La inauguración del CaixaForum de Sevilla, en un espacio que actualmente aparece como algo desolador, entre obras para la construcción del centro comercial y una Torre Pelli que también se encuentra actualmente en proceso de ocupación, ofrece una propuesta cultural que, al menos en sus primeros meses, parece más un borrador de lo que puede ser, pero no termina de conformarse como una oferta atractiva y novedosa, como se promociona. En el campo cinematográfico, por ejemplo, mientras en centros ya veteranos como Madrid y Barcelona se realizan interesantes ciclos de cine mudo y estrenos de comensales artísticos, amén de la exposición "Arte y cine. 120 años de intercambios", que se puede visitar hasta el 26 de marzo en Madrid, en Sevilla se nos propone una serie de proyecciones dedicadas a los Estudios Aardman que parece más destinada al público escolar que a lo aficionados al cine.
Las actividades de CaixaForum Sevilla (incluidas las conferencias que se celebrarán en las próximas semanas) se desarrollan principalmente en torno a dos exposiciones que ya se pueden visitar: Anglada-Camarasa (1871-1959) y ¡Mírame! Retratos y otras ficciones en la colección "La Caixa" de arte contemporáneo.
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Cuatro apuntes de París. 1900 |
La primera nos propone un recorrido por la obra del pintor catalán Hermenegildo Anglada-Camarasa, representante del postimpresionismo, al que La Caixa suele recurrir habitualmente, bien con exposiciones temáticas o, como en el caso de Sevilla, a retrospectivas más o menos completas de su obra. En este caso se trata de una exposición de 94 obras que nos permiten asistir a una amplia variedad de sus obras, desde sus inicios en Barcelona hasta su crucial etapa parisina, que conformó las mejores obras del artista. Sin ir más lejos, su obra Casino de París, pintada en 1900, se vendió en Christie's a un coleccionista particular por 2,94 millones de euros en el año 2006. La obra de Anglada-Camarasa, que algunos consideran como uno de los pintores catalanes con mayor proyección internacional junto a Joan Miró y Salvador Dalí, se desarrolló en tres etapas diferentes: una primera época en París, donde desarrolló principalmente su gusto por la representación de la vida artística y nocturna de la ciudad, y su acercamiento al desnudo femenino; una segunda época en Mallorca, donde se instaló huyendo de la 1ª Guerra Mundial y desarrolló principalmente el gusto por el paisajismo y el folclore; y una última etapa de vuelta a su ciudad natal, Barcelona, y posteriormente de nuevo a Francia, donde esboza su gusto por el decorativismo.
En la exposición de CaixaForum Sevilla hay más representación de la etapa parisina, pero también se dedica buena parte a la etapa paisajística que desarrolló principalmente en Mallorca, y se incluye una destacada selección de sus trabajos litográficos, técnica que desarrolló principalmente en su estancia en París, que forma parte del fondo descubierto hace unos años en Brighton (Inglaterra), proveniente de los herederos del litógrafo galés Albert de Belleroche. La exposición que, como decimos, es un tema recurrente de La Caixa porque ésta posee buena parte d ella obra de Anglada-Camarasa, nos permite descubrir el trabajo de un artista que representa bien el modernismo previo a la llegada de propuestas más arriesgadas como el cubismo y que, a pesar de su creciente proyección internacional es algo desconocido.
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Els lledoners de Bóquer. 1918 |
En un ámbito diferente se mueve la otra propuesta expositiva de esta inauguración de CaixaForum Sevilla que, con el nombre de "¡Mírame! Retratos y otras ficciones en la colección "La Caixa" de arte contemporáneo", nos propone un recorrido por el retrato como representación del ser humano, pero funciona también como una especie de recopilación de parte de los fondos de la Fundación CaixaForum. "¡Mírame!" se plantea como una reflexión sobre la forma en que cada uno de los artistas se ha representado a sí mismo o a los demás, pero por extensión también nos ofrece un reflejo de nuestra propia forma de presentarnos ante la sociedad. Lo interesante de esta exposición es que plantea, desde una mirada en primer plano, cuestiones más universales, como esa especie de representación de la distorsión humana que plantea la británica Sue Williams en
Isolated and elongated on green (Sue Williams, 1996), en la que plasma sobre un fondo amarillo-verdoso una serie de caricaturas principalmente femeninas que nos hacen reflexionar sobre cómo la sexualidad de la mujer es representada en nuestra sociedad.
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Isolated and elongated on green. Sue Williams, 1996 |
No cabe duda que la representación más clara de la sociedad está en el cine, y sobre ello también nos invita a la reflexión la artista bangladesí Runa Islam, cuya obra está muy influido por la Nouvelle Vague y especialmente por Jean-Luc Godard. En
Assault (Runa Islam, 2008), la creadora propone un retrato visual, en el que también vemos el proyector como un elemento de la materialidad del cine, que juega con los colores en torno a un rostro que solo en determinados momentos muestra algún tipo de expresión.
Un ejercicio parecido, pero opuesto en su planteamiento, es el que desarrolla la donostiarra Esther Ferrer en las dos obras que expone, siempre en torno al autorretrato, una de sus representaciones preferidas. En
Extrañeza, desprecio, dolor y un largo etc. (Esther Ferrer, 2013), la artista presenta una de sus
performance art en la que ella misma expresa todo tipo de emociones, con ese aire humorístico que desprende toda su obra. Afincada en París, Esther Ferrer recibió en 2014 el Premio Velázquez de Artes Plásticas y en aquella ocasión expresaba su extrañeza por el premio: "No he hecho nada para recibir este premio, no entiendo por qué me lo dan". Algo parecido plantea la neoyorquina Roni Horn en su serie de fotografías "dibujadas"
Cabinet of (Roni Horn, 2001-2002), cuyo título hace evidente referencia a la película
El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920). Entre sus múltiples técnicas, esta artistas que ha retratado a actrices como Isabelle Huppert en la serie
Untitled (Roni Horn, 2005), aquí nos propone un conjunto de 36 imágenes difuminadas, entre el dibujo y la fotografía, que muestran diferentes bestialidades, pero que solo apreciamos en algunos casos.
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El video montaje de Esther Ferrer se refleja en la serie fotográfica de Roni Horn |
La canadiense Geneviève Cadieux utiliza el retrato para hablar también de las emociones en su tríptico
Hear me with your eyes (Geneviève Cadieux, 1989), que toma como base una fotografía en blanco y negro de su hermana, la actriz Anne-Marie Cadieux, para construir posteriormente otros dos cuadros fotográficos que envuelven al espectador como si fuera un grito de dolor silencioso, como expresa el propio título de la obra
Escúchame con tus ojos. La disposición de estas fotografías de gran tamaño no es casual, y se establecen de forma que el espectador se posiciona en medio de estos tres rostros que invitan a descubrirlos con la mente abierta a todo tipo de representación.
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Hear me with your eyes. Geneviève Cadieux, 1989 |
Uno de los grandes artistas de los años ochenta, Jean-Michel Basquiat, también se interesó por la forma en que se presentaban a la sociedad determinados iconos raciales. En
Beast (Jean-Michel Basquiat, 1983), encontramos una imagen aparentemente sencilla, sobre un fondo gris plano, como de una máscara que remite a sus orígenes caribeños, pero especialmente vemos el rostro de un hombre negro que en cierto modo nos remitir a la forma en que se mostraba en los años ochenta la imagen de una figura racial que en esta obra aparece con trazos uniformes, pero también como una especie de collage que nos muestra dos caras de un mismo rostro.
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Beast. Jean-Michel Basquiat, 1983 |
Esta visión del hombre negro como una figura distorsionada también está presente en la escultura del alemán Martin Kippenberger
Love me and leave me and let me be lonely (Martin Kippenberger, 1989), que nos presenta una estructura de madera sobre el que vemos un ciervo cristalizado, que se sostiene sobre dibujos de un hombre blanco dormido y un hombre negro ahorcado, que se repiten incesantemente a lo largo y ancho de toda la estructura. La obra toma su título de un pasaje de la canción "Love me or leave me", escrita por Ruth Etting para el musical
Whoopee! (1928) que Nina Simone popularizó en los años cincuenta. El trabajo en cerámica que realiza el sevillano Pedro Mora en su obra
Amber Smoot (Pedro Mora, 1998) también nos acerca precisamente a esta representación racial como ejemplo de la complejidad de nuestra sociedad. Amber Smoot era una adolescente neoyorquina de origen afro-japonés que, en su formación compuesta por pequeños fragmentos de cerámica, funciona como un mapa heterogéneo de la sociedad actual.
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Love me and leave me and let me be lonely. Martin Kippenberger, 1989 |
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Amber Smoot. Pedro Mora, 1998 |
Como en muchas de las obras que forman parte de esta exposición, aquí encontramos una reflexión sobre la sociedad a partir de una imagen precisa y simbólica, muchas veces envuelta en una máscara que la aísla de la realidad para, sin embargo, representarla en toda su extensión. Igual que hace la británica Gillian Wearing en su serie de retratos
Album (Gillian Wearing, 2003-2006) en los que ella misma se fotografía caracterizada como distintos miembros de su familia:
Self portrait as my uncle Bryan Gregory (Gillian Wearing, 2003),
Self portrait as my grandmother Nancy Gregory (Gillian Wearing, 2006)... para presentarnos una interesante búsqueda de la identidad.
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Self portrait as my mother Jean Gregory. 2003 |
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Self portrait as my grandmother Nancy Gregory. 2006 |
¡Mírame! es una variopinta exposición, que ya ha tenido un largo recorrido en otras ciudades españolas, que funciona mejor como selección de obras contemporáneas que La Caixa ha ido adquiriendo en los últimos años que por su propuesta temática, pero que en ocasiones consigue su propósito de llamar la atención del espectador sobre determinados aspectos de la "representación". Dividida en cuatro grandes bloques: "La emoción, a escena", "Las convenciones de la identidad", "La memoria del rostro" y "Máscaras y otras ficciones", el conjunto es irregular pero algunas obras en particular despiertan emociones y memorias que resultan absorbentes, sobre todo, curiosamente, aquellas que disfrazan la realidad para, no obstante, enfrentarnos de lleno con ella.
Anglada-Camarasa (1871-1959) se puede ver del 4 de marzo al 20 de agosto.
¡Mírame! Retratos y otras ficciones de la colección "La Caixa" de arte contemporáneo se puede ver del 4 de marzo al 4 de junio.
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