Aunque no es especialmente grande, y tampoco tan efervescente como muchas otras capitales europeas, Oslo mantiene a lo largo del año una constante actividad cultural que se despliega especialmente a lo largo de finales de verano y otoño. Y esconde algunos rincones de especial sensibilidad artística que muchas veces no están en las guías turísticas, pero que resulta interesante descubrir. Es el caso de la Jakob Kirke, una iglesia situada en el centro de la ciudad, junto al río Akerselva, que es el único espacio de origen religioso dedicado a actividades culturales en toda Noruega. Construida en 1880, sirvió como lugar de culto luterano hasta que la escasez de feligreses por la diversificación religiosa de la zona acabó obligando a su cierre en 1985, junto a peligrosos desperfectos ocasionados en las paredes, en buena medida provocados por la modificación de las aguas subterráneas en la zona. Y no sería hasta el año 2000 que, tras una rehabilitación que costó 15 millones de coronas noruegas al gobierno y el Ayuntamiento, Jakob Kirke reabrió sus puertas, esta vez dedicando su espacio a actividades culturales de todo tipo.
En este singular emplazamiento, el Festival Film fra Sør ha dedicado una proyección especial del documental Ryuichi Sakamoto: Coda (Stephen Nomura Schible, 2017), un largometraje centrado en la figura de uno de los grandes genios de la música contemporánea, y en nuestro especial interés, de la composición de bandas sonoras. Presentada en la Mostra de Venecia, esta película forma parte de los numerosos trabajos en los que se ha embarcado el compositor después de haber recibido tratamiento contra un cáncer de garganta y haber permanecido durante varios años apartado de la actividad profesional y artística. Son precisamente estos momentos finales de su tratamiento y su regreso a la composición, con su trabajo para la película El renacido (Alejandro González Iñárritu, 2015) y su búsqueda de sonidos nuevos para su más reciente album de estudio, el absorbente async (2017, Commons), los que recoge la cámara del director, acercándose al proceso creativo que vive el compositor desde su casa en Nueva York.
Hace unos meses contaba el periodista Ben Ratliff en el New York Times una anécdota que le había contado un amigo, y que define bien el carácter de Ryuichi Sakamoto. El músico, que vive actualmente en el West Village de Nueva York, suele ir a un restaurante japonés situado en la zona, llamado Kajitsu. Sin embargo, aunque la experiencia gastronómica siempre era de su agrado, no lo era tanto la música de ambiente que sonaba en el restaurante. Así que un día, cuando regresó a su casa, envió un email al chef de Kajitsu: "Me encanta su comida, respeto su trabajo y su restaurante, pero odio la música que suena. ¿Quién la ha elegido? ¿Quién ha tomado la decisión de elaborar esta terrible mezcla? Déjeme hacerlo a mi. Porque su comida es tan buena como la belleza de Katsura Rikyu. Pero la música en su restaurante es como la Torre Trump". De esta forma, Ryuichi Sakamoto elaboró una serie de playlists con música seleccionada por él mismo, sin cobrar nada, y por cierto sin incluir ningún tema propio. Y esta es la música que suena ahora en el restaurante Kajitsu de Nueva York.
Es una anécdota que explica en buena medida el retrato del compositor que se hace en Ryuichi Sakamoto: Coda. Él mismo explica que, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las torres gemelas, percibió una realidad chocante para él: durante dos semanas no escuchó nada de música, lo cual para un creador que encuentra la cadencia sonora en cualquier tipo de sonido que le rodea, resulta impactante. En el documental vemos al creador pero también a un personaje que siempre ha estado comprometido. Hay por supuesto referencias a su primera etapa como músico en la Yellow Magic Orchestra, una banda pionera en la utilización de los sintetizadores en la música pop, y por supuesto algunas jugosas anécdotas de su experiencia como compositor para películas como Feliz Navidad, Mr. Lawrence (Nagisa Oshima, 1983), El último Emperador (Bernardo Bertolucci, 1987) o El cielo protector (Bernardo Bertolucci, 1990), pero es especialmente interesante el acercamiento a facetas poco conocidas del músico, especialmente su activismo ecologista y en cierto modo también político.
La película, de hecho, comienza con imágenes de Fukushima, o más bien de lo que queda de ella, una ciudad fantasmal de la que Sakamoto recupera un piano que sobrevivió al terremoto y el tsunami que acabaron provocando el accidente de la planta nuclear en marzo de 2011. Y extrae de él una serie de sonidos que acabará utilizando en su más reciente album, async (2017, Commons). Es esta búsqueda de la particularidad de un sonido determinado, ya sea el correr del agua en el Ártico o la caída de la lluvia en el patio de su casa en Nueva York, lo que revela a Ryuichi Sakamoto como un creador que encuentra en la naturaleza su principal inspiración. Y en este sentido, el documental que nos ocupa capta con singular eficacia, y casi con un sentimiento íntimo, la personalidad de un compositor total. Y resulta especialmente cautivador poder disfrutar de este retrato cinematográfico en un espacio tan particular como una iglesia que mantiene su aspecto eclesiástico.
La programación de Film fra Sør incorpora también, como un buen complemento a este documental, otra pieza cinematográfica titulada Ryuichi Sakamoto: async Live at the Park Avenue Armory (Stephen Nomura Schible, 2018), la grabación de un concierto íntimo y minimalista que ofreció el compositor en Nueva York para estrenar su álbum async. Considerado por las principales revistas especializadas como uno de los mejores discos de 2017, async supone el regreso de Ryuichi Sakamoto a la experimentación sonora, en parte inspirada en el mundo del cine, especialmente en la utilización de los sonidos en la película Solaris (Andrei Tarkovsky, 1972), que tiene su representación en el tema "solari". La actuación, en la que el músico es el único intérprete, con la generación de sonidos programados en un ordenador, junto a la incorporación de "instrumentos" que no son nada comunes, representa en buena medida a un compositor al que su experiencia con el cáncer ha removido su forma de crear. La música de Ryuichi Sakamoto es ahora más íntima, pero al mismo tiempo más rompedora, y sobre todo es una música reflexiva que parece preguntarse constantemente por la mortalidad. No en vano, en uno de sus temas, "fullmoon", Ryuichi Sakamoto recupera un poema que el propio Paul Bowles recitaba en la película El cielo protector (Bernardo Bertolucci, 1990), y cuyas palabras son más que significativas:
"Because we don't know when we will die, we get to think of life as an inexhaustible well, yet everything happens only a certain number of times, and a very small number, really. How many more times will you remember a certain afternoon of your childhood, some afternoon that's so deeply a part of your being that you can't even conceive of your life without it? Perhaps four or five times more, perhaps not even that. How many more times ill you watch the full moon rise? Perhaps twenty. And yet it all seems limitless."
"Dado que no sabemos cuándo moriremos, podemos pensar en la vida como un pozo inagotable, sin embargo todo ocurre solo un cierto número de veces, y un número muy pequeño en realidad. ¿Cuántas veces recordarás un cierto atardecer de tu infancia, una tarde que es tan profundamente parte de tu ser que ni siquiera puedes concebir tu vida sin ella? Tal vez cinco o seis veces más, tal vez ni siquiera eso. ¿Cuántas veces más verás salir la luna llena? Tal vez veinte. Y, sin embargo, todo parece ilimitado".
Ryuichi Sakamoto: Coda y Ryuichi Sakamoto: async Live at the Park Avenue Armory se pueden ver en MUBI
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