Aunque la edición presencial de Atlàntida. Mallorca Film Fest ha concluido este fin de semana, parte de la programación permanece en su formato digital en la plataforma Filmin durante este mes de agosto, disponible para suscriptores solo en España. Nuestra penúltima crónica de las películas que han sido seleccionadas para este festival se acerca a la representación de la guerra, tan presente en la actualidad informativa de los últimos meses. La invasión de Ucrania por parte de Rusia tiene sus antecedentes en la revolución ciudadana de 2013 y junto al ciclo que se dedica al director Sergey Loznitsa, que presentará en la Mostra de Venecia su última película, The Kiev trial (2022), Atlàntida incluye algunos títulos recientes que han abordado un conflicto congelado, pero también nos acercamos a otro tipo de guerras, tanto urbanas como de ocupación permanente.
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RhinoOleh Sentsov, 2021 | Sección Oficial | ★★★★☆
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La historia detrás de la producción ucraniana Rhino (Oleh Sentsov, 2021), que compitió en la Sección Orizzonti de la Mostra de Venecia 2021 y ganó los premios como Mejor Película y Mejor Actor en el Festival de Estocolmo 2021, es casi tan intensa como la que se cuenta en la ficción. El director Oleh Sentsov (1976, Ucrania) comenzó la preparación del rodaje en 2013, pero el estallido de la revolución de la plaza de Maidan contra el entonces presidente ucraniano, el pro-ruso Víktor Yanukóvich, interrumpió la preproducción de la película, mientras el director participaba activamente en las protestas. Nacido en Simferópol (Crimea), cuando esta península firmó la anexión con Rusia en el año 2014, el activismo anti ruso de Oleh Sentsov le llevó a ser investigado por la FSB, el servicio de inteligencia rusa, y a ser detenido y condenado a veinte años de cárcel bajo la acusación de complot terrorista. Desde una prisión rusa, enviando anotaciones a través de su abogado, co-dirigió la película Numbers (Oleh Sentsov, Akhtem Seitablaev, 2020), una distopía orwelliana basada en una obra de teatro que escribió en 2010. Las presiones de la comunidad cultural y de Amnistía Internacional le llevaron a recibir el Premio Sájarov a la Libertad de Pensamiento 2018 del Parlamento Europeo, provocando que fuera liberado en un intercambio de prisioneros en 2019, después de estar cinco años en la cárcel. Pero cuando retomó el proyecto de su última película llegó la pandemia del coronavirus, que complicó un rodaje que finalmente se realizó solamente en Ucrania, aunque algunas escenas se desarrollan en Alemania.
Rhino es una historia de gángsters cuyo título se refiere al sobrenombre que recibe Vova (Serhii Filimonov) un joven que se dedica a cobrar deudas con una banda de matones, y al que conocemos desde que era un niño ya conflictivo, metido en continuas peleas. Su juventud transcurre entre los 80 y los 90, con los cambios sociales y políticos que provocó la caída de la Unión Soviética, con un padre borracho que acaba en la cárcel después de haber intentado matar a su mujer, y un capitalismo recién asumido que se desarrolla sin control por las calles de su pequeña ciudad. Todo el relato de la juventud de Vova está contado desde el interior de la casa en la que vive su familia, en un falso plano-secuencia de diez minutos, retocado en postproducción pero absolutamente poético en cuanto a la capacidad narrativa de reducir varios años de vida a una sola toma. Y tiene en su forma de encuadrar las acciones desde dentro de la casa reminiscencias de Nostalgia (Andrei Tarkovsky, 1983). La criminalidad en Ucrania aumentó considerablemente tras la caída de la URSS, y el personaje de Vova (abreviatura de Vladimir) representa una juventud que confronta su falta de identidad a través de la violencia. En algunos sentidos, es una película dura, que puede recordar a algunas producciones rusas dedicadas a bandas criminales como la serie que inició Brother (Aleksey Balabanov, 1997), pero sin regocijarse en las escenas violentas, hasta el punto que, en una de las secuencias más destacadas, el director decide utilizar la elipsis, una valiente toma de postura frente a la representación de la brutalidad.
La historia está contada en forma de flashback, desde el interior de un coche en el que Vova y otro compañero esperan que se produzca un acontecimiento. Es una especie de confesión que marca el carácter de una historia que adopta una mirada casi filosófica en torno al destino y la redención. Se echa en falta que esta otra figura, casi una especie de confesor, tenga más consistencia, pero a partir de este planteamiento la película se desvía de la simple representación de la criminalidad para elaborar una propuesta mucho más compleja, que no se queda en la superficie sino que reflexiona sobre el arrepentimiento.
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TrincherasLoup Bureau, 2021 | Conflictos del S. XXI | ★★★☆☆ |
De nuevo en suelo ucraniano, la película Tranchées (Loup Bureau, 2021), presentada en la Sección Oficial de la Mostra de Venecia 2021, consigue superar la posible antigüedad de unas imágenes rodadas antes de la invasión rusa a través de la atemporalidad que le proporciona la puesta en escena, un formato 4:3 en blanco y negro que comienza con un travelling de seguimiento que parece estar invocando el espíritu de Senderos de gloria (Stanley Kubrick, 1957). El documental se beneficia de una propuesta visual que en cierta manera plantea esta guerra como el reflejo de muchas otras guerras, y por otro lado nos coloca de lleno en el combate de trincheras que, a estas alturas, parecía ya superado por las nuevas tecnologías armamentísticas.
Loup Bureau es un periodista francés que saltó a los medios de comunicación en 2017 cuando las autoridades de Turquía le detuvieron y le condenaron a 25 años de prisión por un reportaje sobre las milicias kurdas. La intervención del propio presidente Emmanuel Macron consiguió que finalmente fuera liberado después de 56 días en la cárcel. Tras su paso por Venecia, su debut como director de cine se estrenó hace unas semanas en Francia y consiguió el Premio al Mejor Documental Internacional en DOK.fest. Pero en realidad, Tranchées no es tanto una película sobre la guerra sino sobre la supervivencia en el interior de estas trincheras situadas en medio del campo de batalla, en las que las esporádicas incursiones militares parecen pausas en medio de una atmósfera de camaradería en la que siempre pesa, sin embargo, la tensión de la muerte. La única mujer soldado en medio de este grupo de chavales que se han alistado en muchos casos porque el salario es tres veces superior al salario medio en Ucrania, a la que un mando militar ha apodado Perséfone, comenta: "Es como si estuviera en una guardería. Parecen adultos, pero algunos de ellos son solo niños. Estoy cansada de ser como la maestra de una guardería. Ellos simplemente no entienden que no estamos en un picnic, que estamos en el frente de combate, hay bombardeos, la gente muere y otros son gravemente heridos".
Efectivamente, hay momentos puntuales de bombardeos que en algunos casos obligan a reconstruir la trinchera, pero lo peor son las noticias de compañeros heridos, como uno que se encuentra en cuidados intensivos con un 65% de su cuerpo quemado. Loup Bureau pudo grabar de forma intermitente durante cuatro meses dentro de una trinchera en un puesto avanzado del Donbass, gracias a un contacto en la comandancia de la brigada militar. Las imágenes consiguen crear entre sombras y grises una intimidad con los jóvenes soldados que transmite la calma tensa, y paradojas como la de ver a uno de ellos pasando el tiempo jugando a Call of duty, que parece el último videojuego que alguien debería jugar en medio de un conflicto. No hay demasiado contexto político, excepto al comienzo del documental, pero las palabras de uno de los soldados más veteranos hacen un análisis perspicaz que parece premonitorio de la crisis energética provocada por el mantenimiento de la guerra: "¿Por qué la Unión Europea no pone sanciones? ¿Por qué hablan con los rusos? Se trata de política, obviamente. Es todo una farsa. Es una cuestión económica, porque necesitan petróleo, como Alemania. Otros firman contratos con Rusia. Y si escarbas un poco más profundo, es solo cuestión de gas y petróleo." Palabras que resuenan con clarividencia en medio de las paradojas de negociaciones con países antes demonizados como Venezuela, o de acuerdos con Arabia Saudí, que compra gas a la Rusia sancionada para venderlo más caro a países como España. Pero el interés principal de Tranchées está en las vidas de estos hijos de la revolución, que en 2014 no tendrían ni 15 años la mayoría, en la atmósfera de una guerra congelada que finalmente ha acabado convirtiéndose en un conflicto terrorífico que ha destruido un país entero. Y como espectador nos surge la pregunta de dónde podrán estar actualmente los protagonistas de esta película, supervivientes del letargo enfrentados ahora a la resistencia activa.
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Esta lluvia nunca cesaráAlina Gorlova, 2021 | Conflictos del S. XXI | ★★★★☆ |
Ganadora del Premio First Appearance en IDFA 2020 y la Lady Harimaguada de Oro a la Mejor Película en el Festival de Las Palmas 2021, This rain will never stop (Alina Gorlova, 2020) está rodada con una absorbente fotografía en blanco y negro, componiendo un documental que habla sobre la guerra con una puesta en escena de gran impacto visual. La historia acompaña a un joven refugiado sirio que huye del conflicto de su país junto su familia y se instala en la ciudad natal de su madre, en Ucrania, justo en el momento en el que comienza la Guerra del Donbass. Este destino que parece fatalista le lleva a desprenderse de un conflicto armado para acabar metido en otro. Su trabajo como voluntario de la Cruz Roja le sitúa, precisamente, en el centro de la lucha armada, así que de alguna forma este joven tiene en sus genes la educación de la guerra, la necesidad de ayudar en los momentos más cruentos. Dividido en once capítulos, que van del cero al nueve y regresa al cero en el epílogo (el regreso es también uno de los temas principales, que conforma una de las secuencias más emotivas, cuando el joven se encuentra con su familia en Irak), el documental mezcla el formato de seguimiento observacional, sin entrevistas ni material de archivo, con una espectacular fusión de imagen y montaje que ofrece una visión del horror del combate que se transmite a través de sensaciones poderosas.
El pasado mes de marzo, la directora del documental, Alina Gorlova (1992, Ucrania), publicó una carta abierta en la que pedía a la comunidad internacional que bloqueara el cine realizado por directores rusos que no hubieran condenado la invasión de Ucrania: "Hasta que Rusia reconozca públicamente la falacia de sus acciones o sea condenada bajo todas las leyes del derecho internacional, considero inadmisible cualquier representación y apoyo al cine ruso", decía en esta carta, que continuaba la petición realizada por la Academia de Cine de Ucrania. Tanto el Festival de Cannes como la Mostra de Venecia han seguido esta petición, no permitiendo el estreno en su programación de producciones rusas cuyos directores no condenaran la invasión. Este recorrido por los tiempos de la paz y la guerra también es un viaje físico para Andriy Suleiman, porque el protagonista de la película tiene a su familia dividida entre Ucrania, Alemania, Irak y Siria. Asistimos a una especie de proceso cinematográfico de arte y ensayo, una propuesta nada esperanzadora, apoyada por una visión oscura, tenebrosa, a la que contribuye el espléndido trabajo del director de fotografía Viacheslav Tsvetkov, que también realizó un trabajo notable en La Tierra es tan azul como una naranja (Irina Tsyliks, 2020), otra espléndida representación de la incertidumbre en el Donbass que ganó el Premio a la Mejor Dirección en el Festival de Sundance 2020. Se podría decir que Esta lluvia nunca cesará es un documental absorbente, casi de arte y ensayo, que reflexiona sobre la representación visual y emocional de la guerra.
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Cop secretHannes Þor Haldórsson, 2021 | Identidad LGBTI+ | ★☆☆☆☆ |
Cuando la jefa de policía Þorgerður (Steinunn Ólina Þorsteindóttir) recibe al agente Bússi (Auðunn Blöndal) en su oficina tras una persecución por las calles de Reykjavik, le describe la lista de destrozos que ha provocado su celo profesional: "Heridos en un centro comercial, un niño con una pierna rota, dos coches destrozados por valor de 700 dólares...". Es una escena típica de una película de policías de Hollywood, de la que se alimenta la comedia islandesa Cop secret (Hannes Þor Haldórsson, 2021), una parodia de las buddy movies que fue sorprendentemente seleccionada a competición por el Festival de Locarno 2021, y que ha trascendido como una de esas gamberradas que cada cierto tiempo son celebradas como títulos comerciales sin demasiadas pretensiones, pero que vuelven locos a los programadores de determinados festivales. Se da la curiosa circunstancia de que el director, Hannes Þor Haldórsson (1984, Islandia) ha sido el portero titular de la selección islandesa de fútbol, y aunque se retiró el año pasado, este mismo año ha fichado como portero suplente del equipo Víkingur Reykjavík. Pero en los últimos años ha llevado a cabo una carrera en paralelo como director de anuncios publicitarios hasta su debut en el largometraje con esta película que llegó a las pantallas de cine de Islandia las pasadas Navidades de la mano de Pegasus Pictures, productora especializada en servicios de producción para rodajes internacionales, que ha trabajado para todas las temporadas de Juego de tronos (HBO, 2011-2019) y otras series como Fortitude (Prime Video, 2015-2018) y Succession ( HBO, 2018-).
La intención del director y co-guionista ha sido la de reflejar una cultura de la masculinidad en las producciones de acción comerciales, y para ello utiliza a un superpolicía que tiene dudas sobre su sexualidad, especialmente cuando le asignan como compañero a Hörđur (Egill Einarsson), otro popular agente que fue modelo profesional. Es interesante el cuestionamiento de las identidades sexuales en los personajes principales, pero también es verdad que el tratamiento sobre la homosexualidad que se hace en esta película resulta algo anacrónico en 2022, una especie de planteamiento progresista que sin embargo esconde una mirada estereotipada en escenas en las que los dos "machos" se dejan arrastrar por la pasión amorosa. Pero tiene su interés el hecho de que el director provenga de un entorno que está tan masculinizado como el fútbol y en el que existen todavía prejuicios en torno a las inclinaciones sexuales de los jugadores. Como no podía ser menos, este deporte juega un papel importante, pero en este caso enfocado en el desarrollo de un partido de fútbol femenino, una especie de guiño al éxito que tienen los torneos femeninos en Islandia. La repetición de algunos gags que funcionan al principio, como las escenas de acción en cámara lenta o el hecho de que el villano Rikki Ferrari (Björn Hlynur Haraldsson), cuyo apellido hace referencia directa a la saga A todo gas (Justin Lin, 2009), hable en inglés durante casi toda la película, lo que lleva a uno de los personajes a preguntar: "¿Por qué siempre habla inglés?", revela la falta de ideas lo suficientemente maduradas como para construir una parodia realmente efectiva. Tampoco ayuda una falta de presupuesto evidente (la película se rodó en tan solo 20 días) lo que hace que las escenas de acción no tengan la suficiente espectacularidad como para funcionar realmente desde un punto de vista caricaturesco, y en algunos casos están mal resueltas, como cuando algunos personajes se apuntan unos a otros emulando al cine de Quentin Tarantino.
Es tal el mejunje de referencias que tampoco llegan a funcionar como un ejercicio cinéfilo, porque en realidad la película no utiliza tanto referentes concretos, sino coo una representación universal de un género determinado. En los aspectos interpretativos, hay poco carisma en el actor Auðunn Blöndal, conocido cómico islandés, y funcionan mejor las incorporaciones de dos de los intérpretes más famosos del país, Steinunn Ólina Þorsteindóttir, veterana actriz que interpreta a la jefa de policía, y Björn Hlynur Haraldsson, que elabora un villano muy al estilo de las películas de James Bond, a los que hemos podido ver recientemente en la exitosa serie Blackport (RÜV, 2022-). A pesar de todo, Cop secret se ha revelado como un éxito, y ha conseguido siete nominaciones para los Edda Awards, los premios del cine islandés, entre ellos los de Mejor Película y Mejor Director.
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Los primeros 54 años. Manuel breve para una ocupación militarAvi Mograbi, 2021 | Conflictos del S. XXI | ★★★★☆ |
El veterano director Avi Mograbi (1956, Israel) ha descrito en varias de sus películas la ocupación de los territorios palestinos por parte de su país de origen, en especial desde el punto de vista de los soldados israelíes, como en Z32 (Avi Mograbi, 2008), que recibió el Premio a la Mejor Película de No-Ficción en el Festival de Cine de Gijón. El festival asturiano presentó también el año pasado su última película, The first 54 years: An abbreviated Manual for Military Occupation (Avi Mograbi, 2021), estrenada en el Festival de Berlín 2021, que está concebida como una especie de libro de instrucciones para la ocupación de unos territorios ya habitados. El mismo director adopta la posición de narrador-profesor, interpretando un personaje de cierta actitud maquiavélica que describe con ironía cómo la ocupación israelí ha sido una acción perfectamente planificada para mantenerse en el tiempo. Como ya hiciera en otras de sus películas, la base principal son las entrevistas a soldados israelíes, recogidas en una serie de grabaciones realizadas para Breaking the Silence, una organización sin ánimo de lucro fundada hace algunos años por ex-soldados de la FDI que quieren ser partícipes activos de la narración de los hechos. "En Israel la organización Breaking the Silence está considerada como un grupo de radicales que inventan historias", comenta Avi Mograbi.
El documental se estructura en tres relatos principales: la guía del narrador, las imágenes de archivo y las entrevistas a los soldados, en las que encontramos afirmaciones que a veces justifican las acciones de acoso a los palestinos bajo el cumplimiento de las órdenes recibidas. Esta concepción como manual de instrucciones o lección histórica no es la más dinámica para un documental, pero ofrece un contexto del desarrollo de este conflicto que resulta claro y sirve para enmarcar la propuesta. Y plantea, efectivamente, que se trata de "los primeros 54 años", como una declaración de la continuidad en el tiempo de una situación que parece planificada para su mantenimiento, no para encontrar una solución que la resuelva.
El material de archivo de la película proviene de numerosas grabaciones que había recopilado el director Ra'anan Alexandrowicz para su película The law in these parts (2011), ganadora del Gran Premio en Sundance 2012, que no fueron utilizadas para ese documental. Esta imágenes se mezclan con otras acciones grabadas por los propios soldados israelíes, y que ofrecen una visión desprovista de emociones: "Era importante reflejar la atmósfera en la que se mueven los soldados cuando participan en estas acciones. Cuando se llega al punto de que una guerra real, sangrienta y mortal es representada como una especie de videojuego, eso resulta enfermizo", comenta el director. The first 54 years: An abbreviated Manual for Military Occupation (Avi Mograbi, 2021) es una visión lúcida, con cierto toque de ironía, hacia la ocupación de los territorios palestinos, una mirada al mantenimiento de una política de dominación que va más allá de la propia imposición política y militar.
Nostalgia se puede ver en Filmbox+ y Filmin.
Brother y La Tierra es tan azul como una naranja se pueden ver en Filmin.
Senderos de gloria se puede ver en Filmin y Movistar+.
A todo gas se puede ver en Movistar+ y Prime Video.
Z32 se puede ver en dafilms.com
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