10 mayo, 2023

Visions du Réel 2023 - Parte 6: Reencuentros

Recuperamos nuestras crónicas del Festival de Documentales de Visions du Réel con algunas de las películas destacadas de su programación oficial, así como del Film Market en la que se incluyen algunas producciones españolas. Nuestra mirada se dirige hacia documentales que hablan de reencuentros, bien a través de la familia o de las infancias perdidas. Pero todas coinciden en desarrollar estos encuentros con la visión del pasado como referente de nuestro presente. 

Les oubliés de La Belle Étoile

Clémence Davigo,, 2023 | Competición Internacional | ★★★★☆


Al comienzo de esta película conmovedora y necesaria, Dédé hace un repaso a su ficha criminal, condenas que suman unos 50 años de los que pasó 30 en prisión, pero lo hace con cierto desenfado, como sin darle demasiada importancia. Es también la conexión con el primer largometraje de la directora, Enfermés mais vivants (Clémence Davigo, 2018), sobre la supervivencia de una pareja que vive separada porque uno de ellos está en la cárcel, y gracias a la cual conoció a Dédé, amigo de ellos. A partir de esta relación, la directora conoció las reuniones que se celebraban anualmente entre quienes fueron víctimas de maltrato y humillaciones  durante su infancia en el correccional La Belle Étoile, situado en el pueblo montañoso de Mercury, en la región de Saboya, dirigido por el abad Garin. El escritor Jean Genet ya escribió en Milagro de la rosa (1946, Ed. Errata Naturae), sobre las condiciones de la colonia penitenciaria infantil de Mettray, una experiencia similar a la que vivieron los protagonistas de Les oubliés de La Belle Étoile (Clémence Davigo, 2023). En las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta, Dédé, Michel y Daniel fueron separados de sus familias por los servicios sociales franceses, con destino a estas instituciones que estaban gestionadas por miembros de la Iglesia Católica. Casi sesenta años después, los traumas siguen presentes, mientras sus vidas han acabado marcadas por el maltrato. Dédé está convencido de que la rebeldía que le he llevado a tener una vida criminal está provocada por su experiencia, mientras Michel se emociona al recordar que todavía tiembla cuando ve a un policía, al que relaciona con los que le llevaron a La Belle Étoile. No todos sufrieron abusos sexuales, pero Daniel los experimentó por partida doble: por parte de un párroco en el correccional y posteriormente del miembro de una familia de acogida. 

Es difícil imaginar de qué manera el trauma ha permanecido, muchas veces ahogado por una especie de pacto de silencio por el que casi ninguno de los que experimentaron esos maltratos hablaron nunca de ellos, ni siquiera a sus propias familias. Pero la reunión con la que comienza la película refleja cómo el solo hecho de recordar esta vivencia provoca reacciones de dolor y emoción. A partir de la denuncia de algunos de ellos, otros hicieron públicas sus experiencias, de forma que el consejo familiar de la Diócesis de Saboya acepta celebrar reuniones individuales con las víctimas, para conocer los detalles. La cámara capta las que mantienen los representantes de la iglesia con los tres protagonistas del documental, afirmando que no tenían conocimiento de estos hechos, y garantizando una próxima reunión con el obispo. Hay una actitud abierta, pero al mismo tiempo se transmite una cierta condescendencia, como cuando evitan poner una fecha concreta porque el obispo tiene muchas obligaciones. Aunque el documental de Clémence Davigo ofrece la versión más solidaria de la Iglesia Católica, también transmite la falta de prioridad que este tipo de denuncias tienen en la agenda episcopal. Y aunque sabemos que posteriormente el obispo puso los hechos en conocimiento de la fiscalía para ser investigados, la admisión de culpabilidad está hecha con la boca pequeña. 

El principal problema al que se enfrentan los supervivientes es que los archivos del internado han sido cuidadosamente destruidos, de forma que ni siquiera existe constancia de que ellos hayan estado recluidos allí, aunque los recuerdos sobre Abbé Garin, quien dirigía La Belle Étoile son perfectamente vívidos cuando contemplan imágenes grabadas en 1970 con los niños siendo llevados a la iglesia del pueblo. El acercamiento de la directora con una impronta cinematográfica, apoyada por una excelente fotografía de François Chambe y una íntima partitura del compositor Benjamin Glibert, que se limita a tres instrumentos, contrabajo, clarinete y percusión, que en cierto modo representan a cada uno de los tres protagonistas de la película, aporta una textura que remarca los detalles. En la escena en la que se bañan en el río, la cámara muestra primeros planos de las arrugas en los ojos, de las manchas en las manos, las huellas del paso del tiempo que hacen más perceptible la pérdida de la infancia. La idea de plantear los relatos como conversaciones entre dos o tres de las víctimas, en vez de como narraciones en forma de entrevistas, resulta especialmente efectiva para transmitir la necesidad de compartir las vivencias frente a décadas de silencio. 

Guián

Nicole Chi Amén, 2023 | Burning Lights | ★★★★☆

MENCIÓN ESPECIAL

El reencuentro que se produce en esta película es una mirada al pasado que nace de una búsqueda personal a partir del fallecimiento de la abuela de la directora, un diálogo que trata de recuperar una comunicación enturbiada por la diferencia lingüística. Guián es el término con el que en cantonés se define a la abuela paterna, aunque la nieta siempre lo ha confundido con la definición de abuela materna. Emigrada en Costa Rica, la abuela nunca aprendió español, mientras que la nieta tampoco ha llegado a dominar la lengua de sus ascendientes. Nicole Chi es una cineasta de origen chino nacida en Costa Rica que actualmente reside en Texas, y despliega en este ejercicio epistolar una mirada hacia su historia personal que es al mismo tiempo la descripción de una comunidad. Una mirada que intenta reconstruir la vida a partir de unos cimientos, como en el cuento que se narra al principio de la película, sobre un albañil que afirmaba que un edificio parcialmente demolido se ve igual que un edificio en construcción: "Ese peón, frente a esa construcción, podía ver en el presente vistazos del futuro y del pasado", comenta la directora-narradora. Las ruinas de la casa de la abuela son el punto de partida de una necesidad de recuperar la memoria a través de quienes la conocieron bien. La versión de sus hijos mientras recogen la ropa que ha quedado en la casa y la introducen en la maleta aún conservada con la que emigró a Costa Rica, huyendo del hambre y del comunismo, es diferente a la anciana silenciosa que contestaba con monosílabos, incapaz de comunicarse en el español que se convirtió en la lengua del resto de su familia.   

Nicole Chi elabora un documental que viaja hacia los lugares en los que estuvo su abuela mientras reconstruye los recuerdos personales, que hacen referencia a la mirada extrañada de una infancia marcada por su aspecto diferente, por las preguntas curiosas de sus compañeros de clase ("¿por qué tu cara es aplastada como un plato?, ¿por qué tus ojos son como dos rayas?"), que reflejan un racismo estructural que define y subraya las diferencias, pero que también se hace presente en los comentarios pretendidamente simpáticos de un taxista. La película compone la mirada al pasado en una especie de retroceso que recupera los recuerdos a través de su mejor amiga o de otros familiares. La abuela materna, que adoptó el nombre de Flori en Costa Rica, es curiosamente con la que mejor se comunica la familia en español, pero la que siempre ha vivido más lejos. Como en otras ocasiones, el interés por la cultura originaria comienza de una forma tardía, y la incursión en la lengua nace de la decisión de la directora de viajar a China, un recorrido que la lleva conduce hasta otra casa, aquella en la vivió su abuela, que también tiene el aspecto de una casa en ruinas o en construcción aunque, como decía el cuento se ven de la misma manera. 

Guián (Nicole Chi Amén, 2023), participó el año pasado en MAFIZ, la Zona de Industria del Festival de Málaga, que estuvo dedicada a Costa Rica. La narración de este re-descubrimiento está marcada por una cámara curiosa, que se acerca a los objetos como si quisiera tocarlos, que escudriña las rendijas para seguir descubriendo lo que hay más allá, con un montaje sutil de Roberth Pereira que mezcla con habilidad las grabaciones pasadas y las imágenes presentes. Utilizando algunos intertítulos como una especie de capítulos, éstos no solo estructuran la narración sino que también definen a la propia directora, que ya en China comienza a introducir palabras en la lengua original ("Fuegos artificiales y helados, o huopi y xiegao"), como si la convivencia con su familia lejana acabara apoderándose de su necesidad de encontrar respuestas. Porque el reencuentro con el pasado de su abuela también está definido por el carácter identitario, la herencia de una cultura que recupera su relevancia en la microhistoria personal. Lo que al final acaba dando a este relato su verdadero sentido, una búsqueda que nace desde las ruinas de una vieja casa para ir construyendo la identificación con el legado emocional que define a una familia y una comunidad. 

La memoria inmortal

Eloi R. Franquesa, 2023 | VdR-Film Market | ★★★★☆

El director Eloi R. Franquesa elabora lo que él denomina un "recuerdo documental" que también reflexiona sobre lo que los abuelos dejan como legado a sus nietos. Un recorrido a través de las imágenes de archivo de sus abuelos maternos, Ramón y María, y sus abuelos paternos, Justo y Eloísa, que confluye en la memoria convertida en olvido, a través de la coincidencia de la enfermedad de alzheimer en dos de ellos: Ramón y Eloísa. La memoria inmortal (Eloi R. Franquesa, 2023), que es una de las producciones españolas incluídas en el Film Market de Visions du Réel, reconstruye también el pasado a partir de los recuerdos, los que han permanecido y los que están desapareciendo, como una forma de reencontrarse con familiares cuya relación ha sido compleja y diversa. Mientras con sus abuelos maternos ha tenido siempre un contacto continuo y cercano, con los paternos ha habido un distanciamiento, provocado por la muerte temprana de Justo, de quien solo tiene como recuerdo una vieja grabación en el bar que regentaba, y sobre todo por la desconfianza progresiva de Eloísa, posiblemente motivada por la pérdida pero también por los primeros brotes de la enfermedad del olvido, que la llevó a tomar la decisión de no hablar con su nieto. 

La memoria inmortal es un proyecto personal en el que Eloi R. Franquesa ha realizado todo el trabajo, desde la imagen al sonido, pasando por el montaje y la música, demasiado presente. Su regreso a Valladolid desde Barcelona donde estudió Dirección Cinematográfica en la ECIB, está provocado por el empeoramiento de su abuelo Ramón, y la necesidad de compartir momentos a través de la cámara, un intento apresurado que comenzó en 2010 por hacer realidad lo que se ha denominado el "complejo de Frankenstein", la idea de que con el cine se vence a la muerte. Pero también es una ocasión para reencontrarse con Eloísa, después de muchos años sin contacto, lo que al final se convierte en un viaje personal que elabora una mirada inteligente hacia las diferencias con las que el alzheimer puede repercutir en quienes lo padecen. El olvido progresivo transforma a Ramón y Eloísa pero de dos maneras completamente diferentes: uno difuminándose en una figura inocente, un niño grande, mientras que ella recupera una sonrisa que casi nunca había tenido, recluida en la cocina como una forma de mantenerse en un espacio controlado frente a la afabilidad del resto de la familia. Esta es la contraposición que otorga a la película una forma diferente de aproximarse a la enfermedad, pero también una efectiva reconstrucción de la historia personal. El director se define a través del reflejo de sus abuelos, planteándose la posibilidad de heredar el olvido a través del alzheimer, aunque la enfermedad no está genéticamente determinada en la mayoría de los casos. En su recorrido, Eloi R. Franquesa va creando una sólida observación sobre la memoria y la forma de capturarla con la cámara, el cine como refugio de los recuerdos, la imagen como el último reducto de vida. 

Ruinas futuras

Varios directores, 2023 | Opening Scenes | ★★★☆☆

En el libro editado con motivo del 50 aniversario de la institución, cuenta uno de los ex-alumnos del Colegio Mayor Universitario Chaminade, en Madrid, que "mientras no sea encontrada la cçapsula de tiempo que unos cuantos enterramos secretamente un día en el perímetro del colegio, en este país no podrá declararse una república". El libro Historias del Chaminade (1966-2016) es un conjunto de conversaciones entre antiguos alumnos cuya anécdota en torno a esta posible cápsula del tiempo enterrada en algún año entre 1997 y 2003, sirve como elemento de cohesión para el desarrollo del mediometraje documental Ruinas futuras (Carolina Sánchez, Elvira Arbós, Francisco Armenteros Sánchez, Ran Chen, 2023), un proyecto de alumnos de la ECAM que fue seleccionado en la sección Opening Scenes de Visions du Réel. El mediometraje de 29 minutos elabora una mirada hacia los pasillos y los rincones del colegio, conocido como Chami, que en sí mismo se puede considerar una especie de cápsula del tiempo en el que las historias duran lo que dura la estancia de unos alumnos veinteañeros que han ido dando paso a otros alumnos a lo largo de 57 años, construyendo sus propios relatos, presentando sus propias preocupaciones. Mientras se menciona en varias ocasiones la cápsula del tiempo, los protagonistas del documental protagonizan encuentros y desencuentros en los que se reflejan las problemáticas de la juventud presente: el miedo a hacerse mayores cuando ya comienzan a traspasar la barrera de los veinte, las dudas sobre un posible embarazo, la incertidumbre sobre el futuro o la necesidad de sentirse aceptados... 

Las conversaciones entre los alumnos se producen en momentos de relajación, en la cocina o en las habitaciones, separadas por un recorrido estático a través de los diferentes espacios del colegio, como la lavandería. Pero en realidad muchas de las conversaciones giran en torno a un tema común: el paso del tiempo. Una alumna comenta que cuando llamó a su abuelo al sentirse agobiada por cumplir 19 años, éste le dijo: "Yo tengo 88. ¿Tu te crees que para mí la vida no se ha pasado rápido?". Otro reflexiona sobre lo que quiere hacer en el futuro, pero sobre todo respecto a lo que no quisiera hacer, llegando a una conclusión que refleja cierta despreocupación: "Creo que si mis padres tuvieran más dinero, estaría más tranquilo". Hay quien piensa que la cápsula del tiempo no es un objeto, sino que está representada en las paredes, como una especie de pintura rupestre en forma de dibujos o marcas. Pero en la película, que toma su título de una canción que el cantante madrileño Wild honey (Guillermo Farré) incluyó en su album Ruinas futuras (2021, Lovemonk), y que suena al final, se construyen las propias cápsulas del tiempo que conforman las conversaciones, las lágrimas, las risas y las incertidumbres de una generación que dará paso a otra generación. 

Hours of ours

Komtouch Napattaloong, 2023 | Competición Internacional | ★★★★☆

Para el director Komtouch Napattaloong, el regreso a su país de origen, después de estar más de diez años viviendo y trabajando entre Estados Unidos y Tailandia, supone una confrontación con el sentido de identidad, la forma en que él mismo y su propia familia consideran que el país ya no es un lugar al que realmente pertenece. Explorando este concepto de pertenencia, su trabajo en una ONG le llevó a conocer a la familia Ibrahim, un matrimonio con tres hijos que huyeron de Sudán durante uno de los conflictos internos del país y han acabado en Tailandia esperando que un tercer país les conceda el estatus de refugiados para poder asentarse en él. Se trata de un largo proceso que dura más de seis años, en los que viven en una situación de ilegalidad, mudándose de apartamentos para evitar las redadas de los agentes de inmigración, expuestos continuamente a la posibilidad de ser detenidos y devueltos a Sudán. La amistad que se establece entre el director y la familia Ibrahim se convierte en una película que les acompaña durante parte del proceso, comenzando a rodar en 2017, cuando ya llevan cuatro años en Tailandia. En Hours of ours (Komtouch Napattaloong, 2023) el director no está tan interesado en mostrar los entresijos de la burocracia, sino en la convivencia con esta familia, en las conversaciones personales y la descripción de este estado constante de alerta.

Mientras el padre, Hashim, sobrevive realizando artesanías, las conversaciones entre el director y la madre Aswera reflejan los recuerdos del pasado y los anhelos del futuro. Ella dibuja un plano de la casa que tenían en Sudán, un amplio espacio con un patio anexo, y se lamenta de tener que vivir desde entonces en apartamentos pequeños. Cuando enseña al director uno de los pisos de los que tuvieron que huir después de que la policía hiciera una redada, comenta que ahí se encuentran sus mejores recuerdos porque fue el lugar al que llegaron tras huir de Sudán, pero también los peores de su estancia en Tailandia. Las conversaciones van tomando forma de una entrevista recíproca, en las que el director se refleja a sí mismo cuando Aswera le hace preguntas sobre sus sensaciones al volver a su país de origen. Hay una identificación entre ambos sobre la pérdida de identidad, en un caso impuesta y en el otro encontrada y asumida. Hours of ours es una película realizada con sensibilidad, que se muestra en escenas como la de Hashim leyendo un cuento a sus tres hijos. Ellos son especialmente observados por la cámara, en su despreocupación y su rápida adaptación a un nuevo país y una nueva lengua que, sin embargo, solo son transitorios. Pero seis años son los suficientes para que la inocencia de un niño absorba y se acomode a una vida diferente.

Cuando los padres reciben la confirmación de su condición de refugiados por parte de la embajada de Canadá, falta un proceso más doloroso. Durante un mes, deben permanecer en el Centro de Detención, porque a pesar de que Canadá los reconoce como refugiados, Tailandia los sigue considerando como ilegales, mientras que los tres niños son llevados por la ONG a un refugio donde puedan estar seguros. El tercer acto se centra en la convivencia con otros niños refugiados, pero también es el momento en el que toman conciencia, a través de las reuniones con los adultos, de cuál es su situación y por qué han pedido asilo en otro país. La cámara de Komtouch Napattaloong es juguetona con los niños, más cercana con la madre, atrapa la incertidumbre de la familia Ibrahim mientras explora la pérdida del sentido de pertenencia cuando el país de origen se convierte en un lugar extraño.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario