Como hemos hecho en los últimos años, comenzamos hoy nuestra cobertura del Festival Visions du Réel, que se celebra entre el 7 y el 17 de abril en la ciudad suiza de Nyon, una de las citas más destacadas del cine documental internacional, que regresa a la casi total normalidad en cuanto a las actividades presenciales, aunque mantiene una parte de la programación en formato online. Como está ocurriendo con otros festivales, pero en mayor medida con aquellos que está formados por los retratos de la realidad, la invasión de Rusia en Ucrania estará muy presente a lo largo de los diez días del festival, hasta el punto de seleccionar como película de clausura The Earth is blue as an orange (Irina Tsilyk, 2020), un documental autobiográfico rodado en el Donbass, que ganó el premio a Mejor Dirección en Sundance 2020, y fue seleccionado en diferentes festivales como Zinebi.
Visions du Réel comenzó oficialmente ayer con la sesión de pre-apertura protagonizada por el documental danés Into the ice (Lars Henrik Ostenfeld, 2022), que hace una semanas inauguró el Festival CPH:DOX 2022, pero en este primer avance hemos seleccionado una serie de documentales que han pasado por otros festivales destacados o formarán parte de la programación de Visions du Réel y de otros encuentros cinematográficos posteriores.
Entre los títulos españoles presentes en esta edición de Visions du Réel, la directora catalana Laura Sisteró presenta en la sección Grand Angle su primer largometraje documental, Tolyatti adrift (Laura Sisteró, 2022), una de las producciones españolas que más presencia están teniendo en festivales internacionales: se estrenó en el Festival de Málaga, compite en Visions du Réel y también estará presente en secciones competitivas de Hot Docs, Krakow Film Festival y Docsbarcelona. Laura Sisteró es fotógrafa, y eso se nota en la composición de las imágenes que forman parte dea esta mirada al entorno de Tolyatti, una pequeña ciudad rusa a orillas del río Volga que fue elegida en 1966 como sede de la mayor fábrica de coches de la Unión Soviética: AvtoVAZ. La ciudad creció y se convirtió en modelo del progreso socialista, gracias a la producción de los populares coches Lada 2101, un turismo que surgió de la colaboración con la marca italiana Fiat. Pero el desmantelamiento de la URSS y la fuerte competitividad capitalista obligó a muchas fábricas a cerrar, y Tolyatti se convirtió en una especie de Detroit, una ciudad industrial en la que no hay industria, un lugar fantasmal lleno de esqueletos de grandes edificios que se ha transformado en una de las ciudades más pobres de Rusia, en las que no hay ni presente ni futuro.
Los protagonistas de Tolyatti adrift son tres jóvenes que se enfrentan al desempleo en una ciudad en la que la única escapatoria parece trasladarse a Moscú o incluso fuera de Rusia, mientras se dedican a recuperar y tunear esos viejos coches Lada 2101 que sus padres fabricaban durante la época de prosperidad de Tolyatti, y que ellos han comprado por unos 12.000 rublos (180€) iniciando una subcultura denominada "Boyevaya klassika", una especie de competición de derrapes por las carreteras heladas junto al río Volga, algo parecido a la cultura noruega "råner", la dedicación a los vehículos que describe la serie Rådebank (NRK, 2020-2022). Los antiguos coches Lada son perfectos para el derrape, porque se fabricaban con tracción trasera para que pudiera desplazarse de forma cómoda en la nieve. Esta dedicación, que muchos jóvenes tienen como pasatiempo principal en mitad de carreteras desiertas, tiene también una doble lectura: derrapar significa "drift" en inglés, pero "adrift" es también estar a la deriva, por lo que esta cultura del derrape se puede ver asimismo como una representación de esas vidas a la deriva. Mientras sus padres se aferran a una ciudad en la que han nacido y crecido, una especie de arraigo obstinado al pasado, los jóvenes buscan caminos que les lleven fuera de Tolyatti.
Coproducida por la francesa Les Films d'Ici y la española Boogaloo Films, productora del documental Magaluf ghost town (Miguel Ángel Blanca, 2021), esta primera incursión de Laura Sisteró en el largometraje demuestra su mirada personal que se detiene en la composición de un enfoque visual que extrae vida en un entorno desolado, que nos introduce en un espacio casi fantasmal poblado únicamente de recuerdos oxidados. La directora se recrea en las escenas de estos viejos coches derrapando, apoyada en una exquisita fotografía de Artur-Pol Camprubí, como si quisiera capturar la zozobra de todo un país entre los derrapes chirriantes de las ruedas sobre el hielo. Los jóvenes protagonistas sueñan con tener ese futuro que parece tan lejano: dedicándose a pilotar coches de carreras, alistándose en el ejército (ese mismo que es enviado a invasiones que se justifican con mentiras) o buscando nuevos horizontes laborales en Moscú, una ciudad más sofocante pero también con mayores oportunidades de trabajo. "Me gusta sentir el caos del coche para poder tomar el control", dice uno de los protagonistas en una entrevista de trabajo, pero quizás sea más difícil recuperar el control caótico de una vida sin futuro. Tolyatti adrift describe con precisión un país que parece más enfocado en mirar hacia pasado que en construir su porvenir, representado en ciudades fantasma abandonadas a su suerte. El próximo proyecto de Laura Sisteró también está conectado con este, pero se centrará en lo opuesto, la ciudad china de Chongqing, la de mayor crecimiento del país y la de mayor ratio de cámaras de seguridad. Una ciudad que mira hacia delante sacrificando el control de sus habitantes.
Rusia es el país en el que también se desarrolla GES-2 (Nastia Korkia, 2021), película que compitió en la pasada Mostra de Venecia, y que adquiere un especial sentido en medio de las sanciones económicas impuestas por los países occidentales. No porque hable directamente sobre ellas, sino porque ofrece una visión de lo que Rusia puede aportar a la cultura internacional, lastrada de forma evidente por el aislamiento al que está sometida. En su presentación en el Festival True/False 2022, que se celebró hace unas semanas en la ciudad norteamericana de Columbia (Misuri), la directora mostraba su rechazo a la invasión de Ucrania, adhiriéndose a una carta abierta de directores de cine rusos que también condenaba la guerra. En cierto sentido, el trayecto de este documental es representativo de la profunda transformación que ha sufrido el mundo en los últimos meses, desde su primera presentación en Venecia hasta su actual participación en otros festivales internacionales, dentro de un contexto completamente diferente. La directora Nastia Korkia se detiene en otro tipo de transformación radical, la de una antigua planta de energía eléctrica en un gran centro cultural diseñado por el arquitecto italiano Renzo Piano.
Desde el principio, la película se define a sí misma como "un viaje no cronológico dividido en nueve capítulos, tres apéndices y un karaoke", y establece la idea de que una realidad puede ser transformada en arte, reflexión que acompaña a todo el metraje. La central eléctrica GES-2, fue la segunda planta de energía más grande de Moscú, y proporcionaba luz al Kremlin en algunos momentos de su funcionamiento, entre 1904 y 2014, fecha en la que fue desmantelada. Tras su cierre, fue adquirida por la Fundación VAC como su sede principal en Rusia. La Fundación VAC es una organización sin ánimo de lucro fundada por el oligarca ruso-israelí Leonid Mikhelson, principal accionista de la empresa gasística Novatek, y uno de los que ha sido sancionado por la Unión Europea y Estados Unidos. La cámara de Nastia Korkia se ha venido asomando a lo largo de estos años en el interior de los trabajos de restauración, un gigantesco proyecto que uno de los supervisores califica como un lugar en el que "solo hay gente loca". Las modificaciones, los cambios de presupuesto, la coordinación de esta empresa arquitectónica corrobora las palabras del administrador, con su mesa rodeada de informes. De alguna manera, el documental se siente como las largas chimeneas de acero que han sustituido a las antiguas de ladrillo para hacerlas más sostenibles desde el punto de vista ambiental. Asistimos al espectacular ensamblaje de la última parte desde el interior del cilindro, lo que parece representar también esta percepción de que falta cohesión en la narración de la película, de que está formada por piezas aisladas (la directora afirma que a veces no tenían mucho tiempo de reacción cuando se les confirmaba la posibilidad de grabar) que tienen resultados dispares.
Funciona mejor la representación de una cierta idiosincrasia rusa, como en la exposición de una de las obras de Kandinsky que están en poder de la Fundación VAC, en un antiguo cuarto de trabajadores de la fábrica, respaldada por un locuaz guardia de seguridad, o en la escena de un obrero tocando el acordeón para la cámara, o en el fragmento de la performance de seis horas interpretada por el artista islandés Ragnar Kjartansson en el Mayakovsky Theater, en la que solo cantaba una frase: Pechal pobedit schastie (El dolor vence a la felicidad), con una impagable reacción del público ruso. Y de alguna forma, desde la perspectiva actual, resultan significativas las palabras de Renzo Piano en la entrevista final, esa búsqueda de la belleza como forma de mejorar: "Cuando haces un edificio bello, estás construyendo para hacer una ciudad mejor, y las ciudades mejores hacen ciudadanos mejores. Y los mejores ciudadanos hacen un mundo mejor". De lo que se puede deducir que cuando las bombas destruyen la belleza de las ciudades, destruyen también la perfección de ese mundo mejor. Concluida la renovación en 2020, GES-2 ha sufrido las consecuencias de la pandemia, y ahora también ha detenido todas sus actividades culturales debido a la guerra.
En estas semanas en las que se presta atención a los refugiados de la guerra de Ucrania, regresan también los recuerdos de otras huidas masivas como la que provocaron las masacres de los jemeres rojos en Camboya, que obligaron a miles de camboyanos a huir del país, muchos de ellos estableciéndose temporalmente en el campo de refugiados de Khao-I-Dang, en la frontera entre Tailandia y Camboya, un centro administrado por el gobierno tailandés y ACNUR desde 1979. Allí, por ejemplo, estuvo ejerciendo durante un año el Dr. Haing S. Ngor, médico camboyano que, después de trasladarse a Estados Unidos, debutó como actor en la película Los gritos del silencio (Roland Joffé, 1984), ganando un Oscar como actor de reparto. Allí también estuvo la madre de la directora franco-camboyana Neary Adeline Hay, que presentó en la nueva sección competitiva Envision de IDFA su último documental, Eskape (Neary Adeline Hay, 2021), incluido también en la sección Hidden Stories de Hot Docs, que se celebra del 28 de abril al 8 de mayo. La directora ofrece la visión de un paisaje en el que hay pocas huellas de lo que fue el campo de refugiados, desplazándose por un bosque que es atravesado por otro tipo de inmigración que intenta cruzar la frontera. Este recorrido autobiográfico que extrae los recuerdos de su madre, Thany Lieng, cuando huyó de Camboya con su hija de pocos meses, en cierta manera es una continuación de su anterior documental, Angkar (Neary Adeline Hay, 2018), que estaba dedicado a los recuerdos de su padre Khonsaly durante la administración de los jemeres rojos. La directora dialoga con su madre sobre los recuerdos de una Camboya que Thany Lieng pinta por primera vez al óleo, pero respondiendo tajantemente con una negativa cuando su hija le pregunta si querría volver con ella algún día: "Yo viví todo aquello y no quiero volver allí", dice la madre.
El documental se estructura en tres partes con localizaciones diferentes, y también con diferentes planteamientos visuales. En los bosques que permanecen en lo que fue Khao-I-Dang, junto a las montañas que se llamaron "la colina de la muerte", porque está plagada de miles de minas antipersonales, la cámara avanza como si se tratara del punto de vista de uno de los refugiados que huyeron por ese terreno angosto, mientras la directora se hace preguntas que lanza al vacío, preguntas que seguramente no encontrarán nunca respuesta, como cuál fue el número total de camboyanos que murieron allí. Es una especie de diálogo interior en el que trata de colocarse (trata de colocar a los espectadores), en la piel de los más de 250.000 refugiados que estuvieron en ese bosque. Neary Adeline Hay inicia el seguimiento de la trayectoria que hizo su familia, un trayecto lleno de cicatrices emocionales y físicas, como las edificaciones en ruinas de lo que fue el Campo de Refugiados Galang, en Indonesia, donde pasaron también algún tiempo. Thany Lieng sí quiere regresar, sin embargo, a Leucate y Normandía, las primeras localidades francesas a las que llegaron después de abandonar Asia para siempre en 1984, donde el tono es menos sombrío, especialmente cuando se reencuentra con Solange, una mujer de 93 años que las acogió recién llegadas, en ese momento en el que "comienzan mis recuerdos", dice la directora. Se puede decir que el uso del plano cenital utilizando un dron expresa en cierto modo la necesidad de componer un espacio "mapeado" de la memoria, una construcción del entorno para encontrar los resortes de los recuerdos.
Estos se van creando en el apartamento en el que habita la madre, en Aulnay-sous-Bois, en el departamento de Sena Saint-Denis, cerca de París. El viaje de regreso que no quiere hacer físicamente se reproduce en un diálogo con su hija, en el que surge la crónica de la huida de Camboya. La directora explica a su madre el significado del título de su documental: "Escape significa "huir" en inglés", aunque no aclara la utilización de la letra "K". La luminosidad de la costa francesa se abandona para regresar a los recuerdos de la oscuridad en el bosque, la huida de la muerte, los cadáveres, el miedo... Y se establece así una especie de círculo cerrado en la estructura del documental que vuelve a ese recorrido inicial a través la memoria, en el que la conexión con lo sagrado también cobra especial importancia, en el relato que hace el padre de Neary Adeline Hay en torno a un árbol sagrado que había en Galang, o en los rezos budistas por las almas de los muertos en la colina de la muerte. Eskape consigue mejores resultados en distintos niveles que Angkar, quizás por la relación más estrecha entre madre e hija, y por su rotundidad a la hora de transmitir la fuerza de unas raíces, aunque estuvieran amenazadas por el genocidio, la reflexión sobre una supervivencia que solo se podía producir a través de la huida. Un documental tan reflexivo como elegantemente filmado.
Con la guerra en Ucrania, parecen lejanos estos años en los que el centro de atención estaba puesto en la pandemia del coronavirus, la gran amenaza mundial de la que los informativos ya casi ni se ocupan. Y de alguna forma se sienten como desactualizadas las películas que tratan el tema, la última de ellas presentada en el recién acabado Festival CPH:DOX, que se ha celebrado en Copenhague. How to survive a pandemic (David France, 2022) es una producción documental estrenada en HBO Max el 29 de marzo (aunque todavía no ha llegado a Europa) que nos recuerda que el COVID-19 ha matado a más de seis millones de personas en el mundo, casi un millón de ellas solo en los Estados Unidos. Pero su enfoque se centra principalmente en el desarrollo de las diferentes vacunas en tiempo récord, y su posterior distribución. El último trabajo de David France, responsable del documental Bienvenidos a Chechenia (2020) y nominado al Oscar por Cómo sobrevivir a una epidemia (2012), retoma algunos de los contactos con científicos que estableció el director para este documental centrado en la lucha contra el VIH, y los sitúa en la última gran crisis sanitaria mundial. Con Jon Cohen, corresponsal de la revista Science, como guía y entrevistador, How to survive a pandemic desarrolla una primera parte centrada en los principales coordinadores de la investigación en torno a las vacunas, principalmente en los Estados Unidos, y cuenta con la participación del dr. Dan Barouch, responsable de la vacuna de Johnson&Johnson; la dra. Kizzmekia Corbett, co-responsable de la vacuna de Moderna; o el dr. Adrian Hill, quien dirigió la investigación de la vacuna Oxford/AstraZeneca. Y celebra la capacidad de la ciencia actual para conseguir diferentes tipos de vacunas en un tiempo récord, incluso en contra de las presiones políticas, aquí centradas en la figura de Donald Trump.
Pero el documental tiene dos principales problemas: por un lado, se siente como ya superado en las informaciones que ofrece sobre los datos de la pandemia y el desarrollo de las vacunas, sobre todo porque se queda en la variante Delta y su peligro para la efectividad de éstas, pero ni siquiera menciona la variante Omicron, que desbarató todos los planes de reapertura de la sociedad. Por otro lado, parece quedarse siempre a un paso de profundizar más en determinados aspectos, por ejemplo con la presencia poco aprovechada de Anthony Fauci, asesor de la Casa Blanca, que aparece unos escasos minutos capturados en una rápida cena en su casa, o incluso desestimando una mayor atención a esa "guerra" entre farmacéuticas que descartó las vacunas de bajo coste (Oxford/AstraZeneca y Johnson&Johnson) en favor de las más caras (Pfizer y Moderna) a raíz de la divulgación de datos sobre efectos secundarios de las primeras que finalmente no resultaron más graves estadísticamente hablando que los de las segundas. De forma que How to survive a pandemic se queda en un terreno intermedio que pretende celebrar el trabajo de los científicos, pero que mejora en el análisis al que dedica su segunda parte, en torno a la distribución de las vacunas, arrojando un dato escalofriante: "Si la distribución de vacunas en el mundo hubiera sido equitativa durante el primer año, los expertos estiman que se habrían salvado de la muerte más de un millón de personas".
También se estrenó en la sección Next:Wave de CPH:DOX la producción francesa Les odyssées de Sami (Robin Dimet, 2022), que fue adquirida en el festival danés por la agencia de ventas Filmotor, con sede en la República Checa, distribuidora internacional asimismo de la película española Tolyatti adrift (Laura Sisteró, 2022). Esta producción documental acompaña a Samson Tsegaye, conocido como Sami, un hombre de cincuenta años que vivió bajo el mandato del dictador de Etiopía Mengistu Haile Mariam, y que en la actualidad malvive en una pequeña habitación manteniendo un sueño que comenzó hace diecinueve años: terminar la traducción de una antología de mitos griegos y romanos, al amárico, el idioma nacional etíope. Un trabajo autónomo que se ha convertido en una pasión vital que el director Robin Dimet ha acompañado a lo largo de varios años, con una pausa de año y medio en la grabación debido a las restricciones por la pandemia del coronavirus. También es un retrato de una especie de Quijote etíope, un hombre cuyos sueños superan a su propia forma de vida, en sus paseos constantes por la capital Adís Abeba, marcados por edificios medio derrumbados o directamente destruidos por las huellas de conflictos armados, y su interrelación con el débil entramado cultural de Etiopía, a través de su amistad con jóvenes artistas que también tratan de sobrevivir en medio de la penuria de un país devastado. El documental se convierte de esta forma en un retrato de Etiopía a través de la mirada centrada en el personaje principal, este indigente intelectual.
Dividido en varias partes que hacen referencia a algunos fragmentos de estos relatos mitológicos, Les odyssées de Sami construye un relato de contrastes, entre la misión que se otorga a sí mismo el protagonista, un impulso que le hace sentir la necesidad de trasladar estos textos a una sociedad que en teoría solo tiene tiempo para sobrevivir, no para los poemas de Ovidio, y esa especie de entorno fantasmal que está marcado por la absoluta oscuridad de la noche y las huellas de la destrucción durante el día. "Por una razón misteriosa, el caos fue el origen de la Tierra. Después nació Tártaro, un mundo crepuscular bajo la superficie terrestre. Luego nació el Amor, más tarde las Sombras y finalmente, la Noche. La Noche y las Sombras dieron lugar al Día y el Aire". Este renacimiento que describe Sami al principio del documental, la formación de la vida a partir del caos, representa certeramente la búsqueda de la belleza en los textos griegos y romanos, la necesidad de alimentar el pensamiento aun en mitad del propio caos vital. Sami es un hombre poco locuaz, al que el director lucha en ocasiones por arrancar algunas palabras, la descripción de su estado de ánimo o sus experiencias, tímido cuando se presenta la posibilidad de publicar su trabajo, acosado por la inactividad y la vida de habitación en habitación, que a veces le lleva a gastar el poco dinero que consigue en borracheras de cerveza, desembocando en ataques de ira con los que está a punto de destruir todo lo que ha hecho hasta el momento. El último capítulo del documental se titula Samson, en referencia al héroe bíblico y al nombre del protagonista, y traslada una cierta amargura en la consecución de los sueños, un éxito melancólico que, efectivamente, hace renacer la poesía en mitad del caos.
Visions du Réel se celebra entre el 7 y el 17 de abril.
Hot Docs se celebra entre el 29 de abril y el 9 de mayo.
Magaluf Ghost Town y Bienvenidos a Chechenia se pueden ver en Movistar+.
No hay comentarios:
Publicar un comentario