Este domingo el músico chino Tan Dun, ganador del Oscar por la banda sonora de Tigre y dragón, ofreció en el Auditorio Nacional de Madrid un concierto vibrante y sorprendente.
Los conciertos matinales que ofrece la Orquesta Nacional de España son un ejemplo de programación variada y asequible para todos los bolsillos. Su titular, Josep Pons, ha preparado además un ciclo especial que se dedica a la música clásica en el mundo del cine, con obras de Gustav Mahler, Mozart o György Ligeti que han aparecido en películas como Muerte en Venecia, Amadeus o 2001. Una odisea del espacio. Destaca en este ciclo el concierto que tendrá lugar los días 25, 26 y 27 de febrero bajo el título "Carta blanca a Osvaldo Golijov", que incluye la hermosa partitura que el compositor argentino creó para la película de Francis Coppola Youth without youth y sus obras autónomas Azul y Oceana, dos partituras llenas de la contundencia y creatividad que caracterizan al músico.
Pero la gran apuesta de este mes de diciembre ha sido la de programar un Concierto Extraordinario con el músico chino Tan Dun como invitado de excepción. Un concierto en el que la Orquesta Nacional de España ha tenido que sacar todo su potencial y su calidad para adaptarse a esta fusión de tradición y sonidos contemporáneos que forman parte de la habitual personalidad musical del autor. Tan Dun es un compositor que nos gusta por varias razones: 1. Derrocha simpatía, como lo demostró en las palabras que dedicó al público presente antes de cada una de las partes del concierto; 2. Tiene una especial capacidad creativa para unir la tradición más ancestral china con las pautas atonales de la composición contemporánea sin por ello dejar a un lado la espectacularidad de propuestas que parecen pensadas para las imágenes, aunque se trate de obras autónomas; 3. Sabe desentrañar sonidos y formas de tocar los instrumentos tradicionales diferentes. Y sabe sobre todo incorporar los sonidos de la naturaleza (de dos piedras que castañetean o se frotan, de una vasija de agua o de un trozo de papel) como un instrumento más. Ahí están sus espléndidas obras para concierto Water Concert y Paper Concert.
Tan Dun saluda al público |
Las dos partes eran piezas para concierto y video, acompañadas de proyecciones de imágenes en telas colgantes que subrayaban a veces con su sonido la cadencia de la orquesta.
La versión concertística de Hero mantiene los temas principales de su banda sonora, pero con arreglos que la convierten en una pieza autónoma perfectamente asumible. Aunque menos melódica que Tigre y dragón, esta banda sonora mantiene una lógica transmutación de la épica arcaica y la espectacularidad moderna. Especial y hermosa interpretación de Jiaming Wang en el violín y de Xiaozi Lu en el guqin (uno de los instrumentos ancestrales de china), e intenso trabajo de la sección de percusión, que en Tan Dun tiene una importancia decisiva. La proyección de escenas de la película aportó una mirada diferente al concierto, perfectamente equilibrada con la música, y a veces usando los diálogos como un instrumento más.
En la segunda parte Tan Dun presentó una obra menos conocida para nosotros, The map, que estrenó en 2003 con el violonchelista Yo-yo Ma como solista. Nada que desmerecer el solista Miguel Jiménez que vimos en el concierto de este domingo, que supo sacar el máximo partido a las difíciles sonoridades exigidas por Tan Dun. The map es un recorrido audiovisual por nueve fragmentos del pasado recreados en cortometrajes rodados por el propio compositor, la mayor parte de danzas o canciones tribales de la antigua china, que funden con el sinfonismo de la orquesta. Especialmente hermoso el 5º Movimiento, "Feige", en el que una joven grabada en video establece un diálogo musical entre una mujer y un hombre, aquí representado por el violonchelo. Y fascinante el juego sonoro en el 7º Movimiento, "Stone drums", entre percusiones creadas a base de rozar y golpear piedras, en una especie de ritual chamanístico que fue de hecho el origen de esta obra.
Lamentablemente, o no, Tan Dun no colabora asiduamente con el mundo del cine debido a su apretada agenda de composiciones autónomas y conciertos. Esta semana hemos podido disfrutar de uno de estos magníficos encuentros musicales entre la mirada hacia la naturaleza y la tradición de un creador inclasificable que mostraba también ante el público su admiración e influencia de la obra de Béla Bartók, al que le unen sin duda elementos de conexión evidentes.
De camino, Tan Dun se permitió dar algunas clases de chino al público presente. Nosotros, que somos buenos alumnos, no podemos más que decir respecto a este concierto: "Xiè xiè" ("Gracias").
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