22 febrero, 2025

Berlinale 2025 - Parte 4: Inconformistas

Mientras e prepara la ceremonia de entrega de los premios oficiales de esta 75 edición del Festival de Berlín, se se han dado a conocer los primeros premios, que en este caso corresponden a las votaciones del público en la sección Panorama, que ha reconocido como Mejor Película a la producción española Sorda (Eva libertad, 2025). En segunda posición ha quedado la australiana Lesbian space princess (Emma Hough Hobbs, Leela Varghese, 2025) y en tercera posición el drama finlandés sobre los cuidadores domiciliarios Home sweet home (Frelle Petersen, 2024). En cuanto a Documentales, el Premio del Público ha recaído en Die Möllner Briefe (Martina Priessner, 2025), y la segunda y tercera posición en las películas Yalla Parkour (Areeb Zuaiter, 2024) y Khartoum (Anas Saeed, Rawia Alhag, Ibrahim Snoopy, Timeea M Ahmed, Phil Cox, 2025). 

Nuestra última crónica dedicada a películas que forman parte de la programación de secciones paralelas del Festival de Berlín ofrece el retrato de personajes inconformistas, enfrentados a llas barreras de una sociedad normativa. La próxima semana seguiremos centrados en el Festival de Berlín, pero hablaremos de series y de bandas sonoras. 

L'incroyable femme des neiges

Sébastien Betbeder

Francia 2025 | Panorama | 


Situándose entre la comedia y el drama mucho más que sus otras películas, la última propuesta de Sébastien Betbeder (1975, Francia) se encuentra constantemente en una línea intermedia de géneros y de mundos distintos, remarcando los contrastes. El propio personaje de Coline Morel (Blanche Gardin) se presenta refiriéndose a su próxima muerte, y la veremos morir y volver a vivir dentro de la estructura narrativa sinuosa que nos propone L'incroyable femme des neiges (Sébastien Betbeder, 2025), una comedia dramática que se siente cómoda en los términos medios. Coline, una exploradora especializada en el Gran Norte, acaba de ser despedida de su trabajo por "mala conducta grave", y nos anuncia desde el principio que está a punto de morir. El director rodea las noticias dramáticas con un tono de humor, como cuando un médico inuit comunica a Coline que tiene una enfermedad incurable, y comienza a cantar "Les Champs-Élysées" (1969), que popularizó Jules Dassin. Ella decide regresar a su pueblo natal, en las montañas del Jura, de donde partió hace años sin mirar atrás, como una especie de despedida de su hermano Basile (Philippe Katerine), que la recibe con un golpe en la cabeza, pero también se reencuentra con su ex-novio Christophe (Laurent Papot). El contraste entre el espíritu aventurero de Coline, que dejó atrás todo su entorno y su familia, con la vida elegida por sus hermanos se subraya en este regreso que sirve como despedida. Pero también en el propio comportamiento de la protagonista, que a veces es caótico e impredecible, tanto que Basile acaba llamando a su otro hermano Lolo (Bastien Bouillon) para que le ayude a manejar la situación. En las montañas del Jura, conformando una primera parte que refleja la inadaptación de una inconformista, el director utiliza algunos recursos formales que refuerzan esta sensación de inestabilidad, como el uso de zooms y un estilo visual que se acerca a los westerns humanistas de los setenta, al estilo de Los vividores (Robert Altman, 1971) o Pequeño gran hombre (Arthur Penn, 1970), a la que se hace una referencia directa cuando uno de los habitantes de una aldea inuit mira la película en un pequeño televisor, en la segunda parte de la historia. Coline tiene cuentas pendientes, como escribir un libro sobre sus experiencias como exploradora, en busca de ese ser mitológico de la cultura groenlandesa conocido como Qivittoq, el "caminante de las montañas", que no es solo una figura legendaria, sino que puede llegar a convertirse en él una persona que abandona la sociedad y se dirige a las montañas para sobrevivir sola. Coline ha perseguido toda su vida la visión de los Qivittoq, pero ella misma también se ha ha ido transformando en uno, en cierta manera. 

Regresando al punto de partida, L'incroyable femme des neiges se reinicia volviendo a la escena del principio, en la que veíamos a Coline aparentemente congelada en medio de las montañas nevadas de Groenlandia. El director regresa a este lugar del mundo tras su comedia Viaje a Groenlandia (Sébastien Betbeder, 2016), en la que nuevamente se contrastaban los comportamientos de dos hermanos con las costumbres locales de la comunidad inuit. Rescatada por los habitantes de una pequeña aldea, Coline parece sentirse más cómoda en este entorno, y la película adquiere otra textura, un tono más realista, cámara en mano en un estilo casi documental, en parte obligado por el reducido equipo de rodaje, que está marcado también por la intervención de actores no profesionales que ya participaron en la anterior película del director rodada en esos paisajes helados: Ole (Ole Eliassen) y Martika (Martin Jensen) llevan a Coline hasta su aldea, haciéndola resucitar de esa casi muerte en el hielo, pero también mostrándole el camino hacia la liberación de su espíritu al enfrentarse a un destino inevitable. La película se coloca así en ese lugar intermedio entre un toque de comedia absurda y un punto de drama reflexivo que ya hemos visto en otros títulos del director, pero que en este caso se equilibra bien. Hay una escena particularmente divertida y subversiva en la que Coline describe a un grupo de niños sus aventuras como exploradora, en la que no deja sin mencionar los momentos más violentos, mientras la última parte de la historia, serena y reflexiva, ofrece un desenlace dramático y emocionante que permite a la protagonista encontrar esa forma de serenidad absoluta que ha ido buscando a lo largo de toda su vida.  

A melhor mãe do mundo

Anna Muylaert

Brasil, Argentina 2025 | Berlinale Special | 

A lo largo de su trayectoria en el cine y la televisión, la directora Anna Muylaert (1964, Brasil) ha retratado diferentes tipos de relaciones materno-filiales, en películas como E além de tudo me deixou mudo o violão (2013), Una segunda madre (2015) o Madre solo hay una (2016), lo que se ha convertido en una constante en su filmografía. Pero hay elementos que diferencian a esta nueva relación entre una mujer y sus hijos, que se sitúa en la ciudad de São Paulo, entre la vorágine del tráfico intenso y la superpoblación, en medio de la cual el personaje de Gal (Shirley Cruz) trabaja como carretera recogiendo envases de plástico para entregarlos en la Asociación Nova Glicério, una de las cooperativas civiles que existen en Brasil dedicadas a la gestión de los materiales reciclables. Pero la realidad de Gal es mucho más dramática: ha huido de su casa después de haber sido maltratada y abusada por su pareja Leandro (Seu Jorge), y tiene la intención de sacar a sus hijos de ese entorno, aunque ella no tenga realmente un lugar donde quedarse. Gal convierte la huida junto a Rihanna (Rihanna Barbosa) y Benin (Benin Ayo) por las calles de la ciudad en una especie de aventura hasta que consiga una cierta estabilidad. La película adopta una perspectiva tan directa en torno a la situación de Gal que acaba resultando poco sutil, a la manera de aquel "cine de la pobreza" que se desarrolló en la industria latinoamericana en los años ochenta y noventa. Retratada físicamente como una mujer fuerte, en esa imagen de Gal tirando de un carro que se asemeja a la imagen de unos bueyes de carga, su aspecto recio contrasta sin embargo con el miedo que se apodera de ella cuando es traicionada por su propia familia, que le organiza un reencuentro con Leandro, una reconciliación con el hombre que la fuerza a tener relaciones sexuales cuando ella no quiere. Esta aceptación del maltrato por parte de su propio entorno dibuja una atmósfera especialmente opresiva: "Tu madre también fue golpeada" le dicen como una justificación de la necesidad de soportar lo insoportable, porque "no encontrarás un hombre mejor que yo", le llega a decir Leandro después de pedirle perdón. Pero la película brasileña A melhor mãe do mundo (Anna Muylaert, 2025) ofrece muchas veces una representación demasiado simple, con referentes como La vida es bella (Roberto Benigni, 1997) en esa construcción de una fantasía para proteger a los hijos de una realidad dramática, en ese uso de la imaginación para escapar de la evidencia. 

Hay algunos aspectos especialmente destacados en este drama, como la relación de Gal con sus hijos, que tiene un carácter diferente en cada caso: respecto al pequeño Benin, hay un sentimiento protector que se extiende también al que ejerce su hermana mayor. Mientras que con Rihanna, madre e hija no solamente comparten un vínculo materno-filial, sino también una conexión de sororidad, una relación que es simbólicamente política en cuanto a la reivindicación de la libertad personal. Rihanna es la que menos relación quiere tener con su padre, lo que hace sobrevolar una sensación inquietante, provocando que la decisión de Gal sea urgente y decisiva par evitar que el mal del abuso se extienda a otros miembros de su familia. Pero la directora evita cuidadosamente mostrar a Leandro en su faceta más perversa, representándolo en su fase de arrepentimiento; cuando Gal comienza a darse cuenta de que su pareja continúa bebiendo, intuye el desenlace de una situación que ha vivido otras veces. Incluso más que en su propia familia, Gal y sus hijos encuentran cobijo en una casa ocupada, gracias a la solidaridad de Munda (Rejane Faria), un espacio que tradicionalmente es considerado en Brasil como generador de criminalidad pero que adopta un carácter protector alrededor de su entorno. La última parte de la película se desarrolla en la Ocupación 9 de Julio, un conocido edificio ocupado en 2016 por el Movimiento de los Sin Techo del Centro (MSTC), en São Paulo, que acoge a 124 familias con el objetivo de garantizar el derecho constitucional a una vivienda. Esta imagen del capitalismo invadido por las familias en un edificio que estuvo abandonado durante 20 años es una de las representaciones más poderosas de una película que adopta una mirada humanista pero al mismo tiempo demasiado subrayada. La actriz Shirley Cruz, que trabajó con la directora en su película O clube das mulheres de negócios (2024) y a la que hemos podido ver recientemente en la miniserie Ciudad de Dios: La lucha sigue (Max, 2024), ofrece una interpretación contundente y física de su personaje, pero también cargada de sensibilidades. 

Sandbag dam

Čejen Černić Čanak

Croacia, Eslovenia, Lituania 2025 | Generation 14-plus | 


El sensible drama que supone el regreso al largometraje de la directora Čejen Černić Čanak (1982, Croacia) tras su debut en la película de aventuras infantil The mystery of Green Hill (2017), aborda una relación homosexual entre dos jóvenes que sin embargo no comienza en la fase de enamoramiento, sino que se desarrolla tiempo después de que sus familias les obligaran a separarse. Marko (Lav Novosel) es un estudiante de secundaria que se entrena con su padre Franjo (Filip Šovagović) como luchador de pulso, un deporte basado en la fuerza y la masculinidad, mientras le ayuda en un taller mecánico en el que teóricamente está destinado a trabajar cuando termine los estudios. Entre los entrenamientos y las reparaciones de coches tiene poco tiempo para su novia Petra (Franka Mikolaci), llevando una vida tradicional de un joven en un pequeño pueblo de las montañas. La crecida del río amenaza con inundar la localidad, por lo que se está organizando la construcción de un muro de sacos de arena, de donde la película toma su título, para tratar de contrarrestar la llegada del agua. De alguna manera, el muro que trata de contener la crecida del río es una representación del muro de normalidad heteronormativa que ha construido Marko a su alrededor, hasta que el regreso de Slaven (Andrija Žunac) al pueblo acaba resultando tan inestable como los sacos de arena que tratan de contener el agua. A lo largo de la película, las noticias de la radio describen la situación de esta presa improvisada de una manera que parece describir también la propia relación entre Marko y Slaven, que al principio tratan de mantenerse distantes pero que no pueden evitar que los sentimientos vuelvan a fluir de manera incontrolable. Sandbag dam (Čejen Černić Čanak, 2025) establece por tanto un interesante planteamiento en el que no somos testigos del nacimiento de una relación romántica, sino que parte de una situación de distanciamiento entre los protagonistas. Como en otras historias sobre amores homosexuales, el entorno de un pequeño pueblo en el que es difícil mantener secretos acaba siendo un elemento claustrofóbico que la directora subraya con los planos cerrados y la cámara en mano. Slaven ha regresado al pueblo para asistir al entierro de su padre homófobo, que le echó de su casa cuando Vanča (Tanja Smoje), la madre de Marko, les reveló que sus hijos tenían una relación. 

La película se beneficia de una construcción de personajes que proviene de uno de los autores teatrales más reconocidos del país, Tomislav Zajec (1972, Croacia), del que en España se han publicado algunos de sus textos en la recopilación Teatro croata contemporáneo (2018, Ed. Antígona). Pero a pesar de tratarse de un guión escrito por un autor teatral, consigue evitar que las relaciones entre los personajes se sostengan en las palabras. Por el contrario, se establece una conexión con las miradas y los gestos, especialmente entre Marko y Slaven, pero también entre Marko y su hermano pequeño Fićo (Leon Grgić), un joven con síndrome de Down con el que tiene una cercanía especial. Conforme se desarrolla la historia, la intensidad de la corriente del río se acrecienta, amenazando con inundar el pueblo; también la intensidad de los sentimientos de Marko aumenta, poniendo en peligro la estabilidad que su entorno ha construido a su alrededor. En una granja en la que crían conejos, cuando Fićo se refiere a uno de ellos como un conejo salvaje, Marko le dice: "Si es un conejo salvaje, entonces debe correr libremente". La vida de Marko se ha construido como se crean las cajoneras en las que se guarda a los conejos, con todas las necesidades cubiertas, con un futuro ya diseñado, pero sin espacio para la libertad. La figura paterna que representa Franjo para su hijo es particularmente significativa, menos expresiva que la de su madre pero igualmente opresiva, a través de los rasgos de heteronormalidad que rodean al trabajo como mecánico y la competición como luchador de pulso. Esa masculinidad acaba siendo posesiva, aparentemente protectora pero igualmente intolerante: "No te crié para que te metieras en peleas de bar. Eres mío. Mi hijo". Hay un tono melancólico que impregna la película, quizás por su procedencia en los países de los Balcanes, una especie de fragilidad que rodea a los personajes, pero que aporta una tonalidad diferente a un drama sobre una relación prohibida. Sin embargo, Sandbag dam nunca cae en los tópicos ni en el retrato de los personajes estereotipados, aunque establece claramente las consecuencias de los actos personales. 

Second victims

Zinnini Elkington

Dinamarca 2025 | European Film Market | 


Otra de las películas que recuperamos del European Film Market, fuera de la programación oficial del Festival de Berlín, es esta producción danesa que se estrena el próximo mes de abril en su país. Second victims (Zinnini Elkington, 2025) es un drama médico que aborda en su título un término introducido por primera vez por el doctor Albert Wu en el año 2000, para referirse a los profesionales médicos afectados por el impacto de eventos adversos y errores, cuyas primeras víctimas son los pacientes que sufren las consecuencias de un diagnóstico equivocado o de un tratamiento erróneo, pero que también se manifiesta en los propios profesionales. Desde que se introdujera esta denominación, se han realizado estudios en los países desarrollados para analizar su frecuencia, describir sus manifestaciones y establecer sus determinantes y consecuencias. En España se ha realizado uno de los últimos estudios, que ha dado como resultado que un 62% de los profesionales sanitarios de atención primaria y el 72% de los profesionales de hospitales han vivido de cerca esta circunstancia. Algunos de los resultados de este estudio se pueden consultar en la página web www.segundasvictimas.es. Inspirándose en conversaciones con familiares que desarrollan su trabajo en el sistema sanitario danés, la directora Zinnini Elkington (1989, Dinamarca) debuta en el largometraje con una historia de ficción que traslada directamente una situación dramática alrededor de un error de diagnóstico. Durante un turno especialmente complicado en el hospital de Herlev en Copenhague, la neuróloga Alex (Özlem Saglanmak), se enfrenta al diagnóstico del joven Oliver (Jacob Spang Olsen), que ha acudido al hospital junto a su madre Camilla (Trine Dyrholm), a causa de un dolor de cabeza. Aunque en principio no parece haber indicios de mayor problemas que una simple jaqueca, Alex desestima la sugerencia de la enfermera Emilie (Mathilde Arcel) de realizar un escáner cerebral para estar seguras del diagnóstico. Por el contrario, Alex le da de alta antes de dirigirse a otra de las muchas consultas que debe realizar, hasta que Oliver cae desplomado en estado de coma. La doctora se da cuenta entonces que había pasado por alto una advertencia de la enfermera en la que indicaba por escrito que Oliver sufría rigidez de cuello, síntoma de una posible hemorragia cerebral. La película establece con intensidad el drama de un error médico que afecta principalmente a paciente y a sus familiares pero que tiene una víctima colateral, la de los propios profesionales. 

Second victims es un sólido drama que se sitúa principalmente en la perspectiva de los profesionales de la sanidad, sin exculpar sus equivocaciones e incluso su propia dinámica de poder interna entre médicos y enfermeras, pero estableciendo como una causa relevantes de los diagnósticos prematuros, el nivel de presión a los que el sistema sanitario somete a los profesionales. Pero también dibuja un carácter egocéntrico de la protagonista en su relación con Emilie, la enfermera que se derrumba emocionalmente cuando siente que su falta de insistencia ha podido ser una de las razones por las que Oliver no ha recibido el diagnóstico correcto. Hay dos partes claramente definidas en el estilo visual que imprime Zinnini Elkington a una película que se desarrolla exclusivamente dentro del hospital durante una larga jornada. El sentido de urgencia se transmite a través de largos planos secuencia en los que acompaña a la doctora en la diferentes consultas que debe realizar a lo largo de la planta de neurología. Pero Second victims no tiene vocación de ser un drama médico de tensión constante, sino que se estabiliza en la segunda parte, cuando las consecuencias del diagnóstico prematuro sitúan al joven entre la vida y la muerte. La dinámica de poder entre Alex y el cirujano jefe Esben (Olaf Johannessen) sobre la conveniencia o no de operar al paciente construye también elementos de tensión que alimentan la trama principal. Mientras la relación de la doctora con la madre, interpretada por la dama de la interpretación Trine Dyrholm, a la que hemos visto también en este Festival de Berlín en la película Beginnings (Jeanette Nordahl, 2025), reflejan su habitual comodidad en papeles dramáticos. Es interesante la introducción de una subtrama relacionada con una mujer anciana Winnie (Pernille Højmark) y su hijo Anders (Morten Hee Andersen), que sirve para contrarrestar el error cometido, reflejando la profesionalidad de la protagonista. La cámara se detiene en los personajes para reflejar las situaciones complejas pero urgentes a las que se tienen que enfrentar los familiares, como firmar el permiso para una donación de órganos. Aunque estamos saturados de series médicas que abordan temas diversos, Second victims consigue  distinguirse por la relevancia de su propuesta y la fortaleza de sus interpretaciones, abordando cuestiones como la estructura laboral de un sistema invisible que deja el destino de sus pacientes en decisiones individuales. 


Sorda se estrena en salas de cine el 4 de abril.
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Películas mencionadas:

Pequeño gran hombre y Madre solo hay una se pueden ver en Filmin.
Una segunda madre se puede ver en Filmin y Tivify. 

21 febrero, 2025

Berlinale 2025 - Parte 3: Conflictos existenciales

La nueva dirección ejecutiva del Festival de Berlín, que desde este año corre a cargo de Tricia Tuttle (1970, Estados Unidos), quien proviene de la dirección del Festival de Cine de Londres, ha cambiado algunas perspectivas de un certamen que siempre ha estado marcado por una mirada política, para tratar de hacerse más neutral (el año pasado hubo polémica por la invitación a la gala de inauguración de miembros del partido de extrema derecha Alternativa por Alemania). Aunque no ha podido evitar una nueva controversia por la utilización en un discurso de presentación de la película Queerpanorama (Jun Li, 2025) del eslogan "desde el río hasta el mar. Palestina será libre", que el Ministerio del Interior alemán incluyó en una lista de términos prohibidos por considerarla una "marca registrada" de la organización terrorista Hamás. Aunque a lo largo de los últimos meses, algunos tribunales alemanes se han opuesto a la interpretación de este eslogan como una incitación a la violencia contra los judíos y el Estado de Israel. En todo caso, a nivel de programación, muchos están de acuerdo en que esta edición ha sido especialmente plana en cuanto a títulos sobresalientes, con incorporaciones de películas nominadas al Oscar como Un completo desconocido (James Mangold, 2024) o Aún estoy aquí (Walter Salles, 2024) que parecen más bien reclamos para atraer estrellas de cine a la alfombra roja. Sin embargo, quizás por esta tibia reacción frente a la calidad de las películas seleccionadas para las secciones competitivas, el festival ha sacado pecho en cuanto a la venta de entradas, enviando una primera valoración a mitad de esta edición: a fecha de 19 de febrero, se habían vendido 285.000 entradas, unas 14.000 más que el año pasado, con medias de asistencia a las salas de más de un 90%. Nuestra nueva crónica está centrada en algunas producciones que abordan cuestiones relacionadas con la convivencia y la política, en un mundo envuelto en conflictos existenciales.

Das Deutsche Volk

Marcin Wierzchowski

Alemania 2025 | Berlinale Special | 


La ciudad alemana de Hanau, situada en el estado federal de Hesse, es conocida por ser el lugar de nacimiento de los Hermanos Grimm, a quienes recuerda una estatua en la plaza central. Este monumento indica que es un homenaje de "el pueblo alemán", pero al adoptar el mismo título, Das Deutsche volk (Marcin Wierzchowski, 2025) el documental se pregunta precisamente quién es considerado parte de ese pueblo alemán. La mayoría de las víctimas del atentado racista ocurrido el 19 de febrero de 2020, en el que nueve personas murieron a manos de un hombre armado de ideología de extrema derecha, quien disparó en diversos lugares de la ciudad y posteriormente mató a su madre y se suicidó, eran alemanes de origen inmigrante. Pero a las puertas de unas elecciones federales en las que todavía el principal objetivo es frenar el avance de la extrema derecha, las preguntas que plantea la película parecen especialmente relevantes. Siguiendo a los familiares y algunos supervivientes a lo largo de cuatro años, el tenso documental de Marcin Wierzchowski (1984, Polonia) es una reflexión necesaria sobre las dificultades de sentirse parte de ese pueblo alemán a pesar de haber nacido en Alemania. Çetin Gültekin, hermano del asesinado Gökhan Gültekin, recuerda que su abuelo llegó al país en los años sesenta a través de los contratos de "trabajadores invitados", una llamada de mano de obra emigrante a la que respondieron cientos de miles de ciudadanos turcos: "Quería trabajar en Alemania para comprarse dos bueyes y mejorar su vida en Turquía. Pero a lo largo de los años nunca los compró, porque no quería abandonar Alemania, que sentía como un hogar. Ahora ha visto cómo han matado a su nieto". Das Deutsche volk muestra a los familiares, la mayor parte de ellos padres y madres de jóvenes asesinados, transformándose en portavoces de una comunidad de alemanes que no son plenamente aceptados como ciudadanos alemanes, y que plantean preguntas difíciles de resolver: "¿Por qué ha muerto mi hijo?", pero que esconden planteamientos mucho más profundos. En Alemania los expertos indican que hay unos 15.000 extremistas de derechas que están dispuestos a utilizar la violencia; el atentado de Hanau ocurrió, de hecho, cuatro meses después de que en octubre de 2019 un ultraderechista intentara entrar en una sinagoga en Halle pero, al no conseguirlo, acabara matando a dos personas cerca del templo judío. Unos meses antes, en junio de 2019, otro ultraderechista había asesinado al político Walter Lübeck, de la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Las preguntas que se hacen los familiares tienen una dimensión estructural que va más allá de las lamentaciones de padres o hermanos de las víctimas de un atentado. A lo largo de la película se refleja la dificultad de conseguir el objetivo de dedicar un monumento recordando a las víctimas, y situarlo en la misma plaza en la que se encuentra la estatua dedicada a los hermanos Grimm: la administración local considera que la mayor parte de los ciudadanos no lo aceptarían. Las últimas noticias es que el monumento se levantará en 2026 en otra plaza que se llamará "19 de febrero". 

Marcin Wierzchowski ya había dirigido otro documental sobre el atentado titulado Hanau – Eine Nacht und ihre Folgen (Hanau - Una noche y sus consecuencias) (HR, 2021), que recibió un premio Grimme de la televisión alemana. Pero esta nueva incursión de dos horas y cuarto tiene un aspecto más atemporal, rodada en blanco y negro, y estableciendo conexiones más expansivas y reflexivas en torno a la sociedad alemana. Algunos de los cuestionamientos que se hacen están relacionados precisamente con la verdadera intención de hacer frente al aumento de los movimientos extremistas en medio de una cierta pasividad de las administraciones. Uno de los lugares en los que el asesino disparó fue un bar cuya salida de emergencia estaba bloqueada, pero no se produjo ninguna investigación alrededor de esta circunstancia, hasta que los propios familiares contrataron a un equipo de arquitectura forense que realizó una simulación de cómo se produjo el asalto al bar. Niculescu Păun, padre de Vili-Viorel Păun, denuncia que su hijo hizo varias llamadas a la policía que no fueron contestadas. Incluso el grupo de unidad especial de la policía que asaltó la casa del asesino, acabó siendo desmantelado porque se descubrió que muchos de sus integrantes formaban parte de comunidades de internet de ideología de extrema derecha, aunque las autoridades siempre han defendido que la actuación policial fue modélica. Estas fallas en los sistemas de seguridad y el fracaso institucional para frenar el aumento progresivo de la radicalización de la extrema derecha, acaban conformando el eje central de un documental que cuestiona el hecho de que los alemanes nacidos de familias inmigrantes tengan la misma consideración de ciudadanos que el resto de la sociedad. El propio director, nacido en Polonia pero criado en Alemania desde que era niño, refleja la sensación de ser considerado continuamente como un extranjero. La inmigración y sus "peligros" son el argumento principal con el que partidos de extrema derecha como Alternativa para Alemania (AfD) han estado haciendo campaña en las elecciones federales que se celebran el 23 de febrero, defendiendo lo que ellos llaman como "remigración", es decir, la deportación masiva de millones de inmigrantes. Pero Das Deutsche volk también explora con acierto el lado humano, acompañando a algunos de los familiares a sus países de origen, Rumanía o Turquía, donde se celebran actos de homenaje a las víctimas. El impacto emocional que transmite la película es tan profundo como su acertada reflexión sobre cómo los extremismos se alzan sobre la pasividad de las sociedades. 

Letters from Wolf Street

Arjun Talwar

Alemania, Polonia 2025 | Panorama | 


En parte para contrarrestar esa sensación de seguir considerándose extranjero a pesar de vivir desde 2010 en Polonia, el director Arjun Talwar, nacido en Delhi, decidió filmar a los habitantes de la calle en la que vive con la intención de impulsar su integración en un país en el que todavía siente el peso de su condición de foráneo, incluso con algunas implicaciones racistas, como el apodo de "Michael Jackson" que recibió durante mucho tiempo. La calle Wilcza se encuentra en el centro de la ciudad de Varsovia, y recibió su nombre de la familia Wilk (que en polaco significa lobo), aunque posteriormente su nombre se asoció más con su significado literal que con el apellido familiar. Pero esta significación sirve al director para reflejar una parte de la representación habitual de la sociedad polaca, hostil y conservadora. Este documental de mirada humanista ofrece, sin embargo, una visión más heterogénea, que retrata a un entorno más diverso, no siempre amable con los extranjeros pero menos estereotipado de lo que es habitual. Letters from Wolf Street (Arjun Talwar, 2025) se desarrolla casi exclusivamente a lo largo de esta calle, mostrando el peso histórico del pasado y las inquietudes del presente, en un espacio en el que todavía quedan antiguos negocios tradicionales que conviven con las problemáticas existenciales de los inmigrantes y con las reivindicaciones de los colectivos sociales, que se aglutinan en un edificio ocupado. De manera que Arjun Talwar encuentra en una sola calle una representación bastante precisa de la diversidad de la sociedad polaca. Varsovia, sin embargo, es una ciudad diferente a otras, más abierta y más integradora; de hecho, el director estudió en la Escuela de Cine de Łódź, donde afirma que ha encontrado mucho más rechazo a la inmigración. Esto se refleja cuando el documental sale de Varsovia acompañando a uno de los protagonistas, Azimierz "Oscar" Paczkowski, un hombre de origen romaní que siente una conexión especial con Arjun Talwar por la procedencia originaria de los gitanos del subcontinente indio. La película hace un breve recorrido por la historia del pueblo gitano en Polonia, donde en 1964 la administración polaca llegó a prohibir la vida nómada, con la confiscación de sus carros, para provocar la integración forzosa. Mientras graba un baile romaní, se oye algún insulto de fondo, y cuando Azimierz pretende vestir en su boda una camisa india punjabi, una prenda típica para celebrar esta conexión con sus orígenes, recibe comentarios despectivos: "Algunos se han reido. Me han dicho que parezco árabe. No tiene importancia". Y decide vestir con camisa blanca y corbata tradicionales. 

Letters from Wolf Street se mueve continuamente entre estos contrastes, con una estructura que a veces puede parecer algo caótica, mezclando encuentros ocasionales con entrevistas preparadas, incluso con la incorporación repentina al equipo de Mo Tan, una compañera del director en la escuela de cine, que acaba ayudando con la grabación de sonido, y que comparte algunas inquietudes parecidas a las que refleja Arjun Tawar. Especialmente cuando decide abandonar su carrera en el cine para trabajar en la consulta de un doctor, lo que despierta las preguntas del director: "¿Has venido desde China hasta Polonia para acabar trabajando en un negocio chino?". Acompañando al cartero Piotr Chadryś, el que mejor conoce a los vecinos de la calle, y a Feras Daboul, un residente de origen sirio que está esperando obtener la nacionalidad polaca y que dedica su tiempo libre a reproducir en el ordenador una réplica digital de su pueblo natal, la película refleja la variedad de historias que se recogen a lo largo de Wolf Street. Admirador de los documentales de Krzysztof Kieślowski o Marcel Łoziński, el cineasta plenamente integrado en Polonia recoge parte de la narrativa de estos directores, aunque mezcla experiencias reales con retratos más generales. Como cuando habla de su pareja que viajó a Polonia con él, pero cuya experiencia fue muy diferente, quizás en parte debido a la imposibilidad de una integración total, aunque no ofrece demasiadas explicaciones. Rodada con una cámara de video Bolex digital, que pidió prestada a un amigo, la textura de la imagen tiene un tono vintage que le da un aspecto peculiar. El director ha contado en alguna entrevista que, mientras estaba rodando, tuvo un encuentro casual con Roman Polanski, quien le preguntó por la cámara, aunque en la película no aparece el realizador afincado en Suiza. Letters from Wolf Street ofrece sus mejores momentos cuando se adentra en las contradicciones de una sociedad polaca polarizada. Durante la manifestación del Día de la Independencia: "El día en que nuestros abuelos y bisabuelos consiguieron la libertad para nosotros", dice uno de los participantes, se produce una discusión porque se cantan consignas relacionadas con Ucrania. La celebración del Día de la Independencia en Polonia ha ido desplazándose hacia una manifestación patriótica acaparada por los sectores ultranacionalistas y racistas, con pancartas en las que se lee "White Lives Matter". Cuando Arjun Talwar pide a uno de los participantes que le preste la bandera polaca, la imagen de un inmigrante de piel oscura con una bandera en medio de una celebración nacionalista adquiere un significado impactante. 

Leibniz - Chronicle of a lost painting

Edgar Reitz

Alemania 2025 | Berlinale Special | 


El año pasado el Festival de Berlín entregó el Premio Honorario al director nonagenario Edgar Reitz (1932, Berlín), que entonces presentaba su excelente estudio sobre el cine y el paso del tiempo Filmstunde_23 (Jörg Adolph, Edgar Reitz, 2024). Activo todavía, aunque obligado a compartir dirección por cuestiones relacionadas con los seguros de rodaje, lo que parecía su última incursión en el cine tiene ahora una nueva propuesta que demuestra sus plenas facultades, y que convierte la dificultad de un gran proyecto imposible de financiar en una obra de cámara que sin embargo encuentra en su minimalismo sus mejores virtudes. Desde hace diez años, Edgar Reitz ha estado preparando un proyecto para trasladar al cine la vida del filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716, Alemania), pero las dificultades de financiación (las primeras versiones del guión se presupuestaron en 25 millones de euros) y la llegada del coronavirus fueron retrasando continuamente una película que parecía imposible abarcar la dimensión filosófica del personaje. Cuenta el director que junto al co-guionista Gert Heidenreich, quien coescribió también Heimat. La otra tierra (Edgar Reitz, 2013), había incluido en algunas versiones la idea de comenzar la historia con una escena en la que Gottfried Leibniz es retratado por el pintor francés Pierre-Albert Delalandre, y en la que se produce una conversación que despliega algunas de las ideas del erudito, quien a pesar de sus reflexiones certeras sobre la vida, encuentra dificultades para entender la esencia del arte. De forma que cuando se produjo una reunión de crisis que estuvo a punto de concluir en un abandono definitivo del proyecto, uno de los productores manifestó que era una lástima no poder filmar esa escena entre el pintor y el filósofo, y entonces surgió la idea de realizar una película basándose únicamente en esta conversación. Leibniz - Chronicle of a lost painting (Edgar Reitz, Anatol Schuster, 2025) acaba siendo una feliz transformación de una película con una narrativa épica al estilo de Heimat (Edgar Reitz, 1984) para convertirse en una pieza de cámara que recuerda al cine de Manoel de Oliveira. Aunque se sostiene en datos documentados históricamente, el relato es completamente ficticio, e imagina una petición de la reina de Prusia Sofía Carlota de Hannover (Antonia Bill) a su madre Sofía del Palatinado (Barbara Sukowa), para que el pintor de la corte Pierre-Albert Delalandre (Lars Eidinger) haga un retrato de Gottfried Leibniz (Edgar Selge). Este encuentro entre ambos, en el que el filósofo expresa sus dudas sobre la función real del arte que exasperan al pintor, ofrece una primera parte de diálogos juguetones y divertidos, hasta que Delalandre decide renunciar al encargo. 

En su sustitución es contratada Aaltje van de Meer (Aenne Schwarz), una artista ficticia, que en esta ocasión se centra en la búsqueda de la luz para abordar los retratos, partiendo de la oscuridad hasta encontrar la luminosidad adecuada: "Pinto desde la oscuridad hacia la luz. Sin duda conocerá al maestro Rembrandt y Caravaggio, de la escuela italiana: la técnica del claroscuro". Lo que para Leibniz es todo un hallazgo: "De la oscuridad a la luz. Así deberíamos vivir. Tan cerca como nos sea posible de la verdad". Esta idea sirve para que la película establezca un paralelismo entre la pintura y el cine, introduciendo de nuevo una reflexión sobre la imagen y lo que ésta representa. En algunos momentos, el filósofo es rebatido sobre la convicción de que el arte no es más que la imagen de un presente congelado, mientras que para la pintora se trata de una representación de una acumulación de hechos pasados, que refleja en su interior "el tiempo que dura la realización de la pintura. Lo que yo llamo 'el tiempo de pintar'. Todo ese tiempo está contenido en la pintura". Cuando surge casualmente un pequeño rayo de luz en medio de la oscuridad, que proyecta sobre el lienzo las sombras del jardín como una especie de fondo natural, el filósofo lo interpreta como una cámara oscura, como aquella en la que él suele encerrarse para escribir anotaciones de pensamientos que surgen en su mente. La idea de introducir un personaje femenino inventado, Aaltje van de Meer, que ha sido rechazada por el gremio de pintores flamencos en su ciudad natal y ha tenido que disfrazarse de hombre para poder trabajar como artista, no funciona como una pretensión para introducir discusiones de género de mirada contemporánea, pero sí aporta algunas capas adicionales que alimentan las conversaciones entre la artista y el filósofo. Leibniz se revela como una pieza minimalista de puesta en escena sencilla, que trata de reflexionar sobre la idea de la imagen y su significado, trasladando algunos de los razonamientos del erudito alemán para confrontarlos también, creando un entretenido diálogo entre el pensamiento filosófico y el pensamiento artístico. 

On vous croit/We believe you

Charlotte Deville, Arnaud Dufeys

Bélgica 2025 | Perspectives | 


Probablemente uno de los títulos más sobrecogedores que comentamos en nuestras crónicas del Festival de Berlín, tiene algunos puntos en común con el tratamiento que hace Alauda Ruiz de Azúa en el episodio *Juzgar (T1E3) de la miniserie Querer* (Movistar Plus+, 2024), cuando se centra principalmente en el interior de un juzgado para presentar de una manera sobria las declaraciones de los testigos en un juicio por abusos. En el caso de On vous croit (We believe you) (Charlotte Devillers, Arnaud Dufeys, 2025), los 55 minutos centrales del relato fueron rodados en una toma continua con tres cámaras para no interrumpir el clima de tensión de las declaraciones ante la jueza, y las abogadas de las partes en conflicto no eran actrices, sino abogadas reales que se prepararon la audiencia como si se tratara de una intervención verídica. Aunque no se trata de un juicio penal, sino de una audiencia de una jueza de menores (Natali Broods) que debe dilucidar si los hijos del matrimonio separado formado por Alice (Myriem Akkheddiou) y el padre (Laurent Capelluto) deben permanecer con ella o ser acogidos en un centro de menores. Ninguno de los dos hermanos quiere volver a ver a su padre, después de dos años en los que han estado separados de él: la adolescente Lila (Adèle Pinckaers) y el joven de diez años Etienne (Ulysse Goffin) pensaron que nunca tendrían que enfrentarse de nuevo a la posibilidad de cruzarse con él, sobre todo después de que Etienne escribiera una carta a la jueza en la que afirmaba no querer volver a encontrarse con su padre. La película ofrece al final cifras alarmantes relacionadas con los abusos en el seno de las familias, pero evita pronunciarse sobre la culpabilidad o inocencia de los adultos. Lo que refleja el título es la manera en que los procesos judiciales pueden acabar alargando la permanencia del trauma, especialmente en los hijos que, como en el caso de Etienne, pueden llegar a sufrir graves dolencias físicas. Las herramientas de la justicia no solo se pueden extender en el tiempo más de lo deseado, sino que requieren la repetición constante de los recuerdos, en parte por no considerar lo suficientemente fiables los testimonios de los más jóvenes. La co-directora Charlotte Devillers ha basado parte del guión en experiencias propias como enfermera, siendo testigo de situaciones complejas en entornos familiares, y se hace una descripción estremecedora de las consecuencias físicas que el trauma psicológico puede provocar desde el punto de vista de la salud. 

On vous croit comienza con Alice tratando de empujar literalmente a Etienne hasta el tranvía que les lleva al juzgado. En su monólogo, ella cuenta que, cuando una tarde creyó ver a su padre en un supermercado, su hijo salió corriendo y se subió a un autobús, hasta que pudo encontrarlo al otro lado de la ciudad. Los directores dejan al padre en el anonimato, dando nombre solo a la madre y los hijos, lo que ya es una decisión significativa, aunque nunca entran en dilucidar su culpabilidad, porque el juicio de hecho solo sirve para decidir la custodia de los hijos, sin asumir las posibles responsabilidades penales. Esta es otra decisión interesante, que subraya la relevancia que la historia quiere dar a los más jóvenes, así como el complejo equilibrio entre la presunción de inocencia y la necesidad de proteger a las partes más vulnerables. Lo que queda claro en el estilo sencillo que adopta esta película de corta duración que establece momentos previos y posteriores a las declaraciones ante la justicia para dar contexto a la protección de una madre frente a sus hijos. Myriem Akkheddiou, a la que hemos visto como actriz secundaria en algunas películas de los hermanos Dardenne como El niño de la bicicleta (2011) y El joven Ahmed (2019), compone un trabajo difícil que sostiene muchas veces los primeros planos permanentes, incluso cuando son otros los que están hablando, y que se impulsa en un extenso monólogo durante su intervención ante la jueza, mostrando a su personaje como una madre que incluso ha llegado a tomar decisiones controvertidas con la intención de proteger a sus hijos. Los directores son debutantes, aunque Arnaud Dufeys ya fue seleccionado en el Festival de Berlín del año pasado por su cortometraje Un invincible été (2024), pero consiguen una película sólida que plantea dilemas inquietantes al espectador, sin ofrecer respuestas ni un desenlace cerrado, sino reflejando la fragilidad de un sistema judicial que en muchas ocasiones no es capaz de proteger adecuadamente a las víctimas infantiles. 


Aún estoy aquí se estrena en salas de cine el 21 de febrero.
Un completo desconocido se estrena en salas de cine el 28 de febrero.
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Películas mencionadas:

Heimat. La otra tierra y El niño de la bicicleta se pueden ver en Filmin. 
El joven Ahmed se puede ver en Filmin y Movistar Plus+.

19 febrero, 2025

Berlinale 2025 - Parte 2: El poder de la representación

Nuestra nueva crónica en torno a la programación de las secciones paralelas del Festival de Berlín se acerca al encuentro de profesionales que se desarrolla en el European Film Market (EFM), uno de los espacios de mayor actividad del festival, donde los intercambios de proyectos y producciones entre vendedores y compradores conforman parte de la programación que llegará a los cines en los próximos meses, y hablaremos de algunas películas que se han presentado en este mercado audiovisual. El EFM ha puesto en el punto de mira, por séptima vez desde 2017, a una región cinematográfica con su programa Country in Focus (País Foco), que este año está dedicado a España tras las ediciones centradas en México, Canadá, Noruega, Chile, los Países Bálticos e Italia. Esto supone un reconocimiento del papel destacado del audiovisual español en el mundo. Además de la programación del festival, España ha organizado una presencia notable en diversas actividades: trece jóvenes cineastas participan en Berlinale Talents, se ha celebrado un panel de productores y hay una amplia presencia en Berlinale Series Market: el panel Spanish Thrillers propone un diálogo sobre el auge del thriller español en el mundo, con los ejemplos de Asuntos Internos (RTVE Play, 2024) y Matices (SkyShowtime, 2025). Mientras que The Spanish Connection presenta pitches de cuatro proyectos en desarrollo: la comedia distópica de animación Pink Noise: La serie (Lamola Studio), el thriller La rueda (Mr. Miyagi) y dos coproducciones con países nórdicos: Aigües de foscor (Federation Spain) con Islandia, y True North (The Aurora Project) con Finlandia.

El mensaje

Iván Fund

Argentina, España, Uruguay 2025 | Oficial | 


Desde la perspectiva de esta película, el mundo se ve en blanco y negro y la protagonista Anika (Anika Bootz) tiene la habilidad de comunicarse con las mascotas muertas o que están a punto de morir, transmitiendo mensajes que a veces resultan crípticos, pero que son recibidos por sus dueños como un aliento de tranquilidad. En la Argentina actual gobernada por un presidente que dice hablar con su perro muerto Conan, este planteamiento podría tener una lectura irónica, aunque la historia comenzó a desarrollarse mucho antes de que Javier Milei llegara a la presidencia. La coproducción con España El mensaje (Iván Fund, 2025) se presenta como un cuento contemporáneo que también es una historia de crecimiento, lo que el director califica como "la representación realista de un mundo de fantasía". Por eso esta road movie en blanco y negro recorre la región argentina de Entre Ríos reflejando la vida cotidiana, pero sin pretender ofrecer una mirada social. La capacidad que tiene Anika para conectar con los animales, no solo mascotas como muestra una escena con un capibara, es utilizada por sus tutores Myriam (Mara Bestelli) y Roger (Marcelo Subiotto) para recorrer las aldeas y ofrecer su consulta a cambio de dinero o de productos de la tierra, en una especie de explotación infantil encubierta sin embargo bajo una cercanía familiar. Mientras Myriam se encarga de contactar con los clientes y transmitir los mensajes, Roger es el responsable de cobrar los servicios. El carácter itinerante y la fotografía en blanco y negro puede traer a la memoria películas como La Strada (Federico Fellini, 1954) o Luna de papel (Peter Bogdanovich, 1973), pero no como referentes directos sino como títulos que comparten cierta atmósfera con ésta. Iván Fund (1984, Argentina), director de Vendrán lluvias suaves (2018) y Los labios (Iván Fund, Santiago Loza, 2010), imprime un ritmo tranquilo a una historia que puede encontrar algunos problemas para ser más compleja por la ausencia de conflictos, pero que se construye en una especie de atmósfera de realismo mágico que se hace cada vez más presente. Y aunque puede ser demasiado contemplativa, hay momentos de una cualidad poética y casi filosófica muy notables, como la mencionada escena con el carpincho. 

El mensaje también es una historia de crecimiento, pero no solo para Anika, que utiliza su don con alegría, aunque tiene al principio una actitud de timidez hacia las personas, sino también para el núcleo familiar en el que falta la madre Eloísa, a la que visitan en un centro psiquiátrico, interpretada por Betania Cappato, madre de la joven actriz y directora de La mujer hormiga (Betania Cappato, Adrián Suárez, 2023), de la que fue guionista Iván Fund. También es una película muy silenciosa, introduciendo escasos diálogos entre los tres ocupantes de la caravana que recorre las carreteras de tierra, y reflejando las dificultades de comunicación entre Myriam y Roger, y entre ellos y Anika. Este silencio se rompe en ocasiones por una banda sonora de corte melancólico a cargo del músico de jazz Mauro Mourelos, que utiliza instrumentos solistas para reforzar la idea de soledad, principalmente fliscorno y trompeta. Pero se revela especialmente importante el uso repetido de la canción "Always on my mind" (1972), cuyo título funciona como referencia irónica a la cualidad de la protagonista, en la versión que The Pet Shop Boys interpretaron como homenaje a Elvis Presley en un programa de televisión. En la película se utiliza como una canción de liberación de Anika, quizás el único CD que tienen en la caravana, a la que vuelve en varias ocasiones. Es también un tema de expansión sonora de una historia que quiere hablar sobre la infancia en unas circunstancias muy especiales, y que el director dedica precisamente a sus padres "por proteger mi infancia". El mensaje es una película discreta que no trata de introducir elementos narrativos de confrontación, pero consigue involucrarnos como espectador en una fantasía realista que resulta conmovedora. 

Ato noturno/Night stage

Filipe Matzembacher, Marcio Reolon

Brasil 2025 | Panorama | 


En la obra de teatro que está ensayando Matias (Gabriel Faryas), él y su compañero de reparto Fabio (Henrique Barreira) se suben a una cornisa muy estrecha en la escena final, en la que uno de los dos debe mantener el equilibrio mientras el otro cae al vacío. Quien consigue permanecer en la cornisa tiene la oportunidad de recitar el monólogo final de la obra, el momento de mayor visibilidad dentro de la representación. Esta metanarrativa en la que los personajes y los actores se confunden, se establece como un espejo de la realidad y las ambiciones de Matias y Fabio en el mundo de la interpretación. Lo que plantea Ato noturno (Filipe Matzembacher, Marcio Reolon, 2025) es esta idea de la representación en todos los ámbitos de la vida de sus personajes, explorando los límites entre la vida privada y la pública, y la forma en que se conectan y se invaden mutuamente. Pero la historia se centra principalmente en la relación entre el aspirante a actor Matias y el aspirante a alcalde Rafael (Cirillo Luna), quienes tienen un encuentro sexual tras conocerse a través de una aplicación de citas, y comienzan un romance que está principalmente impulsado por el deseo. Mientras Matias es todavía una persona desconocida, Rafael debe mantener las apariencias como figura política, aunque el deseo les conduce por un camino opuesto de exhibicionismo en espacios cada vez más arriesgados: primero abriendo las cortinas de las ventanas de una casa, más tarde practicando sexo en una zona de cruising. Ato noturno se construye con las formas del thriller erótico que hace referencia a películas como Doble cuerpo (Brian DePalma, 1984), creando una atmósfera de misterio en la primera cita con sonoridades de cine negro en la música de Thiago Pethit, que mantiene siempre un tono de suspense. El ascenso gradual de Matias y Rafael como personajes públicos les introduce en otro tipo de representación que se encuentra en un nivel diferente, marcado por unas normas sociales que establece formas de comportamiento adecuadas incluso si se es abiertamente gay. Los directores Filipe Matzembacher (1988, Brasil) y Marcio Reolon (1984, Brasil), que ganaron el Teddy Award en el Festival de Berlín por Tinta bruta (2018) han establecido habitualmente este planteamiento atmosférico en su cine, que se sostiene de manera más destacada en esta película en el uso del color y la cercanía de la cámara.  

Aunque Matias vive su sexualidad de una manera libre, la oportunidad de protagonizar una serie de televisión acaba estableciendo límites, de manera que el éxito le niega la posibilidad de ser él mismo en su personalidad más completa. La rivalidad entre Matias y Fabio, a pesar de ser amigos y vivir juntos, se hace cada vez más profunda, hasta el punto que la pantalla se divide para mostrar a los dos personajes: uno celebrando el éxito y otro masticando el fracaso, de espaldas, siendo apartado de la imagen finalmente. Pero el desarrollo de la última parte de esta rivalidad, y la entrada en escena de una manera más prominente de Camilo (Ivo Müller), colaborador de la campaña electoral de Rafael, se siente menos orgánica que el resto de la película, desembocando en un tercer acto en el que los elementos de thriller menos sólidos se apoderan de las ideas relevantes sobre el acto de fingir. Ato noturno está más equilibrada cuando reflexiona sobre el exhibicionismo y el poder de la representación, que en los personajes principales acaba traspasando los límites del escenario para contagiar a sus vidas privadas. Pero esta búsqueda del sexo practicado en lugares públicos, con el riesgo que supone para la carrera de Rafael, requiere también la presencia de una tercera mirada, la del espectador, lo que coloca esta pretensión de ser vistos en un nivel paralelo al de la actuación en el teatro o el cine. La cámara se convierte así en un voyeur pero también en participante de los encuentros entre los dos protagonistas, implicándose en los movimientos de unos cuerpos que parecen coreografiados. Y el contraste entre la exhibición amparada en la noche y el disimulo que se produce durante el día es una forma de romper los márgenes entre la realidad y el artificio. Pero también establece con claridad las dinámicas de poder que impone un capitalismo que restringe y confina mediante normas y fronteras morales, frente a la libertad que provoca en los personajes la exploración del deseo en los ambientes nocturnos. 

Hysteria

Mehmet Akif Büyükatalay

Alemania 2025 | Panorama | 


Remarcando el carácter de representación de la realidad que supone el cine, y sobre todo el cine que pretende tener una relevancia social, la nueva película de Mehmet Akif Büyükatalay (1987, Alemania), que ganó el premio a la Mejor Ópera Prima en el Festival de Berlín por Oray (2019), y este año presenta como productor Sirens call (Miri Ian Gossing, Lina Sieckmann, 2025), plantea de nuevo una tesitura a sus personajes relacionada esta vez con la forma en que los medios representan a las minorías. Pero lo hace con una estructura de thriller estilo whodunit en torno a la desaparición de las cintas grabadas de una película que aborda el ataque incendiario de Solingen en 1993, un reflejo de la violencia contra los extranjeros que impactó a la sociedad alemana, cuando cuatro jóvenes neonazis prendieron fuego a la casa de una familia turca. Dentro de la metanarrativa que propone la historia, el director de origen turco Yigit (Serkan Kaya) está rodando una película en la que pretende reproducir el incendio de Solingen con la participación de un grupo personas procedentes del centro de refugiados, entre ellos Said (Mehdi Meskar) y Mustafa (Aziz Çapkurt). Pero cuando están rodando la escena, uno de los participantes, Majid (Nazmi Kirik) se da cuenta de que para reproducir el incendio se ha quemado también un Corán, un acto que le parece un sacrilegio, lo que provoca una protesta indignada. La segunda asistente de dirección, Elif (Devrim Lingnau) es la encargada de guardar las cintas grabadas en un apartamento, pero pierde las llaves y las cintas desaparecen, levantando las sospechas de Yigit y la productora Ellith (Nicolette Krebitz) de que pueden haber sido robadas por los refugiados que actuaron en la película. Hysteria (Mehmet Akif Büyükatalay, 2025) se convierte así en un thriller al estilo de las novelas de Agatha Christie en el que no está claro quién y por qué ha hecho desaparecer la grabación, mientras todos los personajes parecen tener algo que ocultar. Pero la película ofrece una reflexión sobre la responsabilidad de la representación en tercera persona, sobre las identidades en conflicto y el desafío de ofrecer una imagen de la emigración sin caer en dinámicas de clases sociales y estructuras de poder que victimizan a los representados. 

La quema del Corán para hacer más realista el rodaje de una película es el detonante del conflicto principal, lo que provoca que haya un enfoque más tangencial sobre esta circunstancia que resulta algo decepcionante. Majid se refiere al director Yigit como un alemán que solo utiliza su nombre turco como un reclamo comercial, sin entender realmente cuáles son los significados de los símbolos musulmanes. En el lado contrario se encuentra Elif, la joven asistente de dirección que trata de impresionar a la productora Ellith a través de su trabajo, pero manteniendo en un plano secundario su propia identidad, como hija de un padre turco (la propia actriz Devrim Lingnau tiene algunos elementos en común con su personaje, habiendo elegido el apellido de su madre alemana para su carrera artística). El rodaje sin embargo acerca a Elif a los emigrantes, especialmente al joven Said, que es uno de los sospechosos, pero tratando de mantener en secreto su propia responsabilidad al perder las llaves del apartamento y darle la dirección a una persona que la ha llamado por teléfono diciendo que las ha encontrado. La histeria del título se produce cuando la mirada hacia el "otro" se ve envuelta en cuestionamientos morales, y la película coloca en dos niveles diferentes a los alemanes de origen turco que viven desde hace tiempo o han nacido en Alemania, y a aquellos que acaban de llegar como refugiados. Esta diferenciación de clases impide una identificación real, marcando por el contrario una posición de superioridad. Mehmet Akif Büyükatalay introduce diferentes perspectivas que abordan temas relevantes al mismo tiempo que elabora un thriller que se convierte en un juego de mentiras y que se desarrolla al final en un espacio en el que se reúnen todos los personajes para revelar al culpable. Para Mustafa, el tipo de películas que abordan el tema de los refugiados solo se hacen "para lavar la conciencia de los europeos", pero también da la sensación de que Hysteria no termina de profundizar demasiado en los temas relevantes que plantea, y el desarrollo conduce a un desenlace que resuelve la historia de una manera atropellada. 

Beginnings

Jeanette Nordahl

Dinamarca, Suecia, Bélgica 2025 | Panorama | 


Algunos principios son forzados, lo que ocurre precisamente en la última película de Jeanette Nordahl (1985, Dinamarca), que regresa al Festival de Berlín tras haber presentado Wildland (2020) y posteriormente ha trabajado en series de televisión como Cuando el polvo se asienta (Filmin, 2020), Memorias de una escritora (Filmin, 2022) y la segunda temporada de The responder (Movistar Plus+, 2022-). La película comienza precisamente en el final de una relación, cuando Ane (Trine Dyrholm), una bióloga marina que está a punto de publicar un importante artículo de investigación, y Thomas (David Dencik), que trabaja como profesor en una escuela especial, tienen una nueva discusión sobre cómo van a vender la casa después de su divorcio. Es un matrimonio roto (él ha iniciado hace tiempo una relación con Stine (Johanne Louise Schmidt), una compañera de trabajo, con la que acaba de alquilar un apartamento), pero todavía no han tenido el valor de decírselo a sus dos hijas, aunque posiblemente ellas saben más de lo que dicen. Sin embargo, un derrame cerebral sufrido por Ane en su casa la deja paralizada de un lado de su cuerpo y con algunas secuelas psicológicas, lo que pospone la salida de Thomas de su casa. Ambos acuerdan permanecer juntos hasta que ella esté completamente recuperada. La hija pequeña Marie (Luna Fuglsang Svelmøe) siente más que su hermana los cambios de humor de su madre: "Mamá se comporta de una forma extraña", dice. Mientras que en Clara (Bjørk Storm) es menos superficial el efecto de esta nueva situación, pero es evidente que afecta a la concentración en sus entrenamientos de gimnasia. El guión de Jeanette Nordahl y Rasmus Birch, que este año también ha co-escrito el drama Acts of love (Jeppe Rønde, 2025), seleccionado en Rotterdam, se detiene en los pequeños detalles para describir a los personajes principales, pero también para perfilar el carácter de las hijas y de la amante, para quien la ansiada convivencia con Thomas tendrá que esperar. La enfermedad acaba contagiando, de una manera o de otra, al entorno de Ane, que siente impotencia e indignación por transformarse en una persona dependiente. Pero Beginnings (Jeanette Nordahl, 2025) establece una reconexión emocional entre Ane y Thomas, que plantea la incertidumbre sobre si la enfermedad tendrá un efecto de reconciliación entre ambos. 

Contar en el reparto con dos de los mejores actores escandinavos del momento es una garantía: a la gran dama de la interpretación danesa Trine Dyrholm, generalmente muy valiente en la exposición de las vulnerabilidades físicas y emocionales de sus personajes, la hemos visto recientemente en la miniserie Revancha (Max,  2024) y pronto en la excelente La chica de la aguja (Magnus von Horn, 2024), mientras que al sueco David Dencik le hemos visto en Prisoners (Filmin, 2024) y la excelente Pressure point (SVT, 2024), y ha presentado también en el Festival de Berlín la miniserie Other people's money (DR/ZDF, 2025). Ambos coinciden veinte años después de protagonizar la tragicomedia En soap (Enjabonado) (Pernille Fischer Christensen, 2006), y aportan una profundidad a sus personajes que solo necesita algún gesto y alguna mirada para ser expresivos. Sobre todo porque Beginnings es una película que tiene más relevancia en lo que subyace que en lo que muestra, una tensión latente que se multiplica a través de la frustración de Ane, y que a veces estalla en arrebatos de ira con víctimas colaterales. Esa contención que los actores principales mantienen en sus personajes tiene tal capacidad de atraer la atención que en algunos momentos solo es necesaria su presencia en una habitación o una cocina, espacios cerrados en los que la cámara de la directora los confina. Y evita con habilidad los subrayados dramáticos, incluso en una banda sonora muy sobria del compositor norteamericano afincado en Suecia Nathan Larson, que se sostiene en el violonchelo de su colaboradora habitual Gerda Holmquist. Esta incursión en una relación que se remueve a través de un acontecimiento inesperado para transformarse, está inspirada en los padres de la directora y cómo la enfermedad ha sido un elemento presente de manera constante. Pero Beginnings también nos hace reflexionar sobre la naturaleza del compromiso y la estabilidad de una conexión amorosa que a veces se sostiene en sentimientos como la culpa o el remordimiento. De manera que, aunque pretende ser optimista, acaba dejando un sabor agridulce. 

Don't call me mama

Nina Knag

Noruega 2025 | European Film Market | 


Dentro del European Film Market se desarrolla un encuentro paralelo al Festival de Berlín que  presenta las últimas producciones destinadas a los mercados internacionales, y en el que están muy presentes los títulos nórdicos que llegarán a las pantallas a lo largo de este año. Don't call me mama (Nina Knag, 2025) aborda también la representación de los refugiados en el cine y las formas de paternalismo que se reproducen alrededor de quienes huyen de los conflictos que se producen en sus países de origen. La película supone el debut en el largometraje de la cineasta noruega Nina Knag, que previamente ha dirigido varios cortometrajes y ha trabajado como directora de casting en películas como El asesino de las postales (Danis Tanovic, 2020) y series como Rykter (Rumors) (NRK, 2022-). Contando con la participación de la actriz Pia Tjelta, ganadora de la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián por Blind spot (Tuva Novotny, 2018) y a la que hemos podido ver en series como El tiempo de la felicidad (Filmin, 2018-2024) y Made in Oslo (Viaplay, 2022), la historia se centra en la relación entre una profesora de secundaria y el joven de origen sirio Amir (Tarek Zayat), un solicitante de asilo en Noruega. Eva (Pia Tjelta) está casada con Jostein (Kristoffer Joner), alcalde de la ciudad de Odda, pero el matrimonio vive una etapa de crisis debido a una infidelidad pasada de éste con una compañera de partido. Cuando Eva comienza a trabajar como voluntaria dando clases de noruego en el centro de refugiados, Amir se convierte en una liberación emocional para ella, primero admirando su especial talento para la escritura, incluso en un idioma que está aprendiendo, pero poco a poco a través de un deseo mucho más físico. Ambos comienzan una relación pasional que al mismo tiempo se desarrolla sobre la fragilidad del interés personal: para Amir, ella supone un vínculo privilegiado que le permite acceder con más facilidad a la posibilidad de lograr el permiso de residencia; mientras que para Eva, el joven de dieciocho años despierta sus deseos sexuales, pero estableciendo en realidad una relación de poder que ella confunde con enamoramiento. Solo la mirada externa de su amiga y compañera de trabajo Ingeborg (Kathrine Thorborg Johansen) le advierte de las consecuencias fatales que puede tener una relación como ésta. También hay cierto misterio alrededor de Amir que tiene que ver con su procedencia real, lo que aporta una tonalidad casi de thriller erótico a este drama que en un nivel más general reflexiona sobre la condescendencia y la superioridad moral teñida de solidaridad con la que Occidente trata a los refugiados. 

Don't call me mama adopta principalmente el punto de vista de Eva, un personaje complejo que en algunos momentos parece utilizar a Amir solo para satisfacer sus deseos sexuales y contrarrestar su vacío emocional, pero al situarse en esta perspectiva, nunca está claro si ella también está siendo utilizada. La protagonista se coloca en una posición cada vez más complicada, sobrepasando los límites de su propia posición social, pero la historia plantea preguntas sobre la posibilidad de sacrificar los ideales y las buenas intenciones cuando las consecuencias pueden llegar a afectar al propio estatus social. En este sentido, el guión de Nina Knag propone una relación que se aleja de los planteamientos románticos para incorporar elementos mucho más perturbadores, y en cierto modo ofrece una propuesta que sitúa a su protagonista en una situación incómoda. No beneficia a la película cierto tono televisivo, a través de un planteamiento visual en el que predominan los planos cercanos a los personajes, pero con un desarrollo narrativo que resulta demasiado convencional. Es más interesante lo que sobrevuela la acción, que lo que vemos en la pantalla, de manera que la película se sitúa en un nivel más interesante en el plano teórico de lo que se intuye que quiere contar, que en la práctica de lo que realmente cuenta. El personaje de Ingeborg sirve como una representación de la mirada exterior, que de alguna manera puede ver la naturaleza de la relación con la percepción más real, pero su presencia funciona sobre todo como dispositivo respecto al desarrollo de la protagonista, sin que tenga una esencia propia como personaje, algo parecido a lo que ocurre con Jostein, que acaba siendo más conveniente para la trama que relevante para la historia. La película funciona mejor en las escenas en las que se intuye el trasfondo a través de las miradas, de aquello que no se expresa con palabras pero que resulta evidente, como el encuentro con Lisa (Nina Ellen Ødegård) en el ferry que recorre los fiordos, o la reunión con Irene (Ragnhild Gudbrandsen), la directora del centro de refugiados. Don't call me mama supone el reflejo de una relación amorosa que traspasa los límites éticos, y aunque pierde la oportunidad de profundizar más en los temas que trata, explora una interesante perspectiva sobre el cinismo que envuelve a los actos de generosidad aparentemente desinteresados. 


La chica de la aguja se estrena en salas de cine el 21 de marzo.
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Películas mencionadas:

La Strada y Wildland se pueden ver en Filmin. 
El asesino de las postales se puede ver en 3Cat y Filmin.