Mientras CPH:DOX '24 ha demostrado ser un festival con cierta estabilidad, otras muestras cinematográficas centradas en documentales abordan estos días una encrucijada compleja. A dos semanas de su celebración a partir del 25 de abril, el prestigioso festival canadiense Hot Docs ha sufrido una convulsión cuando hace una semana una decena de programadores internacionales decidían abandonar la organización de la muestra, denunciando un ambiente de trabajo enrarecido en el que no se tenían en cuenta sus opiniones. El anuncio se produjo poco después de que se confirmara que el pasado 20 de marzo el director artístico Hussain Currimbhoy abandonaba el festival por razones personales y de que la presidenta Marie Nelson anunciara hace una semanas que ésta podría ser la última edición de Hot Docs si no recibía más apoyo financiero. Aunque del 25 de abril al 5 de mayo se celebrará sin cambios, pero con una programación que ha reducido el número de títulos, el festival de documentales más grande de América del Norte se enfrenta a una situación complicada que pone en peligro su supervivencia.
En nuestra crónica de CPH:DOX nos referimos a películas en las que el sonido tiene un protagonismo especial, bien porque es el tema central o porque es el principal soporte del planteamiento audiovisual de las historias.
MúsicaAngela SchanelecAlemania, Francia, Serbia 2024 | Parafictions | ★★★☆☆Festival de Berlín '23: Oso de Plata Mejor Guión |
En una película en la que apenas hay diálogos, el uso del sonido es uno de los elementos que adquieren protagonismo, y se ha convertido en una característica primordial para enfrentarse al cine de Angela Schanelec (1962, Alemania), directora a la que el reconocimiento internacional en forma de premios no llegó realmente hasta Estaba en casa, pero... (2019), ganadora del Oso de Plata a la Mejor Dirección en el Festival de Berlín. Desde entonces se ha recuperado una larga trayectoria cinematográfica que recibió un homenaje en el Lincoln Center de Nueva York y una completa retrospectiva el año pasado en el Festival de Rotterdam, poco antes de estrenar de nuevo en Berlín su último largometraje, tan lacónico en su desarrollo como su propio título. Porque efectivamente no es posible encontrar una narrativa tradicional en Música (Angela Schanelec, 2023) cuyo paralelismo con el mito de Edipo sería difícil de captar si no se indicara en el cartel. La película comienza con esas tomas largas con cámara fija que caracterizan a la realizadora alemana, situando la acción en una isla griega y presentando la historia desde la lejanía en lo que parecen las consecuencias de un accidente y posteriormente el rescate de un bebé. En fuera de campo, con la mirada puesta en una habitación, el bebé parece haber sido dejado a las puertas de un hogar que terminará criándole como un hijo adoptado, según sabremos posteriormente. Edipo también fue abandonado para evitar que se cumpliera el vaticinio del oráculo según el cual mataría a su padre y se casaría con su madre, mientras sus tobillos habían sido perforados por su padre Layo para atarlos a una correa cuando le dejó en la montaña, lo que se convertiría en el origen de su nombre: Edipo (pies hinchados). El uso de continuas elipsis provoca que sea difícil desentrañar la narración, nunca presentada en un sentido lineal, y cuando nos damos cuenta el protagonista Jon (Aliocha Schneider), que también tiene una extraña herida en los pies, es un joven que acaba cumpliendo condena en la cárcel por una muerte accidental y que se enamora de Iro (Agathe Bonitzer), una de las guardias de la prisión. Y también cuando nos damos cuenta ambos están casados, tienen una hija y viven con los padres adoptivos de él.
El cine de Angela Schanelec a veces resulta demasiado hermético, y se recrea en las secuencias largas casi todas ellas en planos estáticos, excepto en un travelling lateral junto a un lago al final de la película. Los rostros inexpresivos de los personajes provocan un distanciamiento de sus emociones, aunque estén viviendo algunos momentos trágicos. Hay una llamada telefónica que aporta un giro dramático, pero la mirada de la directora es tan austera como cuando la familia está viendo un partido de fútbol en la televisión. En cierta manera, el título también sugiere la forma en que está construida la historia, más cercana a una composición musical en la que no hay una narrativa clara sino una estructura de movimientos que se conectan levemente para crear un camino emocional. Pero la propia música está muy presente en una película en la que los diálogos son sustituidos en la mayor parte de las ocasiones por silencios envueltos en las sonoridades del entorno. Iro graba canciones para Jon en cintas de cassette, y en la última parte de la película, que transcurre en Berlín, el protagonista es un músico (el propio actor Aliocha Schneider también es cantante) que parece estar perdiendo la vista, otra referencia a Edipo, quien terminó sacándose los ojos cuando descubrió que su esposa era en realidad su madre. Hay accidentes y suicidios que marcan el destino trágico de los personajes, pero esta película, que está impregnada de un carácter enigmático, parece construida como un autohomenaje de la directora a su propio cine, introduciendo todos los elementos que lo caracterizan con una complacencia que a veces la hacen difícil de descifrar.
Preemptive listeningAura SatzReino Unido, Finlandia 2024 | New:Vision | ★★★★☆CPH:DOX '24: Premio New:Vision |
El pasado mes de febrero, la directora española afincada en Londres Aura Satz (1974, Barcelona) presentó su primer largometraje en el MoMA de Nueva York como parte del ciclo de cine Doc Fortnight, una mezcla entre ensayo y experimento sonoro que parte de diferentes tipos de sirenas que se encuentran en distintas partes del mundo para reflexionar sobre el concepto de emergencia en la sociedad contemporánea. La artista performativa ha trabajado con los sonidos a lo largo de su carrera: en 2003 utilizó un theremin para captar las ondas sonoras de su barriga mientras estaba embarazada, lo que dio lugar a su performance Ventriloqua (2003-2004). A lo largo de siete años, ha estado grabando distintos tipos de sirenas en espacios tan representativos como una escuela cercana a la antigua central nuclear de Fukushima o una cadena de ensamblaje de sistemas de alerta en Estados Unidos, componiendo un mosaico de ideas y reflexiones sobre las emergencias del pasado y del presente. En Israel las sirenas funcionan como un sistema de defensa civil, mientras que en Palestina se usan para conmemorar la Nakhba, el desplazamiento forzado que ocurrió en 1948, de manera que la duración del sonido de la sirena corresponde al transcurso de los años desde entonces: 75 segundos en 2023. Las sirenas situadas en una torre de agua en Lapland (Finlandia) o en las torres de refrigeración de una central eléctrica en Inglaterra proponen reflexiones sobre los sistemas de alarma que ha desplegado el hombre a lo largo de la historia reciente, recordando que la palabra "alarma" proviene del italiano "all'arme", que significa "a las armas". A partir de recreaciones musicales sonoras que han compuesto una veintena de músicos experimentales como Sarah Davachi, Rhodri Davies o Laurie Spiegel, la película se envuelve también en una atmósfera sonora peculiar, que reinterpreta los sonidos de las sirenas para crear nuevas sonoridades, algunas de las cuales se pueden escuchar en el perfil de Soundcloud del MoMA.
Preemptive listening (Aura Satz, 2024) es un recorrido fascinante que se desenvuelve a través de diferentes capas sonoras a partir de los artistas experimentales, de imágenes tomadas en largos planos cenitales y de reflexiones desde las palabras de diferentes expertos. La activista maorí Erin Matariki Carr habla de cómo la sirena está diseñada para advertir sobre amenazas a la vida o la propiedad humana. El antropólogo y filósofo ambientalista Arturo Escorbar plantea que una emergencia también está abierta a nuevas posibilidades, "a ser humanos de una manera distinta". Mientras que Asantewaa Baykin y Niki Jones, fundadoras de Mental Health First, una organización de respuesta no policial para personas con problemas mentales, advierten que muchas víctimas mortales por disparos de la policía sufrían crisis mentales. Asantewaa Bakin afirma que "Nací con piel negra y el sonido de las sirenas de la policía significa para mí una señal de peligro", haciendo referencia a la amenaza racial que suponen las fuerzas del orden. Daphne Carr, activista y estudiosa de los sonidos policiales, menciona que la sirena puede funcionar como un arma sonora que se utiliza como dispositivo de disuasión para dispersar manifestaciones. En los hospitales, muchos trabajadores sufren estrés por el sonido continuado de las alarmas, de forma que se están estudiando otro tipo de sonidos de alerta para los equipos médicos que resulten menos estresantes. Al comienzo de la película, el trompetista libanés Mazen Kerbaj realiza una interpretación propia de una sirena, mientras el actor y activista Khalid Abdalla, escocés de ascendencia egipcia, elabora un relato sobre la sirena como el sonido emblemático de la resistencia, la opresión y los futuros perdidos durante la Primavera Árabe, "una bifurcación del camino que puede mostrar una senda alternativa hacia el futuro".
Desarrollando su trabajo como ambientalista, Trevor Goward es un experto en el estudio de los líquenes que ha publicado varios libros basándose en la observación de estos organismos, a partir de su relación con el parque Wells Gray, donde comenzó a trabajar en los años setenta y vive desde 1984, en una casa construida dentro de las cuatro hectáreas de bosque, pradera y humedal que compró. Desde entonces, ha convertido este espacio en un centro de aprendizaje de la naturaleza llamado Edgewood Wilde en torno a su casa, donde continúa realizando estudios sobre los líquenes. A Trevor Goward no le vemos apenas en Lichens are the way (Ondřej Vavrečka, 2024), una película reposada que ofrece una reflexión sobre la naturaleza y la condición humana a través de la descripción de los diferentes tipos de líquenes que se encuentran en Well Gray. Los líquenes actúan como representación metafórica de una perfecta labor de colaboración, la simbiosis entre hongos y algas, que componen la cara y la cruz de este organismo, formado a partir de las carencias de ambos: mientras los hongos no son capaces de realizar la fotosíntesis, las algas no tienen la capacidad de generar azúcares. Unas aportan los nutrientes, principalmente hidratos de carbono y nitrógeno, y los otros aportas sales y aguas de minerales que obtienen de su capacidad para adherirse al sustrato. La voz en off de Trevor Goward explica por qué resultan organismos tan fascinantes y la funcionalidad que tienen como detectores del cambio climático, en un relato entre filosófico y naturalista. El director Ondřej Vavrečka (1980, República Checa) propuso en Personal life of a hole (2020) un collage que reflexionaba sobre el mundo a partir de sus imperfecciones, y en este último proyecto observa con la textura orgánica de la película de 16 mm. los diferentes mapas que se componen a partir de la invasión de los líquenes del espacio que ocupan.
Atraído por la capacidad de estos organismos para sobrevivir, Trevor Goward habla sobre una forma de vida que "se reproduce sin sexo, bebe sin agua y básicamente habita en aquellos lugares en los que nadie más quiere vivir". Pero hay una conexión entre el desarrollo de los líquenes y la manera en que él mismo ha decidido vivir en un bosque apartado de la sociedad. Su pareja, el botánico Curtis Randall Björk, comparte esta fascinación por los líquenes, hablando sobre su atracción por sus formas: "Para mi mirar al líquen es simplemente la fascinación de observarlo, solo mirarlo". Las imágenes solo muestran primeros planos de los líquenes, o de las manos de Trevor Goward mientras explica la diferencia entre una hoja y un líquen, que tiene dos caras en las que conviven dos formas de vida que se fusionan para sobrevivir. Mientras que la mirada hacia los humanos se muestra desde la distancia, en un entorno casi paradisíaco, jugando desnudos con su perro o despidiéndose cuando Curtis debe ausentarse durante algunas semanas para realizar trabajos que permitan la estabilidad económica, "lo cual es temporalmente desgarrador". Este singular viaje a través de los mapas que forman los líquenes habla de la capacidad de la naturaleza para adaptarse y propone una reflexión casi filosófica sobre formas de vida como los líquenes que ofrecen lecciones de supervivencia. De alguna manera acaban situando la posición del ser humano en un contexto menos antropocentrista, aunque el formato elegido en una película que se sostiene en la voz en off humana pueda ser contradictoria con este planteamiento.
InterceptedOksana KarpovychCanadá, Francia, Ucrania 2024 | Urgent Matters | ★★☆☆☆Festival de Berlín '24: Premio Jurado Ecuménico |
Aunque las primeras imágenes muestran a niños jugando al borde de una carretera, en un columpio improvisado, el diseño sonoro dibuja una atmósfera opresiva, y la siguiente imagen nos sitúa ya en el punto de vista de un tanque que recorre carreteras embarradas, situándonos en el campo de batalla de la guerra de Ucrania. Hay por tanto una utilización expresiva del sonido como un elemento que trasciende las imágenes, que nos sitúa en el horror antes de que se muestre, lo que se subraya después con el propio planteamiento de Intercepted (Oksana Karpovych, 2024). Porque en este caso hay dos líneas diferentes que definen lo que vemos y lo que escuchamos. Lo primero son imágenes de la destrucción, de casas en ruinas y a veces abandonadas precipitadamente, con la comida todavía puesta en la mesa; es decir, el punto de vista ucraniano. Lo que escuchamos son conversaciones interceptadas por los servicios secretos de Ucrania de llamadas telefónicas efectuadas entre los soldados rusos y sus familiares, principalmente madres y esposas, que fueron publicadas en internet y que corresponden a los primeros meses de la invasión, entre marzo y noviembre de 2022. Es una propuesta de confrontación entre lo que vemos y lo que escuchamos que puede ser discutible en la medida en que se trata de una selección que adopta un punto de vista claro en una película que está dedicada a "los ucranianos corrientes que resisten sin miedo la máquina imperialista de Rusia". No seremos nosotros quien califiquemos esta película como un ejercicio de propaganda porque, aunque está claramente definido su objetivo, introduce algunos elementos de interés a lo largo de las numerosas conversaciones que se escuchan. Una de las características más llamativas es la forma en que los familiares adoptan un lenguaje más despreciativo hacia los ucranianos a los que, hay que recordar, son los rusos los que están invadiendo, quizás porque reciben con mayor contundencia los mensajes propagandísticos en los medios de comunicación. Adoptando el calificativo de nazis con el que Vladimir Putin justificó la invasión, también se refieren a ellos con términos como "khokhols" y "banderites", que son insultos étnicos habitualmente usados por los rusos.
Hay tanques abandonados en las cunetas, casas destruidas y un paisaje desolador que contrasta con los mensajes patrióticos que se describen en las llamadas telefónicas. Un familiar pregunta si han encontrado ya las bases de la OTAN que pueblan el territorio ucraniano, una de esas mentiras transmitidas a los ciudadanos rusos, a lo que el soldado responde: "No te creas todo lo que dicen". Hay un desprecio por la vida especialmente singular, cuando los soldados se refieren a las casas que están saqueando o los muertos que encuentran por el camino, o cuando uno de ellos confiesa haber matado a una familia de ucranianos. "No siento ninguna pena por ellos. Se les dio la oportunidad de salir de allí. Ellos decidieron quedarse", dice uno de los familiares. El hijo de uno de los soldados, contagiado por la fiebre patriótica, le pide a su padre que mate a todos los ucranianos y vuelva a casa. Uno de los momentos más escalofriantes es la forma en que se describen las torturas que practica el FSB (Servicio Federal de Seguridad) ruso con los prisioneros ucranianos, refiriéndose a las "21 rosas" que se pueden extraer (20 dedos y un pene). Pero algunos de los interlocutores también ponen en duda los objetivos de la guerra. Aunque no sabemos a qué fechas corresponden las llamadas, hay una progresiva decepción en el tono y las expresiones de los soldados rusos. A un "Hay que luchar por la causa", la respuesta de uno de ellos es "¿Qué mierda de causa?". Una mujer vislumbra el futuro incierto en el que han sido involucrados: "Nos están conduciendo al desastre. He estado trabajando durante años en el Ministerio de Justicia y he visto a muchos inocentes condenados". Y se revelan algunas de las corruptelas alrededor del ejército ruso, cuando les hacen firmar seguros de vida prometiendo indemnizaciones para los familiares de heridos y muertos en el combate. "¿Sabes cuántas mujeres han perdido a soldados y les dicen que han muerto por ataques al corazón?". La directora ucraniana muestra las consecuencias de los bombardeos, las tumbas de muertos desconocidos y los edificios semidestruidos, pero también se ocupa de los afectados, de las familias que esperan la llegada del reparto de alimentos. Incluso muestra a prisioneros rusos en una decisión que directamente contraviene el Convenio de Ginebra, que prohíbe expresamente la exhibición de prisioneros de guerra que puedan ser reconocibles. Una violación del derecho internacional humanitario que viene haciendo Ucrania desde el principio de la guerra, mostrando a prisioneros rusos a través de las redes sociales. De manera que Intercepted provoca una percepción contradictoria: por un lado, es una película contundente sobre el desamparo de ciudadanos atacados indiscriminadamente, pero por otro lado tiene un tono excesivamente propagandístico y manipulador que difumina su valor cinematográfico.
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Películas mencionadas: Música se proyecta en D'A Festival de Cine de Barcelona desde el 6 de abril y se estrena en cines el 1 de mayo.
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