Los personajes atrapados son los protagonistas de esta crónica del Atlàntida Film Fest, destacando algunas de las películas que forman parte de su programación. Esta sensación de asfixia se produce a veces de forma física (encerrados por el confinamiento de una pandemia o por la investigación de un estados represor), pero también de forma interna (en los efectos de la droga, el sentimiento de culpa o la búsqueda de la espiritualidad).
EL GRAN HERMANO DE LA EUROPA COMUNISTA
En su cortometraje ganador del Oscar Mindenki (Sing) (Kristóf Déak, 2016), el debutante húngaro utilizaba un coro de niños en el que la maestra da instrucciones a los menos aptos para "enmudecer" durante su participación en un concurso nacional, guardando las apariencias en un acto de injusticia, para describir el autoritarismo de la etapa como Primer Ministro de Mátyás Rákosi, que se consideraba a sí mismo como un descendiente político de Stalin. El cortometraje planteaba una rebelión de los niños frente al autoritarismo de la directora del coro, que es sin embargo un autoritarismo justificado desde su propio razonamiento, lo que conecta su personaje con el de la cruel enfermera Ratched de Alguien voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975). A la espera del debut de Kristóf Déak en el largometraje con The grandson (Kristóf Déak, 2021), que se encuentra en postproducción, la programación del Atlàntida Film Fest incluye una película para televisión que también traslada una historia real sucedida en la etapa comunista.
Foglyok (Cautivos) (Kristóf Deák, 2019), producida para DUNA Televisión, se desarrolla en el año 1951 y toma como base la fuga del preso político Michnay Gyula del campo de trabajos forzados de Recsk, del que nadie había conseguido huir hasta la fecha. Aunque escapó con otros presos, Gyula fue el único que consiguió cruzar la frontera sin ser atrapado, y su huida puso de manifiesto la existencia de campos de exterminio en la Hungría comunista de Rákosi, una etapa que, como en el coro de niños de Sing, ofrecía una imagen al exterior diferente de la realidad. Pero Cautivos no es un thriller sobre la huída de una prisión, sino que se desarrolla exclusivamente en el interior de un piso al que acuden dos agentes de la policía secreta, convencidos de que la familia que lo habita esconde al fugado Michnay. Y conforme llegan invitados a la casa, son retenidos durante varios días por la policía antes de efectuar un interrogatorio. De esta forma, la película se plantea como una historia claustrofóbica cuya tensión va en aumento, mientras los retenidos tratan de encontrar una cierta normalidad en la situación.
Este grupo de cautivos sirve al director y a su guionista András Vörös para ofrecer un retrato cercano al absurdo del autoritarismo de la Hungría comunista, no solo reprimida por la policía secreta, sino poblada de informantes que escudriñan las vidas de sus vecinos tratando de encontrar un atisbo de rebeldía. Esta representación del absurdo en el interior de un espacio cerrado tiene algunas conexiones con El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962), en esa imposibilidad de abandonar el espacio, cada vez más estrecho y agobiante, conforme se acerca el momento de descubrir si la salida será hacia la libertad o hacia la prisión. Kristóf Déak construye un drama que circula principalmente a través de un cierto tono humorístico, resaltando la sinrazón de una situación casi surrealista, pero que a veces es roto por momentos de violencia protagonizados por los agentes de policía, que establece de nuevo el drama de la opresión. Hay un logrado equilibrio entre las situaciones disparatadas y la amenaza de un Estado opresor.
IDENTIDAD
El protagonista de Why not you? (Evi Romen, 2020) está "atrapado" en un pequeño pueblo del Tirol, en el que se siente sofocado por la imposibilidad de exponer públicamente sus sentimientos hacia su mejor amigo, Lentz (Noah Saavedra), mientras accede a favores sexuales en la carnicería donde trabaja. Su vocación es, sin embargo, la de ser bailarín, en cuyas sesiones de ensayo encuentra esa libertad que no puede expresar habitualmente, pero que también muestra en sus movimientos exagerados a un personaje que no encaja en su entorno. El título original de la película, Hochwald, es el nombre del pueblo en el que habita Mario (Thomas Prenn), y establece la delimitación de una vida que no encuentra escapatoria, pero también proviene del significado alemán como "bosque, monte", creando una conexión con la naturaleza como elemento principal. En cierta manera, se puede decir que este entorno que llega a ser claustrofóbico es otro de los principales protagonistas, una aldea que asfixia y al mismo tiempo establece el lugar que debe ocupar cada uno de sus habitantes. "Aquí solo hay perros encerrados", dice Claudia (Claudia Kottal), que no sabe si está embarazada de Lentz o de Mario. Lentz proviene de una familia de viticultores, lo que le permite tener una libertad a la que Mario no tiene acceso.
La única forma de encontrarla es salir de ese entorno sofocante, por lo que Mario decide ir a visitar a Lentz a Roma, la ciudad en la que estudia. Pero allí un ataque terrorista en un club gay cambia completamente la vida de Mario, su perspectiva y su forma de expresarse. En cierta manera, el título español, Contra el odio, hace referencia a esta segunda parte de la película, en la que la directora debutante Evi Romen aborda otra forma de asfixia vital, la que está provocada por los extremismos religiosos. Mario muestra su rebeldía, y también de alguna manera su propio dolor, uniéndose a Zucco (Helmuth Häusler), que practica la religión musulmana junto a un grupo de jóvenes y su imán. En ellos descubre un sentimiento de comunidad y de solidaridad, pero también una cierta ambigüedad sexual (el momento en el que se refleja un cuerpo desnudo masculino en el espejo), que de alguna manera funciona de la misma forma que ese entorno del Tirol del que Mario había huido.
La directora utiliza algunos recursos interesantes para expresar la personalidad de Mario, como una peluca que permite al personaje transfigurarse y en cierto modo esconderse en una representación de su lado más bufo, pero que provoca diferentes reacciones dependiendo del contexto en el que la utiliza. Esta rebeldía de Mario resulta a veces incómoda y en otras incluso incomprensible, pero establece la sensación de que sigue atrapado, ya esté en Hochwald o en Roma. Y su aceptación de la comunidad musulmana es también una forma de esconderse, de convertirse en el otro para liberarse, de deshacer el nudo de la religión cristiana para adoptar una figura más cercana al atacante, como en una aceptación de su propio sentimiento de culpa por haber sobrevivido a la masacre. Las imágenes del bosque que rodea a Hochwald son constantes, como paréntesis pero también como expresión de una libertad que, quizás, consiga finalmente Mario.
GENERACIÓN
La religión también es la protagonista de Eden (Ulla Heikkilä, 2020), en la que la directora explora una tradición que aún permanece de forma arraigada en Finlandia: los campamentos de verano pre-confirmación, una reunión de jóvenes quinceañeros durante dos semanas que sirve como preparación para el acto de confirmación religiosa. En la película, este campamento se desarrolla en una isla, que es un espacio de naturaleza y libertad, pero al mismo tiempo es un lugar sin escapatoria, en el que algunos de los jóvenes sienten el peso de la obligación familiar. La religión luterana llega a casi el 75% de la población en Finlandia, mientras que el catolicismo se encuentra de una forma residual, solo en el 0,2% de la sociedad finlandesa. La directora debutante, Ulla Heikkilä está especialmente interesada en la representación teatralizada de la religión, rodeada de un cierto dramatismo que en cierta manera se corresponde también con el dramatismo con el que viven sus sentimientos los adolescentes.
De esta forma, Eden se establece como una especie de coming-of-age que aborda el momento del crecimiento, tanto espiritual como emocional, en algunos de los protagonistas. Pero la directora huye de la representación de la religión en su vertiente más extremista o tradicional, e incluso establece una conexión con el lado más conservador a través de la juventud, en una de las monitoras voluntarias, lo que refleja una cierta tendencia hacia pensamientos más reaccionarios. Por el contrario, el pastor religioso representa una mirada mucho más abierta, más adaptada a las necesidades de los jóvenes y más acorde con la sociedad actual. Esta confrontación entre una visión más liberal y otra más conservadora se produce en el seno de una iglesia luterana que acepta el liderazgo pastoral de la mujer y que incluso propone una clase sobre relaciones sexuales.
Aunque la película posiblemente no termina de profundizar en algunos de los planteamientos que realiza, quedándose en un término medio entre la crónica del crecimiento adolescente y el abrazo de la fe, encuentra algunos momentos interesantes en esta perspectiva dual entre alcanzar el éxtasis a través del sufrimiento o encontrar la espiritualidad en las cosas cotidianas y el interior de las personas. Es el encuentro con la belleza de la naturaleza lo que conecta con un sentimiento místico, mientras que el miedo o el castigo se convierten en reflejos de un planteamiento religioso equivocado, de una tergiversación de las escrituras. La película por tanto se muestra como una visión profundamente religiosa, pero al mismo tiempo como una reflexión sobre la coexistencia de las religiones con una sociedad cada vez más aconfesional. Porque se trata de una mirada transmitida desde un punto de vista separado de la fe, lo que se refleja en una escena en el que un cambio determinado es interpretado por el grupo de jóvenes como un milagro, pero es un milagro solo desde su propia perspectiva.
Hace unos años se habló mucho de la denominada "droga caníbal", una sustancia que aparentemente provocaba episodios de histeria y psicosis. El primer caso detectado fue en 2012 en Miami, donde un joven mordió el rostro de un mendigo, en un ataque de violencia que provocó que fuera abatido por disparos de la policía. La autopsia detectó que había consumido una nueva droga de diseño que contenía MDPV (metilendioxipirovalerona), que tiene efectos estimulantes diez veces mayores que la cocaína y que provoca ataques de pánico y alucinaciones. Las redes sociales difundieron los efectos de esta sustancia, denominándola "droga caníbal", lo que provocó que se produjeran más casos en todo el mundo, aunque la agresividad que se producía no provenía directamente de la droga, sino de sus efectos de desinhibición. Organismos como el Narcotics Control Board han llegado a la conclusión de que detrás del 46% de los episodios de violencia grave asociados al consumo de estupefacientes se encuentran antecedentes de problemas mentales.
En 2014 se produjo en varios países del Este de Europa, como Ucrania o Rusia, un brote de agresiones violentas provocadas por una nueva droga sintética denominada Spice, una sustancia parecida al cannabis que se fuma en pipa y que provocó la muerte de 25 personas y más de 700 heridos en diversos casos de violencia. En julio de 2014, en la localidad bielorrusa de Gomel, no muy lejos de la frontera con Ucrania, tres amigos fumaron Spice, lo que les provocó un estado de histeria que acabó con un grave episodio de violencia. El más joven amaneció con los ojos arrancados y la cara desfigurada, y sus dos amigos fueron condenados a 11 y 15 años en una prisión de máxima seguridad. Precisamente a partir de 2015 el gobierno de Alexander Lukashenko aprobó el decreto nº 6 "Sobre medidas de emergencia para combatir el tráfico ilegal de drogas", una polémica norma que aumentaba las penas por posesión y venta, disminuía la edad mínima para poder ser encarcelado e iniciaba una lucha antidrogas que en realidad ha acabado metiendo en la cárcel a numerosos jóvenes que solo eran consumidores.
En este caso de violencia extrema se basa la película Spice boyz (Vladimir Zinkevich, 2020), aunque el director construyó toda una historia alrededor que la ha convertido en una especie de slasher. Se ha añadido una trama sobre una despedida de soltero, incorporando más personajes a la reunión (en la historia real solo eran los tres amigos) y convirtiendo a dos de los protagonistas en violentos asesinos que masacran tanto al repartidor de pizza como a los agentes de la policía que acuden a la llamada de los vecinos. Se puede decir que el director raspa la superficie de la historia original apartando una posible profundidad psicológica para construir una película de terror más o menos sangrienta. Lo más interesante es la introducción de una cierta idiosincrasia bielorrusa, que se debate entre la superstición pagana y la ortodoxia, construyendo relatos de fantasía tradicional. La película refleja esta conexión cuando un conductor de taxi se niega a continuar su camino porque se le ha cruzado un gato negro, en una escena que puede parecer una simple broma, pero que muestra con inusitada claridad este sentimiento profundamente contradictorio entre la superchería y la realidad.
Se puede calificar a esta representación de los "peligros de las drogas" como demasiado conservadora, pero también refleja una sociedad heteropatriarcal, en la que las mujeres están limitadas a una imagen principalmente sexual. En cierto modo se puede decir que el personaje de Chistyy (Alexandr Golovin), que soporta buena parte de la acción, es el que representa a esta sociedad mentalmente retrógrada (en una escena, se niega a darle la mano a un amigo de su hermano por considerarlo homosexual). Pero algunos destellos tratan de ofrecer una perspectiva menos tradicional, como el papel que juegan algunos personajes femeninos en la última parte de la película. En este sentido, si visionamos Spice boyz desde el punto de vista de la imagen de una sociedad que está enferma, podemos encontrar aspectos más interesantes que en su simple condición de slasher anfetamínico.
Estrenada el pasado mes de octubre en la plataforma VIX, La treintena (Mireia Noguera, 2020) está protagonizada por cuatro amigas que abordan la treintalescencia con las dudas y las inseguridades habituales, pero en el contexto del confinamiento provocado por el coronavirus, lo que provoca que sus interacciones y sus encuentros sean siempre a través de una pantalla de ordenador o de móvil. VIX es una plataforma digital de contenido audiovisual gratuito pero cuyo catálogo está principalmente formado por series y películas de escasa difusión. La serie de seis episodios de unos 15 minutos cada uno, ha sido creada por Marta Vives, una de las actrices protagonistas, junto a la directora Mireina Nogueras, que ha dirigido cortometrajes como Centrifugado (2017) y Nunca te dejé sola (2019).
La treintena tiene como virtud el hecho de que utiliza el confinamiento como contexto, pero nunca como un elemento fundamental en las conversaciones de las protagonistas, aunque en algún caso hay consecuencias en la vida laboral de alguna de ellas. Pero esta intencionalidad de no establecer una narración que esté directamente relacionada con la pandemia hace que la historia sea más atemporal y más fresca, menos encorsetada en su planteamiento que otras propuestas pandémicas como Besos al aire (Disney+, 2021). La propuesta pasa por ser una comedia algo pija en la que los personajes de Sonia (Paula Malia), Camila (Marta Vives), Susana (Mireia Oriol) y Patri (Marta Castellote) afrontan una especie de catarsis existencialista a sus treinta años, marcada por ese estado de aislamiento que provoca el confinamiento, y que de alguna manera intensifica ese sentimiento de inseguridad. Las figuras masculinas solo están representadas por Dani (David Solans) y Charlie (Oriol Vila), los novios de dos de estas amigas, pero su función no es liberadora, sino todo lo contrario.
Los diálogos entre las protagonistas están bien escritos, reflejando sentimientos femeninos realistas y cercanos, aunque este retrato de personajes con una cierta estabilidad económica limita las posibilidades de identificación con el espectador. La treintena representa, posiblemente no de una forma consciente, esa sensación de extrañeza que se producía en los primeros meses del confinamiento cuando los personajes famosos trataban de transmitir una imagen de cotidianidad hogareña, pero que en realidad trasladaban una cierta sensación de irrealidad a través del pijerío que les rodeaba en sus grandes casas y sus jardines cuidados. Cada episodio introduce algunas invitadas especiales, desde Silvia Abril hasta Samanta Villar o La Terremoto de Alcorcón, pasando por José Corbacho, que sirven como introducción, pero que no aportan nada especialmente destacado a la narración.
Parte de la programación del Atlàntida Film Fest se puede ver en Filmin hasta el 26 de agosto.
El ángel exterminador se puede ver en Movistar+ y FlixOlé.
Besos al aire se puede ver en Disney+.
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