Día de inauguración del 15 Festival de Málaga. Una edición que acoge, más que nunca, producciones andaluzas o con participación andaluza: A puerta fría, Ali, Los niños salvajes, El mundo es nuestro, Carmina o revienta, 30 años de oscuridad... Niñerío a las puertas del Teatro Cervantes para otorgar condición de estrellas a actores y actrices. Pero, como se preguntaba acertadamente Gonzalo Suárez, uno de los miembros del jurado, en la ceremonia de inauguración, lo que hay que saber es si esas/os fans histriónicos van al cine realmente. Mucho nos tememos que no.
Día 1 caluroso en la calle y un poco gélido en las salas. No por la escasa presencia de público, sino por la falta de empatía que transmitió la ceremonia, a pesar del esfuerzo de los, parece que un poco improvisados presentadores, Ana Fernández y Francis Lorenzo. Entre coreografías retro y actuaciones estelares, la cosa anduvo flojita, mientras buena parte de las caras conocidas veían el partido de fútbol en una carpa cercana.
Tampoco The Pelayos, la película de inauguración, termina de transmitir esa diversión que el director Eduard Cortés gusta de describir como reflejo del rodaje. Que se lo pasaran bien haciendo la película no significa que la historia acabe empatizando de la misma manera. Se nota que hay una intención clara de reproducir los mejores aciertos de películas de casinos, pero a pesar de cierta tendencia a la construcción de juegos de ritmos, el conjunto transmite sensación de cansancio y hastío a la media hora de comenzar. Y eso que los actores parecen creérselo, excepto quizás Eduard Fernández, que incorpora a un antagonista chusco mal construido desde el guión. The Pelayos basada en la conocida historia de Gonzalo García Pelayo y sus hijos, que lograron crear una metodología para desbancar legalmente las ruletas de los casinos más importantes del mundo, termina cayendo en la misma rutina que el método que describe (del que s nivel narrativo tampoco se le podía sacar mucho partido). Pero resulta sorprendente que la película trate de construirse sobre subtramas sin interés que no solo no alimentan la historia principal sino que la ralentizan y le quitan efectismo.
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