Desde el 4 hasta el 13 de junio se desarrolla la nueva edición del Sheffield Doc Fest, uno de los festivales internacionales que mejor supo adaptarse a las medidas de confinamiento del pasado año, ampliando en vez de reduciendo su programación. Este año, regresa a una cierta normalidad con un formato híbrido, pero manteniendo su apuesta por la difusión online de su programación y de sus actividades. A lo largo de las próximas crónicas repasamos las películas que forman parte de sus diferentes secciones.
COMPETICIÓN INTERNACIONAL
La sección Oficial se inicia con un documental que ofrece una visión muy acertada del carácter opresivo del entorno familiar. Al comienzo de la película Charm Circle (Nira Burstein, 2021), Uri, el padre de la directora, se muestra orgulloso de esa zona del barrio de Queens, New York en la que vive, pero ese "círculo encantador" que describe parece en realidad una etiqueta irónica sobre su propia familia. Avanzada la película, descubierta esa cierta personalidad iracunda y amargada de Uri, él mismo acabará soltando un explícito: "Charm Circle my ass!". Efectivamente, pocas cosas parecen realmente encantadoras en un entorno familiar del que Nira Burstein fue la primera en huir, y al que regresa después de muchos años para tratar de entender por qué su familia ha acabado en un camino cuesta abajo que ha creado un ambiente enrarecido.
Su padre fue un exitoso vendedor de bienes raíces cuya trayectoria ascendente fue cercenada de forma radical cuando dejó su trabajo debido a un profundo ataque de nervios. Su madre se encuentra en constante terapia debido a un trastorno bipolar, y su hermana mayor Judy fue diagnosticada con el síndrome de Tourette, y con un desarrollo psicológico más lento que el que corresponde a su edad. Otra de sus hermanas, Adina, decidió salir también del entorno familiar para trasladarse a Washington, se considera de género no binario y está a punto de casarse con dos mujeres. Esta diversidad de circunstancias ciertamente convierte en un reto la posibilidad de mantener una cierta cohesión familiar.
El documental recuerda notablemente a Grey Gardens (Ellen Hovde, Albert Maysles, David Maysles, 1975), aquel magnífico retrato de la disfuncionalidad de la relación entre una madre y una hija, especialmente en esa representación de una mansión en ruinas (en aquel documental) y de una casa desordenada y caótica (en esta película), que funcionan como reflejo de la degeneración de las relaciones humanas. Pero también construye con eficacia una cierta ambigüedad, sobre todo cuando se centra en Uri, el principal protagonista, que se nos revela, con su carácter amargado y su falta de empatía (es reacio a los abrazos, se "esconde" cuando les visita Adina, cuya vida en ménage à trois no es de su agrado, hace años que no practica sexo con su mujer...) como el causante de esa opresión que provoca la familia. Pero, al mismo tiempo, ¿no es también quien realmente mantiene una cierta cohesión en una familia en constante vaivén emocional? A su manera, Uri demuestra amor por su esposa, aunque a veces su forma de dirigirse a ella traspasa los límites del maltrato psicológico.
La presencia de la directora, Nira Burstein, también afecta a las personas a las que retrata, estableciendo momentos de interacción. Ella, ausente desde el punto de vista visual, está presente en las interlocuciones con sus familiares, a veces en una discusión (¿provocación?) directa con su padre: "Si quieres que sea yo mismo, pues así es como soy, aunque desgraciadamente mi manera de ser no encaje con tu interpretación, lo siento". También en ciertos reproches que recibe de su hermana Adina: "Entendí que necesitaras distanciarte de nuestra familia, pero no entendí por qué te distanciaste de mí". De alguna manera, en el perfil de un entorno familiar que es atípico, Charm Circle establece un retrato inteligente, incisivo y certero sobre el grado de asfixia que puede provocar la convivencia, a veces invadiendo y destruyendo ese concepto de familia como un espacio de protección, de sosiego y de estabilidad emocional.
Siguiendo una dinámica reciente a través de la cual son los propios habitantes de los pueblos indígenas los que narran desde el punto de vista audiovisual sus propias preocupaciones en torno a la pervivencia de las tradiciones, Nūhū yãgmū yõg hām: Essa terra é nossa! (Isael Maxakali, Sueli Maxakali, Carolina Canguçu, Roberto Romero, 2021) se desarrolla en una zona rural de Porto Seguro, en el estado de Minas Gerais, en Brasil, donde los descendientes de la tribu tikmũ'ũn cuentan la forma en que los blancos llegaron a sus tierras: "La gente blanca se multiplicaba como hormigas y abejas. Los blancos estaban furiosos como las abejas y las hormigas. Cortaron los árboles y estropearon las cosechas, como las hormigas. La gente blanca se manifestó como una representación del īnmõxa (el monstruo caníbal)".
Como una especie de continuación de Yãmīhex: As mulheres-Espírito (Isael Maxakali, Sueli Maxakali, 2019), este documental aborda la progresiva expulsión de los tikmũ'ũn de sus propias tierras, a veces de forma violenta, y en otras ocasiones trasladando los límites de las zonas de protección indígena o estableciendo vallados en los terrenos de cultivo que se han convertido en espacios de privacidad de una legalidad dudosa. A lo largo de su trayecto por las calles del pueblo, los indígenas reciben acusaciones de latrocinio por parte de algunos vecinos, o son recibidos con actitud desafiante cuando se encuentran en el límite de las zonas de cultivo. Aunque resulta algo repetitivo en su exposición, el hecho de que sean los propios indígenas los que realizan el documental permite también que el comportamiento de los vecinos blancos sea menos disimulado que si el equipo de rodaje estuviera formado también por personas blancas. Y, por tanto, se expone con mayor claridad la realidad de discriminación que practican los invasores sobre los que fueron realmente los dueños de la tierra en la que ahora viven.
En los últimos años han tenido diferente repercusión internacional varios documentales que abordan desde diversos puntos de vista el golpe de estado institucional que sufrió la presidenta brasileña Dilma Rousseff en 2016, destituida tras un impeachment de dudosa legalidad. El que mayor proyección consiguió es el más flojo de todos, The edge of democracy (Petra Costa, 2019), impulsado por su inclusión en el catálogo de Netflix y nominado al Oscar. Más interesante es O processo (The trial) (Maria Augusta Ramos, 2018), más austero pero también más incisivo. Pero el mejor documental sobre esta manipulación política es Excelentíssimos (Lower House) (Douglas Duarte, 2018), que con sus dos horas y media de duración realiza un análisis profundo de los entresijos de la política brasileña. Ahora se estrena Alvorada (Anna Muylaert, Lô Politi, 2021), que de nuevo aborda el proceso de impeachment pero desde el punto de vista directamente de Dilma Rousseff mientras esperaba el resultado en el Palacio de Alvorada, residencia oficial de la presidenta de la República.
En principio da la impresión de que es un documental que llega algo tarde, cuyo tema ya ha sido presentado en otras películas desde el mismo lado de la balanza. Pero también hay que tener en cuenta que en 2022 Brasil vivirá unas nuevas elecciones presidenciales en las que el actual presidente conservador, Jair Bolsonaro, posiblemente tendrá que enfrentarse a Lula Dasilva, ex-presidente al que el Tribunal Supremo ha permitido presentarse después de anular las condenas por corrupción y lavado de activos que estableció el juez Sergio Moro, exministro de Jair Bolsonaro. Así que de alguna manera la restauración de la figura pública de Dilma Rousseff supone también un apoyo implícito a la candidatura del Partido de los Trabajadores.
Uno de los problemas que ha tenido siempre Dilma Rousseff es una cierta falta de conexión emocional, una personalidad demasiado fría que establece un distanciamiento con su electorado. De alguna manera, parecía que este documental podría eliminar parte de esa imagen algo distante, pero justamente lo que se espera de él es lo que menos consigue. Hay muchas imágenes del equipo de la presidenta trabajando en la estrategia de comunicación, pero escasos acercamientos personales a la protagonista. Y la única entrevista que se le hace aporta poca información y poca implicación personal. El planteamiento del documental, que no abandona en ningún momento el Palacio Alvorada, es más interesante cuando se está produciendo el debate del impeachment en el Congreso, que solo escuchamos y vemos a través de televisores, mientras el servicio formado por cocineros, camareros, jardineros, etc. continúa con sus labores cotidianas. Esto establece un curioso reflejo de una sociedad brasileña para la que los tejemanejes de la política se ven desde la distancia. Pero al margen de esta circunstancia, el documental resulta frustrante porque no ofrece lo que parecía prometer.
La última película de Theo Anthony es sin duda uno de los documentales del año. All light, everywhere (Theo Anthony, 2020) ganó el Premio Especial del Jurado en Sundance 2021, una Mención Especial del F:ACT Award en CPH:DOX y el Premio del Jurado al Mejor Documental en Documenta Madrid. El director de la excelente Rat movie (Theo Anthony, 2016) y del no menos interesante cortometraje Subject to review (Theo Anthony, 2019), construye una película reflexiva sobre las nuevas tecnologías de vigilancia que en realidad es una mirada profunda a la condición humana, dentro de una sociedad que ha aceptado el control y la supervisión. En la estructura de la película, el eje central es una visita a las instalaciones de Axe Enterprise, en Arizona, la empresa que ha creado las pistolas Taser y un sistema de cámaras corporales para la policía. Así, el observado se convierte en observador. Para que la imagen de esas cámaras pueda ser utilizada en un juicio, debe ser cruda, sin edición ni elementos que la distorsionen (no se puede utilizar visión nocturna, por ejemplo). Pero, ¿es real la imagen que se recoge en esas cámaras? O más bien, ¿qué parte de la realidad se graba?.
En otro de los escenarios recurrentes en la película, una demostración de estas cámaras en una comisaría, los policías que asisten a la clase parecen sentirse incómodos cuando se les graba. Al observador no le gusta ser observado. Otra de las empresas privadas de vigilancia que son visitadas por Theo Anthony es Persistent Surveillance Systems, que consiste en la grabación de imágenes desde el aire de más de 80 kilómetros cuadrados para detectar a posibles sospechosos o grabar actos delictivos, una especie de Google Earth para policías. En una reunión con representantes de una comunidad en Baltimore, el responsable del sistema, Ross McNutt presenta su propuesta como una tecnología que no invade la privacidad, pero no todos piensan lo mismo. "El hecho de que estemos siendo vigilados no significa que tengamos que permitir que nos vigilen más", dice uno de los asistentes, que además se queja de estar siendo grabado para un documental sin que le hayan pedido permiso. Las noticias más recientes, no incluidas en la película, parecen darle la razón. En diciembre de 2020, la policía de Baltimore "quiso poner fin al sistema de aviones espías alegando filtraciones de información 'inquietantes'" (Baltimore Sun, Colin Campbell, 30/12/20).
La cámara de Theo Anthony, posiblemente uno de los mejores directores de documentales en la actualidad, propone una variedad de temas que resulta sorprendente cómo es capaz de abordarlos todos sin que la película pierda el ritmo ni tenga un resultado disperso: la astronomía, el nacimiento del cine, la eugenesia, los sistemas de vigilancia, la colombofilia, con la utilización de palomas portadoras de cámaras fotográficas o los fascinantes primeros pasos de la frenología, polémica pseudociencia que consiste en establecer perfiles de posibles criminales. Y sin embargo, All light, everywhere es todo lo contrario: un fascinante recorrido crítico por una sociedad que ha asumido la pérdida de la privacidad y ha convertido el autocontrol en el control del otro. Una reflexión reveladora del concepto de la imagen como un elemento que se supone que establece una realidad intrínseca, una verdad absoluta enmarcada entre cuatro esquinas.
O processo (The trial) se puede ver en Filmin.
The edge of democracy se puede ver en Netflix.
Rat movie se puede ver en Mubi.
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