Llegamos a la última crónica del Festival de Rotterdam en su edición de verano, que nos ha ofrecido una amplia selección de títulos como complemento a las habituales fechas de celebración en el mes de febrero. El festival en su formato presencial concluyó el pasado fin de semana pero los visionados online se han extendido hasta mediados de esta semana. La película de clausura y algunas otras muestras de los títulos que han formado parte de esta nueva programación, con otra presencia española, son los protagonistas de nuestra crónica final del Festival de Rotterdam 2021.
HARBOUR
Con una larga trayectoria cinematográfica, el director Júlio Bressane es uno de los nombres más destacados de un cine experimental que ha utilizado como referentes principales la literatura y el teatro, con una puesta en escena brechtiana que expone temas relacionados con la cultura local brasileña. Esto le ha permitido expresarse desde una libertad creativa que sin embargo le ha llevado al reconocimiento en festivales como Venecia, con Días de Nietzsche en Turín (Júlio Bressane, 2001), Locarno con Educación sentimental (Júlio Bressane 2013) o su penúltima película, Nietzsche sils Maria Rochedo de Surlej (Júlio Bressane, 2019), que estrenó en Rotterdam. Ahora vuelve a presentar en este festival el estreno mundial de su último film, Capitu e o Capítulo (Júlio Bressane, 2021) que también forma parte de la programación del Festival Internacional de Cine Filmadrid, que se inaugura hoy con la proyección de la película española, presentada en la edición de febrero del IFFR, Destello bravío (Ainhoa Rodríguez), y que se desarrolla hasta el 13 de junio.
De alguna forma, Capitu e o Capítulo contiene una representación del propio cine de Júlio Bressane, es una película que, aun basándose en la novela Dom Casmurro (1899) del escritor brasileño Joaquim Machado de Assís, del que ya adaptó dos cuentos en anteriores films, no se construye tanto en cuanto a la propia novela como en cuanto a tomarla como base para la autorreferencia: "La película no es sobre el libro", nos dice Júlio Bressane. "La película trata sobre ella misma".
La historia de la novela es una clásica narración sobre el adulterio. Don Bento está convencido de que su amada, Capitu, le ha engañado con su mejor amigo y que el hijo que lleva dentro no es suyo. Pero el hecho de que la historia esté contada desde el punto de vista de Don Bento puede ser interpretado también como una obsesión del marido, lo que proporciona una ambigüedad al relato que quizás no es asumida por el propio autor pero que la convierte en una lectura abierta a diferentes interpretaciones. Júlio Bressane está, sin embargo, más interesado en deconstruir la narrativa para crear una serie de escenas episódicas que cuentan la historia de una forma poco convencional, elíptica en su estructura. Para el director es más interesante la forma que el fondo: "Machado de Assís en sus tres primeros libros utiliza el capítulo de una forma tradicional. Pero en sus últimas cuatro novelas hay un aumento del número de capítulos. Dom Casmurro (1899) tiene 160 páginas y 150 capítulos. Quincas Borba (1891) tiene casi 300, Memórias póstumas de Blas Cubas (1881) tiene 151 y Esaú é Jacó (1903), tiene noventa y tantos capítulos. Lo que significa que hay también un aumento de interrupciones, un aumento de ausencias. Yo conecté esto con las elipsis."
Esta estructura le permite introducir otros elementos en las escenas, referencias que tienen que ver con su cine, con la literatura o con el arte: "Dentro de una narrativa fragmentada se han insertado otras ficciones. Sugestiones de otras imágenes que están reproducidas dentro de las propias imágenes: cuadros, pinturas, objetos reproducidos como si fuera una ficción dentro de otra ficción", comenta el director De forma que Capitu e o Capítulo es, más que una adaptación de la novela, una interpretación de la novela. Una narración en la que el director quiere contar muchas otras cosas al margen del relato original, y para la que utiliza también la representación humorística del absurdo, como cuando los personajes bailan sin música a diferentes ritmos en una misma escena para representar las fiestas de la burguesía. La película se convierte así en una reivindicación del arte y la cultura, esa que, según Júlio Bressane, se ha dejado a un lado en el actual contexto brasileño: "Todo lo que tiene que ver con cultura y con arte ha sido completamente abandonado. Hay un absoluto retroceso en Brasil. Es algo que estamos viviendo hoy en día desgraciadamente".
CORTOMETRAJES Y MEDIOMETRAJES
Nuestra primera crónica de la edición de verano del Festival de Rotterdam la iniciamos con el comentario de la única película española incluida en la sección Harbour, El vientre del mar Agustí Villaronga, 2021) y en esta última crónica hablamos de la otra producción española que se ha incluido en su programación. Se trata de Ella i jo (Jaume Claret Muxart, 2020), que forma parte de la selección de Cortometrajes y Mediometrajes. Estrenado en el Festival de Sebastián y posteriormente en el D'A Film Festival, se trata del debut del joven director catalán que ha construido un relato íntimo y muy personal, en el que su propia madre y su ex-profesora de instituto son las protagonistas y que utiliza como uno de los escenarios principales la casa de su abuela.
Ella i jo muestra un pequeño fragmento en la relación de una madre y una hija, ésta última vive en Grecia, que comparten su pasión y profesión en torno a la pintura. La madre deja mensajes en el contestador de su hija, que no atiende el teléfono, tratando de buscar el contacto. En la distancia que mantiene la hija puede interpretarse que hay algo más de lo que se describe en este fragmento de la relación entre ambas, pero es algo que el director deja para la imaginación del espectador. La mirada de Jaume Claret es sutil, se detiene en las imágenes más que en las palabras y encuentra en esa conexión entre los trabajos pictóricos de madre e hija una recreación de la propia relación entre ambas. Es inevitable pensar en El sol del membrillo (Víctor Erice, 1992) contemplando el tratamiento de la luz y de los colores que se reflejan en las pinturas y en las pinceladas sobre el lienzo.
De forma inteligente, el director introduce los títulos de crédito al comienzo para dejar que el final de la historia nos envuelva a través de la música y de la emoción, cerrando de forma espontánea, dejando el poso de cierta melancolía que provoca la distancia y la ausencia. Es en esta brillante aproximación a las emociones donde Jaume Claret demuestra su talento como creador.
CINEMA REGAINED
Alejandro Maci trabajó como asistente de director de la realizadora argentina María Luisa Bemberg en su última película, De eso no se habla (María Luisa Bemberg, 1993), y finalmente dirigió El impostor (Alejandro Maci, 1997), el último proyecto de la directora que no consiguió terminar porque falleció víctima del cáncer. Su relación en la etapa final de la vida y la obra de la cineasta le ha llevado a dirigir un documental que era necesario. María Luisa Bemberg: El eco de mi voz (Alejandro Maci, 2021) aborda el trabajo, pero sobre todo el feminismo de una mujer que se dedicó al cine en Argentina cuando éste era considerado una profesión para hombres.
La filmografía de María Luisa Bemberg está compuesta tan solo por seis largometrajes, los que le dio tiempo a dirigir tras su incorporación tardía a la dirección. Como señala la productora Lita Stantic, que trabajó con ella en casi todas sus películas, el problema de María Luisa Bemberg fue que comenzó a dirigir cuando ya tenía 59 años, y a pasar de eso dejó para la posteridad algunas de las películas más importantes del cine argentino de los años ochenta. Narrado de una forma tradicional, con entrevistas con algunos de sus colaboradores, lo más interesante de este documental es cómo rescata algunas de las intervenciones televisivas de la directora, en entrevistas en las que siempre reivindicaba su condición de feminista, en una sociedad incrédula que utilizaba el patriarcado para dejar a las mujeres en un segundo plano. Cuando un presentador le preguntaba a María Luisa Bemberg por qué ser "feminista" se veía como algo positivo y ser "machista" como algo negativo, ella respondió: "No tiene nada que ver lo uno con lo otro. Ser machista es ser fascista, y ser feminista es ser antifascista."
Momentos (1981) y Señora de nadie (1982) fueron sus dos primeras cartas de presentación, que ya tenían como protagonistas a mujeres que se revelaban contra la imagen de sumisión. María Luisa Bemberg decía que "hay tan pocas mujeres directoras que pienso que sería un insulto que hiciera películas en las que las mujeres no fueran las protagonistas". Pero Camila (1984) fue su consagración, logrando más de dos millones de espectadores en Argentina y una nominación al Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa. Esta historia de amor prohibido entre una joven de la alta sociedad y un párroco jesuita, interpretado por Imanol Arias, se convirtió en la representación de una mujer que toma la iniciativa, que seduce en vez de dejarse seducir. Lita Stantic cuenta una anécdota curiosa: "Imanol Arias fue doblado por un doblador argentino, Lelio Incrocci, que tenía su mismo tono de voz. Cuando la película se iba a estrenar en España, quisimos que Imanol se doblara, pero él dijo que la voz era tan parecida que no hacía falta".
Después de la nominación al Oscar vendrían sus títulos más internacionales como Miss Mary (1986), con Julie Christie, en la que reflejaba la alta sociedad de la que ella misma provenía; Yo, la peor de todas (1990), con Assumpta Serna como Juana Inés de la Cruz; y De eso no se habla (1993), con Marcello Mastroianni. El documental ofrece una visión clarificadora de una mujer que fue pionera en la incorporación de la visión femenina en el cine, que murió demasiado pronto para descubrir la posterior incorporación de muchas mujeres a la dirección, que dejó un trabajo que, de tan breve se siente incompleto, pero marcando con una profunda impronta la narrativa cinematográfica posterior. Quizás no por sus formas, pero más por su contenido, María Luisa Bemberg: El eco de mi voz es una película necesaria para entender el cine latinoamericano reciente.
PELÍCULA DE CLAUSURA
Casi como un preámbulo del Festival de Cine de Animación. Annecy que comienza dentro de una semana, esta edición de verano del Festival de Rotterdam se ha clausurado con una película que formará parte de la Sección Oficial de Largometrajes en Annecy: Poupelle of Chimney Town (Yuusuke Hirota, 2020), una producción japonesa que consiguió estrenarse en salas en el mes de diciembre, logrando un buen resultado en taquilla. La historia se desarrolla en la Ciudad Chimenea, denominada así porque está rodeada de chimeneas que expulsan un humo negro que provoca una espesa capa en el cielo que oculta la ciudad. Muchos de los que han nacido en este entorno ni siquiera se imaginan que, más allá de esa humareda, pueda haber un cielo azul lleno de estrellas. La relación de amistad entre el niño Lubicchi y Paupelle, una especie de espantapájaros formado por restos de basura será el elemento principal de la trama.
La película está basada en un libro escrito por Akihiro Nishino en 2016, aunque algunas de las tramas se han reducido para enfocarse en la historia central. El trabajo del director debutante Yusuuke Hirota, que hasta el momento había trabajado como animador CG, consigue ilustrar con una amplia gama de tonalidades una ciudad que aparentemente debería ser grisácea e incolora. En cierto modo, es un anime en el que encontramos numerosas referencias de la fantasía infantil occidental. El trabajo como deshollinador de Lubicchi y sus compañeros nos recuerda a Mary Poppins (Robert Stevenson, 1964), mientras que el tono de algunas canciones como el espectacular número musical de Halloween, al comienzo de la película, nos hace pensar en Pesadilla antes de Navidad (Henry Selick, 1993).
El director aporta un ritmo frenético en la primera media hora, incluso diríamos que demasiado frenético, pero cuando finalmente se centra en el objetivo de los protagonistas, consigue un equilibrio en la narrativa. Hay una interesante subtrama que tiene que ver con la creación del dinero efímero que ideó el economista belga Jean Silvio Gesell, que consistía en fabricar monedas que se degradaran para que el dinero solo sirviera como forma de intercambio y no se pudiera acaparar (enriquecimiento). El concepto de "dinero gratuito" fue adoptado en la realidad por la localidad austríaca de Wörgl, pero su éxito y extensión a otras ciudades provocó la intervención del Banco Central austriaco, y el escritor alemán Michael Ende se inspiró en él para su novela Momo (1973). Poupelle of Chimney Town es una película fresca, que incorpora conceptos interesantes en torno a la economía y una sociedad que vive envuelta en una nube de ignorancia. Es interesante en su concepto estético y ofrece una visión optimista y colorista para el final de esta edición especial del Festival de Rotterdam.
Capítu e o Capítulo se presenta en Filmadrid el jueves 10 de junio.
Camila se puede ver en Filmin.
Mary Poppins y Pesadilla antes de Navidad se pueden ver en Disney+.
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