Ayer asistimos a la gala de los Goya menos reivindicativa de los últimos años. No se sabe si por la celebración de los 25 años, que lanzaba las miradas al pasado, o por la polémica "Sin-De la Iglesia", pero en los discursos de agradecimiento (largos y pesados muchos de ellos), no hubo reivindicaciones, como otros años. El cine español no se acordó de las revoluciones populares en los países árabes, ni siquiera de la crisis económica o la más profunda crisis que el cine hecho en España ha vivido en 2010 (7 millones de espectadores menos). Fue una noche en la que solo el discurso del presidente en funciones de la Academia sonó a reivindicación, pero en este caso sobre el futuro del cine.
La sorpresa la dio Pa negre y su director, Agustí Villaronga. Curioso leer en periódicos como El Mundo estos últimos días que el cine español se miraba el ombligo y apostaba por títulos comerciales y poco arriesgados, cuando en los últimos años se han dado dos sorpresas que en pocos premios nacionales del mundo se suelen dar. Que películas fuera del ámbito comercial y muy personales como La soledad, de Jaime Rosales y Pa negre, de Agustí Villaronga, acaben siendo las triunfadoras de una noche que parece destinada a propuestas más previsibles. Independientemente de que gusten más o menos estos títulos, lo cierto es que resulta estimulante encontrarnos con sorpresas, sobre todo si la ceremonia resulta tan plúmbea como la de anoche.
El presentador. Andreu Buenafuente repitió como maestro de ceremonias. Como le ocurrió a Ricky Gervais en su segunda aparición como presentador en los Globos de Oro, a Buenafuente se le vio más nervioso y sus intervenciones carecían del ritmo adecuado (la primera aparición, con las consabidas referencias a algunos de los presentes, no hizo gracia a muchos de ellos). Algunos videos funcionaron (aunque eso de presentar trailers de las películas como si fueran de otro género ya está un poco manido), pero la cara de Álex de la Iglesia cuando pusieron el de Balada triste de trompeta indicaba que no le había divertido demasiado.
Los ministros. Decíamos que Ángeles González-Sinde no quería a Álex de la Iglesia a su lado en la ceremonia, y por eso trató de forzar una dimisión del presidente de la Academia antes de los premios. Y se decía que era porque no se iba a encontrar a gusto en esa situación. Curiosamente, al que vimos más serio e incómodo fue a Álex de la Iglesia. Eso sí, la ministra estuvo acompañada por otros ministros como Leire Pajín, Elena Salgado o Miguel Sebastián. ¿Quizás tratando de arropar a su polémica compañera o quizás porque hay que estar en todas partes ahora que hay que ir haciendo campaña electoral?
TVE. La cadena pública se mostró más servicial de lo que hubiéramos deseado. Evitó mostrar las protestas de los internautas frente a la alfombra roja y trató de ocultar, sin éxito, la presencia del espontáneo que se coló en la ceremonia. En su descarga (perdón, descargo), hay que decir que en el resumen que TVE ha colgado en youtube se incluyen tanto la aparición de Jimmy Jump como las imágenes de la protesta.
Anonymous. El colectivo de internautas se dejó ver y oir a la entrada de la gala. Aunque algún desubicado tiró huevos, siendo increpado por los mismos integrantes del colectivo que llevaban la máscara de Guy Fawkes, la protesta fue pacífica y solo hubo abucheos. La campaña operaciongoya# que se convocó a través de twitter congregó a más de un centenar de personas para increpar a la industria y al menos dejó oir a quienes nunca han sido escuchados por los políticos.
El luchador. Una de las presencias más esperadas en el escenario fue la del ex-alcalde de Barcelona Pasqual Maragall. El hecho de que estuviera presente en el patio de butacas hacía presagiar que el documental Bicicleta, cuchara, manzana, de Carles Bosch, no tendría rival en su categoría. La lucha contra el Alzheimer que libra Maragall desde que le diagnosticaron la enfermedad es toda una declaración de principios, y parece que por el momento está dando sus frutos. En el backstage Maragall decía a los periodistas que tenía la sensación de que le habían dado el Goya al documental "por compasión".
Las redes sociales. La ceremonia de los Goya ha vuelto a demostrar que el cine tiene más seguidores en internet que en los circuitos tradicionales. Twitter echaba humo anoche con los miles de comentarios en torno a la gala, algunos de "comentaristas" como Eva Hache, Nacho Vigalondo o el propio Álex de la Iglesia, que inclusó twiteó durante la ceremonia (este hombre tiene que ir al psicólogo). Convertido en el programa de televisión más visto del prime time del domingo (un 25% de share y más de 4 millones de espectadores), bajó respecto al año pasado, pero mantuvo el tipo. La interactividad de las redes sociales contribuyeron a este buen dato.
El espontáneo. Jimmy Jump volvió a colarse en un acto público, igual que hizo en Eurovisión o en otras ceremonias. Podrá caer mal o bien, pero hay que reconocer que burlar a los servicios de seguridad cuando tu cara ha salido en todos los medios de comunicación y aparecer en escena en el momento más importante de la noche, con la presencia de Javier Bardem, tiene su mérito. Después, Buenafuente le llamó "imbécil", porque le estropeó su ceremonia. Seguramente muchos seguidores de Eurovisión podrían llamar "imbécil" a Buenafuente por chotearse de esa gala musical enviando al Chiquilicuatre hace unos años. Las presentadoras que estaban en el escenario cuando llegó el espontáneo se lo tomaron, sin embargo, como tiene que ser, con risas.
El discurso. Álex de la Iglesia, muy serio (relájate, hombre) dio el discurso que se esperaba. Conciliador, pero dejando claro que internet y los internautas son los que pueden salvar al cine español del desastre. Él mismo lo ha comprobado con Balada triste de trompeta, que no ha conseguido llevar al cine a los espectadores que se esperaba, pero que en su lanzamiento en DVD puede tener una segunda oportunidad. Como la que tendrá sin duda Pa negre. El realizador de TVE se esmeraba en ofrecer la cara de Ángeles González-Sinde mientras el presidente de la Academia decía que había que escuchar a todos. Como guionista será discutible a veces, como ministra será un desastre, pero como actriz habría que descubrirla. Ya se dice que el discurso de Álex de la Iglesia no ha sentado muy bien entre algunos sectores de la industria (en el patio de butacas el productor Gerardo Herrero escuchaba con el ceño fruncido, Enrique Cerezo tenía cara de pocos amigos y a Leire Pajín se le notó un gesto de ¿desaprobación? ¿o es que le estaba dando un flatito? Gesto que por cierto ha despertado el choteo generalizado de los internautas. Podéis verla en el genial post de José Fco. Ortuño) y veremos qué repercusión tiene en los exhibidores, que no deben estar muy contentos con las palabras del cineasta twitero.
Los BAFTA. Mientras en España teníamos nuestra propia dosis de "glamour", en Londres entregaban sus premios, los BAFTA. Javier Bardem, nominado tanto en los Goya como en los BAFTA, pero sabedor de que poco tenía que hacer compitiendo con un Colin Firth que se ha llevado todo lo que se tenía que llevar y encima jugaba en casa, prefirió la seguridad del hogar. Y acertó. Los BAFTA adelantaron lo que podría ser, dentro de dos semanas, el resultado de los Oscar: principales premios para El discurso del rey, alguno destacado para La red social (David Fincher consiguió el premio al Mejor Director) y varios galardones técnicos para Origen.
Los BAFTA. Mientras en España teníamos nuestra propia dosis de "glamour", en Londres entregaban sus premios, los BAFTA. Javier Bardem, nominado tanto en los Goya como en los BAFTA, pero sabedor de que poco tenía que hacer compitiendo con un Colin Firth que se ha llevado todo lo que se tenía que llevar y encima jugaba en casa, prefirió la seguridad del hogar. Y acertó. Los BAFTA adelantaron lo que podría ser, dentro de dos semanas, el resultado de los Oscar: principales premios para El discurso del rey, alguno destacado para La red social (David Fincher consiguió el premio al Mejor Director) y varios galardones técnicos para Origen.
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