11 mayo, 2022

DOK.fest 2022 - Parte 1: Asumiendo riesgos

Durante la pandemia del coronavirus muchos festivales cambiaron su formato para sustituir lo presencial por lo digital, lo que provocó en la mayor parte de los casos un aumento considerable del número de espectadores, que podían tener acceso al contenido geobloqueado pero desde cualquier zona del país donde se celebraba. De forma que incluso festivales más modestos acabaron superando la cantidad de visionados que solían tener otros mucho más grandes, empeñados (casi obligados) a mantener su formato presencial con las restricciones necesarias. Pero se planteó una interesante cuestión sobre si los festivales de cine son solo espacios de encuentro entre los cineastas y los espectadores, o son principalmente lugares de difusión de películas. Y colocó en un mismo plano el trabajo más callado de descubrimiento con la parafernalia de las alfombras rojas. Casi superada la pandemia, los organizadores de algunos festivales han decidido apostar por una fórmula híbrida, que ofrece la oportunidad de asistir de forma presencial, pero también de visionar las películas online. Un formato que en cierta manera coloca las bases sobre un planteamiento de futuro en el que destacan las películas por encima de todo, y que obliga a una refundación de la verdadera función de los festivales cinematográficos. Esa es la fórmula elegida por DOK.fest, el Festival de Cine Documental de Munich, el más grande de Alemania, que se celebra en su formato tradicional entre el 4 y el 15 de mayo, y en formato online del 9 al 22 de mayo. 

En esta edición, DOK.fest tiene como país invitado a España, al que el programa del festival llama "nuestro desconocido vecino del suroeste", con una selección que cuenta con la colaboración de Docsbarcelona y el apoyo de Acción Cultural Española (AC/E), programando en la sección DOK.guest Spain cinco documentales recientes entre los que se pueden ver Magaluf Ghost Town (Miguel Ángel Blanca, 2021), Altsasu (Marc Parramon Bori, Amets Arzallus Antis, 2021) o Sedimentos (Adrián Silvestre, 2021). El enfoque principal de las películas elegidas se centra en una mirada política y social hacia la realidad española, en muchos casos como consecuencia del pasado. Y de hecho la sección Retrospektive también está dedicada a nuestro país, con películas que abordan precisamente la larga sombra de la dictadura, entre las que se encuentran El año del descubrimiento (Luis López Carrasco, 2020), La causa contra Franco (Lucía Palacios, Dietmar Post, 2018), La promesa de Franco (Marc Weymuller, 2014) y los clásicos El desencanto (Jaime Chávarri, 1976) y Morir en Madrid (Frédéric Rossif, 1963). Curiosamente, sin embargo, este año no hay ninguna película española seleccionada en las secciones competitivas. 

INAUGURACIÓN

DOK.fest y Docsbarcelona, que se celebra entre el 18 y el 29 de mayo, coinciden en la película inaugural, la muy solicitada Navalny (Daniel Roher, 2022), ganadora del Premio del Público en Sundance, de una Mención especial en Seattle y del premio al Mejor Documental en Cleveland, y seleccionada a competición en CPH:DOX. En el Festival de Sundance, la participación de la película se mantuvo en secreto hasta un día antes de su proyección, en parte debido a las posibles consecuencias que pudiera tener su invitación a la muestra, pero también como parte de una inteligente campaña de marketing aprovechando la controversia de su protagonista, el opositor ruso Alexei Navalny. De hecho, cuando la película se programó en Sundance aún no había comenzado la ocupación rusa de Ucrania, por lo que su estreno el pasado mes de abril en CNN y HBO Max tuvo una significación especial. Hay que decir, para contextualizar, que Alexei Navalny actualmente está en prisión, condenado primero a dos años y medio de cárcel por evasión fiscal y sometido a un nuevo juicio que le declaró culpable de estafa, condenándole el pasado mes de marzo a otros nueve años de prisión, el tiempo suficiente para dejar de ser una molestia para el Kremlin. 

DOK.fest Munich - Navalny

Pero la película se centra en los acontecimientos ocurridos entre 2020 y 2021, principalmente en torno al atentado contra su vida que sufrió cuando viajaba en un avión, donde fue envenenado con el agente nervioso Novichok, aunque un aterrizaje de emergencia y su traslado inmediato a un hospital consiguió salvarle la vida. Daniel Roher (1993, Canadá) comenzó a rodar cuando el abogado y político se recuperaba del envenenamiento en Alemania, con la fortuna de asistir a la investigación que realizó posteriormente y que demostró que en el atentado habían estado implicados agentes contratados por la FSB, el servicio secreto ruso. De forma que Navalny se convierte en un thriller que acompaña todo este proceso, hasta el regreso del político a Rusia en enero de 2021, donde fue arrestado en el mismo aeropuerto. Es una historia atractiva, que pone de manifiesto el totalitarismo que ejerce Vladimir Putin frente a sus opositores y confirma el terrorismo de estado que se practica, que ha provocado víctimas mortales como la periodista Anna Politkóvskaya, el diputado Serguéi Yuschenko, la activista pro derechos humanos Natalia Estemirova, el líder opositor Borís Nemtsov o el periodista Alexánder Litvinenko, sobre el que se estrenará este año la serie de ficción Litvinenko (ITV, 2022), sobre los agentes de la policía inglesa que investigaron su muerte.  

La principal herramienta de Alexei Navalny ha sido contrarrestar la seriedad inquietante de Vladimir Putin con la simpatía y el uso de las redes sociales para desmantelar el totalitarismo, lo que le ha convertido en un opositor incómodo para el Kremlin, pero al que Estados Unidos parece vislumbrar como el sustituto ideal, a pesar de cierta ambigüedad en sus mensajes y de sus conexiones con grupos nacionalistas pronazis en el pasado. Y el trabajo de Daniel Roher, que ya dirigió un documental sobre la ruptura de The Band, Once were brothers: La historia de The Band (Daniel Roher, 2019), que básicamente trataba de limpiar la imagen de Robbie Robertson, adopta aquí nuevamente una mirada de simpatía con el protagonista. Tan es así, que no extrae nada de Alexei Navalny que no se sepa a través de los medios de comunicación y sus retransmisiones en redes sociales. Y aunque hay alguna pregunta sobre sus relaciones con grupos neonazis e incluso se deja la cámara grabando para mostrar una conversación entre él y su esposa sobre qué respuesta debería dar a según qué preguntas, parecen más instrumentos para equilibrar el evidente sesgo promocional del resto del documental, porque no van más allá. Y en vez de ofrecer una reflexión sobre la tiranía del Kremlin, y la ambigüedad de sus oponentes políticos (los que quedan vivos), se limita a construir un thriller que a veces tiene momentos impactantes, como cuando Navalny llama por teléfono a algunos de los implicados en su envenenamiento, pero que son imágenes ya hechas públicas por el propio personaje. Lo que aporta Daniel Roher en este caso es una machacona música de Marius de Vries que subraya de forma molesta los momentos de tensión, sobre todo el regreso del político a Rusia, o dramatiza aún más la melancolía del desenlace. En un momento de la entrevista a Alexei Navalny, el director le pregunta: "¿Cuál sería la diferencia entre el presidente Putin y el posible presidente Navalny?", a lo que éste responde: "Acabaré con el totalitarismo en el Kremlin". Una respuesta tan sencilla que parece, simplemente, populista, el empeño por acariciar los oídos de sus seguidores. El documental pierde entonces la oportunidad de profundizar más, y acaricia peligrosamente las formas de un video de campaña electoral. 

DOK.international

Otro de los documentales de repercusión en festivales internacionales es Fire of love (Sara Dosa, 2022), que obtuvo el premio al Mejor Montaje en Sundance, el Gran Premio del Jurado en Seattle, el premio al Mejor Documental en Annapolis y el Premio del Público en Visions du Réel, y que también está seleccionado para el festival Docsbarcelona. En un momento de la película, la narradora Miranda July, actriz y directora de El futuro (Miranda July, 2011) y Cómo sobrevivir en un mundo material (Kajillionare) (Miranda July, 2020), comenta que los volcanes se pueden clasificar de forma general en dos clases: los volcanes rojos, que son más espectaculares pero menos peligrosos; y los volcanes grises, que resultan más imprevisibles, y por tanto más amenazadores. La pareja de vulcanólogos franceses Katia Krafft y Maurice Krafft vivieron tanto personal como profesionalmente una vida que se asemejaba a la de un volcán rojo, hermosa, arriesgada y romántica, pero murieron en 1991 sepultados por un flujo piroclástico provocado por un volcán gris, el Monte Unzen, en Japón. De forma que el documental producido por National Geographic Documentary se construye como una carta de amor a dos apasionados de la vulcanología, que se convirtieron en estrellas de la televisión francesa en los años setenta y ochenta, aprovechando su imagen como una pareja sentimental que compartía su profesión científica, para ser también un vehículo de difusión de sus estudios sobre los volcanes. 

DOK.fest Munich - Fire of love   © Image'Est

La directora norteamericana Sara Dosa utiliza únicamente material de archivo grabado por Maurice y Katia, así como por algunos de sus compañeros de profesión, una cantidad elevada de material cinematográfico que muestra imágenes espectaculares de los científicos asomados a los cráteres o contemplando empequeñecidos las coladas de lava (esa palabra que todos hemos aprendido después de la retransmisión en directo de la erupción del volcán de La Palma en 2021). Hay un trabajo de montaje a cargo de Erin Casper y Jocelyn Chaput que es extraordinario, que sabe sacar el mejor partido a esas imágenes, incluso aportando un marcado sentido del humor. Pero sobre todo se perfilan de forma precisa las diferentes personalidades de Maurice y Katia, se intuyen algunas de sus desavenencias que no se muestran porque no forman parte de esas imágenes grabadas para el público, sobre todo cuando a Maurice se le ocurre la idea de querer utilizar una canoa construida con material especial para navegar por encima de un río de lava. El uso de la música es espléndido en esta película, enmarcando secuencias casi románticas como cuando suena la canción "Je me sens vivre" (1961), un éxito de la cantante italiana Dalida, cuyo nombre artístico provenía del personaje que interpretó Hedy Lamarr en la película Sansón y Dalila (Cecil B. DeMille, 1949); o cuando suena "Ecstasy of gold" de Ennio Morricone para El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966); o cuando Nicolas Godin, que compone la banda sonora, utiliza el tema "Clouds Up" que su grupo Air compuso para Las vírgenes suicidas (Sofia Coppola, 1999). 

La película abunda en la relevancia de la pareja como divulgadores del conocimiento científico y sus logros en el campo del estudio de los volcanes, a veces frustrado por plasmarse como un grito al vacío, como cuando, a pesar de las advertencias de la comunidad científica, las autoridades de Colombia decidieron no evacuar a la población cercana al volcán Nevado del Ruiz, que provocó la muerte de 22.000 personas en noviembre de 1985. La historia del matrimonio Krafft se complementa con algunas consideraciones sobre las erupciones volcánicas o la teoría de que el cielo enrojecido que Edward Munch dibujó en su famoso cuadro "El grito" (1893) provenía de la estela dejada años antes por la erupción del volcán Krakatoa (Indonesia), aunque parece más plausible que representara las denominadas nubes estratosféricas polares. Pero la fortaleza de Fire of love está en su condición de narración en la que siempre subyace el fondo de la tragedia, esa hacia la que Maurice y Katia parecían dirigirse sin temor. Maurice afirmaba en una entrevista: "¿Se enfrenta el vulcanólogo que se acerca al lugar de erupción de un volcán a una especie de ruleta rusa? En cuanto que es él quien arriesga su propia vida, es así." Esta aceptación de la posibilidad de ser atrapados en medio de una de estas erupciones parece asumirse como el camino que siguieron Maurice y Katia Krafft desde el estudio de los pacíficos volcanes rojos hasta los más peligrosos volcanes grises. "He visto tanta belleza", dice Maurice, "que parece que hubiera vivido 100 años. Así que no tengo miedo". Fire of love es una hermosa, espectacular y apasionada carta de amor a la ciencia, a través de las imágenes filmadas por dos enamorados: "Me gusta cuando Maurice camina delante", dice Katia. "Porque lo que él pueda hacer, también puedo hacerlo yo. Le sigo porque sé que si él muere, yo estaré junto a él. Así que siempre le seguiré". 

DOK.horizonte

Esta sección del festival contiene una selección de películas que cuentan historias sobre países en transición, aunque en algunos casos como The territory (Alex Pritz, 2022) tengan una producción que proviene de países desarrollados como los Estados Unidos. La película, ganadora del Premio del Público y un Premio Especial del Jurado en Sundance, del premio al Mejor Documental en Seattle y de una Mención Especial en la sección F:ACT de CPH:DOX, viene avalada por el director Darren Aronofsky como productor, a través de su productora Protozoa Pictures, y también está distribuida por National Geographic Documentary. Lo cual es importante para difundir la tragedia del pueblo indígena Uru-eu-wau-wau, que ha ido siendo desplazado progresivamente hasta un pequeño territorio rodeado de plantaciones y deforestación en la región de Rondônia (Brasil). El alcance del drama que han vivido desde que establecieron por primera vez contacto con la Fundación Nacional del Indio en 1981, un organismo del gobierno brasileño que debe proteger los intereses de las poblaciones indígenas, es que esta relación con el exterior provocó que su población se redujera de forma drástica debido a enfermedades y violencia, quedando tan solo, según se dice al comienzo del documental, unos 200 habitantes en un territorio supuestamente protegido. 

DOK.fest Munich - The territory   © Alex Pritz

El documental narra la tragedia de este genocidio envuelta en la deforestación del Amazonas que tantas veces se ha mostrado en otros documentales, sin que aparentemente haya tenido demasiada repercusión. Pero consigue un relato íntimo haciendo partícipes a los propios indígenas, las generaciones más jóvenes que representa Bitaté, uno de los personajes en los que se centra la película, de forma que ellos también han realizado grabaciones y aparecen acreditados como parte del equipo técnico. El director Alex Pritz debuta en el largometraje después de haber trabajado como director de fotografía en documentales como When lambs become lions (Jon Kasbe, 2018) y The first wave (Matthew Heineman, 2021), sobre la pandemia del coronavirus, otra de las causas por las que recientemente han perdido la vida numerosos indígenas. The territory adopta las formas de un docu-thriller que tiene momentos de tensión pero en ocasiones enfoca la cámara de una manera casi poética en la vida minúscula de la selva amazónica. Pero hay secuencias que parecen fabricadas, como cuando Neidinha, una veterana activista por los derechos de los indígenas, recibe una llamada en la que le dicen que su hija ha sido secuestrada. Sin embargo, hay un planteamiento interesante en torno a cómo se ha creado un sistema tan corrupto que los propios habitantes de la selva se dedican a talar árboles de forma clandestina, mostrándonos el punto de vista de ellos o de Sérgio, un agricultor que tiene el imposible sueño de labrar algún día unas tierras propias mientras sobrevive trabajando para los latifundistas. 

Desde el punto de vista político, se transmite la idea de que el gobierno actual de Jair Bolsonaro ha impulsado la deforestación, pero es una mirada algo superficial a la problemática del Amazonas, al que Bolsonaro llamó "la misma bobada de siempre", aunque no se menciona que durante el mandato de Dilma Rousseff también una pasividad notable. La descreencia de la veterana Neidinha respecto a lo que puedan hacer los gobernantes sobre esta situación es más significativa que cualquier discurso televisivo en torno a las elecciones ganadas por Bolsonaro. La película gana en inmediatez e interés cuando se coloca en el punto de vista de los indígenas, especialmente en las imágenes grabadas por Tangae durante las patrullas organizadas por miembros de la población indígena para atrapar a los taladores clandestinos, enfrentamientos que resultan mortales como cuando uno de ellos es encontrado muerto en una cuneta. Lo mejor que transmite The territory es la lucha a vida o muerte entre la supervivencia y la extinción, pero no solo de los indígenas, aunque el futuro al que se enfrentan las nuevas generaciones no parece demasiado optimista. 

Munich Premieres

Formada por películas de realizadores que han nacido o tienen su sede en Munich, esta sección del DOK.fest estrena, entre otras, la película Black Mambas (Lena Karbe, 2022), que consiguió el premio al Mejor Documental en la sección F:ACT de CPH:DOX. La narración toma como pretexto el nacimiento de una unidad especial de vigilantes contra la caza furtiva en el Parque Nacional Kruger, en Sudáfrica, a partir de 2013, cuando aumentó considerablemente la muerte de rinocerontes, para establecer una reflexión sobre cuáles son las características del colonialismo que prevalecen todavía en el continente africano. Este grupo de vigilancia, formado únicamente por mujeres, se denomina Black Mamba, y no cuenta con armamento, pero funciona más como elemento disuasor y como prevención de posibles incursiones furtivas. La directora debutante se enfoca en varias mujeres, la nueva recluta Naledi, la madre Qolile, o la joven Nkateko, que sueña con convertirse en guía de safaris. Pero el relato de la experiencia desde el punto de vista de esta mujeres es muy diferente a la imagen que se transmite al exterior. Se trata de un trabajo muchas veces monótono, que consiste en patrullar siempre las mismas zonas, y demasiado exigente como para dejarles tiempo para desarrollar sus estudios o estar con la familia. Trabajan cada mes en períodos de 21 días seguidos en los que permanecen todo el tiempo dentro del Parque Nacional, y solo durante una semana tienen posibilidad de visitar a sus familias. 

DOK.fest Munich - Black Mambas

El entrenamiento es también exigente, coordinado principalmente por responsables de raza blanca que, en algunos casos, ni siquiera se fían del todo de las patrulleras africanas, porque temen que puedan colaborar con los cazadores furtivos, en una zona en la que no hay ningún trabajo que hacer, excepto el escaso empleo que proporcionan las visitas turísticas, diezmadas por la pandemia del coronavirus. "Mis hermanos no han trabajado nunca", dice Nkateko, el único sustento económico de su familia, que utiliza parte de su sueldo, precisamente, en pagar los estudios de uno de sus hermanos. La interesante propuesta de la directora se detiene también en estos desempleados que, años atrás, se ganaban la vida con la caza, y que se lamentan actualmente de esta otra especie de colonialismo de protección ambiental: "Los hombres blancos solo piensan en proteger a los animales. Pero nosotros también somos parte de África". El propio fundador de Black Mamba, Craig Spencer, califica el Parque Natural Kruger como "el último vestigio del colonialismo blanco". Se adopta por tanto una mirada compleja que muestra de qué forma las influencias coloniales permanecen en África, pero de una forma distinta. Incluso el hecho de que los miembros de Black Mamba sean mayoritariamente mujeres se vislumbra más como una campaña de marketing que como una decisión que tenga razones concretas. Black Mambas se revela así como una visión diferente en torno a la caza furtiva que coloca en una balanza el difícil equilibrio entre la supervivencia de los humanos y la supervivencia de los animales, provocada por un sistema económico acaparador de la riqueza natural que ha dejado pocas salidas al continente africano. 

DOK.guest Spain

Entre las películas españolas programadas en esta sección dedicada al país invitado, destaca 918 gau (918 noches) (Arantza Santesteban, 2021), ganadora del premio al Mejor Documental en Doclisboa 2021 y presentada en festivales como L'Alternativa. En esta película reflexiva sobre la militancia y el encarcelamiento de la propia directora, ella aborda su experiencia en la cárcel y su sentimiento de desapego de las ideas que la llevaron a ella. Militante de Batasuna, adonde llegó a través de los movimientos feministas, la ilegalización de esta formación cercana a ETA en 2002 la situó años después en la mesa nacional, siendo nombrada delegada de Batasuna en el diálogo conocido como "las conversaciones de Loiola", que finalmente se rompió después de que ETA volviera a cometer atentados, entre ellos el del aeropuerto de Barajas en 2006. Y al año siguiente fue detenida junto a otros militantes de Batasuna por orden del juez Baltasar Garzón por pertenencia a banda armada. Ese momento es el punto de partida de la película, el relato de las 918 noches que pasó en la cárcel, que se va construyendo a partir de la reflexión sobre la representación cinematográfica y la plasmación del cuerpo físico frente al cuerpo ideológico. El relato lo conduce la propia Arantza Santesteban (1979, Pamplona) contando en primera persona su experiencia, a la que vemos al comienzo de la película en un coche grabando su voz en una grabadora, un recurso que será constante a lo largo del documental y que muestra el grado de exposición que ella construye sobre sí misma, no solo la escuchamos sino que la vemos relatando su historia. 

DOK.fest Munich - 918 gau

La detención y el encarcelamiento se cuentan utilizando imágenes de documentos oficiales escaneados, pero el discurso narrativo propone una mirada a la interpretación de las imágenes que se hace a partir de fotografías que evocan recuerdos de un pasado en el que cada vez se reconoce menos, y sobre el que se relata la experiencia en prisión, los vínculos nuevos con otras presas, la convivencia con el gradual camino hacia la locura de alguna compañera de cárcel o la liberación que suponen las relaciones sexuales, que se convierte también en una pausa en su relato cuando muestra una escena de sexo sin adiciones narrativas... Pero también la presión de la representación que ella misma supone para los demás, convertida en una especie de símbolo de la lucha por la amnistía, enfrentada a otras presas del entorno abertzale que no aceptan ningún atisbo de debilidad en otras militantes encarceladas. Una doble opresión dentro del entorno opresivo. El contraste de la ausencia de imágenes de la cárcel frente a la profusión de imágenes de sus años de militancia refleja también la contradicción entre los recuerdos vívidos de su paso por prisión frente a la irreconocible vida anterior de la directora. 

En una carta enviada por un compañero de militancia también preso, éste le cuenta un relato sobre la clandestinidad, cuando establecieron como cita de seguridad un encuentro en el zoo de una ciudad europea junto a las cebras. Tras dos meses acudiendo cada sábado por si aparecía algún compañero "perdido", el militante acabó preguntando a una cebra: "¿Tú eres un burro negro con rayas blancas o un burro blanco con rayas negras?", a lo que esta le respondió: "¿Y vosotros, los militantes como tú, sois buenas personas con malas costumbres y conductas destructivas, o sois personas malas y destructivas con buenas costumbres y conductas correctas?". Una metáfora que precede a la salida de la cárcel de Arantza, el recibimiento masivo en la plaza del pueblo y una carga policial que al menos sirvió para que se librara de dar un discurso en el que "no sabía qué decir". La soledad de su vida fuera de la cárcel contrasta con las invitaciones que le hacen en las tiendas, como si fuera una heroína de una causa que ya no está en su cabeza. Las imágenes de ella caminando por las calles la muestran de espaldas, con esa ausencia de representación que se disocia de aquellas en las que ella graba su relato al comienzo. 918 gau se convierte así en una mirada hacia la imagen que se transmite de uno mismo, la búsqueda de una identidad personal e ideológica que termina desencajando en lo que se supone que debe representar, como cuando un grupo de amigos en Berlín le piden que cuente anécdotas sobre su experiencia en la cárcel porque quieren hacer una película sobre eso, a lo que ella se niega. Al final, esa película se ha hecho, pero bajo los términos de su protagonista, un documental que, a pesar de que está narrado con cierta frialdad que parece establecer una distancia, refleja las contradicciones de la experiencia de la directora y de una identidad cambiante que mira a su pasado como si no lo reconociera. 



Navalny se proyecta el 18 de mayo (Aribau Multicines) en Docsbarcelona.
Fire of love se proyecta del 18 al 29 de mayo (Filmin) y el 20 y 28 de mayo (Aribau Multicines) en Docsbarcelona.

Magaluf Ghost Town, El año del descubrimiento, El futuro y Kajillionaire se pueden ver en Movistar+. 
Sedimentos, La causa contra Franco y Morir en Madrid se pueden ver en Filmin.
El desencanto se puede ver en FlixOlé.
Once were brothers: La historia de The Band se puede ver en Filmin y Prime Video. 
El bueno, el feo y el malo se puede ver en FlixOlé, Movistar+ y Prime Video. 
The first wave se puede ver en Disney+.


  

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