Nacido en el año 2003, el Festival de Cortometrajes Curtocircuíto, que se celebra cada año en Santiago de Compostela, opta en esta edición de 2020 por el formato híbrido, ofreciendo parte de su programación a través de la plataforma Filmin hasta el 11 de octubre. Desde hace años, el festival ha dado un paso adelante para reconvertirse desde una propuesta dedicada exclusivamente a los cortometrajes hasta un encuentro multidisciplinar en el que tienen cabida la música, la literatura, la fotografía, el arte sonoro o la etnografía. Un conjunto de manifestaciones creativas que se fusionan en una programación amplia. Nuestra atención sin embargo se centra principalmente en la selección de cortometrajes, que es una muestra muy interesante de algunas de las mejores películas que han pasado por los festivales celebrados en los últimos meses. La programación de Curtocircuito se estructura en base a dos Secciones internacionales competitivas, Radar, una selección de las obras más premiadas recientemente, y Explora, que se acerca a propuestas innovadoras y experimentales, o a aquellas que de alguna manera se encuentran a mitad de camino en la construcción de su lenguaje narrativo. También a competición, la Sección Planeta GZ ofrece algunos trabajos interesantes producidos en Galicia, y Penínsulas incluye los cortometrajes españoles más destacados del año.
Curtocircuito dedica un ciclo al actor y director Dennis Hopper, con el estreno de la versión restaurada en 4K de la película Caído del cielo (Dennis Hopper, 1980), que solo se puede ver en el formato presencial, aunque en Filmin se pueden recuperar otros trabajos como Easy Rider (Dennis Hopper, 1969), The last movie (Dennis Hopper, 1971) y el documental The American dreamer (L.M. Kit Carson, Lawrence Schiller, 1971) sobre su proceso de postproducción, así como El viaje (Roger Corman, 1967) y Straight to hell returns (Alex Cox, 2010), una especie de Director's Cut de Derecho al infierno (Alex Cox, 1987) en el que su director introdujo efectos digitales que no había podido usar en su momento y volvió a editar parte de la película.
Sección Radar: Nuevos lenguajes, viejas narrativas
Algunos nombres veteranos en la producción cinematográfica están presentes en esta Sección. Podemos ver, por ejemplo, el último trabajo del canadiense Guy Maddin y sus habituales colaboradores, los hermanos Johnson, que crean en Stump the guesser (Guy Maddin, Evan Johnson, Galen Johnson, 2020) una de esas imaginativas propuestas que están realizadas con maestría. Presentada en el pasado Festival de Berlín, se desarrolla en una feria en la que un adivino descubre que tiene una hermana de la que se enamora, e intentará desmontar la transmisión hereditaria para poder casarse con ella. El escenario de feria decimonónica es un espacio perfecto para la creación de esos universos imaginarios de Maddin & Johnson. Y la utilización del formato clásico de cine mudo les sirve para introducir elementos más modernos, y también provocativos temas como el incesto. Llena de humor, la película construye un creativo Grand Guiñol que demuestra el talento de la veteranía.
Stump the guesser (Guy Maddin, Evan Johnson, Galen Johnson, 2020) |
También en Berlín 2020 se estrenó Playback: Ensayo de una despedida (Agustina Comedi, 2019), que luego hemos podido ver en la Mostra Internacional de Films de Dones y en Sheffield Doc Fest. Utiliza grabaciones en VHS realizadas por La Delpi, travesti argentina que formó un grupo de artistas drag-queen, cuyos componentes fueron muriendo a causa del SIDA en la Argentina de la dictadura. Al mismo tiempo, la directora rueda imágenes que se adaptan perfectamente a la tonalidad vintage del VHS, componiendo una especie de collage entre el pasado y el presente. Es un trabajo formal espléndido, que abunda en temas importantes: "En cada playback les robábamos a las divas un poco de la eternidad que el mundo nos robaba", dice La Delpi. Una obra de reconstrucción del pasado para evitar el olvido.
Otro de los directores reconocidos que encontramos en la programación es Mark Rappaport, realizador de cortometrajes desde la década de los setenta, cuya filmografía ha estado siempre muy interesada en el propio mundo del cine. Es el caso de sus documentales Rock Hudson's Home movies (1992) o From the journals of Jean Seberg (1995) o más recientemente el espléndido ensayo The empty screen or the metaphysics of movies (2017), en el que reflexiona sobre la pantalla en blanco y el lenguaje de las emociones. Mark Rappaport utiliza el cine para hablar del cine, como en L'année dernière à Dachau (2020), que parafrasea el título de El último año en Marienbad (Alain Resnais, 1961) para ofrecernos de nuevo una reflexión en torno a las imágenes cinematográficas, confrontando escenas de esta película con otras de Senderos de gloria (Stanley Kubrick, 1957), ambas rodadas en el mismo palacio, cerca de Munich. Pero también deja constancia de la contradictoria cercanía de este majestuoso castillo con el campo de concentración de Dachau. Y entonces introduce reflexiones sobre la manipulación de la representación de los campos de exterminio en las películas. Es la parte más interesante de un documental/ensayo que resulta sin embargo algo desordenado en su variedad temática.
L'année dernière à Dachau (Mark Rappaport, 2020) |
El director bielorruso Sergei Loznitsa continúa su exploración del material de archivo que ya ha utilizado en numerosas ocasiones para largometrajes como El último Imperio (2015), Austerlitz (2016) o más recientemente State funeral (2019), que se pudo ver en la última edición de Atlàntida Film Fest. Este año presenta el cortometraje Une nuit à l'Opéra (2020), un encargo de la plataforma de la Ópera de París 3e Scène que ofrece creaciones vanguardistas relacionadas con la ópera o la danza realizadas por directores consagrados. En este caso, la película colectiva Celles qui chantet (2020) está formada por cuatro cortometrajes: Une nuit à l'Opéra (Sergei Loznitsa), Les divas du Taguerabt (Karim Moussaoui), Violetta (Julie Deliquet) y Hidden (Jafar Panahi), que se pueden visionar en este plataforma de forma gratuita.
En su último documental de archivo, Sergei Loznitsa nos acerca al protocolo de la llegada al Palais Garnier de París de las grandes personalidades invitadas, desde Charles Chaplin hasta Greta Garbo, pasando por Charles DeGaulle. Son imágenes de los años 50 y 60 que muestran el lujo mientras que, separados a distancia, los ciudadanos disfrutan simplemente del espectáculo de ver a figuras populares. Como es habitual, el director superpone sonidos que no pertenecen a las imágenes, pero acoplándolos para ofrecer un conjunto compacto. El resultado es un ejercicio de evocación del pasado que tiene también una lectura social (esa distancia entre el lujo y la calle), y que al final acaba robando la figura imponente de Maria Callas.
Dos de los cortometrajes presentados en esta Sección han pasado este año por los festivales de Cannes y San Sebastián. Por un lado, Dustin (Naïla Guiguet, 2020), una espléndida descripción de una noche de fiesta, con su locura inicial y su bajón final. Es, también, un acercamiento sin dramatismos a un grupo de jóvenes transexuales que desbordan su juventud. La directora, que es también DJ, conoce sin duda este mundo de música y desfase, pero construye una historia que habla de libertad, de identidad y de aceptación, que resulta una visión diferente porque no es trágica. Por otro lado, I am afraid to forget your face (Sameh Alaa, 2020), primer cortometraje egipcio que ha sido seleccionado en el Festival de Cannes. Es una hermosa historia sobre una despedida emocional, que tiene también que ver con la identidad, con la necesidad de fingir lo que no somos para poder ser aceptados. El director egipcio, afincado en Bélgica, encuadra en formato 4:3 la historia, atrapando a su personaje principal en esa pantalla pequeña que representa una sociedad cerrada, donde hay una sensación de peligro constante, aunque éste no se manifieste físicamente.
I am afraid to forget your face (Sameh Alaa, 2020) |
Nos provoca una cierta sensación de irrealidad el cortometraje Sun dog (Dorian Jespers, 2019), interesante trabajo premiado en Rotterdam 2020 y Dokufest 2020. Rodado en el Ártico ruso, el protagonista es un cerrajero que trata de encontrar un camino, en medio de un largo día sin sol, cubierto de una niebla espesa, para dejar atrás esa realidad que parece irreal. Su búsqueda de una cierta quimera, de un fantasma que parece estar solo en la imaginación, provoca una sensación etérea, y parece sacado de un sueño elaborado por Alexander Sokurov. También hay algo de ensoñación en A chuva acalanta a dor (Leonardo Mouramateus, 2020), adaptación de un cuento escrito por Marcel Schwob, sobre un joven que no consigue encontrar el equilibrio entre sus emociones y su intelecto. Leonardo Mouramateus es un joven director brasileño que debutó en el largometraje con la interesante Antonio uno, dos, tres (Leonardo Mouramateus, 2017), que adaptaba a Dostoyevski. Pero sus historias están construidas sobre todo como cuentos, rodadas con una estética muy hermosa, con una utilización de los colores absolutamente expresiva, que las hacen atractivas desde un punto de vista formal y narrativo.
Quizás una de las propuestas más divertidas del año es In the air tonight (Andrew Norman Wilson, 2020), que el director estadounidense escribió y editó durante el confinamiento por el coronavirus. Basándose en una leyenda urbana sobre Phil Collins y el origen de la mítica canción que da título al cortometraje, la voz en off va narrando una historia disparatada que tiene como protagonista al cantante inglés, y que contiene numerosos elementos que conforman un guión lleno de sentido del humor absurdo. Pero esto no quiere decir que el cortometraje no contenga reflexiones interesantes sobre, por ejemplo, la creación de los mitos. También utilizan el humor los responsables de How to disappear (Robin Klengel, Leonhard Müllner, Michael Sumpf, 2019), que logró una Mención Especial en Vienna Shorts 2020. Utilizando imágenes del videojuego "Battlefield", los directores reflexionan sobre la figura del desertor. ¿Se puede ser pacifista en un videojuego bélico? La respuesta es obvia, porque los programadores no han tenido en cuenta esta circunstancia. Es el reflejo de una sociedad que busca la paz preparándose para la guerra, una lectura perspicaz de cómo creamos nuestros esquemas de ocio.
How to disappear (Robin Klengel, Leonhard Müllner, Michael Sumpf, 2019) |
Tan absurdo como lo que nos plantea Bugs and beasts before the law (Sharlene Bamboat, Alexis Mitchell, 2019), un trabajo con cierto tono experimental que fue creado para una instalación artística para el Centro de Arte Contemporáneo Mercer Union, en Toronto. Presentada por primera vez en noviembre de 2019, la instalación audiovisual se ha reconvertido en un cortometraje que explora la historia de los ensayos con animales que tuvieron lugar en la Europa medieval y moderna. Las investigaciones del historiador E.P. Evans sostienen que se celebraron juicios contra animales con las mismas normas que para los humanos, y así encontramos cerdos condenados a la horca, pájaros procesados por ser demasiado ruidosos, gallos quemados en la hoguera... El libro de E.P. Evans describe más de doscientos casos de juicios contra animales, mientras que el cortometraje se centra en cinco de ellos. Los directores, sin embargo, no muestran seres humanos, casi ni siquiera animales. Es la naturaleza y las estructuras construidas, las que conforman sus imágenes. Objetos inanimados para describir una sociedad vacía.
La experimentación también está presente en Testfilm #1 (Gideon Kiers, David Kiers, Lucas van der Velden, 2020), una reflexión sobre el Digital Packet System, más conocido como DCP, la proyección digital de las películas. Mientras que en el sistema tradicional la intervención humana aún tiene cabida, el DCP parece excluir esta intervención. Asistimos al intento de hackeo de un sistema digital por parte de los creadores de Telcosystems, un grupo de trabajo que intenta encontrar respuestas a las nuevas vías de comunicación. Esta exclusión de la intervención humana marca un hito que construye un camino peligroso. En Waste no.6: How great (Jan Ijäs, 2019), el director finlandés también advierte de la deshumanización a través de las nuevas tecnologías, con centros de desintoxicación de adicciones en Corea del Sur, o con basura contaminante en países africanos como Ghana. La propuesta es algo tediosa y finaliza con un mensaje inocente (los libros son la mejor fuente de cultura), a través de una librería creada por trabajadores de recogida de basuras en Estambul con los libros que iban encontrando junto a los contenedores.
Curiosamente, a pesar de la introducción de las nuevas tecnologías, hay una especie de búsqueda del origen cinematográfico en muchos de los cortos, con la utilización del 16 mm. o el formato 4:3 como modelo expresivo. O quizás se trata de una propuesta que viene desde los programadores del festival, que están especialmente sensibilizados con este tema. Se propone por tanto una especie de regreso a la esencia del ser humano. Como hace el cortometraje Laguna negra (Felipe Esparza Pérez, 2019), que se detiene en el mundo rural (con gran protagonismo en los cortometrajes españoles que comentaremos en nuestra próxima crónica), para acercarse a las montañas de Perú y mostrarnos ritos indígenas que permanecen aún en comunidades andinas. La naturaleza como elemento de misterio y magia. Seleccionado en el festival de Rotterdam 2019, hay en el cortometraje un gusto especial por los encuadres, una voluntad de elevar el rito a lo cinematográfico. El director peruano también se permite la libertad de la "representación", de la colocación de los elementos (humanos o naturales) para dar a esos rituales una composición visual casi hipnótica, utilizando brumas, pastos, o los sonidos de la naturaleza.
Laguna negra (Felipe Esparza Pérez, 2019) |
Para terminar, dos historias que tratan el amor entre mujeres. Por un lado, Pyrale (Roxanne Gaucherand, 2020), ganadora del Premio del Jurado a la Película más innovadora en Visions du Réel 2020, propone una mirada entre documental y ficción a un acontecimiento ocurrido en 2016 en la Provenza francesa. La proliferación de polillas que resultaban invasivas para las plantaciones y la vegetación, y que someten a la población a una especie de visión apocalíptica de terrenos baldíos, destruidos por millares de polillas. Este trabajo de investigación se une con una historia protagonizada por dos jóvenes que viven su despertar sexual. Igual que el mundo caótico que crea el paso de las polillas, la protagonista vive un cierto caos emocional cuando se siente enamorada de su mejor amiga. Es un trabajo intenso, en el que los géneros se dan la mano, que resulta inclasificable. Por otro lado, en White goldfish (Jaf Roosens, 2020), seleccionado por la Semana de la Crítica en Cannes 2020, se realiza una exploración del mundo adulto a través de los ojos de una niña. Ella ve como su madre parece tener una relación con una amiga, y este hecho le provoca una cierta sensación de rebeldía inocente. La ambivalencia de las relaciones de los adultos se convierte en un mundo incomprensible para la niña. Rodada con sensibilidad, con primeros planos que muestran intimidad y con juegos de miradas que expresan más que las propias palabras.
Parte de la programación de Curtocircuito se puede ver en Filmin hasta el 12 de octubre.
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