Red herringKit Vincent, 2023 | Competición Película Británica | ★★★★★BIFA '23: Nominada Raindance Maverick AwardRaindance Film Festival '23: Mejor Película Británica |
El director Kit Vincent protagoniza su propia historia a partir del diagnóstico en 2019 de un tumor cerebral cuando tenía 24 años, tomando la decisión de grabar su propio proceso de asimilación de una enfermedad para la que los médicos le dieron entre cuatro y ocho años de supervivencia. Pero no se trata de una historia trágica sobre la posible muerte temprana, sino una historia que proporciona reflexiones profundas en torno a cómo afronta su familia una noticia como ésta, teñida de un sentido del humor negro. Al comienzo de la película, Kit Vincent se mira al espejo y comenta: "Soy como la parca" a través de su propia voz en off que utiliza como narrador durante la primera parte para ir abandonándola conforme el enfoque se amplía a quienes le rodean: como su novia Isobel, que se queja de su obsesión por grabarlo todo, frente a una aproximación como director que a veces resulta demasiado invasiva. Por su parte, sus padres se separaron cuando Kit era un adolescente, y él vivió con su madre Julie hasta los 16 años, pero posteriormente ha establecido con su padre, Lawrence, una relación mucho más íntima y afectiva. Hay una evidente distancia con su madre, lo que provoca que su presencia en la película esté menos aprovechada, en parte por la reacción de ella. Cuando la visita en su casa, se encuentra arreglando su plantación de tomates y parece que le incomoda volver al tema del tumor cerebral: "Este no es el mejor momento", le dice a su hijo. Lo cual es frustrante, porque había un material interesante para explorar, teniendo en cuenta que Julie trabaja precisamente como enfermera acompañando a pacientes que ya solo pueden recibir cuidados paliativos para tener una muerte digna. Pero de alguna forma parece que a pesar de su experiencia con la muerte no está preparada para afrontar el diagnóstico de su propio hijo.
Pero Red herring (Kit Vincent, 2023), que recibió el premio de Valores Humanos en Tesalónica y ha participado en festivales como DocAviv, True/False y Sheffield, se eleva en interés a través de la relación con su padre, Lawrence, que en algún momento parece convertirse en protagonista absoluto, el reflejo de una enfermedad a través de los ojos de un padre al que, literalmente, se le detuvo el corazón cuando recibió el diagnóstico de su hijo. Con un marcapasos a partir de entonces, hay un momento en el que asistimos a una especie de ataque epiléptico que tiene relación con su estrés postraumático, mientras su hijo le estaba entrevistando. La generosidad de la familia a la hora de mostrar sus propias debilidades y fragilidades es sorprendente y alimenta la emoción de la película hasta niveles extraordinarios. Las conversaciones entre padre e hijo parecen escritas por un buen guionista, transmitiendo ternura pero al mismo tiempo esa distancia que se provoca a través del sentido del humor, que salpica todo el documental eliminando cualquier atisbo de dramatismo. Incluso en la propia elección de los planos, como cuando Kit Vincent decide mostrar una perspectiva de su rostro en la máquina de MRI que le escanea el cerebro, y la escena presenta un primer plano que le asemeja al personaje de Hannibal Lecter en El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991).
Precisamente la película está estructurada a partir de las comunicaciones por teléfono de los resultados de los escáneres. La familia al completo se reúne alrededor de una mesa con el móvil de Kit puesto en altavoz para escuchar juntos el dictamen del médico, que a veces es positivo, cuando parece que el tumor no se está expandiendo, y otras veces más dramático, cuando el especialista aconseja el tratamiento de quimioterapia como una perspectiva lejana de esperanza en el horizonte. Pero vuelve a ser Lawrence el que acapara buena parte de la atención a través de su manera de lidiar con la enfermedad, primero decidiendo acercarse al judaísmo, donde parece encontrar respuestas frente a la incredulidad de su hijo. Cuando afirma que en la Torá se pueden hallar soluciones a problemas actuales, Kit le dice: "Bueno, en la biblia también". De hecho, la película ha recibido apoyo financiero de Jewish Story Partners, un fondo de ayudas en cuya Junta Directiva se encuentra Nancy Spielberg, la hermana de Steven Spielberg. A través de su familia, Kit Vincent reconstruye un entorno que posibilita la aceptación de un diagnóstico fatal, pero con una positividad admirable. Hay algún montaje musical en la película que transmite continuamente las ganas de vivir y de dejar un legado audiovisual, pero también alguna revelación sorprendente que cambia el enfoque familiar. Lo que convierte a Red herring en una de las aproximaciones más inteligentes sobre la muerte a partir de la necesidad de disfrutar de la vida.
Sisters interruptedCaroline Sharp, 2023 | Competición Película Británica | ★★★☆☆ |
La epilepsia afecta al 1,5% de la población mundial y un tercio de estos pacientes sufre lo que se conoce como epilepsia refractaria, es decir, no responde a los tratamientos médicos. Al tratarse de una enfermedad sin ninguna cura, la vida se resiente principalmente debido a las convulsiones provocadas por un cortocircuito en el cerebro que a veces son difíciles de detectar, pero que pueden suponer daños permanentes. La historia de las hermanas protagonistas de esta película refleja las diferentes formas en que la epilepsia puede llegar a afectar. Por un lado, Tamsin Leyland comenzó a sufrir convulsiones desde pequeña y es una persona dependiente que necesita una permanente atención, porque su memoria y su lenguaje se han visto afectados. Mientras los médicos le dieron una esperanza de vida de poco más de veinte años, Tamsin llega a cumplir los cuarenta durante el rodaje del documental, siempre al cuidado de su familia y su hermana Chelsea, quien cuenta que después de mucho tiempo prestando atención a su hermana, llegó a tener un ataque epiléptico que le hizo ser consciente de que ella también estaba afectada por esta enfermedad. Pero, mientras Tamsin llega a tener hasta 70 convulsiones cada día, Chelsea puede llevar una vida considerada normal, incluso cuando decide trasladarse a Nueva York. La directora Caroline Sharp ha acompañado a las hermanas durante tres años para mostrar cómo la enfermedad las ha afectado de una manera diferente, pero también tiene un efecto psicológico y emocional.
Sisters interrupted (Caroline Sharp, 2023) ofrece una visión profunda de la epilepsia, incluso pensando en los espectadores cuando antes de algunas secuencias que incluyen ráfagas de luz o luminosidad intermitente, que parecen querer reflejar el caos cerebral que provocan las convulsiones, establece una señal de advertencia para aquellos que puedan sufrir algún tipo de epilepsia. La película intenta dejar claro que la fotosensibilidad no solo se produce por unas luces intermitentes, sino también por el parpadeo de la luz del sol entre las hojas de los árboles, por lo que Chelsea suele utilizar gafas de sol. Ella es la principal guía de una historia que ofrece una mejor comprensión sobre la epilepsia, especialmente a través de la relación con su hermana. En algunas de las conversaciones íntimas que consigue captar la cámara, Tamsin tiene una percepción absoluta de la manera en que la misma afección cerebral ha afectado de forma diferente a ambas. "A veces pienso en cómo habría sido la vida de Tamsin", dice Chelsea. "Qué podría haber conseguido hacer y adónde habría podido llegar". La confianza de la familia permite a la directora captar incluso las conversaciones más personales, como cuando Chelsea se siente decepcionada porque su padre tiene una actitud permanentemente negativa. A pesar de sus escasos sesenta minutos de duración, que parecen tener un enfoque más televisivo, Sisters interrupted trata de profundizar en aspectos poco conocidos de la epilepsia, mientras construye una historia de resistencia y de supervivencia. La esperanza de vida de una persona epiléptica es considerablemente menor que que la del resto: la muerte se produce en muchos casos por ahogamiento pero sobre todo por lo que se denomina muerte súbita epiléptica (MSE), que se produce generalmente durante el sueño. Pero, a pesar de los continuos daños que le provocan las convulsiones y la escasa efectividad de los tratamientos, Tamsin es un ejemplo de esa resistencia.
Parte del documental trata de ofrecer un cierto aliento de esperanza que sin embargo también está teñido de pesimismo. En Estados Unidos, Chelsea investiga sobre el tratamiento médico del cannabis, que se ha convertido según numerosos estudios en una posibilidad muy clara para contrarrestar las convulsiones en pacientes que no responden a unos tratamientos convencionales, que de por sí causan efectos secundarios dañinos para su calidad de vida. Sin embargo, la resistencia del gobierno británico a permitir que se recete el cannabis medicinal y la propia resistencia de los médicos, como el neurólogo que trata a Tamsin, hace imposible que ella pueda someterse a este tratamiento. Al tratarse de una persona dependiente, sólo son sus médicos los que pueden tomar la decisión, y Chelsea comienza una lucha contrarreloj para tratar de conseguir que las leyes permitan que personas con epilepsia refractaria puedan hacer uso el cannabis medicinal. En las notas del final del documental se explica que Chelsea no ha tenido ninguna convulsión desde 2015, lo que se adjudica al uso que lleva haciendo desde hace tiempo del cannabis. Es un debate complejo, en el que la película no llega a profundizar demasiado, que sin embargo juega en contra de las personas que como Tamsin sufren un deterioro progresivo, no solo por la escasa efectividad de los tratamientos convencionales, sino por los efectos secundarios de los fármacos antiepilépticos. En su intento de equilibrar la historia personal de las protagonistas y el debate sobre el uso del cannabis medicinal que introduce en la segunda parte, Sisters interrupted se queda en un término medio que no termina de explorar esta segunda vía con suficiente amplitud. Pero esto no elimina el valor emocional de una película que trata con respeto la enfermedad y ofrece una muestra de realidades que suelen ser desconocidas.
Mountain onionEldar Shibanov, 2022 | Competición Discovery | ★★★★☆ |
Desde 2012, la Bienal de Venecia organiza la Biennale College, un proyecto dedicado a la formación de jóvenes en diversas disciplinas artísticas. En la parte cinematográfico está basado en un programa de desarrollo de proyectos para cineastas que aborda su primera o segunda película, y al término de los talleres se reparten 150.000 euros para la producción de largometrajes de micro-presupuesto. Esta película, estrenada en la sección Venice Horizons de la Mostra de Venecia 2022, es una de las que surgieron en la décima edición de Biennale College Cinema en 2021-2022 y supone el debut del director Eldar Shibanov (1986, Kazajistán). La película comienza con una sorprendente escena en la que un grupo de niños juegan dándose bofetadas unos a otros, dejando unas mejillas rojizas que van a permanecer así durante toda la historia, contrastando con el tono verdoso que el director de fotografía Dias Shibanov establece para la estepa kazaja, en una tonalidad que puede recordar a la estética del paisaje desértico de Asteroid City (Wes Anderson, 2023). Surgido como un proyecto familiar, en el que director ha trabajado en el guión junto a su madre Juliya Levitskaya y ha contado con el trabajo de cámara de su hermano Dias Shibanov, Mountain onion (Eldar Shibanov, 2022) tiene como protagonista a Jabai (Esil Amantai), un niño de once años que siente auténtica admiración por su padre Aybeck (Kuantai Abdimadi), quien le enseña las cualidades de la masculinidad con frases como "los hombres no lloran". Pero en parte debido a su falta de virilidad su esposa Lasta (Laura Tursunkanova) le ha pedido el divorcio, reprochándole su incapacidad para terminar de construir una casa rural para su familia después de haberse trasladado a la estepa desde la ciudad.
Con la idea de ese carácter estoico que debe tener un hombre, Jabai y su hermana menor Sania (Amina Gaziyeva), que se dedican a vender cebollas en la carretera, se enteran de que existe una milagrosa pastilla llamada Viagra Dorada que puede devolver la virilidad, por lo que se introducen de forma clandestina en el camión de su tío Vitya (Sanjar Madi), que parece satisfacer los deseos sexuales de Lasta, para atravesar la frontera hasta China y encontrar la popular droga milagrosa. La aventura que viven Jabai y Sania implica a contrabandistas, persecuciones y huidas, pero sobre todo les llevará a un aprendizaje sobre la verdadera cualidad de los hombres, más allá de las lecciones de su padre quien, aunque defiende que los hombres no deben llorar, en realidad se esconde para sollozar por el abandono de su esposa. Hay un tono de humor algo alocado y a veces absurdo a lo largo de la película, que representa a China como un lugar donde el comercio está desarrollado frente a la pobreza de Kazajistán, pero al mismo tiempo ofrece una mirada que abunda en ciertos estereotipos. De hecho, las escenas que se desarrollan en la frontera china fueron recreadas en Kazajistán debido a la imposibilidad de rodar en el país por las restricciones de la pandemia, y los personajes chinos están interpretados por actores kazajos que ni siquiera hablan mandarín, lo que aporta un cierto tono de parodia a estas escenas.
Seleccionado en la Mostra de Venecia por su reconocido cortometraje Sex, fear and hamburgers (2018), centrado en la historia de amor de un fotógrafo gastronómico, el director Eldar Shibanov ha afirmado en algunas entrevistas que la participación de su madre en el guión aportó algunos puntos de vista nuevos, como la perspectiva de los padres. Pero también hay una interesante aproximación a las cuestiones de género, no solo por la representación irónica de una masculinidad tosca, sino por la introducción de algunos elementos secundarios, como la aparición en varias ocasiones de dos motociclistas que hacen campaña contra la violencia doméstica. Ese cuestionamiento de las normas de género también está representado en la propia dinámica entre los jóvenes protagonistas mostrando a Sania, la hermana de Jabai, como una niña aventurera y lanzada. La peculiar estética visual, que está bien representada por esa motocicleta cargada de todo tipo de objetos que conduce Aybeck, y un humor que ironiza sobre las estructuras sociales hacen que Mountain onion tenga una idiosincrasia muy característica que recuerda a veces al cine de Adilkhan Yerzhanov (1982, Kazajistán), el director kazajo más internacional, en películas como Yellow cat (2020), pero al mismo tiempo ofrece una mirada más universal. Hay un tono de optimismo que inevitablemente lleva a un final más o menos feliz para la familia protagonista, lo que aporta un carácter emotivo a una historia sencilla y elegantemente filmada.
PalimpsestHanna Marjo Västinsalo, 2022 | Competición Película Internacional | ★★★★☆ |
Otra de las películas surgidas de la 10ª edición de Biennale College es una producción finlandesa que aborda el tema de la tercera edad con un enfoque de ciencia-ficción. Situada en un futuro cercano, la película plantea la posibilidad de la existencia de una técnica de manipulación del ADN que permite revertir el envejecimiento. En una residencia para mayores, Juhani (Antti Virmavirta), que se desplaza en una silla de ruedas por problemas de movilidad, está a punto de someterse a este tratamiento experimental, convencido por su esposa Matilda (Lena Labart): "Si no lo haces, vas a pasar el resto de tu vida pegado a la televisión". Por su parte, Tellu (Riitta Havukainen), que sufre las consecuencias de la artritis en sus manos desfiguradas, está plenamente convencida de aceptar la posibilidad de regresar a su juventud. Ambos compartirán una habitación durante todo el proceso, hasta que comienzan a sentir los efectos del rejuvenecimiento. El palimpsesto es un manuscrito antiguo que conserva rastros de una escritura anterior, un texto que ha sido borrado para reescribirse, lo que establece la idea principal de la película: la posibilidad de recuperar una edad anterior para empezar de nuevo. Para los dos protagonistas, sin embargo, este regreso tendrá diferentes consecuencias. Cuando vuelven a tener 60 años, Tellu recupera la capacidad de escuchar música sin audífonos, vuelve a interesarse por los programas de ciencia-ficción que solían gustarle y, sobre todo, siente de nuevo el deseo sexual. Juhani sin embargo no puede evitar un cierto sentimiento de culpa frente a su esposa Matilda, que irremediablemente se acerca a la muerte.
Es un planteamiento interesante que adopta dos perspectivas frente al proceso de rejuvenecimiento. Al elegir a un hombre y una mujer nacidos en los años cuarenta, la directora establece también una diferencia de género a la hora de tomar determinadas decisiones desde un punto de vista masculino o femenino. Aunque mantienen una cierta complicidad, las diferencias entre cómo ambos experimentan el tratamiento se hacen más evidentes cuando alcanzan los treinta años. Juhani (Leo Sjöman) recibe el rechazo de su hija, a quien le resulta difícil aceptar el rejuvenecimiento artificial de su padre, por lo que éste decide detener el proceso y regresar a la estudiar astrofísica para alcanzar su viejo sueño de ser astronauta. Tellu (Rista Kosonen) tiene intención de continuar el proceso hasta el límite, en un intento de borrar todo lo que ha quedado de su yo anterior, siguiendo la línea de El curioso caso de Benjamin Button (David Fincher, 2008). En su debut en la dirección, Hanna Marjo Västinsalo, que antes de dedicarse al cine trabajó como científica en un laboratorio genético, plantea algunas cuestiones filosóficas sobre la existencia, pero en un plano más epidérmico, interesada sobre todo en el estudio de dos personajes que se ven afectados de diferente forma por la posibilidad real de rejuvenecer. Pero también se plantea la idea de tratar de borrar las decisiones tomadas de forma equivocada, como afirma Tellu en la primera escena de la película: "¿Por qué la gente no aprende de sus errores?".
A través de algunos personajes secundarios, Palimpsest (Hanna Marjo Västinsalo, 2022) explora temas como la brecha generacional y el abandono que sufren las personas mayores frente a la sociedad. Volver a ser jóvenes de alguna manera supone para los protagonistas recuperar la presencia dentro de un entorno que les había olvidado, y la decisión sobre mantener los recuerdos de la vida anterior o desecharlos, reescribiendo una nueva vida como si se tratara de un palimpsesto, es una de las proposiciones más destacadas de la película. La cámara se mantiene cerca de los personajes, enfocándolos en primer plano y difuminando el resto para subrayar su individualidad. Hay un interesante uso de los desenfoques por parte del director de fotografía Henry Dhuy que proviene, según indicaba la directora en el Q&A posterior a la proyección en Londres, de una cuidada planificación previa. La utilización de los planos cerrados sitúa a los personajes frente a decisiones trascendentales, porque disponer de una nueva oportunidad no supone solo reescribir la vida anterior, sino elegir qué clase de vida se quiere tener.
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