Hace unos meses se produjo en Estados Unidos un enfrentamiento entre Direct TV y Disney, cuando la primera dejó de transmitir los canales ABC, Fox y ESPN, propiedad de la segunda, después de no alcanzar un nuevo acuerdo de distribución, lo que impidió que 11 millones de usuarios pudieran acceder a partidos importantes de la NFL. La disputa fue breve hasta que finalmente las partes llegaron a un nuevo acuerdo, pero reflejaba claramente la tensión entre las estrategias de las multinacionales, que se enfocan más hacia la rentabilidad del streaming, y los canales tradicionales, que aunque se ha reducido su audiencia por debajo del 50%, siguen teniendo un seguimiento importante. El lanzamiento de Venu Sports, un servicio de streaming surgido de la colaboración entre ESPN (Walt Disney), Fox Sports y TNT Sports (Warner Bros. Discovery), se ha visto bloqueado por orden de un juez ante la demanda antimonopolio presentada por Fubo TV. En España, la decisión de Movistar Plus+ de concluir el acuerdo con AMC Networks International Southern Europe que incluía los canales dentro de su oferta ha provocado otro enfrentamiento que se está haciendo público a través de las redes sociales, donde AMC ha lanzado una campaña en la que avisa a sus espectadores de la próxima ausencia de sus 14 canales en la programación de Movistar Plus+. En realidad, solo seis de ellos estaban disponibles sin coste adicional, pero la desaparición de todos supone una ausencia notable que AMC está justificando como una decisión unilateral de Movistar Plus+, aunque seguramente responde a una falta de acuerdo en las negociaciones. También es cierto que Movistar nunca ha estado demasiado satisfecha con la inclusión de AMC en su oferta, entre otras cosas porque muchos de sus canales son competencia directa con otros propios, y ha habido generalmente una relación poco fluida entre ambos.
AMC Networks opera en España bajo la marca AMC Selekt 14 canales lineales y contenidos bajo demanda de diferentes temáticas y cuenta con otras plataformas de streaming como AMC+, Planet Horror, Historia y Actualidad y El Gourmet. Con franquicias como el universo de The walking dead y series sobresalientes com Entrevista con el vampiro (AMC+, 2022-), además de ser un comprador destacado de producciones europeas como el próximo estreno Conflicto (AMC+, 2024), cuenta con algunos canales que tienen una larga tradición en España como Xtrm, Sundance TV, Odisea o Canal Hollywood, además de Canal Cocina, que se ha caracterizado por invertir en producción propia local. Para Movistar Plus+, que ha ido incorporando contenidos de Max, SkyShowtime y pronto Apple tv+, parece un movimiento lógico deshacerse de aquellos con los que nunca estuvo satisfecha, pero para los usuarios resulta una pérdida notable. La plataforma española ha intentado tranquilizar a sus suscriptores con la incorporación de cuatro canales de BBC Studios: Drama, Top Gear, Food y History, aunque los dos primeros se pueden encontrar de forma gratuita en Pluto TV. En una divertida respuesta de AMC, Canal Cocina lanzaba hace unos días en redes sociales una publicación que preguntaba a los usuarios si preferían la comida española de Canal Cocina o la británica de BBC Food. En todo caso, los canales de AMC se pueden seguir viendo en el resto de operadores de España y a través de AMC Selekt en Prime Video.
Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series que destacamos y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.
La sombra de la tierraMiniserie | Ficción, 4x45' | atresplayer | ★★★★★Escrita y dirigida por Elvira Mínguez |
Que dos de las mejores series españolas estrenadas este año aborden el tema de los abusos dentro de las familias resulta significativo, porque ambas se desarrollan en épocas muy diferentes. Querer (Movistar Plus+, 2024) habla del abuso permanente e invisible dentro del matrimonio, situándolo en la actualidad, mientras que La sombra de la tierra (atresplayer, 2024) se refiere a los abusos constantes entre padres e hijos, y lo hace exponiéndolos de una manera desgarradora. La muerte de Genaro "el putero" (Pedro Almagro) es el punto de partida de una historia que se oscurece por momentos, una crónica de los odios y los abusos de poder de la España rural a finales del siglo XIX. En 1896, en la localidad zamorana de Villaveza del Agua, dos hermanas están enfrentadas: Garibalda (Adelfa Calvo) es una mujer enferma física y moralmente, que mantiene un poder caciquil alrededor de sus tierras y un enfrentamiento abusivo respecto a Atilana (María Morales), aunque ambas comparten un pasado como víctimas. Pero, como dice uno de los personajes: "Al putero no le bastaba irse de putas para saciar su deseo", y también lo ejercía sobre sus hijos, aunque la propia Atilana es capaz de sacrificar a la mayor, Bela (Amaia Sagasti) para impedir que también abuse del menor, Baldo (Marcos Ruiz). En la crónica negra de familias atenazadas por el miedo, la historia de La sombra de la tierra se construye a través de una conexión con el spaghetti western de títulos como Por un puñado de dólares (Sergio Leone, 1964), una influencia reconocida por la directora Elvira Mínguez (1965, Valladolid), para recrear ese entorno rural desde una sensibilidad en la composición de las imágenes que resulta extraordinaria, pero también con el western clásico norteamericano de Centauros del desierto (John Ford, 1956), al que se referencia directamente en el plano a contraluz de Fernando Vacas (Carmelo Gómez) en el Episodio 2. Hay una composición de planos que tiene una cualidad pictórica, como esa magnífica secuencia del mismo episodio en la que Atilana quiere impedir que su hijo Baldo se marche a la guerra de Cuba: "Si lo que quieres es que te maten, no hace falta que te vayas a la guerra, ya me encargo yo", le dice ella. Solo hacen falta tres buenos actores para darle a la escena una tensión insoportable, y la composición situando a los tres dentro del encuadre es de una fuerza poderosa. Entre los personajes masculinos, Vacas es uno de los pocos que mantiene una honradez constante, en medio de la fiereza de dos mujeres que contaminan su entorno con su odio. Y también contagian a sus propios hijos con una carga de desesperación que les lleva a mirar la muerte como una especie de liberación de esa vida cargada de violencia y opresión.
La actriz Elvira Mínguez, nominada al Goya en cuatro ocasiones y ganadora como Mejor Actriz de reparto por Tapas (José Corbacho, Juan Cruz, 2005), debutó como escritora con la novela La sombra de la tierra (2023, Ed. Espasa), y ha tardado poco tiempo en trasladarla a la pantalla, pero con la intención de mantener un control tan completo que ella misma se ha encargado de escribir y dirigir esta adaptación. De hecho, para quienes conozcan la obra original, la historia está versionada de una manera casi literal, con diálogos y escenas que son exactamente los mismos que los que se pueden leer en la novela. Esta es una opción que no siempre funciona porque suele haber cierto beneficio en la incorporación de una mirada externa, pero el resultado es de una excelencia que finalmente parece la decisión más acertada. Y porque Elvira Mínguez evita algunos lugares comunes de las últimas adaptaciones que hemos visto recientemente, como la utilización de un narrador para conectar lo audiovisual con lo literario. En La sombra de la tierra no hace falta, porque las imágenes hablan por sí solas, como esas transiciones temporales que se muestran a través de los diferentes estados de la siembra en la tierra árida que solo se beneficia del cultivo de berza. La literalidad del libro también permite mantener la construcción de unos personajes que se definen perfectamente: la obesidad mórbida de Garibalda, el luto de Atilana, la timidez de Baldo, la sexualidad de Amparo (María García-Concha), la paciencia de Vacas... o por la percepción de los demás, como en el caso de Ladislao (Ginés García Millán) o el Tuerto (Tomás del Estal). Y también permanece el lenguaje, tan cuidado en la novela, que se traslada a una serie que huye del presentismo para mantener los nombres rurales y las expresiones clásicas que surgen del entorno y su época. Hay sin embargo algo de precipitación en la última parte de la serie, que se distancia en algunos momentos de la novela evidenciando la diferencia de criterios entre la creadora y la cadena: mientras que Elvira Mínguez pretendía contar la historia en tres episodios, Atresmedia le pidió los habituales seis, y al final se ha quedado en cuatro. Pero esto provoca que haya cierto desequilibrio entre la forma en que se cuentan los acontecimientos en los dos primeros episodios, con un ritmo perfecto, y cómo se abordan en los otros dos, algo más descompensados.
La sombra de la tierra aborda una realidad oscura que penetra en la piel de sus personajes, en las dos mujeres que están demasiado obcecadas con su propio odio como para darse cuenta del odio que generan a su alrededor, especialmente en sus hijos. Tránsito (Camila Viyuela) sufre los maltratos de su madre Garibalda incluso aunque ésta apenas pueda moverse, pero se establece un paralelismo con Atilana como una mujer que también tiene un comportamiento caciquil cuando las circunstancias se lo permiten. Es el reflejo de una época en la que España se dirigía hacia su última gran derrota como potencia colonial en Cuba, perdiendo el último de sus territorios de ultramar. Como directora que proviene del mundo de la interpretación, Elvira Mínguez ofrece una elección de grandes actores, jóvenes y veteranos, recuperando al excelente Carmelo Gómez olvidado por el cine, pero que mantiene una estable carrera en el teatro, y convirtiendo en protagonistas a dos actrices que habitualmente se encuentran en personajes de reparto: la malagueña Adelfa Calvo, ganadora del Goya por El autor (Manuel Martín Cuenca, 2018) y la cordobesa María Morales, nominada al Goya por Todas las mujeres (Mariano Barroso, 2013), dos interpretaciones rotundas y profundas que parece que quedarán, desgraciadamente, fuera de la temporada de premios, secundadas por un buen reparto de intérpretes que provienen del teatro como Ginés García Millán, Tomás del Estal, Tusti de las Heras y Rafa Castejón. Más ocupada en promocionar El gran salto (atresplayer, 2024) y Santuario (atresplayer, 2024), Atresmedia ha relegado a un plano secundario a la que, al final, ha acabado siendo su gran joya de esta temporada. La sombra de la tierra es una de las primeras producciones de Fonte Films, fundada en 2022 por Pablo Isla, expresidente de Inditex, la abogada María Jesús Román y Carla Pérez de Albéniz, ganadora del Goya a Mejor Dirección de Producción por Mientras dure la guerra (Alejandro Amenábar, 2019). Fonte Films también ha estrenado este año el documental Mugaritz. Sin pan ni postre (Paco Plaza, 2024) y está preparando el largometraje Zeta (Dani de la Torre, 2025) y la serie de espionaje El Centro (Movistar Plus+, 2025).
InvisibleMiniserie | Ficción, 6x50' | Disney+ | ★★☆☆☆Adaptada por Paco Caballero | Escrita por Virginia YagüeDirigida por Paco Caballero |
Hace unos meses se estrenaba la serie Ni una más (Netflix, 2024), adaptada por el escritor Miguel Sáez Carral de su novela centrada en una violación en el entorno de los micromachismos en un instituto, pero que trasladada al formato audiovisual perdía buena parte de su potencial y se difuminaba en mensajes aleccionadores constantes. Quizás sea un defecto de la ficción española, pero cuando se acerca a temas como los abusos o el acoso en el mundo juvenil suelen salir historias cargadas de mensajes panfletarios que acaban rodeándolas de una cierta irrealidad. En el caso de Invisible (Disney+, 2024), se trata de una adaptación de la exitosa novela Invisible (2018, Ed. Nube de Tinta (Random House)), escrita por Eloy Moreno (1976, Castellón de la Plana) quien, tras autopublicarse su primer libro, El bolígrafo de gel verde (2009), llamó la atención de la editorial Espasa. El autor de la novela ha publicado hace unos meses Redes (2024, Ed. Nube de Tinta (Random House)), que es la continuación de Invisible, ahora centrada en los peligros de las redes sociales. Y la adaptación al formato de series vuelve a demostrar que lo que posiblemente funciona en el plano literario no siempre tiene el mismo efecto en su traslación al audiovisual, porque el impacto de la pantalla es mucho más transparente. Cuando el episodio El chico de la herida en el pecho (T1E5) termina con un acto de violencia y la cámara retrocede para mostrar la inscripción "No toleres injusticias", se produce un efecto directo que relaciona la disconformidad con el abuso con la utilización de la violencia como una forma de justicia. Es algo parecido a aquello en lo que caen algunas series y películas coreanas cuando representan el acoso escolar (un grave problema en Corea del Sur) a través de historias de venganza como La Gloria (Netflix, 2022-2023) o Brave citizen (Park Jin-Pyo, 2023) en las que la violencia se acaba resolviendo con más violencia. En este sentido, es más interesante el planteamiento de la serie inédita Pyramid game (Paramount+, 2024) que, aunque propone un caso permanente de acoso como una especie de El juego del calamar (Netflix, 2021-2024) en un instituto, introduce una reflexión sobre los abusos en los centros educativos como un reflejo de los abusos en la sociedad, de manera que es el propio sistema el que debe cambiar. También hay que decir que resulta poco menos que mezquino plantear una historia sobre bullying mientras se introduce product placement de juguetes de la multinacional con la que Walt Disney tiene un acuerdo comercial, porque banaliza la historia a través de un mercadeo publicitario bastante repugnante.
La historia tiene como protagonista a Capi (Enric Seijo), un joven de 12 años aficionado a los cómics que utiliza ese mundo imaginario para crearse su propia armadura emocional contra el acoso que sufre por parte de MM (Diego Montejo) y su pandilla. El propio libro no evita las representaciones algo estereotipadas de determinados personajes como el abusador como un alumno de familia con recursos que se siente inmune ante las posibles denuncias que pueda recibir debido a la influencia de sus padres, pero puede tener sentido por estar enfocado a lectores adolescentes. Lo interesante del planteamiento es que aborda la invisibilidad imaginada de Capi como una representación de lo imperceptibles que son las víctimas de acoso en su entorno, y menciona el silencio de su mejor amigo, Zaro (Izan Fernández) como una forma de complicidad, mientras Kiri (Liv Dobner) es la única amiga que trata de ayudar al chico invisible, pero en un entorno escolar en el que las señales de alarma no parecen abordarse como algo más grave que "una simple cosa de críos". Invisible tiene un problema de credibilidad desde el principio, porque trata de ser tan global que acaba perdiendo verosimilitud, lo que además no tiene demasiado sentido en un panorama audiovisual en el que las historias locales funcionan a nivel internacional. La representación del instituto en la serie pierde completamente el perfil sociológico español para confundirse en una especie de centro educativo general sin alumnos racializados en el que es difícil detectar una mínima representación de la realidad. Las intervenciones dentro de La Profesora (Aura Garrido) respecto al acoso, cuyo pasado relacionado con el bullying se cuenta en el episodio La chica del dragón en la espalda (T1E6), son absolutamente indefendibles desde el punto de vista psicológico, porque incluso revictimizan a la víctima. Los protagonistas juveniles están rodeados de personajes adultos que representan ideas generales y ni siquiera tienen nombre, como El Psicólogo (Mike Esparbé) y La Directora (María Morales), de manera que se aísla su realidad desde una mirada de aparente incomprensión adulta.
Invisible cuenta su historia introduciendo constantemente mensajes que parecen discursos bastante artificiosos sobre el acoso escolar, y de hecho los libros de Eloy Moreno suelen utilizarse dentro de los institutos como una herramienta educativa. En la serie este tono moralizante funciona peor, porque resulta demasiado evidente y menosprecia la inteligencia del espectador. Incluso la representación de ese mundo imaginario de Capi recuerda a películas como Un monstruo viene a verme (J.A. Bayona, 2016), entre otras cosas porque está subrayada por la música de Fernando Velázquez, que también firmaba la banda sonora de aquella película sobre el monstruo interior que representaba los traumas de un niño. De manera que esta fantasía en la que un dragón habla con la voz de David Verdaguer acaba resultando algo forzada y artificiosa, pareciéndose más a un recurso comercial para atraer a ciertos sectores de la audiencia. Y aunque Paco Caballero (1980, Madrid), director de series como Sin huellas (Prime Video, 2023) y Citas Barcelona (Prime Video, 2015-) ofrece un trabajo artesanal efectivo que mantiene el ritmo, es incapaz de extraer de los jóvenes protagonistas interpretaciones que transmitan emoción, si acaso únicamente en el caso de Diego Montejo, quien interpreta al acosador con bastante acierto, porque se enfrenta a un personaje con matices, aunque envuelto en un arco ridículamente sensiblero, lo que también acaba transmitiendo un mensaje confuso. Perdida en su pretensión didáctica envuelta en soluciones contradictorias, Invisible es una aproximación al acoso escolar que permanece siempre en la superficie.
The headTemporada 3 Final | Ficción, 6x50' | Max | ★★☆☆☆Creada por David Pastor, Álex Pastor, David TroncosoEscrita por Teresa de Pelegrí, Dominic HarariDirigida por Jorge Dorado |
Como una de las producciones de mayor éxito internacional de The Mediapro Studio, The head (Max, 2020-2024) ha logrado venderse a más de 90 países en una estrategia que plantea proyectos de coproducción de series con un perfil que tiene como principal objetivo el mercado extranjero, como la colaboración con Finlandia Kosta: The paradise (Yle, 2020-2024), que también ha concluido este año con su tercera y última temporada. Es el planteamiento de Ran Tellem (1969, Israel), productor de la versión original israelí de Homeland (Disney+, 2011-2020) y ganador de un Emmy como productor ejecutivo del remake norteamericano, que se incorporó como Director de Contenidos Internacionales de The Mediapro Studio en 2016. La producción nació como una miniserie creada por David Pastor y Álex Pastor sobre una idea de David Troncoso, pero su éxito propició que se replanteara la estrategia y se convirtiera en una trilogía que incorporara nuevos guionistas en cada temporada. La serie consiguió financiarse como una coproducción con HBO Asia y Hulu Japón, y mantiene acuerdos de emisión a través de Max en algunos territorios, estrenando esta tercera temporada de forma simultánea en España, Portugal, Latinoamérica y Estados Unidos. En el pasado MIPTV se cerraron acuerdos también con países como Australia, Letonia y Estonia, además de renovar con aquellos que han emitido las dos temporadas anteriores, como Francia, Alemania, Japón, República Checa o Eslovaquia hasta alcanzar un centenar de mercados. La intención de The Mediapro Studio para este tipo de producciones es contar con un reparto internacional y rodarlas en inglés, pero realizando la mayor parte de la producción en España. El rodaje de las tres temporadas se ha llevado a cabo principalmente en Tenerife, aunque en esta última temporada se ha trasladado en parte al desierto de Tabernas (Almería) para recrear la nueva localización, una zona llamada Bir Tawil, situada en la frontera entre Egipto y Sudán pero que ninguno de los países reclama como suya. Tanto es así, que en 2015 un granjero norteamericano, Jeremiah Heaton, decidió reclamar esta parcela de desierto como su reino, para convertir a su hija de siete años en una princesa, siendo el protagonista del documental The King of North Sudan (Danny Abel, 2021). Aunque el llamado Principado de Bir Tawil también tiene como jefe de estado autoproclamado a Giovanni Caporaso, un abogado italiano que ejerce en Panamá.
La tercera temporada de The head cuenta como responsables de guión con el matrimonio formado por la española Teresa de Pelegrí y el británico Dominic Harari, que han escrito guiones para películas como The chosen (Antonio Chavarrías, 2016) y actualmente están desarrollando las series Grand final (atresplayer, 2025) para Buendía Studios y Young Poe (2025), otro proyecto internacional para The Mediapro Studio. La historia retoma los acontecimientos que se produjeron al final de la segunda temporada y comienza con Rachel Russo (Olivia Morris) continuando la investigación de su padre Arthur Wilde (John Lynch) en torno a una toxina contaminante cuya nueva fase requiere la investigación con seres humanos. En medio del desierto más inhóspito, en un territorio sin gobierno, un grupo de personas, entre ellos cinco participantes en el experimento como objetos de estudio, junto a Olivia Jackson/Maggie Mitchell (Katherine O'Donnelly) y Lauren (Olwen Fouéré), que aparecía en la segunda temporada, se enfrentan de nuevo a situaciones misteriosas tras la aparición de un hombre desconocido llamado Michael Drake (Seumas Sargent), que dice ser un turista norteamericano perdido tras una excursión al desierto, y que por supuesto no es lo que parece. The head fue concebida como una miniserie que se desarrollaba en el Ártico (aunque la mayor parte se rodó en Canarias) y que tuvo algunas dificultades para que su continuación fuera convincente en una segunda temporada que tenía lugar en un barco en medio del punto más alejado del Océano Pacífico, convirtiéndola en un enfrentamiento entre Maggie Mitchell y Arthur Wilde. Pero en realidad utilizando la misma fórmula de un grupo de personas atrapadas en un lugar aislado en el que comienzan a producirse muertes misteriosas, que también es el punto de partida de esta tercera temporada, rodada esta vez en Almería para simular el Sahara, Tenerife y Madrid para las escenas en el interior de la base científica.
Como las anteriores, The head es un thriller que juega con el ritmo y la introducción de giros un poco locos que muchas veces ni siquiera están justificados y suelen resolverse con poca credibilidad. Por tanto, es necesaria una actitud pasiva por parte del espectador para dejarse llevar plenamente por una historia con numerosos agujeros narrativos y escasa verosimilitud científica. Para introducir a uno de sus principales protagonistas, Arthur Wilde, el guión recurre a flashbacks presentados en blanco y negro que justifiquen su presencia, pero que están alejados de la trama principal, aunque pretendan ofrecer algunas explicaciones sobre los acontecimientos que hemos visto en las temporadas anteriores. El planteamiento de reunir un nuevo equipo de guionistas en cada temporada puede ser interesante para aportar nuevas ideas, pero en este caso resulta contraproducente para dar coherencia a una historia que parece haber ido improvisándose en cada nueva entrega. La tercera temporada de The head está de nuevo dirigida por Jorge Dorado (1976, Madrid), que se ha dedicado al formato de series desde que comenzó a dirigir episodios de El Ministerio del Tiempo (RTVE, 2015-2020) aunque también estrenó su tercer largometraje, Objetos (2022), y cuenta con la incorporación española en el reparto de Clara Galle, a la que vimos recientemente en Ni una más (Netflix, 2024), junto a otros intérpretes internacionales, algunos de los cuales duran poco más de un episodio. La tercera temporada es más de lo mismo, para bien y para mal, un thriller intenso que tiene escaso trasfondo, pero que sabe ser adictivo y construir un entorno propio que lo han convertido en uno de los mayores éxitos internacionales de la producción española.
¿Yo fui mujer florero?Miniserie | Documental, 2x45' | Max | ★★★☆☆Escrita por Rafa de los Arcos, Meritxell Aranda, Lala ManresaDirigida por Rafa de los Arcos, Meritxell Aranda |
La pregunta retórica con la que se plantea este documental, cuya traducción en el mercado internacional es más directa (Was I a sex object? (¿Fui un objeto sexual?)) trata de responderse a lo largo de un análisis algo superficial y con un tono desenfadado sobre el mundo de la televisión en la etapa de la transición democrática, cuando España se dejaba permear por las influencias de Italia, principalmente, al calor de la llegada de la televisión privada. En realidad, se trata de un largometraje documental de 90 minutos, pero dividido en dos partes para que parezca una serie, y de hecho, su estructura tampoco define claramente la diferencia entre los dos episodios, porque aunque al final del primero se lanza un cebo en el que parece que el segundo va a profundizar en el lado más oscuro del mundo de la televisión, solo pasa de puntillas sobre temas como los abusos sexuales, y lo más oscuro que plantea es cómo las azafatas debían beber batidos y zumos constantemente para no ganar peso. La mirada al pasado desde la perspectiva actual permite tratar determinadas cuestiones con cierto sentido del humor y algo de ironía, pero también tiene sus limitaciones, como en el documental Con la pata quebrada (Diego Galán, 2013), en el que se analizaba la evolución de la representación de la mujer en el cine español desde los años 30 hasta la actualidad. La pregunta sobre si las participantes de los programas de entretenimiento eran tratadas como objetos sexuales puede tener una respuesta clara desde la mirada actual, pero plantea dudas sobre la percepción de una época en la que España quería salir de una etapa de oscurantismo político y social para abrazar la claridad de la democracia a través de la sexualización de la mujer. El documental establece como punto de inflexión la teta de Sabrina Salerno en el especial de fin de año de 1987-1988, en una TVE dirigida por Pilar Miró. Que una mujer diera permiso al realizador Hugo Stuven para, no solo mantener en pantalla ese momento, sino repetirlo en cámara lenta, resulta significativo, como afirma la especialista en audiovisual Elena Neira: "Cortar ese momento hubiera sido volver atrás, a la época del No&Do. Pero repetirlo en cámara lenta significaba que había una intención de mercadear con ello".
El director Rafa de los Arcos, que este año también ha estrenado la interesante docuserie Megamix brutal (RTVE/3Cat, 2024), pretende dar voz a las mujeres que nunca la tuvieron en la televisión de la época, entrevistando a profesionales como Loreto Valverde, Makoke, Patrizia Cavaliere, Beatriz Rico o Miriam Díaz-Aroca, algunas con posibilidad de continuar sus carreras como actrices o presentadoras, mientras muchas de ellas han seguido trabajando al margen de la televisión. La irrupción del formato televisivo de Silvio Berlusconi acabó siendo el impuso definitivo de la representación sexualizada de la mujer, y Telecinco se inventó las Mamachicho primero y las bailarinas de Cacao Maravillao después, aunque el documental deja claro que ya Chicho Ibáñez Serrador ofrecía una selección de azafatas marcadas por el mercadeo del cuerpo en la televisión pública del Un, dos, tres... responda otra vez (TVE, 1972-2004). Uno de los elementos de interés de esta docuserie es dejar claro que la cosificación de las mujeres era un reflejo de la sociedad, y por tanto también estaba presente en la televisión pública en retransmisiones como el concierto de Marta Sánchez para las soldados del Golfo en 1990, o la aparición de algunos concursos populares: "El precio justo (TVE, 1988-2007) era un tipo de programa que incorporaba el machismo pero sin que se notara, con el presentador representando la experiencia y las azafatas como meros objetos", comenta Elena Neira. El segundo episodio reflexiona sobre la escasa posición de poder de las mujeres dentro de las directivas de las televisiones privadas y públicas. Lola Barranco fue una de las pocas directivas de Telecinco, y menciona que "Yo me integraba con los hombres, y si había que ir a un puticlub, me iba a un puticlub con ellos. Pero yo no cobraba lo mismo, aunque tuviera la misma responsabilidad".
Para la guionista Henar Álvarez, "vivimos en una sociedad en la que se ha sexualizado absolutamente todo. No hay un solo estereotipo de mujer sin sexualizar, si durante mucho tiempo ese ha sido el único rol que nos han dejado jugar de cara al exterior". La respuesta de las entrevistadas que trabajaron en esa época es diversa respecto a la sensación de sentirse objetos sexuales, pero la propia realización de los programas, con zooms hacia los pechos y los culos, mostraba una cosificación permanente. Se dedica poco espacio en el documental a analizar las escasas posibilidades de las jóvenes para tener una carrera en televisión al margen de la exposición de sus cuerpos, pero algunas de ellas resaltan que tuvieron unas carreras profesionales estables y ciertos privilegios en cuanto a sueldos y proyección social, aunque algunas tuvieran que pasar, al margen de la exhibición en televisión, por la exhibición más evidente en las portadas de Interviú. Y hay casos sorprendentes vistos desde ahora, como la incorporación de un striptease femenino en los últimos minutos del late night Àngel Casas Show (TVE, 1984-1988). Pero se introduce una reflexión sobre la permanencia de la sexualización en la actualidad, aunque Elena Neira marca la diferencia: "Las mujeres se han dado cuenta de que el físico es un activo muy poderoso. En la actualidad, lo utilizan de una manera mucho más activa y por decisión propia. Pero también es verdad que es difícil sobrevivir en determinado sector sin utilizar eso como capital para cotizarte y para tener éxito. Lo que no quiere decir que la sexualización no siga existiendo, sobre todo en los programas de entretenimiento". ¿Soy una mujer florero? (Max, 2024) está producida por Producciones de El Barrio, empresa fundada por Jordi Évole y Ramón Lara en 2015 y que, al margen de los programas presentados por el primero, ha puesto en marcha varias docuseries para canales como La Sexta y Antena 3, y plataformas como Max, Movistar Plus+ y Disney+. Este pertenece al formato de consumo fácil sin profundizar, con un tono desenfadado cercano a Pajares & CIA (atresplayer, 2022), otro repaso a la transición española desde la perspectiva del destape en el cine, pero sin demasiada relevancia.
1992Miniserie | Ficción, 6x45' | Netflix | ★☆☆☆☆Creada por Álex de la Iglesia, Jorge GuerricaechevarríaDirigida por Álex de la Iglesia, Adolfo Martínez Pérez |
El anuncio de la cancelación de 30 monedas (Max, 2020-2023) el pasado mes de mayo fue una sorpresa, porque desde el principio había sido concebida como una serie de tres temporadas, y porque se nos estaba vendiendo como uno de los éxitos internacionales de HBO y Max. Aunque no ha habido una explicación oficial, el alto presupuesto y el bajo rendimiento han podido ser las principales causas, pero parece claro que la principal ha sido la salida de Miguel Salvat, vicepresidente de programación original de HBO España, en noviembre de 2023, y el principal impulsor de la serie dentro de la compañía. Todo ello en medio de un debate interno en el que Laura Carafoli, directora de contenidos de Warner Bros. Discovery para el Sur de Europa, ha tenido más de un enfrentamiento sobre la forma de gestionar la producción original de la plataforma, con tendencia a controlar desde Italia la estrategia para España y Portugal, y muy contraria a la independencia que mantenía Miguel Salvat en HBO España. Tanto es así, que su sustituto fue el ejecutivo italiano Alberto Carullo, aunque los problemas internos están lejos de resolverse porque Carullo no ha durado ni diez meses en el puesto, abandonándolo el pasado mes de octubre para asumir el cargo de director general de contenidos de Mediaset España. 30 monedas ha acabado siendo por tanto una víctima colateral de las trifulcas internas de Warner Bros, Discovery, pero Álex de la Iglesia ya tenía en marcha otro proyecto que se ha materializado en 1992 (Netflix, 2024), una propuesta de thriller que había pedido la plataforma y que el director bilbaíno ha convertido en una mirada irónica hacia uno de los dos acontecimientos que quisieron convertir a España en ejemplo de modernidad a principios de lo noventa. El excelente documental El año del descubrimiento (Luis López Carrasco, 2020) ya mostraba el lado menos amable de aquella época, el año de la reconversión tramposa, la especulación extranjera y la traición de un partido de izquierdas a la clase obrera. Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría prefieren quedarse en la mirada irónica hacia la corrupción política y la representación de la España cutre: el naufragio de la réplica de la Nao Victoria en su botadura, con la mascota Curro precipitándose al agua, y el incendio del Pabellón de los Descubrimientos, todo ello a pocos meses de la inauguración de la Expo '92. De hecho, la serie funciona mejor cuando se traslada a 1992 que cuando se desarrolla en la actualidad, y el episodio Sevilla es como soñar con el cielo (T1E3) acaba siendo una divertida representación de la política chusca de los maletines y las cajas B, con la aparición del ensayo de una cofradía en medio de una operación policial.
Pero 1992 está desgraciadamente más cerca de Veneciafrenia (2021) que de La comunidad (2000), de un Álex de la Iglesia en horas bajas, incapaz de sostener con solvencia un thriller previsible y lleno de clichés del género, y además con un nivel de producción más que modesto, en el que Netflix no parece haber invertido demasiado. Los protagonistas de la historia son Richi (Fernando Valdivielso), un ex-policía que trata de recuperarse de su adicción al alcohol, y Amparo (Marián Álvarez), una viuda cuyo marido acaba de morir en un incendio provocado por un asesino que parece tener como objetivo a altos cargos de la Expo '92. El punto de partida es interesante, y la historia del asesino juega con algunos de los recursos clásicos del género, con referencias a Los crímenes del museo de cera (André De Toth, 1953). El entorno de La Cartuja se presenta como un espacio descuidado, un escenario oscuro donde conviven empresas de alta tecnología con las superficies mohosas de los pabellones abandonados, convirtiendo a Curro en un elemento terrorífico, que remite a aquella imagen tétrica de un video que se viralizó en internet del cementerio de los Curros, un almacén de anticuario situado en Alcalá de Guadaira en el que permanecen un centenar de antiguas mascotas de la Expo, descoloridas y manchadas. Hay una iconografía en la serie que resulta atractiva, pero la pobre ejecución, el guión descuidado, la falta de desarrollo de los personajes y sus continuas idas y venidas en AVE Madrid-Sevilla / Sevilla-Madrid, acaban convirtiéndola en un despropósito sin posibilidad de solución. Incluso el compositor Roque Baños, habitual colaborador de Álex de la Iglesia, parece haber creado una banda sonora en piloto automático, que está presente de manera constante e incluso molesta en ocasiones. Más allá de su superficialidad como thriller algo casposo, 1992 esconde una interesante reflexión sobre la cara oculta de la España colorista que se vendió aquel año de grandes acontecimientos, reflejando el lado más chapucero y deshonesto. Pero dentro de la filmografía de un director generalmente notable, acaba formando parte de sus propuestas más mediocres. Hay una idea atractiva que sin embargo sufre por su mala ejecución y eso que, al contrario de lo que suele ocurrir en las colaboraciones de Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría, que acaban desbarrando bastante en sus tramos finales, esta serie consigue que los dos últimos episodios sean los que elaboran un desenlace más convincente.
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Películas mencionadas:
Por un puñado de dólares se puede ver en FlixOlé, Movistar Plus+ y Prime Video.
Centauros del desierto, Todas las mujeres y El año del descubrimiento se pueden ver en Filmin.
El autor se puede ver en Netflix.
Mientras dure la guerra, Mugaritz. Sin pan ni postre y Los crímenes del museo de cera se pueden ver en Movistar Plus+.
Brave citizen se puede ver Kokowa+.
Un monstruo viene a verme se puede ver en Max, Netflix, Prime Video y SkyShowtime.
Objetos se puede ver en Prime Video y RTVE Play.
Con la pata quebrada se puede ver en FlixOlé.
Veneciafrenia se puede ver en Prime Video.
La comunidad se puede ver en Disney+, FlixOlé y Movistar Plus+.
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