02 septiembre, 2024

Venecia '24 - Parte 1: Construir narrativas

Ha transcurrido el primer fin de semana del Festival de Venecia, en una edición en la que la alfombra roja está más ocupada por estrellas de cine, pero menos accesibles. Una carta publicada en redes sociales y firmada por setecientos periodistas internacionales mostraba su preocupación por la tendencia de las agencias de prensa en los últimos años a eliminar de las agendas de las estrellas de cine las entrevistas personalizadas, limitándose a estar presentes en las ruedas de prensa oficiales. Una de las razones que tratan de justificarlo es una estrategia para reservar las entrevistas para las promociones de agencias locales una vez que las películas obtengan distribución, pero lo cierto es que la mayor parte de los títulos más llamativos provienen de estudios de cine que ya tienen acuerdos, y muchos de ellos han conseguido distribución antes de presentarse en el festival. La carta destaca que la situación actual de los medios de comunicación provoca que muchos informadores cinematográficos sean trabajadores autónomos que venden sus reportajes, y sin el acceso a caras conocidas, la mayor parte de los medios no están interesados. En unas semanas en las que prácticamente se pisan grandes festivales como Venecia, Telluride y Toronto, y más tarde San Sebastián, la estrategia de no conceder entrevistas provoca que la información sea limitada e incompleta. Luego llega la temporada de premios y las agencias de prensa están enloquecidas por encontrar entrevistas en todos los medios. Durante esta semana ofreceremos crónicas del Festival de Venecia a través de sus secciones paralelas, principalmente Orizzonti y Giornate degli Autori, donde se pueden encontrar películas interesantes que tienen una menor cobertura en los medios de comunicación. 

Super happy forever

Kohei Igarashi

Francia, Japón 2024 | Giornate degli Autori | 


El año pasado, el Festival de San Sebastián estrenó en Zabaltegi el cortometraje Two of us (Kohei Igarashi, 2023), una historia contemplativa sobre dos amigos pasando unos días en un resort de la península de Izu, al oeste de Tokio. El nuevo largometraje del co-director de El viaje de Takara (Damien Manivel, Kohei Igarashi, 2017) regresa a los dos personajes del corto situándoles en el mismo escenario pero en una atmósfera diferente. Sano (Hiroki Sano) ha querido volver a este balneario después de cinco años para recordar el día en que conoció a Nagi (Yairu Yamamoto), su esposa que unos días atrás falleció de repente, mientras estaba durmiendo. Le acompaña su amigo Miyata (Yoshinori Miyata), que tiene la idea de organizar un seminario sobre la felicidad, firmemente convencido de que el universo nos envía mensajes a través de las coincidencias. Sano parece querer recuperar esa conexión especial que tuvo aquel día a través de los recuerdos, porque cree que Nagi no fue realmente feliz con él: "Fui demasiado cobarde y demasiado egoísta", dice. En cierta manera, esta sencilla historia sobre la pérdida y las conexiones también reflexiona sobre el destino y las casualidades, enfocando a los personajes muchas veces desde un plano dorsal, mirando hacia el horizonte del mar, como en la primera aparición de Sano, de nuevo en la habitación 819 que había ocupado Nagi. Es un hotel en decadencia, que vive también sus últimos días, con carteles que anuncian que cerrará al final del verano. Estableciendo una elipsis entre 2018 y 2023, el director Kohei Igarashi (1983, Japón) enmarca las dos historias dejando en vacío el período del aislamiento provocado por el Covid-19, pero extrayendo algunas de sus consecuencias, como el regreso de muchos jóvenes a antiguas ciudades turísticas. La película se desarrolla en la ciudad de Atami, aunque creando una especie de entorno ficticio, que se compone de lugares diferentes rodados en distintas localidades de la península de Izu. Es sobresaliente la capacidad del guión para apoyarse en elementos sencillos que adquieren sin embargo una gran emotividad, como la canción "Beyond the sea" (1959), que popularizó Bobby Darin versionando el tema "La Mer" (1946), de Charles Trenet, que establece un nexo de unión durante el desarrollo de la historia, y que tiene esa evocación de mar que se representa en la imagen a través de su intenso color azul.

Lo que también contrasta con el color rojo de una gorra que Sano compró a Nagi en 2018, pero que ella perdió, convirtiéndose en una de esas interconexiones con el pasado que quiere recuperar, en un esfuerzo imposible por encontrar la gorra perdida hace cinco años. Con un paneo horizontal, la historia abandona el año 2023 para introducirnos en un flashback de 2018 en el que adopta el punto de vista de Nagi, a la que vemos también por primera vez enmarcada en la ventan de la habitación que muestra el horizonte. Casualmente también, su habitación 819 coincide con el día de su cumpleaños, el 19 de agosto. Ella es una joven fotógrafa que se relaciona con facilidad, aunque manteniendo su independencia, dialogando con la camarera de piso, An (Hoàng Nh Quỳnh), una inmigrante vietnamita a la que pregunta cuál es su sueño al llegar a Japón: "Trabajar y ganar dinero", responde. Y sintiéndose identificada con los jóvenes Sano y Miyata, con los que comparte una noche de fiesta y una conexión especial. Hay momentos de contemplación en Super happy forever (Kohei Igarashi, 2024), que muestran a Sano en 2023 y Nagi en 2018 paseando por el puerto, el centro de la ciudad o las instalaciones del hotel, mirando hacia el mar, que representa tanto el pasado como el futuro, permanentemente presente. Las dos partes de la película tienen una textura parecida pero encuentran su propio tono gracias a un trabajo de dirección tan sobrio como preciso, que se apoya en los sonidos frente a la ausencia de diálogos muchas veces. Hay un mar más calmado en 2023 frente a una atmósfera más sonora en 2018, con las olas rompiendo contra el puerto o deslizándose hacia la orilla. "Eres demasiado materialista, un esclavo de las cosas y del tiempo", le dice Miyata a Nagi cuando éste parece obsesionado con la idea de encontrar la gorra que desapareció cinco años atrás, y de la que solo queda el recuerdo de una fotografía de Nagi. Nacida como una propuesta de los actores Hiroki Sano y Yoshinori Miyata al director para que hiciera una película protagonizada por ellos, Super happy forever plantea la posibilidad de que la felicidad sea sobre todo una cuestión de convencimiento, habla de la ausencia y de los recuerdos, con una estructura narrativa tan sencilla como cautivadora.

Observada (Disclaimer)

Alfonso Cuarón

Estados Unidos, Reino Unido 2024 | Fuera de Competición | 


Si hay algún director del que se pudiera esperar que su incursión en el formato de series se centrara en manejar las narrativas y las expectativas del espectador, sin duda es Alfonso Cuarón (1961, México) en su primer proyecto después de una película tan personal como Roma (2018). De hecho, antes de ésta, ya había sido el creador de la comercial serie Believe (NBC, 2013), pero en la que había compartido autoría con Mark Friedman y solo había dirigido el episodio piloto. Disclaimer (Apple tv+, 2024), sin embargo, es un trabajo en el que ha ejercido como guionista y director en solitario, tomando como base la primera novela de Renée Knight (1959, Reino Unido). Publicada en España como Observada (2015, Ed. Black Salamandra), la serie también adopta este título en español, que quizás resulta menos significativo dentro de la trama, pero que tiene ese tono de novela policíaca de aeropuerto que hace referencia al estilo de edición barata del libro que servirá como elemento principal de la historia. Al comienzo, vemos a Catherine Ravenscroft (Cate Blanchett) recibir un premio por su carrera como directora de documentales de género periodístico (la profesión original de la escritora Renée Knight) que revelan los entresijos y secretos de grandes corporaciones. Durante la ceremonia, el discurso de la presentadora del premio advierte que hay que tener "cuidado con la narrativa y la forma", lo que también es una llamada de atención al espectador sobre cómo se va a contar esta historia dividida en siete partes. Pero al comenzar a leer una pequeña novela que ha recibido por correo titulada "The perfect stranger (El perfecto desconocido)", Catherine se ve reflejada en la protagonista, advirtiendo que se trata de una historia que ella misma protagonizó en el pasado. Como si fuera una de esas corporaciones de las que suele descubrir sus secretos mejor guardados, la intimidad de Catherine se ve destapada por este libro amateur: "Has visto esta cara antes. Habías esperado no volver a verla jamás. Tu máscara ha caído" (la escena con la que comienza el libro). La realidad se ve manipulada a través de la ficción literaria que está basada precisamente en una realidad.

Alfonso Cuarón desarrolla la narración a través de tres voces distintas: la historia del pasado no tiene narrador pero está contada desde una perspectiva literaria; mientras que en la novela original se utiliza una tercera persona para Catherine, la serie introduce una segunda persona con tono casi acusatorio; y finalmente, en ambas, la narración en primera persona de Stephen Brigstocke (Kevin Kline), un profesor que decide adelantar su jubilación aprovechando las quejas de una madre por la forma en que trató a su hijo: "Estaba cansado. Cansado de enseñar, de repetir las mismas lecciones durante casi cincuenta años. Pero más que nada, estaba cansado de soportar el comportamiento dañino y perverso de niños malcriados que se creían con derecho a todo". Reordenando su casa y deshaciéndose de los objetos personales que había guardado de su esposa Nancy (Lesley Manville), fallecida nueve años atrás, descubre unas viejas fotografías que no conocía, que le permiten darse cuenta de que Catherine pudo ser algo más que una simple desconocida durante un viaje a Italia de su hijo Jonathan (Louis Partridge). La serie se abre con una escena de sexo entre éste y su novia en el tren que les lleva hasta Venecia, y alterna las líneas temporales, utilizando los tiempos verbales que adoptan los narradores para situarnos en el presente y el pasado. Porque en Observada (Disclaimer) no hay nada azaroso, sino que cada elemento, cada imagen en el televisor de fondo, sirven a la historia para reforzar la idea de que el relato puede ser construido desde diferentes perspectivas, y que ninguno de los narradores es demasiado fiable. Como en todo juego de prestidigitación, disfrutará menos de esta propuesta el espectador que se dedique continuamente a tratar de descubrir el truco detrás de la magia. Porque la historia en realidad es sencilla, casi se diría que un thriller convencional, pero tiene en la forma de contarlo el resorte principal de sus grandes virtudes. Incluso se alternan dos directores de fotografía, el francés Bruno Delbonell y el mexicano Emmanuel Lubezki, que ha trabajado con Alfonso Cuarón en películas como Hijos de los hombres (2006) y Gravity (2013), para el presente y el pasado, éste último mostrado con colores brillantes de postal turística.  

Hay también un estilo diferente para los personajes: con el marido de Catherine, Robert (Sacha Baron Cohen), a partir del momento en que se revela el pasado de ella a través del libro, se utiliza la cámara en mano y los zooms que desestabilizan la imagen. El contagio progresivo de la vida de Catherine afecta a su trabajo y a su vida familiar, incluso a través de redes sociales falsas que plantean reflexiones sobre esa deriva entre la verdad y las fake news que se han apoderado de la sociedad actual. El descargo de responsabilidad del libro "The perfect stranger" deja claro sin embargo que "todo parecido con la realidad no es coincidencia", lo que nos lleva a interpretar como aportes irónicos algunas advertencias mojigatas al principio de determinados episodios de la serie sobre su "fuerte contenido sexual". Los lectores del libro a lo largo de esta historia, como Nicholas (Kodi Smit-McPhee), el hijo de Catherine, adoptan juicios de valor respecto a la protagonista del texto, llegando a la conclusión de que merece todo lo que le pasa. Cate Blanchett crea esta destrucción moral con una cadencia que recuerda al proceso de cancelación de su personaje en la película Tár (Todd Field, 2022), pasando de ser una mujer prepotente a una figura desvalida. En contraposición, Kevin Kline se apoya en una interpretación más "de máscara" para encarnar a un Stephen cuya vida se alimenta del sentimiento de venganza, usando las maneras de un anciano torpe en las circunstancias que más le interesan. Su adopción de una antigua rebeca de su esposa Nancy como elemento permanente de su vestuario durante toda la historia, es un hallazgo que le da un aspecto de persona inestable. Y el formato episódico está perfectamente utilizado por el director, subrayando cada comienzo y final para convencer al espectador de que siga asistiendo a este juego de perspectivas. Entre las cinco series que se presentan estos días en el Festival de Venecia, Observada (Disclaimer) es la que más sentido tiene, no solo porque en parte se desarrolla en la propia ciudad italiana, sino porque el formato de proyección en dos sesiones de cuatro y tres episodios respectivamente, es el más adecuado. El Capítulo IV contiene una revelación que impulsa los tres episodios finales hacia un ejercicio magnífico de tensión y de cuestionamiento moral. Con sus posibles imperfecciones, esta serie está construida como un thriller inteligente que mira al espectador de frente para hacerle partícipe, pero sin engañarle, como se apunta al principio: "En el proceso de exponer a sus sujetos, Catherine descubre que pueden manipularnos solo debido a nuestras propias creencias y prejuicios. Y en ese camino, revela algo más profundo y problemático: nuestra complicidad en algunos de los pecados más tóxicos de la sociedad actual".

© Les Films du Worso

Quiet life

Alexandre Avranas

Francia, Alemania, Suecia, Estonia, Grecia, Finlandia 2024 | Orizzonti | ★

Venecia '24: Premio Interfilm


En 2018 se dio a conocer a nivel mundial una fotografía ganadora de uno de los prestigiosos premios World Press Photo, que mostraba a dos hermanas que sufrían el denominado Síndrome de Resignación, una enfermedad que provoca que sus víctimas desconecten la parte consciente del cerebro, y que investigó el documental La vida me supera (John Haptas, Kristine Samuelson, 2019). Tomada en Suecia por el fotógrafo Magnus Wennman, la fotografía mostraba a Djeneta, quien llevaba dos años y medio sin responder, y su hermana Ibadeta, que sufría este síndrome desde hacía seis meses. Se trata de un estado de sueño permanente que se ha venido produciendo sobre todo en Suecia y del que se conocen casos desde 1990. No reconocida como una condición psiquiátrica por la Organización Mundial de la Salud, las autoridades suecas sí la consideran como una enfermedad. Se produce principalmente entre niños y niñas de 7 a 15 años, casi todos pertenecientes a familias inmigrantes, y ha suscitado un debate en el que se ha puesto en duda la realidad de este trastorno, acusando a los padres de envenenar a sus hijos o de adoctrinarlos para que permanezcan en este estado y asegurar su residencia en el país de asilo. En la actualidad, no hay una explicación científica a este síndrome del que se conocen varios centenares de casos, pero la conclusión más extendida es que se trata de una respuesta cerebral a la presión y la desesperación que provoca el trauma de la emigración junto a la negativa del asilo. Alexandre Avranas (1977, Grecia), que ganó el premio al Mejor Director en la Mostra de Venecia por Miss violence (2013), regresa al entorno familiar con una película que aborda esta problemática y que se desarrolla en Suecia, el país donde se producen la mayor parte de los casos de Síndrome de Resignación. Los protagonistas son una familia que ha huido de Rusia solicitando asilo en el país nórdico: Sergei (Grigory Dobrygin) es un profesor de escuela que ha sufrido la vigilancia del Servicio Federal de Seguridad (FSB) y fue objeto de un ataque violento, del que fueron testigos su esposa Natalia (Chulpan Khamatova) y su hija pequeña. Mientras esperan la respuesta de la Junta de Inmigración a su solicitud, cumplen rigurosamente todas las obligaciones que se les exigen, sometiéndose a inspecciones regulares de su hogar y llevando a sus hijas Alina (Naomi Lamp) y Katja (Miroslava Pashutina) a la escuela, donde ya han aprendido a hablar sueco. El director subraya y quizás exagera la condición de ciudadanos modélicos de esta familia que adopta una identidad nueva, reflejando una de las paradojas de las políticas de inmigración, la de asumir que los refugiados deben reconvertirse en ciudadanos diferentes que pierden su personalidad.

Cuando la solicitud de asilo es finalmente denegada por no existir pruebas ni testigos del ataque, la familia sufre un shock que provoca en Katja este Síndrome de Resignación. La protección de sus hijas que llevó a los padres a decidir no presentar el testimonio de Katja, para no reproducir en ella el recuerdo de la violencia, se convierte en la principal razón por la que no han logrado ser admitidos como refugiados, y el estado de apatía de la niña impide que pueda presentarse ahora como testigo. Siguiendo el estilo minimalista de su película Miss Violence, el director griego plantea esta historia con un tono kafkiano, especialmente en la primera parte, que se desarrolla en torno a un hospital en el que les aseguran que consiguen una recuperación más rápida de los niños con este síndrome, pero al mismo tiempo les restringen y estructuran las visitas a su hija: "Como padres, ustedes no pueden proporcionarle la estabilidad y la seguridad que necesita", trasladando la responsabilidad de la negativa de la administración sueca a la presión que ejerce la familia en los hijos. No parece que la intención de Alexandre Avranas sea la de analizar las causas del síndrome ni ofrecer una mirada realista, sino más bien de utilizarlo para crear una distopía a través de la puesta en escena, con un hospital gris y con aspecto de prisión que también representa la progresiva pérdida de identidad de la familia. Sergei y Natalia deben someterse a terapias que les ayuden a eliminar del contacto con sus hijas toda referencia a las amenazas en Rusia o a la imposibilidad de conseguir asilo: "No hables del pasado, no menciones el asilo y no hables de tus problemas o tu ansiedad", les dicen. Es decir, la recuperación de la unidad familiar pasa por borrar el pasado, lo que acaba siendo una propuesta interesante que reflexiona sobre un sistema que obliga a fingir. Quiet life (Alexandre Avranas, 2024) refleja la esperanza constantemente negada de llevar una vida tranquila y, después de un intento desesperado de los padres para que su solicitud sea revisada, la ayuda de Adriana (Eleni Roussinou), una enfermera del hospital, es la única que les permite crear una especie de hogar. Ella pidió asilo procedente de Montenegro y su hijo sufrió el Síndrome de Resignación, pero después de pasar por el centro médico acabó cayendo en un estado de coma permanente. 

La segunda parte de la película es la reconstrucción familiar, cuando Sergei y Natalia encuentran un lugar donde quedarse y llevar a sus hijas, en un subterráneo de aparcamientos del que apenas pueden salir para evitar la deportación. Llevando a Natja y Alina a algunas zonas donde pueden recibir la luz del sol o mirando la televisión en lo que parece un verdadero hogar a pesar de las carencias, la familia consigue reproducir esa vida tranquila a la que venían aspirando. En una secuencia en la que llevan a sus hijas a una piscina cubierta, la serenidad que se transmite cuando se encuentran en el agua supone también una especie de metáfora de renacimiento y un aliento de esperanza por alcanzar esa estabilidad emocional que necesitaban. Manteniendo una permanente mirada que roza la distopía y se desarrolla a través de una economía de diálogos en la que los gestos son más importantes que las palabras, Quiet life se pregunta sobre las políticas de inmigración en las que están atrapados los propios Estados, sobre la fragilidad de la verdad y sobre la necesidad de los padres de ofrecer una seguridad a sus hijos que a veces se les escapa. 

Familia

Francesco Costabile

Italia 2024 | Orizzonti | 

Venecia '24: Mejor Actor (Francesco Gheghi)

                      Premio FEDIC (Mención Especial) / Premio UNICEF / Premio RB Casting


Luigi Celeste contó su experiencia real dentro de una familia absorbida por la violencia doméstica en el libro Non sarà sempre cosí (2017), co-escrito con Sara Loffredi, que toma forma de ficción en el segundo largometraje del director Francesco Costabile (1980, Italia), quien compitió en la sección Panorama del Festival de Berlín con Una femmina. Código de silencio (2022), otra historia que hablaba sobre la atmósfera de violencia hacia las mujeres, dentro del entorno de la mafia calabresa. Pero en este caso, la asfixia se produce en el interior de una familia, en la que la madre Licia (Barbara Ronchi) sufre silenciosamente el maltrato psicológico y físico de su marido Franco (Francesco Di Leva), del que son testigos mudos sus dos hijos, Luigi 'Gigi' (Francesco De Lucia) y Alessandro (Marco Cicalese). El miedo es tan permanente que la madre es incapaz de denunciar las agresiones, pero una redacción de su hijo en el colegio alerta a las autoridades sobre la situación de amenaza constante en la que se encuentra, lo que acaba con la detención de Franco. Pero la película no se centra en la madre sino en Gigi, quien a lo largo de los años ha canalizado la ira que ha ido guardando por el maltrato y la posterior respuesta de las autoridades, que separaron a los hijos de su madre, a través de otra forma de violencia que parece una sombra del reflejo de su padre. Gigi adulto (Francesco Gheghi) forma parte de un grupo de skinheads, donde encuentra una segunda familia y además puede exteriorizar la violencia que permanece en su interior en las persecuciones y ataques racistas que llevan a cabo. La joven Giulia (Tecla Insolia) se convierte en su contacto con la realidad, pero a veces su comportamiento con ella tiene retazos de las vejaciones de su padre con Licia. 

Francesco Costabile construye la película con un sentido constante de opresión, que no solo se presenta a través de un rumor de fondo permanente, como un zumbido que reproduce la opresiva complejidad psicológica de la atmósfera familiar, sino también planificando las imágenes con un sentido geométrico, recurriendo a primeros planos que aprisionan los rostros de los personajes o mostrando el exterior de un barrio de edificios de hormigón en el que vive la familia con un aspecto decadente, similar al de una prisión, un lugar del que tanto Gigi como su padre están acostumbrados a entrar y salir constantemente. Costabile representa así el deterioro emocional de la familia a través de su entorno. Luigi, Alessandro y Licia consiguen tener una etapa de cierta felicidad, pero cuando el hijo menor decide volver a contactar con Franco, y cuando Licia piensa que su marido ha podido cambiar realmente, frente a la oposición de Alessandro, que era lo suficientemente mayor como para ser consciente de la brutalidad que sufrió su madre, regresa el ambiente opresivo, vuelven los celos y las imposiciones. En un reflejo de que nada ha cambiado, Franco decide deshacerse de algunos de los vestidos que Licia tenía en su armario para comprarle otros. "No me están bien y no son de mi gusto", dice ella. En el primer reencuentro durante una comida, el director contrapone un plano de Luigi, Franco y Licia juntos a un lado de la mesa, con otro de Alessandro solo, aislado de esa imagen fingida de felicidad. 

Cuando Gigi sale de prisión y también se reencuentra con Giulia, lo hacen en un laberinto de espejos deformantes dentro de un parque de atracciones, porque su realidad también está distorsionada, más aún cuando él ha sido la llave para que el monstruo vuelva al hogar. La estructura narrativa elíptica que tiene la película a veces perjudica el desarrollo de los personajes, porque su evolución se produce dejando espacios en blanco, y la denuncia que pretende hacer sobre la indefensión de muchas mujeres que sufren maltrato y la reacción tardía y en ocasiones equivocada de la administración no termina de ser demasiado profunda. Pero Familia (Francesco Costabile, 2024) tiene el pulso necesario para ser contundente en su reflejo de la violencia en diferentes formas de expresión. Y utiliza los reflejos de diferentes géneros como el drama social y el thriller para componer una historia que se sostiene en un sentido de tragedia que Luigi Celeste describió en su libro. 


Disclaimer (Observada) se estrena en Apple tv+ el 11 de octubre. 
______________________________________
Películas mencionadas:

El viaje de Takara se puede ver en Filmin.
Roma y La vida me supera se pueden ver en Netflix. 
Hijos de los hombres se puede ver en SkyShowtime. 
Gravity se puede ver en Max. 
Tár se puede ver en Movistar Plus+.


No hay comentarios:

Publicar un comentario