03 diciembre, 2020

IDFA - Parte 5: Cruzando historias

Nuestra sexta crónica del Festival Internacional de Documentales de Amsterdam se centra en algunas películas de su programación que conforman un mosaico de historias. Esta mezcla de relatos que se introducen en la pantalla ofrecen una visión compleja del mundo que nos rodea, bien sea a través de las consecuencias de la guerra o desde la perspectiva de las reivindicaciones contra la explotación laboral. Algunos de los ejemplos de los que hablamos a continuación aciertan en elaborar una narración dispersa pero al mismo tiempo coherente. 

Oficial Largometrajes

Presentada en la Giornate degli Autore de la Mostra de Venecia, The New Gospel (Milo Rau, 2020) cumple perfectamente con esta característica, porque está construida sobre tres niveles narrativos. Se desarrolla en la localidad de Matera, al Sur de Italia, que sirvió como representación de Jerusalén para El Evangelio según San Mateo (Pier Paolo Pasolini, 1964) y para La pasión de Cristo (Mel Gibson, 2004). Esta es por tanto una elección lógica para del director suizo Milo Rau para preparar una relectura de la película de Pasolini, que cuenta con la colaboración del español Enrique Irazoqui, que fue precisamente el Cristo de Pasolini. Economista y profesor, nunca ejerció como actor, pero fue seleccionado por el director italiano para interpretar a Jesús en cuanto se conocieron. Enrique Irazoqui falleció a los 76 años el pasado mes de septiembre. También aparece en esta nueva versión la actriz rumana Maia Morgernstern, que fue María en la producción de Mel Gibson. 

A la presentación de algunas escenas de esta supuesta producción cinematográfica y momentos de la preparación del rodaje se une otra tercera vía narrativa. El elegido para interpretar a Jesús, en una propuesta que utiliza actores no profesionales, como hizo Pasolini, es Yvan Sagnet, camerunés trabajador en los campos de tomate de la zona, pero también activista por los derechos de los emigrantes, e impulsor de la "Revuelta por la Dignidad" que reivindicaba salarios justos y un trabajo que se desarrollara fuera de la influencia de las mafias. Milo Rau propone, así, a un Jesús y unos apóstoles negros, reflejo de una sociedad multicultural, pero también representación de esa mirada revolucionaria que transmite la figura de Jesús. 

Este híbrido entre ficciones y realidades funciona bien en los tres planos, con un toque de ironía en la elaboración del casting, con imágenes cuidadas en la recreación de las escenas, y al mismo tiempo con una lectura paralela entre el difícil camino del redentor y las condiciones de trabajo de los emigrantes. Lo más interesante, sin embargo, se produce cuando las diferentes líneas narrativas de unen, cuando vemos a los protagonistas cameruneses llevar a cabo una manifestación por las calles de Matera con el vestuario de la película. Se produce así una curiosa imagen, anacrónica y bizarra, ante la estupefacta mirada de los turistas que visitan la isla, que marca el espíritu de la película, la conexión entre la representación y lo representado, la traslación (quizás no demasiado original, también es verdad) del mensaje cristiano hacia la sociedad actual. Milo Rau consigue elaborar un documental híbrido que funciona en esta mezcla de texturas, desde la imagen más realista hasta las escenas más elaboradas, bien fotografiadas por Thomas Eirich-Schneider. Y el objetivo es alcanzado con un resultado notable. 

Oficial First Appearence

También mezcla diferentes relatos The fifth story (Ahmed Abd, 2020), una producción de Al-Jazeera Documentary que nos acerca a un país como Iraq, desde hace cuarenta años asolado por diferentes guerras, y que ha recibido el Premio FIPRESCI. Cuando comenzó la invasión norteamericana de Iraq en 2003, el director tenía nueve años. Comenzó a escribir historias sobre superhéroes, pero finalmente tuvo que afrontar la realidad sin actos heroicos. Su propuesta pasa precisamente por elaborar una mirada diversa a través de las historias particulares de cuatro generaciones que han vivido las cuatro guerras diferentes que se han desarrollado en el país en los últimos cuarenta años. Un adolescente beduino que vive en el desierto de Mosul; una soldado de las fuerza armadas kurdas; un anciano que participó en la guerra Irán-Irak y que desde que regresó vive una existencia solitaria, de renuncia al contacto con otras personas; y el propio padre del director, que trabajó enterrando cuerpos cuyos rostros no se le han borrado de la memoria. 

El documental cubre la memoria de un país que ha vivido más períodos de guerra que de paz, desde la guerra Irán-Irak de 1980 hasta el levantamiento de octubre de 2019. La quinta historia es la que protagoniza el propio realizador, a través de sus propios recuerdos y de la conexión entre los demás protagonistas. Siguiendo una estructura que mezcla los diferentes relatos, el documental no habla expresamente de las guerras, sino del impacto que éstas dejan en ciudadanos que no han conocido períodos de tranquilidad. El adolescente no puede olvidar a los hombres ejecutados por el ISIS delante de él; la joven soldado decidió luchar después de vivir en primera persona la masacre de Sinjar de 2014; el padre del director dibuja una y otra vez los rostros de los muertos que enterró... Hay algunas secuencias que reflejan cierto tono poético, cierta mirada nostálgica a un país que envuelve en la belleza de sus paisajes las imágenes de la muerte. 

Una de las propuestas más curiosas de la programación del IDFA es Showgirls of Pakistan (Saad Khan, 2020), centrado en tres bailarinas mujra, una danza que nació hace 500 años en el Imperio Mogol y se convirtió en un espectáculo representado sobre todo por las cortesanas de los Emperadores, pero la colonización británica la criminalizó en el siglo XIX. Hoy en día permanecen algunas bailarinas mujra, pero se enfrentan a la condena de las instituciones más conservadoras, que se concretan a veces en ataques violentos y asesinatos. El director Saad Khan, paquistaní afincado en la ciudad de Boston, presenta a tres de estas bailarinas: Afreen, que es una gran estrella en su país, pero sufre la censura que le impide representar en grandes espacios públicos; la estrella emergente Azma, que mantiene una tensa relación con su ex-novio; y Reema, transexual a los ojos de Occidente, pero que vive en esa compleja realidad en torno a los género sexuales que hay en Paquistán. Ella es una "khwaja sira", que está catalogado como un tercer género, lo que denominan una "no-mujer", y que se encuentra en una etapa de decadencia. 

Saad Khan retrató en su documental Hide and seek (2013) a un grupo de jóvenes que formaban parte de las minorías sexuales en Paquistán. Como éste, se trata de historias que hablan de la discriminación de los colectivos minoritarios. El estilo que adopta el director se acerca a la textura de las películas musicales paquistaníes, que se denominan Lollywood (producciones realizadas en la ciudad de Lahore y que tienen un aspecto de los años setenta, pero que son películas recientes), una especie de representación camp que se apoya en un ritmo frenético, en el que se mezclan imágenes tomadas con teléfonos móviles y grabaciones actuales. La difícil relación de Azma con su ex-novio, por ejemplo, se cuenta solo a través de llamadas telefónicas, y cuenta cómo le introduce droga en la maleta para impedir que salga del país, o contrata a un sicario para que lleve a cabo un ataque violento. 

Uno de los aciertos de la película es cómo consigue mostrar las diferentes capas de la relación social que se establece en Paquistán, y que está representada en los personajes: Afreen sufre la censura del Arts Council, pero al mismo tiempo trata despectivamente a su asistente Mano, un joven transexual que se viste con ropa masculina cuando trabaja para no ofenderla; Reema sufre el acoso de su comunidad, pero ella misma es represiva con su chaila (discípula). Es un documental dinámico y refrescante que al mismo tiempo presenta una realidad social muy compleja. 

5 casas (Bruno Gularte Barreto, 2020) es una mirada introspectiva en torno a la memoria del propio director. Nacido en Don Pedrito, un pequeño pueblo del Sur de Brasil, en la frontera con Uruguay, perdió a su madre cuando solo tenía 8 años y a su padre cinco años después. Ahora regresa a su hogar para intentar reconstruir la memoria familiar a través del retrato de cinco personas que fueron importantes a lo largo de su vida. Pero este perfil compone, al mismo tiempo, la visión de un Brasil que resulta hostil, y más concretamente de un pueblo que trata a los que son diferentes con desdén. Se cuenta la historia de una mujer extravagante a la que hacían bromas crueles cuando andaba por el pueblo, pero esta realidad también es extrapolable al rechazo hacia la comunidad homosexual que aún existe en la actualidad. Esta construcción de la memoria es, por tanto, el reflejo de un país que ha dado pasos atrás en la aceptación social en los últimos años. 

"Ya no recuerdo las voces de mis padres", comenta el director en primera persona, trasladando esa dificultad para retener los recuerdos, que trata de capturar a través de este viaje personal. Y que desemboca en una catarsis que puede resultar dolorosa, pero que parece necesaria, como una forma de cerrar una página que quizás no vuelva a abrirse. Y trágica, porque dos de las cinco personas que son retratadas fallecieron antes de concluir el rodaje, una de ellas víctima de ese cáncer que se llevó a sus padres y a muchos otros habitantes del pueblo, maldecido por una enfermedad que posiblemente provenga de los pesticidas utilizados en la agricultura. Lo que consigue el director es convertir un documental introspectivo en una historia que tiene resonancias mucho más amplias, que habla de la dificultad de retener la memoria.

Luminous

Otro de los retratos colectivos que se encuentran en la programación del IDFA es la producción mexicana Las flores de la noche (Eduardo Esquivel, Omar Robles, 2020), que refleja nuevamente la dificultad de aceptar la identidad sexual en el pequeño pueblo de Mezcala, donde tres jóvenes viven lo que podríamos llamar una disidencia sexual, la visibilidad sin complejos de su homosexualidad en un entorno que no es precisamente acogedor. La película tiene su origen en el cortometraje Uriel y Jade (Eduardo Esquivel, 2016), que estaba protagonizado por dos de los personajes que también aparecen en Las flores de la noche. Esta disidencia sexual que practican este grupo de amigas pasa por una visibilidad física, pero sobre todo por una actitud alegre y desprejuiciada, una disposición externa del ser interno. En este sentido, los directores hablan de una aceptación llena de libertad, a pesar de la incomprensión y las miradas. 

Por contra, el personaje de Uriel, que no acepta su homosexualidad ("me considero una persona lujuriosa, homosexual, pervertido, vanidoso y depresivo") es el que marca un arco narrativo que subraya el interés de la propuesta. Porque, aunque tiene una concepción completamente diferente de su identidad sexual, mantiene un fuerte vínculo de amistad con el resto del grupo. Mientras ellas llevan el pelo largo, se maquillan y usan ropa interior femenina, incluso investigan sobre la posibilidad de un cambio de sexo, él tiene el pelo corto y asiste a congregaciones religiosas. Esta contraposición resulta especialmente atractiva en un documental que se revela como un hermoso retrato de la amistad y de la aceptación de la identidad sexual.


El evangelio según San Mateo se puede ver en FlixOlé.
La pasión de Cristo se puede ver en Movistar+.


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