11 marzo, 2024

Las series españolas de 2024: Parte 2

Posiblemente la ceremonia de los Oscar que pudimos ver anoche fue una de las más extrañas de los últimos años y no solo porque el adelanto de una hora permitió descansar a una hora más o menos decente. Con cierto retraso al comienzo, tuvo un final precipitado, protagonizado por Al Pacino, quien tuvo que aclarar en un comunicado, ante el sorprendente silencio de los productores, que la decisión de no nombrar las películas nominadas fue de la organización, ya que se habían presentado clips a lo largo de la ceremonia. Lo que dio al último premio un tono anticlimático, por mucho que la ganadora Oppenheimer (Christopher Nolan, 2023) fuera previsible. Aunque también fue un poco extraño que la anunciara, no con el habitual "The Oscar goes..." sino con un "Mis ojos leen" que dejó a todos descolocados. Los productores de la gala lanzaban ideas abundantes que funcionaron muy bien en ocasiones y muy mal en otras, pero al menos consiguieron imágenes que se recordarán como la aparición desnudo de John Cena para presentar el premio al Mejor Vestuario. Hubo momentos cinéfilos como el recordatorio de que los nominados Robert De Niro y Jodie Foster también lo fueron por Taxi driver (Martin Scorsese, 1976), y fue una idea brillante convertir la reunión de Arnold Schwarzenegger y Danny DeVito para celebrar su participación en Los gemelos golpean dos veces (Ivan Reitman, 1988) en un encuentro de dos villanos que habían luchado contra Batman, aprovechando que también estaba Michael Keaton en la platea. Se recuperó con acierto a anteriores intérpretes ganadores del Oscar para presentar a los nominados, una introducción que arrastraba algo el tiempo de ejecución pero cuyo ritmo estaba claramente previsto. Aunque sus reacciones fueron rodadas antes de la ceremonia, los organizadores supieron sacar partido del border collie Messi de Anatomía de una caída (Justine Triet, 2023), incluso dejando su marca en la Estrella de la Fama de Matt Damon, ausente de la ceremonia y habitual intercambio de bromas de Jimmy Kimmel. Desde aquí nos sumamos a la petición de una estrella de la Fama con la huella de la pata de Messi, igual que hizo Uggie, el Parson Russell terrier de la película The artist (Michel Hazanavicius, 2011). Cord Jefferson, el merecido ganador del Oscar Mejor a Guión Adaptado por American Fiction (2023) reivindicó hacer más películas de 10 millones de dólares y menos de 100 millones, dardo sutil al fenómeno Barbenheimer. Pero la gala también cayó en momentos embarazosos como el In Memoriam, en el que el realizador trataba de abarcar las pantallas donde se reflejaban los nombres de los profesionales fallecidos, que se perdían entre el escenario y los cantantes Andrea Bocelli y su hijo Matteo Bocelli. Este segmento se ha convertido (también en los Goya por imitación) en una actuación musical especial en la que se acaba desvirtuando el homenaje a los ausentes.

Con una audiencia de 19,9 millones de espectadores en Estados Unidos, un millón por encima del año pasado, fue la gala más vista desde 2020. También hubo una cierta ausencia de reivindicaciones políticas, con un presentador confiable como Jimmy Kimmel, que es el tipo de humorista que solo hace bromas sobre los republicanos y Donald Trump. Algunos llevaban un pin color rojo sangre contra los ataques de Israel a Gaza, pero hubo dos intervenciones contundentes: Jonathan Glazer, ganador por La zona de interés (2023), que es judío, recordó que su película tiene una proyección en el presente: "Estamos aquí como hombres que refutan que su judaísmo y el Holocausto estén siendo secuestrados por una ocupación que ha llevado al conflicto a tantas personas inocentes", mientras que el ucraniano Mstyslav Chernov dijo al recoger su Oscar por 20 días en Mariupol (2023) que "soy el único director en esta sala a quien le hubiera gustado no haber hecho esta película". Una historia dura a la que se hace referencia como documento periodístico, pero que es un extraordinario documental que utiliza con inteligencia la tensión gracias a un montaje excelente y una banda sonora sobresaliente. En una noche de reconocimiento de Christopher Nolan y de Robert Downey jr., algunos de los damnificados fueron Martin Scorsese, que otra vez se fue con las manos vacías, Bradley Cooper, cuya campaña de promoción de su película fue su peor enemiga, y las dos películas españolas nominadas, que tampoco estaban en las quinielas. También las plataformas de streaming: Netflix de sus 19 nominaciones solo obtuvo el Oscar al Mejor Cortometraje para un Wes Anderson ausente, y Apple tv+, de sus 13 nominaciones no consiguió ningún premio. Algunas horas antes, en Hong Kong se había celebrado la ceremonia de entrega de los Asian Film Awards, que premiaron a El mal no existe (Ryûsuke Hamaguchi, 2023) como Mejor Película y a la compositora de su banda sonora Eiko Ishibashi, a Hirokazu Kore-eda como Mejor Director por Monstruo (2023), al actor Koji Yakusho por Perfect days (Wim Wenders, 2023) y a la actriz Qinqin Jiang por Dwelling by the West Lake (Gu Xiaogang, 2023). En esos premios, Godzilla: Minus One (Takashi Yamazaki, 2023) solo ganó el galardón a Mejor Sonido, aunque en los Oscar sí consiguió el de Mejores Efectos Visuales.

Al margen de los Oscar, repasamos algunas de las series españolas estrenadas en las últimas semanas antes de adentrarnos en las coberturas del Festival de Documentales CPH:DOX  y el Festival Séries Mania, que comienzan en los próximos días. 

Los siguientes comentarios se basan en el visionado de las temporadas completas de las series comentadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.

Detective Touré

Temporada 1 | Ficción, 6x50' | Pr1meran | ★☆☆ 

Creada por David Pérez Sañudo, Carlos Vila

Dirigida por Esteban Crespo, Violeta Salama

Versión en euskera con subtítulos en castellano


La producción audiovisual española se ha consolidado en el terreno del policíaco y el thriller, géneros que a nivel internacional comienzan a destacar por encima de la tradicional comedia que siempre nos ha representado. Solo hay que ver el tipo de producciones en las que invierten las plataformas de streaming para encontrar dos o tres géneros predominantes, mientras que en el terreno cinematográfico obtienen mayor prestigio y reconocimiento internacional las historias íntimas y sociales. La última coproducción de TVE con un canal autonómico después de Esto es no es Suecia (RTVE/Cat3, 2023) y La ley del mar (RTVE/À Punt, 2023), comparte sin embargo elementos de ambos lados: el policíaco y el trasfondo social, lo que le permite tener un mayor interés inicial. Con Detective Touré (RTVE/EiTB, 2023) se da una circunstancia diferente en cuanto a su estreno, que tiene como primera ventana la plataforma de streaming Pr1meran, del canal autonómico vasco, en la que se ha estrenado sin que por el momento haya una fecha de lanzamiento a nivel nacional, mientras que las otras dos también se estrenaron en las plataformas autonómicas, pero de forma casi simultánea con TVE. La historia adapta la novela 19 cámaras (2012, Ed. Erein Argitaletxea), la primera de la saga literaria protagonizada por un habitante del barrio de San Francisco en Bilbao, al que se le conoce como la "pequeña África" por su población inmigrante. A partir del 20 de marzo la novela tendrá una reedición haciendo referencia a la serie. El escritor Jon Arretxe (1963, Basauri) ha dedicado diez libros a este personaje, en los que el protagonista ha pasado por el Pirineo navarro en No digas nada (2019), la Ville Lumière de París en Desconfía (2021), el barrio de Lavapiés de Madrid en La mirada de la tortuga (2022) y Canarias en Musker amarruak (Trampas para lagartos) (2023). 

Mahamoud Touré (Malcolm Treviño-Sitté) es un inmigrante guineano sin papeles que vive en un piso patera del barrio de San Francisco en Bilbao, donde se gana la vida como puede. Pero su perspicacia y su picardía le convierten en el habitual recurso para aquellos que necesitan ayuda, ejerciendo a veces como una especie de detective de poca monta. De hecho, una de sus primeras investigaciones proviene de Charo (Itziar Ituño), la dueña de una empresa de construcción que está amenazando el barrio, pero que le encarga seguir a su marido, el empresario Xabier Arretxe (Unax Ugalde), para confirmar con fotografías que la está engañando con otra mujer. Así que Touré comienza a trabajar como un investigador peculiar en el entorno de un vecindario de inmigrantes amenazado por la gentrificación, lo que proporciona el elemento de mayor interés. El primer episodio, 19 cámaras (T1E1) hace referencia a la novela en la que se basa esta temporada, un sistema de vigilancia de la ertzaintza que ha colocado cámaras en el barrio para controlar el tráfico de drogas. La serie se promociona como la primera producción española que tiene como protagonista a un personaje de raza negra, lo que resulta llamativo. Pero no ayuda demasiado en la representación de esta diversidad que el protagonista esté todo el tiempo haciendo chistes raciales: "¿Quieres que persiga a un hombre blanco en una ciudad de blancos sin que se dé cuenta?", "Como soy negro tengo que ser un ladrón". Como si la construcción de un personaje racializado tuviera que provenir siempre de continuas referencias a su raza. Es más interesante y menos tópico el retrato social que se refleja a través de las problemáticas de esa pequeña África en el corazón de Bilbao, cuyas calles ofrecen una ambientación más realista que los habituales entornos de diseño artificial que encontramos en las series policíacas. 

Detective Touré ha sido adaptada por David Pérez Sañudo (1987, Bilbao), ganador del Goya por el guión adaptado de su película Ane (2020) y Carlos Vila (1977, La Coruña), responsable de los guiones de Los misterios de Laura (RTVE, 2009-2023), y a veces se desequilibra demasiado hacia la simpleza de ese procedimental. Pero al mismo tiempo tiene un personaje lo suficientemente carismático como para encontrar la conexión con el espectador, gracias a un trabajo notable de Malcolm Treviño-Sitté, actor que se define como "afrovallecano" y al que podemos recordar de su personaje secundario en Chiringuito de Pepe (Telecinco, 2014-2016). Aunque no es Omar Sy, el actor que Jon Arretxe ha manifestado en alguna entrevista que le gustaría que interpretara a su personaje, aporta una variedad de matices a Mahamoud Touré que le hacen especialmente adecuado para esta historia. Sin embargo, resulta poco creíble la interacción de Touré con los dos policías principales, como si fueran los únicos agentes que hay en Bilbao, especialmente Etxebe, incorporado por Urko Olazábal, que parece encasillado en papeles de policía cabreado como el que también interpreta en Reina roja (Prime Video, 2024). Sorprendentemente, la serie abandona el tono de comedia en los dos últimos episodios, Chimamanda (T1E5) y El límite (T1E6), en los que el mafioso Kareem amenaza a la propia familia del protagonista, cuya hija Sira (Taiwo Akeju) estudia en Londres, pero es un cambio de tono algo forzado que se apoya en un trabajo de dirección, a cargo de Esteban Crespo, que se encuentra más cómodo en las escenas íntimas que en unas secuencias de acción demasiado rutinarias. Producida por DePlaneta y Tornasol, la productora de Gerardo Herrero, Detective Touré tiene elementos interesantes que no están del todo aprovechados, pero la saga literaria ofrece una variedad de escenarios lo suficientemente amplia como para funcionar como una propuesta de varias temporadas. Actualmente se puede visionar en la plataforma Pr1meran, doblada al euskera con subtítulos en castellano, porque la versión original es principalmente en español.  

Jo mai mai (Yo nunca nunca)

Temporada 1 | Ficción, 8x45' | 3Cat | ★☆☆ 

Creada por Uri García, Marc Roma | Dirigida por Uri García

Versión en catalán con subtítulos en castellano


El intento de TV3 por recuperar un público adolescente no ha conseguido el respaldo de los espectadores catalanes. La lectura que se deduce de los datos de audiencia contradicen incluso la propia propuesta, con una mayor fidelidad por parte del target entre 25 y 44 años (12% de share) que, evidentemente, no parece el público objetivo de una serie sobre problemáticas adolescentes. Si bien comenzó con unos buenos datos del 16,1% de share (553.000 espectadores), en la emisión lineal de su primer episodio, Arribada (Llegada) (T1E1), rápidamente ha ido perdiendo espectadores, con una cierta recuperación a mitad de temporada, pero llegando al penúltimo episodio con unos datos del 9,3% de share (181.000 espectadores). Lo que resulta más significativo teniendo en cuenta que, a pesar de ser una serie relativamente sencilla en su puesta en escena, se ha convertido en la más cara de la televisión autonómica, por la que la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) pagó casi 3 millones de euros a la productora AbacusJo mai mai (3Cat, 2024) hace referencia al conocido juego Yo nunca que se suele practicar en reuniones de amigos, pero también tiene un doble sentido con el nombre de la protagonista, Mai (Clàudia Riera), una joven adulta algo irresponsable que después de ser descubierta por su novia en la cama con un chico, acaba regresando junto a sus padres, Eva (Mireia Aixalà) y Pere (Pere Ponce) en la casa de colonias para jóvenes que regentan en Can Guilla, una masía del siglo XIX. Para conseguir dinero para viajar a Canadá, aceptará trabajar como monitora durante el verano en las colonias, donde se siente atraída por otro de los monitores, David (el cantante Miki Núñez en su debut como actor).  

Pero en realidad Mai será cada vez menos protagonista en la historia, que se centra más en el grupo de adolescentes que están a su cargo, y prácticamente cada episodio comienza con un flashforward en el que la policía trata de averiguar el paradero de alguien que ha desaparecido. El despliegue de personajes jóvenes, que es el punto de apoyo principal para TV3 en su intento de recuperar el target de espectadores que vieron Pulseras rojas (Prime Video, 2011-2013) y Merlí (RTVE Play, 2015-2018), parece sacado de una lista de problemáticas juveniles más o menos tópicas, y sus arcos dramáticos se adivinan desde que aparecen por primera vez en pantalla: el chico guapo y chulo es Éric (Jan Buxaderas), aunque oculta un secreto; el joven homosexual es Oriol (Aleix Otem); el simpático es Billy (Biel Rossell); la aportación racial es de Yab (Joel Cojal); la chica prepotente es Noor (Imèn Akandouch); y la presencia de las tendencias suicidas se refleja en Rita (Maria Morera). De forma que la serie abre el abanico de los estereotipos de una juventud alegre y despreocupada, pero en realidad cargada de problemáticas como el rechazo a la identidad sexual, las adicciones tecnológicas, la depresión, el cáncer o las tendencias suicidas, todas con un trasfondo común de falta de comunicación con los padres, que parece el recurso fácil de los guionistas para justificar los comportamientos de los jóvenes. Es algo parecido a lo que hace HIT (RTVE Play, 2020-), aunque le falta el sarcasmo del profesor Hugo Ibarra (Daniel Grao). En este sentido, Jo mai mai no llega a ser terrible pero es muy previsible, y la decisión de convertirla en un musical a partir de la segunda mitad de la temporada (no se sabe muy bien por qué), no ayuda demasiado a tomársela en serio. Hay algunos episodios más logrados como Por (Miedo) (T1E4) en el que se organiza una noche de terror que funciona como metáfora de los miedos personales, pero otros insufribles como Ràbia (T1E6), que se desarrolla en una competición musical en las fiestas del pueblo, aunque consigue que Fosc (Oscuro) (T1E8) sea un buen ejercicio de tensión, al que no beneficia un desenlace abierto que deja insatisfechos a los espectadores. La serie ha sido creada por Uri García (1976, Barcelona), que ha trabajado en el programa de humor Crackóvia (3Cat, 2008-2017) y el reality Jocs de cartes (3Cat, 2017), y Marc Roma (1974, Barcelona), creador del programa de viajes Passatgers (3Cat, 2005-) y productor de la película La mort de Guillem (Carlos Marqués-Marcet, 2020). Pero Jo mai mai tiene poco que aportar a las series juveniles y parece que tampoco demasiado que ofrecer a los espectadores jóvenes. 

Reina roja

Temporada 1 | Ficción, 7x50' | Prime Video | ★☆☆ 

Creada por Amaya Muruzabal | Dirigida por Koldo Serra, Julián de Tavira


Ya hemos mencionado en alguna ocasión que uno de los problemas principales de las Propiedades Intelectuales españolas, ese concepto de IP que nos han impuesto las plataformas de streaming norteamericanas, estableciendo que solo puede tener éxito aquello que está basado en un producto previo (la repetición de la fórmula), es que el origen ya es mediocre. Y especialmente la narrativa negra española reciente está llena de bestsellers que sin embargo son historias policíacas básicas, a veces mal escritas y que habitualmente buscan el impacto para esconder sus deficiencias. Como Reina roja (2018, Ed. Ediciones B) utiliza continuas referencias a series y películas para disimular que en realidad es una sucesión de copias del tono, la narración y los recursos de otras obras. Pero lo que en literatura puede pasar algo más desapercibido, e incluso puede ser divertido, en la representación visual resulta mucho más evidente y genera muchas más reticencias. Así, la puesta en escena de un joven asesinado en el episodio Un salto (T1E1), dirigido por Koldo Serra, no es que se parezca a Hannibal (NBC, 2013-2015), es que es una mala copia de la serie creada por Bryan Fuller, que no está a su altura. El secuestro no es que se parezca a El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991), es que es una mala copia de la película. De forma que se despliega a lo largo de la serie un pastiche de imitaciones que se parecen a esas réplicas de marcas famosas en las que Adidas se convierte en Abibas, Chanel París se convierte en Cnahel Rapis y Pringles se convierte en Prongles (ejemplos reales) para disimular que son copias. 

La trilogía escrita por Juan Gómez-Jurado (1977, Madrid) continúa con Loba negra (2019) y Rey blanco (2020), que previsiblemente también serán adaptadas por Prime Video, teniendo en cuenta que la multinacional ha firmado un acuerdo de exclusividad con el autor para desarrollar contenidos. La protagonista principal de Reina roja (Prime Video, 2024) es Antonia Scott (Vicky Luengo), la mujer con mayor coeficiente intelectual del mundo, que es una buena manera de justificar sus deducciones aleatorias, quien es reclamada de nuevo por Mentor (Alex Brendemühl), el jefe de una organización secreta en la que ella estuvo involucrada, para encontrar al culpable del asesinato y el responsable del secuestro de Carla Ortiz (Celia Freijeiro), la hija del empresario Ramón Ortiz (José Ángel Egido). Pero Antonia sufre trastornos psicológicos, provocados por unos acontecimientos pasados, que a veces son incontrolables, por lo que se le asigna al policía Jon Gutiérrez (Hovik Keuchkerian) como una especie de guardaespaldas. Uno de los mayores problemas de la serie es tomarse tan en serio la novela que acaba trasladando de manera literal los elementos metafóricos del texto: la representación de los monos o ese momento marioneta en el episodio final. Pero lo que puede funcionar en el contexto literario se vuelve ridículo cuando se traslada a la pantalla, porque niega la diferencia estructural entre el lenguaje visual y el lenguaje escrito. Pero no se puede esperar menos de una serie en la que Juan Gómez-Jurado pidió hacer un cameo y acabó interpretando un papel secundario, aunque la pleitesía al autor perjudique los resultados. 

Creada por Amaya Muruzabal, directora de contenido de Dopamine, la productora de la serie, y co-escrita junto a Salvador Perpiñá (1963, Granada), guionista de Arrayán (Canal Sur, 2001-2013) e Isabel (TVE, 2011-2014), la serie se desenvuelve como un producto de entretenimiento que se pierde en repeticiones y se hace cada vez más inverosímil, aderezado con unos diálogos infames que transforman al personaje de Jon Gutiérrez en un comentarista chistoso (sin gracia) de los acontecimientos que van ocurriendo, del nivel de: "Yo no digo que no sea la reencarnación de Clarice Starling, pero cualquiera la podría confundir con una loca del coño". La representación de la homosexualidad de Jon siempre se utiliza como objeto de algún comentario gracioso o de manera provechosa, flirteando con los posibles colaboradores, lo que indica una mirada cercana a la homofobia, especialmente cuando se adoptan ciertos estereotipos como el del maricón enmadrado. A diferencia de la novela, Maritzu (Karmele Larrinaga), la madre de Jon, vive con él, lo que provoca una de las secuencias más bochornosas de la serie en el episodio Una tortilla (T1E4), dirigido por Julián de Tavira. Pero esto es significativo, porque indica hasta qué punto la serie está perdida en una variedad de tonos que a veces quiere ser lúgubre, otras divertida, en ocasiones dramática, sin encontrar nunca el equilibrio. Mientras que el antagonista, Ezequiel (Nacho Fresneda) es un villano mediocre que no provoca tensión, sobre todo porque cuando aparece no sabemos si la serie está en modo Saw (James Wan, 2004) o en modo Superdetective en Hollywood (Martin Brest, 1984). Por supuesto, Reina Roja también tiene espacio para las referencias a la saga literaria Millenium (2005-2007, Ed. Destino) haciendo que en el episodio Un disfraz (T1E6) Antonia, para pasar desapercibida, se disfrace literalmente de Lisbeth Salander, la protagonista de la trilogía escrita por Stieg Larsson, y posteriormente continuada por David Lagercrantz y Karin Smirnoff. Pero esto solo subraya la vocación impostora de una historia anodina y tramposa. 

Rivière-Perdue

Temporada 1 | Ficción, 6x52' | TF1 | ★☆☆ 

Adaptada por Sylvain Caron, Eugénie Dard, Elsa Vasseur

Dirigida por Jean-Christophe Delpias


Mientras BBC se dispone a adaptar una novela con el título The ministry of time (2024), cuya autora afirma nunca haber escuchado nada de la serie española El Ministerio del Tiempo (RTVE, 2015-2020), en Francia siguen los procesos habituales de respeto por los derechos de autor y han estrenado la adaptación de una producción española, también de la televisión pública. La caza. Monteperdido (RTVE, 2019) es la primera de las tres temporadas que adaptaba la novela Monteperdido (2015, Ed. Plaza & Janés) del escritor Agustín Martínez (1974, Lorca), quien fue también el guionista de la serie y amplió la historia con Tramuntana (RTVE, 2021) y Guadiana (RTVE, 2023). Ambientada en los Pirineos, tiene cierto sentido que sea precisamente una televisión francesa la que realice el remake de una serie cuya versión española también está disponible en Francia, a través del canal Polar+ de Canal+. Producida por Banijay France, Rivière-Perdue (TF1, 2024) se estrenó a mediados de enero y utiliza asimismo el entorno de los Pirineos, en este caso desde el lado francés, en una localidad ficticia llamada Rivière-Perdue, para ambientar la historia de un doble secuestro ocurrido cinco años atrás cuya investigación da un giro tras el regreso de una de las niñas secuestradas, Anna Casteran (Charlotte Lacoste), víctima de un accidente de tráfico. Sin embargo, parece estar demasiado traumatizada como para recordar detalles sobre el paradero de Lucie Pérez (Iris Copin), la otra niña secuestrada. Junto al comisario local Víctor Ferrer (Nicolas Gob, con un aspecto muy similar al de Alain Hernández), la teniente Alix Berg (Barbara Cabrita) y el comandante Eric Balthus (Jean-Michel Tinivelli) llegan desde París para reiniciar la investigación sobre el secuestro, mientras los padres de ambas niñas se enfrentan a dos situaciones contradictorias: los de Anna, Marion (Odille Vuillemin) y Rémi (Bruno Debrandt), tienen la tranquilidad de haberla recuperado, pero sufren la presión del silencio de su hija, mientras que los de Lucie, Nathalie (Annelise Hesme) y Manuel (Kamel Benghazi) deben enfrentarse todavía a la incertidumbre. 

La adaptación francesa corre a cargo de Sylvain Caron, que escribió guiones para el procedimental Balthazar (Movistar+, 2018-2023), Eugénie Dard, guionista de Crimen en el Pacífico (atresplayer, 2019-2023) y Elsa Vasseur, que también ha trabajado en la próxima serie La cage (Netflix, 2024), ambientada en el mundo de las Artes Marciales Mixtas. En general, sigue fielmente la historia principal de la versión española, aunque simplifica algunos elementos para dejarla en una investigación policial más o menos básica, con falsos culpables y algunos giros de guión que ya estaban en la serie original. El personaje de la investigadora Alix no tiene los traumas psicológicos que sufría Sara Campos (Megan Montaner), lo que perjudica a su desarrollo porque, al margen de su relación de compañerismo con Balthus y su predecible acercamiento amoroso a Víctor, no conocemos demasiados detalles sobre su personalidad. Desaparecen por tanto algunos personajes relacionados con ella, como el que interpretaba Beatriz Carvajal, y se enfoca más en la dinámica familiar de Anna. Pero sacrificar el aspecto psicológico en favor de una trama policial que en la propia Monteperdido se enredaba en tratar de confundir al espectador, perjudica a una versión que mantiene, eso sí, los dos giros de guión más importantes de la serie. Pero al menos la estructura en seis episodios de 50 minutos le permite ser más directa que los ocho episodios de más de una hora de la versión española. Incluso hay algunos guiños al origen de la historia, cuando en el episodio Pilar (T1E3) los dos investigadores relacionan al posible culpable del secuestro con el asesinato de una mujer años atrás en los Pirineos catalanes, donde reciben la colaboración del Guardia Civil Miguel Moras (Chap Rodríguez). Recibida con críticas mixtas en Francia, Rivière-Perdue sin embargo ha cosechado muy buenas audiencias en su emisión lineal, con dos episodios semanales. El piloto, Anna (T1E1) atrajo a 5,31 millones de espectadores, un récord por encima de otros estrenos en anteriores meses dentro de la misma franja como las series Panda (TF1, 2023) y Master crimes (TF1, 2023). Y se mantuvo con mucha regularidad, logrando en el último episodio, Si tu m'aime pour de vrai... (Si me amas de verdad...) (T1E6) un sólido dato de 4,83 millones de espectadores, de manera que alrededor de 5 millones de franceses han seguido la serie durante todo su recorrido. 

Vestidas de azul

Miniserie | Ficción, 7x50' | atresplayer | ★☆☆ 

Escrita por Valeria Vegas, Javier Holgado, Susana López Rubio

Dirigida por Mikel Rueda, Claudia Costafreda, Ian de la Rosa


En los últimos meses, las series españolas han seguido teniendo una destacada presencia a nivel internacional, y en la próxima edición de Séries Mania que comienza a finales de esta semana compiten producciones como La Mesías (Movistar+, 2023) y Déjate ver (atresplayer, 2023). HBO Max ha estrenado en una veintena de países algunas series recientes como la segunda temporada de Todos mienten (Movistar+, 2020-) y Vestidas de azul (atresplayer, 2023), que se estrenó simultáneamente con España en la plataforma Crave de Canadá, y se puede ver en HBO Max en países como Portugal, Dinamarca, Noruega, Estonia, Letonia, Lituania, Suecia y Finlandia, y próximamente lo hará en Suiza. Esta última se destaca principalmente como la secuela de Veneno (atresplayer, 2020), que ha sido una de las producciones españolas con una mayor proyección internacional en los últimos años, y en algunos países la promocionan directamente como Veneno 2, aunque la conexión sea más temática que narrativa. Si la miniserie de Javier Ambrossi y Javier Calvo se basaba en el libro autoeditado por la periodista Valeria Vegas (1985, Valencia) ¡Digo! Ni puta ni santa. Las memorias de La Veneno (2016), esta nueva propuesta se inspira en su siguiente publicación, Vestidas de azul. Análisis social y cinematográfico de la mujer transexual en los años de la Transición española (2019, Ed. Dos Bigotes), en la que tomaba como referencia la película Vestida de azul (Antonio Giménez-Rico, 1983) para analizar de qué forma ha cambiado la representación de la transexualidad en la sociedad. Es algo parecido a lo que hace la serie, que se desarrolla en dos tiempos: los años ochenta durante la preparación del rodaje del documental por parte del director Antonio Giménez-Rico (Luis Callejo), y la actualidad, siguiendo la investigación que realiza Valeria (Lola Rodríguez) para la elaboración de su libro. De manera que la realidad del pasado, que trata de presentarse de una manera fiel a los hechos, se refleja en la realidad del presente, que ficciona a los personajes para elaborar sus discursos. 

Sin la presencia de Los Javis en el guión, escrito ahora por los veteranos guionistas Javier Holgado (1971, Pamplona) y Susana López Rubio (1978, Madrid) junto a la propia Valeria Vegas, la propuesta acaba cayendo en todos los tópicos de este tipo de historias reivindicativas. Porque la reflexión sobre cómo se miraba la transexualidad en el pasado y cómo la perciben actualmente sus protagonistas acaba cayendo en el desarrollo discursivo en el que los personajes siempre tienen que elaborar reflexiones en voz alta que parecen desconfiar de la capacidad del espectador para entender lo que está viendo. Como si necesitara un discurso cada cierto tiempo para incrustar el mensaje, adoptando como creadores una posición condescendiente y pretenciosa. Vestidas de azul trata de agarrarse al éxito de Veneno recuperando algunos de sus personajes más emblemáticos, aunque de una forma algo forzada, como Paca (Paca La Piraña), cuya subtrama amorosa con Antonio (Pedro Casablanc) tiene algunos momentos acertados, pero parece sacado de una historia completamente diferente. Quiere encajar desde un punto de vista humano pero se siente demasiado desconectado de la historia principal. Bajo la dirección de Claudia Costafreda, Mikel Rueda e Ian de la Rosa, Vestidas de azul es menos conmovedora, aunque algunas veces parece querer forzar los elementos emocionales, algo que también se convertía en uno de los pocos recursos fallidos de Veneno. Y cuando introduce reflexiones sobre el deseo maternal para el personaje de Valeria, parece formar parte de la lista de temas sobre la transexualidad que pretende abordar la serie, como si se tratara de la estructura de una conferencia. El problema quizás es que el personaje de Valeria es mucho más interesante como secundaria que como protagonista, y el peso del impulso narrativo no termina de funcionar en la interpretación de Lola Rodríguez, a veces demasiado exagerada. Cuando Vestidas de azul mira al pasado es mucho más efectiva que cuando se centra en el presente, incluso introduciendo elementos de ficción como esa divertida aparición de Lola Flores (Miriam Méndez) en el episodio Tamara (T1E2). El resultado es un pálido reflejo de Veneno que se enfoca tanto en el mensaje que termina olvidando la narrativa.

Una vida menos en Canarias

Temporada 1 | Ficción, 5x50' | atresplayer | ★☆☆☆☆ 

Creada por Fran Carballal, Enrique Lojo, Curro Royo

Dirigida por Inma Torrente, Moisés Ramos


Si Detective Touré utiliza los tropos del procedimental para darles un giro, la propuesta de Atresmedia se entrega a ellos de manera absoluta, sirviéndose de todos los tópicos posibles y copiando directamente la popular serie británica Crímenes en el paraíso (Atresplayer, 2011-) que por cierto también se puede ver en su plataforma. En aquella, un detective británico llegaba a la paradisíaca isla de Saint-Marie para investigar un asesinato y finalmente permanecía como jefe de la policía local. Mientras que en Una vida menos en Canarias (atresplayer, 2024), que se ha estrenado en la plataforma de streaming y próximamente lo hará en Antena 3, el inspector Luis Lacasa (Ginés García Millán) está de retiro forzoso en Tenerife tras una suspensión disciplinaria, después de que cometiera un grave error provocado por una particular enfermedad, la acromatopsia, que solo le permite distinguir las tonalidades grises. Es habitual que los protagonistas de este tipo de procedimentales tengan alguna característica especial, pero en este caso el trastorno visual, una metáfora de la vida gris de un inspector enfocado en su trabajo, en realidad no tiene demasiado recorrido más allá del planteamiento inicial. Un supuesto suicidio se convierte en una investigación de asesinato, y junto a su compañero Ramón (Paco Marín) colabora con la inspectora local Naira Oramas (Natalia Verbeke) para tratar de descubrir al culpable en un resort de lujo. De entrada, resulta curioso que los principales personajes locales no sean ni siquiera canarios, sino que éstos cumplen con papeles secundarios, pero a lo largo de la temporada de solo cinco episodios comprobaremos que en realidad el interés de la serie está en la representación arquetípica de las costumbres y la idiosincrasia de las islas desde un punto de vista peninsular (sí, también se recurre al tópico de lo apasionadamente sexuales que son los canarios). 

La serie ha sido creada por Fran Carballal, responsable de Servir y proteger (RTVE, 2017-2023), guionista del cortometraje La entrega (Pedro Díaz, 2022), que fue nominado al Goya y director de contenido de Plano a Plano, la productora que ha puesto en marcha el proyecto junto a Buendía Estudios. También acompañado por Enrique Lojo (1988, La Coruña), guionista de El último show (Aragón TV, 2020) y Curro Royo (1966, Zaragoza), que ha escrito guiones para Desaparecidos (Telecinco, 2020-) y Cuéntame cómo pasó (RTVE, 2001-2023). Hay que reconocer que desde el primer episodio se deja muy claro qué tipo de género estamos viendo y se colocan sobre la mesa todos los elementos recurrentes que van a utilizarse a lo largo de la temporada: desde la dinámica amorosa que va y viene entre Luis Lacasa y Naira Oramas hasta la recuperación de la relación entre el inspector y su hija Jimena (Luna Zuazu), que trabaja como camarera en un bar, es lesbiana y hasta entonces estaba distanciada de su padre, pero que se convierte en un personaje totalmente prescindible. Se busca una variedad de escenarios, desde el acuario en el Capítulo 2 (T1E2) hasta una Feria de Literatura Negra en el Capítulo 3 (T1E2) o la grabación de un reality show en el Capítulo 4 (T1E4), que comete el error de casting típico de utilizar un actor conocido para interpretar a un personaje secundario, que evidentemente es menos secundario de lo que parece. Pero el desarrollo de las investigaciones resulta demasiado simple y la ejecución de las resoluciones poco elaborada. De manera que Una vida menos en Canarias queda como una serie ni siquiera demasiado entretenida, llena de tópicos del género, con una dirección irregular y acomodaticia de Inma Torrent y Moisés Lago que impide que los protagonistas transmitan empatía. No digamos ya los secundarios como el policía Perdomo (Sergio Momo) o el inspector David Reina (Ciro Miró), que aparece en el Capítulo 4 (T1E1) como un elemento de tensión amorosa, que sin embargo solo sirven para abundar en los tópicos más perezosos sobre la idiosincrasia canaria. 

Galgos

Temporada 1 | Ficción, 6x45' | Movistar+ | ★★★☆☆ 

Creada por Fran Kosterlitz, Clara Roquet, Pablo Remón, Lucía Carballal

Dirigida por Félix Viscarret, Nely Reguera


Clara Roquet (1988, Barcelona) se ha convertido en una de las autoras más prolíficas del cine español, desde que debutó como directora con la película Libertad (2021), por la que ganó el Goya a la Mejor Dirección Novel. Pero antes había sido co-guionista de títulos tan relevantes como Petra (Jaime Rosales, 2018) y Los días que vendrán (Carlos Marquet-Marcet, 2019), y posteriormente de dos de las películas más celebradas el año pasado: Creatura (Elena Martín, 2023) y Que nadie duerma (Antonio Méndez Esparza, 2023). Ahora, parece haberse implicado más en el formato de series porque en mayo estrena Las largas sombras (Disney+, 2024), que será la primera serie que dirige, además de haber sido la creadora y co-guionista de Galgos (Movistar+, 2024). El guión cuenta con otros destacados autores como Fran Koterlitz Buenos Aires), co-guionista de Suro (Mikel Gurrea, 2022), Lucía Carballal (1984, Madrid), creadora de La edad de la ira (atresplayer, 2022) y Pablo Remón (1977, Madrid), ganador del Goya al Mejor Guión Original por Intemperie (Benito Zambrano, 2019). La historia comienza cuando Emilio Somarriba (Luis Bermejo) y Carmina Somarriba (Adriana Ozores), herederos del Grupo Galgo, una empresa familiar dedicada a la bollería industrial, se enfrentan no solo a la crisis del sector sino también a la inminente aprobación de una Ley  que pretende reducir el consumo de azúcar entre los jóvenes. Para tomar el liderazgo de la empresa, Gonzalo Díaz (Oscar Martínez) y su hija Blanca (Patricia López Arnaiz) conspiran para dejar fuera de la empresa a Emilio, a quien consideran un presidente acomodado, y poder iniciar una reestructuración que supone vender algunos activos del Grupo Galgo. "Somos el nuevo tabaco", dice Blanca cuando se enfrentan a una percepción social de la bollería muy diferente a la de hace unas décadas. 

Los responsables de la serie rechazan los parecidos con Succession (HBO Max, 2018-2023), aunque la propia Movistar+ ha utilizado el concepto de "Succession ibérico" en sus promociones en redes sociales. Y episodios como El verano del incendio (T1E5), en el que se muestran diferentes tipos de humillación a los que se somete la familia Somarriba para conseguir financiación, Carmina con Aurelio (Nancho Novo) y Gonzalo con su consuegro Benito (Antonio Dechent), recuerde a la manera en que la familia Roy se ha humillado frente al magnate de la tecnología Lukas Matsson (Alexander Skarsgård) para salvar su empresa. Hay una clara influencia, pero es indudable que Galgos (Movistar+, 2024) es una historia bien escrita, con diálogos cargados de ironía que un reparto de buenos actores configura de la mejor manera posible. Blanca es el eje central del negocio familiar, la heredera moral que sin embargo es menospreciada por Carmina frente a su hermano Guzmán (Marcel Borràs), quien está más interesado en la política y su trabajo como lobista en Bruselas, mientras que los otros hermanos funcionan como satélites: Julián Díaz (Jorge Usón), es el hijo del anterior matrimonio de Gonzalo, a su vez menospreciado por no ser miembro de la familia Somarriba, mientras que Jimena (María Pedraza) tiene sus propios problemas sentimentales (un personaje poco desarrollado).

Aunque no se ha anunciado oficialmente, Galgos aspira a tener continuidad y los propios creadores han hablado en los comunicados de prensa de la primera temporada cuando se refieren a ésta. Lo que hace más interesante a la serie es precisamente lo que la define desde una perspectiva española, la representación de unos escenarios añejos que reflejan la prosperidad del Grupo Galgo en los años setenta y ochenta, pero cuyos ambientes parecen haberse estancado en el tiempo. No se trata en este caso de mostrar la riqueza sino de representar el lujo ibérico, el de los salones amplios y los muebles antiguos, el de los palacetes de Cantabria como el Palacio de la Magdalena y los hoteles lujosamente caducos como el Hotel Real en Santander. Y, aunque mantiene el estilo de dirección que ya parece característico de las producciones de Movistar+, la planificación que proponen Félix Viscarret (1975, Pamplona), nominado al Goya a Mejor Guión por Una vida no tan simple (2023), y Nely Reguera (1978, Barcelona), que recientemente dirigió la película La voluntaria (2022), aporta una mirada que se presenta en planos largos que dejan a los actores moverse dentro de la escena. La idea de entrar en las secuencias como si la acción ya hubiera comenzado previamente, adoptando muchas veces la perspectiva de algún personaje, cuyo perfil vemos en primer término, también recuerda a otras historias familiares, pero consigue el efecto deseado para que el espectador asuma una posición más cercana, igual que los traveling de seguimiento, sobre todo de Carmina. Da la impresión de que a Galgos le falta algo de mordacidad porque quiere demasiado a sus personajes como para exponerlos completamente. Pero el desarrollo de las estructuras de poder y las alianzas dentro de la familia Somarriba es lo suficientemente consistente y entretenido como para que sea una serie que, apoyada en su extraordinario reparto, pueda ofrecer buenos momentos en un futuro. 

El inmortal

Temporada 2 | Ficción, 6x50' | Movistar+ | ★☆☆ 

Creada por José Manuel Lorenzo 

Escrita por David Moreno, Raúl López Matesanz, Andrés Koppel, Diego Sotelo

Dirigida por David Ulloa, Rafa Montesinos


La segunda temporada de la representación ficticia de la banda de Los Miami, 80 de cuyos miembros fueron condenados el año pasado por la Audiencia Nacional a penas de entre 10 meses y cinco años de prisión, en el último de los juicios celebrados hasta la fecha, pretende ser más violenta y espectacular que la primera, pero acaba resultando más culebronesca y artificial. Porque la historia arrastra algunos problemas de la anterior entrega sin resolverlos, e introduce otros elementos que la perjudican, como un desarrollo de personajes poco convincente y demasiado conveniente. El personaje de Caballero (Jon Kortajarena), que es uno de los que más sufren la falta de una escritura sólida, lo mismo corta una pierna con una sierra disfrutando como un psicópata que se confiesa incapaz de "lidiar con tanta violencia", sin que entendamos nunca qué es lo que ha provocado ese cambio tan radical. La temporada continúa desde el final de la primera, con el episodio Dolor (T2E1) dirigido por David Ulloa, que comienza con un plano secuencia tan mal ejecutado que resulta demasiado artificial, un alarde técnico que se queda en eso, sin que realmente tenga una justificación. Aunque es una tendencia actual que en muchos casos deja a un lado el sentido narrativo que debe tener un ejercicio de cámara tan complejo para dejarlo en una simple chulería técnica. El tema principal de esta segunda parte es el de las consecuencias de la espiral de violencia en la que se ha involucrado José Antonio (Álex García) y su pandilla, y el enfrentamiento por el control del narcotráfico en Madrid que ahora está liderado por Fausti (Jason Day), el antiguo sicario que envía un mensaje contundente al protagonista. Este antagonista es retratado siempre en una gran mansión pero sin compañía, frente a la unidad familiar en la que se retrata a José Antonio, lo que vuelve a plantear el problema de cierta romantización de la violencia. Aunque José Antonio es un tipo cruel, la contraposición con Fausti, más cruel aún, de alguna manera le justifica, junto a la continua referencia a su condición de buen padre, aunque la relación con Isabel (María Hervás) esté cada vez más deteriorada. Algo así como lo que ocurría con Griselda (Netflix, 2024): siempre hay una razón para justificar la villanía. 

El retrato de la década de los noventa es acertado, aunque se utilizan como telón de fondo algunos acontecimientos que definieron España en esa década, y que hubiera sido interesante ver en qué medida influyeron en las redes de narcotráfico. Parte de la acción se traslada a México, ese recurso habitual de la producción española reciente por implicar a los mercados latinoamericanos, introduciendo el personaje de Paulina (Irene Esser) y de La Doña (Norma Martínez), una matriarca del cártel de Tijuana que sin embargo no refleja el sadismo que se le supone a esta organización criminal (Fausti parece mucho más peligroso). Entre los colaboradores de José Antonio, su mano derecha Rober es un poco convincente Marcel Borràs, mucho más cómodo en Galgos (Movistar+, 2024), mientras que a Nano (Iván Massagué) le han convertido esta temporada en el Arthur Shelby de Peaky blinders (Netflix, 2013-2022), el personaje psicópata, impredecible y violento que disfruta con las mayores brutalidades, pero que se nota tan copiado de otras series que pierde eficacia progresivamente. Repiten en la dirección David Ulloa y Rafa Montesinos, dos realizadores cuyos aciertos dependen de lo bien escritos que estén los guiones, y en este caso tratan de sustituir la falta de desarrollo de los personajes con ciertos alardes de dirección que, como comentamos antes, resultan artificiales porque no tienen un sentido narrativo. Algunos personajes como Isabel repiten en buena medida sus arcos de la primera temporada, y el paralelismo taurino en Inmortal (T1E6) resulta casi tan ridículo como el final de The blacklist (Netflix, 2013-2023). La serie acaba teniendo el mismo problema que otras producciones de acción de Movistar+: muchos fuegos artificiales pero poca profundidad. Y refleja cierta tendencia en el audiovisual español a evitar mostrar la auténtica mezquindad de la violencia. 


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Películas mencionadas: 

Pobres criaturas se estrena en Disney+ el 14 de marzo.
Oppenheimer se estrena en SkyShowtime el 21 de marzo.
Anatomía de una caída se estrena en Filmin y Movistar+ el 5 de abril.
Robot dreams se estrena en Movistar+ el 11 de abril.
La zona de interés se estrena en Filmin y Movistar+ el 17 de mayo. 

El mal no existe se estrena el 1 de mayo en salas de cine. 

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