Última crónica de la programación del festival Sheffield Doc/Fest, que dedicamos a las revoluciones a través de algunas de las películas que abordan el efecto de rebelarse contra el sistema establecido, a veces con consecuencias fatales, pero siempre con una profunda convicción moral. El periodismo que se resiste a ser manipulado, el rechazo a un gobierno que amordaza a sus ciudadanos, el recorrido por la historia reciente de un país en constante revolución y el activismo que lucha por el medio ambiente son los temas principales que se tratan en las películas de las que hablamos para cerrar la cobertura del Festival de Documentales de Sheffield. Este es un recorrido que nos lleva por países como Alemania, Estados Unidos, India, Irán, y Corea del Norte.
Lonely oaksFabiana Fragale, Jens Mühlhoff, Kilian Kuhlendahl, 2023 | Competición Ópera Prima | ★★★★☆ |
Al comienzo de la película, una imagen captada por una cámara 360º muestra un bosque aparentemente solitario. Es un plano extraño cuyo alcance se revelará posteriormente, provocando un efecto sobrecogedor en el espectador por su significado y las implicaciones que finalmente tuvo. Cuando un agente de policía agarra la cámara y la introduce en una bolsa de plástico sin apagarla, reflejando todavía las conversaciones que se producen, parece un documento periodístico tan revelador como lo que pretendía mostrar el joven cineasta Steffen Meyn, quien murió en 2018 en el bosque de Hambach, cerca de Colonia, durante una protesta de grupos medioambientales que trataban de evitar que la empresa minera alemana RWE comenzara una tala de árboles que diezmaría el bosque (la tragedia finalmente consiguió paralizar la tala hasta la actualidad). Lo cierto es que Hambach se ha convertido desde entonces en un oasis rodeado de una excavación minera de lignito, una de las que mayores emisiones de CO2 producen, y aunque RWE habla en su página web de "responsabilidad y sostenibilidad", solo queda sin talar un 10% de un bosque milenario que la empresa ha transformado en el lugar más contaminante de Europa.
Tres compañeros de la Academia de Artes de los Medios de Colonia decidieron rescatar las grabaciones que Steffen Meyn había realizado con su cámara durante dos años, desde que la compró hasta que se introdujo en el campamento organizado por activistas que construyeron refugios improvisados en las copas de los árboles. De forma que Lonely Oaks (Fabiana Fragale, Jens Mühlhoff, Kilian Kuhlendahl, 2023) se convierte en una especie de diálogo entre las imágenes grabadas por Steffen Meyn y una serie de entrevistas realizadas a algunos de los jóvenes que participaron en la protesta, algunos de los cuales fueron testigos de su muerte. La cámara de 360º estaba incorporada al casco que llevaba el cineasta, y la amplitud de la imagen permite a los directores realizar panorámicas que se centran en ocasiones en determinados elementos para destacarlos. Hay un idealismo en la actitud de Steffen los primeros días del asentamiento que se va difuminando progresivamente, sobre todo cuando el gobernador de la región de Renania del Norte-Westfalia decide enviar a la policía para desalojar a los activistas, argumentando que las construcciones improvisadas son peligrosas y podrían provocar un incendio (en un bosque cuyo destino era ser talado). Pero Lonely Oaks, que participó en la sección Perspektive Deutsches Kino del pasado Festival de Berlín, también propone un cuestionamiento sobre los límites del activismo, y las propias imágenes captadas por Steffen muestran algunas discusiones entre los ocupantes del bosque respecto a las acciones necesarias para mantener su actividad.
Los directores trasladan de forma inteligente estos cuestionamientos a los entrevistados, con opiniones diversas sobre si el activismo debe ser pacífico o necesita recurrir a acciones más contundentes, lo que se refleja en el bosque en los momentos de mayor tensión entre la policía y los responsables de las protestas. De forma que el documental no solo es el reflejo de una muerte absurda, o la constatación de una política energética que ha llevado a Alemania a depender de la fuente de energía más contaminante, el carbón. Sino que también es una reflexión sobre el activismo enfrentado a situaciones de tensión, como cuando golpean a una especie de negociador comunitario que posteriormente algunos entrevistados revelan que en realidad es una persona enviada para hacer una valoración del grado de cohesión que mantiene el grupo, a través de una discusión pacífica que pretende dilucidar cuáles son las fragilidades de los activistas. Hay una especie de metanarrativa en el documental porque también muestra algunas de las conversaciones entre Steffen y los ocupantes, una especie de trabajo periodístico dentro de la propia narración de la película, lo que permite ampliar el número de capas y las reflexiones desde el interior para reproducirlas hacia el exterior y con la perspectiva del tiempo. Lo que queda del bosque de Hambach continúa sin talarse, y el proceso de ocupación está perfectamente narrado por el fotógrafo Christian Bock en su blog. Pero a pesar de que el partido de Los Verdes ha vuelto al gobierno alemán, las protestas continúan y el pasado mes de enero un grupo de activistas fueron desalojados por la policía.
Bad pressRebecca Landsberry-Baker, Joe Peeler, 2023 | Rebellions | ★★★★☆ |
Dentro de las muchas contradicciones que se reflejan en los Estados Unidos, una de las más sorprendentes es la necesidad de seguir luchando por una libertad de prensa que se encuentra en la Primera Enmienda de la Constitución desde 1791, que garantiza la libertad de expresión y de prensa, con algunas ratificaciones posteriores en sentencias del Tribunal Supremo como la que se dictó en 1971 en el caso New york Times Company vs. United States Government, respecto al intento de la administración de Richard Nixon de evitar que los llamados "papeles del Pentágono" fueran publicados en los periódicos The New York Times y The Washington Post, argumentando la seguridad nacional. El Tribunal Supremo dictaminó que el gobierno había violado la Primera Enmienda al intentar evitar la publicación de lo que había considerado "información clasificada". El documental Bad press (Rebecca Landsberry-Baker, Joe Peeler, 2023), estrenado en el Festival de Sundance y ganador de un Premio Especial del Jurado, se centra en los gobiernos de las reservas indígenas que no están sujetos a las reglas federales como la Primera Enmienda, por lo que en la mayor parte de ellas no se considera como ley la libertad de prensa. La directora es uno de los miembros de Mvskoke Media, un medio de comunicación local que en 2018 asistió a la derogación de la llamada "Ley de Prensa Libre" de 1979, lo que de facto supuso el control de la información que este medio especialmente crítico pudiera publicar, modificando la línea editorial para hacerla más afín al gobierno local. Que la derogación coincidiera con el escándalo de una denuncia por acoso sexual a uno de los miembros del Consejo y poco antes de las elecciones es un reflejo bastante claro de cuáles eran las intenciones.
Utilizando la historia personal de la periodista Angel Ellis, que ya había sido despedida de su trabajo en 2011 tras publicar información sobre problemas de malversación en la administración, la película reflexiona sobre la escasa transparencia mediática de las comunidades de los nativos americanos, y de qué forma la no injerencia en las administraciones locales supone de hecho una mayor injerencia de éstas en los medios de comunicación. Otro de los protagonistas del documental es Gary Fife, que presenta un programa de radio y que se une a Angel Ellis para confrontar la decisión en el Consejo Nacional, reivindicando que se establezca un estatuto de libertad de prensa para evitar que se produzcan decisiones como la que se tomó en la Nación Muscogee Creek en Oklahoma. En medio de una sociedad rota por los extremismos desde hace años, Bad press establece una realidad que resulta desconocida, una limitación de la libertad de expresión que se sostiene en decisiones políticas que bloquean las investigaciones periodísticas, argumentando que hay una tendencia a ofrecer "malas noticias", como si los medios de comunicación no tuvieran el compromiso de defender a los ciudadanos frente a los abusos de los gobernantes.
La película consigue mantener la tensión en este trayecto que realizan los protagonistas, especialmente Angel Ellis, para lograr que la libertad de prensa sea reconocida sin excepciones, y algunas escenas en las que se desarrolla la votación de los miembros del Consejo Nacional están rodadas con un tono de suspense que se transmite al espectador que no conoce el resultado final, lo que le da un carácter más cinematográfico. Pero sobre todo Bad press desarrolla una reflexión profunda sobre la manera en que recortar el poder de la libertad de prensa acaba perjudicando al propio poder democrático. Otra cosa es que los medios de comunicación no necesiten en muchas ocasiones que manipulen sus posicionamientos políticos porque ellos mismos están ya posicionados políticamente, pero la necesidad de establecer una legalidad que ampare la libertad de prensa parece una obviedad que sin embargo no es tan real ni siquiera en los países aparentemente más democráticos.
Precisamente sobre cómo los medios de comunicación acaban convirtiéndose en instrumentos de propaganda, y de qué forma solo los periodistas que se rebelan pueden acabar con esta tendencia, habla el documental de Vinay Shukla que se ha estrenado este fin de semana en Gran Bretaña. La llegada al poder del Primer Ministro actual Narendra Modi en la India hace casi una década ha supuesto una tendencia hacia el populismo y el nacionalismo, con mensajes de odio hacia Pakistán y una cada vez más criticada represión hacia los defensores de los derechos humanos y discriminación hacia las minorías religiosas. En 2018 modificó el cálculo de medición del PIB, lo que le permitió aumentar artificialmente las cifras de crecimiento, y utiliza los medios de comunicación como Republic, que se ha convertido en una especie de Fox News, para transmitir noticias falsas y mensajes de odio. Frente a este panorama en el que los medios han sido acallados, la figura del periodista Ravish Kumar desde el canal NDTV en Nueva Delhi se convirtió en una oposición a la proliferación de fake news, dedicándose a transmitir la pobreza a la que los medios nacionales no prestaban atención o simplemente ocultaban en sus noticias. El periodista inició una confrontación en solitario que le valió el premio Ramon Magsaysay, considerado como el Premio Nobel de Asia, en 2019 por su trabajo en el programa de noticias Prime Time, pero también le ha llevado a recibir amenazas constantes de los partidarios de Narendra Modi.
El director Vinay Shukla decidió proponer un documental al periodista después de verle en 2018 en el canal NDTV cuando interrumpió el boletín de noticias para dirigirse directamente a los espectadores y reprenderlos por dejarse manipular, instándolos a dejar de creer las mentiras y confrontar la información que recibían en otras fuentes más confiables que los medios estatales. La película While we watched (Vinay Shukla, 2022) refleja no solamente el día a día de un periodista que se enfrenta en solitario al poder en un país como la India, sino que reflexiona sobre la forma en que los medios de comunicación pueden llegar a ser secuestrados, o dejarse secuestrar, por los poderes fácticos, convirtiéndose en transmisores y cómplices de políticas represivas. En más de una ocasión vemos en la película cómo Ravish Kumar es interrumpido durante sus transmisiones en los barrios de Nueva Delhi por seguidores del partido en el poder que le insultan y le amenazan, pero éste se convierte en el menor de los problemas que se le presentan al periodista. Es notable el pundonor de este informador que se resiste a ser manipulado, pero también hay momentos de miedo cuando las redes sociales se llenan de mensajes amenazadores contra él y su familia.
While we watched se convierte así en un auténtico thriller periodístico que parece ficción si no fuera porque sabemos que se trata de una realidad terrible. De alguna forma, Ravish Kumar adopta la posición de un portavoz de la verdad, o al menos de una verdad no manipulada, que cada noche intenta hacer llegar su voz a quienes no tienen la intención de escucharla. En medio de un panorama periodístico que manipula y tergiversa la información, surgen periodistas cada vez más en extinción que promulgan la libertad para mostrar la realidad sin mordaza, aunque esto acabe teniendo consecuencias. Cuando la productora de su programa le comunica que va a dejar el trabajo por motivos personales, se intuye en la imagen de decepción un sentimiento de derrota. El problema de la película es que no ha podido recoger algunos de los acontecimientos posteriores que se han producido, y que en cierta manera dilapidan el mensaje optimista que intenta reflejar al final. El pasado mes de noviembre, el canal NDTV fue comprado por el multimillonario Gautam Adani, amigo personal de Narendra Modi, lo que provocó que Ravish Kumar se encontrara en una posición más difícil y decidiera renunciar. En la actualidad, escondido junto a su familia debido a las amenazas de muerte que ha recibido, transmite en solitario a través de su propio canal de YouTube.
Irán a sido uno de los focos principales del Sheffield Doc/Fest, con una sección dedicada a películas sobre la realidad iraní, entre las que se encontraba el díptico sobre las torturas My worst enemy (Mehran Tamadon, 2023) y Where God is not (Mehran Tamadon, 2023) que vimos en Visions du Réel, como complemento a la retrospectiva dedicada a la cineasta Rakhshan Banietemad, invitada de honor de este año. En su segundo largometraje, el director Vlad Petri (1979, Rumanía) regresa a un tema que ya abordó en la anterior Where are you, Bucharest? (2014), centrado en las protestas en Rumanía de 2012, pero en este caso lo hace componiendo un montaje de imágenes de archivo que establece un paralelismo entre las revoluciones populares en Irán y en Rumanía. Between revolutions (Vlad Petri, 2023), que ganó el Premio a la Mejor Película Rumana y el Premio FIPRESCI en el Festival de Transilvania y participó en la sección Forum del Festival de Berlín, utiliza con habilidad las referencias históricas para mostrar una relación epistolar entre dos amigas, la rumana María y la iraní Zahra, que estudiaron juntas en la Escuela de Medicina de Bucarest, y entre las que iremos descubriendo que quizás hubo una relación mucho más allá de la amistad. Pero el comienzo de la Revolución Islámica en 1980 lleva a Zahra a regresar a su país, impulsada por la esperanza de una Irán diferente frente al imperialismo y los abusos del sha, el anhelo de nuevos caminos que, conforme el líder Ruhollah Khomeini desplegaba su teocracia, se iba convirtiendo en decepción y terror: "Aquellos que empezaron la revolución son los que la están quebrando", escribe Zahra, "persiguiendo a intelectuales como mi padre". Si bien parece que las dos realidades no tienen demasiada relación, el director consigue establecer un paralelismo entre Irán y Rumanía bajo dos líderes represivos.
Mientras en Irán nacía ese aliento de esperanza, en Rumanía el régimen de Nicolae Ceaușescu se volvía más represivo y autoritario, y María llega a envidiar el momento histórico que está viviendo Zahra. Hasta que en 1989 la situación se intercambia, cuando en Rumanía la sublevación popular acaba con el dictador ejecutado mientras en Irán se vive el momento de mayor represión por parte del Estado Islámico. Esta nueva revolución, sin embargo, acaba desembocando en una década de los noventa en la que el capitalismo devora la capacidad de recuperación de Rumanía: el autoritarismo político se convierte en un autoritarismo económico, representado en la película a través de imágenes de coches caros y de la introducción de marcas como Coca-Cola. De forma que Between revolutions acaba desarrollando una reflexión sobre las que el director considera como las revoluciones más importantes del siglo XX, tan esperanzadoras pero tan susceptibles de caer en la desesperanza y la decepción. En el fondo queda la relación entre María y Zahra, a la que se le da un aire de ambigüedad entre una amistad o lo que podría ser una historia de amor, pero con ambas abordando sus propios caminos vitales, formando una familia. La policía secreta rumana informa al padre de María de las cartas que se intercambia con Zahra y éste le prohíbe seguir escribiendo.
Las imágenes seleccionadas, tomadas de archivos de diferente procedencia con algunos fragmentos sorprendentes, especialmente los relacionados con Irán, a veces no permiten distinguir en cuál de los dos países se desarrollan, lo que en cierta manera subraya la escasa diferencia entre las sociedades en general. Pero María y Zahra son personajes ficticios, cuyas cartas, leídas por Victoria Stoiciu and Ilinca Hărnuţ, están escritas por Lavinia Branişte, co-guionista de la película, basándose principalmente en documentos de los archivos de la Policía secreta de Rumanía, pero también en cartas escritas por su madre, mientras que para el personaje de Zahra el director consultó libros sobre la revolución iraní y las mujeres en la sociedad islámica. De forma que se establece un relato de ficción que envuelve la realidad y que explora de una manera singular y reveladora cómo se cruzan esas vidas en dos sociedades diferentes pero con elementos comunes.
Hace unos meses hablamos de la película Defectors (Hyun Kyung Kim, 2023), ganadora del Premio Especial del Jurado en el festival Visions du Réel. Tras situar el contexto histórico, el documental iniciaba un retrato familiar de la propia directora que se expandía hacia las historias personales de algunos "desertores" que habían abandonado Corea del Norte en trayectos peligrosos en los que corrían el riesgo de ser detenidos y condenados por traición. En el caso de Beyond utopia (Madeleine Gavin, 2023), ganadora del Premio del Público en el Festival de Sundance, el relato se enfoca principalmente en ese recorrido que realizan quienes quieren salir de un país que se convierte en una especie de prisión para muchos ciudadanos, a los que no se conceden visados. La película aclara al principio que no hay ninguna recreación ficticia, lo cual es acertado porque ciertamente hay muchas escenas que podrían parecer sacadas de una película de ficción, sobre todo las angustiosas imágenes que muestran el trayecto de la familia Roh a través de varias fronteras de forma ilegal. Si Defectors ofrecía una reflexión más clara sobre la responsabilidad de Estados Unidos y la Unión Soviética en la separación de Corea tras la liberación de la ocupación japonesa, y sobre la difícil adaptación de algunos norcoreanos a las sociedades capitalistas como Corea del Sur o Estados Unidos, esta película adopta un tono de thriller acompañando a una de las familias a las que ayuda el pastor surcoreano Seungeun Kim, ofreciéndoles acceso a un complejo entramado de "ferrocarril subterráneo", una especie de grupo de colaboradores junto a contrabandistas que les llevan a través del río Yalu hacia las montañas de Changbai, atravesando China hasta Vietnam, dos países comunistas que colaboran con Corea del Norte en la búsqueda de desertores, con destino a Laos, el primer país en el que se encuentran a salvo.
Este recorrido junto a la familia, que pretende reunirse con Hyukchang Wu, quien huyó prácticamente con lo puesto, también involucra al propio Kim en Vietnam, es el que introduce las secuencias más insólitas y tensas, y en las que la directora Madeleine Gavin demuestra su trabajo previo como montadora en películas como Dentro del dolor (Reed Morano, 2016) o Luce (Julius Onah, 2019), y en su anterior documental como realizadora City of joy (2016), que se centraba en un grupo de mujeres en la República Democrática del Congo. De hecho, la dirección se ha realizado de forma remota, utilizando colaboradores y la propia intervención del pastor Kim para conseguir imágenes captadas en Corea del Norte, y manejando con habilidad las diferentes fuentes, como las propias grabaciones de miembros de la familia a través de sus teléfonos móviles. En estas secuencias se consiguen momentos de tensión casi insoportable, y vuelve a la memoria la aclaración de que todo lo que se ha grabado es realidad, sin recreaciones ficticias. El otro eje del documental no está exento de suspense, pero se desarrolla exclusivamente en la casa de Soyeon Lee, una desertora que vive en Corea del Sur y que a través de llamadas telefónicas trata de conseguir la liberación de su hijo en un relato que cada vez se va haciendo más devastador.
La película surgió cuando Madeleine Gavin estaba realizando un trabajo de investigación entrevistando a Hyeonseo Lee, autora del libro biográfico La chica de los siete nombres (2015, Ed. Península), quien también aparece en la película Defectors. Ella aporta el relato de una Corea del Norte hermética de la que no se conocen detalles, aunque algunas grabaciones clandestinas que han llegado a manos del pastor Kim muestran algunos de los campos de trabajo e impactantes escenas de ejecuciones. Pero sobre todo la autora establece el contrapunto sobre cómo el régimen de Kim Jong-un transmite a los ciudadanos norcoreanos una imagen de perfección, esa utopía a la que hace referencia el título, que para muchos se transforma en una distopía. La propia abuela de la familia Roh se muestra reticente frente al equipo de la película porque le han inculcado desde pequeña que los norteamericanos quieren matar a todos los coreanos. A lo largo de la película, nunca está claro cuál será el desenlace, pero Beyond utopia ofrece un reflejo muy claro de lo aterrador que puede llegar a ser tratar de alcanzar la libertad.
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Películas mencionadas:
Películas mencionadas:
Where are you, Bucharest? se puede ver en dafilms.com.
City of joy se puede ver en Netflix.
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