Torrente 4 ha cosechado en un fin de semana más récords que todo el cine español junto en los últimos años. Mejor estreno español de la historia, mejor estreno absoluto en 3D, superando a la mismísima Avatar... La Federación de Productores ha lanzado las campanas al vuelo pero... ¿no es preocupante que el cine español sostenga su cuota de mercado en tan solo uno o dos títulos al año?
Esta no es una crítica de Torrente 4. La saga, que comenzó con una inteligente visión cínica del tópico del españolito facha, fue degenerando en sus siguientes secuelas hasta una tercera entrega que resultó decepcionante hasta para los numerosos fans del personaje. Pero lo que ha conseguido Santiago Segura es algo inédito: crear una franquicia que cada cierto tiempo logra los mejores resultados del cine español.
Sus 8,3 millones de euros logrados en tres días dan cuenta de la inteligente estrategia de marketing de una película que, de entrada, ya superaba en sus 910 pantallas a cualquier otro estreno español. Y por supuesto acompañado por una personalizada campaña de promoción que tiene en su mentor, Santiago Segura, al mejor representante. Ni qué decir tiene que apostar por el 3D en medio de una oleada de producciones en este formato ha sido también un aliciente para muchos espectadores, y por supuesto, al ser más caras las entradas, ha aumentado considerablemente su recaudación.
Lo que está por ver es cómo se comportará la película en su segunda fin de semana. Según algunos expertos en esto de las taquillas, si Torrente 4 rebaja su caída de público (habitual siempre tras el estreno de los títulos más solventes) por debajo del 55% con respecto al primer fin de semana, entonces claramente se convertirá en la película española más taquillera de todos los tiempos.
El éxito abrumador de Santiago Segura, cuyo talento no se limita a la saga torrentiana, a pesar de ser ninguneado por la Academia de Cine este año por su destacada interpretación en El gran Vázquez, pone en evidencia sin embargo los principales problemas del cine español. Una industria que resiste cada temporada sólo gracias a determinados directores y determinadas películas. Si durante una temporada no estrenan ni Pedro Almodóvar, ni Alejandro Amenábar, ni Santiago Segura, entonces la cuota de pantalla del cine español acaba siendo triste.
Este año, al fenómeno Torrente se sumará el estreno de la última película de Pedro Almodóvar, La piel que habito, lo cual parece predecir una temporada más que positiva. FAPAE se ha lanzado inmediatamente a celebrar el éxito de Amiguetes Entertainment, la productora de Santiago Segura, pero quizás sería más sensato reflexionar sobre cuál es la lectura que se puede hacer de una industria con pies de barro.
Tiene razón Pau Brunet, de Boxoffice.es en que el éxito de Torrente 4 sigue la línea de la buena taquilla de producciones locales en Europa. Y pone los ejemplos de Nada que declarar, nuevo taquillazo en Francia de Danny Boon tras Bienvenidos al Norte; Kokowääh de Til Schweiger en Alemania; y Manuale d'Amore 3, de Giovanni Veronesi en Italia. Curiosamente, casi todas coinciden en tratarse de comedias creadas por cineastas que suelen dar en la diana de las buenas recaudaciones. El actor/director alemán Til Schweiger triunfó ya con Rabbit without ears y su secuela, repitiendo esquemas de comedia romántica. Y Veronesi ha encontrado también un filón en la representación melosa del romanticismo excesivo italiano.
Todas, incluido Torrente, coinciden también en su peculiaridad localista. Porque aunque Manuale d'amore o Bienvenidos al Norte no han funcionado mal en la taquilla española, por ejemplo, no han cosechado tanto fervor. Lo cual nos hace pensar: ¿entonces la solución ya no está, como se pensaba hace unos años, en imitar las pautas del cine de Hollywood, aunque con elementos locales? ¿Lo que triunfa realmente son los personajes y situaciones con las que los espectadores autóctonos se puedan sentir identificados? Esa es la gran incógnita.
Lo que parece cierto en estos momentos es que el cine europeo pasa por una situación de enroscamiento. Lo que los espectadores quieren ver son historias que conecten, casi siempre en clave de comedia, con su propia idiosincrasia. Y en eso Torrente juega con ventaja.
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