17 junio, 2020

Annecy 2020 (Parte 2): Zaramella y el sentido del humor


En nuestra segunda jornada dedicada al Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy nos detenemos en el MIFA (Mercado Internacional de Films de Animación), que ofrece la posibilidad de conectar el trabajo de los creadores, pero sobre todo de conocer las interioridades de sus procesos de animación. A través de breves Masterclass, los responsables de los estudios de animación nos describen cómo han llevado a cabo sus creaciones. 

Michael Woodside es Supervisor de Animación de Walt Disney Co. y ha trabajado recientemente en la película Frozen II (Chris Buck, Jennifer Lee, 2019). Para este film, se encargó de supervisar el trabajo de animación en las escenas musicales, prestando especial atención a las técnicas de respiración: "Tuvimos un entrenador vocal, de forma que muchos animadores tomaron lecciones de canto, respiración, técnica de voz, movimiento corporal, cosas que le dieran a la animación una mayor sensación de realismo. Muchos animadores aprendieron las habilidades necesarias para cantar de forma correcta. De esta forma, ellos podían experimentar a través de sus propios cuerpos cuál era el esfuerzo necesario para cantar y poder aplicarlo a su trabajo con los personajes". 



Otro de los protagonistas de las Masterclass de ayer fue el animador argentino Juan Pablo Zaramella, creador de excelentes trabajos de animación stop-motion que están marcados sobre todo por una técnica impecable y un sentido del humor muy argentino. En su Masterclass, Juan Pablo Zaramella habló sobre todo de como encuentra las ideas para su trabajo, basándose en algunos ejemplos: "Un día estaba en una cafetería que tenía una pared completamente pintada de rojo. Entonces entró un hombre con un jersey que era del mismo color que la pared. Me imaginé a esta persona como una cabeza flotante, y ese fue el origen de Lapsus (Juan Pablo Zaramella, 2007). Tomé la decisión de trabajar en blanco y negro porque me daba más contraste y más síntesis en la idea".  




Pero la obra más conocida del creador argentino es Luminaris (Juan Pablo Zaramella, 2011), con la que obtuvo más de 300 premios en festivales internacionales, y que utiliza el tango "Lluvia de estrellas" como el origen de una historia en la que la luz del sol rige los movimientos de las personas. Un proceso de rodaje largo, de dos años y medio, utilizando la técnica de stop-motion con imagen real que es uno de los cortometrajes más logrados de toda su carrera: "La creatividad no es algo que debas considerarlo como presión, sino como un juego o un desafío, porque es la única manera de disfrutar el proceso de crear algo y de hacerlo crecer". 



Sección Oficial de Largometrajes


Seguimos repasando las películas que forman parte de la competición. Uno de los títulos más interesantes que hemos visto es Kill it and leave this town (Marius Wilczyński, 2020), un viaje muy personal a la memoria de su director, artista y dibujante polaco que ha tardado 14 años en concluir su primer largometraje, estrenado en el pasado Festival de Cine de Berlín. Son recuerdos de la Polonia de los años setenta, marcada aún por la ideología comunista, que nos muestran breves fragmentos de lo que podrían ser sus vivencias infantiles. Pero también elucubrando sobre escenas que forman parte de su imaginación. Él mismo se retrata como personaje, un gigante en un mundo empequeñecido, un gigante lleno de fragilidad. La muerte está muy presente en esta creación, pero con un sentido de la ironía muy negro. Su madre yace muerta en una camilla mientras sus órganos genitales son cosidos y cerrados. 


El jazz forma parte de la banda sonora, habiendo sido el director colaborador de conocidos músicos polacos como el trompetista Tomasz Stańko, uno de los nombres fundamentales en la escena musical de Polonia en los años sesenta. También la muerte está presente en este sentido, porque la película rinde homenaje a personalidades artísticas fundamentales que fallecieron a principios de los años 2000, y que están presentes en la película, como el compositor Tadeusz Nalepa, que creó la banda sonora, o el director de cine Andrzej Wajda, que da voz a uno de los personajes secundarios, com profundas reflexiones: "No creo en la muerte. Todos los que se han ido, simplemente se han ido. Pero no han muerto, ellos están vivos en mi memoria". Kill it and leave this town es una película personal, profunda, provocativa  y oscura.  

La única representación de habla hispana en la Sección Oficial de largometrajes (hay algunos cortometrajes españoles en la competición, pero hablaremos de ellos en nuestra siguiente crónica) es la película chilena Nahuel y el libro mágico (Germán Acuña, 2020), una historia sobre brujería que tiene al público infantil como principal audiencia. La animación es muy básica, casi como si se tratara de una película producida hace años. Y el guión y el desarrollo de los personajes también resultan anodinos. Se trata de un producto que, en su pretensión de gustar al mayor abanico de espectadores posible, acaba siendo plano y sin personalidad. Hay personajes, como el joven convertido en perro, de los que se saca poco partido, y las secuencias finales son caóticas y confusas. 

Sección Contrechamp

Otra de las secciones competitivas de Annecy 2020 está dedicada a los largometrajes que tienen un carácter más experimental, y que iremos comentando también en nuestras crónicas. 

El artista croata Dalibor Baric presenta su última película, Accidental luxuriance of the translucent watery rebus (Dalibor Baric, 2020), que ofrece nuevamente su particular trabajo de animación utilizando imágenes de archivo reconvertidas en una especie de cómic visual. Igual que en su anterior película, Unknown energies, unidentified emotions (Dalibor Baric, 2015), el director utiliza un guión previo interpretado por actores para ir creando las animaciones a través de sus voces. Es un trabajo personal y autodidacta, en el que las técnicas de animación difieren en las diferentes escenas, porque cada momento tiene su particular estilo. 


En su última película, el director crea una historia cercana al cine negro, a través de un personaje que quiere rebelarse contra el sistema, pero que es investigado por la policía. Es una especie de mezcla de realidad y animación, donde el uso de material de archivo o de películas antiguas modificadas produce también una sensación de homenaje a la memoria. Y el propio Dalibor Baric ejerce como animador, director artístico y compositor de la banda sonora, que en realidad también parte de la manipulación sonora. Quizás los noventa minutos de duración juegan en su contra, pero se trata de un producto original. 

Volvemos a Argentina con Lava (Ayar Blasco, 2019), una historia de ciencia-ficción que toma como base una invasión cultural y que se convierte en una muy divertida película llena de situaciones absurdas. El director que se dio a conocer con el largometraje El sol (Ayar Blasco, 2011), en el que también hablaba de un Apocalipsis cultural, regresa a sus animaciones sencillas, algo planas, un poco en la línea del estilo de South Park (Comedy Central, 1997-), pero que se desarrollan a través de un guión con un gran sentido del humor. 


Narrativamente hablando, la película está compuesta principalmente por sketches que resultan efectivos en su comicidad. Y aunque plantea una reflexión sobre la cultura y la influencia de las nuevas tecnologías en nuestra sociedad, tampoco resulta una propuesta demasiado profunda. El director, que este año presenta su primera película de acción real, La vagancia (Ayar Blasco, 2020), consigue una película entretenidamente disparatada.





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