En Estados Unidos comienzan a darse cuenta de que el formato tradicional de visionado de producciones está dando un vuelco hacia otro tipo de actitud por parte de los espectadores. La auto-programación es el futuro.
Para parte del sector audiovisual (incluidos Ministros/as de Cultura y gestores de derechos de autor) es más fácil aferrarse a formas tradicionales de producción y programación que adaptarse a las nuevas tendencias. Lo cierto es que en Estados Unidos comienzan a darse cuenta de que el formato tradicional de visionado de producciones está dando un vuelco hacia otro tipo de actitud por parte de los espectadores. Series como Lost, True blood o Flashforward están definiendo tendencias que van más allá del visionado semanal. tradicional Los espectadores prefieren la auto-programación y en España igual que en Estados Unidos este tipo de producciones acaban teniendo más salida en la venta directa (bien sea en video-on-demand o bien en su distribución en DVD) que en la parrilla de las televisiones.
Algunas iniciativas como la de Cuatro de programar los capítulos pilotos de las nuevas temporadas a una semana escasa de su estreno en Estados Unidos (véase el comienzo de la sexta temporada de House, e incluso series completas como Flashforward), parece que están funcionando satisfactoriamente. Pero la posibilidad de descargar estas mismas series en versión original y la eventualidad de auto-programarse los capítulos para verlos cuándo y como al espectador le plazca parece que sigue siendo la tendencia final. Incluso muchos de los habituales consumidores de descargas renuncian a ver las series con el ritmo que las cadenas de televisión las programan, y prefieren esperar a que se completen las temporadas para así programarse un visionado a la carta.
Entonces, ¿cuál debe ser la posición de los responsables del audiovisual? ¿Perseguir las descargas, o adaptarse a las nuevas tendencias? En Suecia las descargas de internet están prohibidas y perseguidas duramente. Pero, ¿cuál ha sido la consecuencia de esta prohibición? Pues el nacimiento del Partido Pirata, que ha conseguido el suficiente respaldo popular como para tener representantes en el Parlamento. O lo que es lo mismo: cuando los políticos y gestores de derechos se tocan los huevos y enseñan las garras, el electorado les da una hostia y les pone en su sitio.
¿Y en España? Algunas cadenas de televisión como Antena 3 o TVE empiezan a dar tímidos pasos hacia la multi-programación de sus contenidos, teniendo a internet como referente principal. Mientras, Telecinco se dedica a perseguir a quienes utilizan sus contenidos, siendo incapaces de mantener una coherente línea de programación que les permita salir del pozo sin fondo en el que se encuentra. Ni qué decir que las mediciones de audiencia por los canales tradicionales están obsoletos, y nadie puede negar que los shares de audiencia tal como se conocen en la actualidad son una falacia. Si las audiencias incluyeran los contenidos de internet, seguramente nos sorprenderían los resultados, especialmente en los programas de las cadenas públicas. Pero, no se sabe bien por qué, ninguna cadena de televisión, ni por supuesto el gobierno parecen dispuestos a cargarse estas mediciones rudimentarias.
Pero será cuando las cadenas de televisión norteamericanas comiencen a distribuir sus contenidos saltándose las parrillas de programación tradicionales cuando definitivamente se encuentre la salida a este enfrentamiento entre los espectadores y los trogloditas del audiovisual. ¿Para qué ir a Mercados de venta cuando se pueden permitir el lujo de distribuir sus contenidos de forma autónoma? En España mientras tanto nos seguirán dando cucharas de palo. Pero aquí todo funciona igual. Si no, no se explica por qué el Gobierno concedió dos licencias a canales analógicos (Cuatro y La Sexta) cuando se sabía que más tarde o más temprano acabarían fusionándose con plataformas ya existentes (igual ocurrió con los canales digitales. ¿Nos acordamos de que existía algo que se llamaba Vía Digital?). El día que los trogloditas dejen de manejar el sector audiovisual podremos comenzar a hablar del futuro de la industria.
Para parte del sector audiovisual (incluidos Ministros/as de Cultura y gestores de derechos de autor) es más fácil aferrarse a formas tradicionales de producción y programación que adaptarse a las nuevas tendencias. Lo cierto es que en Estados Unidos comienzan a darse cuenta de que el formato tradicional de visionado de producciones está dando un vuelco hacia otro tipo de actitud por parte de los espectadores. Series como Lost, True blood o Flashforward están definiendo tendencias que van más allá del visionado semanal. tradicional Los espectadores prefieren la auto-programación y en España igual que en Estados Unidos este tipo de producciones acaban teniendo más salida en la venta directa (bien sea en video-on-demand o bien en su distribución en DVD) que en la parrilla de las televisiones.
Algunas iniciativas como la de Cuatro de programar los capítulos pilotos de las nuevas temporadas a una semana escasa de su estreno en Estados Unidos (véase el comienzo de la sexta temporada de House, e incluso series completas como Flashforward), parece que están funcionando satisfactoriamente. Pero la posibilidad de descargar estas mismas series en versión original y la eventualidad de auto-programarse los capítulos para verlos cuándo y como al espectador le plazca parece que sigue siendo la tendencia final. Incluso muchos de los habituales consumidores de descargas renuncian a ver las series con el ritmo que las cadenas de televisión las programan, y prefieren esperar a que se completen las temporadas para así programarse un visionado a la carta.
Entonces, ¿cuál debe ser la posición de los responsables del audiovisual? ¿Perseguir las descargas, o adaptarse a las nuevas tendencias? En Suecia las descargas de internet están prohibidas y perseguidas duramente. Pero, ¿cuál ha sido la consecuencia de esta prohibición? Pues el nacimiento del Partido Pirata, que ha conseguido el suficiente respaldo popular como para tener representantes en el Parlamento. O lo que es lo mismo: cuando los políticos y gestores de derechos se tocan los huevos y enseñan las garras, el electorado les da una hostia y les pone en su sitio.
¿Y en España? Algunas cadenas de televisión como Antena 3 o TVE empiezan a dar tímidos pasos hacia la multi-programación de sus contenidos, teniendo a internet como referente principal. Mientras, Telecinco se dedica a perseguir a quienes utilizan sus contenidos, siendo incapaces de mantener una coherente línea de programación que les permita salir del pozo sin fondo en el que se encuentra. Ni qué decir que las mediciones de audiencia por los canales tradicionales están obsoletos, y nadie puede negar que los shares de audiencia tal como se conocen en la actualidad son una falacia. Si las audiencias incluyeran los contenidos de internet, seguramente nos sorprenderían los resultados, especialmente en los programas de las cadenas públicas. Pero, no se sabe bien por qué, ninguna cadena de televisión, ni por supuesto el gobierno parecen dispuestos a cargarse estas mediciones rudimentarias.
Pero será cuando las cadenas de televisión norteamericanas comiencen a distribuir sus contenidos saltándose las parrillas de programación tradicionales cuando definitivamente se encuentre la salida a este enfrentamiento entre los espectadores y los trogloditas del audiovisual. ¿Para qué ir a Mercados de venta cuando se pueden permitir el lujo de distribuir sus contenidos de forma autónoma? En España mientras tanto nos seguirán dando cucharas de palo. Pero aquí todo funciona igual. Si no, no se explica por qué el Gobierno concedió dos licencias a canales analógicos (Cuatro y La Sexta) cuando se sabía que más tarde o más temprano acabarían fusionándose con plataformas ya existentes (igual ocurrió con los canales digitales. ¿Nos acordamos de que existía algo que se llamaba Vía Digital?). El día que los trogloditas dejen de manejar el sector audiovisual podremos comenzar a hablar del futuro de la industria.
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