El género de terror parece incombustible. A pesar de algunos altibajos, lo cierto es que la producción de películas de este género sigue siendo abundante, aunque en muchas ocasiones para discurrir por terrenos previsibles y mil veces vistos. Pero el terror continúa llamando la atención del público, y los estrenos recientes de excelentes creaciones de horror como La bruja (Robert Eggers, 2015) o de acercamientos más convencionales como Expediente Warren: El caso Einfeld (James Wan, 2015) consolidan el buen momento que vive. Pero, a pesar de la numerosa producción de películas que analizan la psique del terror, pocas encuentran caminos poco transitados que nos muestren el mal con recursos no trillados. Ya hablamos en su momento de La bruja como modelo de perfección en la recreación de la naturaleza del terror, y en esa línea queremos presentar a continuación otros títulos recientes que nos demuestran que el género no ha caído en el formulismo comercial, sino que explora diferentes vías para desplegar el horror antes nuestros ojos sin necesidad de golpes de efecto.
February (EE.UU./Canadá 2015), de Oz Perkins
El hijo del que fuera mítico protagonista de Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960), Anthony Perkins, debuta en el largometraje con este drama que explora la psique de tres chicas jóvenes que protagonizarán sendos acercamientos al lado oscuro. Dos de ellas se quedan solas en un internado, mientras la otra deambula por la carretera en busca de un objetivo que no descubrimos hasta el final. Protagonizada por las televisivas Kiernan Shipka (Mad men) y Emma Roberts (Scream queens), February, también conocida como The blackcoat's daughter, puede parecer que se desarrolla por terrenos ya vistos (uno de los clásicos del cine de terror son los internados), pero por el contrario se adentra en el interior de la psicología de sus protagonistas sin hacer demasiadas concesiones, pero sin que falten momentos de auténtico suspense, con resoluciones poco convencionales. El desarrollo de la historia es sosegado, sin necesidad de golpes de efecto, y va construyendo lentamente una atmósfera cada vez más opresiva que nos atrapa poco a poco hasta llevarnos a un final no por esperado menos sorprendente. Se le puede achacar al director, en ese minimalista narrativo, cierta indefinición en el argumento, pero lo importante de esta película es que consigue, con elementos sencillos, ir provocándonos esa desazón que nos conduce al sangriento desenlace. Mención especial a las protagonistas, excelentes elaborando estos personajes de doble fondo que nos hipnotizan desde sus primeras apariciones en pantalla.
Banda sonora: Contribuye con especial acierto a esa atmósfera creada por el director la música compuesta por su hermano, Elvis Perkins quien, más que desarrollar un trabajo clásico, se centra más en los silencios y las creaciones atonales que apoyan perfectamente las imágenes de la pantalla.
Nota: No incluimos el trailer porque desvela demasiada información sobre la película.
Demon (Polonia, 2015), de Marcin Wrona
Sin duda nos encontramos ante una de las bodas menos convencionales que se puedan celebrar. En medio de una tremenda lluvia, los invitados asisten a un festival de desaciertos, enfrentamientos y sorpresas, incluido un novio poseído. La propuesta del director polaco Marcin Wrona pasa por construir un vodevil en el que hay que entrar con la mente abierta, asistiendo al proceso de posesión de su protagonista mientras se desarrollan escenas que parecen sacadas de una comedia. En realidad, Demon no explora tanto la sensación de terror como la confusión de alguien que ve cómo su cuerpo está siendo poseído por un dybbuk, espíritu maligno de la tradición judía que busca cumplir su misión inconclusa a través del cuerpo de otro ser vivo. Rodado con extremado talento, en tomas largas y encuadres cuidados que parecen sacados de la iconografía de Stanley Kubrick, y con la excelente capacidad para encontrar el sentido del humor en medio de un proceso de posesión (el espíritu poseído es ocultado por la familia para que los invitados puedan seguir disfrutando de la fiesta sin darse cuenta del horror que se vive a escasos metros). Demon iba camino de ser la consolidación de un joven director con voz propia, pero su muerte en septiembre de 2015 (se suicidó en la habitación de un hotel) truncó una carrera que parecía que nos iba a dar una de las miradas más sorprendentes del actual cine europeo, con esa cualidad especial entre el surrealismo y el clasicismo que resulta cautivadora.
Banda sonora: Marcin Wrona introduce con inteligencia composiciones de Krzysztof Penderecki (músico también utilizado por Kubrick en su cine) para recrear ese desasosiego que su música suele provocar, a veces rasgando de improviso la alegre música popular de la boda. De esta forma, el director consigue desgarrar la pantalla con sonidos que describen la auténtica naturaleza maligna de lo que ocurre en medio de la celebración.
They look like people (EE.UU., 2015), de Perry Blackshear
Quizás estemos ante unas películas de terror más sorprendentes que hemos visto recientemente. Porque aquí no se trata de atrapar al espectador en medio de una historia que le provoque terror, sino de asistir como público a los terrores que experimenta el protagonista, que siente que todos los que le rodean se convertirán, de un momento a otro, en seres terroríficos. En este sentido, estamos ante un complejo acercamiento psicológico a un personaje atrapado en su propia locura, siempre alerta ante un posible ataque por parte de cualquiera que se encuentre a su lado. Una situación extrema que convierte al personaje en víctima de sí mismo, que el director nos describe con elementos del cine independiente, casi de cine mumblecore, en el que el protagonista y su amigo (con el que convive después de no verse durante varios años), deambulan entre citas con chicas, juegos infantiles y borracheras interminables. Como decíamos, no se trata tanto de una película de terror (que provoca terror), sino de la constatación de un sentimiento de horror vivido por un personaje al límite, casi en estado esquizofrénico, que le hace ver auténticas atrocidades a su alrededor. Y en realidad ese es uno de los principales valores de la propuesta, convertirnos en espectadores de lo que experimenta un tercero, sin necesidad de implicarnos emocionalmente. Lo que, todo sea dicho, resulta aún más terrorífico que cualquier otra cosa.
Banda sonora: En ese minimalismo visual y narrativo que propone el director, también se encuentra su banda sonora, casi ausente en lo que a música se refiere, apuntando certeramente momentos cruciales a base de un "celestial" eco de voces corales que compone el propio director, pero muy presente sobre todo en el inteligente juego de silencios y sonoridades desasosegantes.
Baskin (Turquía, 2015), de Cav Evrenol
Ni qué decir tiene que el cine turco no es muy dado a ofrecer muestras de cine de terror, aunque en los últimos años parece haberse producido un auge del género en este país, especialmente gracias a la popularidad alcanzada por la serie de películas Dabbe, historias independientes de terror que ya han estrenado la sexta película, y que ofrecen una depurada técnica cinematográfica al mismo tiempo que una cierta querencia por el gore más extremo. En este sentido, Baskin nos propone una historia algo más depurada, pero no exenta de esa truculencia que tanto parece gustar al público de Turquía. Aquí toma como planteamiento inicial (sacado de un corto del mismo director rodado en 2013) a un grupo de policías que van a investigar la llamada de auxilio e unos compañeros en un lugar abandonado, y que se convertirá en una pesadilla sangrienta no apta para estómagos sensibles o en plena digestión. La narración juega precisamente con un entorno de pesadilla en el que no sabemos qué es real y qué forma parte de un sueño. Y esto le permite al debutante director y co-guionista adentrarse en el terreno del surrealismo en escenas truculentas que harían las delicias de Dario Argento o cualquier representante del giallo italiano. La virtud de Baskin frente a otras producciones de terror turcas convertidas en sagas es que Cav Evrenol sabe jugar con el suspense, especialmente en una primera parte menos convencional que el festival de truculencias que nos ofrece al final. Y en este sentido se adelanta como representante aventajada del resurgir de un género que hasta el momento no había sido explorado por la cinematografía de su país.
Banda sonora: Firmada por el dúo tecno JF, formado por Ulas Pakkan y Volean Akaalp, la música de la película hace referencia también al espíritu del giallo o del cine de terror de John Carpenter, con sus acordes electrónicos propios de los años ochenta. Casi omnipresente a lo largo del metraje (quizás demasiado), subraya sin mesura los momentos más tenebrosos, y consigue darle a la película, junto a la excelente fotografía de claroscuros de Alp Korfali, una tonalidad de auténtico lujo.
Under the shadow (Irán-Jordania-Qatar-Inglaterra, 2015), de Babak Anvari
Si el género de terror puede parecer extraño en la cinematografía turca, lo es aún más en el cine iraní, donde sí que resulta casi inexistente. Por eso esta película, rodada y producida en Inglaterra porque en Irán sería literalmente imposible obtener el permiso para producir una película de terror, pero que se desarrolla durante la época de mayores represalias post-revolucionarias en los años 80 y está dialogada en farsi, resulta una muestra casi única del género. El director, Babak Anvari, presentaba el film en el pasado Festival de Sundance, y conseguía la atención de distribuidoras y canales de televisión (tan es así que Netflix adquirió los derechos para su emisión en streaming en todo el mundo). Under the shadow se desarrolla enteramente en una casa donde viven una madre y su hija pequeña, que tendrán que enfrentarse a los fantasmas que la habitan, en un viaje de pesadilla en el que las claves del género están presentes, pero con una especial dosis de inteligencia. Lo interesante de este tipo de producciones es que, en el trasfondo, siempre hay una segunda lectura. Y aunque el director se empeñe en decir que no hay una intención política, el hecho de desarrollarse en el Teherán de los ochenta y de mostrar a una familia "oprimida" por el terror acaba ofreciendo una visión mucho más compleja que la que puedan tener otras producciones. Mención especial merece el trabajo del director, en el límite del artificio, con cambios de eje y movimientos de cámara casi de prestidigitador, pero que contribuye a dotar a la historia del crescendo de suspense que necesita.
Demon se presentó en la Sección Oficial del Festival de Sitges 2015
Baskin se presentó en la Sección Oficial del Festival de Sitges 2015
Under the shadow se emitirá próximamente en Netflix
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