23 mayo, 2025

Cannes 2025 - Parte 3: Supervivencias

A punto de terminar el Festival de Cannes, nuestra última crónica dedicada a la programación de la Semana de la Crítica, la Quincena de Realizadores y Un Certain Regard se enfoca en títulos que, de una u otra manera, abordan crisis apocalípticas, literal o figuradamente. Incluso tomando como tal la representación de la devastación de una guerra como la de Ucrania, en uno de los documentales más poderosos de este año, o a través del género de animación con una perspectiva científica. 

Dandelion's Odyssey

Momoko Seto

Francia, Bélgica 2025 | Semana de la Crítica | 

Festival de Annecy '25: Sección Oficial


Mencionamos hace unas semanas el trabajo del director español Guillermo Zúñiga en los años cincuenta, recuperado en el documental Yrupẽ (Candela Soto, 2025) como una muestra de cine científico que al mismo tiempo intersecciona con las tradiciones de leyendas latinoamericanas y la creación de ficciones alrededor de representaciones del mundo vegetal. En este sentido se podría decir que la filmografía de Momoko Seto (1980, Japón) se desarrolla en un terreno parecido, sobre todo en su serie de cortometrajes formada por Planet A (2009), Planet Z (2011), Planet Σ (2014), que ganó el premio al Mejor Cortometraje en el Festival de Berlín, y su trabajo de realidad virtual Planet ∞ (2018). Dentro de este mismo universo que representa el mundo natural con técnicas de animación que mezclan imágenes grabadas en la realidad y stop-motion, también se encuentra Dandelion's Odyssey (Momoko Seto, 2025), la segunda película estrenada en Cannes que formará parte de la sección oficial del Festival de Annecy, después de la proyección de La mort n'existe pas (Félix Dufour-Laperrière, 2025) en la Quincena de Realizadores, y el título que clausura las proyecciones de la Semana de la Crítica. Las técnicas utilizadas por Momoko Seto son especialmente singulares, con una mezcla de time-lapse y la hipercámara lenta junto al ultramacro, el stackshot y la robótica. El time-lapse comprime el tiempo al grabar un fenómeno natural tan lento que resulta imperceptible para el ojo humano y lo reproduce a una velocidad perceptible. Mientras que la cámara hiperlenta desdobla el tiempo capturando movimientos muy rápidos y descomponiéndolos para que podamos captarlos. La mayor parte de las tomas de time-lapse se grabaron en un invernadero instalado dentro del Château de Rambuteau en Borgoña, donde se construyó un estudio con 17 cámaras grabando simultáneamente durante 9 meses, capturando 20 espacios ocupados por diferentes plantas. Pero también se han realizado grabaciones en escenarios naturales como Islandia, Japón y la Bretaña francesa. La directora ha vivido desde su infancia entre dos culturas, cuando sus padres decidieron enviarla a una escuela francesa en Tokio, creciendo dentro de una tradición japonesa, pero siguiendo el calendario de los niños franceses. Después se trasladó a Francia con 19 años y estudió en la Escuela de Arte Contemporáneo Le Fresnoy y trabajó en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), lo que ha marcado su interés por la animación enfocada en una perspectiva científica.

En su primer largometraje Momoko Seto imagina nuestro planeta azotado por una serie de explosiones nucleares de las que cuatro semillas de dientes de león se salvan flotando hacia el cosmos y entrando en un agujero negro que las traslada a otro planeta. Aunque en la sinopsis se las describe como Dendelion, Baraban, Léonto y Taraxa, en realidad durante la película nunca se les nombra porque, de hecho, no tiene diálogos. Esta idea de un largometraje sin diálogos sobre un viaje en el que los protagonistas descubren las peculiaridades del mundo que les rodea puede recordar al acontecimiento de animación del año pasado, el premiado Flow, un mundo que salvar (Gints Zilbalodis, 2024), que de hecho se estrenó en Un Certain Regard, pero comparar ambas películas no les hace justicia, porque se desarrollan en narrativas y técnicas muy diferentes. Uno de los problemas que tiene Dandelion's odyssey es la elección de los aquenios de dientes de león como protagonistas, con los que resulta complicado identificarse. No obstante, tiene sentido enfocarse en una de las especies vegetales que utilizan la dispersión para su supervivencia, desplegando sus semillas para que viajen a varios kilómetros de distancia. Recientemente la revista Nature Communications publicó un estudio que revelaba las claves físicas de este desplazamiento, por las que los dientes de león son capaces de modificar su forma para adaptarse a las condiciones climatológicas (Nature Communications, 6/5/2022). En la película se aportan diferentes personalidades a cada una de las semillas: la más grande es Dendelion, que es más aventurera, mientras que Taraxa tiene una figura más curva que presenta su lado soñador, Léonto es la más asustadiza y Barbaran tiene la peculiaridad de contar con un ventrículo más grande, reflejando su menor agilidad. El acierto de la propuesta radica en no utilizar los recursos habituales de humanización de los personajes, a los que sin embargo se otorgan sus peculiaridades mediante la narración, los micromovimientos o una mímica que recuerda al cine mudo. Pero el viaje se siente demasiado largo y algo repetitivo, con recursos tradicionales como el peligro que supone para las semillas acabar introduciéndose en un rabión (aguas rápidas). Más interesante es el tratamiento visual de los entornos grabados en imagen real y cómo encajan en la superposición de capas, cambiando las perspectivas para ofrecer una representación diferente: un hongo arbóreo filmado desde un ángulo bajo se convierte en un monumento arquitectónico, el moho filmado de forma acelerada parece un campo de flores o un helecho se despliega como un animal que despierta. La banda sonora está compuesta por Nicolas Becker (1970, Francia), ganador del Oscar por el sonido de Sound of metal (Darius Marder, 2019), y Quentin Sirjacq (1970, Francia), colaboradores habituales que acaban de publicar la música de la película Belladone (Alante Kavaite, 2025). Utiliza los tropos del cine de catástrofes en el comienzo apocalíptico, mientras que discurre por sonoridades poco habituales creadas con sintetizadores e instrumentos peculiares como el gamelán, un grupo de percusiones de origen indonesio. Dandelion's odyssey tiene imágenes realmente hermosas y consigue crear una textura de realidad e imaginación que combinan perfectamente, pero se ve perjudicada por una narrativa que resulta menos cercana, y a veces como espectador nos sentimos más asombrados por la técnica que absorbidos por la emoción. 

Amour apocalypse (Peak everything)

Anne Émond

Canadá 2025 | Quincena de Realizadores | 


La idea del apocalipsis también está presente en el título original de la nueva película de la directora Anne Émond (1982, Canadá), que en España es relativamente desconocida, en el uso de dos términos cuyos significados son aparentemente contradictorios, reflejando el propio caos interior en el que vive el protagonista Adam (Patrick Hivon), el dueño de una perrera que padece ecoansiedad, una enfermedad cada vez más extendida basada en el miedo crónico a experimentar un cataclismo ambiental. En realidad, las explicaciones detalladas que le da a su psiquiatra sobre las razones por las que no hay alternativa a la posibilidad de destrucción de nuestro mundo en un futuro cercano son bastante razonables y podrían extenderse a los peligros de la geoingeniería, la energía nuclear o el colapso de la biodiversidad. Precisamente Amour apocalypse (Anne Émond, 2025) surgió de una etapa de depresión que estaba sufriendo la directora en 2020, y el regalo de una lámpara de fototerapia que le hizo un amigo fue el punto de partida de una historia que toma la estructura y el tono de una comedia romántica, pero transita con comodidad entre diferentes géneros, desde el drama familiar hasta las películas preapocalípticas. Hay elementos de comedia que Anne Émond utiliza a partir de encuentros sexuales, como la relación que tiene Adam con su empleada adolescente Romy (Élizabeth Mageren), que parece sentir una obsesión erótica por su jefe. La película comienza con la entrega por mensajería de una lámpara de fototerapia que Adam compra como otro intento de hacer frente a su ansiedad, pero también refleja un mundo en el que el contacto humano es cada vez más distante. Sin embargo, encuentra refugio no tanto en la lámpara sino en el número de atención al cliente de la empresa, donde al otro lado se encuentra Tina (Piper Perabo), con la que mantiene una agradable conversación. En algún momento, podemos pensar que la voz del otro lado del teléfono es el de una Inteligencia Artificial y puede recordar a Her (Spike Jonze, 2013), pero Amour apocalypse adopta siempre un camino diferente e inesperado. 

Hay otras referencias al colapso medioambiental que se esparcen por la historia, como el nombre de TINA, que en los círculos del estudio del cambio climático es el acrónimo de "There Is No Alternative (No hay alternativa)", o el título internacional de la película, Peak Everything, que es un concepto científico que establece que en el siglo XXI el ser humano alcanzará el "pico de todo", el límite de algunos elementos fundamentales para nuestra existencia: se acabará el petróleo, el agua, la madera, el carbón y hasta el aire, dado el aumento de la población y su necesidad de consumo. Por eso resulta sorprendente y encantador que la opción elegida por la directora sea la de una comedia romántica, como un aliento de esperanza en el que los personajes encuentran cierto equilibrio en sus relaciones. Tina sin embargo es una mujer idealizada a la que Adam solo conoce a través de las llamadas telefónicas que se hacen cada vez más frecuentes. Ella misma aparece con una sonoridad terapéutica en la vida del protagonista, pero el desarrollo de la historia revela que es una mujer real que se enfrenta a sus propios problemas. Su trabajo es el de una teleoperadora como cualquier otra y tiene un matrimonio infeliz con Scott (Gord Rand), lo que tampoco permite que su vida sea demasiado optimista. Se encuentra tan atrapada como Adam, en su caso por una decisión que tomó hace tiempo, y de alguna manera el rescate que él había imaginado no funciona como pensaba. Amour apocalypse se vuelve más seria en algunos momentos, cuando las  fantasías no se corresponden con la realidad, pero nunca abandona una mirada optimista. Y cuando estalla lo que parece el comienzo del desenlace catastrófico de nuestro mundo, recupera el tono vitalista. Había una idea original de situar la historia en el año 2027 con nuestro planeta consumiéndose por el calor sofocante y la falta de vegetación, pero la decisión de situarla en una etapa previa, quizás no definitiva, es acertada, porque recoge toda la ansiedad depresiva del cambio climático en un entorno de cotidianidad. Con dos referentes cinematográficos fundamentales tanto en Vidas cruzadas (Robert Altman, 1993) como en Red rocket (Sean Baker, 2021), el rodaje en 35 mm. imprime, a través de la fotografía de Olivier Gossot, una suavidad a las imágenes que la definen como una agradable comedia romántica en un contexto de apocalipsis probable. 

Militantropos

Alina Gorlova, Yelizaveta Smith, Simon Mozgovyi

Ucrania, Austria, Francia 2025 | Quincena de Realizadores | 


Retratada desde diferentes perspectivas en ficciones y documentales, la guerra de Ucrania ha formado parte en los últimos años de un panorama cinematográfico que observa con distancia la destrucción de una sociedad que tenía perspectivas de futuro. Pero el conflicto no comenzó en 2022 sino en 2014, y una generación de directores nacidos entre el colapso de la URSS y la declaración de independencia de Ucrania no han conocido otra realidad que la de un país que lideraba su propio destino. Quizás una de las certezas más terribles que muestra Militantropos (Alia Gorlova, Yelizaveta Smith, Simon Mozgovyi, 2025) es que otra generación posterior, la de los ucranianos que aún son niños, solo han conocido la guerra como trasfondo o como presente. La película muestra la manera en que reproducen a través de sus juegos las realidades de los adultos, simulando un puesto de control o correteando entre las ruinas de un puente destruido. El campo de batalla se convierte en una zona de juegos cuando termina el combate, reflejando el concepto principal antropológico que presenta este documental colectivo. Su título Militantropos es un neologismo ideado por Maksym Nakonechnyi, uno de los guionistas, uniendo el término latino milit (soldado) con el griego antropos (hombre), para definir el estado de identidad que es transformado por la guerra, no solo un desgarro del mundo físico sino también del propio concepto de ser humano. Se introduce una idea filosófica sobre la forma en que el conflicto crea las nuevas identidades, que coexisten con una nueva forma de vida. Las imágenes de un documental que tiene un aliento poético muestran la vida cotidiana transformada en una Ucrania que sin embargo trata de regresar a una cierta normalidad. En el sur de Ucrania, una vez desocupado, los habitantes vuelven a sus hogares bombardeados y saqueados para reconstruir y desminar las tierras. Construyendo una estructura interna temática que se crea a partir de los fenómenos naturales: nubes, lluvia, truenos, Militantropos se centra en el caos del comienzo de la guerra, la adaptación de los ciudadanos a una forma de vida distinta y la construcción de esa nueva identidad que convive diariamente con la muerte cercana, en las ceremonias funerarias de los cementerios, los enterramientos anónimos y los ritos tradicionales que crean una identificación nacional. La película se mantiene sin embargo en un plano observacional que no aborda aspectos políticos aunque tenga una textura política al pasar de los planos generales del comienzo a los retratos en primeros planos de las despedidas de los soldados en la parte final. 

El proyecto, rodado desde el comienzo de la invasión de Rusia en 2022, ha recopilado imágenes a cargo de tres directores de fotografía y tres realizadores principales que ya han ofrecido reflejos de las consecuencias de conflictos en películas anteriores. Alina Gorlova (1992, Ucrania) abordó el estrés postraumático en No obvious signs (2018) y el conflicto del Donbass en Esta lluvia nunca cesará (2020), editada por Simon Mozgovyi (1992, Ucrania), director de The winter garden's tale (2018). Mientras que Yelizaveta Smith (1990, Ucrania) también se centró en la destrucción de una escuela en el Donbass en su largometraje School Nº 3 (2017). Formando parte del Colectivo Tabor, creado por un grupo de cineastas ucranianos que pretende documentar la realidad de la guerra, estrenando en Cannes Butterfly vision (Maksim Nakonechnyi, 2022), esta película forma parte de una trilogía titulada genéricamente The days I would like to forget que continuará con Cosmomorphosi, sobre la conexión entre la guerra de Ucrania y el mundo exterior, y seguirá con Palingenesion, centrada en el concepto de la muerte en la vida diaria de los ucranianos, un tema que está presente también como trasfondo de las imágenes de Militantropos. El concepto antropológico central refleja cómo la guerra se ha convertido en parte de la vida de los ucranianos, estén más o menos directamente afectados por ella. En las tierras de cultivo, un agricultor siembra junto a los restos de un proyectil como si éste formara parte del paisaje habitual que le rodea, y en las iglesias no solo se reza sino que también se convocan reuniones para que los incipientes soldados aprendan a armar y desarmar una ametralladora. La transformación es un tema principal en un documental que se detiene en la morfología de ciudades como Járkov, donde se están produciendo los ataques más cruentos en las últimas semanas, cuyos edificios muestran las cicatrices de los bombardeos. La guerra no solo destruye materialmente sino también modifica la definición de las identidades, pero se mantiene siempre en un punto lejano a lo largo de la película. Se muestran los disparos de la artillería sin los efectos de sus ataques, o la ofensiva contra un grupo de soldados rusos desde los monitores que transmiten las imágenes de los drones. Los intertítulos que se incorporan, escritos por el filósofo Oleksandr Komarov, que se unió al ejército al comienzo de la invasión, son una formulación de los significados, que reflejan la transformación que sufre un ser humano en medio de la guerra. Y como en No obvious signs, el diseño de sonido de Mykhailo Zakutskyi y una música latente creada por el compositor austríaco Peter Kutin, profundizan en el impacto de las imágenes creando una capa de desasosiego que se compagina con los sonidos de las bombas lejanas y la presencia de los truenos. La resistencia a la redefinición de los ciudadanos ucranianos se perfila a través de aquellos que se niegan a abandonar sus hogares durante las evacuaciones, como una búsqueda infructuosa de mantener cierta normalidad a pesar de la presencia constante de las alarmas antiaéreas. Este ser humano que nace de la devastación es capaz de convivir con la destrucción para demostrar su capacidad de resiliencia. 

Météors

Hubert Charuel

Francia 2025 | Un Certain Regard | 


Después de la película Un héroe singular (Hubert Charuel, 2017), estrenada en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, el director y su habitual guionista Claude Le Pape (1985, Francia) regresan al entorno urbano de la ciudad de Saint-Dizier, donde han transcurrido algunos de sus cortometrajes, que representa un cierto aire de decadencia, a través de una actividad industrial que ha ido decayendo en las últimas décadas, con una tasa de empleo cada vez menor dentro de este sector. Cuenta el propio director Hubert Charuel (1985, Francia) que la primera idea fue escribir una historia en la que la caída de un meteorito transformaba las relaciones entre los habitantes de la localidad francesa, pero conforme se fue desarrollando el proyecto se eliminó el meteorito pero permaneció el concepto de la destrucción, que en este caso no es superficial sino que se trata de una devastación interna. La historia cuenta la relación de amistad entre tres jóvenes, aunque Tony (Salif Cissé) está algo más separado de los otros porque ha ascendido en el entorno laboral creando su propia empresa de construcción. Mientras tanto, Mika (Paul Kircher) y Daniel (Idir Azougli) viven juntos y comparten una situación más inestable: el primero tiene un trabajo basura en un Burger King mientras que el segundo está desempleado. Ambos sin embargo tienen un sueño: conseguir dinero para montar una perrera en la isla Reunion, donde vivirán sin mayores preocupaciones. Pero una noche de fiesta, Daniel decide robar un gato Maine Coon ganador de un concurso para venderlo, lo que termina con ambos frente a una jueza (las mujeres están presentes en la película solo a través de cargos institucionales) y enfrentándose a la posibilidad de pasar entre 5 y 10 años en la cárcel. Daniel además sufre un ataque de epilepsia que en realidad es un síntoma de una cirrosis que le puede llevar a la muerte en poco tiempo, lo que obliga a los dos amigos a la necesidad de tener una estabilidad laboral para no acabar en prisión y abandonar el consumo de alcohol y drogas para evitar un desenlace fatal. Daniel sin embargo es un alcohólico que no tiene la fuerza de voluntad para dejar la bebida, aunque Mika está empeñado en ayudarle a conseguirlo. Météors (Hubert Charuel, 202) sigue siendo por tanto una historia de supervivientes, aunque el desastre de la caída de un meteorito ya no forme parte de la historia. 

La toxicidad de la relación entre Mika y Daniel es representada de manera demasiado obvia con la introducción de una planta de residuos nucleares en la que está subcontratada la empresa de Tony, cuando éste les da la oportunidad a sus amigos de incorporarse a su plantilla. Pero las medidas de seguridad no parecen demasiado estrictas y el riesgo de radiación preocupa a Mika, mientras que para Daniel se trata de un trabajo que le permitirá salir del círculo de inestabilidad en el que se encuentra. El Noreste de Francia ha estado pendiente de las consecuencias de la radiación desde el accidente de Chernobyl, mientras acoge un vertedero nuclear. La simbiosis entre el envenenamiento que sufre Daniel con el alcohol y el veneno que permanecerá bajo tierra durante los próximos sesenta años se convierte en una metáfora que convierte la última parte de la película en una representación más simbólica: un laberinto de paredes del que no pueden encontrar la salida los dos protagonistas, un túnel de oscuridad impenetrable o la posibilidad de conseguir mejor sueldo arriesgando la vida en un trabajo que se desarrolla a más de 400 metros de profundidad. Son recursos que acaban resultando demasiado evidentes y simples, igual que Météors se desarrolla progresivamente por el terreno menos complejo del melodrama de amistad, impulsado por una sólida interpretación de Paul Kircher, una de las fulgurantes estrellas jóvenes del cine francés desde que protagonizó Dialogando con la vida (Christophe Honoré, 2022), y una dolorosa representación de la negación del personaje de Daniel que hace Idir Azougli, al que el director descubrió en El teorema de Marguerite (Anna Novion, 2023). Pero lejos de profundizar en un estudio de personajes, Météors acaba derivando en un drama rústico que se apoya en simbologías obvias para aportar cierta redención a los personajes. 

Caravan

Zuzana Kirchnerová

República Checa, Eslovaquia, Italia 2025 | Un Certain Regard | 


Desde su experiencia real como madre de un hijo con síndrome de Down que desarrolló autismo la directora Zuzana Kirchnerová (1978, República Checa) ha presentado su primer largometraje de ficción en el que se intuye un reflejo de la realidad en los aspectos mostrados en las primeras escenas en las que Ester (Aňa Geislerová) se siente juzgada como madre ante el comportamiento poco adecuado de su hijo David (David Vodstrčil) con otros niños en el entorno de unas vacaciones familiares. Separados de la casa y aislados en una caravana, Ester toma la decisión de evitar las miradas y los comentarios a sus espaldas, que la responsabilizan de la forma en que su hijo se relaciona con los demás, y conduce la caravana para dirigirse hacia Calabria, recordando las vacaciones que pasaba cuando era joven. Caravan (Zuzana Kirchnerová, 2025) explora de esta forma la intimidad entre una madre y su hijo, a través de una relación de cariño que en algunos momentos se expresa de una forma más brusca cuando el joven David sufre arrebatos de violencia que la madre trata de apaciguar abrazándole y sufriendo por tanto las cicatrices del forcejeo hasta que consigue tranquilizarle. Mientras David se encuentra en una etapa en la que comienza a sentir los arrebatos de la sexualidad, su madre parece haber renunciado a recuperar ella misma el deseo, sometida al cuidado constante de un hijo al que no puede dejar solo. Por eso cuando un granjero (Michele Abbondanza) que les deja pasar la noche, pretende cobrarse el favor a través del abuso sexual, Ester se entrega completamente, y más adelante, cuando comienza a trabajar en otra granja en la que el olor de los excrementos parece insoportable, siente una mezcla de atracción y repulsión por Marco (Mario Russo). En Caravan, la representación de los personajes es muy sensorial, desde los olores hasta los roces de los cuerpos y las manos, o la sensación de la arena sobre la piel en un verano caluroso. Pero en su recorrido por Calabria, Ester se da cuenta de que cada vez quedan menos espacios que no son propiedad de alguien: la expulsan de una playa reservada y la acogen en un terreno privado en una sucesión de lugares ocupados, como si el entorno natural se hubiera ido redefiniendo hacia la propiedad privada. 

A través del subgénero de la road-movie, la película refleja la rebeldía de los personajes, especialmente representado en Zuza (Juliána Brutovská Oľhová), una joven que se incorpora a la caravana cuando se detiene en una gasolinera. Su presencia permite que Ester tenga cierta libertad para trabajar y conseguir algo de dinero, pero también despierta aún más la transformación del cuerpo y el deseo de David. Hay pocas películas que aborden una mirada normalizada hacia las necesidades afectivas de las personas neuro divergentes en toda su dimensión, y Caravan lo hace con sutileza y con la complejidad de las relaciones diversas que a veces pueden resultar confusas. Aunque a la película le falta un mayor impulso para conseguir que sus personajes traspasen la pantalla más allá de una representación esbozada carente de una mayor profundidad emocional. En su planteamiento visual, trata de ofrecer una descripción matizada de las relaciones personales y se apoya en la cercanía de la cámara a los cuerpos, casi sin mostrar en muchos momentos los rostros de los personajes. Pero finalmente se queda en una representación discreta que reflexiona sobre cómo el vínculo entre madre e hijo se mantiene íntegro aunque evolucione de distintas maneras, y la necesidad de que ambos encuentren una forma de experimentar un respiro más allá de esa burbuja maternal que les une. 

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Películas mencionadas:

Flow, un mundo que salvar se puede ver en Filmin.
Sound of metal se puede ver en Prime Video. 
Her se puede ver en Filmin, Movistar Plus+ y Prime Video. 
No obvious signs se puede ver en dafilms.com y GuideDoc.
The winter garden's tale se puede ver en dafilms.com.
Un héroe singular se puede ver en Filmin y Movistar Plus+.
Dialogando con la vida se puede ver en Tivify.
El teorema de Marguerite se puede ver en Movistar Plus+.

21 mayo, 2025

Cannes 2025 - Parte 2: Resistencias

Nos acercamos de nuevo a un Festival de Cannes que está teniendo un marcado carácter político, con la publicación el primer día de una carta firmada por casi cuatrocientos cineastas que denunciaban el silencio de la comunidad cinematográfica ante el genocidio ejercido por Israel contra Gaza, y al que se han ido incorporando algunos de los invitados que han presentado películas en Cannes. En nuestras crónicas repasamos títulos que forman parte de la programación de Un Certain Regard y la Semana de la Crítica, en los que hemos encontrado algunas películas notables y una de las propuestas más singulares de esta edición del festival.

Love me tender

Anna Cazenave Cambet

Francia 2025 | Un Certain Regard | 


Desde la apertura de la película que muestra el roce de la piel y las miradas seductoras en una piscina que forma parte de la vida estructurada de Clémence (Vicky Krieps), hay una sensualidad en un encuentro sexual furtivo que expresa la transformación que está experimentando. Como su propia decisión de romper con varios años de trabajo como abogada de alto perfil para dedicarse a la escritura, el clasicismo de una pieza musical de Carl Friedrich Abel interpretada por Jordi Savall termina bruscamente, la misma brusquedad con la que ella ha cerrado un capítulo de su vida. La escritora Constance Debré (1972, Francia), nieta de Michel Debré, que fue primer ministro durante el gobierno de Charles De Gaulle, contó su propia experiencia en un libro de autoficción titulado Love me tender (Ed. Alpha Decay, 2020), que abordaba temas como la sexualidad, la maternidad y las normas establecidas. En las obras anteriores de la directora Anna Cazenave Cambet (1990, Francia), especialmente su largometraje de debut Gold for dogs (2020), que participó en la Semana de la Crítica, también estaba presente el deseo para reflejar las interioridades emocionales de su protagonista, y se desarrollaba al final del verano, la época en la que comienza esta nueva película. Clémence también ha roto su matrimonio con Laurent (Antoine Reinartz) con el que parece mantener una buena relación; en su encuentro en una cafetería ambos visten de manera parecida, como si hubieran compartido ropa. Pero el anuncio de que ella ha empezado a salir con otras mujeres es un detonante para la quiebra de su relación, en la que su hijo Paul (Viggo Ferreira-Redier) se convierte en sujeto de fricción al comenzar un largo proceso legal que desvela la manipulación emocional que Laurent ha ejercido sobre él para impedir que Clémence pueda compartir la custodia. Pero por encima de todo está el rechazo a su independencia, a su decisión de abandonar una profesión socialmente reconocida por la inestabilidad de la escritura y a su entrega a una sensualidad promiscua y libre que la separa de su vida anterior. El relato de Clémence forma parte del libro que está escribiendo, usado como estructura narrativa para mostrar el paso del tiempo (los meses de espera en un proceso judicial que se alarga innecesariamente) y reflejando su autonomía respecto a la realidad de su vida. 

Lejos de tratarse de una película sobre una batalla judicial, Love me tender (Anna Cazenave Cambet, 2025) tiene más interés en mostrar las consecuencias. Acusada incluso de pedofilia por su marido, la manipulación emocional que ha sufrido Paul es rápidamente detectada, pero la burocracia judicial alarga la resolución constantemente, y ella solo puede ver a su hijo en encuentros supervisados. La frialdad de estas visitas bajo la mirada de una experta en mediación (Aurélia Petit) contrasta con la fisicidad del reencuentro entre Paul y Clémence, la necesidad de expresarse a través del abrazo y el contacto entre ambos La película contrasta la relación entre madre e hijo con la vida de Clémence a través de los meses que transcurren en este largo proceso judicial, que se expresa también desde el contacto físico de las relaciones esporádicas. Mientras Clémence construye su independencia y su propia identidad queer, está atada a su antigua relación heterosexual a través del hilo de una justicia injusta. Pero sobre todo de su necesidad de resistir sin rendirse para mantener intacta su identificación como madre. Cuando puede compartir un día sin supervisión con Paul, le lleva a ver a su abuelo (Féodor Atkine) y ven en televisión la película El increíble hombre menguante (Jack Arnold, 1957), en la única escena auténticamente familiar que se muestra a lo largo de esta historia. Pero el clásico de ciencia-ficción sobre personajes que se desvanecen también es un reflejo de cómo el largo proceso está provocando que la presencia de Clémence sea cada vez más insignificante en la vida de su hijo. Hay una mayor inestabilidad en la segunda parte de la película, cuando ella comienza una relación con Sarah (Monia Chokri) que inevitablemente se ve afectada por la kafkiana experiencia de Clémence: "Dice que no puede soportar mi amor desenfrenado seguido de la frialdad. Está harta de mi arrogancia, de mis estúpidos dichos, que van de mejor a peor." La resistencia a la rendición como madre se dibuja en las tomas de Clémence en bicicleta por las calles de Belleville, el efecto del cambio de las estaciones y la transformación física que reproduce su rebeldía, expresada por una representación física del personaje muy contundente por parte de Vicky Krieps, que se apodera del espacio y del tiempo a lo largo de la película. Mientras que el final que propone Anna Cazenave Cambet es menos usual, más abierto a una esperanza que queda pendiente del transcurrir de los años. 

Nino

Pauline Loquès

Francia 2025 | Semana de la Crítica | 

Semana de la Crítica '25: Premio Revelación (Théodore Pellerin)


Desde la experiencia real de una persona cercana que falleció de cáncer a los treinta y siete años, la directora Pauline Loquès debuta en el largometraje con una historia sensible e inteligente protagonizada por un joven que recibe un diagnóstico de cáncer de garganta provocado posiblemente por el virus del papiloma humano (VPH). Al elegir este tipo de tumor que afecta a un sector de la población más joven, pero al mismo tiempo es curable, el personaje de Nino (Théodore Pellerin) no se enfrenta a la muerte, eliminando el carácter trágico que podría tener la historia. Pero sí a un tratamiento de quimioterapia y radioterapia cuyos efectos secundarios pueden provocar esterilidad. Esto introduce en un personaje masculino una urgencia por entregar un frasco de esperma para que sea utilizado posteriormente si desea tener hijos, que establece un paralelismo con el reloj biológico de las mujeres. En su caso, le quedan los tres días hasta el comienzo de la quimioterapia para recoger el esperma y entregarlo en el hospital, pero su perplejidad interior frente al diagnóstico le impide tener la tranquilidad necesaria. La habilidad del relato consiste en no estar centrado en el tratamiento y el desarrollo de la enfermedad, como es habitual, sino en en el fin de semana previo al comienzo de la quimioterapia, una especie de limbo en el que el protagonista deberá asumir su realidad y encontrar la manera de comunicársela a sus personas más cercanas. Nino (Pauline Loquès, 2025) se construye así a partir del shock que provoca una noticia inesperada que cambia las expectativas de un joven con un trabajo estable y una familia cariñosa, sobre el que pesa sin embargo la repentina muerte de su padre cuando era un niño. Es un punto de partida que tiene relación con el cortometraje previo de la directora, La vie de jeune fille (2018), en el que la treintañera Constance se enfrenta en solitario a la ruptura del compromiso por parte de su prometido, sin encontrar el momento de decírselo a sus amigas. Pero sobre todo recuerda inevitablemente a la película Cleo de 5 a 7 (Agnès Varda, 1962) en la que la protagonista esperaba el resultado de un diagnóstico que ella teme que pueda ser cáncer. A lo largo de los tres días en los que transcurre la historia, Nino se encuentra con familiares y amigos, pero no es capaz de compartir la noticia. Al no poder acceder a su apartamento porque ha perdido las llaves y no localiza al conserje, acude a casa de su madre (Jeanne Balibar), que es tan cercana y cariñosa como desconectada de la vida de su hijo. 

Nino deambula por las calles de París dirigiéndose a una fiesta de cumpleaños organizada por su amigo Sofian (William Lebghil), el único con el que comparte la noticia, pero que parece reaccionar con el mismo estado de shock que él, y acudiendo a la casa de su exnovia Camille (Camille Rutherford) para advertirle en una postal que se realice pruebas del papiloma, pero no se atreve a decírselo directamente cuando se encuentra con ella en el portal del edificio. París se convierte en un camino hacia ninguna parte que Nino comienza a recorrer buscando sentido a una vida que se ha transformado. En esa búsqueda del aislamiento, llega a dormir en un centro para personas sin hogar donde se cruza con un hombre desconocido (Mathieu Amalric) que sugiere cierto tono de fantasía, alguien que le ayuda sin pedir nada a cambio, pero que no está claro si es un loco, un sabio o simplemente el producto de su imaginación. Cuando le enseña la fotografía de su esposa, en realidad vemos la imagen de la actriz Romy Schneider, lo que refuerza esa idea de incertidumbre sobre una figura que establece sin embargo un tipo de conexión extraña. También en la fiesta, Nino se encuentra en el baño con Lina (Estelle Meyer) quien le pide ayuda para su inyección de estimulación ovárica, un punto de inflexión en el que el joven cambia su percepción estrictamente cerebral para entender la necesidad de abrirse a los demás. Es a través de los personajes que se cruzan con él durante estos tres días como Nino adoptará el impulso para afrontar la realidad de su tratamiento, como el reencuentro con una antigua amiga, Zoé (Salomé Dewaels), que ahora es madre soltera. Filmada con cámara en mano y una luminosidad que no impacta directamente en el personaje sino que lo envuelve en una especie de tono etéreo, Nino también es un trabajo notable del actor quebequense Théodore Pellerin, quien captura la indecisión y la zozobra emocional de su personaje a través de los gestos, las expresiones y su presencia física apagada, y al que hemos visto en las series Benjamin Franklin (Apple tv+, 2023) y Becoming Karl Lagerfeld (Disney+, 2024), y más recientemente en el thriller dramático Lurker (Alex Russell, 2025). Cuando la incertidumbre y el miedo dejan paso a la aceptación de la realidad, la sala de quimioterapia es retratada como una sala de maternidad que proporciona una mirada más optimista. 

A useful ghost

Ratchapoom Boonbunchachoke

Tailandia, Francia, Singapur 2025 | Semana de la Crítica | 

Semana de la Crítica '25: Gran Premio Mejor Película


La película más audaz y original de esta edición del Festival de Cannes no se encuentra en la Sección Oficial, sino que se esconde en la Semana de la Crítica, a través del debut en el largometraje del director tailandés Ratchapoom Boonbunchachoke, que es al mismo tiempo una comedia surrealista, una historia de fantasmas y una reflexión sociopolítica sobre el pasado histórico de su país. El polvo se apodera del comienzo de la historia, representando la contaminación provocada por las grandes industrias, pero también como una referencia al carácter peyorativo con el que se describe a los ciudadanos de clases inferiores, personas sin voz que son desplazadas dentro de la sociedad, "polvo" para los sectores más poderosos. La contaminación es la causa de la muerte de Nat (Davika Hoorne), dejando a su esposo March (Wisarut Himmarat) desolado por la ausencia. En paralelo, la fábrica que pertenece a su familia comienza a detectar la presencia de fantasmas que se apoderan de la maquinaria, en especial un antiguo trabajador que acusa a los dueños de su fallecimiento: "Los fantasmas son aquellos que no se rinden ante la muerte; su regreso es un acto de protesta", se dice, como una revelación de la condición subversiva del acto de no desaparecer después de haber muerto. A useful ghost (Ratchapoom Boonbunchachoke, 2025) tiene una estructura narrativa que se asemeja a las cajas chinas, contando una historia dentro de otra historia. La trama principal está narrada a través de Krong (Wanlop Rungkumjad), un técnico de mantenimiento que llega a la casa de un joven anónimo homosexual que se autodenomina Travesti Académico (Wisarut Homhuan), para reparar una aspiradora que no para de toser. Krong es el narrador de la historia de March y su familia adinerada y corrupta. Cuando éste recibe la visita del fantasma de su esposa, que ha adoptado a los ojos de los demás la forma de una aspiradora, se entrega totalmente a ella, aunque las consecuencias serán complicadas. Inspirándose en la leyenda tradicional tailandesa de Mae Nak, que cuenta la relación entre un fantasma y su esposo viudo, el director introduce elementos de la cultura popular y del pasado histórico, como en su premiado cortometraje Red Aninsri; Or, Tiptoeing on the Still Trembling Berlin Wall (2020), a través de un relato que es divertido, extraño y cautivador, y que toma referencias de numerosas fuentes, desde las telenovelas hasta los cineastas europeos como Jacques Rivette, Joao Cesar Monteiro o Raoul Ruiz. 

Lo más destacado de A useful ghost es la manera en que introduce tantos elementos narrativos dentro de un contexto de personajes diversos y relatos cruzados. Suman (ApasirI Nitibhon), la madre de March, no acepta la presencia del fantasma de su nuera, sometiendo a su hijo a un tratamiento psiquiátrico que incluye sesiones de electroshock, lo que puede recordar a las terapias de conversión homosexual. El tono surrealista de la película disimula que la comedia va desapareciendo hacia una reflexión mucho más seria, construyendo referencias al desmantelamiento del pasado y del futuro político del país, como la destrucción que se está llevando a cabo de la arquitectura 'Khana Ratsadon' (Partido del Pueblo) que construyeron funcionarios y militares que llevaron a Tailandia hacia una democracia constitucional en los años 30, o la eliminación de los símbolos del partido Future Forward que fue en 2019 una esperanza de cambio político y social completamente desarticulada por el sistema electoral tailandés, como se describe en el documental Breaking the cycle (Thanakrit Duangmaneeporn, Aekaphong Saransate, 2024). La presencia de los fantasmas es cada vez más trágica, como los de las víctimas de la violenta represión de las protestas de 2010, cuyos truenos no dejan descansar y enferman cada vez más al ministro Paul (Gandhi Wasuvitchayagit). En su condición de comedia surrealista que abraza el realismo mágico, A useful ghost se alimenta de un subtexto que erradica la narrativa tradicional para sustituirla por un intertextualidad que la enriquece y se apodera de ella. El espíritu queer de las historias de Ratchapoom Boonbunchachoke construye una mirada hacia la diversidad, como diversa es la manifestación de los fantasmas, algunos con voces sin cuerpos visibles, otros translúcidos o totalmente imperceptibles. Su sufrimiento interior se expresa a través de murmullos y movimientos de objetos, ocupando el espacio de un país como Tailandia lleno de fantasmas que surgen de la indefinición de sus muertes, provocadas por las desapariciones forzadas y las matanzas. Su presencia refleja una conexión con el pasado que no está cerrada. 

Once upon a time in Gaza

Tarzan Nasser, Arab Nasser

Francia, Alemania, Palestina, Portugal, Jordania, Qatar 2025 | Un Certain Regard | 

Un Certain Regard '25: Mejor Dirección


Uno de los ministros de Hamás que aparecen en la película afirma que "hacer cine en Gaza es una forma de resistencia. Las herramientas son diferentes, pero el objetivo es el mismo". Se refiere a la primera película de acción palestina, titulada Rebel, con cuyo trailer comienza esta historia que mezcla la comedia social, la mirada política y el cine dentro del cine. Los hermanos gemelos Tarzan Nasser y Arab Nasser han ofrecido ya títulos destacados que se han estrenado en festivales internacionales: Gaza mon amour (2020), presente en la Mostra de Venecia y ganadora de la Espiga de Plata en la Semana de Valladolid, y Dégradé (2020), seleccionada en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes. En su última película, la ciudad de Gaza forma parte del título y también se convierte en protagonista al envolver a los personajes de esa inestabilidad e inseguridad que caracteriza la supervivencia en los territorios palestinos. Once upon a time in Gaza (Tarzan Nasser, Arab Nasser, 2025) no solo es una referencia cinematográfica a algunos títulos reconocibles como Hasta que llegó su hora (Sergio Leone, 1968) o Érase una vez en América (Sergio Leone, 1984), sino que también expresa de manera singular una referencia a Gaza como un lugar del pasado, ahora sepultada entre las bombas del genocidio israelí. Precisamente la historia se desarrolla en 2007, al año siguiente de la victoria democrática de Hamás, que fue rechazada por parte de la comunidad internacional, alimentando así la justificación del aumento del bloqueo y la presión militar de Israel. La película ofrece estas consideraciones políticas (comienza con las declaraciones de Donald Trump refiriéndose a Gaza como un futuro resort), porque el entorno del territorio está impregnado de la violencia, las bombas y esa sensación de que la vida puede escaparse en un solo segundo, con una bala perdida o una deflagración cercana. Pero la historia no se centra en la guerra, aunque ésta permanece presente en todo momento. Los protagonistas de Once upon a time in Gaza son Osama (Majd Eid), el dueño de un pequeño restaurante que se dedica al contrabando de analgésicos que distribuye envueltos en las pitas de falafel, el cocinero Yahya (Nader Abd Alhay), que tiene el sueño de poder salir de Gaza, lo que es impedido por las autoridades israelíes, y Abou Sami (Ramzi Maqdisi), un policía corrupto que pretende acabar con el negocio de Osama, aunque se trate de un contrabando menor. La trama principal se centra en estos tres personajes en la primera parte de la película, y establece una especie de cotidianidad dentro de un ambiente de conflicto militar permanente. Rodada en Jordania, que representa a una Gaza semidestruida pero aún con una cierta vida social estable, los directores se implicaron directamente en el diseño de producción para reflejar de la manera más fidedigna las calles del territorio palestino.

Aunque el comienzo fragmentado, entre noticias reales de televisión, ideas absurdas de un mandatario norteamericano con escaso conocimiento del conflicto, y la promo de una película de acción palestina, podría hacer pensar que Once upon a time in Gaza va a ser una comedia loca, en realidad no lo es. Hay elementos de humor negro y se usan los clichés del género de acción de serie B en la parte final, pero el tono en general es más serio de lo que parece y quizás por eso resulta algo desequilibrado. También hay una curiosa ausencia de personajes femeninos, lo que los directores justifican diciendo que es intencionado para mostrar la forma en que la vida de los protagonistas está emocionalmente fragmentadas. Las mujeres para ellos son solamente una fantasía, representando la ausencia añorada, como la que tiene Yahya de su hermana y su madre, que se encuentran en Cisjordania. Enfocándose en el retrato de personajes, la primera parte aborda la confrontación entre el policía Abou Sami y el negociante Osama, que influirá en los acontecimientos posteriores que se desarrollan en 2009. La segunda mitad es más irregular aunque adopta un mayor tono de comedia, centrándose en la elección de Yahya como el protagonista de la película de acción Rebel, a pesar de su inexperiencia en el cine. Surge así la narrativa meta-cinematográfica que refleja también una interacción entre la realidad y la ficción. Cuando el director de la película de acción escoge a Yahya, algunos consideran que lleva el pelo demasiado largo como para representar a un héroe de la causa palestina, lo que se puede interpretar como una mirada irónica a la masculinidad que habitualmente expone Hamás en su propaganda política. El rodaje también expone la falta de recursos, y los actores sienten miedo porque tienen que utilizar armas y munición real de los soldados, ya que no hay presupuesto para comprar réplicas. Los directores de Once upon a time in Gaza convierten a su protagonista en un héroe sin grandes efectos dramáticos, impregnando su heroicidad de paciencia y resistencia, frente a la representación cliché de la película dentro de la película. Hay buenas ideas y una planificación inteligente, con la sutileza de la fotografía de Christophe Graillot y la música de tono irónico del estupendo compositor Amine Bouhafa. Pero el resultado se siente menos relevante de lo que puede parecer. 


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Películas mencionadas:

El increíble hombre menguante se puede ver en Filmin y Pluto tv.
Cleo de 5 a 7 se puede ver en Acontra+ y Tivify.
Gaza mon amour se puede ver en Filmin y Prime Video. 
Hasta que llegó su hora se puede ver en Movistar Plus+, SkyShowtime y Tivify.
Érase una vez en América se puede ver en Disney+ y Prime Video. 

20 mayo, 2025

DOK.fest 2025 - Parte 4: Premios

El formato presencial de DOK.fest concluyó el pasado domingo con la entrega de los premios concedidos por los diferentes jurados del festival que finaliza así su cuarenta edición, aunque buena parte de la programación sigue disponible durante esta semana en el formato online. En nuestra crónica comentamos algunas de las películas que han sido premiadas en esta edición de DOK.fest, pero seguiremos ofreciendo crónicas a lo largo de los próximos días. 

PREMIO VIKTORIA DOK.international: 
Silent observers, Eliza Petkova | Bulgaria, Alemania

PREMIO VIKTORIA DOK.deutsch: 
Wir Erben (We, the inheritors), Simon Baumann | Suiza

PREMIO VIKTORIA DOK.horizonte: 
Rashid, L'enfant de Sinjar, Jasna Krajinovic | Bélgica, Francia

PREMIO DE ESTUDIANTES: 
Woman/mOther, Klara Harden | Alemania

PREMIO DEL PÚBLICO: 
Writing Hawa, Najiba Noori | Afganistán, Francia, Países Bajos, Qatar

MEJOR MÚSICA DOCUMENTAL ALEMÁN: 
Vracht, Mirjam Skal | Alemania

PREMIO DOK.fest ALDEAS INFANTILES: 
Rashid, L'enfant de Sinjar, Jasna Krajinovic | Bélgica, Francia

PREMIO DOK.edit MEJOR MONTAJE: 
La pintora y el glaciar, Mark Cousins | Reino Unido

Silent observers

Eliza Petkova

Bulgaria, Alemania 2024 | Stranger than fiction | 

IDFA '24: Sección Luminous

DOK.fest '25: Premio Viktoria Mejor Documental


La directora Eliza Petkova (1983, Bulgaria) ha filmado en tres ocasiones al entorno de los montes Pirin, en el suroeste de Bulgaria, conformando una trilogía de películas que se desarrollan, entre la ficción y el documental, en una pequeña población de la zona. Zhaleika (2016) estaba protagonizada por una adolescente que enfrentaba su deseo de seguir disfrutando de su juventud con los códigos tradicionales del luto por la muerte de su padre, mientras que Mayor, Shepherd, Widow, Dragon (2021) utilizaba el género documental para acompañar a tres habitantes locales que se enfrentan a la probable desaparición de su pueblo en un futuro cercano. En su regreso a esta pequeña aldea de habitantes principalmente ancianos, centra su mirada en los animales domésticos que presenta a través de primerísimos planos: una cabra, un burro, una perra, un caballo, una oveja y una gata. Algunos con mayor protagonismo que otros, forman parte de la vida cotidiana mirando a lo humanos con una mezcla de curiosidad y desinterés, mientras la cámara se coloca a su altura y deja los rostros de las personas fuera de plano. Silent observers (Eliza Petkova, 2024) adquiere un cierto tono poético para reflejar esta convivencia, creando un arco narrativo para cada uno de los animales que en algunos casos es ficticio, lo que desequilibra el interés de una película que se sitúa con dificultades entre la observación y la representación. La primera escena se desarrolla en una casa donde se está velando un cadáver sobre el que salta la gata Matsa, que deambula provocando algunas travesuras por todo el pueblo. La viuda del fallecido ahuyenta al felino y comienza a murmurar que ha perturbado al cadáver de su esposo y probablemente Matsa se haya convertido en un vampiro. La anécdota se convierte en la comidilla entre las mujeres al día siguiente: "Su alma se introdujo en la gata y ésta se convirtió en el espíritu del fallecido", dice una de ellas. Desde entonces se cree que algunas ancianas han muerto debido al hechizo que han recibido de la gata vampira.

Las supersticiones forman parte del entorno rural y establecen la relación de sus habitantes con los animales: una mujer conversa con otra: "Va, deambula por el pueblo y nadie sabe que es su hijo", refiriéndose al burro Kirka. Se cuenta que otra mujer del pueblo convirtió a su hijo en ese burro para protegerlo de responder por un crimen que había cometido. Estos elementos de creencias sobrenaturales aportan una cierta profundidad tragicómica y una singularidad a la película, dándole un tono particular. Otro de los animales es la perra Mila que pertenece a una de las mujeres del pueblo, y es objeto de disputa porque un vecino afirma que mata a sus gallinas cuando está suelta, amenazando con dispararle si vuelve a causar estragos en su granja. El arco narrativo ficticio de la perra, que está acompañada por una sonoridad de percusiones en sus travesuras, se siente algo forzado y claramente innecesario en su conclusión. Con una cuidada fotografía de su habitual colaboradora Constanze Schmitt y un diseño de sonido que establece diferentes instrumentaciones para cada uno de los animales, la directora equilibra e iguala la relación entre éstos y los seres humanos colocando la cámara a su nivel. Parece plantearse una reflexión sobre el tradicional posicionamiento superior del hombre frente a la naturaleza y a los seres vivos que tiene a su cargo, que en realidad evalúan las acciones de los humanos. La directora no evita, aunque podría haberlo hecho, las relaciones más controvertidas, como la historia del cordero Belka que está destinado a ganar peso para ser sacrificado durante la Pascua, o el lúgubre destino de la cabra Belushka, que ya es incapaz de producir leche y por tanto resulta inservible para los humanos. El final más esperanzador es el del viejo y enfermo caballo Gosho, vendido a un granjero de un pueblo cercano que cuida caballos en libertad, para que pase junto a ellos sus últimos años de vida, liberado por fin de su dura función como animal de carga. La representación de los animales se expone como una proyección de los miedos y las inquietudes de los seres humanos, y esa naturaleza mística es la que mejor define a una película que camina entre la superstición y la realidad, construyendo una mirada poética que a veces puede resultar demasiado imprecisa.

Woman/mOther

Klara Harden

Alemania 2025 | Empowered | 

DOK.fest '25: Premio de Estudiantes


La colaboración creativa entre la directora austríaca Klara Harden, afincada en Berlín, y la profesora de danza Mara, con la que tiene una relación de amistad desde hace años, se enfoca en la preparación de una performance grabada en un bosque, utilizando los árboles como un soporte artístico y un entorno que supone el regreso del aislamiento que sintió Mara cuando estaba embarazada de su hijo Ezra, que ya tiene cuatro años y cierta independencia. Esto le permite dedicarse con más tiempo a su creación artística, basada en la reconexión con Klara, con la que había perdido contacto desde que se marchó a vivir al campo, en Estiria. "Mara baila porque yo filmo; yo filmo porque Mara baila", dice la directora, ocasional narradora del documental Woman/mOther (Klara Harden, 2025), ganador del Premio de Estudiantes en DOK.fest. Pero esta colaboración sufre un contratiempo cuando Mara se queda embarazada sin haberlo planeado. Como indica el título del documental, ella debe asumir otra vez la maternidad intentando compaginarla con su faceta artística, su desarrollo profesional y personal. De manera que las grabaciones incorporan también su embarazo y la representación física de éste, la barriga de embarazo que se convierte en un elemento natural de la expresión de Mara como mujer, envuelta en una tela de plástico que parece una especie de representación metafórica de un saco amniótico. La directora mezcla las escenas grabadas para la performance con la vida familiar de Mara, compartida con su inquieto hijo Ezra y su tranquilo marido Alex. Pero en esa dicotomía que plantea el título, el documental capta las primeras frustraciones de la madre en su proceso de embarazo, que se reflejan especialmente a través de las llamadas telefónicas que efectúa a Klara para coordinar las grabaciones en una planificación cada vez más difícil. Los médicos le han informado que el bebé se encuentra en una posición peligrosa y el parto deberá ser provocado mediante cesárea, que no es lo que quería Mara. Ella deseaba un parto natural que nunca podrá tener aunque vuelva a quedarse embarazada, porque la incisión vertical uterina provoca un alto riesgo de presentar una rotura uterina si se tiene un parto vaginal. "Tener un hijo por cesárea es como ir al dentista a que te saquen una muela", dice Mara, decepcionada por la imposibilidad de no poder permitir el curso natural de su embarazo. No suele ser habitual que las películas sobre la maternidad reflejen los momentos más frustrantes que viven las madres, y Woman/mOther tiene la capacidad de ofrecer una mirada comprensiva, pero al mismo tiempo objetiva, sobre la impotencia de no tener un control verdadero sobre el propio cuerpo. 

Una vez que Mara tiene a su hijo Laszlo, la posibilidad de seguir con el proyecto artístico se aleja, teniendo que dedicarse completamente al cuidado de su bebé. Alex ejerce como padre, pero parece siempre estar pidiendo permiso o preguntando a Mara lo que quiere que haga, de manera que su ayuda no es una descarga de responsabilidad para la madre, sino todo lo contrario. La película capta algunos momentos de tensión en la familia sin tratar de ocultarlos, principalmente motivados por el cansancio y la responsabilidad. Pero al tratarse de una familia que funciona y en la que ambos asumen sus obligaciones, también aumenta la sensación de aislamiento. Mara manifiesta que tiene miedo de "no disfrutar de ser madre. No solo del esfuerzo que supone, sino cómo me limita a veces. Algunas veces no lo deseaba. No podía encontrar el botón de pausa, porque no existe". Como muchas madres, se enfrenta a las expectativas que tiene la sociedad sobre ellas, como afirma Klara: "Las madres nunca ganan. Siempre está el juicio constante: La mala madre. La madre perfecta. La madre cariñosa. La sobreprotectora. La madre infeliz. Por eso muchas madres se hacen invisibles en las cocinas o en los parques infantiles. Porque el cuestionamiento es tan duro cuando te vuelves visible como ser humano". El viaje de Alex a la Amazonia por compromisos de trabajo tampoco ayuda a Mara, que se encuentra atrapada dentro de la maternidad, sometida a las necesidades del bebé Laszlo y a la hiperactividad del niño Ezra. Solo el tiempo permite que Mara recupere su condición de mujer frente a su obligación como madre, cuando puede dedicar 15 minutos a bailar encerrada en la cocina sin que nadie le reclame su espacio. Y poco a poco se vuelve a implicar de nuevo en su proyecto artístico como una forma de regresar de nuevo del aislamiento. Woman/mOther no ofrece respuestas sino que plantea con una mirada sensible y casi poética la realidad de una maternidad que es compleja y que sigue siendo, a pesar de la transformación de la sociedad y de la mayor implicación de los padres, un proceso difícil que provoca numerosas frustraciones. 

Vracht (Freight)

Max Carlo Kohal

Suiza 2025 | Coming-of-Age | 

DOK.fest '25: Mejor Música


A bordo del Panerai, un buque portacontenedores que tiene su puerto principal en Basilea, apenas hay tripulación y el capitán Martin Greck es el único adulto. Los marineros que ayudan en las labores de limpieza, reparación y mantenimiento son jóvenes adolescentes que, en algunos casos como Rudmer Souverein, tienen aspiraciones de aprobar los exámenes para convertirse en capitanes. Cuando el director Max Carlo Kohal (1993, Estados Unidos), que reside en la ciudad suiza de Basilea desde 2016, comenzó a grabar a Rudmer, éste tenía solo dieciséis años, y durante cuatro ha estado acompañándolo en sus ocupadas jornadas de trabajo a lo largo de puertos como Estrasburgo, Rotterdam o Amberes. El documental comienza con un Rudmer poco experimentado cortándose la mano con una cortadora eléctrica, pero conforme se desarrolla muestra su progresiva experiencia y los cambios de compañeros de trabajo. El director ha tenido la fortuna de encontrar a un marinero que decidió permanecer en el mismo buque durante su proceso de aprendizaje, pero muestra que otros acaban cansados de la rutina y el paso del tiempo lento, como Tycho Van de Waal, el primer compañero de Rudmar, o deciden cambiar de barco como Leanne Van Turenhout. De manera que Rudmer se convierte en un testigo de las idas y venidas de otros adolescentes mientras él mismo experimenta su personal proceso de madurez, todavía albergando dudas sobre seguir estudiando para ser capitán. Aunque es habitual que los puertos se conviertan en escenarios de thrillers de ficción, no lo es tanto que una película como Vracht (Max Carlo Kohal, 2025) se enfoque en la vida cotidiana de un buque portacontenedores, con su paso lento por las riberas de los ríos, mostrando cómo estos jóvenes han renunciado a un tipo de vida normal para embarcarse durante seis meses, trabajando durante dos semanas seguidas alejados de sus familias. Cuenta el director que llegaron a rodar en una feria con Leanne y en una cena familiar con Daan Bonsing, pero finalmente decidieron dejar esas escenas fuera del montaje para centrarse solo en lo que ocurre a bordo del Panerai. Es una decisión acertada, porque cobran más fuerza los momentos en los que la navegación del buque junto a una feria lejana o un grupo de personas tomando el sol en la ribera, refleja esa normalidad que pasa de largo mientras Rudmar trabaja en la embarcación. 

Si bien Vracht se centra en las rutinas de los trayectos y los trabajos que realizan los tripulantes, también se detiene en los momentos de pausa en la cocina o sentados durante los descansos, hablando de temas generalmente relacionados con sus familias o sus parejas. No hay demasiado información sobre estas, pero la cámara consigue un grado de cercanía que resulta destacable, y en ocasiones logra capturar esas situaciones que se salen de la cotidianeidad, a través de la relación que se establece entre la inexperiencia de Leanne, que se muestra muchas veces confundida por las órdenes que recibe, y la mayor destreza que ha ido adquiriendo Rudmer. Finalmente es una historia coming-of-age en la que asistimos a la madurez del que se convierte en el principal protagonista, pero en vez de hacerlo en un entorno urbano lo desarrolla dentro del espacio de un buque portacontenedores. La llegada a los puertos, a veces a altas horas de la madrugada, requiere una actividad más intensa, descargando los containers y recogiendo otros, en un transporte constante que representa las necesidades materiales de una sociedad capitalista. Significativamente, Vracht no se centra en los grandes barcos cargueros que cruzan los océanos, sino que prefiere quedarse en un entorno más reducido, el transporte fluvial que recala en puertos distintos durante varias jornadas. Esto provoca una interesante sensación de familiaridad (ya decíamos que el Panerai está ocupado por una tripulación de tres o cuatro personas). El propio Rudmer comenta que se establece una relación más profunda que la de simples compañeros de trabajo al estar tanto tiempo juntos: "Si sucede algo o alguien muere en la familia, no es necesario hablar de ello, pero se puede hacer". La película se envuelve en dos aspectos destacados: la fotografía de Lukas Gut, quien compartió estudios con Max Carlo Kohal en la Universidad de las Artes de Zúrich, que captura momentos de gran belleza fría en la cubierta del buque. Y la música de la compositora Mirjam Skal (1996, Suiza), que también estudió en la misma universidad, dotada de una tonalidad etérea de sintetizadores que aporta una cierta atmósfera de ciencia-ficción a la película, recordando algunos trabajos de Mica Levi. La banda sonora ha conseguido un merecido premio a la Mejor Música en DOK.fest, porque es un elemento fundamental para envolver a las imágenes de Vracht en un ambiente de ensoñación que subraya el aislamiento del trabajo en el Panerai. 

Rashid, l'enfant de Sinjar

Jasna Krajinovic

Bélgica, Francia 2025 | Coming-of-Age | 

Visions du Réel '25: Grand Angle

DOK.fest '25: Premio DOK.horizonte | Premio DOK.fest Aldeas Infantiles


En la ciudad destruida de Sinjar, en la gobernación de Nínive (Irak), permanece el recuerdo del genocidio que perpetró el Estado Islámico en 2014, con el secuestro y asesinato de miles de yazidíes, un pueblo de habla kurda originario del Kurdistán. La película apunta en los minutos finales que más de 300.000 yazidíes se han visto obligados a abandonar Irak desde aquella masacre. Las imágenes de una ciudad sepultada bajo escombros de edificios derrumbados y construcciones que parecen esqueletos puede recordar a otras zonas de guerra como Gaza o Ucrania; la destrucción del territorio es la principal estrategia para obligar a la población a huir de un lugar que pretende ser ocupado. A pesar de que el gobierno iraquí firmó un acuerdo en 2020 con Erbil, capital del Kurdistán autónomo, las tensiones han seguido tan presentes que resulta imposible comenzar el proceso de reconstrucción y el regreso de las familias que se marcharon. En la región se encuentran el ejército iraquí, los exparamilitares de Hashd al Shaabi y los combatientes yazidíes afiliados a los rebeldes kurdos turcos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que a su vez son blanco esporádico de bombardeos desde la vecina Turquía. Mientras recorre en coche las ruinas de una ciudad destruida, el joven Rashid cuenta la historia de Tawûsî Melek, un pavo real que está considerado en la religión yazidí el líder de los siete Seres Divinos que creó Dios. Según la tradición religiosa, la naturaleza, con sus fenómenos de luz y oscuridad, emana de una sola fuente, que es el Señor de este Mundo, Tawûsî Melek. A sus 15 años cuando se comenzó a rodar el documental, Rashid ha experimentado todos los procesos por los que una familia víctima de la guerra puede pasar: su abuelo fue asesinado durante el genocidio, él y su familia fueron deportados a Siria y encarcelados, donde algunos primos y tíos también murieron, y su hermana Raishin fue secuestrada y todavía permanece en cautiverio, como los 2.763 yazidíes que han sido declarados desaparecidos. 

La historia de Rashid es seguramente similar a la de muchos otros jóvenes que solo han conocido el estado de guerra. En el transcurso de la película Rashid, l'enfant de Sinjar (Jasna Krajinovic, 2025), la familia se encuentra habitando una casa en ruinas, donde reciben ayuda psicológica que también supone volver a recordar los momentos más duros de sus vidas. Rashid dibuja planos de la prisión en la que estuvieron encerrados, pero también la antigua casa en la que vivían, con un árbol cercano en el que descansaban. Rashid se convierte en el portavoz de la familia, no solo para la película sino también para los medios de comunicación el día que se conmemora el genocidio de 2014, llevando una camiseta con el rostro de su hermana desaparecida Raishin. "Desde 2016 no ha cambiado nada. Si me sintiera seguro, si tuviera un futuro y derechos, no abandonaría mi hogar. Pero no hay ningún cambio, y pronto voy a tener que abandonar mi país", responde en una entrevista para la televisión. Sinjar se ha convertido en otro tipo de cárcel, aquella que impide aspirar a una vida más allá de los escombros, sin un plan real para su reconstrucción. Al mismo tiempo, la actitud de Rashid es cada vez más distante, más encerrada en sí mismo, de manera que el proceso habitual de mayor cercanía con la cámara durante una grabación larga se hace inverso, con un progresivo distanciamiento del protagonista. La directora Jasna Krajinovic (1967, Eslovenia), que estudió cine en Bélgica y se ha formado junto a los hermanos Dardenne, ha abordado otros retratos de la infancia como en el cortometraje Ma fille Nora (2016), rodado en Siria, o su premiado documental Un été avec Anton (2012). La abuela Saira se convierte en el centro de la cámara en la última parte de la película, conmovedora en su resistencia y su dolor, con su marido y familiares asesinados, su hija desaparecida y parte de su familia, como Rashid, tomando la decisión de abandonar el país para dirigirse a Australia. Rashid, l'enfant de Sinjar es un coming-of-age traumático en medio de un trasfondo que refleja la fragilidad de la paz, cuando la tensión respecto a los yazidíes comienza a aumentar de nuevo. Y en el que la emigración se convierte en la única salida, por muy dolorosa que sea.