Al margen de su condición de festividad eminentemente anglosajona, en base a sus orígenes celtas cuando se celebraba el final de la cosecha de verano y la entrada de un nuevo y frío invierno, Halloween se ha transformado, impulsado por las creencias cristianas, en una fiesta con implicaciones religiosas. Pero su condición originalmente pagana, en la que también estaba presente la reaparición de los muertos para mezclarse con los vivos, se ha mantenido a lo largo de los años. Y ha dado paso, en nuestra cultura eminentemente audiovisual, a la tradición de celebrar maratones de películas de terror y misterio durante una noche especialmente siniestra. Aprovechando la celebración este fin de semana de Nocturna Madrid Film Festival, y de otras muestras cinematográficas en las que hemos podido ver los últimos estrenos del género, hemos elaborado una lista de algunas de las propuestas terroríficas más interesantes de este año, muchas de ellas fuera del circuito comercial:
La maldición de Hill House (Netflix, 2018)
Mike Flanagan
Netflix nos presentaba a mitad de mes su particular incursión en el género de terror. Y podemos decir que es una de las series más interesantes que se han estrenado este prolífico año. Porque la propuesta de Mike Flanagan, director hasta el momento de películas de terror más bien irregulares, que en 2016 llegó a dirigir hasta tres títulos, ahonda en la tradición de las historias de horror gótico, pero conecta conacierto con los resortes del género en la actualidad y establece un estudio de personajes que, al margen de las escenas de suspense clásicas, resulta lo más atractivo de la serie. Hay episodios de genialidad dramática y visual, como "Two storms", que se construye en torno a la desmembración de una familia, conectando el pasado y el presente con planos secuencia de elaborada puesta en escena, y que hasta el momento es lo mejor que hemos visto en televisión este año.
The cured (Irlanda-Gran Bretaña-Francia, 2017)
David Freyne
Aunque el planteamiento inicial pueda parecerse a títulos recientes como Retornados (Manuel Carballo, 2013) o In the flesh (BBC, 2013-2014), no deja de ser interesante la premisa de esta película en la que los zombis "curados" tratan de reinsertarse en una sociedad que los mira con desconfianza. La primera parte de la película bucea con astucia en la dificultad de encontrar un sitio en la sociedad, y en este sentido el director hace referencia al drama de los refugiados, con la virtud de tener en su reparto buenos actores como Sam Keeley y Ellen Page, mientras que la segunda parte tiene ya un estilo más cercano a las películas de zombis, aunque con las limitaciones de un presupuesto reducido. Lo más interesante de esta propuesta, sin embargo, es que contiene una cierta lectura política, con los muertos vivientes transformándose en un grupo de resistencia que, tratándose de una producción irlandesa, nos remite inmediatamente a referencias en torno al IRA. Y encontramos por tanto una película que va más allá del género de terror.
Mandy (EE.UU.-Bélgica-Gran Bretaña, 2018)
Panos Cosmatos
Estamos ante una de las películas de género fantástico más controvertidas del año, presente en la Clausura de Nocturna Madrid. Su aire psicodélico, especialmente en la primera parte de la película, resulta hipnótico y remite al cine de terror de los ochenta, con especial referencia al giallo italiano. Si bien es cierto que en la última parte, cuando el personaje interpretado por un desquiciado Nicolas Cage se convierte en una especie de vengador violento, la película toma caminos más paranoicos y acaba siendo asfixiada por su propia esquizofrenia, en general podemos decir que estamos ante uno de los títulos más recomendables de la temporada. Ayuda también la banda sonora del fallecido Jóhann Jóhannsson, que de nuevo nos remite a los sonidos de los años ochenta, pero al mismo tiempo con un poder de fascinación notable. Panos Cosmatos, Mejor Director en el pasado Festival de Sitges, se perfila así como un realizador, más creador de atmósferas hipnóticas que acertado narrador, pero con un interesante estilo personal.
La nuit a dévoré le monde (Francia, 2018)
Dominique Rocher
Otro título que se acerca a la iconografía zombi pero desde lejos es esta debut del realizador francés Dominique Rocher. En este caso nos encontramos ante una historia en la línea de Soy leyenda (Francis Lawrence, 2007), en la que un joven despierta comprobando cómo durante la noche se ha desatado una epidemia zombi en la ciudad de París. En este sentido, el director se detiene más en la evolución emocional de un personaje que debe hacer frente a la supervivencia que en un juego de acción con enfrentamientos con muertos vivientes. Estos están presentes casi siempre desde la ventana del edificio en el que se esconde el personaje principal. El actor noruego Anders Danielsen Lie, al que recientemente hemos visto en 22 de julio (Paul Greengrass, 2018), sostiene con talento un trabajo difícil que no se apoya en alboradas escenas de acción, sino que resulta más introspectivo. Hay también en la película, que no evita cierta irregularidad en su desarrollo, una referencia implícita a una ciudad de París que está ya algo acostumbrada a momentos de violencia irracional, y de hecho el director hace referencia a los atentados de 2015 cuando habla en las entrevistas de una ciudad que ya parece asumir con resignación un estado de emergencia casi permanente.
The cured (Irlanda-Gran Bretaña-Francia, 2017)
David Freyne
Aunque el planteamiento inicial pueda parecerse a títulos recientes como Retornados (Manuel Carballo, 2013) o In the flesh (BBC, 2013-2014), no deja de ser interesante la premisa de esta película en la que los zombis "curados" tratan de reinsertarse en una sociedad que los mira con desconfianza. La primera parte de la película bucea con astucia en la dificultad de encontrar un sitio en la sociedad, y en este sentido el director hace referencia al drama de los refugiados, con la virtud de tener en su reparto buenos actores como Sam Keeley y Ellen Page, mientras que la segunda parte tiene ya un estilo más cercano a las películas de zombis, aunque con las limitaciones de un presupuesto reducido. Lo más interesante de esta propuesta, sin embargo, es que contiene una cierta lectura política, con los muertos vivientes transformándose en un grupo de resistencia que, tratándose de una producción irlandesa, nos remite inmediatamente a referencias en torno al IRA. Y encontramos por tanto una película que va más allá del género de terror.
Mandy (EE.UU.-Bélgica-Gran Bretaña, 2018)
Panos Cosmatos
Estamos ante una de las películas de género fantástico más controvertidas del año, presente en la Clausura de Nocturna Madrid. Su aire psicodélico, especialmente en la primera parte de la película, resulta hipnótico y remite al cine de terror de los ochenta, con especial referencia al giallo italiano. Si bien es cierto que en la última parte, cuando el personaje interpretado por un desquiciado Nicolas Cage se convierte en una especie de vengador violento, la película toma caminos más paranoicos y acaba siendo asfixiada por su propia esquizofrenia, en general podemos decir que estamos ante uno de los títulos más recomendables de la temporada. Ayuda también la banda sonora del fallecido Jóhann Jóhannsson, que de nuevo nos remite a los sonidos de los años ochenta, pero al mismo tiempo con un poder de fascinación notable. Panos Cosmatos, Mejor Director en el pasado Festival de Sitges, se perfila así como un realizador, más creador de atmósferas hipnóticas que acertado narrador, pero con un interesante estilo personal.
La nuit a dévoré le monde (Francia, 2018)
Dominique Rocher
Otro título que se acerca a la iconografía zombi pero desde lejos es esta debut del realizador francés Dominique Rocher. En este caso nos encontramos ante una historia en la línea de Soy leyenda (Francis Lawrence, 2007), en la que un joven despierta comprobando cómo durante la noche se ha desatado una epidemia zombi en la ciudad de París. En este sentido, el director se detiene más en la evolución emocional de un personaje que debe hacer frente a la supervivencia que en un juego de acción con enfrentamientos con muertos vivientes. Estos están presentes casi siempre desde la ventana del edificio en el que se esconde el personaje principal. El actor noruego Anders Danielsen Lie, al que recientemente hemos visto en 22 de julio (Paul Greengrass, 2018), sostiene con talento un trabajo difícil que no se apoya en alboradas escenas de acción, sino que resulta más introspectivo. Hay también en la película, que no evita cierta irregularidad en su desarrollo, una referencia implícita a una ciudad de París que está ya algo acostumbrada a momentos de violencia irracional, y de hecho el director hace referencia a los atentados de 2015 cuando habla en las entrevistas de una ciudad que ya parece asumir con resignación un estado de emergencia casi permanente.
Summer of '84 (EE.UU., 2018)
François Simard, Anouk Whissell, Yoann-Karl Whissell
Los responsables de aquel entretenido ejercicio de nostalgia que fue Turbo Kid (François Simard, Anouk Whissell, Yoann-Karl Whissell, 2015) regresan al terreno referencial para contarnos una historia de suspense que de nuevo bucea en los resortes del homenaje al cine de los ochenta. Aquí se trata de la persecución de un serial killer por parte de una pandilla de adolescentes que nos recuerda a Los Goonies (Richard Donner, 1985) y, por supuesto, a los protagonistas de Stranger things (Netflix, 2016-). Es cierto que los directores aquí no consiguen del todo esa empatía que lograban en la más liviana pero más acertada Turbo Kid, y el desarrollo resulta algo largo para una película que con hora y media podría haber sido más redonda. Pero su condición referencial la hace simpática, en algunos momentos los protagonistas resultan atractivos en su representación de la adolescencia, y sobre todo, la valentía al plantear un final menos complaciente de lo que uno se esperaría, hacen que de ésta una de las propuestas más atractivas del año.
Pyewacket (Canadá, 2017)
Adam MacDonald
Aunque esta historia tiene como elemento sustancial el ocultismo, hay que advertir que no se trata de una película de terror al uso. En realidad, el director parece más interesado en bucear en la psicología de la protagonista, una joven que se ve envuelta en un círculo terrorífico cuando hace uso de la magia negra para hacer frente a su frustración de adolescente. Estamos por tanto ante una película que utiliza los resortes del suspense para elaborar una reflexión en torno a la psique y sus intrincados caminos, y en la que la línea entre realidad y fantasía es un poco difusa. Bien es verdad que un personaje tan complejo quizás hubiera merecido una actriz con mayores recursos interpretativos, pero el trabajo del director para crear una atmósfera cada más asfixiante contrarresta ciertas carencias de interpretación, apoyada principalmente en dos únicos personajes. Como sucede en otros casos, aquí el género de terror (más en el sentido del suspense) se utiliza como recurso para hablar de otros temas que van más allá de la simple trama superficial, y en ese sentido, aunque se trata de una película que tiene en algunos momentos de su desarrollo cierta irregularidad narrativa, finalmente se nos desvela como una muestra singular de introspección psicológica que resulta más que recomendable.
Issa López
Nocturna Madrid: Mejor Película sección Dark Visions
Estamos ante una de las mejores películas del año, al margen de su condición de cine de género. En realidad, la mayor virtud de esta historia, conocida en el mercado internacional como Tigers are not afraid, es la capacidad de Issa López, guionista y directora, para introducir elementos de terror en un retrato duro y triste sobre la realidad de los niños que viven en la calle en México, en muchos casos huérfanos debido a la violencia de las bandas callejeras. En este sentido, Vuelven tiene una doble lectura, en el plano realista y en el plano fantástico. Y de esta forma los miedos y la desazón que experimentan estos niños se convierten en fantasmas de aquellos muertos que han desaparecido violentamente. La estética oscura y de pesadilla en la que viven los protagonistas (casas abandonadas, oscuridad...) sirve a la directora como una puesta en escena perfecta para introducir los resortes del cine de terror, aquí dosificados con inteligencia, y casi siempre rodeados (especialmente en la última parte) de una especie de mirada poética que la acerca también a ese realismo mágico tan presente en la cinematografía latinoamericana. Así, estamos ante una de las propuestas más interesantes que se han estrenado este año.
Nocturna Madrid: Mejor Película sección Dark Visions
Estamos ante una de las mejores películas del año, al margen de su condición de cine de género. En realidad, la mayor virtud de esta historia, conocida en el mercado internacional como Tigers are not afraid, es la capacidad de Issa López, guionista y directora, para introducir elementos de terror en un retrato duro y triste sobre la realidad de los niños que viven en la calle en México, en muchos casos huérfanos debido a la violencia de las bandas callejeras. En este sentido, Vuelven tiene una doble lectura, en el plano realista y en el plano fantástico. Y de esta forma los miedos y la desazón que experimentan estos niños se convierten en fantasmas de aquellos muertos que han desaparecido violentamente. La estética oscura y de pesadilla en la que viven los protagonistas (casas abandonadas, oscuridad...) sirve a la directora como una puesta en escena perfecta para introducir los resortes del cine de terror, aquí dosificados con inteligencia, y casi siempre rodeados (especialmente en la última parte) de una especie de mirada poética que la acerca también a ese realismo mágico tan presente en la cinematografía latinoamericana. Así, estamos ante una de las propuestas más interesantes que se han estrenado este año.
Incident in a Ghostland (Francia-Canadá, 2018)
Pascal LaugierNocturna Madrid: Mejor Película Fantástica, Mejor Director
Tras su no demasiado destacable incursión en Hollywood con El hombre de las sombras (Pascal Laugier, 2012) el director francés parece regresar al estilo que le hizo destacar en el género con la muy recomendable y sádica Martyrs (Pascal Laugier, 2008), sin duda uno de los títulos más escalofriantes de los últimos años. Ahora en Ghostland regresamos al terreno de la tortura a través de una historia que en buena medida pretende ofrecer una lectura diferente del subgénero "Home invasion" que aquí toma un cariz más psicológico, adentrándose en el trauma que produce en dos hermanas el haber protagonizado un ataque cruel y violento en su propia casa. Hay que decir que encontramos en Pascal Laugier a un director menos interesado en el gore y más centrado en el retrato psicológico de sus protagonistas, lo cual acaba dando lugar a una puesta en escena (espléndida fotografía de Danny Nowak, veterano técnico en cuya amplia filmografía curiosamente no encontramos apenas películas de terror) que resulta más refinada en algunos momentos, pero que no rehúye ese montaje frenético y violento que es habitual en el cine del director. Aunque no alcanza el grado de crueldad que veíamos en Martyr, esta película supone el regreso de un director que tiene una especial capacidad para crear atmósferas desasosegantes.
The witch in the window (EE.UU., 2018)
Andy Mitton
Estamos ante lo que se puede denominar como una auténtica película de terror "indie". Rodada con escaso presupuesto, el director, guionista y compositor de la hermosa banda sonora utiliza estos recursos escasos para construir una de las películas más minimalistas que hemos visto dentro del género en los últimos años. Y no cabe duda que la historia gana interés con ello, porque le permite dar una vuelta de tuerca al subgénero de haunting house para centrarse en la relación entre un padre y un hijo que descubren que su casa está habitada por un fantasma. En realidad, la presencia de elementos supernaturales (aquí dosificados con inteligencia y nunca previsibles) sirve como excusa para fortificar el retrato de personajes, y para consolidar también una hermosa alegoría de la soledad y de la fractura de la estructura familiar en la sociedad actual. Estamos ante una película que utiliza un ritmo pausado para ir construyendo los cimientos de una historia que acaba siendo sorprendente e impactante, pero sin recurrir a los resortes trillados del género. Y resulta también de agradecer la presencia de unos fantasmas que se muestran sin grandes dosis de maquillaje, sino todo lo contrario, con una naturalidad que se nos antoja aún más aterradora.
Our house (EE.UU., 2017)
Anthony Scott Burns
Otra muestra de incursión en el género con estética de cine independiente es esta producción que revista la película Phasma Ex Machina (Matt Osterman, 2010), también conocida como Ghost from the machine. Nuevamente estamos ante una historia que habla de fantasmas (esta vez generados por una máquina electrónica inventada por el protagonista), pero cuyo interés está más centrado en los aspectos psicológicos (y filosóficos) de la relación entre los personajes principales, tres hermanos que pierden a sus padres en un accidente de coche. En este sentido, el director consigue, sobre todo en la primera parte, construir una historia de fantasmas que evita caer en los tópicos, y utiliza los instrumentos del género para hablar, aquí también, de la desestructuración de una familia provocada por la muerte repentina de sus progenitores. El problema de la película se plantea en el tercer acto, que camina por senderos más convencionales, y que posiblemente fuera la causa de que, primero el grupo Electric Youth, que se encargaba de la banda sonora, y después el propio director, se salieran del proyecto por discrepancias creativas en el proceso de postproducción. Los primeros publicaron sus composiciones no utilizadas en el album Breathing (Original Motion Picture Soundtrack from a Lost Film) (2017, Milan Music), mientras que en descargo del segundo se puede decir que posiblemente el caos de la última parte de la película no se le pueda atribuir a él.
The dark (Austria, 2018)
Justin P. Lange
Estamos de nuevo ante una película que tiene como premisa inicial el género de terror, pero que en realidad abunda en otras temáticas no habituales en las películas de este género, desarrollándose como estudio de personajes que como propuesta más o menos efectista. El director debutante plantea aquí una relación atípica entre una joven que vive sola en el bosque, y que es tomada como un monstruo, y un chico cuya ceguera ha sido provocada por los continuos abusos de un psicópata. A través de flashbacks Justin P. Lange nos introduce en las razones que llevaron a la joven a vivir aislada y convertida en una bestia salvaje que ataca a quienes se adentran en sus dominios. Para terminar descubriendo que en realidad los monstruos no son los protagonistas, sino aquellos que les convirtieron en lo que ahora son. En este sentido, aunque la película comienza con un sobresaliente prólogo que parece dirigir la historia por senderos más cercanos al gore, poco a poco nos damos cuenta que lo que más le interesa al director y guionista es diseccionarlas estas dos personalidades distintas que se enfrentan a sus traumáticos abusos de forma muy distinta, uno como víctima y la otra como verdugo. Así The dark es más un retrato psicológico, pero con cimientos bien asentados en los resortes del thriller.
Satan's slaves (Indonesia, 2017)
Joko Anwar
Si hablamos de una cinematografía que ha conseguido en los últimos adentrarse en el género de terror con especial acierto esa es la indonesia, que en los últimos años viene ofreciendo títulos llamativos con resultados más que notables, con representantes destacados como The Mo brothers, responsables de aquella Macabre (Kim Stamboel, Timo Tjahjanto, 2009) que fue censurada en su país por su violencia. otro de los nombres destacados en el cine de género es Joko Anwar, que ahora realiza un remake de Pengabdi setan (Sisworo Gautama Pura, 1982). Aquí el director elimina buena parte de las implicaciones religiosas que incorporaba la versión de los años ochenta para adentrarse en el terreno del terror puro y duro. Y consigue en buena medida una película que sabe mezclar con inteligencia las técnicas del terror occidental con la profundidad de las historias de género oriental. Hay en Los hijos de Satán (título español) una dosificación adecuada de los momentos de suspense, e incluso algún toque de humor relacionado con ese suspense que sin duda se agradece para eliminar la extrema seriedad en la que podría haber caído. En este sentido, la película es disfrutable para adentrarse en el género sin elementos que estorben al más puro entretenimiento.
One cut of the dead (Japón, 2018)
Shin'ichirô Ueda
En un repaso a las mejores películas de terror siempre hay eu introducir algún título que, en su condición de comedia, aporte esas dosis de descreimiento que muchas veces es necesario. este año sin duda la mejor representante de esta visión cómica del terror es esta producción japonesa que se estrenó en solo tres salas de cine en su país y poco a poco se está convirtiendo en una película de culto para los amantes del terror, especialmente tras su paso por numerosos festivales internacionales. Lo que hace de One cut of the dead una de esas películas imprescindibles es la sabia dosificación de los recursos cómicos y terroríficos, aportando con inteligencia aquellos elementos que todo amante del cine de terror quiere ver (escenas gore, sustos, estética sucia...). Pero sobre todo, esta producción de bajo presupuesto pero resultados más que decentes, rodada en buen parte en un largo plano secuencia, transmite un sentido homenaje al cine de zombies que sin duda se agradece, a través de una historia que en principio conecta con clásicos como Holocausto caníbal (Ruggero Deodato, 1980) pero que acaba encontrando su propio camino entre escenas de truculencia cómica que en muchos casos recuerda a los mejores títulos de Peter Jackson en sus orígenes. Sin duda, se trata de una de las películas más disfrutables de esta temporada.
The devil's doorway (Gran Bretaña, 2018)
Aislinn Clarke
La puesta en escena en plano subjetivo que surgió de películas como El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999), ha dado lugar a imitaciones que finalmente cayeron en el olvido. Pero de vez en cuando surge alguna iniciativa que reutiliza este recurso (si está bien usado, resulta especialmente apto para el género de terror). Entre los más interesantes y recientes se encuentra esta película británica que nos introduce en una investigación por parte de dos sacerdotes en un convento donde tienen lugar sucesos extraños. Destaca especialmente el trabajo del director de fotografía, Ryan Kernaghan, que consigue una lograda estética de los años sesenta (época en la que se desarrolla la historia) y el formato de 16 mm. aporta también una textura singular que ayuda a crear desazón. Por su parte, el director introduce gradualmente los elementos de terror y justifica en buena medida la grabación "cámara en mano", pero sobre todo logra crear una puesta en escena que consigue momentos escalofriantes.
Possum (Gran Bretaña, 2018)
Matthew Holness
Aunque proviene principalmente del género de la comedia, el actor y guionista Matthew Holness hace ahora su debut como director en el cine con una película de tintes kafkianos que bien podría haber firmado David Cronenberg en sus comienzos. Aquí, el actor Sean harris interpreta con habilidad a un personaje extraño y posiblemente traumatizado que parece tener miedo del mundo, pero que al mismo tiempo también provoca miedo. En su cabeza, a través de pequeños poemas infantiles, da vida a ese ser que da título a la película, una especie de marioneta arácnida que se convertirá en su compañero de viaje hacia el lugar donde vivió una infancia que intuimos fue sórdida y llena de abusos físicos y psíquicos. Es ésta una película que tiene cierto tono experimental, en la que se sugiere más que se muestra, y que en buena medida desgrana el miedo desde el interior de su protagonista, uno de los personajes más sórdidos y heridos psicológicamente que hemos visto últimamente. Lástima que el tercer acto no resulte tan resolutivo como desearíamos, por más que en buena medida el personaje adopte una posición de sumisión a la fantasía rente a la destrucción de la realidad que le rodea, pero sin duda estamos ante una de las películas más singulares de este año.
The witch in the window (EE.UU., 2018)
Andy Mitton
Estamos ante lo que se puede denominar como una auténtica película de terror "indie". Rodada con escaso presupuesto, el director, guionista y compositor de la hermosa banda sonora utiliza estos recursos escasos para construir una de las películas más minimalistas que hemos visto dentro del género en los últimos años. Y no cabe duda que la historia gana interés con ello, porque le permite dar una vuelta de tuerca al subgénero de haunting house para centrarse en la relación entre un padre y un hijo que descubren que su casa está habitada por un fantasma. En realidad, la presencia de elementos supernaturales (aquí dosificados con inteligencia y nunca previsibles) sirve como excusa para fortificar el retrato de personajes, y para consolidar también una hermosa alegoría de la soledad y de la fractura de la estructura familiar en la sociedad actual. Estamos ante una película que utiliza un ritmo pausado para ir construyendo los cimientos de una historia que acaba siendo sorprendente e impactante, pero sin recurrir a los resortes trillados del género. Y resulta también de agradecer la presencia de unos fantasmas que se muestran sin grandes dosis de maquillaje, sino todo lo contrario, con una naturalidad que se nos antoja aún más aterradora.
Our house (EE.UU., 2017)
Anthony Scott Burns
Otra muestra de incursión en el género con estética de cine independiente es esta producción que revista la película Phasma Ex Machina (Matt Osterman, 2010), también conocida como Ghost from the machine. Nuevamente estamos ante una historia que habla de fantasmas (esta vez generados por una máquina electrónica inventada por el protagonista), pero cuyo interés está más centrado en los aspectos psicológicos (y filosóficos) de la relación entre los personajes principales, tres hermanos que pierden a sus padres en un accidente de coche. En este sentido, el director consigue, sobre todo en la primera parte, construir una historia de fantasmas que evita caer en los tópicos, y utiliza los instrumentos del género para hablar, aquí también, de la desestructuración de una familia provocada por la muerte repentina de sus progenitores. El problema de la película se plantea en el tercer acto, que camina por senderos más convencionales, y que posiblemente fuera la causa de que, primero el grupo Electric Youth, que se encargaba de la banda sonora, y después el propio director, se salieran del proyecto por discrepancias creativas en el proceso de postproducción. Los primeros publicaron sus composiciones no utilizadas en el album Breathing (Original Motion Picture Soundtrack from a Lost Film) (2017, Milan Music), mientras que en descargo del segundo se puede decir que posiblemente el caos de la última parte de la película no se le pueda atribuir a él.
The dark (Austria, 2018)
Justin P. Lange
Estamos de nuevo ante una película que tiene como premisa inicial el género de terror, pero que en realidad abunda en otras temáticas no habituales en las películas de este género, desarrollándose como estudio de personajes que como propuesta más o menos efectista. El director debutante plantea aquí una relación atípica entre una joven que vive sola en el bosque, y que es tomada como un monstruo, y un chico cuya ceguera ha sido provocada por los continuos abusos de un psicópata. A través de flashbacks Justin P. Lange nos introduce en las razones que llevaron a la joven a vivir aislada y convertida en una bestia salvaje que ataca a quienes se adentran en sus dominios. Para terminar descubriendo que en realidad los monstruos no son los protagonistas, sino aquellos que les convirtieron en lo que ahora son. En este sentido, aunque la película comienza con un sobresaliente prólogo que parece dirigir la historia por senderos más cercanos al gore, poco a poco nos damos cuenta que lo que más le interesa al director y guionista es diseccionarlas estas dos personalidades distintas que se enfrentan a sus traumáticos abusos de forma muy distinta, uno como víctima y la otra como verdugo. Así The dark es más un retrato psicológico, pero con cimientos bien asentados en los resortes del thriller.
Satan's slaves (Indonesia, 2017)
Joko Anwar
Si hablamos de una cinematografía que ha conseguido en los últimos adentrarse en el género de terror con especial acierto esa es la indonesia, que en los últimos años viene ofreciendo títulos llamativos con resultados más que notables, con representantes destacados como The Mo brothers, responsables de aquella Macabre (Kim Stamboel, Timo Tjahjanto, 2009) que fue censurada en su país por su violencia. otro de los nombres destacados en el cine de género es Joko Anwar, que ahora realiza un remake de Pengabdi setan (Sisworo Gautama Pura, 1982). Aquí el director elimina buena parte de las implicaciones religiosas que incorporaba la versión de los años ochenta para adentrarse en el terreno del terror puro y duro. Y consigue en buena medida una película que sabe mezclar con inteligencia las técnicas del terror occidental con la profundidad de las historias de género oriental. Hay en Los hijos de Satán (título español) una dosificación adecuada de los momentos de suspense, e incluso algún toque de humor relacionado con ese suspense que sin duda se agradece para eliminar la extrema seriedad en la que podría haber caído. En este sentido, la película es disfrutable para adentrarse en el género sin elementos que estorben al más puro entretenimiento.
One cut of the dead (Japón, 2018)
Shin'ichirô Ueda
En un repaso a las mejores películas de terror siempre hay eu introducir algún título que, en su condición de comedia, aporte esas dosis de descreimiento que muchas veces es necesario. este año sin duda la mejor representante de esta visión cómica del terror es esta producción japonesa que se estrenó en solo tres salas de cine en su país y poco a poco se está convirtiendo en una película de culto para los amantes del terror, especialmente tras su paso por numerosos festivales internacionales. Lo que hace de One cut of the dead una de esas películas imprescindibles es la sabia dosificación de los recursos cómicos y terroríficos, aportando con inteligencia aquellos elementos que todo amante del cine de terror quiere ver (escenas gore, sustos, estética sucia...). Pero sobre todo, esta producción de bajo presupuesto pero resultados más que decentes, rodada en buen parte en un largo plano secuencia, transmite un sentido homenaje al cine de zombies que sin duda se agradece, a través de una historia que en principio conecta con clásicos como Holocausto caníbal (Ruggero Deodato, 1980) pero que acaba encontrando su propio camino entre escenas de truculencia cómica que en muchos casos recuerda a los mejores títulos de Peter Jackson en sus orígenes. Sin duda, se trata de una de las películas más disfrutables de esta temporada.
The devil's doorway (Gran Bretaña, 2018)
Aislinn Clarke
La puesta en escena en plano subjetivo que surgió de películas como El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999), ha dado lugar a imitaciones que finalmente cayeron en el olvido. Pero de vez en cuando surge alguna iniciativa que reutiliza este recurso (si está bien usado, resulta especialmente apto para el género de terror). Entre los más interesantes y recientes se encuentra esta película británica que nos introduce en una investigación por parte de dos sacerdotes en un convento donde tienen lugar sucesos extraños. Destaca especialmente el trabajo del director de fotografía, Ryan Kernaghan, que consigue una lograda estética de los años sesenta (época en la que se desarrolla la historia) y el formato de 16 mm. aporta también una textura singular que ayuda a crear desazón. Por su parte, el director introduce gradualmente los elementos de terror y justifica en buena medida la grabación "cámara en mano", pero sobre todo logra crear una puesta en escena que consigue momentos escalofriantes.
Matthew Holness
Aunque proviene principalmente del género de la comedia, el actor y guionista Matthew Holness hace ahora su debut como director en el cine con una película de tintes kafkianos que bien podría haber firmado David Cronenberg en sus comienzos. Aquí, el actor Sean harris interpreta con habilidad a un personaje extraño y posiblemente traumatizado que parece tener miedo del mundo, pero que al mismo tiempo también provoca miedo. En su cabeza, a través de pequeños poemas infantiles, da vida a ese ser que da título a la película, una especie de marioneta arácnida que se convertirá en su compañero de viaje hacia el lugar donde vivió una infancia que intuimos fue sórdida y llena de abusos físicos y psíquicos. Es ésta una película que tiene cierto tono experimental, en la que se sugiere más que se muestra, y que en buena medida desgrana el miedo desde el interior de su protagonista, uno de los personajes más sórdidos y heridos psicológicamente que hemos visto últimamente. Lástima que el tercer acto no resulte tan resolutivo como desearíamos, por más que en buena medida el personaje adopte una posición de sumisión a la fantasía rente a la destrucción de la realidad que le rodea, pero sin duda estamos ante una de las películas más singulares de este año.
Night of the living dead (EE.UU., 1968)
George A. Romero
No estamos ante un reestreno, aunque sin duda siempre es recomendable revisitar los cimientos del género de terror tal como lo conocemos en la actualidad. George A. Romero, con su primera película rodada pocos días y su escaso presupuesto sentó las bases de la representación de los muertos vivientes en el cine, que hasta el momento estaban enconsertados en su origen haitiano y su fundamento como producto de la magia negra. Aquí resultaban más cercanos, y por tanto más terroríficos. La presencia de la película en esta lista se debe a la nueva banda sonora creada por el compositor Bird Peterson para la proyección de la película con música en directo. debido a su bajo presupuesto, la mayor parte de música que suena en la versión original es música de archivo, utilizando en ocasiones composiciones de Fred Steiner. A lo largo de los últimos años, varias han sido las iniciativas de músicos contemporáneos para revisitar musicalmente la película, pero sin duda la nueva banda sonora de Bird Peterson consigue actualizar desde el punto de vista sonoro la película, al tiempo que sus creaciones para sintetizador mantienen esa atmósfera asfixiante que envuelve todo el filme. La banda sonora está disponible en las principales plataformas de reproducción de música, pero también la película con las nueva composiciones puede verse en el Canal Youtube de Bird Peterson.
Mandy se estrena el 31 de octubre
Ghostland se estrena el 23 de noviembre
Los hijos de Satán se estrena el 13 de noviembre en Movistar +
The cured se puede ver en Movistar +
La maldición de Hill House se puede ver en Netflix
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