El pasado fin de semana se clausuró el formato presencial de DOK.fest, el Festival Internacional de Cine Documental de Munich, con la ceremonia de entrega de premios. En nuestra crónica de hoy vamos a comentar las películas que han conseguido los principales galardones, aunque seguiremos ofreciendo comentarios sobre las diferentes secciones del festival, cuyo formato online continúa hasta el 22 de mayo. Hoy también se inaugura Docsbarcelona, que llega a su edición número 25, con la película Navalny (Daniel Roher, 2022) y que también se celebra en formato híbrido, con proyecciones presenciales pero asimismo con toda la programación disponible en la plataforma Filmin entre el 18 y el 29 de mayo.
Este es el palmarés de DOK.fest 2022:
DOK.international
Mejor Documental: Tranchées (Loup Bureau, 2021).
DOK.deutsch
Mejor Documental: Living together (Thomas Fürhapter, 2021).
DOK.horizonte
Mejor Documental: No simple way home (Akuol de Mabior, 2021).
Student Award
Mejor Documental: Pushing boundaries (Lesia Kordonets, 2021).
FFF Talent Award: Homesick lungs (Felix Klee, 2021).
Goethe-Institute Award
Mejor Documental: Love, deutschmarks and death (Cem Kaya, 2022).
Aldeas Infantiles Award
Mejor Documental: Children of the mist (Hà Lệ Diễm, 2021).
DOK.edit Award
Mejor Montaje: Daughters (Jenifer Malmqvist, 2022)
VFF Documentary Film Production Award
Mejor Producción: 1001 nights apart (Sarvnaz Alambeigi, 2021)
DOK.international
Resulta curioso cómo los acontecimientos sucedidos en unos pocos meses pueden cambiar la perspectiva sobre una película. De alguna forma, los espectadores que vieron Tranchées (Loup Bureau, 2021) en la Mostra de Venecia en septiembre del año pasado, o incluso los que la vieron en Docpoint, el Festival de Documentales de Helsinki, el pasado mes de enero, tienen una perspectiva completamente diferente a los que hemos podido verla en DOK.fest, especialmente tras la invasión de Rusia que comenzó el 24 de febrero, utilizando la "desnazificación" de Ucrania como pretexto. En este sentido, parece ya obsoleta una película que nos coloca dentro de las trincheras del Donbass, en un momento de cierto letargo de esa "guerra congelada" que se inició tras las protestas de la plaza de Maidán en Kiev en 2014. Por eso, la decisión que toma el director de presentar Tranchées en formato 4:3 y en blanco y negro, comenzando con un travelling de seguimiento que parece estar invocando el espíritu de Senderos de gloria (Stanley Kubrick, 1957), otorga a las imágenes una atemporalidad que beneficia al documental, que en cierta manera plantea esta guerra como reflejo de muchas otras guerras, y por otro lado nos coloca de lleno en el combate de trincheras que, a estas alturas, parecía ya superado por las nuevas tecnologías armamentísticas.
DOK.fest Munich - Tranchées |
Loup Bureau es un periodista francés que saltó a los medios de comunicación en 2017 cuando las autoridades de Turquía le detuvieron y le condenaron a 25 años de prisión por un reportaje sobre las milicias kurdas. La intervención del propio presidente Emmanuel Macron consiguió que finalmente fuera liberado después de 56 días en la cárcel. Tras su paso por Venecia, su debut como director de cine acaba de estrenarse en Francia y ha conseguido el Premio al Mejor Documental Internacional en DOK.fest. Pero en realidad, Tranchées no es tanto una película sobre la guerra sino sobre la supervivencia en el interior de estas trincheras situadas en medio del campo de batalla, en las que las esporádicas incursiones militares parecen pausas en medio de una atmósfera de camaradería en la que siempre pesa, sin embargo, la tensión de la muerte. La única mujer soldado en medio de este grupo de chavales que se han alistado en muchos casos porque el salario es tres veces superior al salario medio en Ucrania, a la que un mando militar ha apodado Perséfone, comenta: "Es como si estuviera en una guardería. Parecen adultos, pero algunos de ellos son solo niños. Estoy cansada de ser como la maestra de una guardería. Ellos simplemente no entienden que no estamos en un picnic, que estamos en el frente de combate, hay bombardeos, la gente muere y otros son gravemente heridos".
Efectivamente, hay solo momentos puntuales de bombardeos que en algunos casos obligan a reconstruir la trinchera, pero lo peor son las noticias de compañeros que han sido heridos, como uno que se encuentra en cuidados intensivos con un 65% de su cuerpo quemado. Loup Bureau que pudo grabar de forma intermitente durante cuatro meses dentro de la trinchera, gracias a un contacto en la comandancia de la brigada militar, consigue crear entre sombras y grises, una intimidad con los jóvenes soldados que transmite la calma tensa, y paradojas como la de ver a uno de ellos pasando el tiempo jugando a Call of duty, que parece el último videojuego que alguien debería jugar en medio de un conflicto. No hay demasiado contexto político, excepto al comienzo del documental, pero las palabras de uno de los soldados más veteranos hacen un análisis perspicaz que parece premonitorio: "¿Por qué la Unión Europea no pone sanciones? ¿Por qué hablan con los rusos? Se trata de política, obviamente. Es todo una farsa. Es una cuestión económica, porque necesitan petróleo, como Alemania. Otros firman contratos con Rusia. Y si escarbas un poco más profundo, es solo cuestión de gas y petróleo." Palabras que resuenan como bombas de clarividencia en medio de los golpes de pecho hipócritas de los países europeos. Pero el interés principal de Tranchées está en las vidas de estos hijos de la revolución, que en 2014 no tendrían ni 15 años la mayoría, en la atmósfera de una guerra congelada que finalmente ha acabado convirtiéndose en un conflicto terrorífico que ha destruido un país entero. Y como espectador nos surge la pregunta de dónde podrán estar actualmente los protagonistas de esta película, supervivientes del letargo enfrentados ahora a la resistencia activa.
Student Award
Ucrania también es la protagonista del documental Pushing boundaries (Lesia Kordonets, 2021), ganador del Student Award que premia las producciones realizadas por estudiantes de escuelas de cine en lengua alemana. La película también consiguió en Visions du Réel 2021, donde tuvo su estreno mundial, el Premio Zonta otorgado a mujeres cineastas. Los límites que hay que superar según el título son las limitaciones físicas a las que se enfrentan los deportistas del Comité Paralímpico de Ucrania, pero se convirtieron también en límites geopolíticos cuando Rusia modificó las fronteras con Ucrania en 2014 con la anexión de Crimea, surgida de los movimientos separatistas rusófilos que se manifestaron tras la revuelta de Maidán en la que fue destituido el presidente Viktor Yanukóvich. Ucrania siguió considerando a Crimea como un estado autónomo, y para la comunidad internacional la anexión es ilegal. Pero, para los componentes del Comité Paralímpico de Ucrania supuso un acontecimiento devastador, porque el Centro de Entrenamiento Yevpatoria, donde muchos deportistas estaban entrenando para los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro 2016, estaba situado en Crimea, y quedó bajo dominio ruso. A partir de ese momento comenzó una odisea para conseguir otros lugares, en malas condiciones, pero que culminaron con un éxito apoteósico en Río 2016, con Ucrania alcanzando su mejor resultado en unos Juegos Paralímpicos y convirtiéndose en una potencia deportiva.
DOK.fest Munich - Pushing boundaries |
El principal responsable de esta proeza es Valeriy Sushkevych, presidente del Comité Paralímpico de Ucrania, que comenzó un programa de desarrollo llamado Invasport que llevó a las escuelas de todas las regiones del país centros de entrenamiento para deportistas paralímpicos. La directora Lesia Kordonets (1983, Ucrania) contrasta los esfuerzos políticos en los despachos por conseguir desbloquear la posibilidad de acceso al Centro de Entrenamiento Yevpatoria, frente a declaraciones públicas de Vladimir Putin en las que afirmaba que no tenía conocimiento de que estuviera vetado el uso de estas instalaciones a los deportistas ucranianos. En paralelo, su cámara se centra en cuatro deportistas que se enfrentan a esta situación, incluso con problemas burocráticos como el de Angelika Churkina, nacida en Crimea, y por tanto considerada como ciudadana rusa desde la anexión, lo que le impediría representar a Ucrania en los Juegos Paralímpicos. Las autoridades rusas dieron un mes de plazo a los crimeos que quisieran renunciar a la nacionalidad, pero la entrega de documentación era retrasada continuamente por defectos de forma. El equipo de voleibol sentado del que Angelika es capitana finalmente perdió la medalla de bronce frente a Brasil en Río 2016.
Tampoco es fácil la situación para los remeros Roman Polianskiy y Alla Lysenko. Para ella, ganadora de una medalla de oro en Londres 2012, las dificultades refuerzan su intención de retirarse del deporte de alto rendimiento, mientras que él, recién llegado de Donbass, trata de conseguir los mejores resultados en unos entrenamientos que finalmente le llevaron a lograr la medalla de oro en Río 2016. Como comentábamos en Tranchées, hay una cierta perspectiva en la actualidad que nos aproxima a la realidad ucraniana desde otra posición. Cuando el levantador de pesas Anton Kriukov mira a la ciudad de Mariupol afirmando que la guerra "está a unos 20 kilómetros", resulta sobrecogedor pensar que, unos años después, la guerra iba a convertir a Mariupol en una ciudad destruida. Las imágenes que muestran el documental de la ciudad portuaria contrastan con la actualidad de un lugar estratégico que hace unos días era definitivamente tomado por las tropas rusas. Aunque en la película no se menciona, Anton Kriukov, dos veces ganador de Europa, tras sus malos resultados conseguidos en Río 2016 fue sancionado en 2018 a dos años de suspensión por dopaje, que se aumentó un año y medio más porque participó en una competición durante su sanción. Uno de los problemas del documental, sin embargo, está en cierta incapacidad de la directora para condensar el relato, una intención de abarcar tantos aspectos relacionados con las consecuencias deportivas de la anexión de Crimea que acaba alargando las escenas con demasiada frecuencia. Aunque Ucrania volvió a superar sus resultados el pasado mes de marzo en los Juegos Paralímpicos de Pekín 2022, situándose en el segundo puesto en el medallero, las recientes declaraciones del presidente del comité, Valeriy Sushkevych, no son optimistas, con el centro de entrenamiento del Oeste del país convertido en un campamento de refugiados: "Hoy me temo que los deportes para discapacitados en Ucrania van a desaparecer".
DOK.fest Munich - Hoamweh lung |
El joven director Felix Klee (1990, Alemania), que estudia dirección de documentales en la Universidad de Cine de Munich, realiza un acercamiento emocional y reflexivo a una antigua granja familiar situada en Bavaria a través de su cortometraje Homesick lungs (Felix Klee, 2021), ganador del FFF Talent Award a directores emergentes de Bavaria, para el que toma como referencia la muerte de una yegua debido a problemas pulmonares provocados por el heno, para representar también la muerte de la propia granja familiar años atrás. Felix Klee utiliza imágenes generadas en 3D para preguntarse sobre el concepto de hogar, manipula fotografías de la antigua granja para intentar encontrar sensaciones que le conduzcan de nuevo a aquel lugar perdido, casi irreconocible ahora mirando las imágenes de Google Maps que muestran el terreno tal como ha sido transformado. En su anterior cortometraje, Fly on the wall (Felix Klee, 2021) ofrecía un auto-retrato sobre el confinamiento a través de una animación 3D que mostraba una gallina desde el punto de vista de una mosca, mientras que en Papel (Gisela Carbajal Rodríguez, Felix Klee, 2020), que rodó durante sus estudios en la Universidad de las Artes de Guanajuato (México), el director también utiliza fotografías en blanco y negro para referirse a un joven desaparecido cuya imagen ausente solo está visible a través de los carteles distribuidos por la ciudad. Felix Klee tiene una especial capacidad para que las imágenes expresen emociones, a través de un concepto experimental que se enfoca en la imagen en blanco y negro, que surge de las sombras para establecer un diálogo con el pasado.
DOK.horizonte
Una película como No simple way home (Akuol de Mabior, 2021), ganadora del Premio Viktor al Mejor Documental en esta sección, despierta a los pocos minutos la pregunta de si es posible contar la historia socio-política de un país como Sudán del Sur, el más joven del mundo, nacido de los acuerdos de paz de 2011, desde la posición de quienes forman parte del reducido grupo elitista que lo ha gobernado durante los últimos años. La debutante directora, Akuol de Mabior, modelo y activista, es hija de John Garang de Mabior, antiguo comandante del Frente de Liberación de Sudán del Sur durante la guerra con el Norte, que fue vicepresidente de Sudán en 2005, pero cuya permanencia en el cargo se vio truncada por un accidente de helicóptero en el que perdió la vida. Su esposa, Rebecca Nyandeng De Mabior, es también una líder política, después de ejercer como asesora del presidente, vivir exiliada durante varios años y finalmente regresar al país para convertirse en la nueva vicepresidenta tras las elecciones de 2020. La directora trata de resumir en los primeros quince minutos, antes de la aparición del título que marca el comienzo de la película, la joven historia de Sudán del Sur. Pero su intención está principalmente enfocada en hablar de su familia dentro del contexto de una nación enfrentada a numerosos retos, especialmente tras el regreso de su madre del exilio. "¿Cuál es la visión más allá de la lucha?", se pregunta Akuol De Mabior, que también es la narradora. "Solo hay que mirar la corta vida de nuestro país. Una guerra civil dos años después de la independencia. Y sin rastro de estabilidad."
DOK.fest Munich - No simple way home |
Pero estas reflexiones sobre su propio país, que discute con su hermana y su madre en apartamentos perfectamente amueblados o tomando el té, no encuentran espacio para citar algunos datos importantes sobre aquello en lo que los pocos gobiernos han convertido a Sudán del Sur. Según un informe de Naciones Unidas de 2020, "los funcionarios del gobierno están implicados en el saqueo de los fondos públicos, así como en el lavado de dinero, el soborno y la evasión fiscal. Los funcionarios de alto rango han utilizado sus cargos oficiales para influir en las decisiones sobre la asignación de recursos estatales y adquisiciones oficiales, desviando fondos públicos para beneficio y ventaja personal". Mientras la población es la más pobre del mundo y se calculan 1,4 millones de desplazados internos. Hay referencias en la película a la pobreza y la violencia, con algunas declaraciones de ciudadanos que se quejan de que "el gobierno no nos paga por el trabajo que hacemos para ellos", pero son tan leves que parecen anécdotas. Según un estudio del Banco Mundial, los ingresos por petróleo que obtiene el gobierno autónomo podrían reducir el nivel de pobreza y mejorar las condiciones de vida de la población. Y ciertamente es loable asistir a las reuniones de la vicepresidenta con los ministros de exteriores de otros países africanos, pero No simple way home, seleccionada en Panorama del Festival de Berlín y CPH:DOX, parece mirar a su propio país desde los ventanales de una habitación de hotel. Solo al final del documental, cuando la directora graba a un grupo de mujeres afectadas por una riada, encontramos la valentía que no hemos visto durante el resto de la película. Cuando la reconocen como la hija de John Garang, le dicen en el idioma de los Dinka, la etnia dominante de Sudán del Sur: "Los hombres que lucharon por tu padre están todos muertos. Han dejado hijos pequeños que se están ahogando en sus casas. Están sufriendo. Se mueren de hambre. Están enfermos. No hay medicina, ni comida, incluso si conseguimos granos, no tenemos cereales". Aquí es donde debería haber comenzado el documental.
DOK.deutsch
Los procesos de integración de emigrantes en los países occidentales están llenos de paradojas y situaciones absurdas. En Austria, por ejemplo, un país que surgió como nación independiente hace tan solo 100 años, en 1919 tras la I Guerra Mundial, pero que parte de ellos estuvo anexionada a la Alemania nazi, desde 1938, el concepto de nacionalismo austriaco puede parecer algo difuso. En la actualidad, el país está presidido por el conservador Karl Nehammer, a pesar de que se partido ha estado envuelto en investigaciones sobre corrupción como el Caso Ibiza que se relata en la miniserie Die Ibiza affäre (Sky, 2021), que provocó la dimisión de su antecesor Sebastian Kurz. La política de inmigración de Austria está planteada en forma de tarjetas de diferentes colores que dan distintos accesos al mercado laboral y la residencia, y establece un "contrato de integración" que supone la obligatoriedad de asistir a cursos no solo del idioma alemán, sino también de aspectos sociales, económicos o culturales del país. Uno de estos centros de formación es el objeto principal del documental Living together (Thomas Fürhapter, 2021), que ha ganado el premio al Mejor Documental en Alemán. La cámara se desplaza en silencio por los pasillos que dan acceso a las diferentes aulas en las que se imparten los diferentes cursos. Uno de los profesores da la bienvenida a los nuevos alumnos y les informa que, de los 1.9 millones de habitantes de Viena, casi medio millón son extranjeros, que pertenecen a 182 nacionalidades distintas, pero el 52% de la población que vive en la ciudad no ha nacido en Austria o tiene padres inmigrantes.
DOK.fest Munich - Zusammenleben. © Mischief Film |
El concepto de integración se refiere a la convivencia entre personas de diferentes orígenes culturales y educativos, por lo que estos cursos tratan de ofrecer una orientación a los emigrantes recién llegados para mejorar su integración en la sociedad austriaca. Toda la información se extrae de las diferentes aulas en las que se introduce la cámara de Thomas Fürhapter (1971, Austria), que reflexionaba sobre el concepto de normalidad en su documental The third option (2017), y esta decisión de mantenerse al margen, solo como observador de la interacción entre alumnos y profesores, alimenta las posibilidades de reflexión sobre lo que estamos viendo. En una clase formada principalmente por mujeres de origen árabe, se mencionan las posibilidades de las que ellas disfrutan en un país como Austria, donde "a las mujeres se nos escucha", pero otra de las alumnas se queja de que los compañeros de clase de su hijo le llaman terrorista, y que la respuesta que obtiene de los profesores es que son cosas de niños. Nos surgen entonces las dudas de por qué el sistema establece la necesidad de una formación en torno a la integración de una forma unidireccional, solo para los inmigrantes, o si en realidad es necesaria también para evitar este tipo de situaciones de racismo dentro de la sociedad de los propios países que los reciben.
Las clases relativas a la integración social se imparten en diferentes idiomas como el chino, persa, polaco, ruso, español o en lenguaje de señas, y a veces surgen consejos que parecen absurdos como intentar no decir en voz alta "Al·lahu-àkbar" en un lugar público, pero también discusiones sobre temas cotidianos que sin embargo son más importantes de lo que parece. Por ejemplo, cuando en un aula la profesora discute con algunos alumnos sobre el uso de los inodoros occidentales, que no son apropiados para la práctica del "taharah", un acto de purificación y limpieza que practican los musulmanes. Mientras ella trata de hacerles entender que un baño público no puede estar lleno de agua, ellos le explican que "es parte de nuestra cultura lavarnos después de usar el baño". En cierta manera, la integración está formada por pequeños detalles que pueden parecer nimios pero que conforman una forma diferente de enfocar la vida. Pero también hay algunas contradicciones. Mientras en una clase se aborda el tema de la violencia doméstica en los países árabes, resulta que en Austria el 57% de los homicidios tienen como víctimas a mujeres, frente al 20% de media en todo el mundo, una cifra que parece contradictoria con la sensación de seguridad que transmite el país, aunque el gobierno conservador lo achaca, precisamente, a la población inmigrante. Living together plantea, desde la simple observación, un debate interesante sobre la forma en que los países manejan la integración, y de alguna forma parece transmitirse la idea de que el enfoque unidireccional de la formación en integración, solo para los inmigrantes, es un planteamiento incompleto.
DOK.special
También aborda la cuestión de la inmigración, pero esta vez en un recorrido musical de sesenta años, el documental Love, deutschmarks and death (Cem Kaya, 2022), ganador del Premio del Público en la sección Panorama del Festival de Berlín, el premio Indiemusic en IndieLisboa y el premio del Goethe-Institute en DOK.fest. El director alemán de origen turco ya dedicó su película Remake, remix, rip-off: About copy culture and turkish pop cinema (Cem Kaya, 2014) a la prolífica producción musical en Turquía en los años 60. Pero en este caso expande su mirada tanto temporal como geográficamente, comenzando en 1959 cuando las empresas alemanas necesitaban mano de obra y lanzaron un llamamiento a países como Grecia, España, Portugal, Marruecos o Turquía para recibir a miles de trabajadores que pudieran cubrir la falta de personal. Una circunstancia retratada en comedias españolas como ¡Vente a Alemania, Pepe! (Pedro Lazaga, 1971), que provocó un aumento considerable de la población inmigrante. Pero las condiciones que se prometían no eran exactamente las que se acabaron ofreciendo, y pronto surgió una muy característica canción protesta turca que, por un lado, se escuchaba en los locales en los que se reunían los inmigrantes, y por otro lado denunciaban la situación de casi esclavitud en la que vivían los trabajadores turcos que viajaron a Alemania.
DOK.fest Munich - Liebe, D-Mark und Tod © Filmfaust Filmproduktion / Film Five |
Los recién llegados debían someterse a reconocimientos médicos más o menos exhaustivos y se les enseñaban los primeros conocimientos de alemán, como "Ich bin ein ausländer" (Soy un extranjero) que remarcaba la actitud de los alemanes, quienes por un lado reclamaban mano de obra pero otro lado eran reacios a la integración dentro de una sociedad principalmente racista. Cantantes como Metin Türkoz o Yüksel Ozkasap comenzaron a alcanzar una gran popularidad, y así nació la discográfica Türküola, que prácticamente acaparó la producción de cassettes musicales con las canciones de los artistas más conocidos del momento. La mayor parte de estas canciones se grababan en cintas de audio que se lanzaban como singles. Cuando llegó la crisis del petróleo a principios de los setenta, el canciller alemán Willy Brandt dejaba que "nuestros trabajadores son lo primero", y los emigrantes fueron "invitados" a marcharse. Pero el arraigo ya se había producido, incluso con niños nacidos en suelo alemán, y otros como el cantante Cem Caraca estaban exiliados sin posibilidad de regresar a su país debido a la persecución política, aunque después de siete años de exilio decidió regresar a Turquía. El grupo The Kanaken que lideraba este cantante turco seguía hablando en las letras de sus canciones del engaño alemán: "Llamaron a trabajadores y llegaron seres humanos".
El director Cem Kaya (1976, Alemania) aprovecha el colorido de la época y una cierta estética cercana a las películas turcas de las décadas de los sesenta y setenta para aportar dinamismo a la narración, sacando provecho también de algunas situaciones cómicas provocadas en algunas de las entrevistas. Y ofrece un variopinto muestrario de imágenes de archivo que mezclan los aspectos más políticos con los más extravagantes. Establece una conexión clara entre el desarrollo de estos estilos musicales y la inmigración turca en Alemania, que en algunos momentos tuvo notables contradicciones. En los años ochenta, el sentimiento de xenofobia fue creciendo, mientras surgían en el panorama musical turco estrellas transexuales de la canción como Hatay Engin. Pero también aborda algunas problemáticas dentro de la propia comunidad turca: "En las bodas se notaba que se manejaba mucho dinero negro", dice uno de los entrevistados. La caída del muro provocó el aumento del racismo, y literalmente se quemaron casas donde habitaban inmigrantes, con la proliferación de los movimientos de skin-heads, lo que dio lugar a un nuevo tipo de canción protesta que se expresaba ahora desde el hip-hop, protagonizado principalmente por los hijos de los inmigrantes, turcos para los alemanes y alemanes para los turcos, desarraigados sin ni siquiera haberse desplazado. Love, deutschmarks and death se convierte así en una representación de la música underground que se ha desarrollado a lo largo de las últimas décadas sin romper la separación evidente entre las culturas. Excepto por las banda sonoras de las películas de Fatih Akin, especialmente el éxito de Cruzando el puente: Los sonidos de Estambul (Fatih Akin, 2005), los alemanes desconocen buena parte de la música que nació en la propia Alemania, como afirmaba Cem Kaya en una entrevista para Cineuropa: "Creo que en general los alemanes siguen sin escucharlos, pero también existe una cultura pop totalmente alemana, es decir, pop y hip-hop, con músicos de origen turco-kurdo que también suelen cantar en alemán. Pero ¿ha asistido algún periodista alemán a uno de los conciertos de Tarkan, con entradas agotadas, que reunió a miles de fans? Se trata de un gran evento, y sin embargo nadie ha mostrado interés por él."
¡Vente a Alemania, Pepe! se puede ver en FlixOlé.
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