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A provincial hospitalIlian Metev, Ivan Chertov, Zlatina Teneva, 2022 | Best of Fests | ★★★☆☆ |
Aunque parece que hemos eliminado el peligro de la pandemia del coronavirus, el aumento de contagios en países como China y la aparición de nuevas variantes ponen a prueba la relajación de una comunidad internacional que no parece haber mejorado la atención sanitaria a pesar de que durante la pandemia se detectaron numerosas deficiencias en los servicios médicos, motivadas por la falta de personal y de inversión. La vuelta a la "normalidad" significa también el retroceso en la atención a los enfermos, impulsado además por cierta desconfianza. Uno de los países que reflejó más claramente esta falta de confianza fue Bulgaria, que se convirtió en el país de Europa con menor tasa de vacunados. De los 6,51 millones de ciudadanos búlgaros, solo un total de 2.073.989 han completado el ciclo de vacunación, según un informe de datos de coronavirus en Bulgaria publicado el 22 de noviembre. El director Ilian Metev (1981, Bulgaria) había abordado ya la falta de recursos sanitarios de su país en el documental La última ambulancia de Sofía (Ilian Metev, 2012), que ganó varios premios en festivales internacionales, a través de la crónica de la atención nocturna de un equipo de ambulancia en la ciudad de Sofía, la capital de Bulgaria en la que solo hay 13 ambulancias para dos millones de habitantes. Su última película, A provincial hospital (Ilian Metev, Ivan Chertov, Zlatina Teneva, 2022), que recibió el premio del Jurado Ecuménico en el Festival de Karlovy Vary, aborda la crisis del coronavirus desde el interior de un hospital de provincias que atiende a la ciudad montañosa de Kyustendil, con poco más de 40.000 habitantes.
Debido a que se encontraba atrapado en Gran Bretaña por el confinamiento, la dirección de esta película fue realizada a distancia, con Ilian Metev coordinando y editando desde Inglaterra, mientras que su asistente Zlatina Teneva y el director de fotografía Ivan Chertov se introducían en la vida diaria de este hospital en el que rodaron durante 70 días, completando un trabajo colectivo que firman los tres. Aunque hemos visto numerosas películas a lo largo de los últimos años en torno a la tensión y la frustración de los equipos de médicos y enfermeras frente a una pandemia desconocida, en A provincial hospital hay un acercamiento diferente por tratarse de un centro que dispone de escasos recursos, y en el que la principal presión para el personal sanitario consiste en tratar de evitar que sus pacientes sean enviados a la Unidad de Cuidados Intensivos, porque la falta de material convierte a la UCI en una sentencia de muerte. La presión se hace doble, y se representa de forma dramática cuando uno de los pacientes, un hombre joven y corpulento, decide que no quiere llevar la máscara de oxígeno ni seguir el tratamiento. El Dr. Evgeni Popov llama a sus familiares para que tratan de convencerle, porque su nivel de oxígeno comienza a ser crítico, e incluso le amenaza con obligarle a ponerse la máscara. Es una forma sutil de reflejar la desconfianza provocada por una profunda desinformación.
El documental se beneficia de un grado absoluto de implicación del hospital, y en especial de una personalidad como la del Dr. Evgeny Popov que se convierte en protagonista en sus conversaciones con los pacientes, las anécdotas que cuenta y la confianza que manifiesta. Con un punto de vista observacional, también hay un grado de participación de los propios cineastas cuando el personal les pide ayuda y a veces la cámara ofrece un plano en el que solo vemos enfocado el techo. En una secuencia en la que las enfermeras están trasladando un cadáver con cierta dificultad, porque tienen incluso escasez de camillas, una de ellas comenta: "Intenta que no se caiga delante de la cámara". Que Ilian Metev como montador no evite que el espectador sea consciente de la presencia de la cámara también contribuye a dar un carácter más humano a la película, reforzando el compromiso con los protagonistas de la historia. El hecho de que este documental no haya obtenido ningún tipo de ayuda económica estatal puede ser interpretado como una especie de censura silenciosa en la que el gobierno búlgaro de alguna manera no quiere ver representada la desconfianza de los ciudadanos en su propio sistema sanitario. Y aunque no se puede decir que A provincial hospital profundice demasiado en los aspectos que muestra en cuanto a la relación entre los pacientes y la sanidad, aporta sin embargo la cercanía del factor humano a una pandemia que muchas veces se ha retratado con demasiada complacencia.
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Le FavoloseRoberta Torre, 2022 | Envision - Mejor Dirección | ★★★★☆ |
Durante una de las secuencias de Le Favolose (Roberta Torre, 2022) algunas de las protagonistas narran actos de violencia que han sufrido a lo largo de sus vidas, pero no hay un subrayado musical dramático, sino todo lo contrario, como una especie de celebración de la supervivencia. En esta secuencia suena el tono desenfadado swing de la canción Ain't misbehavin', una composición del pianista Fats Waller que se publicó en 1929 con seis interpretaciones diferentes, entre ellas una instrumental con la trompeta de Louis Armstrong, que acabaron llegando a los primeros puestos de las listas de éxito. Posteriormente, Fats Waller la interpretaría de nuevo en la película Tiempo de tormenta (Andrew L. Stone, 1943), como uno de los números musicales principales. Este contraste entre la descripción de unos hechos dramáticos y la sonoridad de una música alegre define en buena medida lo que Roberta Torre (1962, Italia) consigue en su última película, después de haber logrado un notable éxito hace años con el musical Tano da morire (Roberta Torre, 1997). Presentada en la Giornate degli Autori del pasado Festival de Venecia, Le Favolose es una docuficción protagonizada por cinco mujeres transexuales que se reúnen en una antigua mansión donde supuestamente pasaron parte de su juventud mientras afrontaban su identidad de género.
La protagonista central es Porpora Marcasciano (1957, Italia), escritora y activista trans que se ha hecho popular gracias a varios ensayos sobre la evolución del movimiento LGBT en Italia, especialmente Antologaia. Vivere sognando e non sognare di vivere: i miei anni Settanta (Vivir soñando y no soñar con vivir: mis años setenta) (2015). Junto a cuatro amigas, Nicole de Leo, Sofia Mehiel, Veet Sandeh y Mizia Ciulini, se reúnen en esta antigua casa ficticia para recuperar el espíritu de una juventud en la que, aun ejerciendo la prostitución, sentían cierta libertad, porque por aquel entonces los proxenetas no estaban interesados en controlar al colectivo transexual. "Este armario era como nuestra nave espacial", dice una de ellas refiriéndose al espacio en el que colgaban los vestidos con los que su mundo se transformaba. Le Favolose es una extraordinariamente divertida película que camina siempre en el vértice, entre la ficción y el documental, que celebra la fantasía y la imaginación como una forma de escapar de la realidad. Pero, sobre todo, que aborda la negación de la identidad, a través de un personaje ausente, Antonia, una antigua amiga de las cinco protagonistas que murió tras un ataque violento y cuyos familiares le arrebataron su identidad enterrándola con un traje masculino. "Ella representa a todas aquellas personas trans que han perdido la batalla por el reconocimiento de su identidad tras su muerte. Todas aquellas que en su último viaje fueron traicionadas y despojadas de su historia, de su identidad, de su ropa y del camino que han construido en esta vida. Vestidos como hombres para su despedida final, dejaron este mundo con una identidad que no les pertenecía", afirma Roberta Torre.
Frente a una representación que parece superficial de una vida alegre, alocada y reivindicativamente queer, el trasfondo de esta película es mucho más dramático, pero la directora lo rodea de elegancia y vitalidad, como lo que Porpora dice que trataban de encontrar en su juventud: "Buscar la risa, el baile y la diversión como si la vida fuera un juego, un bellísimo juego". Y de esta forma asistimos a una sesión de espiritismo que es divertida y trágica al mismo tiempo, mientras se juega con los clichés habituales que rodean a la representación de la comunidad transexual, que solo parece reflejarse a través del victimismo o del folclorismo. Pero que al mismo tiempo propone ideas fundamentales sobre el activismo trans: "Mi cuerpo es un acto político".
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Anhell69Theo Montoya, 2022 | Best of Fests | ★★★★☆ |
La naturaleza híbrida también está presente en
Anhell69 (Theo Montoya, 2022), que el mismo director define como una película
queer por su naturaleza fluida. Actuando como narrador en una especie de ensayo sobre la juventud y la falta de horizontes en una ciudad que sigue marcada por la violencia como Medellín, Theo Montoya (1992, Colombia) construye una historia en la que se mezcla ficción y documental para elaborar un retrato de la comunidad joven LGBTI+ de la ciudad, enfrentada a la imposibilidad de encontrar un futuro "
en un país que nunca ha conocido la paz". La metanarrativa de la película utiliza la grabación del casting para un inacabado proyecto de largometraje de ficción del director, que tomaba el título
Anhell69 del nick que utilizaba en Instagram el joven Camilo Najar, que murió por sobredosis a los 21 años una semana después de participar en la prueba. El director se confiesa enamorado de este joven, al que dedicó también su cortometraje
Son of Sodom (Theo Montoya, 2021) para cuyo título adoptó asimismo el nick de Camilo en Twitter, y en cierta manera esta película se siente como una ampliación de aquel corto, del que toma prestadas algunas frases cuando hace referencia a cómo otros de los jóvenes que participaron en el casting tampoco sobrevivieron: "
Murieron tantos amigos míos que mis redes sociales parecían un cementerio", dice en ambas películas. Presentada en la Semana Internacional de la Crítica durante el Festival de Venecia,
Anhell69 consiguió el premio de la crítica y también ha ganado diversos galardones en los festivales de Mar de Plata, Leipzig y Gijón.
Al adoptar las identidades de Camilo en las redes sociales, el director también reflexiona sobre la propia identidad queer en Medellín, recreando escenas de la historia que había imaginado para su debut en el largometraje: una fábula distópica que ocurre en una Colombia del futuro en la que hay tantos muertos que no caben en los cementerios, y comienzan a deambular por las calles y a convivir con los vivos. Una película de fantasmas, "una metáfora de la realidad que estamos viviendo". Los jóvenes comienzan a experimentar con la espectrofilia, una atracción sexual por los fantasmas que es perseguida con violencia por la Iglesia y el Estado, impulsando la formación de grupos Cazadores Espectrofílicos. Las narrativas de la ficción y del documental se entrelazan en una inusual y reflexiva mirada hacia un lugar inhóspito, lo que se refleja bien cuando los participantes en el casting hablan sobre su relación con la muerte. A pesar de su juventud (o posiblemente por eso mismo), ninguno parece tenerle miedo, incluso la acogen con esperanza. Quizás eso puede explicar que varios de los amigos del director murieran por suicidio. Hay una idea romántica de la muerte que también define una dificultad para encontrar la propia identidad personal.
Theo Montoya consigue romper los límites entre la ficción y el documental, pero sobre todo elaborar una atractiva reflexión sobre la imagen y su representación cinematográfica. Anhell69 es una película que logra imbricar la realidad con una fabulación que al mismo tiempo se asienta sobre una mirada pesimista, que se rompe con algunos destellos de la memoria de la propia Colombia y de su historia personal. Abandonado por su padre, formó parte de una generación de jóvenes que fueron criados por sus madres, y que mantienen todavía el lazo evocativo de la muerte de Pablo Escobar como una especie de figura patriarcal. De nuevo la muerte se convierte en el nexo de unión entre el pasado y el presente. La película comienza con una mirada referencial al cine colombiano, en una escena en la que un coche fúnebre es conducido por Víctor Gaviria (1955, Colombia), el escritor y director que mostró a una juventud perdida en películas como La vendedora de rosas (1998) y Sumas y restas (2004), pero que también recibió críticas por esta representación de Colombia. De alguna forma, Theo Montoya habla sobre la realidad y el cine, y su proyecto se cuestiona a sí mismo constantemente, como una expresión de la insatisfacción de haber nacido en un país sin futuro.
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Will you look at meShuli Huang, 2022 | Best of Fests | ★★★☆☆ |
Rodado con cámaras de 8mm. y 16 mm., Will you look at me (Shuli Huang, 2022) es el cortometraje ganador de la Palma Queer en La Semaine de la Critique del Festival de Cannes y que también está construido como un ensayo autobiográfico en el que el joven director Shuli Huang (1997, China) reflexiona sobre su identidad queer y cómo ha afectado a la relación con su madre a lo largo de los años. El título proviene de una de las escenas más intensas de la película en la que el hijo busca la mirada de una madre que le reprocha su identidad sexual, con frases tan severas como "¿Por qué he tenido que parir a un monstruo?". El director, que reside en Nueva York, decidió regresar a China para afrontar su identidad sexual con su familia, y puede ser discutible la necesidad de compartir esta revelación íntima con espectadores de todo el mundo, pero también ofrece una oportunidad para comprender la interrelación entre madres e hijos en una sociedad china que estigmatiza determinadas opciones sexuales. A pesar de que desde 1997 las relaciones consensuales entre miembros del mismo sexo están despenalizadas en China, el tema de la orientación sexual sigue siendo un tabú que se esconde bajo el silencio. La propia madre de Shuli Huang le dice: "Yo esperaba que te hubieras curado de lo tuyo antes de que tu padre se enterara", expresando esa necesidad de negación que trata de evitar la confrontación directa con lo que se sigue considerando un problema.
Es interesante la representación de la madre, a la que casi nunca vemos en imágenes grabadas, sino a través de fotografías en las que siempre aparece sonriendo, una vitalidad que contrasta con la extrema dureza con la que se refiere a su hijo cuando habla de una homosexualidad a la que nunca nombra. El director también hace referencia a una visita que recibió de su madre cuando vivía con su novio, al que presentó como su compañero de piso. Cuando Shuli Huang era un adolescente, ella descubrió unos mensajes que se intercambiaba con un hombre de 25 años, y ese secreto se convirtió en una herida que nunca llegó a cicatrizar. Pero es precisamente el momento más tenso de la conversación entre madre e hijo (que solo escuchamos) el que quiere ser más emocional pero resulta menos efectivo, una especie de catarsis que también parece provocada por el director, transmitiendo una conciencia demasiado clara de la grabación de momento. Hay frases que él dice como "las mujeres no me la ponen dura" que parecen buscar la discusión provocada, algo que también hemos visto en otros documentales sobre directores que se enfrentan a sus familias. Una búsqueda demasiado artificial del estallido emocional que desequilibra el resto de la película, pero que no invalida la expresiva reflexión sobre la incomunicación y la incapacidad de aceptar las identidades y las opciones personales en un país como China.
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Polish prayersHana Nobis, 2022 | Luminous | ★★★☆☆ |
En 2020 el gobierno de coalición entre la derecha y la extrema derecha promulgó en Polonia una polémica ley por la que los municipios podían proclamarse "zonas libres de LGBT", una forma de promover los valores de la familia tradicional que era, de hecho, un reconocimiento a la homofobia. Cuando la Unión Europea manifestó que los fondos de ayuda regional podrían verse afectados en aquellos municipios que no cumplieran con el respeto de los derechos de la comunidad LGBTQI+, los parlamentos regionales polacos modificaron el documento que promovía las zonas libres de LGBT. Las contradicciones en las que un país mayoritariamente conservador y ultra católico incurre al querer pertenecer a una comunidad europea que promueve los derechos fundamentales son retratadas precisamente en el documental producido por HBO Max Polish prayers (Hana Nobis, 2022), a través de la historia personal de Antek, un joven que tiene una ideología radicalmente conservadora y que forma parte de una Hermandad católica para la que la homosexualidad es sinónimo de pederastia, las relaciones sexuales prematrimoniales no existen y el aborto es una maldición. Algunas escenas de la primera parte de la película se desarrollan durante el desfile del Día del Orgullo, mostrando la división en la sociedad polaca. La Hermandad decide convocar una contramanifestación con carteles que muestran lemas como "Hoy la homosexualidad, mañana la pedofilia", y la obsesión de sus miembros por sentir como una amenaza a sus valores tradicionales la diversidad sexual resulta casi patológica.
En su debut en el largometraje, la directora Hana Nobis (1990, Polonia) sigue al joven Antek durante cuatro años de su vida a lo largo de un proceso de autoconocimiento que se manifiesta como una especie de montaña rusa. Podría ser un representante de la ideología predominante en Polonia, que se sostiene sobre un profundo sentimiento católico, y cuyo eje primordial es una idea del patriarcado en el que la hombría es el soporte principal, mientras que las mujeres juegan un papel secundario. Uno de los jóvenes que participan en una reunión de la Hermandad dice: "Todas las mujeres transmiten mucha feminidad, una feminidad prerrevolucionaria". Y al mismo tiempo, la obsesión por la homsoexualidad se muestra como una división en la propia familia de Antek, cuyos padres, ahora separados, le ha transmitido estos valores tradicionales. Pero, mientras el posicionamiento de Antek y su madre es similar, la hermana manifiesta sus contradicciones: "No sé cómo podéis preocuparos tanto por la orientación sexual cuando nadie se preocupa por el cambio climático". Cuando la directora Hana Nobis conoció al protagonista de su película, intuyó con buen criterio que los pensamientos de Antek mostraban grietas que él ocultaba a las personas más cercanas, y de alguna forma el rodaje de la película sirvió para que las mostrara sin necesidad de dar explicaciones.
Con una mirada cercana que observa pero al mismo tiempo no quiere ser distante, la película se formula a través del uso de una cámara en mano que aporta intimidad, pero también una imagen zozobrante, como la propia personalidad de Antek que va desentrañando, especialmente cuando inicia una relación con su primera novia que en cierta manera le permiten expresar abiertamente sus dudas. Más tarde, cuando entra en su vida otra joven que tiene una ideología más aperturista, él parece estar preparado para dar un paso importante en su vida. En una escena en la que recibe la visita de su madre en el piso que ha alquilado para independizarse, Antek elimina todos los elementos que podrían sorprenderla, como una bandera arco iris. Es un momento íntimo que está capturado con especial cercanía, y que conduce a un desenlace emocionalmente intenso para Antek, porque establece ese sentimiento de paradoja en el que se han desarrollado los últimos años de su vida, desde querer convertirse en sacerdote hasta participar en una manifestación del Orgullo. Y en este sentido Polish prayers consigue ofrecer una mirada reflexiva sobre cómo la tradicional sociedad polaca está continuamente enfrentándose a sus propias contradicciones.
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Películas mencionadas:
La vendedora de rosas se puede ver en Prime Video.
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