El verano es una buena época para recuperar títulos perdidos. Entre ellos, recomendamos especialmente Lake of fire, de Tony Kaye, una visión completa y compleja en torno al tema del aborto que en España permanece inédita.
Tony Kaye es uno de esos directores de los que nos gustaría ver más cosas. A pesar de haber conseguido realizar una de las visiones más brutales sobre el fanatismo con American History X (1998), no se ha prodigado excesivamente en los cines con nuevos proyectos. Quizás el hecho de que tuviera un fuerte enfrentamiento judicial con la productora New Line e incluso con el Director's Guild of America, el sindicato de directores en Hollywood, acusado en numerosas ocasiones de actuar como un lobby para realizadores afines más que como un auténtico recurso sindical para la profesión, ha sido fundamental para entender por qué Tony Kaye no ha logrado mantener una filmografía constante.
En todo caso, al menos pudo dedicar suficiente tiempo para elaborar un contundente acercamiento al debate en torno al aborto en Estados Unidos, principalmente a través de las acciones protagonizadas por las asociaciones Pro-Vida y las asociaciones Pro-libre elección, enfrentadas de forma contundente durante años. Algo así a lo que ha sido (está siendo) el debate en España tras el reciente anuncio de la modificación en la Ley del Aborto.
Lo curioso, en todo caso, es que en nuestro país no exista un debate real sobre el tema, o que películas que pueden aportar una visión en torno a la complejidad de esta elección hayan quedado fuera de nuestras pantallas.
Lake of fire es un documental de dos horas y media en el que el director no tiene el menor problema en plantear las dudas que pueden asaltarnos a quienes mantenemos una postura no radicalizada sobre cualquier debate de calado ético o moral. Y realmente define con precisión la contaminación que las ideologías políticas y/o religiosas pueden tener en la verdadera discusión en torno al aborto.
Al margen de ser un documental modélico en cuanto a construcción narrativa, Lake of fire (el "lago de fuego" con el que define uno de los entrevistados el infierno en el que se quemarán las miles de personas que luchan por la libertad de decisión de las mujeres) es una película que plantea una terrorífica realidad. Estados Unidos está poblada de fundamentalistas que resultan tan o más peligrosos que los fundamentalistas que vemos todos los días autoinmolación en los países árabes. La trama principal del documental se centra, de hecho, en el relato de la serie de asesinatos y atentados cometidos por miembros de asociaciones Pro-Vida en los años noventa y principios del 2000.
Y muestra de forma explícita la práctica de un aborto. Pero no parece que el director quiera resultar polémico o exhibicionista, sino que forma parte de la postura imparcial que adopta en todo momento y que al fin y al cabo pasa por mostrarnos la realidad de una dramática intervención que vacía a la mujer no sólo físicamente sino sobre todo emocionalmente.
Y es en esta postura de duda constante en la que Lake of fire consigue ofrecer uno de los planteamientos más profundos que hemos visto sobre un debate que está bloqueado por el fanatismo y la violencia.
Tony Kaye es uno de esos directores de los que nos gustaría ver más cosas. A pesar de haber conseguido realizar una de las visiones más brutales sobre el fanatismo con American History X (1998), no se ha prodigado excesivamente en los cines con nuevos proyectos. Quizás el hecho de que tuviera un fuerte enfrentamiento judicial con la productora New Line e incluso con el Director's Guild of America, el sindicato de directores en Hollywood, acusado en numerosas ocasiones de actuar como un lobby para realizadores afines más que como un auténtico recurso sindical para la profesión, ha sido fundamental para entender por qué Tony Kaye no ha logrado mantener una filmografía constante.
En todo caso, al menos pudo dedicar suficiente tiempo para elaborar un contundente acercamiento al debate en torno al aborto en Estados Unidos, principalmente a través de las acciones protagonizadas por las asociaciones Pro-Vida y las asociaciones Pro-libre elección, enfrentadas de forma contundente durante años. Algo así a lo que ha sido (está siendo) el debate en España tras el reciente anuncio de la modificación en la Ley del Aborto.
Lo curioso, en todo caso, es que en nuestro país no exista un debate real sobre el tema, o que películas que pueden aportar una visión en torno a la complejidad de esta elección hayan quedado fuera de nuestras pantallas.
Lake of fire es un documental de dos horas y media en el que el director no tiene el menor problema en plantear las dudas que pueden asaltarnos a quienes mantenemos una postura no radicalizada sobre cualquier debate de calado ético o moral. Y realmente define con precisión la contaminación que las ideologías políticas y/o religiosas pueden tener en la verdadera discusión en torno al aborto.
Al margen de ser un documental modélico en cuanto a construcción narrativa, Lake of fire (el "lago de fuego" con el que define uno de los entrevistados el infierno en el que se quemarán las miles de personas que luchan por la libertad de decisión de las mujeres) es una película que plantea una terrorífica realidad. Estados Unidos está poblada de fundamentalistas que resultan tan o más peligrosos que los fundamentalistas que vemos todos los días autoinmolación en los países árabes. La trama principal del documental se centra, de hecho, en el relato de la serie de asesinatos y atentados cometidos por miembros de asociaciones Pro-Vida en los años noventa y principios del 2000.
Y muestra de forma explícita la práctica de un aborto. Pero no parece que el director quiera resultar polémico o exhibicionista, sino que forma parte de la postura imparcial que adopta en todo momento y que al fin y al cabo pasa por mostrarnos la realidad de una dramática intervención que vacía a la mujer no sólo físicamente sino sobre todo emocionalmente.
Y es en esta postura de duda constante en la que Lake of fire consigue ofrecer uno de los planteamientos más profundos que hemos visto sobre un debate que está bloqueado por el fanatismo y la violencia.
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