24 enero, 2007

Los Oscar versión hispana

Visto y no visto. Salma Hayek anunció el martes las nominaciones para las principales categorías de los Oscar, dando así el pistoletazo de salida a las promociones, fiestas, entrevistas y paseos varios por la televisión.


Al mismo tie
mpo, el martes pasado supuso la estacada contra aquellos títulos que se han quedado sin posibilidades, y especialmente para los favoritos como Pedro Almodóvar que, aunque ha puesto cara de contento por la nominación de Penélope Cruz, debe haber sufrido una conmoción al enterarse de que no estaba entre los finalistas en la categoría a la que aspiraba.

Salma Hayek, eso sí, se quedó sin el placer de haber leído el nombre de su buena amiga (amistades peligrosas, sobre todo si dan para hacer películas tan estúpidas como Bandidas, que además solo funcionó medianamente bien en Francia y en España, porque en Estados Unidos preguntas por la película en un videoclub y te mandan a la sección de cine porno). El presidente de la Academia de Hollywood pasó olímpicamente de Salma, que ya andaba dando saltitos de alegría cuando vio de reojo el nombre de su “compi”. Enhorabuena a Penélope Cruz, y merecida nominación sobre todo porque su papel en Volver es uno de los pocos salvables de su carrera. Sin duda le ayudará a hacerse un hueco en la industria mucho más que liarse con Tom Cruise y Matthew McConaghey, y habrá que pensar si merece la pena llevar años haciendo bodrios en Estados Unidos para al final ser nominada por una producción española.

Lo de estar nominada y saberse perdedora debe suponer también una tranquilidad, pero es que competir junto a monstruos sagrados como Meryl Streep, Judi Dench y Helen Mirren y una joven pero tremenda actriz como Kate Winslet (¡qué bien está en “Little children” aka “Juegos secretos”!) tiene que ser la hostia. Eso sí que es un premio. Las papeletas sin embargo están muy a favor de Helen Mirren lo cual podría jugar en su contra, como ha ocurrido otras veces. Porque anda que si a los académicos, pensando que ya tiene el Oscar otorgado, les da por votar a cualquiera de las otras nominadas…

La honradez de la Academia de Hollywood con las votaciones parece que no se ha puesto nunca en duda, pero sinceramente, algunas pistas deben tener, porque uno se pregunta si puede ser casualidad que Penélope Cruz saliera a dar el Oscar a Pedro Almodóvar en su momento, o que Salma Hayek sea la encargada de leer unas nominaciones en las que predomina el acento latino, y especialmente mejicano. Pero en fin, seguiremos creyendo que todo consiste en un buen trabajo de predicción. Me alegran las seis nominaciones para El laberinto del fauno porque ¡qué coño!, de producción mejicana nada; la película es española y punto. Lástima que El Deseo (la productora de Almodóvar) desistiera de producirla tras el relativo fracaso de El espinazo del diablo. Otra decepción más. ¿Que son excesivas las nominaciones? Puede. ¿Que el guión de Guillermo del Toro no es ni mucho menos redondo? Pues sí. Pero que una película tan personal y particular como ésta acabe seduciendo a la crítica y el público norteamericano (está en el puesto 7 de recaudación) nos congratula con el mundo del cine.

Igual que las nominaciones para Ryan Gosling por Half Nelson, película sencilla pero de contundente trabajo interpretativo, y las que ha obtenido la divertida y preciosa película Pequeña Miss Sunshine, dos productos por cierto salidos de Sundance, lo cual indica hasta qué punto el festival de Robert Redford tiene ya una influencia decisiva en el mercado comercial de Hollywood.

Este año podríamos ver una nueva edición de la sentada de Leonardo DiCaprio esperando que otro de los nominados se lleve el premio. ¿Será Forest Whitaker, favorito si tenemos en cuenta los galardones cosechados hasta ahora por su interpretación del dictador ugandés Idi Amin en El último rey de Escocia, pero los tiros podrían ir hacia Peter O’Toole, que para eso es todo un veteranísimo que además encarna un papel de esos de Oscar en Venus, película que no podría ser lo que es sin la presencia y la autoironía de este caballero inglés que nunca antes había demostrado mejor sentido del humor). Lo injusto es que a DiCaprio le nominen por la efectiva pero convencional Diamantes de sangre, en la que interpreta un personaje algo plano, aunque tenga su escena “de Oscar”. Pero más justo hubiera sido reconocer su destacado trabajo en Infiltrados. Eso sí, Djimon Hounsou se merecería el Oscar por su interpretación en la película de Edward Zwick porque está espléndido (recomendamos la versión original si hay oportunidad de verla). Éste es uno de esos actores que pasan más desapercibidos de lo que se merecen, aunque ya estuvo nominado por En América. Atención también al actor Jackie Earle Haley (esa clase de veteranos secundarios presentes en numerosas películas que sin embargo acaban pasando desapercibidos. En Juegos secretos hace lo más difícil: que su personaje de pederasta sea inquietante, pero al mismo tiempo esté envuelto en cierto aire de fragilidad).

En cuanto a las bandas sonoras no ha habido grandes sorpresas, aunque la nueva nominación de Gustavo Santaolalla debe ser porque se han dado cuenta que Babel es mejor trabajo que Brokeback mountain, y como el año pasado le dieron el Oscar... Thomas Newman hace un perfecto remake del estilo de su padre, Alfred Newman, y de la música de cine de los años 40 en El buen alemán. Y Philip Glass, aunque sin llegar al nivel de trabajos también reconocidos con una nominación como Las horas o Kundun, consigue una de sus partituras más oscuras en Diario de un escándalo.

Pero que Javier Navarrete se haya colado entre las nominaciones sí que tiene mérito. Un perfecto desconocido en Hollywood, ha fascinado su trabajo entre la crítica norteamericana, y se ha ganado por derecho propio su presencia entre los finalistas. Ojalá consiga el premio (sería una auténtica sorpresa, aunque esta categoría está llena de sorpresas habitualmente), pero me decanto más por la espléndida labor de Thomas Newman.

Lo de las nominaciones en las categorías de cortometrajes a cineastas españoles es también significativo., Personalmente, creo que Éramos pocos, de Borja Cobeaga es un corto entretenido pero poco más, pero al menos demuestra el magnífico trabajo que desde la institución vasca Kimuak realizan con la difusión de los cortometrajes (algunos deberían aplicarse el cuento). Y en cuanto a Binta y la gran idea, de Javier Fesser, cuenta con la ventaja de ser un proyecto para UNICEF, lo cual de cara a los académicos siempre es un punto.

Que Dreamgirls, el anunciado como musical del año, haya conseguido el mayor número de nominaciones (8) ha pasado casi desapercibido, porque al fin se ha reconocido escasamente el valor de esta película. Pero el espaldarazo que las nominaciones pueden dar a un Eddie Murphy en horas bajas y a una recién llegada (procedente del Operación triunfo de USA) Jennifer Hudson, una de estas aspirantes a ser la Whitney Huston del momento.

El 25 de febrero, la solución a todos los enigmas. Unos Oscar con sabor hispano que parecen consolidar el respaldo a una comunidad habitualmente menospreciada. Será una buena ocasión para que la administración Bush aproveche el “pan y circo” y ponga en marcha alguna otra medida de coacción contra la inmigración latina. Y el próximo domingo cita con los Goya. Los Oscar serán presentados por la siempre incisiva Ellen DeGeneres; los Goya, por el habitualmente histriónico José Corbacho, encumbrado al Olimpo de los cineastas gracias a su mediocre película Tapas. Esto es lo que hay.

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