayne Standley), un hombre procedente de Ohio del que se dice que tiene una hija en Norteamérica a la que no ha visto en 25 años. En otros se subvierte su identidad, como la cantante transgénero Anna Turluc'h, quien interpreta a Louise, una mujer cisgénero que decidió dejarlo todo para dedicarse a cuidar gallinas.
Camping du lac (Éléonore Saintagnan, 2023) refleja lo cotidiano pero envuelto en historias mitológicas, creando una realidad tan honesta como ficticia. La directora decidió mezclar dos relatos para construir su propia mitología. Por un lado, toma del escritor Russell Banks (1940, Massachussets) el cuento The fish, una parábola sobre la codicia ambientada en Vietnam que el escritor norteamericano incluyó en su libro Success stories (1996). Reconocido como uno de los grandes autores de las últimas décadas, algunas de las novelas de Russell Banks han sido adaptadas al cine como Aflicción (Paul Schrader, 1997) y El dulce porvenir (Atom Egoyan, 1997). Pero esta historia se mezcla con la leyenda en torno a Corentino de Quimper, un santo de Bretaña del que se cuenta que alimentó al rey Gradlon y su cortejo cuando se perdieron en el bosque con un solo trozo de un pez milagroso que se regeneraba a sí mismo, una referencia a la multiplicación de los alimentos en la religión cristiana. Estos dos relatos se unen en una historia sobre un pez gigante que los habitantes del lago Guerlédan piensan que se encuentra en sus profundidades. "Nadie lo ha visto, pero nadie ha demostrado que no exista", dice Éléonore Saintagnan en su narración. De esta forma, la película se transforma desde una descripción costumbrista de la cotidianidad para ir introduciéndose gradualmente en el terreno de la fábula con mensaje ambientalista, sobre todo cuando el municipio convierte la leyenda en torno al pez en una atracción turística, como el monstruo del Lago Ness. En Camping du lac la narración cambia a partir de la incorporación de elementos nuevos creando un sentido de irrealidad, lo que termina haciéndola mucho más atractiva. Es algo así como un cuento que va re-elaborándose conforme se introducen cada vez más elementos procedentes de la imaginación, como un animal vivo que se adapta a su entorno.
No hay nada como el entorno familiar para describir las falsas realidades, especialmente cuando una reunión al final del verano es aprovechada para tomar la foto navideña que se enviará unos meses después, reflejando la "felicidad" de la familia. Esta costumbre, que parece especialmente popular en el Sur de los Estados Unidos, es usada por la directora Lucy Kerr (1990, Texas) para crear una película que en la superficie parece tratar temas sencillos sobre las relaciones que se establecen en estos encuentros, pero cuya forma y sentido estético la convierten en una historia intrigante en la que hay elementos que nos invitan a pensar que las imágenes proceden de algún tipo de sueño. Es especialmente acertada la contraposición de la imagen y el sonido, que muestra y expresa dos sensaciones diferentes. La película comienza con una secuencia trivial el jardín con los protagonistas jugando en un entorno de despreocupación que es roto por el sonido apagado y sordo, que no permite distinguir los diálogos. A través de este inicio, la directora sostiene el tono de inquietud que permanece constante, sobre todo a partir de un acontecimiento posterior que cambiará todo. Dentro de esta armonía que evidencia una tensión soterrada, los dos personajes que encajan con mayor dificultad son Katy (Deragh Campbell) y su novio Olek (Chris Galust), quienes tratan de aligerar la agrupación de la familia para tomar la foto porque él debe estar en el aeropuerto para recoger a su madre rusa. Es el elemento de estrés más evidente en la primera parte de la película, pero se encuentra con una especie de reticencia indiferente del resto de la familia a estar todos juntos.
Cuenta la directora Lucy Kerr que una de sus inspiraciones ha sido El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962), especialmente en la idea de un objetivo que nunca se alcanza. Mientras en aquella los invitados a una cena no podían marcharse, en ésta la postal navideña parece imposible de realizarse. La desaparición repentina de la madre, de la que solo Kity parece sentirse realmente preocupada, aporta otra atmósfera perturbadora de irrealidad, acrecentada por la noticia de la muerte de un pariente cercano que parece estar relacionada con el Covid-19 en su etapa temprana. Family portrait (Lucy Kerr, 2023) se recrea en los fuera de campo y evita una narrativa tradicional para construir planos en los que a veces es más importante lo que no se dice y lo que no se muestra. Buena parte de las composiciones en planos estáticos están creadas a partir de una acción principal y otras acciones secundarias que se producen al fondo, de forma que a veces el espectador siente más curiosidad por lo que ocurre detrás que por lo que pasa delante. Es una forma sutil de expresar la esencia de la película, en la que el subtexto prevalece sobre el texto, lo soterrado evidencia su naturaleza anormal, aunque a veces su exposición resulte demasiado obvia, como cuando el padre, Charles (Robert Salas), habla sobre la escasa fiabilidad de la imagen mientras contempla una fotografía que nunca vemos. En otro momento, la cámara se detiene en un plano fragmentado del cuello de Olek mientras se escucha una conversación en primer término.
Esta ruptura de la imagen es habitual en la película, pero se sustituye por una planificación más apresurada cuando Katy busca a su madre por la laberíntica casa mientras es seguida por una steadicam, en movimientos que tienen una cadencia de coreografía, la disciplina en la que Lucy Kerr ha trabajado anteriormente con proyectos como Site of passage (2022) que estrenó en el Festival de Marsella (FID). El trabajo de Deragh Campbell, co-guionista y protagonista de Anne at 13.000 feet. (Kazik Radwanski, 2019) es notablemente preciso en la ambigüedad de la representación de su obsesión por encontrar a su madre, en un tercer acto que acentúa el tono de ensoñación. Hay en la historia una sensación de tiempo detenido, una especie de paréntesis (quizás de tregua) cuya superficie está arañada por reproches y tensiones escondidas, y tiene algo de ese retrato familiar herido que suele hacer la directora Lucrecia Martel en sus películas. Family portrait funciona mejor en lo sutil que en lo evidente, como en esa descripción de una familia sureña republicana a través de los libros y las referencias que se muestran de soslayo, lo cual también puede explicar la incomodidad de Katy y su novio ruso. Pero más allá de ser un simple reflejo de las dinámicas familiares, la película funciona en múltiples planos que hablan sobre la dificultad de afrontar cambios relevantes y amenazas invisibles.
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Películas mencionadas: Park, Rimini y El dulce porvenir se pueden ver en Filmin.
Aflicción se puede ver en Filmin y Prime Video.
El ángel exterminador se puede ver en FlixOlé.
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