Los últimos acontecimientos relacionados con Afganistán y con la política norteamericana han puesto de manifiesto que la sombra de las torres gemelas sigue formando parte de la geopolítica actual. Spike Lee realiza en su notable serie documental NYC Epicenters 9/11→20211/2 (HBO, 2021) un interesante ejercicio en el que coloca en paralelo la ciudad de Nueva York como eje central en Norteamérica del más relevante ataque terrorista de nuestro siglo y de la mayor pandemia de las últimas décadas. Nuestra atención está puesta precisamente en aquellas producciones que se han estrenado recientemente y que proponen un enfoque diferente a los acontecimientos de los que hace unos días se cumplió el vigésimo aniversario. Un recorrido que funciona como complemento a la crónica América post 11-S que dedicamos a la presencia de producciones sobre el 11 de septiembre en la programación del Sheffield Doc/Fest.
Este enfoque conecta 2021 como un reflejo del 2001, especialmente debido a la retirada de las fuerzas internacionales de Afganistán y la entrega a los talibanes de un país que fue una de las primeras consecuencias de los atentados del 11-S. En la serie documental Momentos decisivos: El 11-S y la guerra contra el terrorismo (Netflix, 2021), se hace un repaso a lo largo de sus cinco episodios a los movimientos geopolíticos del gobierno estadounidense, que desembocaron en la ocupación de Afganistán, supuesto refugio de Osama Bin Laden, y posteriormente en la guerra de Irak, justificada sobre la mentira de las armas de destrucción masiva, además de en un sistema de vigilancia masiva desplegado no solo en Norteamérica sino a lo largo del mundo. El director Brian Knappenberger ha realizado algunas series documentales para Netflix, entre ellas Nobody speak. Trials of the free press (2017), sobre el juicio de Hulk Hogan contra un grupo de comunicación, y Los juicios de Gabriel Fernández (2020), en torno la investigación del asesinato de un niño. Pero su trabajo más destacado es el documental La historia de Aaron Swartz. El chico de internet (Brian Knappenberger, 2014), que recibió el premio de la Juventud en Sheffield Doc/Fest, centrado en la figura de un joven prodigio de la programación informática que se vio envuelto en una investigación federal.
El director utiliza una estructura no cronológica que parte de los ataques de 2001, para retroceder hacia los acontecimientos que condujeron a la formación de Al Qaeda, planteando seguidamente el tema central de la serie, sobre las consecuencias provocadas por la intervención de este grupo terrorista en suelo norteamericano, que se desarrolla principalmente a partir del segundo episodio. El acercamiento a las víctimas está presente como punto de partida de cada capítulo, para establecer a partir de ahí la reflexión sobre las decisiones tomadas por el gobierno de George W. Bush sobre vigilancia e intervención extranjera. Hay un intento de mantener una posición objetiva, aunque está clara una tendencia hacia destacar las manipulaciones cometidas por el equipo que rodeaba al presidente Bush, con Donald Rumsfeld y Dick Cheney como líderes de una política de venganza, represión y, de camino, derrocamiento de gobiernos incómodos como el de Sadam Hussein en Irak. Pero tampoco se evitan en los últimos episodios las referencias al programa de drones que Barack Obama amplió en países como Afganistán y Pakistán, que provocó más muertes civiles que los anteriores años de ocupación.
Con un formato tradicional de entrevistas mezcladas con imágenes de archivo, Momentos decisivos: El 11-S y la guerra contra el terrorismo quizás no termina de ser un análisis profundo en cuanto que no llega a plantear cuestiones diferentes a las que se han visto en muchos otros documentales. Pero la participación de algunos colaboradores y responsables de la administración Bush (aunque no están los principales) permiten la incorporación de un discurso, que seguramente trata de justificar el desastre más que de explicarlo, aportando una visión menos sesgada. La serie se ve perjudicada por los últimos acontecimientos en torno a la salida de las tropas norteamericanas y el regreso, o la entrega del país a los talibanes, porque la dejan incompleta, abierta en un sentido imperfecto de la palabra. Y aunque en el último episodio se introducen algunos de estos acontecimientos, se siente demasiado comprimido, como queriendo preservar la conexión con la actualidad, pero de una forma menos analítica, más precipitada.
En este sentido, la producción de BBC Films y Apple Studios 9/11: Into the President's War Room (Apple tv+, 2021) sí consigue reunir a los principales protagonistas del gobierno, que relatan los hechos desde la perspectiva de la experiencia en primera persona. Las entrevistas a George W. Bush, Dicke Cheney, Condoleezza Rice y, más brevemente, Colin Powell (que no se encontraba en Estados Unidos durante los ataques) aportan esa visión interna de los acontecimientos que ciertamente es interesante, aunque la credibilidad de sus protagonistas pueda ponerse en tela de juicio. El documental, titulado en España 11-S: así se vivió en la Casa Blanca, que se estrenó el 1 de septiembre, está dirigido por Adam Wishart y narrado por Jeff Daniels, una elección inteligente que elimina el posible perfil ideológico de la película que pudiera estar marcado por sus protagonistas, reforzando el relato estrictamente personal. De hecho, la historia se circunscribe al propio 11 de septiembre y a los días posteriores, sin entrar en las decisiones políticas que se tomaron con posterioridad. Jeff Daniels fue el protagonista de la interesante miniserie The Looming Tower (Prime Video, 2018), en la que se manifestaban los conflictos entre la CIA y el FBI como una de las posibles razones por las que falló la prevención de los atentados.
El relato muestra los entresijos de la tragedia desde el punto de vista de los miembros del gobierno que se enfrentaron, en un día que se preveía como tranquilo y en el que la primera visita oficial en la agenda del presidente era a una escuela, al mayor acto terrorista que se cometió en suelo norteamericano. Por supuesto, la narrativa de todos los responsables de la posterior "guerra contra el terrorismo" insiste en calificar los atentados como un acto bélico, de forma que se justifican sus posteriores decisiones de ocupación de Afganistán e Irak. Dick Cheney insiste que el 11-S provocó más muertes que la ofensiva militar de Japón a Pearl Harbor en 1941, pero resulta significativo contrastar esta afirmación con la que luego veremos en la serie NYC Epicenters 9/11→20211/2 (HBO, 2021), en la que Spike Lee deja claro que las 600.000 víctimas provocadas por la deficiente gestión de la pandemia del Covid-19 es mayor que el número de estadounidenses muertos en todas las guerras en las que ha participado Norteamérica desde las dos guerras mundiales, sumadas a los fallecidos en el atentado del 11-S. Las comparaciones ciertamente sirven para establecer una línea ideológica.
Al margen de la línea de pensamiento marcada por los responsables de las mayores atrocidades que el ejército ha protagonizado en el exterior, el documental consigue centrarse adecuadamente en los hechos, incluso evitando la presentación de muchas de las imágenes en torno a los atentados, lo que contribuye a situar al espectador en esa posición de información incompleta y confusa que se vivió en el momento de los hechos. Se hace hincapié en que el Air-Force One perdía la señal de televisión constantemente, de forma que quienes debían gestionar una situación caótica ni siquiera tenían un acceso privilegiado a los acontecimientos. Y a la proliferación de rumores que llevaron incluso a pensar que el propio Air-Force One podría ser uno de los objetivos de los terroristas. Sin duda, se trata de una visión diferente de los atentados del 11 de septiembre, que se sostiene en un relato personal de la tragedia desde la visión del poder arrebatado momentáneamente a quienes debían ejercer ese mismo poder.
9/11: One day in America (National Geographic, 2021) es una serie de tres episodios producida por National Geographic en colaboración con el 9/11 Memorial & Museum, lo que le permite acceder a grabaciones que ha ido recopilando esta institución, con imágenes inéditas de los acontecimientos que permite realizar una narrativa clara de lo que ocurrió casi minuto a minuto. Parte del metraje del primer episodio forma parte de una grabación que también aparece en la serie de Spike Lee, que pudieron realizar dos documentalistas franceses que se encontraban el 11 de septiembre grabando un reportaje sobre el trabajo del cuerpo de bomberos de Nueva York. Presentada en el Sheffield Doc/Fest y en la programación del Tribeca Film Festival, esta producción ofrece una experiencia aterradora contada desde el punto de vista de quienes vivieron la tragedia.
Estrenada en España con el título 11-S: testigos de la tragedia, la serie está producida por T.J. Martin y Daniel Lindsay, ganadores del Oscar por Undefeated (2011), y directores de LA 92 (2017) y más recientemente Tina (2021), y cuenta con la ventaja que le proporciona disponer de horas y horas de grabaciones, muchas de ellas inéditas, que se mezclan con testimonios de algunos de los protagonistas de esas imágenes, como un oficial de bomberos que se convierte en el hilo conductor del episodio, ya que existe numeroso material grabado de su trabajo de coordinación de los equipos. No es un documental fácil de ver, porque la plasmación de los acontecimientos desde el interior provoca un gran efecto emocional, a veces con escenas que resultan terroríficas, como cuando los equipos de bomberos que se encuentran en el vestíbulo de una de las torres gemelas comienzan a escuchar golpes atronadores, que provienen de los cuerpos que están cayendo desde las plantas superiores del edificio.
La estructura de la narración sigue, minuto a minuto, el desarrollo de los acontecimientos, e incluye también grabaciones en audio desde el interior de los aviones que fueron secuestrados, y que sirven como enlace entre diferentes espacios de tiempo. Posiblemente 11-S: Testigos de la tragedia podrá tener críticas en relación con una cierta recreación en el drama, pero después de veinte años el acceso a estas imágenes, que tienen un efecto igualmente devastador, puede servir para entender mejor la verdadera naturaleza de la zona de guerra en la que se convirtió Nueva York durante aquel 11 de septiembre de 2001.
Aunque se trata de una producción de Netflix, estrenada en la plataforma directamente en Estados Unidos y Latinoamérica, la película Worth (Sara Colangelo, 2020) ha llegado antes a las salas de cine en España. Aunque de entrada un guión escrito por Max Borenstein, guionista de transposiciones occidentales de películas kaiju como Godzilla (Gareth Edwards, 2014), Kong: La isla Calavera (Jordan Vogt-Roberts, 2017) o Godzilla vs. Kong (Adam Wingard, 2021) no despierta demasiada confianza, lo cierto es que la historia está bien contada y se centra en un aspecto distinto en torno a las consecuencias del 11-S. Basada en hechos reales, pone el foco en el trabajo del abogado Kenneth Feinberg (Michael Keaton) para tratar de equilibrar el reconocimiento económico a las familias de las víctimas de los atentados, a través de la gestión del September 11th Victim Compensation Fund (VCF), una organización encargada de presupuestar las cantidades que debían ser entregadas a estas familias, pero sobre todo una forma de evitar demandas millonarias a las compañías aéreas y el gobierno que podrían haber desembocado en una grave crisis. De hecho, el VCF tenía un límite de gasto de 7,5 millones de dólares para compensar a todas las víctimas, aproximadamente la misma cantidad que el abogado Michael Witti calculó que podrían haberse pagado por cada una de ellas.
La película plantea por tanto una cuestión compleja en torno al valor que las aseguradoras disponen para la vida de las personas, basado principalmente en sus ingresos y sus ahorros. Pero, aunque se introducen numerosos testimonios que suponemos que están basados en experiencias reales, la impresión es que se deja en segundo plano a las víctimas para centrarse principalmente en el proceso de concienciación del protagonista, Ken Feinberg, al que Michael Keaton da vida con una mezcla de honestidad e imparcialidad que sin embargo convierte a las personas que sufrieron la pérdida de sus seres queridos en cifras dentro de una tabla numérica. Worth por tanto no consigue responder adecuadamente a la pregunta que plantea, porque su punto de vista está demasiado enfocado en el protagonista, e incluso la figura de Charles Wolf (Stanley Tucci), el marido de una mujer fallecida en las torres gemelas, que se dedicó a luchar por una compensación más justa para las víctimas, queda algo ensombrecido.
Pero el principal interés de Worth está en el trabajo de la directora Sara Colangelo, que logra equilibrar la película utilizando como ejes principales los breves pero significativos encuentros entre Charles Wolf y Kenneth Feinberg. Especialmente los dos que están marcados por la presencia musical de la ópera: en la oficina y en el acto de homenaje a las víctimas. En ellos se establecen las bases de la ética que propone la película, que afecta directamente a la consideración humana pero que también puede ser discutible en cuanto que propone una mirada presentista hacia los hechos del pasado. En la oficina, los dos personajes están enfrentados de forma educada, pero con posturas radicalmente opuestas. La escena se establece en plano/contraplano que subraya este enfrentamiento, pero también marca un desequilibrio, una especie de David contra Goliat (los amplios ventanales, con el Capitolio al fondo, que enmarcan la presencia de Feinberg frente al escaso aire que vemos tras la figura de Wolf).
Después de la operística serie documental sobre Nueva Orleans When the levees broke: A Requiem in four acts (HBO, 2006-2007), Spike Lee realiza una nueva obra maestra con NYC Epicenters 9/11→20211/2 (HBO, 2021), uno de esos monumentales documentos que retrata en este caso la ciudad de Nueva York como centro neurálgico de dos de las grandes tragedias del siglo XXI: el 11-S y el Covid-19. La serie está dividida en cuatro episodios de casi dos horas de duración cada uno que a su vez se dividen en dos capítulos, y a través de ella el director despliega su amor por la ciudad en la que vive desde niño, con especial presencia de Brooklyn, su barrio. Se trata de un acercamiento personal, que no rehúsa ser controvertido en algunos aspectos, y que casi se podría calificar como un ensayo más que como un documental. Es Spike Lee en estado puro, incluso con su propia presencia como entrevistado y como director, al que escuchamos fuera de plano remarcando las preguntas o bromeando con sus invitados. En los créditos, no obstante, Spike Lee no los llama entrevistados sino testigos. Se trata de una serie que aborda los atentados de 2001, pero a los que no les dedica la atención primordial hasta el tercer episodio.
Porque el director está más interesado en establecer una línea de conexión entre el drama de los ataques y la tragedia del coronavirus, culpando en buena medida a la gestión política de las consecuencias de estas dos catástrofes. Por extensión, la mirada de Spike Lee se detiene en una Norteamérica hundida en una profunda crisis racial, dedicando capítulos a los conflictos provocados por el abuso policial, las manifestaciones de Black Lives Matter y, en contraposición, el asalto al Capitolio. Más de doscientos entrevistados pasan por el objetivo de esta serie documental, humanizando a rostros conocidos como el presentador Jon Stewart, que luchó para que los bomberos que fueron contaminados en la zona cero de los atentados pudieran obtener las compensaciones justas; el actor Steve Buscemi, que participó en la búsqueda de víctimas entre los restos de las torres gemelas; o los también actores Jeffrey Wright y Rosie Pérez, que iniciaron una campaña de envío de alimentos durante la pandemia del Covid-19. Muchos de los participantes son colaboradores de Spike Lee en sus películas, como el editor Barry Alexander Brown, que también es el encargado del montaje de esta serie.
A pesar de acercarse a temas tan dispares, Nueva York, epicentro del 11-S y de una pandemia (HBO España, 2021) tiene una estructura bien definida, y Spike Lee maneja con maestría el ritmo adecuado para que esta constante presencia de "cabezas parlantes" no resulte aburrida. Hay una mezcla de humor, emoción y reflexión que está gestionada con una gran eficacia, y que le permite ir de un tema a otro sin que se sienta caótico o aleatorio. De hecho, los dos primeros episodios están más centrados en la pandemia, pero después muchos de los entrevistados en relación con el Covid-19 también cuentan sus experiencias durante los ataques del 11-S. El episodio tres resulta especialmente doloroso, porque se convierte en el relato personal de estos entrevistados que ya conocemos. Una profunda cinefilia recorre este documental, con escenas de películas, algunas de ellas del propio Spike Lee, pero otras como reflejo de la ciudad. El episodio tres, en el que se nos mostrará la tragedia, comienza sin embargo con el optimista número musical "New York, New York" de la película Un día en Nueva York (Stanley Donen, Gene Kelly, 1949).
Spike Lee deja claro que para él las víctimas no son solos los 2.996 fallecidos en los ataques del 11-S, sino también los musulmanes que murieron en ataques islamófobos durante los días posteriores a los atentados, y los rescatadores y bomberos que se contaminaron de asbesto y mercurio en la zona cero mientras las autoridades afirmaban que no había contaminación. Esta deficiente gestión política se convierte en el centro de la mirada del director, tanto en la fraudulenta guerra contra el terrorismo posterior al 11-S como en la pandemia del coronavirus. Desde su punto de vista liberal, el director se centra en la figura del ex-presidente Donald Trump y del ex-gobernador de Nueva York Andrew Cuomo, que incluso llegó a publicar el controvertido libro "Crisis Americana: Lecciones de liderazgo durante la pandemia del Covid-19" (2020, Ed. Crown), a pesar de ser responsable de muchas de las decisiones que acabaron provocando miles de muertes.
Como decíamos antes, más de 600.000 estadounidenses han fallecido víctimas del Covid-19, más de la suma de todas las muertes que se han producido en conflictos armados desde la I Guerra Mundial hasta la actualidad. Solo en Nueva York, la cifra de muertos es de 54.230, más de 30.000 solo en la ciudad, diez veces más que los fallecidos en los atentados del 11-S. Como conclusión de su monumental serie, Spike Lee introduce la escena final de La ley del silencio (Elia Kazan, 1954), con la excelente música de Leonard Bernstein, que muestra la tenacidad que provoca mantenerse en pie a pesar de las dificultades. Una coda heroica que sustituye a un montaje previo del episodio cuatro en el que se introducían algunas de las teorías conspiranoicas en torno al 11 de septiembre, que finalmente fueron eliminadas. Philippe Petit, el funambulista que cruzó las dos azoteas del World Trade Center en 1974, y cuya historia fue contada en el documental The walk (Robert Zemeckis, 2015), comenta que cuando el arquitecto francés Le Corbusier visitó por primera vez Nueva York, sus primeras palabras fueron: "¡Qué hermoso desastre!".
Momentos decisivos: El 11-s y la guerra contra el terrorismo se puede ver en Netflix.
11-S: así se vivió en la Casa Blanca se puede ver en Apple tv+.
11-S: Testigos de la tragedia se puede ver en National Geographic España.
Nueva York, epicentro del 11-S y de una pandemia se puede ver en HBO España.
The looming tower se puede ver en Prime Video.
Worth se estrenó en salas el 10 de septiembre.
Nobody Speak: Trials of the free press, Los Juicios de Gabriel Fernández y The walk se pueden ver en Netflix.
Kong: La isla Calavera, Godzilla vs. Kong y Tina se pueden ver en Movistar+.
La profesora de parvulario y La ley del silencio se pueden ver en Filmin.
When the levees broke: A Requiem in four acts se puede ver en HBO España.
Un día en Nueva York se puede ver en Apple tv+.
LA 92 se puede ver en Disney+.
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