18 junio, 2020

Annecy 2020 (Parte 3): Presencia española


Nuestra tercera jornada en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy la dedicamos a seguir repasando las películas que forman parte de la Sección Oficial y la Sección Contrechamp, ambas competitivas, así como nos acercamos a la presencia española en el festival, que está representada exclusivamente por cortometrajes. 

Sección Oficial de Largometrajes

Concluimos nuestro repaso por los largometrajes de la Sección Oficial con la última película del veterano director de animación ruso Andrei Khrzhanovsky, The nose or the Conspiracy of Mavericks (2020), que se estrenó en el pasado Festival Internacional de Cine de Rotterdam. A sus ochenta años, esta leyenda del cine de animación ha llevado sus películas por los principales festivales del mundo. Su cortometraje, The glass harmonica (1968), en el que mostraba a un hombre que decidía hacer frente a la burocracia gobernándose a sí mismo a través de la música, fue la primera película de animación prohibida en Rusia. Sus películas no son fáciles, tienen un trasfondo intelectual muy marcado, y habitualmente se centran en la historia de la cultura rusa, con títulos como Room and a half (2009) un largometraje en el que utilizaba acción real y animaciones para llevar a la pantalla la vida del escritor y ensayista Josif Brodsky, ganador del Premio Nobel, que tuvo que exiliarse a Estados Unidos en 1972.  


Su última película es un perfecto resumen del cine que le ha interesado hacer. Aquí también incorpora acción real para hacer una reflexión sobre la historia de Rusia, especialmente la etapa estalinista, de la que el director ha comentado en alguna ocasión que "todos fuimos culpables". Al comienzo de la película, un grupo de personas que viajan en un avión visionan una serie de imágenes de archivo, films antiguos propagandísticos que resumen en cierta manera la ideologización del cine en Rusia. Dos pasajeros discuten sobre el relato de Nikolái Gógol "La nariz" (1936), un cuento satírico sobre una nariz que abandona el rostro de un funcionario de San Petersburgo para iniciar una vida propia. Y se menciona que Dmitri Shostakóvich adaptó la novela como su primera ópera (1930), un alarde de acrobacias vocales e instrumentaciones cambiantes que es una de las obras menos conocidas del compositor ruso. Esta ópera es la banda sonora de la película de Andrei Khrzhanovsky, y podríamos decir que se trata de una adaptación de la ópera con imágenes de animación, pero incorporando una mirada crítica al estalinismo. 

El título original del relato, Hoc (pronunciado "nos") se lee al revés Coh (pronunciado "son") que significa "sueño". Se trata por tanto de un título que tiene doble sentido y que es trasladado a la pantalla en sus dos acepciones. Porque la película The nose or the Conspiracy of Mavericks se puede ver como un sueño, un compendio de imágenes que forman parte de la imaginación de su director y que se intercalan sin un aparente sentido narrativo. También se incorporan imágenes de archivo que sitúan la acción en una realidad que va más allá de la ensoñación. Es una película de una profunda intelectualidad, y de la que posiblemente no podamos extraer todas sus significaciones si no conocemos sus referentes históricos, literarios, musicales y políticos. Hay muchos detalles, muchas referencias que están marcadas por el sentido del humor irónico, como en casi todos los pasajes que están protagonizados por Stalin. Pero en la última parte de la película, esta atmósfera de sueño se convierte en una oscura pesadilla en la que se describen las atrocidades cometidas por el régimen estalinista. Son ideas que el director lanza en la pantalla como una recapitulación de su cine profundamente crítico. 

Sección Contrechampe

Esta sección competitiva incluye el documental animado My favorite war (Ilze Burkovska Jacobsen, 2020), en el que la directora de origen letón pero afincada en Noruega, cuenta su propia historia cuando era niña, viviendo con su familia en Letonia en las décadas de 1970-1990, marcada por la presencia comunista. La Unión Soviética utilizó las consecuencias de la ocupación nazi durante la II Guerra Mundial para establecer un sistema ideológico en el que prevalecía el temor y la propaganda. En medio de estas imposiciones, la educación que vivió la directora estuvo marcada por esta politización, pero al mismo tiempo supuso una oportunidad para encontrar otros espacios donde desarrollar su pensamiento con libertad. 


La utilización de animación en documentales es una técnica que está muy presente en los últimos años, y que en algunos casos ayuda a mantener oculta la identidad de los entrevistados, como vimos en The unseen (Behzad Nalbandi, 2019) o para representar imaginariamente las ideas que proponen las protagonistas, como podemos ver en Annecy en el cortometraje Carne (Camila Kater, 2019). En este caso, la directora utiliza la animación para contar con mayor libertad narrativa su propia experiencia como niña. El problema es que también incorpora imágenes de archivo y entrevistas en imagen sin una estructura clara en la que esté justificado el paso de una técnica a otra. La película queda así como una mezcla imperfecta, a veces incluso caprichosa, que no ayuda a crear una narración adecuadamente clara.

The old man - The movie (Oskar Lehemaa, Mikk Mägi, 2019) es la adaptación como largometraje de la serie de episodios Vanamehe Multikas (YouTube, 2014-) en torno a las experiencias de tres jóvenes cuando visitan a su abuelo en el campo por vacaciones. El contraste entre la vida en el campo y la gran ciudad, y especialmente el singular carácter del abuelo, se muestran en una serie de episodios de corta duración que son en realidad sketches cómicos en los que destaca sobre todo el humor escatológico. Ahora los responsables de la serie, producida en Estonia, trasladan la acción a una película de larga duración. 


Manteniendo el mismo sentido del humor de brocha gorda, la película reinicia la historia para contarnos la llegada de los tres hermanos a la pequeña aldea en la que habita su abuelo. No se trata por tanto de una continuación para seguidores de la serie, sino de un largometraje que pretende tener vida propia. En el sentido humorístico, y si el espectador participa de los chistes gruesos, la película funciona, resulta divertida y entretenida, absurda en su desarrollo y abierta a cualquier cambio de registro. Pero no dejamos de tener la sensación de que la construcción de una línea narrativa que una todos estos "sketches" (el establo, el festival hippie, la huida de la vaca...) es demasiado endeble como para hilvanar con cierto sentido todos estos retazos humorísticos. Y al final la película funciona mejor si la vemos como una sucesión de escenas que si tratamos de encontrarle cierta coherencia narrativa. 

Sección Oficial de Cortometrajes

La Sección competitiva de cortometrajes nos propone nuevamente un nivel más interesante que el de los largometrajes. Freeze frame (Soetkin Verstegen, 2019) es un excelente trabajo de animación stop-motion, que ya vimos en Vienna Shorts, en el que unas figuras humanas tratan de evitar que distintos bloques de hielo se derritan. Una misión que resulta imposible, una lectura en torno al cambio climático que se nos muestra en imágenes en blanco y negro que parecen sacadas de archivo, una especie de memoria de un pasado que solo existe en la pantalla. También hemos hablado de Beyond Noh (Patrick Smith, Kaori Ishida, 2020), presente en Krakow Film Festival y Vienna Shorts, un elaborado trabajo de animación de 3.475 fotografías de máscaras de todo el mundo que supone una especie de coreografía en torno a la tradición y la cultura pop, nacida de una visita que realizaron los directores a un museo en Kioto. 

The town (Bao Yifan, 2020)
La producción china The town (Bao Yifan, 2020) habla de una ciudad en la que sus habitantes tienen el derecho a que sus rostros sean convertidos en máscaras, inexpresivos semblantes que representan también la sumisión a la aceptación social. Es un trabajo interesante de anime, pero con una historia incompleta, casi como un work-in-progress previo a un posible largometraje. Esta alienación también está presente en Empty places (Geoffroy De Créci, 2020), magnífica animación francesa que muestra esos lugares vacíos de la ciudad, sin presencia humana, en el que las máquinas siguen funcionando de forma repetitiva pero ya sin un propósito real. Tiene una estructura narrativa interesante, y aunque no nació con ese propósito, es casi una representación de la sociedad confinada del coronavirus: ciudades vacías, lugares durmientes. 

Yes-people (Gísli Dari Halldórsson, 2020)
Esta ausente interrelación personal es la base de otros dos cortometrajes: Hot flash (The Hollatz, 2019), debut como directora de la diseñadora de producción de películas canadienses como Firecrackers (Jasmin Mozaffari, 2018). El cortometraje, presente en el Festival de Sundance, cuenta una anécdota sobre una mujer que lucha contra un golpe de calor en medio del invierno canadiense y que habla sobre cómo son vistas las mujeres por la sociedad y cómo se ven ellas mismas. Y en Yes-people (Gísli Darri Halldórsson, 2020), el director islandés reflexiona sobre la vida rutinaria de las personas, centrándose en los vecinos de un bloque de apartamentos y sus repetitivas existencias. Un lenguaje universal, minimalista, define a los personajes en un trabajo de stop-motion realmente divertido. 

Producciones españolas

La presencia española está marcada principalmente por los cortometrajes en las principales secciones competitivas. Destaca entre ellos la participación de Alberto Vázquez, dibujante de cómics, ilustrador y últimamente enfocado en su trabajo en el cine. Tiene en su haber tres premios Goya, de los cuales uno lo consiguió por el cortometraje Birdboy (Alberto Vázquez, Pedro Rivero, 2011) y los otros dos los logró en la misma ceremonia de 2017, por el corto Decorado (Alberto Vázquez, 2016) y el largometraje Psiconautas, los niños olvidados (Alberto Vázquez, Pedro Rivero, 2016), un doblete que no había conseguido ningún animador hasta el momento. Su última obra es Homeless home (Alberto Vázquez, 2020), en el que regresa al blanco y negro que ya había usado en Decorado, creando aquí una fantasía tenebrosa en torno a esos personajes que siempre han estado en el lado oscuro. Visualmente el cortometraje es fascinante, con fondos bellamente elaborados que nos recuerdan a El séptimo sello (Ingmar Bergman, 1957). Como en otras ocasiones, el guión introduce diálogos que tratan de humanizar a estos personajes, utilizando un lenguaje moderno en los diálogos. Pero en este caso, este recurso que es a la vez cómico e irónico, no termina de encajar bien con las imágenes y se convierte en su principal lastre. 

Homeless home (Alberto Vázquez, 2020)
También participa en la Sección Oficial Lursaguak: Escenas de vida (Izibene Oñederra, 2019), que ha pasado por festivales como el de San Sebastián o L'Alternativa de Barcelona, y que nos presenta una visión surreal de la sociedad, habitada por seres que son monstruosos, desagradables, que se interrelacionan principalmente de forma física, que practican el sexo con pasión y devoran literalmente la sangre de sus coetáneos. Es un cortometraje en el que la directora, que participó en Annecy con su obra Berbaoc (Izibene Oñederra, 2008), vuelve a utilizar una animación impetuosa, llena de trazos gruesos que definen la personalidad grotesca de sus personajes.  

En la Sección Perspectives, también competitiva, encontramos el cortometraje Esfinge urbana (María Lorenzo Hernández, 2020), que es un homenaje a los artistas callejeros de Valencia, en el que se realiza una composición de imágenes stop-motion sacadas de dibujos y grafitis que se encuentran en las calles de Valencia. Es una creación singular, musical, que funciona perfectamente como representación del arte callejero. 
Yo (Bego Aróstegui, 2020)

Por su parte, Yo (Begoña Aróstegui, 2020) es un cortometraje de la productora andaluza Ferdydurke Films, que pertenece al montador y director sevillano Fernando Franco, responsable de títulos como La herida (2013) y Morir (2017). Él es también el autor del guión, que adapta el relato "Yo" (1927) del escritor austríaco Arthur Schnitzler, autor también de la novela "Relato soñado" (1925) en la que se basó la película Eyes wide shut (Stanley Kubrick, 1999). La historia nos muestra cómo cambia la existencia rutinaria de un hombre cuando encuentra un cartel obvio en un parque. La definición de las cosas se convierte en su obsesión, como un intento vano por calificar y cualificar todo lo que le rodea. Es un trabajo interesante que mezcla fotografías con animación 2D, aunque la narración a través de un monólogo resulta algo discursiva.   


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