22 mayo, 2024

Cannes '24 - Parte 2: Encontrar el lugar

Nuestra nueva crónica del Festival de Cannes, centrada en las proyecciones paralelas de la Quincena de Realizadores, Semana de la Crítica y Un certain regard, que en sí mismas cuentan con una programación muy destacada, se enfoca en historias en las que los personajes tienen la necesidad de encontrar su espacio, bien porque están atrapados en sociedades cerradas, o porque aspiran a la integración. Desde Winnipeg hasta París, pasando por São Paulo, un pequeño pueblo francés o una imaginada ciudad en Egipto, estas películas definen sentimientos de exclusión. El Festival de Cannes ha servido también estos días para que el cine argentino se haya reivindicado frente a las políticas del presidente ultraderechista Javier Milei, una de cuyas primeras acciones de gobierno ha sido desmantelar el Instituto Nacional de Artes Audiovisuales y Cinematográficas de Argentina (INCAA). Aprovechando la presentación de películas como Simón de la montaña (Federico Luis, 2024), su protagonista Lorenzo Ferro junto a la actriz María Alché, leyeron un manifiesto desde la playa de la Quincena de Realizadores advirtiendo de la "cruzada contra la cultura, la ciencia y la educación" del actual gobierno argentino. Desde el pasado mes de abril, no solo ha cerrado temporalmente el INCAA, sino también otras instituciones que Javier Milei considera asociadas al kirchnerismo, como el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) y la agencia de noticias Télam. El discurso del gobierno mantiene las tesis tradicionales en los sectores de ideología ultraconservadora de que el cine es deficitario. Pero el INCAA no se financia con dinero que proviene de los presupuestos del Estado, sino que es una institución que recibe buena parte de su financiación del llamado Fondo de Fomento Cinematográfico (FCC), que obtiene su presupuesto de un 10% de impuestos sobre las entradas de cine, un 10% de la venta de DVD y un 25% de la recaudación del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), que proviene de una tasa a los canales de televisión y servicios de cable. 

La iniciativa del gobierno se ha visto beneficiada por la crisis interna que vivió el sector cinematográfico argentino en 2022, cuando algunas iniciativas del presidente del INCAA, el director de cine Luis Puenzo, provocaron un rechazo total por parte de la industria. Entre ellas, proponía apoyar económicamente solo a aquellas producciones que tuvieran un presupuesto superior a los 100 millones de dólares, beneficiando a las películas de coste medio frente a las de menor presupuesto, que son la mayoría de las que se hacen en Argentina. La pérdida de confianza por parte del entonces Ministro de Cultura, el también cineasta Tristán Bauer, acabó con la renuncia de Luis Puenzo tras varias jornadas de movilizaciones. En el Festival de Cannes se han podido ver varias producciones argentinas en diferentes secciones: Simón de la montaña (Federico Luis, 2024) en la Semana de la Crítica; Algo viejo, algo nuevo y algo prestado (Hernán Rosselli, 2024) en la Quincena de Realizadores; Transmitzvah (Daniel Burman, 2024) en Cinéma de la Plage; y Los domingos mueren más personas (Iair Said, 2024) en la sección ACID; y además se presentó la copia restaurada de la película Rosaura a las diez (Mario Soffici, 1958), dentro de la sección Cannes Classics. 

Universal language

Matthew Rankin

Canadá 2024 | Quincena de Realizadores | ★☆

Cannes '24: Premio del Público


Tras su inclasificable debut The 20th Century (Matthew Rankin, 2019), que consiguió el premio FIPRESCI en el Festival de Berlín, en el que abordaba la historia de Canadá desde una perspectiva singular, las expectativas en torno al segundo largometraje del director canadiense eran altas, y ciertamente las ha cumplido. Alejándose del estilo de aquella, aunque manteniendo su original puesta en escena que en ciertos aspectos puede recordar a Wes Anderson, Universal language (Matthew Rankin, 2024) explora sin embargo la narrativa del cine iraní como una proyección del interés que tiene el realizador desde que viajó a Irán para intentar estudiar con los grandes maestros como Abbas Kiarostami, una intención que no tuvo éxito. De manera que en esta ocasión crea un escenario que mezcla Winnipeg con Teherán, en el que los personajes se comunican hablando francés y farsi, de nuevo elaborando una imaginativa recreación de historias basadas en la realidad y narrativas inventadas, en la que principalmente se aborda la conexión del ser humano más allá de la distancia o las diferencias culturales. La película comienza con Monsieur Bilodeau (Mani Soleymanlou), un profesor de una escuela de integración en Montreal que está harto de sus alumnos y decide huir hasta Winnipeg, encontrándose en el autobús con Matthew (Matthew Rankin), quien también se dirige a esa ciudad, con la intención de reencontrarse con su madre. También hay una historia paralela protagonizada por los niños Negin (Rojina Esmaeili) y Nazgol (Saba Vahedyousefi), dos de los alumnos del profesor, que descubren un billete congelado en un bloque de hielo, una anécdota real que le ocurrió a la abuela del director cuando encontró dos dólares durante la Gran Depresión. La aventura de los niños para tratar de descongelar el billete y usarlo para comprarle a su compañero Omid (Sobhan Javadi) unas nuevas gafas porque las suyas se las arrebató un pavo, tiene claras referencias a El globo blanco (Jafar Panahi, 1995) y a los cortometrajes para niños que desarrolló Abbas Kiarostami en los años setenta en el Instituto Kanoon. 

Otro de los protagonistas de la película es Massoud (Pirouz Nemati), quien ha estado cuidando a la madre de Matthew, y que se dedica a ejercer como guía turístico en Winnipeg, "un lugar extraño para hacer turismo", como afirmaba el profesor Bilodeau, enseñando edificios sin historia, aparcamientos y centros comerciales abandonados. Sus recorridos por la ciudad están enmarcados por edificios altos de cemento que describen un lugar inhóspito y gris, en el que se puede encontrar un cementerio en medio de una autopista. Lo que consigue Matthew Rankin (1980, Canadá) es una película que refleja su conocimiento e interés por el cine iraní, con referencias concretas como el propio vestuario de su personaje, que reproduce el del protagonista de Primer plano (Abbas Kiarostami, 1990), un cinéfilo que se hacía pasar por el director Mohsen Makhmalbaf, de manera que establece también una reflexión sobre la artificialidad del cine. Pero al mismo tiempo Universal language es una propuesta muy canadiense, con un sentido del humor que adopta la idiosincrasia de la mirada irónica y autocrítica que suele caracterizar a sus cineastas. En las notas de prensa, en una entrevista que se hace a sí mismo, Matthew Rankin comenta que "el cine iraní surge de 1.000 años de poesía, mientras que el cine canadiense surge de 40 años de anuncios de muebles con descuentos". Una mirada que también estaba presente en aquella recreación inventada en torno al ex-primer ministro William Lyon Mackenzie King, que conformaba su anterior película. Sin embargo, en ésta hay una absoluta convicción en las conexiones humanas y la convivencia intercultural, de manera que cuando Matthew pregunta a Massoud por qué ha estado cuidando a su madre durante todo este tiempo, él contesta: "Todos estamos conectados".  Desde los planos estáticos que muestran las acciones a través de las ventanas, hasta el diseño de producción retro que ha creado Louisa Schabas, la película se mueve en un realidad surrealista en la que el tiempo y el espacio se entrelazan para ofrecer una comedia extraña pero muy sugerente. 

Shark 12 (East of noon)

Hala Elkoussy

Países Bajos, Egipto, Qatar 2024 | Quincena de Realizadores | ☆☆


En su fábula escenificada en un mundo imaginario, la cineasta Hala Elkoussy (1974, Egipto) crea una historia atemporal con un diseño marcadamente anacrónico, que recuerda a las películas italianas de los años cincuenta, sobre todo por el uso de una textura analógica de 16 mm. en blanco y negro, con algunas incursiones en el color. La decisión de rodar en este formato sin embargo refuerza la representación de un cuento narrado por Galala (Menha El Batroui), una anciana que habla de historias que se desarrollan en el mar, que solo ella conoce. Es la abuela de Abdo (Omar Rozeik), un joven de diecinueve años que utiliza objetos cotidianos para crear música y que piensa que ésta le servirá para sustituir al artista Shawky (Ahmed Kamal), un autócrata que controla el pueblo, y que está imaginado como un showman que mantiene a los habitantes distraídos con representaciones de música y teatro. Pero no puede evitar que a veces surjan ciudadanos que se rebelan: "Vivimos como moscas y cuando morimos, no tenemos dinero ni para nuestros ataudes", se queja uno de ellos. Abdo sueña también con salir al exterior y conocer esos lugares al lado del mar de los que habla su abuela, y quiere hacerlo acompañado de Nunna (Fayza Shama), una joven obligada a ejercer la prostitución, que sufre la violencia y la humillación de los hombres. Si encontramos referencias al cuento de Las mil y una noches, también hay un tono carnavalesco que puede recordar a Federico Fellini, una tonalidad que también estaba en su anterior película, Cactus flower (Hala Elkoussy, 2017), seleccionada en el Festival de Rotterdam. La directora despliega una imaginativa puesta en escena que a veces acerca a la película al género musical, desplegando una riqueza visual muy atractiva en la que sin embargo se representa la sátira y la crítica hacia Egipto y la pérdida de esperanza tras las protestas de 2011. En una de sus actuaciones, Showman Shawky ejerce como moderador de dos representantes políticos que son exactamente iguales, en un debate que termina de una manera violenta, y la rebelión de los jóvenes parece evocar la primavera árabe. 

La propia anciana Galala menciona que "no hay ángeles en el infierno", y su condición de narradora se convierte también en una forma de supervivencia, describiendo a los habitantes del pueblo diciendo que "estaban tan asustados que se les escapó la imaginación". Algunos de ellos se embarcan en la búsqueda de un supuesto tesoro que está escondido bajo tierra, pero cada vez que escarban solo encuentros cadáveres. De manera que East of noon (Hala Elkoussy, 2024) acaba abordando temas como los abusos, el autoritarismo o la violencia pero rodeándolos de una exuberancia visual que se enriquece con la textura del blanco y negro, fotografiado por AbdelSalam Moussa., el diseño de producción creado por la propia directora o los imaginativos instrumentos musicales fabricados por el compositor Ahmad Elsawy, los mismos que utilizó para crear parte de la banda sonora. Esta inventiva se apodera demasiado de la historia, de manera que a nivel narrativo palidece entre las metáforas y las simbologías que pretende representar, mientras que los actores jóvenes, especialmente Omar Rozeik, no transmiten esa pretendida vitalidad de sus personajes. Más interesante a nivel visual que desde el punto de la historia, East of noon pierde a veces la capacidad de alcanzar el necesario carácter alegórico porque lo envuelve de demasiados elementos. Aunque resuta llamativo el paralelismo entre esta sociedad encerrada en sí misma y la realidad, como ha apuntado la directora sobre la dificultad de conseguir el permiso de las autoridades francesas para que los actores pudieran estar presentes en el estreno de la película en Cannes. 

L'histoire de Souleymane

Boris Lojkine

Francia 2024 | Un Certain Regard | ★☆

Cannes '24: Premio del Jurado | Mejor Interpretación (Abou Sangaré) | Premio FIPRESCI


Una circunstancia significativa en los países occidentales es la manera diferente con la que se definen los organismos encargados de valorar las solicitudes de asilo de los extranjeros. En Francia, la denominación de Oficina Francesa para la Protección de los Refugiados y Apátridas (OFPRA) sugiere que se trata de una institución que ofrece seguridad y auxilio, pero la percepción de los inmigrantes frente a ella es la del miedo y la amenaza ante la posibilidad de que el resultado de su entrevista de solicitud de asilo acabe en un estado de desprotección e inseguridad. En L'histoire de Souleymane (Boris Lojkine, 2024) se plantea cómo los refugiados necesitan crear narrativas ficticias que encajen con los requerimientos del país para ser considerados dignos de ayuda, y uno de los elementos más interesantes de esta propuesta es la forma en que el protagonista Souleymane (Abou Sangaré) utiliza la mentira constantemente, de manera que su realidad no es una historia heroica de violencia y supervivencia (lo es, pero no en el sentido que reclaman las políticas migratorias). La película transcurre en los dos días previos a la entrevista en la OFPRA que puede cambiar la vida del protagonista, pero la memorización de la historia de ficción que debe contar, su trabajo como repartidor usando la cuenta de un amigo, las deudas que comienzan a acumularse y algún accidente fortuito acaban convirtiendo estas cuarenta y ocho horas en un auténtico infierno, adoptando por parte del director un ritmo de thriller frenético y a contrarreloj, que recorre las calles de París como si se tratara de un lugar permanentemente hostil. En L'histoire de Souleymane, el protagonista se enfrenta a un ataque constante, desde los clientes hasta los encargados de los restaurantes o los transeúntes, pero también dentro de su comunidad, representada en Barry (Alpha Oumar Sow), que ayuda a inmigrantes a construir relatos fiables a cambio de dinero, y que retiene la documentación de Souleymane hasta que no reciba el pago pactado. Solo hay un momento de humanidad cuando un anciano al que ha dejado uno de los repartos se interesa por sus orígenes. 

El director Boris Lojkine (1969, Francia) ya abordó el tema de la inmigración en su película Hope (2015), que participó en la Semana de la Crítica, aunque en aquella ocasión se centraba en el trayecto de dos jóvenes africanos a través del desierto del Sahara. Y ésta responde en cierta manera a las peticiones de una especie de secuela de aquella, mostrando qué ocurre cuando el viaje llega a su destino y comienza el proceso para la legalización y la residencia. Si hemos visto este año un acercamiento al entorno de los riders en el documental argentino El repartidor está en camino (Martín Rejtman, 2024), ocupado principalmente por emigrantes venezolanos, en Francia también el trabajo de delivery está compuesto sobre todo por africanos, muchos de ellos en proceso de regularización. La película asume los lugares comunes del cine que trata las problemáticas sociales de la emigración, pero la fotografía de Tristan Galand, que ha trabajado tanto en documentales como en películas de ficción, y que recoge la luminosidad natural para captar la tonalidad saturada de las noches de París, aporta un tono de thriller a estos dos días frenéticos, con momentos de suspense notables, como cuando Souleymane entrega una pizza a un grupo de policías que comienzan a hacerle preguntas sobre su regularización. El director habla de dos películas que ha tenido presentes durante el proceso de escritura: La muerte del Sr. Lazarescu (Cristi Puiu, 2005) y 4 meses, 3 semanas, 2 días (Cristian Mungiu, 2007), en las que los protagonistas eran presos de un sistema opresivo. El guión, co-escrito junto a Delphine Agut, guionista de Inshallah a boy (Amjad Al Rasheed, 2023) detiene el frenesí en los veinte minutos finales, el momento de la entrevista en la que el actor debutante Abou Sangaré, que llegó a Francia cuando era adolescente, demuestra una proyección emocional ante la cámara que es sorprendente. Ahora con un planteamiento de plano-contraplano frente a la entrevistadora, interpretada por Nina Meurisse, que trabajó anteriormente con el director en Camille (2019), la sensación opresiva, de interrogatorio más que de entrevista, aun cuando no hay una representación negativa de la parte oficial, transmite una gran intensidad. Lo que diferencia a esta película es que utiliza la sencillez narrativa para construir una concepción visual más compleja.

Baby

Marcelo Caetano

Brasil, Francia. Países Bajos 2024 | Semana de la Crítica | ★☆

Cannes '24: Premio Louis Roederer Foundation Estrella Emergente (Ricardo Teodoro)


La ciudad de São Paulo tenía relevancia en la película Corpo elétrico (Marcelo Caetano, 2017), seleccionada en el Festival de Rotterdam, como un trasfondo que en cierta manera absorbe a los personajes en su representación de una gran urbe que está continuamente en proceso de reconstrucción, en la que conviven los edificios neoclásicos y los modernos, y en la que siempre es permanente el deambular de millones de personas por sus calles y el ruido de los medios de transporte. Hay también una representación sonora y visual de esta ciudad en el segundo largometraje de Marcelo Caetano (1982, Brasil), que aborda una relación compleja entre Wellington (João Pedro Mariano), un joven de dieciocho años que vive en las calles después de haber pasado dos años en un centro de detención juvenil, y Ronaldo (Ricardo Teodoro), un prostituto de cuarenta años que tiene una relación al mismo tiempo acogedora y opresiva con el joven. Ronaldo le llama Baby como un reflejo del sentimiento protector que siente hacia él, pero al mismo tiempo ejerce como un proxeneta que le introduce en el mundo de la prostitución masculina. Ronaldo es también una figura hiper-masculinizada, lo que le ofrece mejores oportunidades a la hora de conseguir clientes, mientras que Baby es un joven de aspecto más femenino y vulnerable, algo que se refleja a través de las cicatrices en su cuerpo, provocadas por maltratos sufridos precisamente por el acoso a su feminidad. Baby (Carmelo Caetano, 2024) establece tres tipos de familia en la vida del protagonista: su familia biológica con la que intenta reconectar, a pesar de que su madre nunca le visitó en el correccional; la relación con Ronaldo, que se abre al vínculo que éste tiene con la madre de su hijo, Priscila (Ana Flavia Cavalcanti), que ahora vive con su novia Jana (Bruna Linzmeyer), aunque el afecto de Ronaldo también está salpicado de cierto peligro porque se mueve en círculos relacionados con la venta de drogas; y la familia que Baby encuentra en un grupo de amigas transexuales y no binarias que practican el voguing en las calles de São Paulo, especialmente extendido en Brasil en los últimos años, como hemos visto en el documental Salão de baile (Juru, Vitã, 2024). Aunque no es el tema central de la película Baby ofrece una diversidad sexual que de alguna forma define a una ciudad viva y efervescente.

Hay en el reflejo de la gran urbe que siempre está en movimiento y que rodea a los personajes, una cierta sensualidad que también se muestra en el acercamiento de la cámara a los rostros y los cuerpos, cuando Wellington y Ronald se conocen por primera vez en el interior de un cine que proyecta películas pornográficas en el que se practica cruising. Sin ser explícita en las escenas íntimas, propone una visualización de los cuerpos que transmite una sexualidad constante. Pero al mismo tiempo el director utiliza recursos como el zoom para alejarse de los personajes cuando parecen conectar emocionalmente, como la escena en la que Baby y Ronaldo bailan en la azotea de un edificio mientras suena el apasionado "Valse" que Antonio Carlos Jobim incluyó en su álbum Urubu (1976, Warner Music), el primero editado por Warner Music en Brasil. La música proporciona a la escena un tono de película de los años cincuenta, pero si hay una clara influencia, incluso en la propia relación de los dos protagonistas, es la de Happy together (Wong Kar-Wai, 1997), con la que comparte el uso de los colores y esa fisicidad de la presencia del entorno urbano dentro de una historia que sufre continuos altibajos. Los personajes se separan a veces, como cuando Baby comienza a salir con Alexandre (Marcelo Varzea), un hombre maduro adinerado que hace regalos a su amante adolescente como una forma de ejercer su poder sobre él, pero que se siente ofendido porque le ha ocultado que ha estado en un centro de detención. Alexandre, que tuvo una familia tradicional, forma parte de una generación obligada a esconder su homosexualidad, y le recuerda a Baby que los jóvenes ahora no tienen que enfrentarse a los tabúes de antes (aunque en un país como Brasil que sigue estando a la cabeza de los crímenes por homofobia puede resultar discutible esta afirmación). Sensual y compleja, Baby es una película sobre la libertad, en el sentido más amplio de la palabra, una mirada sensual y optimista sobre la diversidad de las relaciones humanas.  

La Pampa (Block pass)

Antoine Chevrollier

Francia 2024 | Semana de la Crítica | ☆☆


Hay una escena central en esta película en la que el protagonista Willy (Sayyid El Alami) es conducido por su amiga Marina (Léonie Dahan Lamort) al castillo de Angers, donde se encuentra expuesto el Tapiz del Apocalipsis, que fue realizado en el siglo XIV bajo el encargo de Luis I, duque de Anjou, poco después de que la guerra y la peste mataran a millones de personas en la Europa medieval. "Todo el mundo piensa que el Apocalipsis es el fin del mundo, pero en realidad significa "revelación". No es el fin del mundo sino el final de un mundo. Antes de que comience uno nuevo", le dice Marina. Este descubrimiento de Willy supone el acercamiento a una cultura a la que siempre ha tenido acceso, pero en la que nunca se ha fijado, y se produce antes del punto de giro principal de la película. El otro descubrimiento que experimenta el personaje es tomar consciencia de la homosexualidad de su amigo Jojo (Amaury Foucher) de una manera algo contundente, y sobre todo de las consecuencias que ésta puede tener en un pequeño pueblo de Longué-Jumelles, al Oeste de Francia, y en el marco de masculinidad de las carreras de motocross en las que Jojo aspira a convertirse en campeón. La decisión del director de contar la historia desde el punto de vista de Willy consigue evitar que La Pampa (Antoine Chevrollier, 2024) caiga en los clichés del cine sobre jóvenes oprimidos por su homosexualidad y amplía la perspectiva hacia una película de crecimiento que va más allá de la representación de una masculinidad tóxica que afecta a determinadas tendencias sexuales. De alguna manera, el propio Willy también sufre las consecuencias de la intolerancia, los insultos y la violencia por tener una actitud comprensiva con su amigo, lo que es una interesante perspectiva sobre cómo el efecto de la homofobia abarca a muchas más personas que a las propias víctimas. Pero el crecimiento personal del protagonista también está impulsado por su relación con Marina y la manera en que tiene posibilidad de integrarse en otros ambientes alejados de los tradicionales para un joven que vive en una zona rural. La Pampa se revela no tanto como una película que trata exclusivamente sobre la homofobia, sino como una propuesta que aborda temas más amplios relacionados con la exclusión en un sentido más general. El rechazo hacia Jojo también provoca para Willy un sentimiento de no pertenencia frente a la contundencia con la que se expulsa a su amigo, empezando por el padre de éste, David (Damien Bonnard).

Tras dirigir episodios de Oficina de infiltrados (Canal+, 2015-2020) y Baron noir (Canal+, 2016-) Antoine Chevrollier (1982, Francia) pudo realizar su propia serie, la intensa El caso Oussekine (Disney+, 2022), con la que comparte algunos de sus actores, entre ellos el joven Sayyid El Alami, al que hemos visto recientemente en Un caballero en Moscú (SkyShowtime, 2024). Aunque esta película, que también está coproducida por la francesa OCS y la norteamericana Disney+, donde presumiblemente se estrenará tras su paso por las salas de cine, aborda temas que están presentes en muchos relatos en torno a la mayoría de edad, lo hace proponiendo al menos una narrativa diferente, que siempre está enfocada en la perspectiva de Willy, pero que en un momento concreto abandona al personaje principal para convertir en protagonista a Jojo, lo que resulta una iniciativa audaz, un cambio de punto de vista que se justifica por el giro de los acontecimientos. Hay sin embargo, algunos elementos que pueden resultar algo más tópicos en las historias sobre mayoría de edad, especialmente la relación de Willy con su madre Séverine (Florence Janas) y el novio de ésta, Étienne (Mathieu Demy), que el joven no acepta como sustituto de su padre fallecido, especialmente cuando ella toma la decisión de comenzar a guardar las herramientas del garaje que pertenecían a su padre. Es una metáfora sobre la resistencia de Willy a dejar atrás el recuerdo, como si la permanencia de las pertenencias previniera el olvido, pero conforma una dinámica familiar que resulta previsible en su desarrollo. La Pampa, que toma su título del nombre de la pista de motocross en la que entrena Jojo y que será importante también para la rebeldía de Willy, consigue un retrato certero en su mayor parte sobre las consecuencias de la cultura machista en determinados lugares, con una espléndida y a veces opresiva banda sonora a cargo de los habituales colaboradores del director, los hermanos Sacha y Evgueni Galperine.

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Películas mencionadas: 

The 20th Century se puede ver en Filmin y Spamflix.
Cactus flower se puede ver en Netflix. 
La muerte del Sr. Lazarescu se puede ver en Filmin.
Happy together se puede en Filmin, Movistar+ y Mubi.


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