13 febrero, 2015

Crónica de “mi” Berlinale 2015



Enviado especial: JJ Montero

Cada mes de febrero tengo una cita casi mística a la que intento no faltar nunca desde hace años.  En esta ocasión, la segunda, el blog de cine “En Primera Fila” me da la oportunidad de poder contaros en primera persona y con esta breve crónica cómo se ha desarrollado la Berlinale 2015 en sus primeros días.

Cogimos abrigos, gorros y guantes para adentrarnos en este festival que, sin duda, nunca decepciona. Un festival cómodo, nada elitista y que no pierde su esencia. Da gusto seguir viendo las colas interminables del público cosmopolita berlinés que no duda incluso en hacer noche frente a las taquillas para conseguir las ansiadas entradas. Berlín y la Berlinale son así.

Berlín es una de las ciudades donde se pueden ver cada año las películas más arriesgadas, comerciales, de autor, clásicos y futuros referentes entre un gran mar de espectadores repartidos por toda la ciudad y por la gran cantidad de salas que se suman al certamen.

No soy nada seguidor del cine de Isabel Coixet, y que el festival abriera sus puertas con una insípida película como Nadie Quiere la Noche me pareció una provocación más. Años atrás recuerdo cómo este festival proyectó sus dos anteriores trabajos. Da igual lo que haga que “la Coixet” siempre es bienvenida, aunque muchas veces lo desmerezca.

Otra película que despertó pasiones y odios a partes iguales en el pase de prensa fue Eisenstein en Guanajuato, de Peter Greenaway. La cinta muestra el viaje que el realizador soviético (interpretado por Elmer Bäck) realizó a México en 1930 con la idea de rodar una película sobre la revolución. Supuestamente, allí descubrió su homosexualidad, manteniendo una relación esperpénticamente pasional con su guía, Palomino Cañedo (interpretado por Luis Alberti). Todo en Eisenstein en Guanajuato es deliberadamente histriónico, desprejuiciado y hasta tedioso. Sus escenas de sexo homosexual más o menos explicito y sus desnudos no la hacen fácil de ver.  Algunos críticos no pudieron aguantar tal despropósito y decidieron abandonar la sala de proyección, alarmados.

Este año no pude evadirme de uno de los grandes ganchos mediáticos de los primeros días del festival y no dudé ni un minuto en esperar las largas colas para ver el pase de prensa (horas antes de la premiere) de 50 Sombras de Grey, de Sam Taylor-Wood en los cines IMAX situados en la Plaza Sony de la capital alemana. Como era de esperar salimos de la proyección entre risas porque la película nos pareció a la mayoría de la prensa un “truño” de grandes dimensiones (nunca mejor dicho porque se proyectó en una enorme pantalla IMAX). Incluso varios compañeros de la prensa acreditada no dudaron en reírse a carcajada limpia durante la proyección.

Mención aparte merece poder disfrutar del ir y venir en el EFM (European Film Market) del bullicio de productores, periodistas y las gentes que como yo formamos parte de alguna forma de la industria audiovisual. Además los responsables de los 36 proyectos seleccionados en la decimosegunda edición del Berlinale Co-Production Market tuvieron oportunidad de reunirse con potenciales coproductores y socios financieros. A lo largo de tres días, en el evento se celebraron más de 1200 reuniones personales, según datos proporcionados por la propia organización.

Está a punto de acabar la Berlinale. Ya sólo queda conocer el palmarés de la 65 edición de Festival internacional de Cine de Berlín. Los Osos de Oro y Plata que este sábado, 14 de febrero, sobre las ocho de la noche, surgirán de las deliberaciones de un jurado presidido por el norteamericano Darren Aronofsky. Un jurado en el que figuran, además, entre otros miembros, Audrey (Amelie) Tautou, el germano-barcelonés Daniel Bruhl, y la directora peruana instalada en Barcelona, Claudia Llosa.

En cualquier caso, el Festival de Berlín 2015 ha sido más que 50 sombras. Afortunadamente.  Constatar, por ejemplo, la baja forma de las nuevas películas de los grandes cineastas que han participado en la sección competitiva del certamen. Ni Werner Herzog, ni Wim Wenders, ni tampoco Terrence Malick han estado a la altura de su fama. Isabel Coixet, con Nadie quiere la noche tampoco ha dado lo mejor de sí misma. 

¡Hasta pronto Berlín!


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