06 octubre, 2021

Ohlalà! 2021 - Parte 1: El cine francófono buscando su espacio

El Festival de Cine Francófono de Barcelona. Ohlalà! llega a su cuarta edición entre el 30 de septiembre y el 10 de octubre con una propuesta híbrida que permite disfrutar de su programación de forma presencial en el Institut Français y en formato online a través de la plataforma Filmin. Al contrario que otros festivales, que incluyen una escasa muestra de su programación en digital, la selección que podemos encontrar en Filmin es bastante amplia, lo que nos posibilita hacer un seguimiento amplio de las películas francesas que se presentan. Un total de diez largometrajes, de los cuales siete están disponibles online, conforman la selección en un festival que no tiene secciones paralelas, pero cuenta este año con el homenaje a la directora Isabel Coixet, que participó en la antología de cortometrajes Paris, je t'aime (Varios directores, 2006). 

INAUGURACIÓN

El Festival se ha inaugurado con el documental Indes Galantes (Philippe Béziat, 2020), que acompaña a los ensayos de la adaptación de la ópera-ballet Las Indias galantes, que escribió Jean-Philippe Rameau en 1735. Esta obra, que narra diferentes historias de amor en diferentes lugares que formaban parte de lo que era conocido como las "Indias" en el siglo XVIII, entre otros países actuales como Turquía, Persia o Perú, no se suele representar en la actualidad, pero en la temporada 2019-2020, la Ópera de París encargó al director de escena francés Clément Cogitore y al director de orquesta argentino Leonardo García Alarcón una nueva adaptación. La propuesta pasaba por asumir la condición de historia relacionada con la colonización y la esclavitud para realizar una "descolonización" sobre el escenario, sustituyendo el ballet tradicional por formas de baile contemporáneas nacidas en las calles como el krump, el hip-hop, el voguing, el flexing o el waacking, protagonizados por bailarines franceses pero de origen extranjero. Esto supuso además que por primera vez en su historia, sobre el escenario de la Ópera de París actuaron bailarines de raza negra, lo cual ya cumple en cierta forma su objetivo descolonizador. 

La propuesta no era nueva. El propio director de escena había dirigido el cortometraje Les Indes galantes (Clément Cogitore, 2018), nominado al Premio César, que mostraba a parte de este grupo de bailarines interpretando una escena de la ópera. Los ensayos de esta propuesta duraron casi un año, y el documental mezcla momentos determinados de la representación con el proceso de creación de la puesta en escena. El director del documental deja respirar a los bailarines en tomas generales que le permiten no influir en el trabajo artístico. Y es interesante que comience y prácticamente acabe con grabaciones publicadas por los propios bailarines a través de sus redes sociales, planteando asimismo una mirada contemporánea a la realidad que muestra la ópera. Hay algunos momentos en los que acompaña fuera de los escenarios a algunos de los treinta bailarines que participan, que son de diferentes procedencias, destacando el carácter humanista de las historias que cuenta la obra original. Pero hay una cierta frustración respecto a la posibilidad de conocer más profundamente a los participantes en esta obra, a los artífices de un trabajo conjunto que se convierte en una colaboración artística que fusiona mundos distantes. "Los bailarines admiran a los cantantes del coro, y los cantantes del coro admiran a los bailarines", dicen en una ocasión. 

El documental consigue transmitir este sentimiento de comunidad artística que surge de la interacción y de la generosidad humana. Es interesante, sin embargo, que el documental no se quede exclusivamente en el período de los ensayos sino que ofrezca también momentos del estreno y de la reacción que provocó. La nueva adaptación de Les Indes galantes se estrenó en septiembre de 2019, a lo largo de doce únicas funciones, y algunas de sus representaciones se pudieron ver en las salas de cine de todo el mundo en transmisión digital en directo. También se puede ver la obra completa en el perfil de YouTube de la Orchestre Cappella Mediterranea, la formación musical dirigida por leonardo García Alarcón. El público francés acogió con gran entusiasmo la obra, pero la crítica se dividió, destacando el trabajo musical, pero no así la puesta en escena y la propuesta de introducir bailes callejeros en la ópera. El director de la obra comenta en el documental que le irritó especialmente una crítica que se preguntaba para qué gastarse 200 euros para ver a unos bailarines a los que no darían ni un céntimo por la calle. El proceso de descolonización no pareció ser bien acogido por amplios sectores de la crítica. Pero también hay que decir que muchos de los comentarios negativos no se ceñían al hecho en sí de introducir estos bailes callejeros en una ópera, sino a que esta propuesta no funcionaba adecuadamente, y ciertamente la mezcla de estos bailes urbanos nacidos en diferentes circunstancias y en diferentes espacios (el voguing surgió en la comunidad transexual de Nueva York, el krump se originó en los guetos de Los Angeles, el waacking nació en los clubs nocturnos de París...) supone también una especie de generalización de lo urbano-contemporáneo sin entrar en sus especificidades. Pero lo más interesante de la propuesta, y lo que refleja bien el documental, es la ocupación de un espacio como la ópera por el lenguaje artístico de la calle. 

SECCIÓN OFICIAL

La película Gagarine (Fanny Liatard, Jérémy Trouilh, 2020), estuvo nominada a los Premios Europeos también como película novel y fue seleccionada para el Festival de Cannes 2020. Basada en el cortometraje que los mismos directores realizaron hace unos años, Gagarine (Fanny Liatard, Jérémy Trouilh, 2015), lo que hace esta versión es ampliar la historia que contaban en aquel corto, en torno a un joven que sueña con ser astronauta, un sueño difícil de cumplir para un chico inmigrante que vive en una zona marginal. Concretamente, los directores sitúan la acción en la ciudad Gagarin, un complejo de pisos destinados a la clase obrera que se construyó a las afueras de París y que fue inaugurado por el astronauta ruso Yuri Gagarin en 1961. Con una estética de estilo claramente comunista, esta "ciudad" obrera fue víctima de la desindustrialización y poco a poco fue en constante declive hasta convertirse en una zona marginal.


El hecho de que se anunciara en 2019 la demolición de toda la zona, sirve a los directores para situar al protagonista, que se llama precisamente Yuri, en un contexto casi fantasmal, tratando de resistir en un edificio rodeado por las máquinas excavadoras. Lo más interesante de la película es el trabajo de dirección, que juega constantemente con esa idea del espacio, de la falta de gravedad, que obsesiona al joven protagonista. Poco a poco, la película va abandonando el retrato realista del suburbio para ir introduciéndonos en la mente del personaje, y acaba construyendo una especie de realismo mágico en el que la fantasía va envolviendo cada vez más a la historia. Pero el desarrollo de ésta no es igualmente efectivo, y la introducción de estos elementos visuales de ensoñación no consiguen prevenir un cierto estatismo en la historia.

Desde una experiencia personal, la directora de Slalom (Charlène Favier, 2020) construye un drama en torno a una adolescente practicante de esquí que aspira a llegar a los Juegos Olímpicos de Invierno, y que es seleccionada en un prestigioso club deportivo. Viendo sus posibilidades como deportista, su entrenador se implica de forma cada vez más personal en el entrenamiento de la joven, lo que provocará que la línea divisoria entre maestro y pupila sea cada vez más difusa. El deporte es un contexto, pero también un pretexto para hablar de temas más amplios. Existe la presión de la competición, la necesidad de ser el mejor entre los mejores, lo que supone también renunciar a una vida normal.


La película tiene el sello de la selección oficial del Festival de Cannes 2020, y se adentra pronto en un tema mucho más complejo: la relación que se establece entre el entrenador y la aspirante cruza el límite de lo profesional. Él ha sido una estrella del deporte que debido a una lesión tuvo que retirarse, y de alguna forma proyecta en la adolescente sus propios anhelos. Ella está carente de un afecto maternal porque su madre siempre está ausente, siempre tiene que hacer algo más importante que apoyarla en su carrera deportiva. La sombra del abuso se hace patente, y la aceptación de una relación amorosa, en un contexto en el que el abusador no fuerza, pero ejerce su autoridad, se presenta como objeto de reflexión. Es un abuso soterrado, "amable", pero igualmente criminal, desequilibrado. La directora maneja bien los tiempos y los protagonistas, la debutante Noée Abita y el más reconocido Jérémie Renier, construyen bien sus personajes, pero la película no puede evitar la sensación de lo ya visto, de la construcción de un andamiaje que no termina de sostener con eficacia el soporte dramático.

Otra de las películas que también fue seleccionada para el Festival de Cannes 2020 es Médecin de nuit (Elie Wajeman, 2020), que acompaña a Mikaël (Vincent Macaigne) un médico que trabaja por la noche principalmente ofreciendo ayuda a personas que viven en los suburbios, pero que también ofrece recetas de Subutex a su primo Dimitri (Pio Marmaï), que se dedica al tráfico de este sustitutivo de la heroína. La película se desarrolla a lo largo de una sola noche en París, lo que permite un gradual aumento de la tensión, especialmente a partir del momento en que el protagonista se niega a seguir participando en el tráfico de recetas ilegales. Hay una atención especial al desarrollo del personaje principal, que también se debate entre la estabilidad de su matrimonio con Sacha (Sarah Le Picard) y la relación que mantiene con su amante Sofia (Sara Giraudeau). El entramado relacionado con el contrabando de recetas da a la película una textura de film noir, de suspense que se va construyendo a lo largo de esa noche, en la que se intuye también una sensación de peligro a través de los intentos de Dimitri por abandonar esa práctica. 


El guión escrito por Agnès Feuvre y Elie Wajeman propone también una mirada social a través de las consultas que realiza el protagonista en las casas de personas que tienen poco recursos, construyendo así una serie de personajes secundarios que complementan al protagonista. La visión del París nocturno de los suburbios y del trapicheo de drogas consigue una envoltura que subraya esa condición de cine negro, que bebe de diversas referencias cinematográficas. Pero lo que mejor funciona en una película que tiene altibajos, es la construcción de un protagonista complejo, que se encuentra en un momento de ruptura justo en el instante en el que resulta más difícil salir del círculo vicioso en el que se ha convertido su vida. 

En septiembre de 2020, Azerbaiyán lanzó un ataque contra la región del Nagorno Karabaj, una zona sin reconocimiento internacional bajo dominio armenio desde 1994, al final de un conflicto que dejó 30.000 muertos entre 1991 y 1994 después de que Nagorno Karabaj proclamara su independencia tras el desmantelamiento de la Unión Soviética. La llamada I Guerra del Alto Karabaj enfrentó a Azerbaiyán, a quien pertenecía el territorio, y Armenia, y ha sido un conflicto latente durante años que despertó nuevamente veintiséis años después. En la película Si le vent tombe (Nora Martirosyan, 2020), el director del aeropuerto de Nagorno Karabaj, hace una descripción precisa sobre el lugar: "Así es vivir en un volcán. Nunca se sabe cuándo va a despertar".  El protagonista de la película es un técnico francés que viaja a la zona para auditar la disponibilidad del aeropuerto para una posible reapertura después de estar cerrado durante años. En la realidad, el aeropuerto Stepanakert, que tuvo una actividad intensa en los años ochenta, no ha vuelto a reanudar su funcionamiento desde que se paralizó con motivo de la guerra en los años noventa. Aunque en 2009 hubo un intento de las autoridades de Artsakhian de reconstruir las instalaciones, las amenazas de Azerbaiyán de derribar los aviones que sobrevuelen su territorio ha dejado el aeropuerto en una situación insostenible. 


La directora armenia afincada en Francia Nora Martirosyan decidió tomar como referencia el intento de reapertura del aeropuerto para mostrar una realidad que es muy desconocida, en una zona de conflicto a la que la comunidad internacional ha dado la espalda. El hecho de que los dos relatos principales, el del auditor francés Alain (Grégoire Colin) y Edgar (Hayk Bakhryan), un niño que se dedica a vender agua supuestamente milagrosa en los alrededores del aeropuerto, se crucen pero no se mezclen refleja el desencuentro entre la mirada occidental y esta región olvidada. Si le vent tombe fue seleccionada para la Sección Oficial y para la Sección ACID del Festival de Cannes 2020 y ha sido elegida por Armenia como su representante para el Oscar. El camino que recorre Alain a lo largo de la película supone un encuentro con la idiosincrasia de la región, con ese microcosmos en el que es tan importante la persona como el valor que tiene la tierra, un territorio en el que las fronteras están difusas . "¿Esperaba encontrar alambre de espinos?", le preguntan al auditor francés cuando se acerca al borde (la llamada "primera línea") de una región que solo tiene límites políticos. 

La película consigue poner en nuestra mirada una de esas realidades que parecen inimaginables, desconocidas y tensas. La descripción del entorno tiene una cadencia serena, incluso en algunos momentos morosa, que se pone de actualidad por los acontecimientos recientes. Y se acierta a la hora de mostrar la relevancia de una reapertura del aeropuerto que no solo es una actividad económica necesaria para la zona, sino que se convierte en una forma de visibilidad internacional, de reclamo de una atención inexistente. Pero la propuesta se acomoda tanto en su propia representación formal que se olvida de profundizar en el contexto que muestra; la mirada de la directora, a pesar de su origen armenio, parece tan distante y occidental como la del protagonista cuando llega a la región. El conflicto sigue vivo. 




Indes Galantes se puede ver en Filmin hasta el 10 de octubre.

Médecin de nuit se puede ver en Filmin. 


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