Desde este fin de semana el D'A Film Festival de Barcelona se traslada a la red para ofrecer una programación generosa en títulos que nos permite acercarnos al cine de autor más transgresor. Esta propuesta es una de las únicas que realmente traslada la estructura de un festival a la versión streaming. Otros ejemplos han sido más que decepcionantes, como la paupérrima selección de películas disponibles en Amazon del SXSW Film Festival o la muy escasa programación online del CPH:DOX de Copenhague. Anuncios de festivales online que al final se han quedado en pobres remedos de lo que podrían haber sido.
D'A Film Festival, por el contrario, utiliza la plataforma Filmin para realizar un esfuerzo notable en convertirse en festival online con una programación amplia y diversa (65 películas en 7 secciones), que debería tomarse como ejemplo de cómo afrontar una situación excepcional para reconvertirse en un modelo diferente, pero igualmente atractivo, que abre las puertas a interesantes propuestas futuras. Ya comentamos en un post anterior la posibilidad de que la crisis del coronavirus demande un cambio de mentalidad en los responsables de los festivales de cine (algo a lo que las grandes muestras como Cannes o Venecia se resisten), pero la realidad es terca y pone a cada uno en su sitio.
Vivimos en una sociedad que se tambalea en cuanto se introduce en ella un elemento externo, por pequeño que sea, que desestabilice su rígida estructura. Esto ha ocurrido con el coronavirus, una amenaza invisible que nos ha obligado a reconsiderar nuestra condición humana. Curiosamente, la última película de la directora austríaca Jessica Hausner, Little Joe (2019) habla de ese proceso de desestabilización que se se produce entre el ser humano y la naturaleza cuando el primero trata de imitar a la segunda. Una suerte de "ladrones de cuerpos" botánico que también, como en el caso del resto de su filmografía, está protagonizado por una mujer que se ve inmersa en una suerte de aislamiento frente a la atmósfera opresiva que la rodea. En Lovely Rita (2001) es una adolescente que se enfrenta a su sexualidad increpada por una familia católica; en Hotel (2004) es Irene, una joven recepcionista que sufre bulling en su trabajo; en Amour fou (2014) es Henriette, un alma intelectual en una sociedad masculinizada.
Estas miradas están presentes en el ciclo que D'A Film Festival dedica a la directora austríaca, con todos sus largometrajes hasta la fecha, además de una video-instalación que supone un descubrimiento. Estos días, Jessica Hausner habla de su cine utilizando la comunicación online, una necesidad en tiempos de la pandemia, mientras prepara en su productora Coop99 su próxima película. Una productora que fundó, entre otros, junto a su habitual director de fotografía, Martin Gschlacht y la también cineasta Barbara Albert, otro de los nombres destacados del cine austríaco reciente.
El cine de Jessica Hausner propone una mirada inquisitiva hacia el mundo femenino en relación con la sociedad que la rodea. Es, si se quiere, una mirada algo fría, pero este distanciamiento también está acompañado de cierta ironía que esconde dosis de humor.
Una primera mirada al cine de Jessica Hausner
Si queremos empezar a entender el cine de la directora austríaca, la mejor opción es Lourdes (2009), posiblemente su película más lograda. En esta visión poco espiritual de la religión, asistimos al peregrinaje a Lourdes de una joven que sufre esclerosis múltiple. "Demasiado turístico", opina sobre el circo montado alrededor de las 18 apariciones de la Virgen María cerca de esta localidad francesa. Pero la cámara de Jessica Hausner asiste con mirada casi documental a los actos que se organizan en el grupo de visitantes, la mayoría esperando un improbable milagro. No hay elementos críticos desde el punto de vista de la directora, aunque sí, ya lo decíamos, cierta ironía (esa turbación sexual que produce la figura masculina, incluso entre las novicias). Asistimos entonces al supuesto milagro que bien podría ser una mejoría momentánea de la enfermedad. Jessica Hausner plantea la duda sin respuestas, quizás porque tampoco las tiene, posiblemente porque no importan demasiado. Aquí la protagonista está atrapada en su cuerpo inmóvil, y la consecución del milagro supone una liberación, un soplo de aire fresco. Dice ella que ahora ya puede pensar en el futuro, ya puede plantearse incluso tener hijos. ¿Es esa la máxima aspiración de la mujer? Una vez más, Jessica Hausner plantea el interrogante sobre el papel femenino en nuestra sociedad.
En su último film, Little Joe (2019), la directora abraza el género fantástico de forma total. Esta última propuesta, que le valió a su protagonista, Emily Beecham, el Premio de Interpretación en el Festiva de Cannes del año pasado, tiene su más clara influencia en La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956), y se centra en la creación de una planta que expele un tipo de aroma que produce un ambiente de felicidad. Pero la necesidad de eliminar su capacidad de reproducción para provocar este aroma, será el detonante de un comportamiento inusual en la planta. Una especie de invasión cerebral en los humanos que busca la supervivencia de su especie. Si en Hotel (2004) la directora utilizaba los mecanismos del terror como elemento simplemente perturbador, aquí la condición de thriller es claramente protagonista. En realidad, la protagonista acaba siendo, como en sus otras películas, una voz discordante, que trata de liberarse de esa falsa felicidad que en realidad esclaviza. Es, de nuevo, la mujer haciendo frente a los prejuicios, en este caso, su condición de "mala madre" por tener un trabajo que le resta horas de conexión con su hijo. En lo formal, hay un ejercicio de estilo que no evita la utilización de elementos sonoros que producen turbación en el espectador, y lleva el trabajo de cámara más allá de los convencionalismos: la imagen va dejando en segundo plano el diálogo, la violencia también se produce en segundo plano, reflejada en una ventana...
Si te gustaron aquellas, entonces seguimos
Amour fou (2014), es la única película de época de Jessica Hausner. Está basada en la historia real del suicidio del escritor Heinrich von Kliest y la intelectual Henrietta Vogel, un acto de autocomplacencia romántica que exculpa de cierta manera al papel que tuvo la mujer en el trágico desenlace. Aunque algunas fuentes afirman que la idea original del suicidio provino de ella, que padecía una supuesta enfermedad incurable, aquí la directora lo plantea como una propuesta del escritor: "No sirvo para vivir", dice en un momento, pero al mismo tiempo necesita una acompañante en su trayecto hacia la muerte para justificarse. Ni qué decir tiene que el retrato masculino es devastador. A Henrietta la vemos por primera vez arreglando un gran ramo de flores, representación diáfana del papel ornamental de la mujer. A pesar de su título, este "amor loco" es más bien desapasionado, y la distancia emocional de la realizadora sigue estando presente. El cineasta francés Éric Rohmer adapató una historia de Heinrich von Kliest en La Marquesa de O (Éric Rohmer, 1976), una de sus películas más elogiadas. Ciertamente, hay resonancias visuales a aquella, especialmente en la bella composición colorista pero al mismo tiempo austera de la época. La propia directora se reconoce más en el cine francés o el cine de Buñuel que en las constantes referencias a Michael Haneke. Amour fou es una curiosidad en la filmografía de Jessica Hausner, pero contiene los temas principales de su cine. Al final de la película, la hija de Henrietta toca el piano y canta, animando a los invitados de la casa. Ese papel ornamental se transmite a la siguiente generación de mujeres.
Hotel (2004) fue la primera película con resonancia internacional de Jessica Hausner. Como si se tratara del Hotel Overlook de El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), la joven protagonista se incorpora a trabajar como recepcionista en un hotel algo decadente, sustituyendo a otra joven que supuestamente se marchó. La directora juega aquí con el género de terror, pero sugiriendo más que explicitando, con una estética que está más cercana a David Lynch que a Stanley Kubrick, y de nuevo con un potente lenguaje visual que acompaña a una reflexión sobre la opresiva sociedad que nos rodea. Hay una constante sensación de amenaza en el ambiente, acentuada por la difícil adaptación de la protagonista a unos compañeros de trabajo que parecen sentir cierto desprecio por ella. Para ellos, ella es el elemento perturbador de un camino ya trazado, es la mujer que pregunta, que siente curiosidad, que investiga... Eso es lo que distorsiona una realidad de aparente tranquilidad, pero que esconde misterios finalmente irresolubles.
No empieces por aquí
Toast (2006) es un mediometraje planteado como instalación audiovisual en colaboración con Kunsthaus Graz y Diagonale Filmfestival. Un plano secuencia fijo, que solo utiliza el zoom para centrarse en determinados aspectos, muestra una cocina en la que entra una joven (la actriz Susanne Wuest) que comienza a prepararse una tostada. Un acto cotidiano que se convertirá en una repetición constante cada vez más perturbadora. La joven se prepara una tostada detrás de otra durante los 47 minutos que dura el film. Al principio despierta nuestra curiosidad, arropado por una estética de anuncio publicitario y una música ambiental de televenta que ofrece una visión más irreal, pero al mismo tiempo más cercana. La protagonista está metida en un bucle bulímico interminable que parece obligarla a devorar las tostadas, pero con una inexpresividad que produce escalofríos. Es una propuesta interesante pero circunscrita a su condición de instalación artística.
Lovely Rita (2001) es el primer largometraje de Jessica Hausner, con otra protagonista que se siente fuera de onda, aquí en un entorno familiar eminentemente religioso. El descubrimiento de su sexualidad la llevará a buscar cobijo en la representación masculina, como un elemento externo que la sitúa lejos de la opresiva mirada parental. La estética visual se sostiene en elementos de video casi amateur, con utilización de zooms que parecen sacados de una mala telenovela. Esto le da a la película un empaque kitsch que juega a su favor como mirada irónica, pero la sensación general es que la directora intenta aquí encontrar su propio camino sin terminar de conseguirlo. Es quizás la película en la que vemos más elementos que nos sugieren al universo de Michael Haneke, y no será hasta posteriores proyectos que Jessica Hausner encuentre ese lenguaje propio que la consoliden como cineasta.
D'A Film Festival está disponible en Filmin hasta el 10 de mayo.
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