Las huelgas que ralentizaron la producción en Hollywood durante seis meses también han provocado el retraso de algunas ceremonias de premios, lo que ha convertido estos dos primeros fines de semana del año en sucesivas celebraciones de las mejores series y películas de 2023. Si la semana pasada coincidieron los Globos de Oro con los Creative Arts Emmy, este fin de semana se han producido tres citas destacadas en Hollywood: los premios principales de los Emmy Awards, los Critics Choice Awards y Los Angeles Film Critics Awards. En el apartado musical, los ganadores de los Emmy fueron reconocidos la semana pasada: Cristóbal Tapia de Veer (1973, Chile) por The white lotus (HBO Max, 2021-2025) en series de ficción, John Powell (1963, Reino Unido) por La vida de Michael J. Fox (David Guggenheim, 2023) en documental y Danny Elfman (1953, Los Angeles) por el tema principal de Wednesday (Netflix, 2022-). Los Critics Choice Awards reconocieron a Oppenheimer (Christopher Nolan, 2023) con 8 premios y Barbie (Greta Gerwig, 2023) con seis. También coincidieron la bandas sonora y canción, con los galardones a Ludwig Göransson (1984, Suecia) por Oppenheimer y a Barbie, aunque en este caso no para Billie Ellish sino para "I'm just Ken". En series, el trío ganador de los Globos de Oro repitió tanto en los Critics Choice como en los Emmy: Bronca (Netflix, 2023), Succession (HBO Max, 2018-2023) y The bear (Disney+, 2022-), aunque estas últimas por sus temporadas anteriores. Los críticos de Los Angeles fueron menos previsibles y reconocieron en cuatro categorías a La zona de interés (Jonathan Glazer, 2023), entre otras la Mejor Banda Sonora para Mica Levi (1987, Reino Unido), teniendo como finalista a Mark Ronson (1975, Reino Unido) y Andrew Wyatt (1971, Nueva York) por Barbie.
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También en Europa es temporada de premios, con la vista puesta en España en la entrega de los Premios Iris el 16 de enero y de los Goya el próximo 10 de febrero, aunque asimismo solemos prestar especial atención a los Harpa Nordic Film Awards, que reconocen durante la celebración del Festival de Berlín a los mejores compositores de 2023 en los países escandinavos. Entre el 16 y el 18 de febrero, dentro de las actividades del European Film Market, se organizarán diversos encuentros y conferencias en torno a la música de cine, con la presentación de los compositores elegidos por un comité de cada país. Este año, los cinco finalistas son: Jonas Struck (1972, Dinamarca) por su banda sonora para el documental Apolonia, Apolonia (Lea Globb, 2022); Pessi Levanto (1973, Finlandia) por Superposition (Karoline Lyngbye, 2023); Eðvarð Egilsson (Islandia) por el documental Smoke sauna sisterhood (Anna Hints, 2023); Ola Fløttum (1972, Noruega) por Dejad que el río fluya (Ole Giæver, 2023); e Irya Gmeyner (1972, Suecia) & Martin Hederos (1972, Suecia) por la música de la serie La delgada línea azul (Filmin, 2021-).
Estas son las bandas sonoras más destacadas que se han publicado en los meses de octubre a diciembre de 2023. Los comentarios pueden contener información relevante sobre los argumentos de las películas y series.
Aquí puedes escuchar la playlist que contiene la selección de las Mejores Bandas Sonoras de 2023.
Duración: 39mns
IDA Documentary Awards '23: Mejor Banda Sonora
Que el compositor Leonard Küßner (1993, Alemania) se encuentre en la actualidad componiendo su primera ópera es casi una evolución natural a raíz de su trabajo para Anselm (Wim Wenders, 2023), una de las dos películas que estrenó el año pasado el realizador. Presentado en el Festival de Cannes, se trata de un documental que en realidad está planteado como una experiencia audiovisual, rodada en 6K y en 3D para ofrecer un retrato del artista Kiefer Anselm (1945, Alemania), nacido el mismo año que Wim Wenders, y que está considerado como uno de los representantes principales del Neoexpresionismo, a través de sus obras pictóricas y sobre todo de sus instalaciones monumentales. Porque la música creada por este joven compositor tiene un carácter elegíaco y operístico, sosteniéndose en una composición principal ("An die sonne") para mezzosoprano y soprano (Birita Poulsen, Fanny Soyer) que se asigna a las obras pictóricas que Kiefer Anselm dedicó a la poetisa austríaca Ingeborg Bachmann. Otras composiciones para soprano (Samantha Gaul) hacen referencia a una de las obras pictóricas del artista que representa el Jantar Mantar, uno de los cinco observatorios astronómicos construidos en la India que marcó el interés de Kiefer Anselm por la astronomía ("Sonnenuhren", "Universum"), con un carácter aspiracional. Hay creaciones más íntimas, reforzando la sonoridad de la Orquesta Sinfónica Nacional de Eslovaquia, con los instrumentos solistas de viento, particularmente las flautas ("Snowfield", "Forest"), que tienen un cierto tono pastoral. Kiefer Anselm ha ido transformando desde hace décadas la llamada La Ribaute, una zona de 40 hectáreas cerca de la localidad de Barjac, en el sur de Francia, que ha convertido en un entorno artístico inmersivo, creando numerosas instalaciones de carácter monumental. En la composición que se se asigna a este entorno ("Barjac") la sonoridad es más intimista, con pasajes para violín y violonchelo, que reflejan la personalidad del que se ha convertido en el lugar donde Anselm desarrolla buena parte de su obra artística. En algunas entrevistas, Leonard Küßner ha comentado que la propia concepción de la película, rodada en 3D, influyó también en el concepto musical, y sin duda es necesario un visionado en las condiciones adecuadas para captar los matices de composiciones poderosas ("America"), que reflejan la trascendencia internacional de Kiefer Anselm en espacios como la Bienal de Venecia. En 2022 el artista exhibió dentro de los amplios salones del Palacio Ducal el conjunto Questi scritti, quando verranno bruciati, daranno finalmente un po’ di luce, título tomado de los escritos de un filósofo veneciano, Andrea Emo. El compositor adopta una tonalidad más jazzística a través de instrumentos solistas como la trompeta, mezclados con el clavecín, para marcar el origen histórico de este edificio monumental ("Venecia"). La banda sonora de Anselm se adapta con comodidad al carácter poético audiovisual propuesto por Wim Wenders, en un trabajo excelente que recibió el IDA Documentary Award en Estados Unidos, y que se beneficia de una composición extensa en el tiempo (casi un año), creada mientras todavía se estaban rodando escenas de la película. Respecto a la capacidad de la música para funcionar al margen de las imágenes, al tratarse de una elaboración muy apegada a su forma visual, Leonard Küßner comentaba en el programa de música Tonart de SWR2: "Es muy importante componer la música de una película de una manera amplia, es decir, que no solo funcione con las imágenes, sino que pueda mantenerse por sí misma. Creo que lo especial de esta banda sonora es que en realidad tiene un carácter muy clásico".
HMMA '23: Mejor Banda Sonora
SCL '24: Nominada
BAFTA '24: Nominada
OSCAR' 24: Nominada Banda Sonora, Canción
La colaboración entre Martin Scorsese y Robbie Robertson comenzó cuando el primero rodó los conciertos de despedida del grupo The Band en El último vals (1978), del que el músico formaba parte, y se ha mantenido a lo largo de los años, principalmente como productor musical en películas como Toro salvaje (1980), Casino (1995), Gangs of New York (2002), Shutter Island (2010) o El lobo de Wall Street (2013), y esporádicamente como compositor de algunos temas instrumentales para El rey de la comedia (1982), El color del dinero (1986) o El irlandés (2019). Pero la primera partitura concebida en un sentido más narrativo que aborda el músico canadiense es precisamente la última que realizó antes de morir, en agosto de 2023. La historia aborda los asesinatos que se produjeron en el entorno de los indios Osage en los años veinte, y su banda sonora conecta con las raíces del músico. Porque Robbie Robertson (1943, Canadá-2023, Estados Unidos) nació de madre nativa Mohawk y se crió en la Reserva de las Seis Naciones en Toronto, empapándose de la cultura y las músicas tribales, lo que termina desarrollando de una manera sobresaliente a lo largo de sus composiciones para Los asesinos de la luna (Martin Scorsese, 2023). Igual que la película, se trata de una música que está marcada por un tono sombrío y devastador, lo que se convierte en el motor de una banda sonora que tiene como principal función la de envolver a la película de la idiosincrasia y la musicalidad del entorno de los nativos Osage, pero también de su trágico destino, utilizando instrumentaciones modernas. La primera parte de la película está marcada por la presencia constante de una especie de latido que se describe con un punteo de bajo eléctrico (Michael Valerio), al que se unen la armónica (Frederick Yonnet), que representa a los hombres blancos, y la flauta (Ashley Jarmack), que representa a los nativos ("Heartbeat Theme/Ni-U-Kon-Ska", "Reign of terror"). Este latido hace referencia a la corta esperanza de vida de los Osage, no solo por enfermedades como la diabetes, mostrada a través de jadeos cortantes en algunas composiciones ("Insulin train"), sino por la codicia de quienes quieren acceder a la riqueza que el petróleo le ha proporcionado a los nativos, que se representa en una especie de lamento para guitarra y voz ("They don't live along"). La presencia constante de ese punteo de bajo eléctrico subraya las progresivas muertes de los nativos, presentada con guitarras y violonchelos ("Tulsa massacre Newsreel") frente a las imágenes de archivo de un noticiero: Tulsa Race Massacre Newsreel (1921).
Mientras que Martin Scorsese y Robbie Robertson hablaron de establecer un estado de ánimo, el único tema compuesto sobre las imágenes fue el de la secuencia inicial que muestra a los Osage encontrando petróleo y termina con la llegada de Ernest Burkhardt (Leonardo DiCaprio) al rancho de William Hale (Robert DeNiro) en Oklahoma ("Orange oil boom"). Es un tema que mezcla percusiones nativas con guitarras eléctricas y flautas, y que desemboca en las guitarras y los violonchelos que describen la tierra de los Osage ("My land... my land"), las dos composiciones más luminosas de una banda sonora que pronto se aproxima a la oscuridad y la muerte. También tiene un tono optimista la música dedicada a la boda entre Ernest Burkhart y Mollie (Lily Gladstone), con cierta tonalidad romántica aportada por las guitarras, el violín (Charlie Bisharat) y las percusiones indias ("The wedding"). La investigación del Texas Ranger Tom White (Jesse Plemons) y sus reuniones con el Consejo Tribal se describe con punteos de violonchelo (Vanessa Freebairn Smith), armónica y saxofón (Sam Gendel), que le dan cierto aire jazzístico ("Tribal Council"). Las guitarras adquieren protagonismo en tonalidades de blues a lo largo de las investigaciones ("Not if it's illegal"), y se apoyan en percusiones y un espléndido solo de armónica (Frederick Yonnet) durante los interrogatorios ("Shame of us"), que refleja la mirada deshumanizada hacia los nativos: "Es más fácil condenar a un hombre por matar a un perro que por matar a un indio". El final de la banda sonora es una conmovedora elegía que al mismo tiempo expresa resistencia, para instrumentos de viento y un lamento de guitarra eléctrica ("Salvation adagio"), hasta el canto tribal con el que termina la película ("Wahzhazhe (A Song for My People)"), escrita por Scott George. La palabra "wahzhazhe" es como se denominan a sí mismos los Osage, y significa aproximadamente "gente de aguas medias". Esta idea de resiliencia es la base de la única canción de la banda sonora interpretada por Robbie Robertson ("Still standing"), que sin embargo no se incluye en la película. Hace una semana, en la ceremonia de los premios de la National Board of Review, la cantante Patti Smith fue la encargada de entregar el premio a la Mejor Actriz, otorgado a Lily Gladstone. Su discurso de presentación fue hermoso y apropiado, y refleja la esencia de lo que también significa la música de Robbie Robertson: "En su máxima expresión, la fusión del arte y el activismo proporciona a la gente una verdad revolucionaria, exponiendo lo que debe exponerse y revelando lo que debe revelarse. La película de Martin Scorsese presenta un fragmento insondable de la historia estadounidense, confrontando nuestra conciencia con la experiencia colectiva de los pueblos indígenas. Perfora la vena de la debilidad humana, la codicia, la cobardía y la traición".
Duración: 38mns
Fantasia '23: Mejor Música
Ganadora de la última edición de Fantasia '23, donde obtuvo los premios como Mejor Película, Guión, Interpretación y Música, Les chambres rouges (Pascal Plante, 2023), que también compitió en el Festival de Sitges, propone una aproximación inquietante a las groupies de asesinos en serie, centrándose en la relación entre Kelly-Anne (Juliette Gariépy) y Clementine (Laurie Babin), dos jóvenes que asisten al juicio contra un acusado de haber asesinado a tres adolescentes. Pero, mientras la primera se muestra con una personalidad fría y poco emocional, la segunda parece estar compulsivamente convencida de que el acusado, Ludovic Chevalier (Maxwell McCabe-Lokos) es inocente, porque la fiscalía solo se basa en dos videos snuff que muestran los asesinatos de dos de las víctimas que han sido subidos a la dark web, pero en los que solo se sugiere cierto parecido físico. El músico canadiense Dominique Plante, conocido por sus colaboraciones con la cantante Ariane Roy, ha trabajado anteriormente con su hermano en el cortometraje La fleur de l'âge (2011) y el largometraje Falsos tatuajes (2017), pero consigue crear en esta última colaboración una banda sonora inquietante que aporta una atmósfera extraña a la película, especialmente en relación con el personaje de Kelly-Anne. Como la propia puesta en escena, la música adopta el punto de vista de ella, que vemos a través de ese plano secuencia inicial en el tribunal, con una cámara casi flotando como una presencia etérea. En relación con este carácter estructurado del ritual del juicio, el tema principal ("Prélude - Thème") adopta el clasicismo de los instrumentos barrocos como el clavecín (Vincent Gagnon), pero mezclado con un sonido más visceral que proviene de la guitarra eléctrica (Dominique Plante), lo que consigue en ese inicio de créditos rojos sobre un amanecer de tonalidad azul una predisposición a involucrarnos en un thriller que consigue atraparnos, siempre asignado al juicio ("Solitude a deux"). Este tema regresa en varias ocasiones relacionado con Kelly-Anne en su soledad ("Spectral"), rodeada de grandes ventanales en un rascacielos donde la sonoridad del viento también crea cierto desasosiego. Aunque introduce elementos electrónicos, Dominique Plante evita acertadamente ser demasiado evidente en la utilización de este tipo de sonoridades, teniendo en cuenta que el personaje está relacionado con la participación en apuestas online de las que consigue beneficios. Hay algunos pasajes que parecen influidos por la música de Jim Williams para Titane (Julia Ducournau, 2021), especialmente cuando las cuerdas se distorsionan ("Surveillance") o con el uso de unas percusiones (Pierre-Emmanuel Beaudoin) que parecen tener un carácter tribal, en una de las secuencias más perturbadoras de la película ("Transformation"). El director es consciente de que resulta mucho más inquietante sugerir que mostrar directamente, sobre todo en relación con la violencia de los videos snuff, pero en una de las escenas principales juegan un papel fundamental las sonoridades distorsionadas ("sad sad night") que sugieren esa violencia sin mostrarla. Aunque no aparece en el álbum editado, es interesante la referencia musical al videojuego Milk outside a bag of milk outside a bag of milk (2021), utilizando un fragmento de la banda sonora atmosférica creada por su desarrollador, Nikita Kryukov ("Concrete circle"), un juego psicológico en el que el objetivo es conseguir que la protagonista alcance la felicidad organizando sus pensamientos. La aparición por primera vez de las voces femeninas (Odile Marmet-Rochefort) sugiere una especie de liberación del personaje de Kelly-Anne ("Absolution"). Dominique Plante consigue elaborar una banda sonora que envuelve a la película de una sonoridad especial, en la que la mezcla del clasicismo barroco y los instrumentos contemporáneos aporta una dimensión singular a una de las propuestas más perturbadoras que se han estrenado en 2023.
Duración: 84mns
Una de las mejores series de 2023 se presenta como una historia de venganza e identidad, con episodios destacables como La historia de Ronin y su esposa (T1E3) que incluimos en nuestro blog como uno de los más sobresalientes del año. Creada por Amber Noizumi y su marido Michael Green, la trama está protagonizada por Mizu (Maya Erskine), una joven educada bajo las reglas no escritas del bushido, que decide iniciar un largo recorrido para encontrar a sus posibles padres, occidentales que la convirtieron en un "monstruo", en el período Edo del siglo XVII en el que los extranjeros o nacidos de extranjeros ni siquiera eran considerados personas. La ambivalencia en la que se representa a Mizu, entre lo occidental y lo oriental, está reflejada de manera notable en la banda sonora de la compositora irlandesa Amie Doherty, con una amplia carrera musical que incluye trabajos para películas como Spirit: Indomable (Elaine Bogan, Ennio Torresan, 2021) o series como Undone (Prime Video, 2019-2022) y She-Hulk: Abogada Hulka (Disney+, 2022), además de una larga trayectoria como orquestadora para el compositor Jeff Russo. La música de Samurái de ojos azules (Netflix, 2023-) es todo lo espectacular que necesita ser, pero sobre todo se mueve por terrenos intimistas que se reflejan en la descripción de los personajes principales. Para Mizu, la compositora crea un hermoso tema central que expresa la convivencia entre los elementos occidentales y los orientales a través de la Budapest Art Orchestra bajo la dirección de Peter Pejtsik, y el uso de instrumentos solistas japoneses ("Stranger in town"). Predomina principalmente el shakuhachi, una flauta japonesa que inmediatamente nos introduce en el viaje que comienza Mizu, a través de un tema recurrente que se desarrolla en la suite dedicada al personaje ("Blue eye samurai (Mizu's suite)". La presencia de los instrumentos locales es constante para situarnos en el entorno, y se muestran en solitario en pasajes como los que describen el arte de la seducción ("The art of seduction"), una versión del tema de Akemi (Brenda Song) a través del shamisen, característico instrumento de cuerdas japonés. Precisamente una de las más destacadas composiciones de la banda sonora es la que se asigna a Akemi, la princesa que inicia también un viaje tratando de encontrar a su prometido Taigen ("Akemi's Theme (Suite)"). Al tratarse de un personaje que utiliza su feminidad para conseguir sus propósitos, el tema es un suntuoso pasaje para violín solista y cuerdas. Una de las historias más conmovedoras es la de Kinuyo, una niña sordomuda a la que Mizu tiene que liberar de los abusos del Jefe Hamata (Clyde Kusatsu), pero cuyo destino está marcado de manera trágica, en el episodio Peculiaridades (T1E4). Es un relato de Madame Kaji (Ming-Na Wen) que está siempre subrayado por una larga composición que conecta la historia de Kinuyo con la trama principal ("Kinuyo's promise fulfilled"), introduciendo el carácter dramático junto a algunos pasajes de acción con el uso de voces femeninas.
El tema del renacimiento se enlaza con la idiosincrasia japonesa, utilizando sobre todo los instrumentos de percusión como el taiko, que se refiere a cualquier tambor característico de la cultura japonesa. Esta composición para percusiones ("Reborn") suena en el ritual en el que Ringo (Masi Oka) participa en la ceremonia de purificación en el río, que supone una limpieza del espíritu, y que se recupera en algunos momentos asignándose a Mizu, para quien su viaje también es una especie de búsqueda de la purificación. Pero la música relacionada con ella tiene un carácter mucho más abierto, y se muestra en el cuento sobre su pasado que se relata en La historia de Ronin y su esposa (T1E3) utilizando el teatro de marionetas bunraku ("Melted metal & Mizu's rebirth"), una versión muy emocionante del tema principal que en su textura recuerda al tema de la tierra de Kitaro para la película El cielo y la tierra (Oliver Stone, 1993), aunque no sabemos si es un referente consciente de Amie Doherty. Las percusiones marcan el ritmo en las escenas de acción ("Tedium of a siege"), donde se introducen también elementos electrónicos ("Floodgates of the West") que generalmente se asignan a la figura del hombre blanco, representada en Abijah Fowler (Kenneth Branagh), uno de los posibles padres de la protagonista. Cuanto más se acerca Mizu al castillo en el que se encuentra su objetivo, mayor es la presencia de elementos contemporáneos occidentales, con predominio de la orquesta ("Guns to a sword fight"). El episodio Sueños malvados e iracundas palabras (T1E4) es el más corto de la temporada y está concebido como una especie de videojuego cuando Mizu debe traspasar las trampas que la introducen en el castillo, y para él Amie Doherty cambia radicalmente de estilo para introducir directamente los sonidos electrónicos ("Journey to the Ninth Level"), e incorporar "For whom the bells toll" que Metallica incluyó en su álbum Ride the lightning (1984, Elektra Records), en una versión en japonés interpretada por Emi Meyer, que curiosamente es más conocida por su faceta como cantante de jazz. Estos bruscos cambios sonoros son ideas que parecen más brillantes sobre el papel que en el resultado final, y es una buena decisión introducir el tema al final del álbum editado, para no romper el estilo uniforme de un trabajo de Amie Doherty que es una de las mejores bandas sonoras de 2023.
Duración: 58mns
La nueva película de animación de los directores nominados al Oscar a Mejor Largometraje de Animación por Loving Vincent (DK Welchman, Hugh Welchman, 2017) es una adaptación de la novela Campesinos (Chłopy), que el escritor polaco Władysław Stanisław Reymont (1867-1925, Polonia), comenzó a escribir en Bretaña en 1902. Se trata de su obra más conocida, por la que recibiría el Premio Nobel de Literatura en 1924, que no pudo recoger debido a su frágil estado de salud. De este reconocido autor polaco, sin embargo, solo está publicada en España su novela El soñador (1910, Ed. Belacqua). Utilizando de nuevo la técnica de la pintura al óleo (unas 40.000 en total) junto a la rotoscopia, el matrimonio de realizadores ha creado una hermosa película que refleja la vida de los campesinos polacos en el siglo XIX, presentada por Polonia como su representante para el Oscar, pero que no ha pasado finalmente la primera selección, aunque le queda la posibilidad de ser nominada en la categoría de Largometraje de Animación, en la que ya fueron finalistas. En nombre de la tierra (DK Welchman, Hugh Welchman, 2017) ha sufrido numerosas interrupciones, empezando con la pandemia del coronavirus y terminando con la guerra de Ucrania, porque parte de la animación se estaba realizando en un estudio de Kiev. Un proceso largo en el que les ha acompañado el compositor Łukasz Rostkowski (1981, Polonia), más conocido como L.U.C. en su faceta de productor musical, que aborda su primer trabajo destacado en el mundo del cine. El compositor ha utilizado para la banda sonora un centenar de miembros de su proyecto Rebel Babel Film Orchestra, fundado en 2015, una gran banda musical que ha ido incorporando a lo largo de su trayectoria hasta a 11.000 músicos procedentes de todo el mundo. Buena parte de las composiciones fueron creadas antes de comenzar la producción, de forma que algunas de las animaciones se realizaron basándose en los ritmos utilizados. La banda sonora está creada a partir de instrumentos folclóricos de origen eslavo como el pífano (flauta), los violines płocka (que se tocan entre las rodillas como el violonchelo pero sin llegar al suelo), la tuba, las gaitas wielkopolskie o las liras. A lo largo de la banda sonora, concentrada principalmente en la parte central, se incorporan composiciones que están inspiradas en la música tradicional eslava ("Autumn dance", "Polka", "Wole wolta"). La historia utiliza el paso de las estaciones para mostrar la evolución de la protagonista Jagna (Kamila Urzędowska), una hermosa joven que se niega a casarse como marca la tradición y que mantiene una relación secreta con Antek (Robert Gulaczyk), pero es obligada a contraer matrimonio con el padre de éste, Maciej (Mirosław Baka), el terrateniente de la aldea.
Las composiciones extradiegéticas se apoyan en un precioso tema principal para el personaje de Jagna, interpretado por acordeón (Łukasz Rostkowski) y voz femenina solista ("Jagna") que se desarrolla en una versión para orquesta, coros, guitarra y acordeón ("Indian summer") que aporta una representación melancólica de la vida en el campo. Las celebraciones están marcadas por sonoridades que representan las raíces eslavas de la música folclórica polaca con motivos ucranianos, búlgaros y serbios. Aunque el compositor ha comentado en alguna entrevista que no pretendía ofrecer solo temas directamente extraídos del folclore eslavo, sino que se trata de adaptaciones que aportan tonalidades diferentes, más cercanas a la música contemporánea. La boda a la que está obligada Jagna está marcada por una triste canción ("Bridesmaid's song") para voces femeninas, formado por un coro de cantantes refugiadas ucranianas. Son interesantes las sonoridades que aportan los violines płocka en los momentos de mayor tensión ("Fights", "Battle"), que se apoyan rítmicamente en las percusiones tradicionales como las matracas, pero destacando especialmente en las composiciones de cuerdas solistas ("Greed"). Siguiendo la estructura narrativa, la banda sonora introduce el paso de las estaciones, adoptando en algunos casos una tonalidad casi mágica, a través de las voces solistas en transiciones como el deshielo ("Thaw", "Spring equinox") que da paso a la primavera. Los personajes masculinos están representados mediante los instrumentos de cuerda ("Antek") y las voces masculinas ("Hate"), con una utilización cortante de los violines que transmiten tensión. El trabajo de Łukasz Rostkowski no se limita solo a la recreación de músicas de raíces eslavas, sino que elabora un acercamiento más humano, y por tanto más complejo a una historia sobre las consecuencias de las sociedades patriarcales. The Rebel Babel Film Orchestra organiza conciertos multimedia basados en la película que se presentan tanto en formato completo con 40 músicos, como en un formato de cámara con solo 4 instrumentistas bajo la dirección de Łukasz Rostkowski.
Duración: 32mns
Premios Feroz '24: Mejor Banda Sonora
La banda sonora de Federico Jusid (1973, Argentina) para la última película de Víctor Erice ha sufrido el contratiempo de unos reglamentos de la Academia de Cine de España que, intentando solventar un problema, acaban creando otro más grave. La partitura fue descalificada de las opciones que tenía la película porque no cumplía el artículo 17.6 de las Bases de los Premios Goya, que estipula que solo puede ser candidata la música original que suponga "al menos el 15% de la duración total de la película". Se trata de una norma que también se encuentra en otros premios internacionales como los Oscar, aunque la Academia de Hollywood indica en sus reglamentos que si un candidato no es elegible según las normas, puede enviar una carta al Comité Ejecutivo explicando las razones por las que debería ser aceptada su candidatura, lo que abre la posibilidad de que el comité haga una excepción a ésta de cara a las posibles nominaciones. Sin duda, aunque en la duración de casi tres horas de Cerrar los ojos (Víctor Erice, 2023) la música ocupa poco tiempo, su presencia es fundamental para la historia, por lo que, no tener la posibilidad de ser nominada es una clara injusticia que debería provocar una revisión de las Bases de los Premios Goya. La partitura del compositor hispano-argentino sirve para cohesionar las dualidades de la historia, el pasado y el presente, la memoria y el olvido, la realidad y la ficción, representadas en esa estatua de Jano, el dios de las puertas, de los principios y finales, con las dos caras de un hombre joven y uno mayor que se dan la espalda. La estatua está situada en el jardín de Triste le Roy (Francia, 1947), el escenario de la película inacabada del director Miguel Garay (Manolo Solo), en medio de cuyo rodaje el actor Julio Arenas (José Coronado) desapareció sin dejar rastro. En La mirada del adiós, "la película que nunca existió", Mr. Levy (Josep María Pou) le pide a Gardel (José Coronado) que investigue precisamente una desaparición viajando a Shanghai ("The Shanghai Gesture"), una escena subrayada por los violonchelos (Javier Albarés, Javier Romero) que se dan la mano con el piano (Federico Jusid) y las cuerdas de la formación Cerrar los Ojos Ensemble, formada por piano, viola, violines, violonchelos y guitarras, y apoyada en ocasiones por la Budapest Art Orchestra. La búsqueda que inicia Miguel Garay de su antiguo amigo Julio Arenas, impulsada por su participación en el programa de televisión Casos sin resolver, se presenta musicalmente con una interrogación al piano ("Cerrar los ojos", "Los zapatos te molestaban"), que reaparece a lo largo de toda la película, una pregunta que encuentra respuestas que, sin embargo, provocan más preguntas. El pasado comienza surgir a través de las sonoridades de las cuerdas que evocan la nostalgia de la memoria ("Recuerdos").
Cerrar los ojos no es solo una película sobre la forma de envejecer, sino también un homenaje al cine clásico, reflejado en la reunión nocturna en Cabo de Gata entre Miguel y sus vecinos, cantando "My riffle, my pony and me", uno de los momentos más inolvidables de la película Río Bravo (Howard Hawks, 1959), con Dean Martin, Ricky Nelson, Walter Brennan y John Wayne, aunque les falta la segunda parte de la escena con Ricky Nelson interpretando la canción folk "Cindy", quizás demasiado poco melancólica para Víctor Erice. Da la impresión de que la banda sonora editada incluye composiciones que finalmente se descartaron en la película, como el tema "Vamos a encalar", una variación de la composición principal que se ajusta casi perfectamente en duración a la escena en la que Julio y Miguel están encalando una pared. La música se introduce siempre de forma sutil, dejando espacio a los silencios, pero resaltando la profundidad emocional de los encuentros entre quienes formaron parte del pasado, y el presente actual ("Soy Ana"). El cine se convierte en la terapia adecuada para recuperar parte de la memoria, expresada en una melodía para piano que, en La mirada del adiós, Mr. Levy utiliza también para provocar el recuerdo ("La mirada del adiós"). Los interrogantes desaparecen para asimilar una realidad que se sitúa al nivel de la ficción, mientras en los créditos la música supone la expresividad de las emociones cuando regresa la representación del dios Jano, lo viejo y lo nuevo, "la cara y cruz de su destino" ("Hija mía, mi querida"). La banda sonora de Federico Jusid se presenta en retazos sutiles a lo largo de la película que sin embargo apunta con un tono melancólico esta reflexiva mirada de Víctor Erice en torno al cine y la memoria.
Duración: 73mns
Cuenta el compositor Paul Leonard-Morgan (1974, Escocia) que la primera vez que colaboró con Philip Glass (1937, EE.UU.) en la serie Historias del bucle (Prime Video, 2020), éste le comentó: "Tus melodías son muy hermosas pero, ¿por qué haces eso con las armonías?", demostrando que, a partir de una frase musical determinada, la forma de expresarla puede conducir por un camino a un compositor que no es necesariamente el que seguiría otro músico. De forma que en los trabajos conjuntos de Philip Glass y Paul Leonard-Morgan, que han continuado con la miniserie The green veil (2022) y el documental Volar en círculos, de John Le Carré (Errol Morris, 2023), conviven dos formas gramaticales diferentes de concebir la música, pero con una singular cohesión. El año pasado fue intenso para el compositor escocés, trabajando para tres largometrajes, dos videojuegos, dos series de televisión y tres documentales. La miniserie Compañeros de ruta (SkyShowtime, 2023) cuenta una historia de amor que se desarrolla a lo largo de varias décadas, entre la persecución maccarthista en los años cincuenta y la pandemia del SIDA en los ochenta. El planteamiento musical es el de asignar instrumentos concretos a cada uno de los protagonistas: el violonchelo para Tim (Jonathan Bailey) y el cuarteto de cuerdas para Hawk (Matt Bomer), cuya impetuosidad refleja también su capacidad para mantener la discreción en un entorno político que amenaza a los homosexuales ("McCarthy's mission"). Una de las características de la aplicación de la banda sonora en la serie es la utilización de largos pasajes musicales en secuencias paralelas sin diálogos, como cuando se revela por primera vez la personalidad de Hawk en el episodio Eres maravilloso (T1E1), mostrando su doble vida como esposo y padre de familia, y como habitual visitante de los baños públicos de cruising ("Hawk"). Pero es el piano el que en cierto modo sirve como nexo de unión entre los dos personajes, principalmente en las numerosas y apasionadas escenas de sexo. Se introduce en su primer encuentro desde el momento en que Hawk aparta la medalla con la cruz que Tim lleva en el cuello, y resurge entre cuerdas sensuales cuando éste adopta el rol de sumisión en sus relaciones sexuales ("Tim's first time"), tomando protagonismo como reflejo de la ausencia con un tono más melancólico ("Waiting for Tim"), más romántico en la distancia ("My one great love") y más doloroso en la despedida ("Seeing Tim go", "Next to Tim"). El piano y el violonchelo solistas se contraponen también para mostrar otra de las relaciones principales de la serie, la que protagonizan el periodista Marcus Gaines (Jelani Alladin) y el artista transexual Frankie Hines (Noah R. Ricketts), que se desarrolla de forma paralela a lo largo de la serie ("Frankie and Marcus"). Hay algunos pasajes en los que se introducen instrumentos de viento que reflejan la separación entre dos personajes cuya relación no solo es complicada por las circunstancias del entorno político y social que les rodea, sino también por las decisiones personales que toman ("Promise you won't write"). El episodio Noches en vela (T1E7) termina con la canción "They are falling all around me", incluida en el álbum póstumo Legacy (1996, Significant Other) del activista Michael Callen, quien hizo un cameo en la película Philadelphia (Jonathan Demme, 1993), por la que el creador de la serie, Ron Nyswaner, ganó el Oscar al Mejor Guión. La visita al Memorial Conmemorativo de las víctimas del Sida, el AIDS Quilt que recoge en paneles bordados los nombres de las víctimas, es un hermoso tema elegíaco ("Beyond measure") para piano y cuarteto de cuerdas que se fusiona con el tema de Tim, al final del episodio Hazlo fácil (T1E8). Paul Leonard-Morgan construye una banda sonora hermosa e intimista que se expande a través de las cuerdas, pero se apoya sobre todo en el diálogo entre los instrumentos solistas.
Duración: 76mns
Posiblemente uno de los directores de los que menos se podría esperar que hiciera una película navideña es Alexander Payne (1961, Nebraska), pero ha conseguido proponer una historia en la que las festividades de final de año envuelven a los personajes, haciendo que se reflejen todavía más aislados, si cabe. Ambientada a finales de 1970, hay un trasfondo en torno al trauma de la guerra de Vietnam que también es importante. Los que se quedan no se refiere solo a los tres personajes solitarios que permanecen en el internado Barton porque nadie les espera, sino también a los que están en su país mientras otros luchan en un país desconocido. Aunque la traducción del título original The holdovers ("los remanentes") indica mejor la naturaleza sobrante de sus propias vidas, marcadas por diferentes tipos de dolor. La historia construye una especie de "familia" alrededor del joven Angus Tully (Dominic Sessa), con la figura maternal de la cocinera Mary Lamb (Da'Vine Joy Randolph) y la paternal de Paul Hunham (Paul Giamatti), el típico profesor insoportable al que todos odian, incluso el resto de profesores. La puesta en escena que crea Alexander Payne pasa no solamente por ambientar la época en los setenta, sino hacer una película como si fuera de los años setenta, incluidos logos de las productoras como si hubieran existido entonces, y el uso del sonido mono en todo momento, lo que aporta a la película una textura especial. Mark Orton (1968, Massachussets) colaboró anteriormente con Alexander Payne en la película Nebraska (2013) porque el editor musical Richard Ford había utilizado como temp tracks tantos temas del músico, que parecía lógico que fuera el compositor de la banda sonora, aunque Rolfe Kent (1963, Reino Unido) suele ser su habitual colaborador. En aquella ocasión la película recibió seis nominaciones al Oscar pero la banda sonora se consideró que no cumplía los requisitos para ser nominada. Por eso resulta satisfactorio que esta vez sí haya conseguido ser incluida en la shortlist de los Oscar, aunque también es lo que Mark Orton denomina una scource, mitad score (música original), mitad source music (música pregrabada).
Porque uno de los méritos del trabajo del compositor es el de adoptar una tonalidad tan similar a las numerosas canciones de la época que se escuchan en la película, que la música original se imbrica totalmente en la atmósfera sonora de la historia, fundamental para subrayar las personalidades de los tres protagonistas. Mark Orton no compone leitmotivs para estos personajes, pero sí asigna algunos instrumentos solistas en determinados momentos. El piano (Jeff Baxter), por ejemplo, es el que suena en las conexiones familiares, como cuando Mary visita a su hermana ("Primal architecture"), o cuando Angus acude a un asilo de ancianos ("Nursing home"). Hay un emotivo uso de las flautas alta y baja (John Savage), utilizadas en una escena en la que uno de los estudiantes pierde un guante ("The glove"), para reforzar el sentimiento de soledad que rodea a los personajes, que regresa en otros momentos. Sin embargo, el contraste proviene de la aparición de la guitarra y las percusiones, una música mucho más libre, para las escenas en las que los tres protagonistas salen del solitario internado para hacer una excursión a Boston ("Drive to Boston", "Back to Barton"). Son composiciones que conectan con el carácter de road movie de Nebraska, en cuya banda sonora precisamente predominaba la guitarra. Y el primero de ellos, compuesto en las reuniones previas con el director, se da la mano con otro viaje, algo más impredecible ("Into the unknown"). Quizás el personaje con el que está más definida una música concreta es el del profesor de Historia Antigua Paul Hunham, que conecta con el piano asignado a Mary tras un diálogo entre ambos al final de la película, como si compartieran ya una conexión emocional, pero adquiere una tonalidad más traviesa ("Now he's History"), con el uso de pizzicatos y de flautas, en su relación con los alumnos, incluso más lúdico en algunos momentos, con la introducción de mandolina y voces infantiles ("Let's make the best of it"). La edición de la banda sonora incluye acertadamente las canciones que suenan en la película, con un ramillete de temas navideños interpretados por grupos como The Temptations o The Swingle Singers, mientras que la espléndida música original está generalmente agrupada en suites de los temas principales.
Con un trabajo excepcional de la actriz Malena Alterio, reconocido en los Premios Feroz y los Premios Forqué, esta película difícil de clasificar incluso aunque tenga aires de thriller psicológico, muestra la espiral de desafíos a los que se tiene que enfrentar la protagonista Lucía desde que se queda sin empleo tras el desfalco de la empresa en la que trabajaba como informática, y decide sobrevivir conduciendo como taxista por las calles de Madrid. Se trata de un personaje que en cierta manera se ve sobrepasado por las circunstancias que la rodean, lo que la compositora Zeltia Montes (1979, Madrid) subraya de una manera muy efectiva con un tema principal en tres movimientos asignado al personaje principal ("Lucía 2") que resulta opresivo en la interpretación contundente de los instrumentos de cuerda de la Budapest Symphony Orchestra, y que en el inicio de la película suena con un volumen alto, incluso ahogando los diálogos, una excelente representación de la experiencia que está a punto de vivir Lucía. Es un tema que define perfectamente al personaje, entre la imaginación y la realidad, introduciendo voces femeninas para subrayar cierto empoderamiento que resulta sin embargo falso, y que tiene un aire operístico que conecta adecuadamente con el "Nessum Dorma" de la ópera Turandot (1926) que Giacomo Puccini estrenó en la Scala de Milán, y con cuya protagonista Lucía se siente cada vez más identificada ("Espejo"). Aunque también las circunstancias le llevan a apoderarse de la idea de la princesa Turandot, cuando este aria la conduce hasta Braulio (Rodrigo Poisón), un actor que se presenta al principio como Calàf, el príncipe desconocido que aparece en la ópera ("Llámame Calaf"). Los encuentros entre ambos se definen por un cierto romanticismo que tiene aires de fantasía ("Estaba ensayando"), con voces femeninas que reflejan ese empoderamiento que mencionamos antes.
De hecho, esta sonoridad coral se presenta sobre todo cuando Lucía se enfrenta a los hombres ("Que te pilles otro taxi", "Donde está mi dinero"), como si el aliento femenino de alguna manera impulsara al personaje, con la incorporación de voces masculinas cuando este empoderamiento adquiere tonalidades más oscuras ("Ahora te voy a robar yo a ti"). La música de Zeltia Montes también va adquiriendo una tonalidad cada vez más inquietante, y conforme se revela claramente la fragilidad de Lucía, las voces femeninas ya no se impulsan, sino que caen en descenso, como el reflejo de una protagonista que se siente abandonada ("Estoy tan sola"), y en cuya descripción musical se introducen elementos electrónicos que distorsionan la representación de su propia realidad. Desembocando finalmente en una espléndida y angustiosa suite ("Tú no tienes corazón") que describe la rendición a esa sociedad compuesta de injusticias laborales, micromachismos y traiciones en la que solo es posible reivindicarse a si misma a través del sacrificio, lo que se subraya musicalmente a través de la contraposición de las violentas cuerdas que se alzan por encima de unas voces que parecen precipitarse. Pero en las escenas finales de la película regresa el tema principal asignado a la protagonista ("Lucía") para mantener la ambigüedad sobre si lo que hemos visto es realidad o fantasía.
BAFTA '24: Nominada
Anthony Willis (1987, Reino Unido) tiene una especial habilidad para incorporar a sus bandas sonoras un subtexto que anticipa el desarrollo de la historia sin revelarlo, hasta que se muestra específicamente una vez que se ha visto la película al completo, como en su excelente trabajo para M3GAN (Gerard Johnstone, 2022). En su segunda colaboración con la directora Emerald Fennell tras Una joven prometedora (2020), la partitura expande la mirada hacia el protagonista desde el principio, mostrando sus aspiraciones obsesivas por entrar en un mundo en el que nunca es aceptado del todo. Hay un sutil sentido del humor cuando el tono de romanticismo gótico del prólogo, con cuerdas de tonalidad elegante ("I loved him"), da paso a una indisimulada referencia al himno "Sadoc el sacerdote", compuesto por George Friedrich Haendel para la coronación del rey Jorge II en 1727 (interpretado en posteriores coronaciones también), que suena cuando Oliver (Barry Keoghan) consigue su primera aspiración, la de entrar a formar parte de la exclusiva Universidad de Oxford ("Oliver Quick!"). El coro viene precedido del sonido de un órgano (Charles Andrew) que será uno de los instrumentos principales del viaje de Oliver hacia ese mundo de la aristocracia británica al que aspira ("Journey to Saltburn"). Quien le abre las puertas de esa vida de lujo es Felix Catton (Jacob Elordi), con el que se establece una relación que para Oliver tiene un tono romántico y erótico, una atracción primaria que no llega a ser un enamoramiento pero sí un amor visceral. La historia transcurre en 2006, pero al desarrollarse en buena parte en el castillo de Saltburn, tiene una textura gótica que está subrayada por la interpretación de la London Contemporary Orchestra, dirigida por Hugh Brunt, que se apoya principalmente en las cuerdas. El carácter subliminal de la partitura respecto al protagonista se sostiene en lo que Anthony Willis llama "el arpegio de Oliver", un acorde que se muestra más claramente en la escena en la que Felix y Oliver se encuentran en un puente compartiendo experiencias que refuerzan su amistad ("Throwing pebbles"), una hermosa composición que comienza con cuerdas y piano (Nathan Williamson), para introducir después cálidos instrumentos de viento, y en el que ya se introduce el tema de Saltburn. Es interesante el tono misterioso que adoptan las cuerdas cuando Oliver observa a Felix sin ser visto, desde el exterior de una habitación en la que está manteniendo una relación sexual, o cuando le observa mientras se masturba ("NFI'D", "A shared bathroom"), lo que aporta una sensación amenazadora.
De hecho, hay en las interacciones de Oliver con otros miembros de la familia de Sir James Catton (Richard E. Grant) y Elspeth Catton (Rosamund Pike) un tono de misterio, como cuando se encuentra con una de sus hijas, Venetia (Alison Oliver), en la que éste le dice "No sabes que soy un vampiro", una descripción que está muy presente en la música ("Venetia's see-through night dress"), cuando adopta una textura de historia de terror, reforzada por el predominio del violonchelo (Brian O'Kane), especialmente en una escena en la que está muy presente el tema recurrente que se refiere a la lujuria. El verano en Saltburn se va haciendo más misterioso, con intrigas, mentiras y una especie de competición entre Oliver y Farleigh (Archie Madekwe), otro estudiante que no pertenece a la aristocracia pero ha sido prácticamente adoptado por la familia, lo que Anthony Willis expresa con disonancias que adquieren una tonalidad inquietante ("The summer burned on"). La versión más melancólica de la relación entre Oliver y Felix está interpretada por el piano solista, lo que refuerza la sensación de soledad que rodea al protagonista ("Blood run cold"), hasta desembocar en el mismo tema interpretado por las cuerdas en la composición más emocionante de la banda sonora ("The maze"), un crescendo que se dirige hacia una especie de lamento con cuerdas ondulantes e introducción de coros y voz soprano (Ellie Sperling, Eloise Irving) que reflejan la naturaleza trágica de la historia. Como decíamos al principio, la música de Anthony Willis está marcada por un subtexto que acaba mostrándose en el que podríamos denominar el tema de la revelación, un encuentro posterior entre Oliver y Elspeth que es un resumen, ahora en un sentido más transparente, de los elementos subliminales de la banda sonora ("Almost none"), en el que regresa el espíritu ambicioso de Oliver, la aspiración a pertenecer a un mundo del que no forma parte, y que es un hermoso reflejo de la estructura subyacente de la partitura, con el regreso del órgano, las cuerdas vibrantes y los instrumentos de viento. Aunque no aparecen en la banda sonora editada, la selección de canciones realizada por Emerald Fennell es espléndida y tiene también lecturas muy satíricas, como cuando Oliver es obligado a interpretar la canción "Rent" de Pet Shop Boys en un karaoke familiar, que refleja su condición de mantenido: "Tú me vistes, soy tu marioneta. Me compras cosas, me encanta. Te quiero, pagas mi alquiler", pero especialmente el himno "Lord of all hopefulness" (1931), escrito por la poetisa Jan Struther, conocida por su novela Mrs. Miniver (1940) que, en la versión de York Minster Choir, suena durante una de las escenas más surrealistamente divertidas de la película.
BAFTA '24: Nominada
El director Ridley Scott no se ha caracterizado precisamente por ser el más respetuoso con las aportaciones de los compositores que trabajan con él, y la sala de edición puede convertirse en una auténtica guillotina para la música original, entre temp tracks, temas preexistentes y cambios en la estructura musical. Pero curiosamente algunas de sus películas tienen varias de las bandas sonoras más reconocibles de sus autores, como Alien. El octavo pasajero (1979), Blade runner (1982) o Gladiator (2000). El último en formar parte de esta lista de damnificados por las decisiones del director es Martin Phipps (1968, Reino Unido), al que Ridley Scott se acercó tras escuchar su música para la serie The Crown (Netflix, 2016-2023), en la que comenzó de la mano de Hans Zimmer, que durante una época fue colaborador habitual del realizador inglés. A lo largo de Napoleón (Ridley Scott, 2023) suena mucha música, la mayor parte composiciones preexistentes clásicas, algunas más o menos obvias, otras anacrónicas, y una selección de cantos polifónicos corsos que suenan en momentos decisivos como el exilio a la isla de Elba, entre Italia y su Córcega natal. Es curioso que el propio Martin Phipps utilice precisamente a los conjuntos musicales Organum y Spartimu como elementos destacados en algunos pasajes. Ambas formaciones recogen los cantos de los monjes franciscanos encontrados en la isla de Córcega, correspondientes a los siglos XVII y XVIII, y el estilo polifónico aporta, dentro de las composiciones de Martin Phipps, un tono de lamento en algunas batallas importantes ("Austerlitz Kyrie", "Bonaparte's lament"). Se podría decir que el mayor mérito del compositor es el de sobrevivir a esta invasión de músicas preexistentes que se despliega a lo largo de la película, lo que le impide mantener una progresión dramática, entre otras cosas porque la historia no consigue ir más allá de un checklist de hitos militares del autoproclamado Emperador de Francia. Y a pesar de eso, la música consigue dibujar con acierto los retratos de los principales protagonistas: para Napoleón (Joaquin Phoenix), se asigna un tema ("Napoleon's piano") que comienza con un piano desafinado (Andrew Skeet), para ir introduciendo instrumentos como el acordeón (Ilona Suomalainen), la trompeta y los coros. La composición adopta, especialmente en la introducción de la trompeta, cierto aire a El padrino (Francis Ford Coppola, 1972), de Nino Rota, y efectivamente Martin Phipps ha comentado que este instrumento aporta una tonalidad "mafiosa". La anécdota del título se refiere a que, especialmente en este tema, predominan las notas de un piano que Napoleón regaló a su esposa María Luisa en 1810, y que se exhibe en el Museo de Historia de la Música, en Guildford (Reino Unido). El tema regresa cuando Napoleón abre un sarcófago en Egipto y mira fijamente a la momia de un antiguo faraón, y se desarrolla tras el acuerdo de paz en Austerlitz, esta vez para flautas y acordeón ("Ladies in waiting"), derivando hacia un ritmo de vals para una escena de baile que lo conecta con la composición dedicada a Josephine (Vanessa Kirby), otro de los temas principales. Si Napoleón tiene un tono más rudo y callejero, la música de su esposa es más sutil y aristocrática, con instrumentos como el arpa y el acordeón ("Josephine"), terminando en un suave coro, que tiene algo de sensual pero también de melancólico, sobre todo cuando se desarrolla en relación con el divorcio porque no puede dar un heredero al Emperador. Y que resonará, incluso después de muerta, cuando Napoleón le sigue escribiendo cartas desde la isla de Elba.
Pero precisamente en la relación entre Napoleón y Josephine viene una de las traiciones de Ridley Scott, al utilizar en algunas escenas el tema "Dawn" de Dario Marianelli para la película Orgullo y prejuicio (Joe Wright, 2005) sin una justificación aparente. En otros momentos, especialmente durante la campaña de Napoleón en Rusia, volverá a introducir composiciones de otras bandas sonoras, principalmente dos temas del propio Martin Phipps para la serie Guerra y paz (History Channel, 2016): "Charge" y "Napoleon", que están relacionados, pero que resultan innecesarios. Sobre todo porque Martin Phipps utiliza elementos semejantes para elaborar sus acercamientos a los diferentes campos de batalla: violonchelos e instrumentos de viento junto a disonancias electrónicas en el asedio a Toulon de 1817 ("Toulon"), a los que se une un coro de voces masculinas que proviene del tema dedicado al regimiento que comanda Napoleón, en una excelente composición para coros y percusiones militares ("Soldiers of the 5th Regiment"). Para la batalla de Austerlitz de 1805, se apoya de nuevo en los violonchelos y las percusiones, con instrumentos de viento en los momentos de mayor tensión ("We are discovered"), mientras que para el fracaso en la campaña de Rusia en 1812, con el incendio de Moscú y la negación de la gloria del vencedor, toman protagonismo las voces de bajo y las cuerdas ("Russia"), que vuelven en la escena en la que Napoleón decide regresar a París, desafiando su retiro forzoso ("Return to France"), con la introducción del contratenor James Laing. Para la última derrota de Napoleón en Waterloo en 1815 hay un tema de tonalidad casi irónica cuando las tropas esperan que deje de llover en Inglaterra ("Make the rain stop"), adoptando una textura barroca. Estos apuntes de ironía también se pueden encontrar en la excesiva ampulosidad de la fanfarria en la escena en la que Napoleón es coronado Emperador de Francia ("First Counsel"). Mientras que la batalla es descrita con cuerdas furiosas y polifonía corsa ("Downfall"), pero la derrota se muestra como una elegía dedicada a los 28.000 muertos ("Waterloo Requiem"). De alguna manera, el arco narrativo de Napoléon se acaba definiendo a través de sus victorias y derrotas, pero las decisiones tomadas respecto a la música preexistente en la película impiden que las composiciones de Martin Phipps tengan un desarrollo adecuado, que quizás puede ser más claro en la versión de cuatro horas que se espera que estrene en algún momento Apple tv+.
En los últimos años, el director Barbet Schroeder (1941, Irán) ha concluido la llamada "trilogía del mal", una serie de documentales desarrollados a lo largo de su filmografía, enfocados en dictadores africanos en General Idi Amin Dada (1974), células terroristas en El abogado del terror (2007) y tensiones entre musulmanes y budistas en El venerable W. (2017), embarcándose ahora en un documental que trata de recuperar cierto grado de humanidad en Ricardo et la peinture (2023), que se proyectó fuera de concurso en el pasado Festival de Cine de Gijón (FICX). A través de su amistad con el pintor Ricardo Cavallo (1954, Argentina), afincado en Francia desde 1976, el realizador hace, junto al artista, un repaso a la historia del arte a través de sus fuentes de inspiración, que son retratadas en visitas a los museos en los que se encuentran. La banda sonora está compuesta por Hans Appelqvist (1977, Suecia), un músico ecléctico que ganó el premio a la Mejor Música en el CPH:DOX 2019 por el documental La balsa (Marcus Lindeen, 2018), elegido Compositor Destacado en el Festival de Sundance 2023 y que el año pasado publicó su séptimo álbum autónomo, In the basement of Apollo (2023, Sifantin), en el que intenta dar una respuesta a la pregunta "¿Qué es la música y por qué existe?", apoyándose en las teorías sobre el arte de Friedrich Nietzsche y el contraste entre lo apolíneo y lo dionisíaco. Se trata de su primera colaboración con el director Barbet Schroeder, que él mismo describe de esta manera en las notas del álbum: "Teniendo en cuenta la posición de Barbet Schroeder en el mundo del cine, me sentí muy sorprendido y honrado cuando me pidieron trabajar en Ricardo. Mi objetivo era lograr coherencia en la instrumentación a lo largo de la película: cuerdas y algunos instrumentos de viento de madera. Quería que fueran instrumentos muy humanos, que respiraran, creando una voz familiar que ocasionalmente se uniera a la narración". Esto se manifiesta sobre todo en los momentos del documental en los que vemos a Ricardo Cavallo pintando, acompañado por las suaves composiciones de Hans Appelqvist ("Painting outside"), interpretadas por Budapest Scoring Orchestra, con predominio del clarinete (György Reé). Pero el tema principal del documental se apoya en percusiones y flauta (Anita Szabó) que parecen traer a la memoria las sonoridades andinas ("Ricardo et la peinture"). El repaso a la historia del arte que propone la película permite acercamientos musicales de texturas variadas con instrumentaciones folclóricas como el ronroco (Hans Appelqvist), una especie de guitarra de origen boliviano que suele utilizar Gustavo Santaolalla en sus bandas sonoras. Son sonoridades que remiten a la antigüedad, desde los retratos de El Fayum en el antiguo Egipto ("Fayoum") hasta el impresionismo ("Cézanne"), pasando por el romanticismo ("Delacroix"), que se expresa con arpas y violonchelos (Kristóf Nádasdy, Ramóna Rádli), con una sonoridad etérea y atemporal, mientras que para el neoimpresionismo se utilizan percusiones de metal ("Seurat"). La obra del pintor está especialmente inspirada por artistas españoles como Francisco de Goya y Diego Velázquez, sobre todo La fragua de Vulcano (1630) ("La Forge") y el retrato del papa Inocencio X (1650) ("The Pope"). En contraposición, las instrumentaciones referidas a pinturas de Ricardo Cavallo tienen un carácter más humano, con predominio de maderas, como los paisajes dedicados a la localidad de Morlaix, una obra monumental que lleva creando desde hace más de diez años ("Morlaix"). El artista ha hecho de las cuevas marinas uno de sus temas principales, reflejados en las suaves tonalidades de cuerdas, flauta y clarinete ("The cave"). La música nos introduce en la creatividad del artista a través de sus referentes y sus creaciones, contribuyendo a que sean las texturas de los cuadros los que nos sitúen en las temáticas referenciales del pintor. Hans Appelqvist consigue crear una banda sonora que aporta ese grado de humanidad a un personaje singular, envuelto en su propia obra y en sus reflexiones sobre cómo el arte alimenta al ser humano.
Golden Globes '24: Nominada
SCL '24: Nominada
Annie '24: Nominada
Las colaboraciones entre Hayao Miyazaki (1941, Japón) y Joe Hisaishi (1950, Japón) se remontan a los años ochenta, cuando el productor Isao Takahata le recomendó para poner música a la película Nausicaä del Valle del Viento (1984). En una reciente entrevista, el compositor afirmaba que no ha cultivado una amistad personal con el director fuera de sus colaboraciones laborales: "No salimos a cenar ni mantenemos encuentros personales. Solo nos conectamos a través del trabajo en la películas. Quizás ese es el secreto de nuestra larga colaboración" (Los Angeles Times, 29/11/2023). La película cambió su título original, que se traduciría como "¿Cómo vives?", por el menos críptico El chico y la garza (Hayao Miyazaki, 2023) para el mercado internacional, pero el compositor ha preferido mantener la interrogación para su tema principal ("Ask me why"), una composición sencilla con predominio del piano solista interpretado por el propio Joe Hisaishi que se asigna al protagonista, Mahito, un niño de doce años que trata de adaptarse a la vida en la ciudad tras la muerte de su madre, y que es un reflejo de la propia infancia de Hayao Miyazaki. Al tratarse de una historia que conecta con su vida personal y con su propia imaginación, la música se construye desde una mirada íntima, con instrumentaciones mucho más sencillas y una pequeña sección de cuerdas, Future Orchestra Classics. Se trata de un tema que se repite en algunas ocasiones a lo largo de la película en relación con la madre del protagonista ("Ask me why (Mother's message)"), y que va evolucionando conforme se produce el coming-of-age de Mahito ("Ask me why (Mahito's commitment)"), con una mayor presencia de las cuerdas. Es un tema que escuchamos primero en un tono más melancólico, pero que va desarrollándose hasta una tonalidad mucho más esperanzadora. La banda sonora crece cuando el protagonista se dirije a la torre construida por su abuelo en la que cuentan que vive una garza (A feather in the dusk"), una pieza musical que tiene cierto aire misterioso para conectar con los que se aplican para piano solista ("Gray Heron"), y se retoma cuando se refiere a su maldición ("The curse of the Gray heron"). Pero uno de los momentos más conmovedores, y una de las piezas musicales más hermosas que ha compuesto Joe Hisaishi en sus últimas bandas sonoras, se refiere a la reencarnación, un tema que aporta magia a través de las cuerdas suaves y el delicado piano ("Reincarnation").
La película tiene dos partes bien diferenciadas, sobre todo a partir de la entrada de Mahito y Natsuko en ese mundo mágico en el que encuentran algunas de las criaturas características de Hayao Miyazaki, que tienen siempre lecturas metafóricas. Y la banda sonora también se hace más compleja, con instrumentaciones más elaboradas pero al mismo tiempo imaginativas, usando percusiones y pizzicatos ("Diversion", "A burrow"), también sonoridades electrónicas ("Warawara") e introduciendo voces femeninas, especialmente en las composiciones que se refieren al personaje de Himi, una joven que es capaza de controlar el fuego ("A girl of fire", "The corridor door"). La banda sonora de El chico y la garza es un de las menos melódicas de las que ha compuesto Joe Hisaishi para Hayao Miyazaki, y posiblemente sus temas permanecen con menos profundidad en la memoria, pero es la que más se acerca a la música autónoma del compositor, adoptando un punto de vista más personal, pero al mismo tiempo menos comercial. Tan es así, que en la propia banda sonora se incluye una composición que creó para su obra de concierto The end of the world (2016, Sony Music). "A song of prayer" es una melancólica pieza para piano y orquesta creada como homenaje al compositor Henryk Górecki (1933-2010, Polonia), representante en sus últimas obras del llamado minimalismo sacro, que en cierto modo conecta con la tradición cristiana que también se refleja en la película. La banda sonora se expande progresivamente hacia composiciones vibrantes para instrumentos de viento ("The Kings parade") y predominio de cuerdas ("The last smile"). Aunque el album editado fuera de Japón no incluye la canción "Spinning Globe", compuesta e interpretada por Kenshi Yonezu, que se lanzó como sencillo en julio de 2023 y que Hayao Miyazaki encargó al cantante tras escuchar la canción "Paprika" que compuso para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 e incluyó en su álbum Stray sheep (2020, Sony Music). El chico y la garza supone el regreso de Joe Hisaishi al mundo del cine después de una larga temporada dedicado a la música autónoma, y propone una mirada más intimista y personal para una película que se anunció como la última obra del director, aunque éste lo desmintió.
Ghent Film Festival '23: Premio Georges Delerue Mejor Música Original
Golden Globes '24: Nominada
BAFTA '24: Nominada
OSCAR' 24: Nominada
La primera película del director Yorgos Lánthimos que cuenta con música original es una especie de versión de Frankenstein en la que el personaje principal, Bella Baxter (Emma Stone) debe enfrentarse a la vida en el Londres victoriano con la mentalidad de una recién nacida, pero en el cuerpo de una mujer adulta. Para la partitura, el director griego ha elegido también a un recién llegado a la música de cine, el joven compositor Joscelin Dent-Pooley (1995, Reino Unido), que firma con el nombre artístico de Jerskin Fendrix. Esta arriesgada elección se produjo después de que Lánthimos escuchara el fascinante álbum de debut del músico inglés, Winterreise (2020), que toma su título de la obra Winterreise (1827), 24 piezas para piano basadas en poemas de Wilhelm Müller que Franz Schubert compuso a los 30 años, cuando le quedaban menos de dos años de vida. La película describe el despertar sexual de la protagonista, y el trabajo del compositor es una representación de la psicología del personaje, y por tanto evoluciona también a lo largo de la película. El tema asignado a Bella Baxter la describe con el sonido de un arpa desafinada, hasta que se incorporan un grupo de cuerdas ("Bella"), en una composición que se va transformando no solo junto a los descubrimientos que hace la protagonista, sino también respecto a su relación con otros personajes ("Bella and Duncan"). La representación más clara de la mente de los primeros años de Bella es un tema en el que la interpretación de los instrumentos parece un juego improvisado ("Wee"), utilizando la grabación de los instrumentos por separado, editándolos posteriormente introduciendo distorsiones. El propio Jerskin Fendrix ha comentado en algunas entrevistas que quiso utilizar instrumentos de viento (flautas, oboes) para darle voz al personaje ("Mother of God"), en contraposición con el carácter quirúrgico y experimental que rodea a la protagonista ("Reanimation"), sobre todo en la figura del cirujano Edwin Baxter (Willem Dafoe), lo que está reflejado a través de instrumentos de tipo mecánico (órgano, gaita, acordeón), que posteriormente son acompañados por otras instrumentaciones como las percusiones. Es especialmente interesante el uso de una voz femenina con distorsiones electrónicas, que parece la voz balbuceante de la protagonista ("Bella and Max").
Muchas de las composiciones de la banda sonora están asignadas a los personajes de la película, pero con la utilización de diferentes estructuras instrumentales. Para el personaje de Victoria, una mujer que se suicidó y de la que se tomó su cuerpo para crear a Bella, el compositor utiliza principalmente instrumentos de cuerda ("Victoria"). Y adopta un carácter más violento cuando la protagonista descubre por primera vez el sufrimiento humano ("Alexandria"), en un tema que expresa dolor y rabia con voces y órgano, pero también con un martillo de percusión que tiene un tono funerario, mientras las cuerdas y las gaitas parecen gritar angustiosamente, lo que en cierta manera sustituye a la incapacidad de Bella para expresar las emociones que siente. El compositor ha comentado que se sentía impulsado a ir cada vez más allá porque el director nunca le comentaba que había ido demasiado lejos con sus propuestas sonoras extrañas y experimentales. El viaje de Bella al exterior la lleva hasta Lisboa, que es su primera experiencia fuera de su entorno, reflejada con vientos de madera y sintetizadores ("Lisbon"), previo a un pasaje de la banda sonora que adopta una especial interpretación de la música portuguesa ("Portuguese Dance I", "Portuguese Dance II"), tan extraña como el particular baile al que acompaña. Más intrigante es la parte que se asigna a la estancia de Bella en la ciudad de París, con sonoridades disonantes de instrumentos de viento ("Paris") que muestran su despertar sexual. Esta singular pero al mismo tiempo hipnótica partitura fue creada meses antes del comienzo del rodaje, de forma que algunas composiciones fueron usadas durante el mismo, y Yorgos Lánthimos editó parte de la película adaptándose a la música, en vez de lo contrario, como afirmaba él mismo en una entrevista:. "Cuando finalmente comencé a editar, usé toda esa música y la edité según las escenas; así funcionó durante toda la película. Al final, después del rodaje, Jerskin no tuvo que componer casi ninguna música nueva para la película" (Stereogum, 15/11/2023). Quizás no es la manera más convencional de componer una banda sonora, pero funciona extraordinariamente bien en un contexto en el que tanto el director como el músico son precisamente poco ortodoxos.
Milan Records, 8/12/2023
Duración: 56mns
BAFTA '24: Nominada
más populares, como "Pure imagination", y sobre todo "Oompa Loompa". Pero aunque los arreglos instrumentales de Joby Talbot (1971, Reino Unido) tratan de actualizar estas canciones, tienen una estructura más antigua que el resto de las canciones escritas por Neil Hannon (1970, Irlanda), fundador del grupo The Divine Comedy, y que por primera vez se ha enfrentado a la tarea de componer para una película. Pero ambos temas se roban el show cuando aparecen, y permanecen en la memoria de manera más retentiva que las nuevas canciones. Se cuenta que Roal Dahl detestaba la película de 1971 (la única versión que conoció) porque no era lo suficientemente oscura, pero Wonka (Paul King, 2023) directamente descarta los planteamientos críticos sobre la educación de los niños y en realidad ni siquiera construye al personaje de Willy Wonka, sino que lo reinterpreta como un joven encantador y soñador. Aunque "A hatful of dreams" funciona como un tema inspiracional, éste no termina de elevarse en la medida que se pretende. En este sentido, hay que comentar que Timothée Chalamet es un adecuado y simpático Willy Wonka en la pantalla, pero sus interpretaciones como cantante son generalmente muy planas, casi siempre en tonos bajos, lo que no permite que las canciones despeguen como deberían, algo que se manifiesta especialmente en la canción "A world of your own", en la que la instrumentación se siente apagada por la escasa variedad tonal del actor. Es el tema que acompaña al arco emocional del personaje, vinculado en la parte instrumental al recuerdo de su madre ("Wonka's case", "Mamma's secret") y la promesa de volver a verla cuando alcance su sueño.
Joby Talbot había colaborado como arreglista con la banda The Divine Comedy entre 1993 y 2002, para iniciar más tarde una carrera como compositor de obras de concierto y bandas sonoras para películas como ¡Canta! (Garth Jennings, Christophe Lourdelet, 2016) y su secuela. Cuando comenzó a trabajar en la banda sonora de Wonka, las siete canciones de Neil Hannon ya habían sido escritas en 2021, durante la pandemia del Covid-19, pero su trabajo en una película que contiene numerosos números musicales es especialmente notable en su calidad de unificador de todos los elementos que la conforman, acoplando las nuevas canciones con las dos que remiten a la película de 1971, y en algunos casos estableciéndolas como leit-motivs de los personajes. En este sentido, "Pure imagination", un tema vinculado al personaje de Noodle (Cala Lahne) y su historia personal, abre y cierra la película, al final desarrollado como canción. Para el personaje de Willy Wonka, el compositor asigna instrumentos muy variados pero generalmente alegres, como el banjo o la mandolina ("Flying chocolatiers", "The letter A"), mientras que para la presentación de los villanos Bleacher (Tom Davis) y Mrs. Scrubitt (Olivia Colman) se utilizan instrumentos de viento como la tuba ("Welcome to Scrubbit's"), siendo su tema una variación de la canción "Scrub, scrub", que interpreta el grupo de clientes encerrados en la lavandería por no haber leído la letra pequeña de su contrato de alquiler. Las composiciones de Joby Talbot toman protagonismo en la última parte de la película, donde no hay tantos números musicales pero sí continuas referencias en la partitura. El último bloque de la banda sonora corresponde a las secuencias de acción que comienza apuntando a la canción "Sweet tooth" asignada a los empresarios competidores y sus artimañas ("500 monks, 1 Giraffe"), que introduce una divertida interacción de voces masculinas gritando "¡Jirafa!, ¡Es una jirafa!", durante la invasión de los animales del zoo en la ciudad. Los instrumentos preferiblemente asignados a Slugworth (Peterson Joseph) y sus secuaces remiten a las sonoridades de jazz, como la trompeta con sordina y las escobillas sobre batería ("Death by chocolate"), mientras que la resolución es una brillante referencia a "Never had a chocolate like this" cantada por un coro ("Chocolate fountain"). Aunque como decíamos, la película concluye musicalmente igual que comenzó, con la canción de 1971 "Pure imagination", que cierra el arco narrativo de Noodle, y con el desarrollo del tema como reflejo de los sueños alcanzados, mientras que los créditos finales comienzan con una divertida versión de "Oompa Loompa" describiendo el destino de los personajes. Las composiciones de Joby Talbot consiguen que las melodías de las canciones de Neil Hannon adquieran una mayor presencia y cohesión a lo largo de la película, mejorándolas y unificándolas con las composiciones previas de Leslie Bricusse y Anthony Newley, y conectando por tanto las dos historias más incluso que la propia película.
SCL '24: Nominada
BAFTA '24: Nominada
OSCAR' 24: Nominada
Últimamente relacionada con las producciones de superhéroes como The Marvels (Nia DaCosta, 2023) o la serie What if...? (Disney+, 2021), Laura Karpman (1959, Los Angeles) ganadora de un premio Emmy por la miniserie documental Why we hate (Discovery+, 2019), cuenta con una larga trayectoria musical de la que se desconocen dos de sus principales características: su relación con el jazz y su activismo LGTBIQ+. Del primero, destaca uno de sus trabajos más importantes, la grabación de Ask your mama (2015, Avie Records), una recreación musical de una de las obras poéticas destacadas que escribió Langston Hughes en 1961, que mezclaba jazz, hip hop y voces sopranos en una de las composiciones más elaboradas de su carrera. En cuanto al segundo aspecto, Laura Karpman ha estado comprometida en los últimos años con proyectos como el documental Rock Hudson: Solo el cielo lo supo (Stephen Kijak, 2023). Pero sobre todo prepara junto a su esposa, la también compositora Nora Kroll-Rosenbaum, un musical que adaptaría la película Baila, muchacha, baila (Dorothy Arzner, 1940), protagonizada por Maureen O'Hara y Lucille Ball, que pretende reivindicar el trabajo como cineasta de una de las primeras mujeres directoras, además abiertamente homosexual. Cuenta la propia compositora que la idea inicial del director de American Fiction (Cord Jefferson, 2023) era utilizar música clásica al estilo de Beethoven, pero Laura Karpman pensó que para un personaje que se llama Thelonious 'Monk' Ellison (Jeffrey Wright) era bastante obvio que la inspiración de la banda sonora debía provenir de las composiciones del músico de jazz Thelonious Monk (1918, Carolina del Norte-1982, Nueva Jersey). Así que le presentó un primer tema que describía al protagonista ("Family is, Monk is..."), una hermosa creación que comienza con un diálogo entre piano (Laura Karpman) y flauta (Elena Pinderhughes) para adentrarse directamente en los terrenos del jazz improvisado, con la introducción de instrumentos como la trompeta. La historia de American Fiction es la de un profesor de literatura que, harto de la hipocresía de la industria al crear una llamada "literatura negra" que se sostiene en los estereotipos raciales, decide escribir una novela satírica bajo seudónimo, que se convierte en un gran éxito de ventas.
Laura Karpman, que vivió durante muchos años en la ciudad de Boston, donde se desarrolla la trama, utiliza los instrumentos de viento y las percusiones para reflejar la ciudad ("Boston, MA"), pero siempre con la introducción de la flauta que en algunos momentos parece incorporarse de manera improvisada. La intérprete de este instrumento es Elena Pinderhughes, quien ha trabajado con músicos como Herbie Hancock, y que en uno de los bonus tracks de la banda sonora editada también la escuchamos cantando ("(Elena's) Monk is"), en una versión que no se utilizó en la película. A veces el personaje principal está rodeado de cierto misterio ("Goodnight Monk"), sobre todo en la descripción del proceso de escritura de su novela ("Human remains"), que comienza con cuerdas para incorporarse la sonoridad de un piano fluido. Al tratarse de una película que habla sobre los conflictos y las emociones, la compositora utiliza generalmente dos pianos, uno interpretado por ella y otro a cargo de Patrice Rushen, de manera que a veces la sonoridad resulta algo extraña, como en la composición que se asigna al discurso que recita el protagonista ("My Pafology"), y que se convierte en uno de los temas principales de la película. También hay dos bonus tracks que son versiones para los dos pianos solistas ("(Patrice's) Monk is", "(Patrice's) Family is"). El monólogo del protagonista es asimismo uno de los posibles finales de la película, que también tiene una especie de final más romántico ("Romantic Ending"), que se sostiene musicalmente en las cuerdas. Otro de los temas principales está dedicado a la familia ("Beautiful family", "Brothers"), un tema que Laura Karpman interpreta con un piano Steinway 1927 que el estilista Sydney Guilaroff había legado al padre de la compositora, antes de morir. La banda sonora de American fiction es un trabajo complejo y enriquecedor que se apoya en el jazz para construir una reflexiva mirada hacia la sociedad norteamericana.
Duración: 70mns
La televisión pública italiana ha establecido como una tradición el estreno en diciembre de una adaptación de alguna obra del dramaturgo Eduardo De Filippo, contando con colaboradores habituales como los actores Vanessa Scalera y Massimiliano Gallo. El año pasado estrenó Filumena Marturano (Francesco Amato, 2022), que había sido llevada al cine en la película Matrimonio a la italiana (Vittorio De Sica, 1964), y este mes de enero ha estrenado Non ti pago (Edoardo De Angelis, 2024), protagonizada por Sergio Castellito. Pero previamente la Rai había presentado en horario de máxima audiencia el pasado 18 de diciembre una nueva adaptación, Napoli milionaria! (Luca Miniero, 2023), que previamente había sido llevada a la pantalla y protagonizada por el propio dramaturgo en la película Nápoles millonaria (Eduardo De Filippo, 1950). Considerada una de las obras maestras del polifacético autor, la historia se desarrolla en un barrio tradicional de Nápoles desde 1943 hasta 1950, mostrando las vidas de sus habitantes bajo el dominio de los fascistas y más tarde bajo el control de los aliados norteamericanos. Gennaro (Massimiliano Gallo) es un un hombre que tiene cierta tendencia a meterse en problemas, casado con Amalia (Vanessa Scalera), quien debe sobrevivir traficando en el mercado negro cuando su marido es detenido y desaparece durante años. Como en Filumena Marturano, la música corre a cargo del veterano compositor Paolo Vivaldi (1964, Italia), uno de los representantes de la generación de musicos de cine italianos posteriores a Ennio Morricone, con más de un centenar de bandas sonoras a lo largo de su carrera. En Napoli milionaria! introduce su habitual tonalidad melódica a través de temas que giran alrededor del personaje de Amalia, cuyo protagonismo se refuerza en esta nueva versión, bastante fiel a la obra original. La banda sonora comienza con un tema de introducción ("Prologo Napoli Milionaria") en el que destaca uno de los instrumentos solistas principales, la guitarra interpretada por Roberto Cardinali, que ya colaboró anteriormente en la banda sonora de Filumena Marturano. El tema principal asignado al personaje tiene un tono melancólico ("Tema di Amalia"), que utiliza como instrumentos la guitarra y la fisarmonica (Gianluca Casadei), el llamado acordeón italiano. Este último está muy presente en la banda sonora aportando el contexto histórico: la fisarmonica fue precisamente recuperada por los fascistas tras el declive que tuvo en los años de la crisis económica, proclamándola como un invento italiano. El otro tema que envuelve a la protagonista es el que la introduce en las calles del barrio, en este caso con ritmos de tango, primero para guitarra solista ("Tango di Amalia - Chitarra sola") y después para fisarmonica ("Tango di Amalia - fisarmonica e orchestra"), acompañada por la Orchestra della Città di Roma. Este género musical se desarrolla a lo largo de la banda sonora haciéndose dinámico en relación con el barrio y sus habitantes, una especie de entorno aislado que sobrevive a diferentes tipos de opresiones ("Tango di bassi").
Tras la desaparición de Gennaro, y una vez acabada la guerra, Amalia prospera como propietaria de apartamentos, pero queda todavía un poso de amargura que estará siempre presente ("La grinta di Amalia"), especialmente hermoso en su versión para guitarra y violín (Alberto Mina), igual que el que acompaña al personaje de Gennaro quien, tras haber sido dado por muerto durante varios años, regresa al barrio ("Il ritorno di Gennaro"), pero con una profunda carga traumática. El tema de la guerra es una emotiva versión del "Tango di bassi" para fisarmonica solista que suena durante los bombardeos a la ciudad de Nápoles ("Bombardamenti su Napoli"), pero que acompaña a Gennaro en su regreso, porque él se aferra la idea de que la guerra no ha terminado. El tema se desarrolla al final del segundo acto cuando se muestran imágenes de archivo reales de los efectos de la guerra en Nápoles. La última parte de la historia está marcada por la melancolía después de que Gennaro comprueba que el barrio y su propia familia han cambiado demasiado. El paso de los años cuarenta a los cincuenta se introduce con la canción "Passione" interpretada por la cantante Makardìa, que se publicó como sencillo, pero no aparece en la banda sonora editada. El tercer acto se desarrolla durante una noche en la que la familia debe buscar desesperadamente penicilina ("La ricerca della penicilina") para la hija menor, que está gravemente enferma. En esta parte hay predominio de la orquesta y de los instrumentos de cuerda como el violín y el violonchelo (Carlo Onori), en temas de una profunda tristeza ("Ha da passà 'a nuttata"), que en el álbum tiene también versiones para fisarmonica y para guitarra. La música prácticamente desaparece en la última media hora de película, dejando a los personajes solos con sus reflexiones sobre cómo han cambiado sus vidas. Napoli milionaria! es un trabajo musical espléndido que se sostiene en hermosas melodías características de uno de los más destacados compositores de música de cine italianos.
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Películas mencionadas: Pobres criaturas se estrena el 26 de enero en cines.
Dejad que el río fluya se estrena el 9 de febrero en Filmin.
Los asesinos de la luna se puede ver en HBO Max.
Samurái de ojos azules se puede ver en Netflix.
Compañeros de ruta se puede ver en SkyShowtime.
Saltburn se puede ver en Prime Video.
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