Que el director de la principal institución de cine en España descalifique a cineastas que, nos gusten más o menos, contribuyen al desarrollo de nuestra industria, dice mucho sobre la prepotencia de quienes, en teoría, están mamando un sueldo para ponerse al servicio de la cultura.
Tras la reunión que la Ministra de Cultura, la simpar Ángeles González-Sinde, y el director del ICAA-Instituto de Cinematografía, Ignasi Guardans mantuvieron con cinco representantes de lo que se ha dado en llamar Cineastas contra la Orden, el director del ICAA comentaba ante los medios de comunicación que, en comparación con los miles de trabajadores del cine en España, este grupo representaba sólo a "150 amantes del cine". Las reivindicaciones de este grupo, en el que se encuentran directores tan "poco solventes" como Manuel Martín Cuenca, Javier Rebollo, Felipe Vega, David Trueba o Isaki Lacuesta pasan por pretender que no se olviden las producciones de bajo coste, teniendo en cuenta los parámetros de recaudación que se marcarían para conceder las ayudas.
Lo de las diveregencias es normal. Lo de la actitud de convidada de piedra de la Ministra, es normal. Pero que el principal responsable del Instituto de Cine tengo una actitud de menosprecio hacia un centenar de "amantes del cine" (manda cojones también la definición. Joder, si son amantes del cine habrá que tenerlos en cuenta. ¿O para ser director del ICAA no hace falta ser amante del cine?), resulta significativo. Aquí la cuestión es sacar adelante, sí o sí, una Ley del Cine que no gusta a nadie, a pesar de que efectivamente es necesaria. Pero como siempre, hacer las cosas correctamente, teniendo en cuenta a todas las partes, parece difícil en nuestra industria. Especialmente con personalidades como Ignasi Guardans.
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