27 noviembre, 2021

Tallinn Black Nights Film Festival 2021 - Parte 5: Morir

Nuestra mirada hacia la programación del Tallinn Black Nights Film Festival se detiene en esta crónica en algunas películas cuyas historias tratan de una forma directa el tema de la muerte, o ésta cumple un papel fundamental en ellas. En algunos casos se trata de representaciones de períodos de guerra o de desastres naturales, mientras que en otras se proponen experiencias personales que definen a los personajes a través de esta visión de un final inevitable.

COMPETICIÓN OFICIAL

La muerte es, de hecho, el tema central de Killing of the eunuch KHAN (Abed Abest, 2021), segundo largometraje del director iraní que consiguió repercusión internacional con su anterior película, Simulation (Abed Abest, 2017), seleccionada en Berlín y Toronto. Ahora construye un relato más ambicioso que sitúa la acción en la década de los ochenta, en el momento más álgido de la guerra Irán-Irak, y representa la violencia a través de una puesta en escena de pesadilla. En un Teherán vacío, un padre deja a sus dos hijas solas en casa para participar en una ceremonia fúnebre. Ese mismo día, la ciudad es atacada por un bombardeo y una de las bombas cae en el jardín de su casa, provocando heridas a una de sus hijas y la muerte de la otra. "El asesino en serie tiene tantas intenciones de masacrar que la sangre se derrama por las acequias de la ciudad. Para alcanzar su objetivo, diseña un plan en el que las víctimas matan a las víctimas". Esta frase que aparece al comienzo de la película define la idea de un país harto de guerras continuas en las que son los ciudadanos los que se matan entre sí, enredados en una madeja compleja y cruel que gestiona la guerra desde la distancia. 


Abed Abest, que se formó como estudiante en Arquitectura, crea un diseño visual que utiliza la simbología como elemento principal, la sangre derramándose por las calles de una ciudad en la que los muertos se mezclan con los vivos. Es una concepción visual impactante que tiene ideas interesantes, en las que el color rojo predominante se mezcla con el negro. Pero no se trata solo del rojo de la sangre sino también del rojo de los objetivos marcados por los atacantes, en un espacio solitario, una ciudad vista en plano cenital que parece irreal, casi teatral. Hay una lograda creación de un ambiente de pesadilla, pero a veces los resortes cinematográficos utilizados se muestran vacíos, como en los largos planos secuencia que acompañan a algunos personajes, que están envueltos en más técnica que contenido. Killing of the eunuch KHAN es una obra abstracta, personal y fascinante desde el punto de vista visual, pero le falta una mayor concreción en la medición de los tiempos y una menor recreación en su propia estética para conseguir un impacto más emocional. 

OFICIAL FUERA DE CONCURSO

Para el protagonista del thriller de persecución ruso Captain Volkonogov escaped (Natasha Merkulova, Aleksey Chupov, 2021), su vida se ha convertido en una especie de purgatorio cuando huye del cuartel del NKVD, el Servicio de Seguridad Nacional, en el que él mismo ha sido brazo ejecutor de torturas a ciudadanos rusos. Estamos en el Leningrado de 1938, y la maquinaria opresora de Stalin se enfrenta a cambios sociales que provocan una mayor persecución por parte del Estado. Ni siquiera los propios ejecutores están a salvo, porque la re-evaluación a la que son sometidos significa, en realidad, una muerte segura, la constatación de que es necesario eliminar cualquier rastro de los actos de violencia que se cometen en el Ministerio. Fyodor Volkonogov (Yuriy Borisov) decide, sin embargo, que su destino inevitable debe servir para algo, y huye con una lista de personas ejecutadas por traición para comunicar a sus familiares la verdad. En una especie de epifanía sobrenatural, el protagonista toma conciencia de que su única posibilidad de no acabar en el infierno es iniciar un camino de redención para encontrar el perdón de al menos uno de los familiares de sus víctimas.


Mientras es perseguido por su superior, el Mayor Golovnya (Timofey Tribuntsev) a la manera de El fugitivo (Andrew Davis, 1993), el protagonista intenta salvar su alma en esta especie de purgatorio en el que se convierten sus posibles últimos días de vida. Y así los directores consiguen tejer un thriller que está teñido de algunos momentos de humor negro, como en una escena en la que Volkonogov escapa de una manera un tanto disparatada, y junto a otras escenas terroríficas, como cuando un experimentado ejecutor enseña a los soldados a matar con un solo disparo para ahorrar munición. De camino, se construye un relato coherente de las atrocidades del régimen estalinista al mismo tiempo que se realiza una inteligente parodia de las películas patrióticas. "¿Sabes por qué los detenidos insisten tanto en su inocencia?. Porque en realidad son inocentes. Pero serán culpables más adelante", dice un oficial para justificar las torturas y ejecuciones.  

Captain Volkunogov escaped es un thriller que está construido con tensión y violencia, pero también con secuencias profundamente delicadas, como en la conversación con una niña cuyo padre fue torturado durante la Guerra Civil española por los fascistas y cuando regresó a Rusia fue de nuevo torturado por los comunistas, o en la hermosa escena final. Este Leningrado gris y neblinoso es un entorno casi de pesadilla refuerza el camino sobrenatural de Volkunogov, interpretado por una de las estrellas en alza del cine ruso, Yuriy Borisov, ganador del premio de interpretación en la SEMINCI de Valladolid y nominado a los Premios del Cine Europeo por Compartment nº 6 (Juho Kuosmanen, 2021). 

OFICIAL ÓPERA PRIMA

El animador japonés Kōji Yamamura es uno de los cineastas más reconocidos a nivel internacional, nominado al Oscar por su cortometraje Mt. Head (Kōji Yamamura, 2003) y premiado en numerosas ocasiones en prestigiosos festivales de animación como Annecy, por sus obras The old crocodile (Kōji Yamamura, 2005) o A country doctor (Kōji Yamamura, 2007), por lo que su primera incursión en el largometraje con Dozens of Norths (Kōji Yamamura, 2021) supone un acontecimiento importante. Utilizando su habitual técnica de animación 2D que mezcla las influencias occidentales con su propia personalidad japonesa, la película se propone como un viaje sensorial, hipnótico en su creación de imágenes que no necesitan palabras, solo hay algunos textos que se insertan a lo largo de este recorrido por esos Nortes que no son físicos estrictamente, sino símbolos de la existencia "desnortada" del ser humano. 


La película está inspirada en ilustraciones que Kōji Yamamura realizó para la revista literaria "Bungaku-kai" entre abril de 2012 y noviembre de 2014, que estaban muy influidas por el estado de ánimo que provocó en el dibujante el terremoto que se produjo en la región de Tōhoku, provocando la muerte de 22.000 personas. El concepto de “norte” desde el punto de vista geográfico se refiere precisamente al desastre de esta zona situada al Noreste de Japón. La película desprende por tanto una melancolía y un cierto pesimismo que reflejan la tristeza de la existencia humana: "Quiero comprender el sufrimiento humano a través de mi acto de creación", dice Yamamura. Este viaje que nos propone el director está plagado de cabezas en construcción, de rostros demacrados y de acciones mecánicas, y se sostiene sobre la belleza de lo decrépito pero al mismo tiempo resulta absolutamente deslumbrante. 

Aunque no hay diálogos, Dozens of Norths se acompaña de un espléndido diseño de sonido envolvente realizado por Kōji Kasamatsu, otro veterano técnico que ha trabajado en Studios Ghibli para películas como Arrietty y el mundo de los diminutos (Hiromasa Yonebayashi, 2010), La colina de las amapolas (Gorô Miyazaki, 2011) o El viento se levanta (Hayao Miyazaki, 2013). Y también contribuye a construir ese mundo onírico la música extraída del álbum "Drums in the night/The resistible rise of Arturo Ui" (1983), creada por el compositor holandés Willem Breuker inspirándose en dos obras de Bertold Brecht (Arturo Ui es un personaje inspirado en Adolf Hitler). El largometraje de Kōji Yamamura es irresistible en su concepción artística, rico en su construcción de simbolismos que reflejan la existencia humana desde lo más profundo, un sueño convertido en imágenes sugerentes que componen una visión pesimista a través de la representación de vidas que se han detenido en el tiempo, en la que las líneas de la realidad se extienden hasta el inframundo. "Aunque muchos Nortes se encuentran dispersos aquí y allá, mis emociones permanecen estancadas". 

La película lituana Feature film about life (Dovilė Šarutytė, 2021) aborda directamente el proceso de preparación de un funeral cuando la protagonista se enfrenta a la muerte de su padre y toma las riendas de todos los preparativos relacionados con el entierro. La historia es sencilla, y se construye con algunos momentos de humor que reflejan esas situaciones surrealistas en las que cualquiera se ha encontrado en relación con un funeral. Pero dentro de su aparente sencillez hay que destacar la brillantez con la que Dovilė Šarutytė construye este drama. La protagonista, Dovilė (sorprendente actuación debutante de la actriz no profesional Agnė Misiūnaitė) comparte nombre con la guionista y directora, lo que establece ya un contundente nexo de unión personal que se consolida cuando sabemos que la historia está basada en su propia experiencia, y que las imágenes  familiares en VHS que van introduciéndose a lo largo de la trama son grabaciones reales que su padre le hizo a ella. Por tanto, es la directora la que se representa a sí misma a través de su infancia, la que muestra su propia realidad imbricada en un entorno de ficción. 


El uso de estas imágenes no solo funciona como simples recuerdos, sino que contrasta con las imágenes del presente, y de alguna manera convierte al propio padre ausente en alguien que está vivo, igual que el título establece esta relación con la vida para definir a una película sobre la muerte. Especialmente notable es el magnífico montaje de la escena del velatorio, en la que se mezclan primeros planos de las grabaciones en VHS con primeros planos de los familiares, estableciendo una conexión directa entre el antes y el ahora, marcada por miradas que se cruzan entre pasado y presente, sin diálogos y solo subrayada por la significativa elección de la canción "Song of a sinner", himno del grupo de rock psicodélico Top Drawer que abría su único álbum publicado, Solid Oak (1972, Wish Bon) y que logró un relanzamiento cuando se incluyó en la recopilación de música psicodélica Forge your own chains (2009, Now Again Records).

Pero hay otros momentos sobresalientes en esta reflexión sobre la forma de afrontar la muerte y lo que nos queda a los vivos como recuerdo, la sombra del pasado reflejada en imágenes casi oníricas. El momento en el que Dovilė recibe la noticia de la muerte de su padre, que tampoco necesita verbalizarse, sino todo lo contrario, el sonido ambiente desaparece y regresa cuando la cámara se aleja lentamente del personaje, dejándola empequeñecida frente a una representación del entorno urbano, que parece un gigantesco lienzo de vida frente a la noticia de la muerte. Y todo lo que rodea a su abuela, representado en esa escena final sobrecogedora, que muestra la feroz y en cierto modo cruel introducción de la comodidad en el proceso de despedida de nuestros seres queridos, frente a una tradición que se ha quedado obsoleta, pero que sigue arraigada en las viejas generaciones. Feature film about life es una película que se revela vitalista a pesar del tema del que habla, y que se beneficia de una directora brillante que sabe transmitir a través de la imagen emociones profundas.  

REBELS WITH A CAUSE

Jochen Keppler (Christoph Kaiser) fue un escritor cuya obra ha marcado parte de la literatura alemana hasta nuestros días. Casado con Johanna (Beate Krist), una mujer judía, vivía con ella y su hijastra Renate (Sarah Palarczyk) en el momento de mayor apogeo del Tercer Reich, cuando comenzaban las deportaciones de judíos a campos de concentración. A pesar de que contaba con la admiración de Adolf Eichmann (Dirk Waanders), éste se negó a aprobar el permiso para que su esposa e hijastra pudieran salir de Alemania, condenándolas a una muy probable deportación. En Schattenstunde (The shadow hour) (Benjamin Martins, 2021) se nos cuentan los últimos momentos en la vida de Jochen Keppler quien, enfrentado a la posibilidad de que su familia acabe en un campo de concentración, tomó la decisión de quitarse la vida junto a ellas. No hay datos oficiales, pero se estima que miles de alemanes casados encontraron en el suicidio la única salida frente un final mucho más incierto. La película ofrece el relato de una de esas familias adoptando una puesta en escena casi teatral, una especie de obra de cámara que usa el tratamiento de la imagen para mostrar la opresión de los protagonistas. 

© Gérard Fass

Esta representación de la cada vez mayor asfixia que provoca en la vida del escritor la situación de Alemania se muestra utilizando un formato más estrecho que el de 4:3, a la manera en que Mommy (Xavier Dolan, 2014) comprimía la imagen para mostrar el sentimiento de opresión de su joven protagonista. Esta sensación claustrofóbica se afianza todavía más en la casa donde la familia decide quitarse la vida, un escenario en el que las paredes y el techo se mueven para oprimir cada vez más a los personajes. Es interesante este tratamiento de la imagen, que también utiliza animaciones de fotografías y cuadros, o representaciones en forma de marionetas de los oficiales de las SS, e incluso apariciones fantasmales, demonios amenazadores que reflejan la angustia interior que experimenta el protagonista, un alemán que no entiende cómo sus propios compatriotas pueden condenar a su familia a un posible viaje sin retorno. 

La película peca de cierta teatralidad que no estamos seguros de que sea elegida, pero contiene un mensaje de reivindicación en torno al ser humano y la necesidad de solidarizarse con los demás que tiene una lectura actual. Aunque a veces la banda sonora subraya demasiado el dramatismo de las imágenes, el director toma la decisión inteligente de mostrar los últimos minutos en la vida de esta familia sin añadir elementos artificiales. Y ese silencio únicamente roto por el crujido de algunos elementos del escenario resulta tan sobrecogedor como la propia necesidad del protagonista por mantener su dignidad antes que dejársela arrebatar por los opresores. 

La muerte no es el final, sino el principio de la historia que narra Snowing darkness (Albert de Achim, 2021), cuyo título original se acerca mucho más al propio estilo de la película: Uneori ninge cu zăpadă, alteori cu întuneric (A veces nieva con nieve, otras con oscuridad), que refleja la transformación experimentada por el director de cine Teo (Bogdam Dumitrache) cuando su hija muere, lo que le envuelve en una profunda depresión que le lleva incluso a pensar en el suicidio. Esa nieve que a su hija le gustaba contemplar a través de la ventana se transforma desde el blanco hasta esa negrura que ahora envuelve al protagonista, y que trata de exorcizar durante los ensayos de un nuevo proyecto cinematográfico. Casi como en un experimento de metacine, la historia que cuenta la película tiene paralelismos con la del propio Albert de Achim, uno de los directores rumanos que ha destacado a nivel internacional con películas como The last day (2016), y que ha vivido personalmente una historia similar a la de su protagonista. 


Este ejercicio de exorcismo de sus propios demonios interiores se representan en una película que trata de desvincularse de la narración tradicional, haciendo que los tiempos se mezclen, entre la vida familiar del protagonista cuando su hija estaba enferma, cuyo matrimonio solo parece adherido a través de su cuidado, los ensayos para la nueva película y el momento en el que Teo toma la decisión de acabar con su vida. Excepto el actor protagonista, el resto de los actores interpretan diferentes personajes que interactúan en distintos momentos con el principal, construyendo una especie de puzzle de recuerdos, experiencias y sensaciones que, más que construir, deconstruye la vida de Teo, que a veces se desdobla físicamente en esa representación del espejo, reflejo y realidad unidos. Cuenta Albert de Achim que en un principio le presentó este proyecto a su compatriota Cristi Puiu, quizás el director rumano más reconocido a nivel internacional, sabiendo que era una película que contenía todos los elementos que éste más detesta en el cine, especialmente la narración fragmentada y los saltos en el tiempo. 

Al final Snowing darkness es una película llena de cierto sentido del humor absurdo a través de una propuesta en la que se reconoce la valentía de su director, pero que no logra completamente componer un conjunto que transmita la zozobra de la depresión, obligando al espectador a reconstruir lo que se nos presenta demasiado disperso. 



Arrietty y el mundo de los diminutos, La colina de las amapolas y El viento se levanta se pueden ver en Netflix.
Mommy se puede ver en Filmin y Prime Video. 


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