Kathryn Bigelow llevará siempre la etiqueta de "primera mujer directora en conseguir un Oscar". Pero su cine se ha distanciado siempre de la llamada "sensibilidad femenina" que se le supone al cine dirigido por una mujer.
Otras directoras estuvieron a punto de conseguir el Oscar: Lina Wertmüller por Siete bellezas, Jane Campion por El piano y Sofia Coppola por Lost in Translation. Pero ha sido una cineasta "atípica" la que se ha llevado la estatuilla. El cine de Kathryn Bigelow es rotundo, desprovisto del cliché de la mujer directora que aporta cierta mirada diferente y sensible a las historias que cuenta. Ella prefiere las historias protagonizadas por hombres o mujeres con cierta tendencia al suicidio adrenalínico, mal que le pese al típico discurso feminista. Desde su debut en Los viajeros de la noche (1987), una película de terror contundente, ha sabido construir films de marcado carácter, de imágenes impactantes y cámara inquieta.
Acero azul (1989) presentaba a una mujer protagonista, Jamie Lee Curtis, que se salía también del estereotipo. Policía de armas tomar y de recursos que van más allá de su condición de mujer. Dos años después dirigió una de sus mejores películas con el fallecido Patrick Swayze. Le llaman Bodhi (1991), una historia protagonizada por surferos, pero sobre todo una de las cintas de acción más trepidantes y mejor dirigidas de su época.
Hacemos un paréntesis cotilla. Es curioso que se haya venido hablando desde que salieron las nominaciones al Oscar sobre la rivalidad entre la ex-pareja formada por Kathryn Bigelow y James Cameron, que estuvieron casados durante dos años. Pero ambos han mantenido siempre una buena relación. Hasta el punto que James Cameron fue el productor de Le llaman Bodhi justo el mismo año que se divorciaron, y también el guionista y productor de Días extraños (1995), una historia futurista que, en parte debido a un guión algo caótico, no terminó de cuajar.
El thriller El peso del agua (2000), protagonizado por Sean Penn, y la cinta bélica K-19 (2002), con Liam Neeson y Harrison Ford haciendo de camaradas rusos durante la Guerra Fría, fueron sus siguientes películas, tan solventes como desprovistas de la personalidad que tenían las primeras historias dirigidas por Kathryn Bigelow.
Quizás por no encontrar un proyecto adecuado, posiblemente por haber perdido cierta confianza de las productoras de Hollywood, Kathryn Bigelow se mantuvo en dique seco hasta que el propio James Cameron la convenció de dirigir el guión escrito por el periodista Mark Boal, que ya había logrado una potente historia sobre la guerra con El valle de Elah, cuyo guión terminó de escribir Paul Haggis sobre su argumento original. Algún malpensado dirá que James Cameron se arrepentirá ahora de haberla animado a dirigir En tierra hostil, pero también se entiende la alegría (no parece que falsa) que mostró James Cameron cuando le dieron el Oscar a su ex-mujer.
Créditos de Fotografías:
©A.M.P.A.S. (Richard Harbaugh, Matt Petit)
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