El mes de octubre es tradicionalmente el que acoge el mayor interés por el género de terror, abrazando las tradiciones del recuerdo a los difuntos. Ya sea la celebración cristiana del Día de Todos los Santos, que conmemora la superación del Purgatorio por los difuntos; los rituales enraizados en las creencias aztecas que mantuvieron el Día de los Muertos a pesar del intento de los colonizadores españoles por eliminarlo; el sincretismo de la conmemoración del fin del verano que dio lugar a las celebraciones de Halloween en los países anglosajones; o la tradición de la noche de las brujas en países escandinavos como Noruega, contempladas por el fantasma del perro Malcanisen que vaga por la fortaleza Akershus, en Oslo. Es también una buena ocasión para empaparse de cine de terror, con numerosos estrenos de películas que, en su mayor parte, son producciones de serie B de escaso interés. Pero también es una buena ocasión para elaborar una lista de las mejores películas de terror que hemos visto este año, algunas de ellas de próximo estreno y otras ya disponibles en plataformas.
EL TERROR ESTÁ EN EL INTERIOR
Relic (Natalie Erika james, 2020) Presente en la Sección Oficial del Festival de Sitges, donde ganó una Mención Especial a la Mejor Dirección, se trata de una ampliación de la historia que contó la directora en su cortometraje Creswick (Natalie Erika James, 2017), un espléndido ejemplo de terror atmosférico, y que aquí se convierte en un relato más complejo que tiene a tres generaciones de mujeres como protagonistas. Hay una evidente lectura femenina en torno a la interpretación del horror que se mueve en el interior, a través de un ambientación que resulta lúgubre y amenazadora, y que propone una interesante reflexión sobre el paso del tiempo, la vejez y el olvido. El camino es minimalista, quizás demasiado, pero genera una sensación de claustrofobia que produce escalofríos. Es un viaje hacia la demencia entre paredes que asfixian a los personajes. Pero el terror auténtico comienza cuando acaba la historia.
Possessor (Brandon Cronenberg, 2020)
La gran triunfadora del Festival de Sitges, ganadora de los premios como Mejor Película y Mejor Dirección. Una historia en torno a una corporación criminal que utiliza la implantación mental para cometer asesinatos con objetivos concretos. La voluntad del "poseído" se debilita, mientras el posesor controla su voluntad. Es una interesante premisa que nos hace pensar en Scanners (David Cronenberg, 1981), pero que sigue su propio camino. El joven director consigue crear una atmósfera de thriller futurista que resulta atractiva y que produce desasosiego. Y ofrece una historia compleja en la que el espectador no sabe en ciertos momentos quién es el posesor y quien el poseído, creando una reflexión muy lúcida sobre una sociedad que nos controla. Se ha hablado mucho de la violencia explícita de algunas escenas, pero ésta no es más que el reflejo del mal funcionamiento del sistema, que convierte asesinatos que deberían ser limpios en auténticos baños de sangre.
Come true (Anthony Scott Burns, 2020) Esta película nos introduce en el mundo de los sueños y en la representación amenazadora de las pesadillas, a través de una joven que se somete voluntariamente a un estudio del sueño. Es una propuesta muy personal, y por lo tanto muy libre, en la que el director ejerce como guionista, director de fotografía y compositor. La representación fantasmagórica de la película es espléndida y consigue crear una atmósfera desasosegante, una de esas incursiones en el género que no necesita de artificiales momentos de impacto para que nos sintamos incómodos. Y de alguna manera también el director sabe fusionar la realidad de tonos azulados con ese otro mundo interno de tonalidades grisáceas. Es cierto que el tercer acto puede ser discutible, y la inclusión de determinadas escenas románticas parece algo tópica, pero también es verdad que este embellecimiento del amor es coherente con el final que se nos propone. Come true nos deja en la memoria la representación más absorbente del mundo de los sueños que hemos visto en mucho tiempo.
Casa ajena (His house) (Remi Weekes, 2020)
Fue una de las sorpresas del Festival de Sundance, astutamente adquirida por Netflix para su distribución. Porque se trata de una película que tiene tantas lecturas que es rica en contenido, pero también contundente en su forma. Protagonizada por dos refugiados de Sudán que llegan a Inglaterra, la historia parece llevarnos por el camino de la difícil integración en otro país (él quiere formar parte de esa nueva sociedad cuanto antes, ella siente recelos), pero da un giro inesperado para acabar tratando temas más universales, como la supervivencia, el dolor y el remordimiento. Aquí los fantasmas no habitan la casa, sino el interior de las personas. Son fantasmas que nos acompañan, que forman parte de nosotros mismos. Aunque en las escenas de terror se utilizan los resortes clásicos del género, hay una puesta en escena sorprendente, un inteligente uso del color y los elementos visuales africanos. Es, sin duda, uno de los debuts más sorprendentes y una de las más complejas películas de terror del año.
METÁFORAS DEL MIEDO
L'angle mort (Blind spot) (Patrick-Mario Bernard, Pierre Trividic, 2019) Estamos ante una visión nada romántica del poder de la invisibilidad. En realidad, la propuesta de los directores no es solo una historia de corte fantástico, sino que utiliza ese poder de invisibilidad para hablar sobre las relaciones humanas. El protagonista, que no encuentra especial interés en su privilegio, es en realidad un hombre que tiene miedo al compromiso, que prefiere mantenerse en una apática vida en vez de dar un paso adelante. Se trata por tanto de una historia sobre la negación de la madurez en la que los elementos fantásticos acaban construyendo un drama más realista de lo que pudiera parecer en un principio. L'angle mort, seleccionada en ACID Cannes y que pudimos ver también en Atlàntida Film Fest, se nos presenta como una mirada realista que consigue esconder su auténtico enfoque humano en los resortes del género de ciencia-ficción.
Sea fever (Neasa Hardiman, 2019) Otra película que utiliza el formato fantástico, en este caso a través de un monstruo marino, para adentrarse en realidad en la esencia de las relaciones humanas es esta producción irlandesa. En realidad, la presencia de esta extraña forma de vida que hace encallar a un barco pesquero, sirve a la directora y guionista para elaborar una interesante reflexión sobre el comportamiento del ser humano frente a lo desconocido. No es tan importante la representación de la amenaza, sino cómo la indefensión ante algo que aparentemente no puede ser explicado provoca fricciones y desorientación en un depredador como el hombre. Por eso cuando menos funciona esta película es cuando se da forma a esta amenaza, porque resulta más escalofriante cuando no se tiene una certeza clara de lo que se trata. En este sentido, la historia funciona como una especie de La cosa (John Carpenter, 1982) en alta mar, pero consigue elaborar un lenguaje propio que consigue ser aterrador ante el peligro invisible.
Méandre (Mathieu Turi, 2020) Presentada en la Sección Panorama Fantàstic de Sitges 2020, estamos ante un "survival" en el que la protagonista está metida en una especie de laberinto tubular lleno de trampas. El primer acto tiene conexiones evidentes con Cube (Vincenzo Natali, 1997), dosifica bien el suspense y hay un trabajo notable de la actriz Gaia Weiss. Pero, a partir del segundo acto, se introducen elementos extraños que sitúan la historia más cerca del universo de H.P. Lovecraft. Si la primera parte es más física, la segunda es más psicológica. Si la película comienza como un "survival" en el que el misterio parece no aclararse del todo, poco a poco se va decantando hacia una mirada mucho más existencialista. Y es este cambio de enfoque lo que la aleja de otros títulos que tradicionalmente se mantienen en un solo camino. Una propuesta arriesgada, que quizás no encuentre el beneplácito de muchos espectadores, pero que la sitúa en un plano elevado respecto a la construcción narrativa de un relato fantástico.
LAS ALMAS ATRAPADAS EN EL OLVIDO
La llorona (Jayro Bustamante, 2019) El cine latinoamericano nos ha ofrecido en los últimos meses propuestas interesantes que conectan el género de terror con los abusos hacia los pueblos indígenas. Esta película se construye en torno al brazo represor de la dictadura y la masacre de poblaciones nativas. Casi toda la historia se desarrolla, sin embargo, dentro de una casa en la que el General causante del exterminio comienza a sentirse amenazado por el espíritu de esta mujer sollozante que habita sus pesadillas. Es muy interesante el uso que hace el joven director guatemalteco de las voces susurrantes que están casi siempre presentes, desde ese comienzo que produce cierta sensación de desasosiego, hasta las protestas de los manifestantes que atraviesan las paredes de la casa en una vocalización constante de la denuncia social. Es una representación espléndida de los que se dejan oír para que no se olvide. Quizás le hubiera hecho falta abrazar más claramente el género de terror, presente solo en momentos puntuales y en un tercer acto escalofriante.
Los que vuelven (Laura Casabe, 2019) Ganadora del Premio a la Mejor Dirección en la Sección Nuevas Visiones del Festival de Sitges, también introduce elementos de terror en una historia sobre el trato de los terratenientes a los indígenas en el Lago Iguazú, a principios de siglo XX. Los que vuelven tiene la virtud de moverse entre diferentes géneros y tratar temas complejos que están bien definidos, como la maternidad, pero sobre todo el desprecio hacia las poblaciones indígenas. Los elementos de género de terror, los introduce este renacer de los muertos vivientes, pero más cerca de la zombificación latinoamericana que muestra a un renacido que se encuentra perdido en este mundo (no estamos ante los zombis sedientos de sangre). Es discutible la utilización de elementos sonoros y musicales electrónicos, porque distorsionan en cierto sentido el carácter clásico de la propuesta, y no están especialmente justificados. Pero el conjunto es un acercamiento a la colonización desde la mirada del terror, una visión original y profunda en torno a la memoria de los pueblos oprimidos.
HISTORIAS PARA NO DORMIR
The mortuary collection (Ryan Spindell, 2019) Uno de los subgéneros más recurrentes es el de las antologías, que aglutina diferentes relatos de terror, aunque ciertamente suelen tener resultados dispares. Uno de los más interesantes que hemos visto este año es esta recopilación de cuatro historias que tienen como nexo en común una conversación entre un sepulturero y una joven posible ayudante. Tomando como base su cortometraje The babysitter murders (Ryan Spindell, 2015), que de hecho se introduce como uno de los relatos, el director construye una interesante mezcla entre el terror gótico y el slasher, elaborando una serie de historias que tienen interés, son adecuadamente escabrosas y mantienen una coherencia estilística y narrativa. Es quizás la ventaja de que sea un solo director el responsable de todas ellas, lo que ofrece una ambientación similar y muy cuidada. Especialmente destacable es la interpretación de Clancy Brown como el narrador, que consigue una presencia muy cercana a la característica figura de Creepshow (George A. Romeo, 1982).
Scare me (Josh Ruben, 2020) También está formada por distintos cuentos terroríficos esta comedia que homenajea a los grandes referentes cinematográficos del género. Lo particular es que solo iene como protagonistas a dos actores, el propio director y guionista, Josh Ruben, y la espléndida Aya Cash, con otros dos personajes secundarios. En este caso, los relatos están contados por los protagonistas, en una suerte de reunión de cuentacuentos que podría parecer osada para elaborar una película, pero que funciona muy bien sobre todo en la primera hora (la película se excede en duración). Funciona igual de bien como comedia que como homenaje al género, y encuentra en los actores sus principales refuerzos para conseguir una propuesta arriesgada, pero dinámica y entretenida, aunque con algunos desequilibrios. En este sentido, hay que alabar también su incontestable tributo a la literatura de terror como fuente ineludible del género cinematográfico. No confundir con la infame producción del mismo título Scare me (Conrad Glover, Mark Stephens, 2020).
Extra ordinary (Mike Ahern, Enda Loughman, 2019) También en el género de la comedia de horror se encuentra esta producción irlandesa que ganó el Premio del Público en Sitges 2019. Asumiendo desde el principio la convivencia de los personajes principales con las formas fantasmales, los directores crean una divertida propuesta bien equilibrada entre el humor negro y los toques absurdos. Es una película muy disfrutable, sobre todo por la construcción de personajes que en algunos momentos recuerdan al tipo de humor de Lo que hacemos en las sombras (Jemaine Clement, Taika Waititi, 2014). A lo largo de esta historia sobre una cazafantasmas que huye de sus poderes extrasensoriales debido a un trauma infantil, hay algunos baches narrativos, pero también algunas de las escenas de comedia más brillantes que hemos visto recientemente. La película se va desarrollando hacia un crescendo final que, aunque flaquea en los efectos visuales, gana en ingenio.
LOS MUERTOS NOS VISITAN
La primera película de terror rodada en el contexto de la pandemia del coronavirus, utilizando la aplicación Zoom. Se trata de una película de sustos, con una reunión por videoconferencia de un grupo de amigas para realizar una sesión de espiritismo que, por supuesto, no terminará bien, añadiendo la circunstancia de que cada una de ellas está sola en casa. La propuesta nació tras una broma que el director hizo a un grupo de amigos durante el confinamiento, y finalmente fue adoptada por Shudder, la plataforma de cine fantástico. Y aunque aparentemente su objetivo principal es el de crear un crescendo de tensión, en una especie de vuelta de tuerca a películas como Paranormal activity (Oren Peli, 2007), está realizada con mucho talento. Pero no se trata de una propuesta tan superficial como pudiera parecer, sino que ese contexto de pandemia le da también una lectura sutil sobre las amenazas que nos acechan, y para las que ni siquiera nuestros propios hogares son espacios de seguridad.
The queen of the black magic (Kimo Stamboel, 2019)
La virtud de esta película, que ganó el Premio del Público en la Sección Midnight X-Treme de Sitges 2020, es su formato clásico. El guión está escrito por Joko Anwar, uno de los nombres fundamentales del cine de terror indonesio, y está basado en un clásico del slasher, La reina de la magia negra (Liliek Sudjio, 1981), introduciendo cambios importantes sobre la historia original. De hecho, hay un homenaje a este filme con fotografías en los títulos de crédito finales. Estamos ante una excelente muestra de terror que ofrece un crescendo continuo hasta que prácticamente la última mitad nos introduce en una pesadilla sangrienta que nos deja sin espacio para respirar. Es un trabajo exquisito del director, que sabe ir creando tensión hasta que la explosión de venganza se convierte en una fiesta sangrienta. Estamos ante una historia que se conecta con el pasado, con hechos moralmente inaceptables que provocan la ira de los demonios internos.
Murder death Koreatown (Anónimo, 2020)
Sin duda alguna ésta es una de las propuestas más curiosas del año, que tiene algo de ejercicio parecido a El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myric, Eduardo Sánchez, 1999). Difundida a través de internet sin créditos de director ni equipo técnico o artístico, se trata de un "found footage" film en el que un ciudadano comienza a investigar un asesinato ocurrido en la vida real en el barrio coreano de Los Angeles. Puede ser éticamente discutible tomar este hecho trágico como punto de partida de un documental fake, pero el efecto conseguido es sorprendente. Sin embargo, lo más interesante de esta propuesta singular, con aspecto amateur, es cómo va cambiando el enfoque desde la investigación hacia la propia personalidad de quien dirige. Y entonces se construye una interesante reflexión sobre las teorías conspiranoides, la autosugestión y, sobre todo, la apatía del fracaso.
Relic se estrena en cines el 6 de noviembre.
La llorona se estrena en cines el 13 de noviembre.
Sea fever (Contagio en alta mar) se estrena en cines el 27 de noviembre.
Murder death Koreatown se puede ver en el Festival de Cine de Terror de Molins (Filmin) hasta el 22 de noviembre.
Casa ajena (His house) se puede ver en Netflix.
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