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Aurora's sunriseInna Sahakyan, 2022 | IDFA Film Festival | ★★★★☆ |
La primera muestra cinematográfica que se conoce de las atrocidades del genocidio contra el pueblo armenio es la película
Auction of souls (Oscar Apfel, 1919), aunque también se la registra como
Ravished Armenia, el título de las publicaciones en las que está basada. Construida como una epopeya con material rodado para tres horas, mostraba la historia de una masacre protagonizada por el gobierno del Comité de Unión y Progreso, también conocido como Jóvenes Turcos en el Imperio Otomano, cuya intención era exterminar la cultura armenia, asesinando brutalmente y obligando a la deportación a un millón y medio de civiles armenios. De la película solo se han conservado 18 minutos que permanecían en el Instituto Zoryan sin identificarse como parte de
Auction of souls. De hecho, estos fragmentos fueron publicados bajo el título de
Credo (2005) una presentación que incluía escenas de la película junto a la
Sinfonía no. 2 (1982) de Loris Tjeknavorian dedicada al genocidio.
El documental
Aurora's sunrise (Inna Sahakyan, 2022), estrenado en el Festival de Annecy y posteriormente presentado en IDFA y Tallinn Black Nights Film Festival, ha sido elegida como la película representante de Armenia para las nominaciones de los Oscar, que en su pasada edición incluyeron nominaciones en las categorías de Mejor Documental, Mejor Película de Animación y Mejor Película Internacional para la producción danesa
Flee (Jonas Poher Rasmussen, 2021). En la misma línea,
Aurora's sunrise utiliza la animación para contar la historia de Arshaluys Mardiganian, que tenía solo catorce años cuando comenzó el ataque contra los armenios y fue testigo de las atrocidades que se cometieron contra su pueblo, pero también acabó teniendo una trayectoria sorprendente que la llevó a inspirar y protagonizar
Auction of souls en Hollywood. La directora Inna Sahakyan (1977, Armenia) se encontró en 2014 con una entrevista a Arshaluys Mardiganian en los archivos del Instituto Zoryan, lo que la llevó a querer contar esta historia, primero pensada como una serie de televisión, pero posteriormente convertida en largometraje documental. La película se desarrolla en tres líneas formales diferentes: la animación para contar la parte de la historia narrada por la protagonista, fragmentos de entrevistas filmadas y parte del material conservado de
Auction of souls. Estas narrativas mezcladas son las que proporcionan el carácter más singular al documental, que permanece fiel al relato vital pero al mismo tiempo se alimenta de unas y otras capas narrativas, dando carácter de realidad a lo que podría pasar por una historia ficcionada.
La vida de Arshaluys Mardiganian antes del genocidio se muestra a través de la animación con rotoscopia de una forma colorista y alegre, con una familia formada por ocho hermanos y hermanas, que comienza a ensombrecerse cuando reciben la advertencia de un pastor kurdo de que los armenios están siendo perseguidos en Constantinopla. La negativa del padre a abandonar el pueblo finalmente desemboca en la llegada de los soldados turcos para reclutar a su padre y su hermano como combatientes en la I Guerra Mundial, que había estallado unos meses antes, en 1914. Turquía se había aliado con Alemania y utilizaba como excusa el reclutamiento de los hombres armenios para efectuar las primeras masacres contra ellos. El relato de la protagonista es el característico de una superviviente del genocidio, vendida como esclava por los bandidos kurdos, pero su fortuna la llevó a embarcar hasta los Estados Unidos con la ayuda de un familiar. Y entonces su historia se convierte en algo más singular. Cuando, con la ayuda de dos periodistas, publicó un anuncio para tratar de encontrar a uno de su hermanos, atrajo la atención de Henry Leyford Gates uno de los más reconocidos informadores del momento, quien publicó una serie de artículos semanales que contaban la historia de Arshaluys Mardiganian, a la que decidió cambiar el nombre por Aurora Mardiganian, ya que era más fácil de pronunciar. Y el éxito de su relato despertó el interés del productor William Nicholas Selig, quien decidió rodar la película que se convertiría en Auction of souls (Oscar Apfel, 1919), y que consiguió un notable éxito en sus proyecciones públicas.
La propia Aurora Mardiganian fue la protagonista junto al actor Irving Cummings, pasando de ser una de las víctimas del genocidio con solo catorce años a una estrella de Hollywood con diecisiete. En las entrevistas reales, ella cuenta algunas anécdotas de la época, como cuando conoció a Charles Chaplin en una fiesta, pero siempre mantuvo que ella no era actriz. Su experiencia sin embargo también muestra la apropiación de su relato por parte de Henry Gates: cuando, durante una gira por los Estados Unidos, el cansancio la obligó a permanecer en reposo durante varias semanas, descubrió después que el periodista había contratado a otras jóvenes para que se hicieran pasar por ella en diferentes ciudades y así no perder los beneficios de la gira. La película mostraba escenas controvertidas de algunas de las atrocidades practicadas contra las mujeres, siendo censurada en algunas de sus proyecciones, pero también suavizaba el relato de Aurora. Una de las escenas más conocidas es la crucifixión de mujeres, pero ella lo cuenta de otra forma: "La escena de la crucifixión hicieron que pareciera más civilizada. Pero nunca les hablé de ninguna crucifixión. En realidad, los turcos afilaban palos hasta convertirlos en estacas, y atravesaban a las mujeres a través de la ingle, quedando con la cabeza agachada y el cuerpo desplomado. Así es como las niñas murieron."
Aurora's sunrise hace un esfuerzo por dar a Aurora Mardiganian el protagonismo que merece, y aunque el trabajo de animación es simplemente correcto, tiene en ocasiones una cierta visualización poética, como de pesadilla, en escenas como la del río en el que descubren los cuerpos asesinados de numerosos armenios. Pero también hace hincapié en el olvido porque, después de que, tras un intento por aprovechar el éxito de la película, el gobierno de Estados Unidos estuvo a punto de aprobar un reconocimiento del genocidio, finalmente no se produjo debido al acuerdo de colaboración con Turquía al terminar la I Guerra Mundial. Entonces fue cuando también desaparecieron los rollos de la película Auction of souls, hasta que los fragmentos fueron encontrados en 1994, pocos meses después de la muerte de Aurora, que tuvo una vida tranquila hasta los 93 años. Y se enfatiza en los créditos finales que Turquía sigue sin reconocer el genocidio contra los armenios, pero también que Estados Unidos no lo reconoció hasta 2021. Lo que aporta una cualidad de actualidad a una historia que no debe ser olvidada.
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BazigagaJo Ingabire Moys, 2022 | Festival International du Film Francophone de Namur | ★★★★☆ |
La directora del cortometraje
Bazigaga (Jo Ingabire Moys, 2022), es también una superviviente, en este caso del genocidio de Ruanda, ocurrido entre abril y julio de 1994. Durante cien días de masacres, el gobierno hutu exterminó al 70% de la población tutsi, asesinando a entre quinientas mil y un millón de personas, con especial énfasis en la violencia sexual. Se calcula que pudieron ser violadas unas quinientas mil mujeres, ante la pasividad de la comunidad internacional. En el reportaje escrito por la periodista Helen C. Epstein "America's secret role in the Rwandan genocide" se apunta a la complicidad de la CIA en el genocidio
(The Guardian, 12/09/2017). Jo Ingabire Moys (1980, Ruanda) pudo huir a Gran Bretaña cuando tenía catorce años, pero había perdido a casi toda su familia, asesinada durante las matanzas, y tras estudiar cine, ha debutado con un cortometraje que se basa en su propia experiencia, pero que se inspira sobre todo en la vida de Zula Karuhimbi, una curandera que utilizó las creencias de los soldados hutus de que era una bruja, para esconder y salvar a unos doscientos tutsis.
La historia está protagonizada por Bazigaga (Eliane Umuhire, a la que hemos visto en películas como Neptune Frost (Anisia Uzeyman, Saul Williams, 2021)) quien acoge a Karembe (Ery Nzaramba), un clérigo tutsi, y su hija, que están huyendo de las milicias armadas. Las primeras imágenes establecen un paralelismo entre los cantos chamánicos de la hechicera y la huida del padre y su hija, que se encuentra herida. Después de algunas reticencias, Bazigaga les permite entrar en su casa, aunque eso suponga un riesgo para su propia vida si los milicianos les descubren. La directora aprovecha bien los 25 minutos que dura el cortometraje para establecer la relación entre los personajes, que han convivido en el mismo pueblo, al igual que el líder de los milicianos, Prof (Roger Ineza), pero que ahora se encuentran en posiciones enfrentadas. Bazigaga está considerada como una bruja por los católicos, pero al mismo tiempo recurren a ella: "Los cristianos son mis mejores clientes", dice. "Rezan a tu Dios blanco y, como no les hace caso, terminan acudiendo a mí. Cuando les ayudo, se sienten tan aterrorizados de que sus ancestros les persigan que regresan a la iglesia los domingos". Hay una relación de desconfianza entre Bazigaga y Karembe, pero también una aceptación de que solo si colaboran entre ellos podrán sobrevivir al acoso de los milicianos. Bazigaga utiliza la especial convivencia entre ambos para establecer las raíces en las que se sostiene el enfrentamiento, en especial la difícil vida de los tutsis: "¿Sabes lo que es ser tutsi en este país? ¿Mendigar, robar y sobornar para poder sobrevivir", le dice Karembe, quien por otro lado ha sido cómplice de los insultos que ha recibido Bazigaga, considerada como una bruja.
Bazigaga ha sido seleccionado en el Rhode Island Film Festival y en el Festival de Lengua Francófona de Namur, y es un cortometraje calificado para el Oscar. Coproducido entre Francia, Gran Bretaña y Bélgica, desde el punto de vista técnico, cuenta con algunas colaboraciones destacadas, como el director de fotografía Thomas Brémond, que ha trabajado en películas como Todo negro (John Wax, Jean-Pascal Zadi, 2020) y Nadia (Anissa Bonnefont, 2021), y que consigue contrastar la amplitud del paisaje de Ruanda con la semioscuridad de la choza de la hechicera, o la compositora Audrey Ismaël, responsable de las bandas sonoras de películas como Cara de ángel (Vanessa Filho, 2018) y series como Germinal (Filmin, 2021), y con músicas adicionales de Cécile Kayirebwa, que también participó en la banda sonora de Neptune Frost (2021). La directora cierra un certero círculo narrativo con el desenlace, estableciendo la necesidad de eliminar los elementos políticos y religiosos adscritos al ser humano para construir la convivencia desde una humanidad que tiene más elementos en común si es capaz de establecer un diálogo.
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The U.S. and the HolocaustKen Burns, Lynn Novick, Sarah Botstein, 2022 | PBS | ★★★★☆ |
El término "Holocausto" no surgió hasta finales de la década de los cincuenta, como una traducción de la palabra de origen hebreo "Shoá", que significa "catástrofe". Cuando se celebraron los juicios de Nüremberg, el genocidio no era considerado un delito, y el Estatuto de Londres de 1945 para el Tribunal Militar Internacional de Nüremberg clasificaba los delitos en: crímenes contra la paz: conspiración y complot; crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad
(El Genocidio ante la Corte Internacional de Justicia, 2009). Los primeros en utilizar la palabra fueron los historiadores judíos a finales de los años cincuenta, posteriormente se usaría de forma más habitual en los sesenta y sobre todo se popularizó a raíz del estreno de la miniserie
Holocausto (NBC, 1978), provocando que por primera vez esta definición se utilizara en Alemania, ya que no existía en la lengua alemana. La serie documental
The U.S. and the Holocaust (PBS, 2022) analiza la participación de Estados Unidos en la II Guerra Mundial, pero sobre todo su posición ante la llegada de refugiados judíos que huían de las atrocidades del régimen nazi. Se trata de tres episodios de más de dos horas de duración cada uno, dirigidos por Sarah Botstein, Lynn Novick y Ken Burns, con una estructura similar a la de otras docuseries históricas han realizado para el canal PBS, como
Hemingway (PBS, 2021) o
Benjamin Franklin (PBS, 2022), con las voces de populares actores y habitualmente con la narración de Peter Coyote. Entre los intérpretes que participan en las locuciones hay nombres como los de Hope Davis, Josh Lucas, Liam Neeson, Matthew Rhys, Meryl Streep o Werner Herzog.
Conectando las políticas de inmigración de la época con las que algunos representantes políticos norteamericanos plantean en la actualidad, The U.S. and the Holocaust realiza en su primer episodio, La puerta dorada (Principios-1938) un interesante acercamiento a cómo las teorías sobre eugenesia desarrolladas en Estados Unidos fueron en buena medida adoptadas por la ideología nazi para desarrollar el exterminio de los judíos. El propio Theodore Roosevelt afirmaba: "Me gustaría que las personas equivocadas no se reprodujeran. Los criminales deben ser esterilizados y a las débiles mentales se las debe prohibir procrear". La Gran Guerra de 1917 provocó un aumento de la xenofobia y nombres destacados como Henry Ford promovían propaganda antisemita, hasta el punto que Adolf Hitler a veces hacía referencia a Estados Unidos como un modelo a seguir: "Nuestro Mississippi debe ser el Volga". La crisis de 1929 provocó que el país desarrollara las primeras leyes anti inmigratorias, con la negación de visas, y el presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, se reservó poderes absolutos que se colocan en paralelo con los que se arrogó Hitler cuando se autoproclamó canciller imperial en 1933. La periodista estadounidense Dorothy Thompson fue la primera persona expulsada de Alemania en 1934 por sus artículos en contra de un líder que ya consideraba peligroso, y aunque el comienzo de la represión contra los judíos que años después se materializó en la denominada "noche de los cristales rotos" en 1938, recibía el rechazo de los ciudadanos norteamericanos, no existía una conciencia real de la escalada de violencia en Alemania. Lo que se representa de forma significativa en el hecho de que, en el cine que se hacía en Hollywood, la palabra "nazi" no se utilizó entre 1933 y 1938, e incluso hubo una estrecha colaboración con los censores de Hitler por parte de los grandes estudios de Hollywood en la década de los treinta, según afirma Harvard Ben Urwand en su libro The Collaboration: Hollywood's Pact with Hitler (2015), a pesar de que la mayor parte estaban dirigidos por refugiados judíos de Europa del Este.
La única productora que se negó a hacer negocios con Alemania fue Warner Bros., y acabaría siendo la que produjo la primera película antinazi,
Confesiones de un espía nazi (Anatole Litvak, 1939), protagonizada por James G. Robinson. El propio director había nacido en Kiev, que por entonces formaba parte del Imperio Ruso y sus padres eran judíos, había desarrollado parte de su carrera cinematográfica en Alemania, pero su familia decidió emigrar a Francia debido al ascenso de Adolf Hitler, donde dirigió una de sus películas más conocidas, el drama romántico
Sueños de príncipe (Anatole Litvak, 1936), cuyo éxito de crítica le llevó a Hollywood. La serie documental tiene un formato clásico de entrevistas e imágenes de archivo, pero por un lado escoge con inteligencia a los interlocutores, que ofrecen reflexiones muy interesantes sobre los hechos históricos y tampoco es tímido en la presentación de imágenes, algunas de ellas sacadas de archivos de fragmentos rodados por los propios soldados alemanes, que son tremendamente duras. El episodio El a
nhelo de respirar libre (1938-1942) pone de manifiesto que hubo ocasiones para detener el ascenso de Hitler y la posterior desviación hacia la invasión de Polonia con la que comenzó la II Guerra Mundial, pero que no se aprovechó porque también había un sentimiento antisemita generalizado: "E
l momento de detener un genocidio es antes de que se produzca", afirma la historiadora Deborah Lipstadt. Cuando el transatlántico
St. Louis, que transportaba 937 refugiados judíos, llegó a La Habana en 1939, las autoridades cubanas solo admitieron el desembarco de 22 pasajeros, por lo que el barco se dirigió a Estados Unidos, donde el presidente Roosevelt nunca contestó a la petición de asilo. El sistema de cuotas establecido ya se había llenado, y aunque los ciudadanos mostraban su solidaridad con los judíos, también estaban de acuerdo con las restricciones a los refugiados. El St. Louis fue obligado a regresar a Europa, donde los pasajeros se repartieron entre Gran Bretaña, Francia, Holanda y Bélgica, países que posteriormente acabarían siendo invadidos por Alemania.
Una de las historias que se narra a lo largo de toda la serie es la de Otto Frank y su hija Ana Frank. Otto había preparado la documentación para salir de Holanda hasta los Estados Unidos, pero un bombardeo alemán en Rotterdam destruyó todos los archivos de la oficina de emigración. Una de las entrevistadas, Eva Geiringer, más conocida como Eva Schloss, fue compañera de estudios de Ana Frank y compartió el mismo edificio donde vivían sus familias, convirtiéndose en hijastra de Otto Frank cuando durante la posguerra su madre se casó con él. Hasta que éste murió en 1980, ella no había contado su experiencia durante el holocausto, pero sintió la necesidad de mantener viva la memoria de la familia Frank. En el episodio Los sin techo, los azotados por la tempestad (1942-), narra su relación con ellos en Amsterdam y su estancia en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en algunos de los momentos más sobrecogedores de la serie. En Estados Unidos, una encuesta que la revista Gaup realizó en 1943 revelaba que menos de la mitad de los encuestados creía que los nazis habían matado a millones de judíos. Cuando se liberaron los primeros campos de concentración en 1945, el general Eisenhower insistió en que se documentara de forma gráfica, llevando a editores de periódicos norteamericanos "para asegurarse de que los estadounidenses entendieran la gravedad de la depravación de los nazis y de que las futuras generaciones no pudieran negar lo que había sucedido". Pero The U.S. and the Holocaust tiene una conclusión pesimista: durante la posguerra, y con el inicio de la Guerra Fría, Estados Unidos acogió a numerosos exnazis porque eran anticomunistas, y los negacionistas y organizaciones de ideología fascista han encontrado una plataforma en los sectores de extrema derecha norteamericanos. El jurista Raphael Lemkin, un refugiado judío de origen polaco que perdió a 49 miembros de su familia durante el holocausto, acuñó la palabra "genocidio" para describir "el exterminio de una categoría entera de seres humanos". Pero es un término que sigue definiendo actos de barbarie cometidos en la actualidad.
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