Cuando en el Festival de Cannes de 2015 se anunció el pase de la última película de Gaspar Noé, Love, las entradas se agotaron inmediatamente. Fue posiblemente una de las proyecciones que despertó mayor expectación. La razón no solo estaba en la curiosidad por ver un trabajo del director de cintas tan polémicas como Irreversible (2002) y Enter the void (2009), sino en el anuncio de la película como una historia con altas dosis de contenido sexual explícito rodada en 3D.
En realidad, lo de presentar una película en 3D forma parte de la capacidad de provocación del director argentino, especialista en noquear al espectador con secuencias provocativas y polémicas (como la violación de Monica Bellucci en Irreversible). Y esta provocación forma parte en buena medida de su forma de entender el cine, a veces chocante y de contenido vacío, pero siempre impactante. Y ciertamente el 3D no deja de ser anecdótico en medio de esta historia de amor a tres bandas en la que el protagonista sufre por amor casi en todo momento excepto cuando está haciendo el amor, que en la película es una vez cada 10 minutos aproximadamente.
La película comienza precisamente con una escena de sexo explícito entre Murphy y Electra, interpretados por Karl Glusman y Aomi Muyock (en principio iba a estar protagonizada por Monica Bellucci y Vincent Cassel pero el alto contenido sexual acabó por retirarles de la producción), mientras suena la melancólica Gnossienes nº 3 de Erik Satie, pieza para piano que se escucha con los arreglos para orquesta que posteriormente creó Francis Poulenc. Ese tono de melancolía presenta perfectamente el contenido emocional que veremos a lo largo de esta historia de un hombre que se debate entre el amor y el deseo, la lánguida monotonía de un matrimonio frente al recuerdo de una relación que pudo haber sido.
Gaspar Noé siempre ha manifestado que su intención en esta película era la de mostrar el sexo tal cual es, sin trampa ni cartón (aunque prestidigitaciones formales como la de mostrar una eyaculación hacia la cámara usando el efecto 3D parezcan más una sorna de su etiqueta de provocador). Pero eso también le termina precipitando en el difícil equilibrio entre el porno más o menos suave y el drama romántico que, todo sea dicho, no consigue desembarazarse de su envoltura provocadora para darle algo más de profundidad a la historia.
En todo caso, lo interesante del cine de Gaspar Noé es que se asienta sobre una estructura cultural amplia que convierte sus escenas en referencias constantes del cine y la música. El director es, de hecho, un asiduo consumidor de películas (el protagonista de Love es un aspirante a realizador también con admiración por Stanley Kubrick) y de música, lo que se demuestra en este caso en una banda sonora repleta de espléndidos momentos musicales.
No solo por la presencia del siempre recurrente Erik Satie, que ya hemos comentado, o las melancólicas Variaciones Goldberg de Johan Sebastian Bach, sino porque en la banda sonora de Love encontramos un recorrido apasionante por la psicodelia, el rock sinfónico y las referencias cinéfilas.
De ahí que algunas escenas sexuales de la película alcancen momentos de auténtico hipnotismo, gracias al background musical especialmente seleccionado por Gaspar Noé. Como ese fulgurante Maggot Brain, del álbum del mismo título publicado en 1971 por el grupo Funkadelic, formado por dos grandes músicos como George Clinton y Eddie Hazel. La guitarra solista de Hazel adquiere aquí momentos de auténtico delirio, y toma protagonismo durante una de las escenas destacadas de la película, el trío que se montan Murphy, Electra y Omi (Klara Kristin) que resulta si cabe aún más intensamente sexual. Se cuenta que George Clinton, bajo los efectos del LSD, le dijo a Eddie Hazel que tocara la guitarra como si le acabaran de comunicar que su madre había muerto. Y de ahí salieron estos 10 minutos de glorioso éxtasis musical.
La presencia del rock sinfónico viene de la mano del imprescindible The wall (1979), de Pink Floyd, auténtico culmen de la trayectoria de la banda británica que se presenta aquí con el casi romántico pasaje, también con la guitarra como protagonista, "Is there anybody out there?" que aparecía al comienzo del segundo LP.
Otra de las incursiones en los sonidos psicodélicos se presenta a través de la presencia de dos temas del álbum Guitar Grimoire (1973), publicado por el músico Master Wilbur Burchette, compositor que trató de transmitir sus experiencias marcadas por el ocultismo y la conexión con antiguos misterios del alma humana. Y de ahí surgen creaciones hipnóticas como "Witch's will", recientemente recuperada para el recopilatorio I am the Center: Private issue New Age music in America, 1950-1990 (2013), primera gran antología de la época dorada del movimiento New Age.
Mientras Murphy desarrolla su faceta como director de cine filmando a su compañera, Electra, suena la voz etérea con la que comienza "Dirge", el tema que abre The Contino Sessions (1999), segundo álbum de la banda británica de beat pop Death in Vegas. Una especie de canción de cuna con aires a muerte (que recuerda ese tétrico "Lullaby" de Krzysztof Komeda para La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968)), que refleja precisamente el comienzo de la destrucción de esa feliz vida en común que llevan ambos después de que Omi entre en sus vidas.
Otro de los momentos hipnóticos de la película, en el que se abrazan las imágenes explícitas de los cuerpos seducidos por el placer sexual, tiene como protagonista musical al guitarrista John Frusciante, excomponente de Red Hot Chili Peppers, banda a la que regresó a finales de los 90 tras desintoxicarse de las drogas. Uno de sus trabajos en solitario más fascinantes fue The Empyrean (2009), publicado unos meses antes de que anunciara su definitiva salida de Red Hot Chili Peppers, que contiene auténticos monumentos de genialidad como "Before the beginning" (en la película, envuelve los deseos ocultos de Murphy hacia Omi), y que debería ser retomado como uno de los mejores álbumes de los últimos tiempos. De John Frusciante también recupera Gaspar Noé el disco To record only water for ten days (2001), en el que exploraba sonidos más cercanos al techno y el synthpop, y en el que desplegaba sus sensaciones y visiones cuando se encontraba en la clínica de rehabilitación, desintoxicándose de su adicción a la heroína. "Murderers" suena a lo largo de esa sucesión de mamadas y folladas en diferentes lugares públicos, como si Electra y Murphy quisieran mantener su vida en común sosteniéndola en el deseo y el placer sexual.
Como comentábamos antes, el bagaje cultural de Gaspar Noé pasa por las constantes referencias cinéfilas en sus películas, y el hecho de que el protagonista de Love sea un aspirante a director de cine no es casual. En un momento de la cinta, comenta que quiere hacer películas que contengan sangre, semen y lágrimas, autodefinición clara de la provocativa trayectoria cinematográfica de Gaspar Noé. De ahí que en la selección musical encontremos también pasajes extraídos del cine, como el tema "School at night" (cuya cadencia de canción de cuna refleja uno de los momentos cruciales del encuentro sexual entre Murphy y Omi que desencadenará el drama), compuesto por la banda de rock progresivo Goblin para la película Profondo rosso (1975). Goblin se convirtió, sin duda alguna, en el icono musical del giallo italiano, conformando ese sonido psicodélico que caracterizó el cine de terror gótico italiano de los años setenta, especialmente en sus colaboraciones con Dario Argento. De hecho, el nombre del grupo surgió cuando fueron contratados para poner música a la película Profondo rosso, cuyo éxito provocó que continuaran manteniendo este nombre y sus colaboraciones con el giallo.
Otra referencia musical cinéfila tiene como protagonista a otro icono del cine de terror: John Carpenter, a la sazón compositor de la mayor parte de las bandas sonoras de sus películas. Aquí a través de la película Asalto a la comisaría del Distrito 13 (1976), uno de los trabajos más envolventes de su autor, tanto cinematográfica como musicalmente. Su tema principal, uno de esos fragmentos melódicos electrónicos marca de la casa, envuelve aquí la visita al club de intercambio sexual que visitan los protagonistas, buscando encontrar sensaciones nuevas a la lógica monotonía de la vida en pareja. Y también está presente con el tema "Night", una de las composiciones que formaron parte de su primer álbum autónomo, lejos del encorsetamiento de las imágenes cinematográficas, que publicó en 2015 bajo el título Lost Themes, y que estaba formado por una serie de creaciones musicales muy en la línea de sus contribuciones al mundo del cine.
Terminamos este recorrido por la absorbente selección de temas realizada por Gaspar Noé para su película Love con una de las referencias más inquietantes. Se trata de la contribución del músico Bobby Beausoleil a la banda sonora del cortometraje experimental Lucifer rising (1972-1980), de Kenneth Anger. Beausoleil contaba que conoció a Kenneth Anger mientras participaban en una orgía en el interior de una catedral, y de ahí surgió una especie de mecenazgo que desembocó en su colaboración final en el cortometraje, pero sin que en ello mediara ningún tipo de relación sexual (mientras Kenneth Anger era homosexual, Bobby Beausoleil era heterosexual). El director buscaba durante el rodaje, que comenzó en 1968 y no terminó hasta 1972, a un joven apuesto que interpretara la figura de Lucifer en su película, y eligió a su protegido para el personaje.
La creación de la banda sonora fue, como el propio cortometraje, caótica y fragmentaria. El músico de rock Jimmy Page, componente de Led Zeppelin, trabajó en la música de Lucifer rising, pero finalmente, debido a una discusión entre Kenneth Anger y la esposa de Jimmy Page, éste se mantuvo al margen del proyecto. Por aquel entonces, en 1973, Bobby Beausoleil cumplía condena de cadena perpetua por el asesinato de Gary Hinman en 1969, a manos de varios miembros de la secta de Charles Manson, a la que Beausoleil siempre ha negado que perteneciera. En todo caso, se consideró demostrada su participación en el asesinato y fue sentenciado a muerte, condena posteriormente sustituida por cadena perpetua. Desde la cárcel, Bobby Beausoleil propuso a Kenneth Anger componer la banda sonora de Lucifer rising, creando sonidos psico-electrónicos que marcaron con firmeza el carácter experimental y fragmentario de la obra de Kenneth Anger.
Como si Gaspar Noé quisiera dejar claro el carácter romántico de su historia, al margen de la sucesión de escenas de sexo explícito, Love se cierra con la sonoridad relajada de los Gnosiennes Nº 3 - Lent de Erik Satie, que dota a los cuerpos desnudos una cadencia casi paradisíaca, como en esos momentos en los que la intimidad de una pareja les aleja de todo lo que les rodea y les convierte en felices habitantes de un universo en el que solo parecen existir ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario