07 junio, 2021

Rotterdam 2021 - Parte 8: La realidad irreal

El Festival de Cine de Rotterdam continúa sus proyecciones en esta edición de verano que en realidad se planteó como un intento de realizar unas jornadas presenciales para poder celebrar con más brillo que en febrero el 50 aniversario de la muestra cinematográfica. Pero las condiciones de la pandemia no han permitido que la apertura sea tan amplia como estaba previsto, y de hecho los cinco días de celebración del festival, entre el 2 y el 6 de junio, se han celebrado justo antes de que la fecha que el gobierno decidió establecer para abrir los eventos culturales en salas de cine o teatros, a partir del 9 de junio. 

Los tres primeros días del festival, por tanto, requerían un proceso complejo: comprar una entrada online (no existía la venta presencial), pedir cita para realizarse una PCR, recoger el certificado negativo y asistir a la sala con estrictas medidas de distanciamiento. Esta situación se ha aliviado los dos últimos días del festival coincidiendo con el fin de semana, para el que ya no se requería una prueba de coronavirus antes de asistir a las salas. Pero finalmente el Festival de Rotterdam no ha podido celebrar de forma adecuada su cincuenta aniversario, cuya actividad principal, que consistía en realizar una retrospectiva de las películas más significativas con la presencia de sus directores, se ha trasladado a la edición de 2022. 

HARBOUR

Ganadora este fin de semana del Oslo Grand Pix a la Mejor Película de Ficción Nórdica en el Festival Oslo Pix, la producción danesa Persona non grata (Lisa Jespersen, 2021), es una comedia dramática que acompaña a una joven escritora que ha tenido cierto éxito con un libro en el que relata su infancia en un pequeño pueblo. La protagonista prácticamente salió huyendo de una vida rural que para ella fue una pesadilla, sufriendo acoso por parte de una compañera del colegio. Cuando regresa para la boda de su hermano, comprueba que es esta misma compañera la que se va a convertir en su cuñada, y de alguna manera vuelve a su memoria todo aquello que la hizo salir de su hogar. Pero también se da cuenta de que no es posible vivir constantemente en el pasado, que necesita madurar para entender que ya nada es como antes.


La película utiliza bien sus herramientas para conformar una comedia de contraposición entre la vida en la ciudad y la vida en el campo, más tradicional. Pero en ambas hay una cierta necesidad de apariencia frente a los demás, una por tratar de encajar en una sociedad competitiva, y otra por evitar los comentarios de los vecinos. La directora y co-guionista maneja con acierto el ritmo de un tipo de comedia muy nórdica, esa que esconde tras el humor un contenido mucho más dramático, aunque no evita los lugares comunes de este tipo de contrapuntos: los habitantes de la ciudad son vegetarianos y algo idiotas, mientras que los rurales son más rústicos pero tienen buen corazón.

La idea inicial del director de Au jour d'aujourd'hui (Maxence Stamatiadis, 2021) era realizar un documental sobre sus abuelos, Suzanne y Édouard Mouradian, siguiendo la estela de su cortometraje Frisson d'amour (Maxence Stamatiadis, 2019), que ganó el Premio al Mejor Documental en el Festival de Valladolid. Pero la repentina muerte de Édouard provocó que la propuesta se transformara en una mezcla singular entre ficción y documental que comienza en el año 2013, protagonizada por el matrimonio de ancianos, en el que contrasta la vitalidad de Suzanne, con sus clases de yoga, sus discusiones con su nieta o su utilización de las nuevas tecnologías, con una actitud más pasiva de Édouard, que se dedica a escribir en su ordenador, pero también es un asiduo jugador de Call of duty. Los sueños del anciano le llevan a veces a imaginarse en la piel de un asesino, revelando una especie de sentimiento oscuro que proviene de una cierta sensación de odio hacia el mundo. 


Tras la muerte de Édouard, la narración se traslada al año 2024, un futuro que en realidad es un presente en el que Suzanne se hace aún más adicta a las pantallas que la rodean, descubriendo una aplicación que permite recrear a personas fallecidas a través de Inteligencia Artificial. Cuando Suzanne vuelca todas las fotografías y recuerdos que tiene de Édouard en esta aplicación para crear el perfil de su marido, el proceso acaba generando una imagen virtual casi real, una especie de resurrección digital. Pero en este volcado de información también se han introducido algunos de los escritos del anciano en torno a sus pensamientos sobre la muerte y el asesinato. Y detrás de esa figura de un anciano tranquilo se esconde sin embargo un personaje mucho más oscuro. 

El director asiste al Q&A a través de un avatar.

La película propone una especie de ciencia-ficción melancólica, en la que la protagonista está conectada al mundo pero al mismo tiempo vive en una soledad constante. Y plantea una reflexión muy interesante sobre la realidad de la imagen, sobre la convivencia con seres humanos que no son humanos, con representaciones de la realidad que se introducen en nuestros hogares. Esa recreación de Édouard a través de su perfil resulta inquietante, a pesar de estar mostrada con sentido del humor. Una representación que funciona de la misma forma para nosotros los espectadores, porque la imagen de Édouard utilizada por el director proviene de grabaciones de hace años cuando estaba preparando el documental. De esta forma, hay un paralelismo entre el avatar del personaje en la historia y el hecho de que nosotros estemos contemplando también una imagen que pertenece al pasado. De hecho, en el Q&A que hizo para el Festival de Rotterdam, Maxence Stamatiadis también utilizó un avatar, como un refuerzo de la decepción del futuro imaginado hecho presente: "Cuando éramos niños pensábamos que iba a haber coches voladores e íbamos a vivir en Marte. Y el único futuro que hemos construido está lleno de pantallas donde todo es irreal". Au jour d'aujourd'hui es una pequeña película de ciencia-ficción que traslada con humor y mucho pesimismo la representación de un presente inquietante.   

BRIGHT FUTURE

También se mueve en el terreno de la ciencia-ficción imaginada la película Lumina (Samuele Sestieri, 2021), del joven director italiano que participó en el Festival de Rotterdam con su anterior película, Il racconti dell'orso (Samuele Sestieri, 2015). En realidad, la película se podría calificar como una especie de documental de ciencia-ficción que comienza con una joven que se despierta desnuda en una playa, y comienza a caminar, tratando de encontrar a otras personas, pero también de alguna forma tratando de encontrarse a sí misma. "El proyecto surge de la fascinación que siempre he tenido por las ruinas, por los lugares abandonados.", comenta el director. "Un amigo mío que es productor de la película, Pietro Stori, me llevó a conocer Basilicata, que es una región italiana, un lugar extraordinario, escenario perfecto para el género de ciencia-ficción en Italia, porque está llena de ruinas, de ciudades fantasmas, que fueron abandonadas debido a los terremotos". 


En este escenario de soledad se desarrolla el viaje de la protagonista, una imagen casi post apocalíptica que sin embargo trata de distanciarse de la imagen tradicional de este tipo de historias. Se acerca más a una aproximación poética en la que la joven comienza a tener conciencia de su condición de ser humano cuando descubre en un móvil imágenes y videos de la relación entre dos jóvenes. Ella misma adopta el nombre de la amante, Arianna, y entonces es cuando comienza a sentirse humana, a ser consciente de su propia personalidad. Es el viaje de una joven que comienza siendo una simple espectadora y que lentamente se va convirtiendo en protagonista de la historia, una especie de relato de crecimiento y madurez. 

Hay en las imágenes de la película algunas reminiscencias de las producciones italianas de Tarkovsky, como Nostalgia (1983), que también era un viaje por lugares abandonados de Italia que reflejaban la realidad del pasado y la nostalgia de los recuerdos, aunque los cineastas reconocidos por Samuele Sestieri como influencia son Terrence Malick y Roberto Rossellini. En Lumina hay una utilización del sonido en un relato casi sin palabras que envuelve la trayectoria personal de Arianna. Y construye una visión poética de la capacidad de la imagen para conformar el presente, una mirada que también puede interpretarse como una reflexión sobre el poder evocador del cine y sobre la capacidad de construirse a sí mismo a través de la observación. 

El director canadiense Stephen Broomer es un conservacionista, educador e historiador de cine que viene enfocando sus cortometrajes desde hace algunos años en una especie de rescate de figuras menos conocidas del mundo del cine. En Potamkin (2017) el protagonista era el crítico cinematográfico Harry Alan Potamkin; en Tondal's vision (2018) rescataba imágenes de la película L'inferno (Dante's Inferno) (Francesco Bertolini, Adolfo Padovan, Giuseppe De Liguoro, 1911); y en Fat chance (Stephen Broomer, 2021) el protagonista es el actor Laird Cregar, que trabajó en producciones de Hollywood durante los años cuarenta, y que tiene tras de sí una historia trágica que se relaciona con la imagen que el cine pretende difundir. 


Laird Cregar era homosexual, pero su sexualidad provocó menos conflictos en él que su aspecto físico, muy corpulento, que le encasillaba en personajes secundarios. El actor estaba obsesionado con la imagen que transmitía, comparándose con estrellas de la pantalla como Tyrone Power, junto al que interpretó la película El cisne negro (Henry King, 1942). Apareció en otros títulos relevantes como Sangre y arena (Robert Mamoulian, 1941), o El diablo dijo no (Ernst Lubitsch, 1943), pero su papel más importante lo consiguió con The lodger (Jack el destripador) (John Brahm, 1944). Para este personaje comenzó a someterse a dietas rápidas con las que trataba de tener una imagen menos corpulenta, lo que le llevó a tomar anfetaminas para su siguiente papel en Concierto macabro (John Brahm, 1945). Estos procesos de dietas rápidas provocaron diversos problemas de salud en su organismo que acabaron provocándole un ataque cardíaco, falleciendo a los 31 años, justo en el momento en que su carrera comenzaba a darle personajes protagonistas. 

En Fat chance, que toma su título de una entrevista en la que un periodista le preguntó a Laird Cregar cuál sería el título de sus memorias, Stephen Broomer utiliza imágenes de casi todas las apariciones cinematográficas del actor, pero sometiendolas a un proceso de degradación que a veces las hace irreconocibles. Este proceso comienza con las imágenes digitales de la película que Stephen Broomer graba en cine para después iniciar la destrucción del celuloide y posteriormente escanearlo para convertirlo de nuevo en imagen digital. Fat chance muestra, desde este tratamiento degradado de la representación cinematográfica, el proceso de transformación progresiva de Laird Cregar, que se convierte también en una especie de proceso de desaparición gradual, hasta la escena final de Concierto macabro (1945), en la que el protagonista interpreta una pieza musical al piano aun cuando el teatro está ardiendo. El diseño de sonido creado por Stuart Broomer, padre del director, utiliza piezas de ópera que otorgan un carácter de gran tragedia a la historia de Laird Cregar, entre sombras y tonos grises. Es la representación de una huída del estereotipo que ha construido el cine comercial. 


Nostalgia, El cisne negro y Sangre y arena se pueden ver en Filmin. 
 


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