05 marzo, 2021

Las series (y alguna película) más destacadas de 2021: Enero-Febrero

Nuestra cita mensual con las series y producciones estrenadas en plataformas digitales tiene como protagonistas a algunos de los estrenos más interesantes de este principio de año. También hemos rescatado alguna producción anterior en un mes que se ha decantando por el thriller y los true crime, pero también por la comedia agridulce. Hablamos asimismo de Amazon prime como un reducto sorprendente para los aficionados al cine de Bollywood. 

Homeland (8ª temporada)
Netflix, 10 de febrero
Creada por Alex Gansa, Howard Gordon
Dirigida por Lesli Linka Glatter, Keith Gordon, Seith Mann, Alex Graves, Trucker Gates, Michael Klick, Dan Attias, Michael Offer, Michael Cuesta

Estrenada hace justo un año en Showtime, ahora llega la última temporada de una de las series más emblemáticas de los últimos años a la plataforma Netflix, mientras Amazon descatalogaba el pasado 14 de febrero las siete temporadas anteriores. A lo largo de sus ocho temporadas, Homeland ha sufrido algunos altibajos, especialmente a partir de su separación de la trama original basada en la producción israelí Prisioneros de guerra (2010-2012), a la que hace un homenaje final con el título del último episodio de esta octava temporada. Pero, tras algunos momentos de vacilación, Alex Gansa y Howard Gordon iniciaron la reinvención de la serie centrando la historia en países como Alemania o Sudáfrica, pero siempre con la mirada puesta en la política norteamericana, y hasta podríamos decir que anticiparon la llegada de los populismos. Donald Trump fue elegido presidente de los Estados Unidos durante la producción de la sexta temporada, que mostraba un claro paralelismo con la realidad. Incluso el último episodio, "America First" tomaba su título de una de las frases publicitarias de la campaña de Trump, y terminaba con el personaje de Carrie mirando hacia el Capitolio.  

La última temporada de Homeland titubea en algunos momentos, pero va conformando lentamente un final perfecto para la serie, de nuevo centrando el conflicto en la búsqueda de una paz en Oriente Medio que en realidad es un vehículo para mantener el poder. Conectando más con las primeras temporadas, esta última construye un conflicto interno que reflexiona sobre cómo la posibilidad de otro ataque al centro de la democracia norteamericana, pero sobre todo se centra en la relación entre los personajes de Carrie y Saul, siempre en el filo de la navaja, siempre a un paso de la traición, aunque sea con buenas intenciones. Es un final perfecto para una serie modélica. 

El destripador de Yorkshire
Netflix, 16 de diciembre
Dirigida por Jesse Vile, Ellena Wood

Acosador nocturno: a la caza del asesino en serie
Netflix, 13 de enero
Dirigida por James Carroll, Tiller Russell

Los documentales true crime tienen elementos de morbo y de atracción que los han hecho populares en los últimos años. Estas series se han convertido en algo así como la versión actual de aquellas revistas y periódicos de sucesos como El Caso, al que llamaban el "periódico de las porteras", que ofrecía semanalmente crónicas de los crímenes más atroces por 2 pesetas. Pero en general se puede decir que son producciones hechas con una mirada que trata de abarcar más allá del propio suceso criminal. En las dos series que nos ocupan, esta mirada se centra en la investigación policial, más que en el propio asesino, lo que ofrece un punto de vista diferente a lo habitual. No se trata tanto de retratar al criminal como de mostrar la forma en que sus crímenes eran investigados. 

Y en las dos series, más conscientemente en una que en otra, lo que se pone de manifiesto es una cierta incompetencia de los investigadores, una sensación de que estos asesinos pudieron continuar sus crímenes durante más tiempo debido al poco acertado trabajo policial. Es más curioso en Night stalker, codirigida por Tiller Russell, que el año pasado estrenó The last Narc (Prime Video, 2020), una interesante aproximación al asesinato del agente de la DEA "Kiki" Camarena. Porque, con entrevistas a los dos principales investigadores del caso de el acosador nocturno, el asesino Richard Ramírez que sembró el terror en Los Angeles en el año 1985, se ponen de manifiesto una serie de errores policiales y de falta de colaboración entre distintas comisarías de la ciudad, que propiciaron una dilatación en la resolución del caso. Y, aunque  de alguna forma el documental trata de reconocer el trabajo incansable de estos investigadores, se pone de manifiesto una cierta actitud hostigadora de la propia policía (uno de ellos reconoce haber sacado información a un testigo a base de puñetazos), pero sobre todo una incapacidad manifiesta para encontrar a un asesino que ni siquiera se ocultaba (Richard Ramírez fue detenido por ciudadanos, no por la policía) y solo después de que dejara con vida a una de sus víctimas se pudo avanzar en una investigación estancada. El documental utiliza los recursos del thriller de ficción, para dar una textura estilizada a la historia, lo cual puede ser discutible en una producción que pretende ser de investigación documental. 

En la producción británica El destripador de Yorkshire, esta ineficacia policial se pone aún más de manifiesto, y también se centra más en el relato de la investigación que en el retrato del asesino. Entre 1975 y 1980, Peter Sutcliffe cometió diversos asesinatos que pusieron en jaque a la policía británica, incapaces de seguirle la pista a pesar de sus atroces crímenes. Hasta el punto de que una petición por parte de las fuerzas del orden a las mujeres para que fueran siempre acompañadas por hombres, provocó una serie de protestas feministas que exigían protección, pero también libertad de movimientos. Lo que se pone de manifiesto es una investigación, sesgada por una visión machista, que consideraba a Peter Sutcliffe como un asesino de prostitutas, pero no porque estuviera demostrado que sus víctimas eran prostitutas, sino porque su "estilo de vida" era considerado por los investigadores como propio de prostitutas. Esta reducción del modus operandi del criminal, descartando incluso a una víctima superviviente porque no encajaba con el "perfil de víctima", fue decisiva en la continuación de las actividades del psicópata. Al asesino se le detuvo por una casualidad, y permaneció en la cárcel hasta noviembre de 2020 cuando falleció a los 74 años a causa del coronavirus.   

Baneheia - La lucha por la verdad
Discovery+ Norge, 12 de enero
Producida por Kelly Christiansen Lillesund
Dirigida por Anne Skaardal, Ragne Riise, Abdullai Adejumo

Una de las series más controvertidas de este comienzo de año es este documental true crime que se acerca a uno de los casos que más impactaron a la sociedad noruega, el conocido como Caso Baneheia. El 19 de mayo de 2000, en esta localidad del distrito de Kristiansand, Lena Sløgedal Paulsen, de diez años, y Stine Sofie Sørstrønen, de ocho años, fueron violadas y asesinadas en una zona boscosa. La policía detuvo a dos sospechosos, Jan Helge Andersen y Viggo Kristiansen, que fueron condenados a 19 y 21 años de prisión respectivamente, acusados de violación y asesinato. La principal prueba de su acusación fueron unas muestras de ADN que los situaban en el lugar de los hechos, pero Viggo Kristiansen siempre se ha declarado inocente. 


La serie documental, de seis episodios, repasa los hechos de una forma más periodística que creativa. De hecho, está realizada por un "equipo editorial" formado por doce periodistas. Pero hay dos aspectos que resultan controvertidos: por un lado, la participación de miembros de la familia de Viggo Kristiansen, uno de los dos condenados, lo que provoca que el documental asuma en muchas ocasiones su punto de vista, apoyando la tesis de su inocencia. Por otro lado, que basa su línea editorial en el libro "Los asesinatos de Baneheia. Dos historias. Una verdad", del periodista Bjørn Olav Jahr, que está convencido de la inocencia de Viggo Kristiansen, pero ha sido criticado por las familias argumentando que su libro está lleno de especulaciones. También es cierto que las familias de las víctimas se han negado a participar en la serie.

Pero, ¿por qué hay dudas de su culpabilidad? La serie documental realiza un completo trabajo de investigación periodística. En el año 2001 se procesaron unas muestras de ADN que concluyeron que en los cuerpos de las dos niñas se encontraron coincidencias del alelo 10 (Kristiansen) y alelo 11 (Andersen). Pero entre las conclusiones del laboratorio de la Universidad de Santiago de Compostela donde se analizaron las pruebas, se afirmaba que estos alelos (cada una de las dos versiones de los genes que forman el ADN) también podían encontrarse en el 54,6% de la población noruega. Pero el tribunal estableció que esta conclusión coincidía con la explicación dada por el otro acusado, Jan Helge Andersen, que en su momento reconoció los hechos e incriminó a su amigo. Años después, los abogados de Kristiansen entregaron un informe que demostraba que la precisión de la ubicación del móvil de Kristiansen en el lugar de los hechos, establecida por la compañía telefónica Telenor, era incorrecta. 

El estreno de la serie ha coincidido con la decisión el pasado 18 de febrero del Tribunal Supremo de reabrir el caso debido a las nuevas evidencias. Baneheia - La lucha por la verdad, es una interesante propuesta documental, quizás algo incompleta, pero que huye del morbo habitual en este tipo de producciones, y ofrece una visión más periodística, planteando preguntas importantes. Pero no por ello resulta menos impactante. En el episodio 3, En uforbeholden tilståelse (Una confesión sin reservas) se describe minuciosamente la confesión de Jan Helge Andersen sobre cómo ocurrieron los asesinatos.

Bonding (2ª temporada)
Netflix, 27 de enero
Creada por Rightor Doyle
Dirigida por Rightor Doyle

A Rightor Doyle le hemos visto como actor en Barry (HBO, 2018-), pero es más desconocida su faceta como guionista y creador de la serie que nos ocupa. Curiosamente, Barry también es un show creado por un actor, el protagonista Bill Hader. En Bonding (Netflix, 2018-), Rightor Doyle adapta su propia experiencia como asistente de una dominatriz cuando comenzaba en el mundo de la interpretación. Se trata de una comedia en la que se explora el mundo del sadomasoquismo, pero que en realidad actúa como trasfondo para adentrarse en la relación de amistad entre Tiff (la dominatriz) y Pete (el ayudante), y de camino reflexionar sobre las relaciones de pareja, ya sean heterosexuales u homosexuales. Dotada con un sentido del humor que a veces puede resultar algo seco, es interesante el tratamiento visual, muy colorista, casi como un cruce entre David Chapelle y Pedro Almodóvar.  

Los colores son importantes en la serie, porque expresan a través de ellos la personalidad de los protagonistas. En la primera temporada, en la que Tiff es también dominante en su relación de amistad con Pete, ella viste colores primarios, como el rojo, mientras que él utiliza sobre todo un vestuario más oscuro, gris y azulado. Conforme se desarrolla la historia, esta tendencia se va modificando, y ya en la segunda temporada, cuando Tiff tiene una crisis sobre su trabajo, mientras que Pete ha adquirido más confianza, es él quien viste colores más alegres y ella la que utiliza una tonalidad más apagada. 

En esta segunda temporada, Rightor Doyle explora más las relaciones personales, introduciendo a las parejas de cada uno de los dos protagonistas, y construye una historia que tiene que ver con la aceptación de uno mismo. Lo interesante es que esta reflexión sobre la identidad se crea contraponiendo las realidades de los personajes principales. Mientras Tiff no quiere exponer públicamente su trabajo como dominatriz, por miedo a cómo la pueden ver los demás, Pete utiliza su propia experiencia personal para construir sus monólogos cómicos. Pero parece que ninguna de las dos opciones son totalmente satisfactorias. Bonding no es una comedia que pretenda provocar la carcajada, sino una sonrisa incluso con situaciones incómodas, y bucea en algunos temas importantes desde el humor. "Porque se rieran de ti en el instituto y te dieran por el culo en la universidad no significa que seas feminista", le dice una amiga a Pete. Hay una ironía y un sarcasmo en los diálogos que convierten a Bonding en una de las series más refrescantes del momento. 

#Luimelia (3ª temporada)
ATRESPlayer, 19 de enero
Creada por Diana Rojo, Borja González Santaolalla
Dirigida por Borja González Santaolalla

Una de las propuestas más singulares que surgieron el año pasado fue esta serie concebida como un spin-off de los personajes de Luisita y Amelia en Amar es para siempre (Antena 3 TV, 2013-) quienes, después de varias idas y venidas, iniciaron una relación de pareja. La particularidad de #Luimelia es que traslada a estos dos personajes, interpretados por las actrices Paula Usero y Carol Rovira, desde los años setenta en los que se desarrolla la serie original hasta el presente, de forma que convierten su relación en una comedia algo loca y con suficiente frescura como para que funcione esta actualización para un target de espectadores diferente. 

Lo que resulta curioso de esta propuesta es que parece nacer de una necesidad de contar una historia de amor lésbico sin las limitaciones que existen en un serial televisivo generalista que se emite en la sobremesa (sus personajes dejaron de aparecer en la octava temporada). Y lo que permite el formato de emisión digital es una libertad de movimientos en la creación de tramas mucho más arriesgadas, lo que se vio especialmente en la segunda temporada. Esta es posiblemente una de las principales virtudes de la serie, que se permite el lujo de hacer un homenaje a Manhattan (Woody Allen, 1979) con un episodio en blanco y  negro, o crear un episodio "teatral" con apariciones de actores de Amar es para siempre. Y que sabe jugar bien el tono de comedia deshinibida, gracias a la buena química que tienen las dos actrices protagonistas, pero que, cuando en la trama no están ellas, el interés flojea. 

Estrenadas las dos primeras temporadas durante 2020, a finales de año se realizó un montaje especial de las escenas de las dos protagonistas en Amar es para siempre para #Luimelia '77, creando así una especie de universo particular de estos personajes. Y creando también tendencia, porque TVE estudia la posibilidad de otro spin-off lésbico con una de las protagonistas de su cancelada Acacias 38

La tercera temporada de #Luimelia se presenta como la del crecimiento. Hay una mayor duración de los episodios, que de los 10 minutos a veces pasa a 15 minutos, y también se amplía el entorno humano de las dos protagonistas, introduciendo nuevos personajes. Pero, como decíamos, las tramas paralelas funcionan peor cuando son independientes que cuando están unidas a los personajes principales. Y se mantiene la libertad creativa, en la que hay referencias confesadas, desde Woody Allen a Los Javis, pero también se saltan los cánones de la estructura narrativa. Como en el episodio "El tercero de la tercera", que es una introspección hacia el propio proceso creativo de la serie, con la presencia de los propios creadores. Una especie de episodio "Why Not", de esos que los guionistas introducen en una serie como paréntesis creativo, diferente, a veces surrealista. Aquí, Borja González Santaolalla y Diana Rojo se hacen preguntas sobre su propia creación: "¿Por qué las lesbianas en nuestra serie nunca parecen lesbianas?". Y aunque en una serie llena de "Why nots" hubiera sido interesante algo más de riesgo, funciona bien en su contexto. #Luimelia está teniendo éxito fuera de España, en países como México o Chile, y ya se anuncia una cuarta temporada en la que la duración de cada episodio será de 30 minutos. Esperemos que la estandarización no afecte a su libertad creativa. 

Nudes
Sundance TV, 9 de febrero
Creada por Liv Joelle Barbosa Blad, Erika Calmeyer
Dirigida por Liv Joelle Barbosa Blad, Erika Calmeyer

Aunque producida hace dos años, Sundance TV ha estrenado esta serie el pasado mes de febrero en España. Producida por NRK P3, el canal de la televisión pública noruega más enfocado a un target adolescente, Nudes (NRK, 2019-) tiene algunas de las características comunes a otras producciones de este tipo realizadas en los países nórdicos, como Skam (NRK, 2015-2017), Blank (NRK, 2018-2019) o Lovleg (NRK, 2018-2019). Pero con dos particularidades: la temática y la estructura. 

Por un lado, se trata de una antología que está formada por tres historias independientes, protagonizadas por personajes distintos: Sofia (tres capítulos), Viktor (cuatro capítulos) y Ada (tres capítulos). Con una duración de apenas veinte minutos, Nudes se mueve en terrenos complejos, enfocándose en las redes sociales y la sexualidad. Pero tiene la virtud de ir al grano, de construir con eficacia personajes que tienen reacciones verosímiles. Es cierto que tiene un comienzo titubeante con una primera historia que cae en algunos tópicos. Sofia es grabada mientras mantiene su primer encuentro sexual y el video acaba siendo compartido por los alumnos de su instituto. También hay un típico planteamiento de cómo los padres despreocupados producen hijos indiferentes, pero es interesante como muestra la diferencia que puede suponer la distribución de un video sexual para el chico, frente a la mirada más inculpadora para la chica. 

El nivel aumenta notablemente con la segunda historia, que se enfoca en el perpetrador. Viktor graba junto a muchos otros jóvenes a una pareja teniendo sexo en una fiesta, pero él es el único que lo comparte en las redes sociales, y acaba siendo acusado de distribución de pornografía. Mejor narrada e interpretada que la anterior, es muy interesante el enfoque hacia un personaje que no entiende su actuación como delictiva. Y aunque le sobra el cuarto episodio (con el final del tercero hubiera sido redondo), provoca reflexiones sobre las consecuencias para la víctima pero también para el perpetrador. En la tercera historia, Ada envía unas fotos desnuda a un pretendiente, y poco después es contactada para comunicarle que sus fotos están disponibles en webs pornográficas. En esta parte se explora la facilidad con la que las adolescentes están expuestas a la extorsión y se construye una trama que juega con el suspense y con las decisiones equivocadas de una joven de 14 años que se encuentra perdida en una situación que la sobrepasa. Aunque la planificación centrada en el envío de mensajes juega en contra de la agilidad narrativa, es una historia interesante que nos hace pensar en la necesidad de estar atentos a la proliferación de acosadores anónimos que pueden acceder a datos personales a través de internet.   

Perdiendo a Alice
Apple tv+, 22 de enero-26 de febrero
Creada por Sigal Avin
Dirigida por Sigal Avin

El título de este thriller psicológico israelí parece querer apuntar ya la transformación que la protagonista irá sufriendo a lo largo de sus episodios. La serie se construye sobre las relaciones de mentiras, traiciones y egoísmos de los principales personajes. Alice es una directora que se ha retirado para ser madre, mientras que su marido David trabaja como actor en películas comerciales. Cuando a la vida de ambos llega Sophie, un torbellino emocional que ha escrito el guión de una película que protagonizará David, la realidad de una relación que se está hundiendo y la ficción de un encuentro erótico y peligroso parecen confundirse. La primera vez que Sophie se encuentra con Alice, de la que dice admirar su trabajo como directora, ella le pregunta qué hay de realidad y qué de ficción en su última película. Sin que Alice sepa que, a partir de ese momento, su propio objetivo acabará siendo tratar de discernir lo real y lo ficticio en el guión que ha escrito Sophie, pero también en su propia vida. 

Perdiendo a Alice camina con paso lento, construyendo las obsesiones de los personajes, especialmente de la protagonista, en cada episodio, mezclando el rodaje con la realidad, algunas ensoñaciones de Alice, flashbacks y flashforwards, en una estructura compleja que a veces se estanca, pero que va creando una atmósfera perturbadora que se va haciendo cada vez más asfixiante. En el episodio 7, "The scene", que se centra únicamente en el rodaje de una escena erótica, esta sensación de opresión se agudiza, y es en este tipo de episodios en los que la serie se crece, sobre todo al final, con esa reacción contradictoria de Alice (gran trabajo de Ayelet Zurer), esa mezcla de alivio y angustia al mismo tiempo. 

Estas contradicciones del personaje son las que mejor muestra la serie, que utiliza con astucia la ambigüedad, y que requiere de un espectador activo, porque construye momentos que pueden ser reales o las propias obsesiones de la protagonista. Como el final de la serie, que parece querer dejar una vía libre para que el espectador sea quien decida la resolución. ¿Una casualidad, la imaginación de Alice, un sueño? Creada y dirigida por Sigal Avin, directora que desarrolla su trabajo entre Nueva York y Tel-Aviv, y que ha conocido la experiencia de trabajar mientras ejercía de madre, se trata de una apuesta de Apple tv+ por una producción más internacional.    

Detrás de sus ojos
Netflix, 17 de febrero
Creada por Steve Lightfoot
Dirigida por Erik Richter Strand

Basada en la novela de Sarah Pinborough Detrás de sus ojos (en España editada por Runa, 2017), esta producción británica ha sido adaptada por Steve Lightfoot, productor de series como Hannibal (NBC, 2013-2015) y The Punisher (Netflix, 2017-2019), y se trata de un thriller con ciertos toques de erotismo que tiene como protagonistas a un matrimonio con un pasado turbio y a una madre soltera. La protagonista Louise (Simona Brown, a la que vimos en la serie Primero bésame (Netflix, 2018)) comienza una relación amorosa con su jefe, David (Tom Bateman), pero al mismo tiempo mantiene una amistad con la esposa de éste, Adele (Eve Hewson, hija del cantante Bono) después de un encuentro casual. Pero el matrimonio carga con un pasado relacionado con problemas psiquiátricos, el incendio de una casa y la desaparición de un amigo. 

Los tres actores mantienen bien el difícil equilibrio que propone una historia que se mueve entre géneros cinematográficos diferentes, que parece una cosa y acaba siendo otra. Y ciertamente hay una interesante construcción de un entorno que termina por hacer creíbles determinadas situaciones que posiblemente en otras circunstancias podrían no serlo. Hay que destacar en este sentido un buen trabajo del director Erik Richter Strand, que dirige los seis episodios y eso le permite construir una atmósfera de tensión y suspense constante, manejando con soltura la compleja estructura entre la historia presente, los flashbacks que nos explican el pasado de Adele, y las pesadillas que sufre Louise. Este es el primer trabajo de Erik Richter Strand fuera de su país, Noruega, donde ha dirigido episodios de algunas series importantes como Occupied (Viaplay, 2015-) y Valkyrien (NRK, 2017-). 

Aunque Detrás de sus ojos tiene un planteamiento que hemos visto en otras producciones sobre relaciones amorosas a tres bandas, hay elementos que la diferencian, especialmente a partir del descubrimiento que se produce a mitad de la historia, que no obstante se va sembrando a través de inquietantes posiciones de cámara. En este sentido, la relación entre Louise y David no pretende ser tan erótica como perturbadora, y juega en un crescendo que finalmente entendemos desde el punto de vista de Adele. Lo interesante de esta adaptación, que deja fuera algunas escenas violentas que aparecen en el libro, es que mantiene un interesante nivel de tensión, para a continuación destruir las expectativas e introducir nuevas variantes. Y termina siendo un thriller que habla sobre la fidelidad y los celos.

Allen v. Farrow
HBO España, 21 de febrero
Dirigida por Kirby Dick, Amy Ziering  

No en el sentido de su calidad como serie documental, pero sí en cuanto a la relevancia de su estreno, destacamos esta serie de la que se han emitido dos episodios. Allen v. Farrow plantea en su título el objetivo que se persigue en la serie, pero en realidad debería titularse Farrow v. Allen, porque se trata básicamente de una plataforma de difusión de las acusaciones que durante años Mia Farrow y su hija Dylan han vertido sobre el director Woody Allen. En diversas entrevistas, los directores Amy Ziering y Kirby Dick han manifestado su convicción de que Woody Allen abusó de su hija (basadas en "nuevas evidencias" que sin embargo todavía no hemos visto en los dos episodios que se han emitido), y por tanto el punto de vista de la serie no engaña a nadie. Otra cosa es que, como documental, sea parcial e incompleto. También se han justificado sobre la ausencia de la versión de Woody Allen argumentando que utilizan fragmentos del audiolibro A propósito de nada (Alianza Editorial, 2020) en el que el propio director comentaba aspectos sobre la relación con su hija (aunque sin referencias a la descripción que hace de la familia Farrow que está lejos de la vida idílica que muestra la serie). Fragmentos utilizados sin permiso, según el editor del libro. 

El problema de esta plataforma de difusión (no se le puede llamar realmente documental) no es que adopte un punto de vista concreto (muchas películas y series documentales lo han hecho) sino la forma bastante burda con la que manipula las informaciones que se ofrecen. Por ejemplo, en el primer episodio Casey Pascal, una amiga de Mia Farrow, comenta: "Recuerdo un día que llevamos a los chicos a pasear a Central Park, y de pronto llegó una limusina. Woody se baja y corre hacia donde estaban jugando, sigue a Dylan arriba y abajo. Y recuerdo que pensé: 'Nunca vi a alguien actuar así con un niño, y espero que sea algo bueno'". Los directores comienzan a presentar al personaje como un acosador antes de que se planteen evidencias. En otro momento, mientras Mia Farrow le acusa de pedofilia, vemos una imagen de archivo de Woody Allen con la pequeña Dylan escogida precisamente porque la niña solo lleva puesto una especie de pañal, mientras suena música con un tono oscuro y amenazante. Los directores ya han juzgado y condenado desde el primer episodio.  

Es tan absurdo el viaje que nos proponen que dos críticos de cine "analizan" las películas de Woody Allen, empezando por Manhattan (Woody Allen, 1979) para explicarnos que el director había planeado meticulosamente introducir relaciones entre hombres mayores y chicas jóvenes en sus películas para "normalizar" sus preferencias por jovencitas. "Él es el tímido y ella es la del deseo. La usa a ella para justificar su depredación", llega a afirmar Claire Dederer, periodista de The Paris Review. La hipocresía de los cineastas se hace patente cuando, unos minutos antes, en el mismo episodio, se ha hablado de la relación previa de Mia Farrow (21 años) con el compositor André Previn (54 años), pero no se menciona que esta relación fue extramatrimonial con el marido de su mejor amiga, Dory Previn.

Ciertamente Kirby Dick siempre ha adoptado el punto de vista de las víctimas en sus documentales sobre abusos sexuales, como los nominados al Oscar Twist of faith (2004), The invisible war (2012) y The hunting ground (2015), pero esta controvertida serie, al menos en sus dos primeros episodios, parece menos interesada en acercarse a una investigación imparcial que en poner de manifiesto la veracidad de unas acusaciones que ni siquiera llegaron a juicio. En un conflicto tan complejo y delicado como éste, hubiera sido necesaria una visión externa, pero Allen v. Farrow solo pretende ser el altavoz de la versión de Mia Farrow, aunque sea a cualquier precio. 

Wandavision (Bruja Escarlata y Visión)
Disney+, 15 de enero-5 de marzo
Creada por Jac Schaeffer
Dirigida por Matt Shakman

El duelo por la muerte de un ser querido tiene cinco fases, según la teoría desarrollada por la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross en 1969: Etapa de negación, etapa de ira, etapa de negociación, etapa de depresión y etapa de aceptación. Básicamente, Wandavision es una representación del duelo de Wanda Maximoff por la muerte de Vision, cuyas fases están presentes a lo largo de los nueve episodios de esta primera propuesta del MCU como desarrollo largo de una historia. Ese proceso de duelo, que lleva a la protagonista a construir una vida idílica, transformada en una trasposición de las series familiares de las décadas de los cincuenta a los ochenta, es lo más interesante de un concepto que comenzó con ciertas dosis de riesgo, aunque no fuera lo que esperaban los seguidores del universo Marvel. 

Pero los tres primeros episodios de Wandavision son de lo mejor que hemos visto hasta ahora en el comienzo de 2021, un homenaje espléndido a la evolución de las comedias televisivas, y por ampliación, a cómo se ha transformado no solo nuestro entorno a lo largo de las últimas décadas, sino principalmente la forma de producir contenidos audiovisuales para toda la familia. Al mismo tiempo, la introducción de elementos disruptores de esta realidad "idílica" (depende de para quién) ha ido creando una visión inquietante de esa representación de la realidad que es ficticia (algo así como una versión de la envoltura falsa que se nos mostraba en El show de Truman (Peter Weir, 1998), cuando la supuesta realidad se manifestaba como una pesadilla). Sin duda, es un planteamiento valiente, entre otras cosas porque los fans de Marvel no exigen precisamente experimentos visuales ni especialmente arriesgados. Pero para quienes no tenemos mucho interés en este MCU que se nos plantea como un puzzle formado por piezas que se van desplegando entre series y películas, se trata de un comienzo interesante. 

Poco a poco, Wandavision ha ido adoptando la estética de Marvel, encarrilando su historia para seguir la autopista hacia el resto del MCU (algo así como lo que ocurrió con The Mandalorian (Disney+, 2019-) en la segunda temporada, después de una primera entrega que se salió del carril y por tanto resultaba más atractiva). Porque el problema de producir series que forman parte de un conjunto, que dependen de lo anterior pero sobre todo deben enlazar con otros proyectos (en este caso principalmente con Doctor Strange 2: El multiverso de la locura (Sam Raimi, 2022)), es que no se pueden atar muchos cabos, deben quedar abiertos para acoplarse sin resquicios (en realidad, tampoco importa tanto, porque cada vez que tiene que solucionar incongruencias narrativas de sus personajes, Marvel se saca un multiverso de la manga). De esta forma, el final de Wandavision acaba estando tan subordinado a lo que vendrá que se queda a medio camino, en una especie de historia independiente en la que, sí, se concluye en la etapa de Aceptación del duelo, pero el personaje de Bruja Escarlata prácticamente no evoluciona. esta dependencia es tal que, de los 50 minutos que dura su último episodio, "The series finale", 10 minutos son de títulos de crédito con introducción de escenas postcréditos que anuncian lo que vendrá en un futuro cercano.

Master
Prime Video, 13 de enero
Dirigida por Lokesh Kanagaraj

Uno de los lugares menos pensados para disfrutar del cine de Bollywood, las producciones cinematográficas de acción y música que se realizan en la India, es Prime Video, que cuenta con un interesante catálogo de películas, además de estrenar películas cada mes. Eso sí, en la mayor parte de los casos solo cuentan con subtítulos en inglés. Las plataformas digitales han sido una buena alternativa frente a la imposibilidad de estrenar en salas de cine durante el año pasado debido al confinamiento, en un país en el que en 2018 se vendieron 2.022 millones de entradas, que rompía cierta tendencia a la baja de los dos años anteriores, pero se quedaba a mucha distancia del récord de 3.000 millones de entradas vendidas en 2011. 

Una de las películas más esperadas de 2020 es Master (Lokesh Kanagaraj, 2020), cuyo estreno previsto para el mes de abril de 2020 se retrasó hasta enero de 2021. Primero, por ser la tercera película de un director que consiguió éxitos importantes con Maanagaram (2017), que también puede verse en Prime Video, y sobre todo Kaithi (2019), algunas de cuyas escenas de violencia fueron censuradas por el distribuidor británico para su estreno en Inglaterra. Pero Master también supone la reunión, por primera vez, de dos de las principales estrellas de Kollywood, el cine que se realiza en el estado del Sur de la India en lengua tamil: Vijay y Vijay Sethupathi (lástima que los nombres sean iguales). El primero interpreta a un profesor tarambana y alcohólico que es trasladado a una especie de centro de internamiento para jóvenes donde debe ejercer como maestro, pero también enfrentarse al uso de estos jóvenes para actividades delictivas por parte de un gángster (Vijay Sethupathi, que disfruta de su papel de villano). 

La película está llena de escenas de acción bien ejecutadas, y de números musicales que pueden parecernos innecesarios, pero que son la esencia de Bollywood. Y las composiciones musicales de Anirudh Ravichander son espectaculares en todo momento, tanto en los números de baile como en los momentos de acción, y la banda sonora contiene canciones muy pegadizas. Master no está a la altura de las otras dos películas de Lokesh Kanagaraj, sobre todo por un guión flojo para ser una historia que dura tres horas, y que flojea en la segunda parte (después del intermedio) pero la película tiene un aspecto visual apabullante y es disfrutable como una auténtica fiesta de imágenes y música.   



The last narc y Maanagaram (Metropolis)  se pueden ver en Prime Video.
Barry se puede ver en HBO España.
Amar es para siempre se puede ver en ATRESPlayer.
The punisher y Primero bésame se pueden ver en Netflix.
Occupied se puede ver en Movistar+.
Valkyrien se puede ver en Filmin.
The Mandalorian se puede ver en Disney+.

Manhattan se puede ver en Movistar+ y Filmin. 



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