20 agosto, 2021

Atlàntida FF 2021 - Parte 9: La memoria

La memoria se define como el proceso de recordar, habitualmente referido a largo plazo, aunque también se puede hablar de memoria sensorial o memoria a corto plazo. Los primeros estudios sobre la memoria fueron realizados por el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus en el siglo XIX, demostrando que las funciones mentales superiores podían estudiarse en el laboratorio, y que existía una "curva del olvido" que muestra el deterioro de la memoria con el paso del tiempo. Décadas más tarde George Miller demostró en 1956 que las personas pueden retener de 5 a 7 elementos a la vez en la memoria a corto plazo, lo que ha derivado en que la psicología cognitiva establezca que una persona interpreta la información gracias a sus conocimientos previos, construyendo de esta forma sus recuerdos. Por tanto, no todos los hechos vividos se almacenan, sino que existe una selección de los más relevantes. La memoria no es un almacén, ni una biblioteca, sino una facultad que conserva y elabora, un proceso creativo. 

La memoria de la que hablamos en esta crónica tiene que ver precisamente con esa capacidad para recordar pero siempre desde un punto de vista personal. En las películas de las que hablamos en esta crónica del Atlàntida Film Fest la memoria juega un papel fundamental, ya sea respecto a la representación del pasado histórico como a los procesos de deterioro que son inevitables en la mente humana. Hablamos por tanto de personas que recuerdan pero también de personas que olvidan. 

MELODÍAS

La historia que dio lugar al cortometraje musical Sergi & Irina (Àlex Tejedor, Miguel Verd, 2020) está basada en las circunstancias vividas por los abuelos daneses de Àlex Tejedor, Poul y Kathy, que se casaron en 1939, el mismo año que comenzó la II Guerra Mundial, pero que tuvieron que vivir separados durante un tiempo porque Poul participó en la resistencia contra los nazis a través del grupo denominado Civiles Partisanos Daneses. La posición de Dinamarca era de neutralidad, pero el ejército alemán violó esta neutralidad porque era la mejor forma de acceder al resto de países escandinavos. El gobierno danés se rindió inmediatamente y la ocupación se produjo de forma relativamente pacífica, frente al colaboracionismo de Suecia y cierta resistencia por parte de Noruega. Esta posición de sumisión logró al menos salvar a la población danesa, y especialmente a los judíos, a los que se les permitió huir, de los conflictos armados. 

El cortometraje es un homenaje a los musicales clásicos que está protagonizado por Sergi Forteza, el heredero de una familia rica, e Irina Dols, la sobrina del mayoral de las tierras. Ambos se conocen en una fiesta en 1939 pero, tras estallar la guerra, deben separarse hasta encontrarse un año más tarde en el mismo escenario, los espectaculares jardines de Raixa, uno de los más importantes de la isla de Mallorca. Se trata de una historia sencilla, narrada en forma de musical con tres números principales, que pretende trasladar la magia de los musicales clásicos, aunque las canciones compuestas por Àlex Tejedor con la colaboración de Toni Cuenca, que realizó las orquestaciones, tienen un cierto tono más cercano a las películas Disney que a los musicales de Hollywood de los años 40 y 50, aunque destaca especialmente el número central de swing, con coreografía de Sam Harper, profesor de danza británico afincado en España. Nacido como una pieza de microteatro en los Jardines de Alfabia, el cortometraje Sergi & Irina propone un ejercicio de nostalgia que pretende trasladarnos a la gran época de los clásicos, aunque en este proceso se advierte una mirada más moderna, que destaca la espectacularidad de los planos aéreos antes que la meticulosidad de la planificación precisa en las coreografías. Es por tanto un ejercicio fallido aunque tenga algunas virtudes como la puesta en escena en un espacio realmente hermoso. 

CINE REENCONTRADO

La sección Berlinale Classics del Festival de Berlín 2020 presentó dos títulos restaurados que tenían en común ser pioneros en la representación del holocausto. Por un lado, la magnífica Distant journey (Alfréd Radok, 1949), que ya comentamos en una crónica anterior del Atlàntida Film Fest, y por otro lado The last stage (Wanda Jakubowska, 1948), que fue restaurada digitalmente en 2019 por el Archivo Nacional de Cine de Varsovia a partir de una copia analógica. Considerada como "la madre de las películas sobre el Holocausto", realizada solo dos años después del fin de la guerra, hay valores especialmente notables en esta historia que muestra la vida de un grupo de prisioneras en el campo de concentración de Auschwitz. Por un lado, el hecho de estar dirigida por una mujer, Wanda Jakubowska, a la que principalmente se conoce por esta película, a pesar de que su carrera se extendió durante cincuenta años y dirigió unos trece largometrajes. Otra circunstancia destacada es el hecho de que la representación del campo de concentración nazi proviene de sus propios recuerdos, ya que ella misma fue prisionera en Auschwitz-Birkenau y posteriormente en Ravensbrück.  

El guión de The last stage está coescrito junto al alemán Gerda Schneider, al que conoció en Auschwitz-Birkenau, y la película se rodó en el mismo campo de concentración, utilizando a actrices no profesionales, muchas de ellas también prisioneras de los nazis. Pero, aun teniendo el valor de la representación de esta convivencia, y la amenaza de las cámaras de gas, de las que solo vemos el humo saliendo de las chimeneas, The last stage tiene un componente importante de propaganda comunista, que se ve reflejado desde los primeros minutos. De hecho, el rodaje de la película se efectuó gracias al permiso de Stalin, lo que también propició que se pudiera realizar en el interior de Auschwitz, reconvertido en campo de concentración comunista para prisioneros nazis. Hay interesantes hallazgos visuales y una capacidad notable para trasladar el espíritu de camaradería de las prisioneras, pero ciertamente es una visión demasiado maquillada, en la que las protagonistas lucen perfectos peinados y ropas limpias, casi como si se tratara de una idealización de la vida en los barracones. 

Se establece claramente una distinción entre las prisioneras que tratan de rebelarse contra el maltrato y aquellas que funcionan como guardianas. En el exterior es donde se producen los mayores actos de violencia, pero la directora no tiene un especial interés en exhibirla (la imagen más impactante es la de una prisionera colgada en las vallas electrificadas). Por el contrario, hay mayor énfasis en la representación de la decadencia de los nazis, mostrándolos en una fiesta de disfraces, o a través de la apropiación de los objetos personales de las prisioneras, lo que refuerza la idealización de la liberación comunista. En realidad, la película no hace una referencia directa a los judíos, más bien las protagonistas son miembros de la resistencia polaca (como lo fue la propia Wanda Jakubowska) o de otras nacionalidades. La directora utiliza los primeros planos de sus personajes para mostrar el horror (la humareda proveniente de las cámaras de gas) o la esperanza (los aviones comunistas sobrevolando la prisión), en el que es uno de los principales hallazgos de la película. The last stage cumple su cometido de mostrar las condiciones de vida en el campo de concentración de Auschwitz, pero su condición de vehículo propagandístico (fue vista por 7,8 millones de espectadores), limita su evidente condición de pionera de la representación cinematográfica del holocausto nazi. 

EL GRAN HERMANO DE LA EUROPA COMUNISTA

En realidad, la liberación comunista acabó convirtiéndose en una nueva forma de opresión que permaneció en países como Polonia durante largo tiempo, como se muestra en el documental An ordinary country (Tomasz Wolski, 2020), un trabajo de recuperación de una normalidad que acaba siendo irreal, a través de material de archivo desclasificado correspondiente a los servicios secretos. La película se estrenó en Visions du Réel 2020, festival en el que el director también presentó este año un ejercicio parecido titulado 1970 (Tomasz Wolski, 2021), en el que utiliza otros recursos como la animación. Polonia fue un satélite de la Unión Soviética desde los años 50, gobernada por el Partido Obrero Unificado Polaco, que se sirvió de la policía política y de los "consejeros soviéticos" para establecer un sistema de vigilancia intenso entre sus ciudadanos. Las grabaciones encubiertas, los teléfonos pinchados, los interrogatorios abusivos, se muestran ahora en este documental que se construye a través de todo este material de opresión. Polonia vivía una normalidad falsa. 

El director realiza un montaje interesante, que va introduciendo pequeñas tramas que se van construyendo a lo largo de la película, como interrogatorios absurdos sobre cuántas veces compra leche una ama de casa, para tratar de averiguar si su marido obtiene dinero ilícito. El montaje nos introduce tanto conversaciones grabadas a través de micrófonos ocultos como imágenes de vigilancia secreta de ciudadanos aparentemente sospechosos. La estructura de este montaje se va haciendo cada vez más opresiva, llegando a momentos de violencia en la segunda parte de la película. Es un sistema podrido en el que los vigilantes también se vigilan entre sí. Un sistema basado en la sospecha continua. Una libertad corrompida. 

CONTROVERSIA

La memoria en torno a los hechos históricos puede ser manipulada, como nos demuestra el documental Coup 53 (Taghi Amirani, 2019), un exhaustivo recorrido por las implicaciones de la CIA y el MI6 en el golpe de estado que acabó con la democracia en Irán y puede considerarse el inicio de la política intervencionista de Estados Unidos en el resto del mundo, y el origen del perfil geopolítico actual en Oriente Medio. Cuando escuchamos en la película frases como "a los Estados Unidos no le interesa un régimen democrático en Oriente Medio", resulta impactante recordar la facilidad con la que los talibanes han tomado de nuevo el poder en Afganistán durante estas últimas semanas. En cierta manera, Coup 53 nos puede hacer entender algunos aspectos de la actualidad política internacional, aunque afirmaciones como que el ex-presidente iraní Mohammad Mossadegh, que fue víctima del golpe de estado en 1953, puede considerarse "el Gandhi de Irán" pueden resultar algo tendenciosas. 

Taghi Amirani cuenta en su extensa investigación, que comenzó en 2009, con la colaboración de Walter Murch, editor de sonido y montador de algunas de las películas más importantes de las décadas de los setenta, con nueve nominaciones al Oscar y tres premios de la Academia de Hollywood por Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979) y El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996). Walter Murch se implicó en el proyecto cuando trabajaba como editor en el documental Locos por las partículas (Mark Levinson, 2013), puesto que Taghi Amirani es doctor en Física. Utilizando el recurso de aparecer en pantalla como director y protagonista al mismo tiempo, Amirani plantea sus conclusiones desde el principio, mostrando la evidente implicación de los Estados Unidos y Gran Bretaña en el golpe de estado que permitió la detención de Mohammad Mossadegh en favor de la llegada al poder del Sha, que estableció un régimen autoritario (hasta el día de hoy, Gran Bretaña niega oficialmente su participación). La razón principal de esta "necesidad" de eliminar a un presidente que no tenía ningún problema en recibir a los ministros extranjeros desde su cama, está en la nacionalización del petróleo que inició años antes, arrebatando a British Petroleum (BP) el monopolio sobre la explotación del oro negro encontrado en Irán. Esta nacionalización se produjo después de descubrir que los británicos estaban cometiendo fraude con el reparto de beneficios. 

Lo más interesante del documental se produce en un ejercicio de metacine cuando se enfoca en el descubrimiento de las transcripciones de una serie producida por la televisión pública británica, End of Empire (BBC, 1985) en la que se hacía un repaso a los procesos de descolonización de los estados controlados por el Imperio Británico. En esta serie participó un ex-agente del MI6, Norman Dabyshire, que finalmente decidió que se eliminaran todas sus intervenciones, en las que hacía una descripción precisa de su influencia en el golpe de estado. Aunque no se conserva ninguna grabación (posiblemente escondida o destruida) Taghi Amirani tiene acceso a la transcripción completa de su entrevista, y utiliza al actor Ralph Fiennes para interpretar al agente de los servicios secretos. Es un recurso interesante que alimenta el interés de un documental fascinante en la descripción de los hechos y claro en su exposición, aunque quizás algo exagerado en su conclusión de que, si no se hubiera producido el golpe de estado, en Oriente Medio convivirían diferentes democracias en vez de regímenes autoritarios o fundamentalistas. La participación de Walter Murch es fundamental para ordenar la gran cantidad de material utilizado, desde entrevistas propias del documental, entrevistas de archivo, material de transcripciones, etc. De alguna manera, la estructura con formato de thriller político se refleja en producciones de ficción que influyeron en el director, como La batalla de Argel (Gillo Pontecorvo, 1966) o Los tres días del cóndor (Sydney Pollack, 1975), otorgando a la película una cierta mirada nostálgica. 

DOMESTIK

Al hablar de la memoria también hay que mencionar la ausencia de ésta. Se calcula que a nivel mundial unos 50 millones de personas sufren demencia senil, entre un 5% y un 8% de la población mayor de sesenta años. El cortometraje Primavera esvaïda (Josep Alordà, 2021) aborda este tema a través de la historia de Sebastiana (Laura Pons), una abuela de 80 años que sufre demencia. Ella vive con su familia en Santa Eugenia, un pueblo abandonado del Pla de Mallorca, pero su enfermedad le hace imaginar otra época de su vida, y a pesar de estar rodeada de su hija, su yerno y su nieto, tiene una constante sensación de soledad y de melancolía. El director describe diferentes escenas cotidianas que ofrecen una visión de la enfermedad, no solo desde el punto de vista de quien la padece, sino de la forma en que ésta afecta a los miembros de su familia y a las relaciones entre ellos. 

Lo que mejor refleja el cortometraje es esa cierta impotencia de los familiares a la hora de afrontar la enfermedad en los momentos de ofuscación que sufre la anciana, cuyo entorno ya no se corresponde con la realidad que ha creado su mente. La necesidad de crear un ambiente de tranquilidad alrededor de la abuela se enfrenta a la vida cotidiana, a veces enturbiada por los problemas económicos o las propias relaciones familiares. Es la colisión entre dos realidades diferentes que a veces no pueden ser compartidas. Y aunque Primavera esvaïda tiene mejores intenciones que resultados en su descripción de la enfermedad, con cierta tendencia a exagerar el drama, hay momentos en los que se identifican con precisión la compleja experiencia de convivir con esa enfermedad en un entorno familiar. La banda sonora compuesta por el joven compositor mallorquín Rubén Gallardo, una creación sinfónica interpretada por una orquesta de 82 músicos, no intenta subrayar las secuencias, sino que de alguna forma establece una tonalidad melancólica que refleja el estado de ánimo de la protagonista. 

Más interesante es el tratamiento que ofrece el largometraje belga Une vie démente (Raphaël Balboni, Ann Sirot, 2020), que participó en la Sección Oficial de Cinema Jove 2020. Y es más interesante porque sustituye el drama por un enfoque más cercano a la comedia, con un cierto tono grotesco. Y porque consigue desarrollar de forma efectiva el proceso de cambio que experimenta Alex (Jean Le Peltier), el hijo de Suzanne (Jo Deseure), desde que ella comienza a sentir los primeros síntomas de demencia semántica, un trastorno del lenguaje que supone un deterioro progresivo en la comprensión de las palabras. Se trata de una especie de proceso inverso al aprendizaje, en el que lentamente se va olvidando lo que se ha aprendido. Esta enfermedad provoca en el entorno de Alex y su esposa Noémie (Lucie Debay) situaciones absurdas que el hijo afronta con la impotencia que le produce sentirse abrumado, y por tanto exasperado por el comportamiento de su madre. 

Pero los directores de Loca por la vida (título español), que son pareja en la vida real y que vivieron esta situación personalmente, afrontan la historia con sentido del humor, destacando principalmente lo grotesco de algunas situaciones. Para Alex y Noémie la enfermedad de Suzanne es inquietante, porque sienten que se interpone en el inicio del siguiente paso en su relación, que es tener un hijo. Suzanne amenaza de alguna forma la estabilidad de su vida en común, pero no por su enfermedad, sino por la incapacidad de Alex de afrontar la realidad, de adaptar su vida a la forma de ver el mundo que tiene ahora su madre. La actriz Jo Deseure realiza un trabajo extraordinario, desinhibido y generoso con su personaje, mientras que Jean Le Peltier consigue transmitir la confusión y la impotencia, observada por la mirada más centrada de Lucie Debay, cuyo personaje en cierto modo adopta el punto de vista del espectador. 

La película se benefició de un programa de ayudas para proyectos de bajo presupuesto que lanzó el Centre du Cinéma et de l'Audiovisuel de Bélgica, pero consigue sacar partido de la escasez de escenarios, únicamente dos, y el trabajo con solo cuatro actores. Esta economía de medios establece también un mayor acercamiento a los personajes, y una conversión del espacio en la representación de su perfil psicológico. De forma que el diseño florido de una sábana que les regala Suzanne al comienzo de la película, que evoca una vegetación al mismo tiempo colorida y misteriosa, va esparciéndose por la habitación de la pareja, como una representación creativa y lograda de cómo la enfermedad de Suzanne se va apoderando lentamente de la forma de vida de los protagonistas. Alex acepta a su madre tal como es y por tanto adopta la enfermedad como una experiencia vital, un viaje compartido con su madre en una etapa diferente de sus vidas. 


Parte de la programación del Atlàntida Film Fest se puede ver en Filmin hasta el 26 de agosto. 


Apocalypse Now se puede ver en Prime Video y Filmin. 
El paciente inglés se puede ver en HBO España. 
Locos por las partículas se puede ver en Curiosity y Filmin. 
La batalla de Argel y Los tres días del Cóndor se pueden ver en Filmin. 


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